COLUMNA DE OPINIÓN
Aumentando los impuestos personales de los dueños de empresas: lecciones de Australia e Irlanda
27.11.2019
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
COLUMNA DE OPINIÓN
27.11.2019
En este detallado texto el autor examina por qué nuestro sistema de tributación de impuestos personales “está obsoleto” y qué podemos hacer para que quienes reciben rentas del capital “paguen impuestos de manera similar a lo que hicieron otros países mientras caminaban al desarrollo. Ni más, ni menos”. Usa como ejemplos Australia e Irlanda, que construyeron sus Estados de bienestar empezando con ingresos per cápita inferiores a los que tenemos hoy.
Hace unos días Agustín Squella nos hablaba de la necesidad de mejorar los niveles de solidaridad en nuestra sociedad. Lo decía, a propósito de diálogos que tenía con amigos que no entendían cómo ciertos jóvenes marchaban cuando tenían satisfactorias condiciones materiales de existencia. Según él, muchas de estas personas marchan porque saben lo que ganan quienes trabajan en sus casas; o lo que ganan sus abuelos, y cómo los papás los tienen que ayudar a llegar a fin de mes.
Hay un diagnóstico más o menos compartido sobre la incertidumbre que viven muchas familias en Chile. Una enfermedad de un miembro de la familia, no encontrar trabajo por largos períodos de tiempo, o no poder pagar las deudas universitarias, se puede transformar en una pesada mochila con la que se debe cargar mucho tiempo. ¿Qué tiene que ver esto con los impuestos?
En la columna anterior comenté sobré la importancia de la redistribución del sistema tributario en la construcción de un Estado de bienestar, teniendo en cuenta que la redistribución de los impuestos permite manifestar la expresión de solidaridad y reconocimiento recíproco entre los ciudadanos[1]. Para que empecemos a celebrar los impuestos y dejemos de pensarlos como “carga” o “multa”, todos debemos sentirnos involucrados con la contribución hacia un sistema que disminuya nuestra incertidumbre, y que ese aporte sea en una proporción que reconozca que aquellos que les ha ido mejor (y tengan menos incertidumbres), paguen la mayor parte de la cuenta. Hoy nuestro sistema tributario contribuye poco a lograr ese objetivo.
El diagnóstico de nuestro sistema tributario nos dice que, si queremos tener mayores niveles de redistribución, tenemos que poner atención en la recaudación de impuestos personales (también en el impuesto a las herencias, donaciones y ganancias de capital), puesto que nos permitiría avanzar hacia un sistema tributario progresivo.
En esta columna analizaré cómo la tributación de las rentas del capital contribuye en la recaudación de nuestros impuestos personales; es decir, cómo los dueños de empresas en nuestro país aportan en las cargas públicas.
Para eso, compararé nuestro sistema de impuestos personales con Australia e Irlanda. Elegí estos países porque construyeron paulatinamente un Estado de bienestar, empezando en niveles de ingresos per cápita inferiores al que tenemos actualmente y además usaron sistemas de tributación distintos en ese camino. Como veremos, ambos tienen un conjunto de reglas que permiten alcanzar niveles de recaudación altos en sus impuestos personales. En la siguiente columna analizaré la situación de los impuestos personales derivados de las rentas del trabajo.
“Según Jorrat, la evasión de los impuestos personales se estima en un 46%, y de este porcentaje, un 92% se relaciona con el retiro o distribución de utilidades por parte de dueños de empresas”.
La OCDE define los impuestos a los ingresos personales como aquellos que afectan a los ingresos netos de los individuos (ingresos menos rebajas que permita la ley), incluyendo los ingresos por ganancias de capital[2]. Por su parte, OCDE considera aparte las contribuciones de seguridad social, definidas como todos los pagos obligatorios que confieren un derecho a recibir un futuro beneficio social. Cualquier otra carga considerada como contribución social que no quepa en esta última categoría se considera en la partida de impuestos personales[3].
Así se ve la evolución de nuestra recaudación por impuestos personales en comparación al promedio de países OCDE, Australia e Irlanda:
Fuente: elaboración propia con datos OCDE (2016)
Como mostré en la columna pasada, en Chile, la recaudación como porcentaje del PIB se ha mantenido estable durante los últimos 25 años, donde lo recaudado por impuestos personales tiene un magro 6,6% promedio del total de la recaudación, contrastando con nuestra recaudación por IVA, y la evolución de la recaudación por impuesto a las empresas, que al año 2014 explican el 41.6% y 21.3%, respectivamente. Tampoco hemos expandido nuestra recaudación por contribuciones de seguridad social. Éstos números son la primera alarma para un país en que el 1% de mayores ingresos concentra aproximadamente el 16.2% del total (sin considerar las utilidades acumuladas en las empresas).
“La interacción de los impuestos personales con los ingresos no renta y ganancias de capital acentúa el problema, porque permite que las personas de mayores ingresos tengan distintas fuentes para “elegir” cuánto tributar en cada año”.
En los países OCDE se muestra una evolución constante de su recaudación como porcentaje del PIB a lo largo de los años, teniendo un despegue entre los años 1965-1985. Los casos de Australia e Irlanda muestran lo mismo. Respecto a los impuestos personales, el promedio de países OCDE aumentó su recaudación hasta el año 1985, y luego, a raíz de las reformas realizadas a fines de los años 1980, la recaudación por impuestos personales bajó del 30% al 24% del total de recaudación (año 2014). Sin embargo, Australia e Irlanda, que también tuvieron reformas durante ese periodo, mantuvieron constante su recaudación por impuestos personales. El promedio de países OCDE ha aumentado consistentemente sus contribuciones por seguridad social. ¿Qué hemos hecho mal, y qué podemos aprender de estos países?
“Para que empecemos a celebrar los impuestos y dejemos de pensarlos como una “carga” o “multa”, debemos sentirnos involucrados con la contribución hacia un sistema que disminuya nuestra incertidumbre, y que ese aporte sea en una proporción que reconozca que aquellos que les ha ido mejor paguen la mayor parte de la cuenta”.
Según el BID, la tasa establecida (formalmente) en las leyes impositivas de los países latinoamericanos, supone que los contribuyentes de mayores ingresos deberían contribuir con el 90% de la recaudación total. Sin embargo, en la práctica eso no es así, y en el caso de Chile, la tasa efectiva pagada por el decil de mayores ingresos con suerte supera el 10%[4]. En nuestro sistema, más del 75% de los contribuyentes está exento de impuesto a la renta, y menos del 1% se encuentra en el tramo de tasa marginal del 35% de nuestro impuesto personal (ver cuadro 2 para entender diferencia entre tasa marginal y tasa efectiva)[5].
Para el caso de las rentas del capital, como muestra el cuadro 1, hasta el año 2016 teníamos un sistema totalmente integrado en base a retiros llamado sistema del FUT. En nuestro caso, tanto en el sistema del FUT, como en el nuevo sistema semi-integrado, se establece una diferencia de tasas de impuesto a las empresas y a las personas que busca incentivar que se reinviertan las utilidades en las empresas y no sean “consumidas” por sus dueños. Este incentivo no lo tiene el sistema de renta atribuida.
Tal fue el incentivo generado por el sistema del FUT para que no se retiren utilidades, que el sistema acumuló utilidades pendientes de impuesto Global Complementario, (con sus respectivos créditos), por más de 1 PIB de Chile, es decir, más de 280 mil millones de dólares. Las grandes empresas concentran casi un 90% del PIB en utilidades acumuladas, y las sociedades de inversión acumulan casi un 53% del PIB.
La acumulación señalada se explica, en parte, porque en Chile se retiran, en promedio, alrededor del 30% de las utilidades de las empresas cada año. Por otra parte, también está el problema de evasión y elusión. Según Jorrat[6], la evasión de los impuestos personales se estima en un 46%, y de este porcentaje, un 92% se relaciona con el retiro o distribución de utilidades por parte de dueños de empresas. Lo anterior quiere decir que hay dueños de empresas que se llevan utilidades acumuladas en el registro FUT sin pagar lo que corresponde por impuestos personales.
Si nos comparamos con la OCDE en términos de tasas efectivas aplicadas a los dueños de empresas, nos encontramos en la parte de las tasas más bajas. Aunque actualmente tenemos una tasa marginal máxima de impuesto Global Complementario de 35% para el sistema de renta atribuida, y 44,45% para el sistema semi-integrado, nuestra tasa efectiva sigue siendo baja.
El cuadro 2 explica las diferencias entre la tasa efectiva y la tasa marginal del impuesto Global Complementario. Así nos vemos frente al resto de países OCDE en términos de tasa de impuesto personal neto a las rentas del capital, sin considerar la tasa adicional de 9,45% del sistema semi-integrado:
Fuente: OCDE. https://data.oecd.org/tax/tax-revenue.htm
“Si queremos tener mayores niveles de redistribución, tenemos que poner atención en la recaudación de impuestos personales y también en el impuesto a las herencias, donaciones y ganancias de capital”.
Lo lamentable es que, producto de la elusión, evasión y otras instituciones de nuestro sistema que se verán más adelante, la tasa efectivamente pagada por los dueños de empresas en el sistema del FUT era aún más baja. El impuesto sustitutivo al FUT[7] establecido en la reforma de 2014 nos mostró en la práctica que tanto los dueños de PYMES, como de grandes empresas y sociedades de inversión, contribuían al sistema con una tasa efectiva de impuesto global complementario promedio de 2-3% más el impuesto de primera categoría[8].
Lo anterior implica tener una renta anual aproximada de $ 90 millones anuales. Es decir, los dueños de grandes empresas, sociedades de inversión y dueños de PYME que se acogieron al impuesto sustitutivo del FUT, estaban pagando impuestos personales, en promedio, por ingresos tributables de $90 millones. Quienes perciben ese nivel de rentas forman parte del 1% de mayores ingresos del país (según CASEN), pero sabemos que algunos contribuyentes viven con más que $90 millones anuales.
Lo anterior prende nuevas alarmas. No parece justo que quienes tienen una mayor capacidad contributiva estén pagando impuestos similares a quienes tienen una menor capacidad de contribuir. Quienes tienen menos incertidumbres deberían estar aportando más (quien gana $ 90 millones anuales); y quienes no tienen incertidumbres (imaginemos alguien que vive $ 200 millones anuales), deberían estar aportando aún más.
Los datos de Jorrat y Fairfield (2015) ratifican lo anterior. El 1% de mayores ingresos del país se encuentra en distintos tramos del impuesto Global Complementario, y no pagan en el tramo más alto. Es decir, hay contribuyentes que están en el 1% de mayores ingresos, y que deberían estar pagando en el tramo del 35% de impuesto personal, pero que por distintas razones logran estar en tramos más bajos.
La historia del Impuesto Sustitutivo al FUT y lo señalado por Fairfield y Jorrat nos muestran que hay un porcentaje relevante de contribuyentes de altos ingresos que viven con rentas que no están tributando. ¿A qué se debe este paupérrimo desempeño de nuestros impuestos personales? ¿Por qué se han acumulado más de 1 PIB de Chile en utilidades pendientes de tributación y no hemos podido gravar a quienes tienen una mayor capacidad contributiva?
Con el sistema de renta atribuida, la reforma de 2014 buscaba que no se siguieran acumulando cheques en el sistema. Sin embargo, el acuerdo político que incorporó el sistema semi-integrado estableció la posibilidad de seguir acumulando utilidades en grandes empresas y sociedades de inversión (como incentivo a la reinversión). A cambio de la opción de postergar tributación con impuestos personales, se estableció una tasa adicional de 9,45% (ver cuadro 1) por cada peso que se distribuya a los dueños de las empresas que están acogidas en ese régimen (pensado para grandes empresas y de estructuras societarias complejas). Veremos que esto es un avance, pero que sigue siendo insuficiente por otras razones.
Comparémonos con el resto de países para identificar algunos problemas de nuestro sistema.
“En Chile lo recaudado por impuestos personales tiene un magro 6,6% promedio del total de la recaudación, contrastando con la recaudación por IVA, que al año 2014 explica el 41,6%”.
Australia e Irlanda vivieron procesos de reformas tributarias desde los años 1960 hasta finales de 1980 con el objetivo de financiar sus estados de bienestar. Estos países han entendido la importancia de que el Estado satisfaga derechos sociales mínimos para las personas, y han trabajado en financiarlo a lo largo del tiempo.
A principios de los años 1970, tanto Australia como Irlanda aumentaron las tasas de impuestos personales para financiar las reformas sociales; sin embargo, sus sistemas tributarios mantuvieron diversas exenciones. Luego, en los años 1980, realizaron diversos cambios que apuntaban a una mayor eficiencia económica del sistema, bajando las tasas marginales de impuesto a las rentas del capital, ampliando las bases, eliminando diversas exenciones y disminuyendo la cantidad de tramos en sus impuestos personales (ver cuadro 4).
Distintas comisiones técnicas acompañaron los procesos políticos de esos momentos. En Irlanda, previo a la discusión del presupuesto de 1980, se produjo un estallido que convocó 750.000 personas a marchar (los habitantes eran 3,4 millones en esa época) para exigir cambios al sistema tributario, dado que más del 40% de los contribuyentes enfrentaba tasas marginales mayores al 40% (recordemos que, en nuestro caso, menos del 1% de los contribuyentes está en el tramo marginal del 35% de impuesto Global Complementario).
Los movimientos generados en Irlanda dieron origen al establecimiento de la “Commission on Taxation”, que funcionó hasta 1985, y publicó 5 reportes proponiendo modificaciones al sistema en su conjunto: impuestos directos, incentivos, impuestos indirectos, tributación especial, y administración tributaria. Esta comisión fue aplaudida y sus publicaciones fueron consideradas como una hoja de ruta para el trabajo de las reformas.
En Australia, las recomendaciones de las comisiones Asprey y Campbell también consideraron aspectos de eficiencia económica para proponer cambios al sistema tributario. Hasta 1985, Australia gravaba las rentas del capital con una tasa de 49% a nivel de las empresas, más una tasa a las personas que podía llegar hasta el 60% en el total. En esa época, el resto del mundo también vivía un proceso de baja de tasas de impuestos a las empresas y personas respecto a las rentas del capital (USA bajó sus impuestos personales máximos desde 50% a 38.5% en su reforma de 1986). Así, el año 1987 Australia introdujo un nuevo sistema integrado de impuesto a la renta.
No obstante que bajaron las tasas más altas (eran y siguen siendo más altas que en nuestro país, ver cuadro 2, 3 y 4), los cambios efectuados en estos países mantuvieron la recaudación de impuestos personales en el tiempo, pues había un consenso social acerca de la importancia del financiamiento del estado de bienestar con este tipo de impuestos; Australia lo hizo con un sistema integrado, e Irlanda con un sistema desintegrado (ver cuadro 1 para la diferencia entre los sistemas).
¿Qué particularidades tienen Australia e Irlanda en comparación a nosotros que les permitió mantener la recaudación de impuestos personales? El cuadro 3 resume las principales diferencias entre los sistemas, y el cuadro 4 muestra las tasas de impuestos personales en el sistema australiano e irlandés.
Tratándose de las utilidades que generan las sociedades, el sistema de impuesto a la renta australiano es integrado en base a retiros (ver cuadro 1), donde aplica un impuesto a la empresa de 30%. En Australia, es el tipo de empresa el que determina el tipo de tributación cuando hay distribuciones de dividendos entre empresas (ver cuadro 3), y las exigencias de información que deben entregar a las autoridades[9]. Además, tiene exigencias que Chile no tiene respecto a normas especiales anti-elusión para el uso de créditos (cheques) generados por las compañías. Por ejemplo, alguien que compra y vende acciones constantemente tendrá derecho a crédito (cheque) por los dividendos que recibe de una empresa listada, en la medida que posea las acciones por más de 45 días, además que debe ser considerado como “persona calificada” (ver cuadro 3). Chile no tiene normas de este tipo.
Irlanda tiene un sistema desintegrado (cuadro 1), donde se aplica un impuesto a las empresas de 12,5%, y luego el dividendo que se recibe queda afecto a impuestos personales como un ingreso más, según tasas del cuadro 4. Los dividendos transferidos desde las compañías pagan un impuesto de 20%, el cual no se aplica en ciertos casos (ver cuadro 3). Se aplica un impuesto especial de 20% a aquellas empresas que retengan utilidades en “sociedades de inversión pasiva” por periodos mayores a 18 meses.
En el caso de las ganancias de capital, Australia e Irlanda tienen una base más amplia que nosotros, lo que implica que, para el caso de Australia, el producto de la enajenación de la mayoría de activos quede afecto a impuestos personales (según tasas del cuadro 4), o a una tasa de 33% en el caso de Irlanda.
El caso de Chile muestra diversas erosiones en la base de las ganancias de capital que permiten que los ingresos sean considerados como no constitutivos de renta, y por lo tanto no queden afectos a impuestos personales. Por ejemplo, las operaciones que buscan generar presencia bursátil en acciones (market maker de venta de acciones SQM de Nutrien a Tianqi[10]), o planificaciones tributarias que buscan aumentar el valor de los activos para después enajenarlos (dividir sociedades, luego fusionarlas, crear goodwills y vender las empresas, usar tasas inferiores de término de giro de empresas, etc). O más simple, ser dueño de 40 departamentos DFL2 adquiridos antes del año 2010 y que todos los ingresos del arriendo de esos departamentos sean considerados como ingresos no renta.
Por último, y centrándonos en las tasas de los impuestos personales, tanto Australia como Irlanda tienen menos tramos que nosotros, y las tasas marginales más altas se aplican en niveles de renta bastante inferiores a los que tenemos nosotros (ver cuadros 2 y 4).
Cuadro 4. Tasas de impuestos personales en Australia e Irlanda.
“Hay un porcentaje relevante de contribuyentes de altos ingresos que viven con rentas que no están tributando. ¿A qué se debe este paupérrimo desempeño de nuestros impuestos personales?”.
Es evidente que nuestro sistema de tributación de impuestos personales está obsoleto y funciona mal, porque no recauda de quienes debería recaudar más, y por lo mismo redistribuye poco. Tenemos un serio problema de acumulación de “cheques”, y pocas reglas que permiten el control de distribuciones de utilidades desde las empresas para que se paguen los impuestos personales (normas especiales anti-elusión o normas que eviten la acumulación). La tasa adicional de 9,45% que establece el sistema semi-integrado fue un avance que permite aumentar la tributación de los dueños de grandes empresas por los dividendos que reciben, pero no soluciona que se sigan acumulando utilidades pendientes de impuestos personales por las relaciones con otras fuentes de ingreso que no tributan.
En ese sentido, la interacción de los impuestos personales con los ingresos no renta y ganancias de capital pone el problema de manifiesto, porque permite que las personas de mayores ingresos tengan distintas fuentes para “elegir” cuánto tributar en cada año. En la medida que los contribuyentes tengan a su disposición fuentes de ingresos no renta (DFL 2, acciones con presencia bursátil, etc), realizarán planificaciones tributarias que les permitan tener un “mix” de ingresos para elegir tributar menos. Por ejemplo, hay personas que tienen la opción de elegir vivir con ingresos por compra y venta de acciones en la bolsa (no tributan), y dividendos de sociedades en las que son dueños (tributan). Ese conjunto de ingresos puede explicar en parte (otra parte es la elusión y evasión que se mencionó), los números mostrados por el impuesto sustitutivo al FUT.
Junto con lo dicho, nuestro impuesto Global Complementario tiene muchos tramos, lo que hace difícil que se apliquen las tasas marginales más altas (distinto a Australia e Irlanda). Como vimos, son muy pocas las personas en Chile que se encuentran tributando con tasas marginales altas. Australia por ejemplo tiene un nivel de exención mayor al nuestro, pero la primera tasa marginal afecta es de 19%, mientras que nosotros tenemos 3 tramos antes de llegar al 23%.
Si bien arreglar o reemplazar nuestro sistema de impuestos personales requiere una revisión técnica de detalles económico-jurídicos, la misma revisión debe venir después de un consenso político transversal previo, que siente las bases de lo que queremos como sociedad. Los impuestos reflejan cómo nos vemos los unos a los otros, y la construcción de un sistema tributario eficiente y redistributivo nos permitirá construir un Estado con mayores niveles de solidaridad. Pero esa es una decisión política, no técnica.
Australia e Irlanda son solo un par de ejemplos de países que se desarrollaron a partir de un consenso amplio sobre la necesidad de financiar un estado de bienestar de manera solidaria (mayormente a través de impuestos personales), lo que les permitió construir pactos tributarios sostenibles que compatibilizan la eficiencia económica con la equidad.
Estamos ad-portas de empezar a construir nuestro nuevo pacto social con una nueva Constitución; aprovechemos el impulso considerando que existe disposición de quienes les ha ido mejor estos últimos 30 años. Si nos tomamos en serio las declaraciones de los grandes empresarios respecto a pagar una mayor parte de la cuenta para transitar hacia un estado de bienestar, entonces propongamos modificaciones que permitan que quienes reciben rentas del capital paguen impuestos de manera similar a lo que hicieron otros países mientras caminaban al desarrollo. Ni más, ni menos.
“Los impuestos reflejan cómo nos vemos los unos a los otros, y la construcción de un sistema tributario eficiente y redistributivo nos permitirá construir un Estado con mayores niveles de solidaridad. Pero esa es una decisión política, no técnica”.
[1] Más detalles sobre dimensión de solidaridad en columna del abogado Francisco Saffie.
[2] En general, las ganancias de capital son aquellas utilidades obtenidas en razón de la enajenación de activos, como acciones, bienes raíces, bonos, etc. La utilidad, generalmente, se calcula por la diferencia entre el valor de adquisición del activo (reajustado como en Chile, sin reajuste en otros países como USA) y su precio de enajenación.
[3] OECD, et al. (2016), Revenue Statistics 2016, OECD Publishing.
[4] Banco Interamericano de Desarrollo (BID, 2013), “More than revenue, Taxation as a development tool”, New York, Palgrave Macmillan, First Edition.
[5] http://www.sii.cl/sobre_el_sii/estadisticas_de_personas_naturales.html
[6] Visto en Agostini, Claudio (2013), “Una reforma eficiente y equitativa del impuesto al ingreso en Chile”, en Tributación para el desarrollo. Estudios para la reforma del sistema chileno, CEP-CIEPLAN, Santiago, p.199-247.
[7] El impuesto sustitutivo del FUT ha sido criticado por algunos especialistas porque los contribuyentes de mayores ingresos habrían pagado tasas bajas y asegurado durante varios años su tributación en función de esa tasa baja. Es una crítica válida que debe contrastarse con el hecho que esas utilidades que se acogieron al sistema, probablemente, no hubiesen sido nunca retiradas. Para entender qué era este mecanismo ver http://www.sii.cl/portales/reforma_tributaria/futhistorico_rt.html
[8] Mayor detalle ver presentación ex Ministro de Hacienda Rodrigo Valdés en Senado por tramitación de reforma tributaria del actual gobierno. https://www.senado.cl/appsenado/index.php?mo=comisiones&ac=sesiones_celebradas&idcomision=188&tipo=3&ano=2019&idsesion=14228&listado=2&idsesion=14228
[9] Este tipo de empresas además tienen que cumplir con requisitos de información y reporte con la “Australian Securities and Investments Commission”, y dependiendo del tamaño de la empresa dichos requisitos serán mayores o menores. En Chile, las sociedades de responsabilidad limitada, sociedades por acciones y sociedades anónimas cerradas no deben cumplir con obligaciones de información ante la Comisión del Mercado Financiero; menos aún una sociedad colectiva civil que no debe siquiera registrar sus modificaciones en el Conservador de Bienes Raíces. El problema de eso es que nuestras instituciones quedan sin información respecto a ciertas operaciones que podrían ser elusivas.
[10] https://www.df.cl/noticias/opinion/columnistas/hecha-la-regla-hecha-la-trampa/2018-11-19/195403.html
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
CIPER/Académico es un espacio abierto a toda aquella investigación académica nacional e internacional que busca enriquecer la discusión sobre la realidad social y económica.
Hasta el momento, CIPER/Académico recibe aportes de cuatro centros de estudios: el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), el Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR). el Instituto Milenio Fundamentos de los Datos (IMFD) y el Observatorio del Gasto Fiscal. Estos aportes no condicionan la libertad editorial de CIPER.