CIPER/THE CONVERSATION
¿Es la banca suficientemente fuerte para enfrentarse al crash del coronavirus?
24.03.2020
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CIPER/THE CONVERSATION
24.03.2020
Pocos dudan que se aproxima una recesión mundial. Lo que no está claro es cuán profunda será. En este artículo publicado en The Conversation Reino Unido, Sumon Bhaumik, Chair en Finanzas de la Universidad de Sheffield, examina la solidez del sistema bancario europeo y norteamericano y sugiere que estas instituciones están mejor preparadas de lo que estaban para la crisis financiera de 2008. El peligro, dice está en la duración de pandemia. Si lo que enfrentamos no es una ola de infecciones y muertes sino de varias, la presión sobre el sector bancario será mayor.
Traducción de Emilia Guzmán
Uno de los efectos más visibles del COVID-19 es el caos en los mercados bursátiles mundiales. Entre el 20 de Febrero y el 19 de Marzo, el índice S&P 500 cayó de 3.373 a 2.409, el FTSE 250 de 21.866 a 12.830 y el Nikkei de 23.479 a 16.552. La guerra de precios del petróleo, donde Rusia y Arabia Saudita han estado bajando el precio de ese commodity como consecuencia del aumento de su producción, podría haber jugado un papel clave en el actual derrotero. Pero lo más probable es que esta caída reciente se deba a la inseguridad en torno al impacto global de la pandemia.
A medida que las personas van adaptando sus vidas a esta crisis, los inversores se enfocan en los bancos y en los eventos que afectan la estabilidad del sector. En el mercado bursátil, los inversores observan a los bancos desde una posición que no es muy diferente a la visión general que tienen de la economía. Durante el periodo de tiempo antes mencionado, el precio de las acciones de Citigroup cayó de US$ 78.22 a US$ 39.64, JP Morgan Chase de US$ 137.49 a US$ 85.30 y Barclays de £181.32 a £86.45. Recientemente, también hubo un aumento en el mercado de swaps de incumplimiento crediticio, lo que es una medida de la solvencia bancaria. Esto ha renovado los temores sobre una nueva crisis bancaria.
Para ser justos, es poco probable que el caos en el mercado de valores empuje a muchos bancos a situaciones complejas, ya que los activos que poseen no están compuestos mayoritariamente por inversiones. Por ejemplo, el reporte anual del 2018 del banco HSBC indica que, a fines de ese año, los préstamos y anticipos a clientes representaban £174.8 mil millones de un total de £238.9 mil millones de bienes- una proporción del 73%.
Esto quiere decir que el HSBC tiene mucho más que perder con los deudores que no paguen préstamos y anticipos – y que posiblemente nunca paguen- que con sus inversiones en acciones y bonos que disminuyen su valor. Estos constituyen una proporción mucho menor de sus posesiones, y esto es probablemente cierto para la mayoría de los bancos.
Pero a medida que el COVID-19 apaga grandes áreas de la economía -no solo por factores como la interrupción de la cadena de suministro sino simplemente por los efectos del distanciamiento social- el riesgo de deudas masivas sigue aumentando. Las empresas que experimentan fuertes caídas en los ingresos pueden tener dificultades para pagar sus préstamos. Los hogares pueden tener dificultades para pagar tarjetas de crédito e hipotecas. La pregunta entonces es si los bancos podrán soportar esta presión en los próximos meses.
Algunos de los factores que anteriormente agravaron las crisis bancarias son, al menos por el momento, menos amenazantes. Los bancos centrales han sido mucho más rápidos que en 2007-09 en dar señales de que están listos para proveer liquidez ilimitada al mercado, con lo que muestran haber aprendido la lección que dejó la última crisis.
El Banco de la Reserva Federal en los EE.UU, el Banco de Inglaterra y el Banco Central Europeo han estado bajando las tasas de interés y/o comprando a gran escala bonos gubernamentales y otros activos en una nueva muestra de flexibilización. Esto hace que sea mucho menos probable que los mercados de dinero se congelen como lo hicieron en la crisis financiera mundial. En los primeros días de esa crisis, eso fue lo que amenazó la liquidez y, por lo tanto, la estabilidad del sector bancario.
La reducción en las tasas de interés puede, por supuesto, tener un efecto adverso en los márgenes netos de los bancos –la diferencia entre la tasa de interés que ellos pagan principalmente por los depósitos y las tasas que reciben por los préstamos y los activos que tienen- pero eso puede no amenazar su supervivencia en el corto plazo.
Al mismo tiempo, los bancos del Reino Unido están bien capitalizados, lo que significa que tienen reservas suficientemente grandes como para resistir el no pago de muchos préstamos, según el comunicado estadístico de diciembre del Banco de Inglaterra.
Los tres indicadores claves del capital bancario son tres veces más altos de lo que eran al inicio de la crisis mundial financiera, según el Informe de Estabilidad Financiera del Banco de Inglaterra en Diciembre del 2019.
El informe también destacó que las pruebas de resistencia realizadas a los bancos de Inglaterra muestran que serían “resilientes a profundas recesiones simultáneas en el Reino Unido y en las economías globales”, lo que en general es un escenario peor que el de la última crisis, junto con una importante caída en los precios de las acciones.
La Reserva Federal y el Banco Central Europeo llegaron a conclusiones positivas similares sobre los bancos norteamericanos y de la eurozona en el 2018 y 2019. De acuerdo con estos números e informes, los sectores bancarios en Europa y Estados Unidos son más resilientes hoy que a comienzos de la crisis de 2007-09
En circunstancias normales, los bancos reducen los riesgos de ser golpeados por olas de deudas impagas diversificando sus préstamos en diferentes industrias y regiones. Esto puede que no resulte en una pandemia, si muchas industrias, sectores y países entran en una profunda recesión simultanea.
Además, cualquier recesión puede ser más profunda de lo esperado si las principales economías terminan incapacitadas por un periodo de tiempo largo, digamos un año o más, y no solo unos meses, como se prevé en algunos análisis optimistas.
Pensando en el futuro, esto significa que mucho va a depender de la duración de la crisis, y del apoyo que ofrezcan los gobiernos y bancos centrales a las empresas y hogares.
Las primeras señales indican que los gobiernos gastarán mucho, aunque esto varía entre los países. El Reino Unido ya ha anunciado varios paquetes que valen varios miles de millones de libras, y aún está en proceso de anunciar más apoyo para las empresas y los hogares afectados.
Una gran incógnita es si habrá otra oleada de infecciones y muertes después de que la primera haya terminado. De ser así, la crisis perduraría y pondría más presión al sector bancario.
En conclusión, para los bancos en los Estados Unidos y Europa, bien podría haber tiempos difíciles por delante, aunque posiblemente puede que estén en una mejor posición para resistir estos vientos en contra de lo que estaban antes de la crisis financiera mundial.
Este artículo fue publicado originalmente por The Conversation Reino Unido. Lea aquí el original. CIPER lo difunde en el marco del acuerdo que ambos medios tienen para divulgar investigación académica en formato accesible para todo el público.