SAN JOSÉ, PADRE HURTADO Y SALVADOR TIENEN NIVEL SIMILAR A HOSPITALES DE ITALIA, ESPAÑA Y NUEVA YORK EN PLENA CRISIS
Coronavirus: tasa de mortalidad de los hospitales públicos metropolitanos duplica la de las clínicas
21.06.2020
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SAN JOSÉ, PADRE HURTADO Y SALVADOR TIENEN NIVEL SIMILAR A HOSPITALES DE ITALIA, ESPAÑA Y NUEVA YORK EN PLENA CRISIS
21.06.2020
CIPER accedió a registros de la tasa de mortalidad (proporción de fallecidos por Covid respecto del total de hospitalizados por el virus) de hospitales públicos y clínicas. Y las diferencias son abismantes. Los casos extremos son el Hospital Padre Hurtado (25,1%) y Clínica Las Condes (5%). El director (s) del Padre Hurtado explica que la desigualdad social es un factor determinante: su recinto recibe principalmente pacientes empobrecidos con enfermedades crónicas mal atendidas. También describe la dramática saturación en la que están trabajando: “Tenemos que definir a quién conectamos a ventilación, porque tiene posibilidades de salir, y aquellos que no tienen posibilidades”.
La tarde noche del jueves 11 de junio en el Hospital San José no había ningún ventilador mecánico invasivo disponible. A esa misma hora seis pacientes con Covid en estado crítico necesitaban con urgencia ser ventilados, pero no había espacio. A pesar de que en el hospital solicitaron su traslado a otro recinto asistencial, no hubo respuesta oportuna por parte de la Unidad de Gestión Centralizada de Camas (UGCC), del Ministerio de Salud.
De los seis pacientes críticos, el equipo del hospital pudo resolver la situación de cuatro. Lo hizo conectándolos a máquinas de anestesia, que en situaciones de emergencia sirven para dar ventilación mecánica. Pero a pesar de esos esfuerzos, Jorge González Velasco de 65 años, conserje de un edificio en Las Condes los fines de semana y teletrabajador de lunes a jueves, no resistió. Para él no hubo ventilador. Así se lo explicaron a su hijo esa tarde, quien confirmó a CIPER la información. Y así también lo reconocieron al menos dos funcionarios del hospital que conocieron ese caso y que pidieron la reserva de sus identidades.
Médicos, enfermeros y funcionarios de distintos hospitales y clínicas consultados por CIPER, coincidieron en que la falta de ventiladores y camas críticas ha empezado a costar vidas. Los pacientes que quedan a la espera de que se desocupe un ventilador o de ser trasladados a algún centro asistencial que cuente con una unidad disponible, son priorizados según su gravedad y pronóstico. Algunos de los que no están en condiciones de ser trasladados, aunque exista una cama crítica en otro recinto, fallecen en la espera.
Como en muchos ámbitos, los efectos de la pandemia no están golpeando por igual en los distintos sectores de Santiago. Un paciente con Covid atendido en un hospital tiene más probabilidades de morir que uno internado en una clínica.
CIPER recopiló datos sobre la tasa de mortalidad de pacientes con Covid en diferentes hospitales y clínicas metropolitanas. Y pudo constatar que algunos hospitales públicos llegan a quintuplicar la tasa de mortalidad de recintos privados.
La tasa de mortalidad de cada recinto se calcula sacando el porcentaje de fallecidos respecto del total de pacientes hospitalizados contagiados con Covid-19.
Si el Hospital Padre Hurtado registraba al 19 de junio una tasa de mortalidad hospitalaria de pacientes con Covid de 25,1%, a la misma fecha la Clínica Las Condes reportaba una tasa de 5%. Y aunque esos son los dos extremos de la tabla -la cifra más alta y la más baja-, marcan la tendencia que se observa en la Región Metropolitana: las cifras de los recintos públicos prácticamente duplican, en términos generales, las de los centros privados.
El resto de los hospitales públicos cuyas tasas de mortalidad pudo obtener CIPER a través de reportes oficiales son el San José con 21,3%; Del Salvador, con 20,1%; la ex Posta Central con 17,7%; el San Juan de Dios con 18%; y el Sótero del Río, con un 10%.
A excepción del Hospital Sótero del Río, todo el resto de recintos públicos superan por lejos las tasas de mortalidad reportadas por las clínicas de Santiago. Desde el Grupo Banmédica (clínicas Santa María, Dávila, Vespucio, Vidaíntegra y otras dos fuera de la RM), señalaron que su tasa promedio era de 8,9%, la Clínica Universidad de Los Andes un 9,7%, y la Clínica Indisa señaló tener una tasa de mortalidad hospitalaria de 12%.
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Las tasas que reportan los hospitales San José, Padre Hurtado y Del Salvador, en Santiago, se asemejan a las cifras que tenían los hospitales de España, Italia y Nueva York en pleno peak de la pandemia. Una investigación realizada con pacientes del Hospital Luigi Sacco, de Milán, cifró la mortalidad en 20,6%; otro estudio, destacado por Bloomberg, analizó los datos de miles de pacientes hospitalizados en New York y Long Island entre marzo y abril, y determinó que el 21% de ellos falleció durante su estadía hospitalaria; mientras que un tercer estudio, esta vez de la Sociedad Española de Medicina Interna, estimó una mortalidad de 21,1% entre hospitalizados con Covid en España hasta el 30 de abril.
El director (s) del Hospital Padre Hurtado, Mauricio Toro, señaló a CIPER que son varios los factores que explican la diferencia en las tasas de mortalidad hospitalaria entre recintos públicos y clínicas, una es la desigualdad social:
-Tenemos población mucho más dañada: obesos, diabéticos, hipertensos, fumadores con alcoholismo o drogadicción. Eso pone otras condiciones. Esta no es la misma población de la Clínica Las Condes, donde un diabético ciego es rarísimo. Nosotros estamos llenos de diabéticos ciegos y amputados, porque sus condiciones de salud son mucho más malas. Son gente muy pobre y precaria, que vive hacinada. Aquí hay población de 40 o 50 años que parece de 70, porque no van al gimnasio y no comen saludable, porque no pueden o no quieren, no tengo idea. Pero no pueden cuidarse su diabetes igual que un señor que vive en Vitacura- asegura Mauricio Toro, quien además de dirigir el Hospital Padre Hurtado atiende en la Clínica Alemana.
Un estudio publicado en la revista científica The Lancet a fines de 2019 determinó que Santiago es la ciudad que presenta las mayores brechas de esperanza de vida entre personas según la comuna en la que residen, de entre seis grandes urbes latinoamericanas estudiadas. Una mujer que nace en una comuna del sector nororiente con residentes de altos ingresos, puede vivir hasta 17,7 años más que una mujer nacida en una comuna del sector poniente. En el caso de los hombres, la diferencia puede ser de hasta 9 años.
El doctor Mauricio Toro agrega otro dato que puede ser relevante en medio de la pandemia: “Los hospitales recibimos solamente a los pacientes más graves. Tenemos pacientes que se atienden en sus casas y esos pacientes puede que en las clínicas se hospitalicen. Nosotros no tenemos pacientes leves”, señala. Pero también destaca que la red hospitalaria está saturada.
-Efectivamente los hospitales del suroriente de la RM están con una saturación importante. Estamos funcionando al límite desde hace un par de semanas. Originalmente, teníamos seis cupos de ventilación mecánica y los subimos a 41, y el lunes serán 43. Contando al servicio de urgencia, hemos tenido más de 50 pacientes ventilados. Obviamente, esta situación es bastante extrema. Ningún sistema de salud y ningún hospital tienen cupos infinitos. Hay un momento en que no hay capacidad para tratar a todo el mundo y ha pasado en todas partes. Nosotros estamos en una situación muy similar a esa, tenemos que definir a quién conectamos a ventilación mecánica porque tiene posibilidades de salir, y aquellos que no tienen posibilidades, no los conectamos.
Aquellos pacientes que fallecen en la urgencia del Hospital Padre Hurtado no se contabilizan como hospitalizados, porque no alcanzaron a ser internados. En cifras concretas, en el hospital han fallecido 291 personas por causas asociadas al coronavirus, de ellas 218 estaban hospitalizadas. Y el total de hospitalizados desde el inicio de la pandemia es de 868. De allí sale la cifra de 25,1% de mortalidad hospitalaria, la más alta entre los recintos que entregaron sus cifras.
No fue fácil obtener los datos. Hubo hospitales que se negaron a entregarlos, argumentando que habían recibido una supuesta orden del Ministerio de Salud que les habría planteado que esa información sería centralizada por el Minsal. Pero en comunicaciones de esa secretaría de Estado dijeron a CIPER que tal orden no existe. Entre los hospitales que denegaron el acceso a sus cifras se cuentan el Luis Tisné (el que según testimonios de su personal médico ha estado funcionando al límite), y el San Borja.
Algunas clínicas también rehusaron entregar sus datos, como la Alemana, Clínica Bupa Santiago y la Red Salud de Providencia, donde su personal detalló a CIPER que varias veces han debido priorizar pacientes para conectarlos a ventilación mecánica, ya que no han tenido camas disponibles.
Otro problema es la diferencia de criterios para contabilizar a los fallecidos por Covid-19. Mientras el Hospital Padre Hurtado y el Hospital El Carmen (recinto que publica un informe diario en su página de Facebook) informan los decesos según el criterio de la Organización Mundial de la Salud (incluyendo fallecidos con sospecha de coronavirus, aunque no tengan un examen PCR positivo), otros hospitales y clínicas solo suman los casos en que el contagio fue confirmado con un examen.
Hubo otros hospitales que no entregaron la información solicitada por CIPER, como la ex Posta Central y Del Salvador, pero sus cifras fueron consideradas para este reportaje, ya que pudimos acceder a informes internos facilitados por personal que pidió el resguardo de sus identidades.
Más allá de la dificultad para acceder a datos oficiales, hay otros antecedentes que no aparecen aún reflejados en cifras duras, pero en los que coinciden todos los médicos, enfermeros y funcionarios de la salud con los que conversó CIPER: el sistema está colapsado y ya empezaron a morir personas por falta de acceso a camas críticas. Muchas veces los traslados a través de la Unidad de Gestión Centralizada de Camas del Minsal son lentos, porque no hay camas disponibles en otros recintos, y otras tantas la gravedad de los pacientes es tal que hace imposible cualquier traslado.
Ante ese escenario, los equipos clínicos ya encaran lo que se ha llamado “el dilema de la última cama”, pues deben priorizar entre los pacientes que están a la espera de que se desocupe un ventilador. Según el pronóstico de recuperación de los pacientes, de su nivel de gravedad y de comorbilidad, son ordenados para determinar quién accederá al próximo ventilador o al traslado.
Es lo que pasó en el Hospital San José la tarde noche del jueves 11 de junio, cuando Jorge González Velasco, de 65 años, no tuvo un ventilador mecánico invasivo que lo ayudara a salvar su vida.
Su hijo Jorge le contó a CIPER que su padre tuvo los primeros síntomas el 23 de mayo, que dos días después fue ingresado al San José y que el 9 de junio ya estaba muy grave.
-El 10 de junio llamamos a las 18:05, 21:42, 21:50 y 22:00 y no contestaban. Entremedio, nos llamaron y nos dijeron que mi papá tuvo una taquicardia, pero que había disminuido con el paso de las horas. Alcanzamos a preguntar si seguía con oxígeno y nos dijeron que recibía el 90% de oxígeno a través de una máscara no invasiva. El 11 de junio en la mañana nos llama la doctora Martínez, a las 11:45. Era la médico de turno y nos dijo que mi papá estaba con morfina y tratando de regular signos vitales. Ella fue quien nos aseguró que no había ventiladores disponibles. No sé para qué lo dijo, si después también insistió en que mi papá no tenía condiciones hemodinámicas para ser ventilado, así que no reunía las características para ser intubado de ser necesitario. Le dije que lo trasladaran a otro lado, pero tampoco tenía las condiciones, supuestamente.
Al menos dos funcionarios del Hospital San José que conocieron en detalle el caso de Jorge González dijeron a CIPER que el paciente sí reunía las condiciones para ser ventilado, pero que el problema es que ese día y a esa hora no había ventiladores invasivos disponibles. Desde la dirección del recinto rehusaron referirse a este caso.
Pasadas las seis de la tarde de ese 11 de junio Jorge González Velasco falleció.
“Quedamos destruidos. Con tanta información y tan contrapoducente en algunos casos, ya no sabíamos a qué tratamiento estaba sometido. Solo que estaba grave. Nos dijeron que hicieron todo lo posible, pero uno igual queda con impotencia, porque no hubo claridad sobre muchas cosas”, dice su hijo.
Jorge González trabajó hasta el domingo 17 de mayo como conserje de un edificio en Las Condes, el administrador de ese lugar le extendía un certificado que lo autorizaba a trasladarse hasta su empleo.
Fuentes del Hospital San José explican que la disponibilidad de ventiladores es variable y que el escenario cambia a cada hora, cuando pacientes son dados de alta o cuando fallecen. Agregan que el criterio que se aplica para definir quién accede a la ventilación mecánica es clínico:
“A medida que estratificas los riesgos ventilatorios, vas tomando decisiones con respecto a los recursos que tienes: ejemplo, hoy tenemos 10 pacientes con riesgo potencial de caer en ventilación mecánica y tenemos cinco cupos, entonces hacemos un triage para establecer quiénes son los que, a pesar de haber llegado recién o a pesar de tener 70 años, no resisten una hora sin el recurso, versus los que quizás, a pesar de tener más expectativa de vida, o llevar más tiempo esperando, están relativamente bien para esperar 12 horas más”, señala un especialista de ese recinto hospitalario.
En el Hospital Padre Hurtado se aplica otro criterio. El director (s) Mauricio Toro, detalla que el filtro es el pronóstico de los pacientes:
“Es cierto lo que dicen los jefes de la UCI, que pacientes ancianos, sobre los 80 años, tienen un pronóstico muy malo, porque se asocian a comorbilidades, como enfermedades cardíacas, renales, de deterioro mental, que hacen que no sean candidatos a cuidados intensivos porque es desproporcionado e inhumano conectar a un paciente que va a fallecer en la UCI lleno de máquinas, de respiradores y drogas, y no va a salir vivo. Tenemos mecanismos de puntaje, triage o de score, que nos permiten determinar el pronóstico de los pacientes”.
Esto lo dice el doctor Toro a propósito de una pregunta de CIPER por una reunión realizada el 12 de junio entre un médico de la urgencia del Padre Hurtado con los directores de consultorios de San Ramón, La Pintana y La Granja, donde se les habría instruido no trasladar al hospital a pacientes de más de 90 años. Toro dice que no hay una instrucción de ese tipo en el hospital, pero admite que los mayores de esa edad tienen muy mal pronóstico.
La saturación de la red se palpa a diario en el Padre Hurtado. Una mujer, que pidió reserva de su identidad, se comunicó con CIPER la tarde del 18 de junio para denunciar que su padre, de 72 años, llevaba varios días internado en el hospital y que desde el principio le advirtieron que no iba a poder acceder a un ventilador. En ese momento estaba grave y se contaban 24 horas desde que habían solicitado su traslado a otro centro hospitalario, sin que este se concretara. Con el correr de las horas su padre pudo acceder a una “naricera de alto flujo” que hace las veces de un ventilador no invasivo. La espera para ese procedimiento, dice ella, fue de 35 horas.
El director(s) del hospital reconoce el retraso:
“Él no está en una situación de intubación ahora, pero incluso si lo estuviera le va a ir muy mal. Está subido a la red y estamos esperando un cupo. Aparte de la disponibilidad del sistema, los pacientes deben tener una cierta estabilidad para subirse a una ambulancia, ciertas condiciones para permitir un traslado. Eso provoca que muchos pacientes se mueran en hospitales sin trasladarse, porque no están en condiciones de subirse a una ambulancia y menos a un avión. Entonces, hay condiciones de saturación del sistema, condiciones de gravedad de los pacientes y condiciones pronósticas de los pacientes”.
Aunque en menor escala, el sector privado también ha acusado el golpe de la pandemia. Luego de que el ex ministro de Salud, Jaime Mañalich, conminara a las clínicas a aumentar sus camas de alta complejidad, desde estos centros manifestaron que estaban trabajando a “tope” tras la explosión de contagios que sufrió la capital entre mayo y junio (vea aquí el reportaje de CIPER “La batalla de las camas críticas: las cifras que alertaron al Minsal sobre el escaso aporte de las clínicas”).
Testimonios de personal médico recogidos por CIPER indican, por ejemplo, que la Clínica Providencia de Redsalud (ex Clínica Avansalud) ha tensionado al máximo su capacidad sanitaria, teniendo que ventilar a pacientes -a través de máquinas de anestesia reconvertidas- en la urgencia del recinto hasta por siete días.
Esta práctica es considerada como una de las señales más evidentes del colapso en los centros de salud, pues se trata de una situación a la que se llega después de agotar la disponibilidad de camas intermedias y complejas, algo que no se ha podido evitar pese al esfuerzo por contar con más de estos insumos.
El lugar en que son ventilados los pacientes subraya ese punto: ante la imposibilidad de trasladar a esas personas a otros hospitales o clínicas (también aquejados por la falta de disponibilidad) son ventilados en espacios que no están destinados a ese uso, como una sala de urgencia, y con herramientas que han debido adecuarse a la demanda, como una máquina de anestesia reconvertida.
En este sentido, Redsalud confirmó a CIPER que han tenido que “adaptar áreas, adquirir equipamiento y contratar personal adicional al que habitualmente se desempeña en la clínica”.
En concreto, el centro ubicado en Providencia aumentó su capacidad de camas críticas con ventiladores mecánicos de 8 a 18, habilitó “una unidad de hospitalizados en Urgencia con sistemas de monitorización y personal dedicado, sumando otras 11 camas UTI” y cuenta con “cánulas de oxigenación de alto flujo y accionadores mecánicos de ventilación (‘ambuceadores’)”.
La clínica informó a este medio que su sala de urgencias se vio especialmente tensionada durante la primera quincena de junio. En lo que va de este mes, agregó, “los niveles de ocupación de camas UCI y UTI han estado en torno al 95%, lo que en la práctica se traduce que en cuanto se desocupe una cama, se asea el recinto y se ingresa un nuevo paciente”.
Por último, Redsalud Providencia apuntó que ha logrado evitar el “dilema del último ventilador”, pudiendo lidiar hasta el momento con la alta demanda de pacientes sin agotar sus recursos. Eso es descartado por el personal médico, el que asegura que sí han debido optar entre pacientes debido a la falta de ventiladores disponibles. Redsalud Providencia no entregó a CIPER su tasa de mortalidad hospitalaria.
Documentos internos de los hospitales Barros Luco, San José, Del Salvador y de la ex Posta –a los que accedió CIPER– reflejan el alza de contagios que ha sacudido a la RM desde mediados de mayo y cómo el sistema público se ha visto especialmente afectado por esta situación.
El reporte del Hospital Barros Luco, actualizado al 6 de junio, recoge la cantidad de tests aplicados, la tasa de positividad de los exámenes y la cantidad de fallecidos desde la semana epidemiológica número 12 hasta la 23.
Los datos son una foto de lo que ocurrió a nivel regional: si entre el 10 y 16 de mayo aplicaron 527 exámenes para determinar la presencia de coronavirus, una semana después escalaron a 980, mientras la tasa de positividad aumentó de 45,40% a 57,45% en el mismo período. Sin embargo, este índice anotó su medición más alta en la semana epidemiológica número 22 (del 24 al 30 de mayo), cuando el hospital realizó 876 exámenes, arrojando una positividad del 61,42%.
El informe consigna que, hasta el 6 de junio, en el Barros Luco se aplicaron 5.985 test PCR, de los cuales 2.212 fueron positivos y 3.705 negativos. Tomando en cuenta las 57 muestras “no concluyentes” y los 10 “resultados inválidos” que registraron, la positividad fue de 36,96%.
El número de fallecidos al interior del Barros Luco va de la mano con estas cifras. En las semanas epidemiológicas número 21, 22 y 23, el recinto anotó 34, 62 y 48 decesos por Covid-19, respectivamente. Hasta el 4 de junio, fallecieron 203 personas a causa del virus en este hospital.
El Hospital San José -que publica sus informes diarios en su página web- muestra números similares. Su reporte más reciente -que recogió datos acumulados hasta el 18 de junio- señala que allí se han realizado 5.620 exámenes PCR (2.274 positivos).
Hasta el jueves pasado, en este lugar había 248 pacientes hospitalizados por coronavirus, de los cuales 30 estaban en la UCI con ventilación invasiva. Otros 19 pacientes graves estaban siendo ventilados en la urgencia, otros cuatro en la sala de recuperación y otros dos en la UTI. En total, 55 pacientes estaban recibiendo ventilación mecánica. Ese mismo día se hospitalizaron 18 personas, 14 se dieron de alta y cinco fallecieron, acumulando 163 decesos.
El informe interno del Hospital de Urgencia Asistencia Pública (ex Posta Central) señala que hasta el 19 de junio contabilizaba 206 personas hospitalizadas por Covid-19 de distinta gravedad. 55 de ellos estaban internados en alguna de las salas UCI con las que cuenta el inmueble, mientras el resto se dividía en espacios que debieron adaptarse a la emergencia: cirugía hombres (26), cirugía mujeres (19), pabellón (4) y sectores para pacientes con quemaduras (4), entre otros.
De los 206 casos totales, 76 estaban con ventilación mecánica invasiva y 27 con una cánula nasal de alto flujo. El viernes 19 de junio fallecieron dos personas a causa del coronavirus en la ex Posta, según este reporte.
El Hospital Del Salvador, al 18 de junio registraba 154 pacientes con Covid-19 hospitalizados, 41 de los cuales estaban conectados a un ventilador mecánico invasivo. Hasta ese día, habían fallecido allí 149 personas a causa del virus.
Las cifras internas que manejan estos cuatro hospitales tienen un correlato con la situación actual de la pandemia a nivel nacional y, particularmente, regional. El último informe epidemiológico del Minsal señala que de los casi 251 mil casos registrados en Chile, 203 mil provienen de la Región Metropolitana, sumando confirmados y probables. La misma zona anota, por lejos, la mayor cantidad de decesos a causa del virus: 5.531 entre las defunciones con PCR positivo y aquellas atribuibles al Covid-19. En este índice le siguen las regiones de Valparaíso (410) y de Antofagasta (178).