Contraloría investiga transacción entre miembro de la CNA y U. del Mar.
Sistema de acreditación universitaria bajo sospecha por polémico contrato
31.01.2012
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Contraloría investiga transacción entre miembro de la CNA y U. del Mar.
31.01.2012
Un documento al que accedió CIPER en exclusiva, levanta una gran sombra de duda sobre la seriedad y profesionalismo con que la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) fiscaliza la calidad de la educación superior en Chile. El documento pone en entredicho a un funcionario clave de ese organismo: Eugenio Díaz Corvalán, actual consejero de la CNA y presidente subrogante de la institución durante 2010. Se trata de un contrato entre una empresa de la que Díaz Corvalán es socio y la Universidad del Mar, verdadero coloso de la educación superior, con más de 20 mil estudiantes desde Arica a Punta Arenas. El contrato indica que Díaz –que debía fiscalizar a esa universidad- tenía interés económico en que esta fuera bien evaluada por la CNA: recibiría $60 millones si la U. del Mar era acreditada.
El contrato indica que Eugenio Díaz -que debía fiscalizar a la U. del Mar- tenía interés económico en que fuera bien evaluada por la CNA: recibiría $60 millones si era acreditada.
Actualmente el contrato forma parte de una investigación de la Contraloría iniciada a comienzos de enero.
Para entender la relevancia del documento hay que tener presente una breve cronología de hechos:
El 1 de diciembre de 2010 la CNA le otorgó a la Universidad del Mar, por primera vez en su historia, dos años de acreditación. En ese momento Eugenio Díaz era el presidente subrogante de la CNA y como tal dirigió la sesión que permitió a la universidad lograr el visto bueno de ese organismo.
La Universidad del Mar había intentado acreditarse en 2005, 2007 y 2008, sin conseguirlo, ente otros motivos, porque había levantado gran cantidad de sedes a lo largo de Chile y carecía de mecanismos que permitieran asegurar a la autoridad y a las familias que pagan la mensualidad, que la formación en todas ellas era equivalente.
En 2010, sin embargo, lo logró. Y un mes después de hacerlo, el 20 de enero de 2011, firmó un contrato con “Sociedad Gestión Limitada”, de la que Eugenio Díaz Corvalán es socio con su esposa, María Eugenia Rodríguez, y dos de sus hijas. En el contrato Díaz se comprometió a asesorar a la universidad «en el proceso de acreditación tanto institucional como de carreras que se desarrolla durante 2011 y 2012». Por la U. del Mar firmó el rector Héctor Zúñiga, socio fundador de ese centro educacional.
Eugenio Díaz alega que al firmar el contrato ya no era presidente de la CNA, aunque fuentes del organismo indican que permaneció en ese cargo hasta que se designó a su reemplazante Íñigo Díaz, el 25 de enero de 2011. Independientemente de eso, antes del contrato (el 21 de diciembre de 2010) Eugenio Díaz ya había sido reelegido como consejero de la CNA por otros cuatro años. Es decir, al firmar estaba muy conciente de que su asesoría a la universidad y su trabajo en la CNA se desarrollarían en el mismo periodo y abordando las misma materias. La universidad, por su parte, sabía que la asesoría la haría una persona que se sentaba en la mesa en que se discutiría su nueva acreditación y que tenía derecho a voto en ella.
Según se especifica en el texto, esta asesoría consistiría en «un acompañamiento a los directivos y académicos de la universidad en el proceso de reacreditación institucional desde sus inicios hasta que finalice completamente”. Detalla que este “acompañamiento” consistirá en “el levantamiento de un diagnóstico inicial, el diseño de acciones de mejoramiento que se hagan cargo de las debilidades detectadas por la CNA, la implantación de las mismas, la elaboración del informe de autoevaluación institucional, análisis del informe de comité de pares y réplica institucional (a la CNA)».
Cada una de las fases detalladas son etapas en las que la universidad tiene como contraparte a la CNA. Dicho de otro modo: con este contrato Eugenio Díaz se transformó en un jugador con intereses en dos equipos. Como miembro de la CNA –organismo del cual recibe mensualmente una dieta de más de 900 mil pesos – debía señalar las debilidades detectadas en esta y otras universidades; luego, como asesor de la U. del Mar debía decirle a sus directivos cómo corregir las debilidades (cosa que hizo en innumerables reuniones, como se verá más adelante); y al final, nuevamente como funcionario de la CNA, debía evaluar en conciencia si las correcciones estaban bien hechas.
Pero en realidad ese no era el final del proceso, pues el documento, además de los 60 millones, fijó un incentivo extra para que Eugenio Díaz logre una acreditación más larga. Si la acredita por dos años le pagarán $15 millones extra; si logra tres años, le pagarán $25 millones; si logra cuatro años, $45 millones. Se especifica que este pago solo se efectuará “luego de que la resolución que concede la acreditación institucional a la universidad haya quedado firme o ejecutoriada, sin que pueda ser alterada”. (Ver contrato).
El sello del contrato es claro. Se le pagará a Díaz no solo por el hecho de asesorar, sino por lograr la acreditación.
Díaz realizó ese trabajo. En septiembre de 2011, dictó un taller a los directivos de esa universidad titulado el “Proceso de Reacreditación Institucional”, en el cual se analizó el Acuerdo 120 de la CNA (acuerdo que lleva el voto y la firma de Díaz) y que le otorgó la acreditación institucional a la U. del Mar por dos años. La actividad quedó registrada en un Newsletter de la universidad.
Eso no es todo. En el mismo periodo en que Díaz acudía a asesorar a la U. del Mar, la agencia AcreditAcción estaba evaluando a esta casa de estudios para acreditar sus carreras de Pedagogía en Educación Diferencial y Pedagogía en Educación Musical. El conflicto de interés aquí radica en que AcreditAcción es una empresa que debe ser fiscalizada por la CNA, actividad imposible de realizar adecuadamente si el contrato de Díaz especifica que su “asesoría comprenderá el acompañamiento a los directivos y académicos de la Universidad en los procesos de acreditación de carreras que se desarrollen en este periodo”.
¿Puede AcreditAcción rechazar dos carreras que Díaz (su fiscalizador) ha asesorado para que se acrediten? Otra vez el doble rol del funcionario pone dudas sobre el cumplimiento de normas que debieran permitir a los estudiantes y sus familias conocer la calidad de las instituciones de educación superior.
El contrato, además de los $60 millones, fija un incentivo extra para que Díaz consiga que la CNA acredite por más años a la U. del Mar. Si la acredita por dos años le pagarán $ 15 millones extra; si logra tres años, le pagarán $25 millones; si logra cuatro años, $45 millones.
Testimonios reunidos por CIPER afirman también que antes de la acreditación de la U. del Mar y de la firma del contrato, Eugenio Díaz estuvo en esa casa de estudios ofreciendo una charla para ayudar a que la universidad se acreditara. Así lo asegura el doctor Álvaro Retamal, ex director de desarrollo académico de la U. del Mar (sede Viña) y que dejó el cargo a fines del año pasado con una dura carta en la que denunciaba la caída en picada de la calidad del establecimiento.
-Hubo una reunión con él antes de la acreditación de la universidad, en la cual Eugenio Díaz expuso cuál era la política de la CNA con respecto a la acreditación de las instituciones. Debe haber sido tres o cuatro meses antes de la acreditación de diciembre de 2010. Fue una reunión con los directivos de la escuela. Habló del mejoramiento continuo de la calidad y cómo los procesos de acreditación están enfocados en eso. Me acuerdo que con otros directivos conversamos sobre lo raro que era que él viniera antes de un proceso de acreditación. Pero él planteó que la política de la CNA era visitar todas las universidades y aclarar en qué consiste el proceso para que no haya sorpresas.
Poco después la universidad logró acreditarse por primera vez en su historia, se firmó el cuestionado contrato y partieron las asesorías de Eugenio Díaz que consistían, según Retamal, en charlas muy parecidas a la ya descrita: “Tuvimos muchas reuniones con él, los días martes y miércoles. Él se reunía con todas las escuelas periódicamente y hacía evaluaciones y criticaba. Era una asesoría bien intensa. Hizo una pega real de acompañamiento y asesoría. Por eso que se decía que era muchísima plata lo que se le iba a pagar”, dice Retamal. Agrega que un directivo de la U. del Mar le dijo que “teníamos que aguantar las charlas de Eugenio Díaz porque era el pago por haber acreditado a la universidad, es decir que después de haber acreditado a la Del Mar fue contratado como asesor”.
-¿Le llamaba la atención verlo en la universidad después de haber estado en el proceso de acreditación?
-A todo el mundo le llamaba la atención. Eso era vox populi. El comentario era que efectivamente era una recompensa… yo tengo la sensación de que él hizo su trabajo. Fue muy crítico, muy duro con la universidad, dijo todas las cosas que tenía que decir, pero nadie lo tomaba en cuenta. El argumento era “aguántenlo, pero no lo pesquen mucho. Tenemos que tenerlo porque es la recompensa que él tiene”. Fue la recompensa post acreditación, ese fue el planteamiento que tenía la gente de la universidad- explica Retamal.
Una acusación parecida hace Néstor Irribarra, ex decano de Medicina de la U. del Mar y que mandaba sobre las sedes de Viña e Iquique. Recuerda que “hubo al menos una reunión con Eugenio Díaz antes de que el proceso de acreditación se llevara a cabo. Vino como representante de la CNA a establecer las condiciones que se requerían para la acreditación institucional”.
Al enterarse, por CIPER, que tras la acreditación Díaz firmó un contrato de asesoría con esa universidad y a la vez siguió siendo consejero de la CNA, Irribarra se mostró sorprendido.
María José Lemaitre, ex secretaria Ejecutiva del Consejo Superior de Educación sostiene que el vínculo que existe entre dinero y acreditación, “ha provocado algo perverso pues la CNA no resiste dejar a una universidad sin CAE».
-No tenía idea de eso, se lo aseguro. Como decano de Medicina no tuve ninguna injerencia en esa contratación. Él llegó un día como asesor y pensé que había dejado de ser funcionario de la CNA. Ahora que me cuenta del contrato y de que siguió siendo funcionario, me parece que hay un conflicto real de interés y que en eso tiene una gravísima responsabilidad el ex rector Zúñiga que firmó el contrato. Creo que la responsabilidad tiene nombre y apellido en este caso.
La ley que creó la CNA no es taxativa sobre los límites que tienen los consejeros en sus intereses. Por una parte señala que quienes «estén vinculados con una institución de educación a través de labores remuneradas, no podrán participar en las votaciones del CNA que se refieran a esa institución”. Según esto, bastaba con que Díaz no votara en procedimientos relacionados con la U. del Mar para que su contrato se hubiese ajuste a la ley. Pero, por otra parte, la misma norma afirma que es “incompatible” ser miembro de la comisión y paralelamente realizar actividades que “impliquen una relación laboral” con instituciones sujetas a acreditación. De hecho, especifica que para los consejeros esta “incompatibilidad” durará “hasta seis meses después de haber cesado en sus funciones en la CNA”.
Con todo, el hecho mismo de que un contrato como éste pueda estar alineado con la normativa, pone en entredicho la utilidad -para el público y para el Fisco- de una institución que en la práctica permite a sus funcionarios ser jueces y parte; y recibir una remuneración como fiscalizador y otra como asesor del fiscalizado.
CIPER contactó a Eugenio Díaz, quien sólo aceptó una conversación telefónica. Reconoció el contrato y, ateniéndose a la primera interpretación de la normativa, señaló que no había nada irregular, pues al momento de discutir la acreditación de la universidad pensaba abstenerse de votar. Ello, en todo caso, no fue necesario, pues el contrato se terminó en septiembre de 2011 antes de que el CNA votara algún procedimiento relacionado con la U. del Mar. Ni Díaz ni autoridades de la universidad quisieron explicar a CIPER por qué el contrato terminó antes de tiempo ni los montos que fueron cancelados por las asesorías hechas.
-¿No le pareció incompatible firmar un contrato con la U. del Mar siendo presidente de la CNA?
-No creo que siendo presidente haya firmado ningún contrato. Además, uno puede tener contratos con universidades, hacer asesorías y dado el momento de tomar decisiones, inhibirse, si tiene que acreditar esa institución. Eso es lo que establece la ley. Yo tuve una asesoría en la Universidad del Mar el primer semestre del año pasado, pero ya no era presidente. El 6 de enero de 2011, o por ahí, venció mi mandato como miembro de la comisión anterior. En la actual comisión, nunca he sido presidente. Hubo un período como de dos meses en que no hubo ningún presidente, en enero del año pasado. Pero siendo presidente no firmé ningún contrato. Como le digo no hay ninguna incompatibilidad legal para hacer aquello.
-El contrato dice que usted recibe dineros extra en caso de lograr una acreditación por más años…
– Bueno, pero ese contrato se terminó en agosto… en julio del año pasado. Desde julio del año pasado no hago nada, nada, nada para ninguna… para la Universidad del Mar. (La precisión la hace pues según consta en su declaración de intereses actualmente asesora a la universidad Bernardo O`Higgins.
-Pero el contrato con la Universidad del Mar dice que su vigencia es hasta 2012, hasta que esté acreditada.
– No, pero le digo que está terminado completamente, completamente, completamente. De verdad, no estoy haciendo absolutamente nada. Terminó.
-¿Es normal que funcionarios de la CNA asesoren a universidades?
– No, no creo, no sé, no tengo idea. Lo que pasa es que no tenía ninguna vinculación con universidades en ese minuto. Eso era todo. Hay otros que trabajan en universidades, ¿te cachas?
-Usted era parte de la comisión. Su deber era fiscalizar…
-Bueno, pero evalúenlo ustedes. Perdóneme, pero tengo que entrar a otra reunión. Estoy urgidísimo.
CIPER se contactó también con Sergio Vera, presidente de la junta directiva de la Universidad del Mar (y socio del ex rector Héctor Zúñiga en la fundación de esa casa de estudios).
-¿Le parece normal que la universidad recurra a funcionarios de la CNA para lograr su acreditación?
-Es que no es que se recurra a funcionarios de la CNA, nosotros recurrimos a la sociedad en la cual participó o participa, no sé, Eugenio Díaz, en la calidad de profesional. Si él está en la CNA o no, no es relevante para nosotros. Podría ser un referente de su capacidad profesional, sin duda, pero yo creo que particularmente respecto de él, su trayectoria es lo más fuerte. Tengo una muy buena opinión de él como profesional.
-Dos altos ex funcionarios de la Universidad aseguran que Díaz asesoró a la universidad antes de ese contrato.
-Eso es falso. Eso si que no. Y como miembro del directorio me tocó recibir los informes y eran absolutamente orientados a lo que era mejorar la calidad, posterior al informe de acreditación. No, no, eso es falso. Yo creo que ahí se está tratando de buscar algo que no es.
-¿Entiende lo que significa que el presidente de la comisión que votó por su universidad, pocos días después, sea contratado por la misma universidad?
-Eso ya es estar haciendo presunciones. Usted comprenderá que son insinuaciones un tanto graves. Aquí no hay nada que entender. Esto es un hecho.
-¿No le parece irregular?
– No lo interprete. No trate de buscar interpretación. La acreditación tiene una fecha y el contrato tiene otra. Eso es un hecho simplemente.
CIPER consultó al presidente de la CNA, Íñigo Díaz, para saber qué medidas se tomarían en el consejo respecto de este contrato: “No le puedo comentar porque hay un sumario administrativo, una investigación incoada por la Contraloría General de la República”.
¿El sumario recae sobre usted también?
-No tengo idea. Supongo que me irán a investigar como presidente de la CNA.
Fuentes consultadas por CIPER aseguran que el secretario general de la CNA, Patricio Basso, recibió en enero de este año una copia de este contrato. CIPER intentó saber si le parecía lícito este tipo de relaciones contractuales y por qué -según nuestros antecedentes- no habría ordenado una investigación al respecto. A través de su secretaria, Basso contestó que las consultas de CIPER las responde sólo a través de los mecanismos de la Ley de Transparencia.
La CNA -y la red de instituciones fiscalizadoras que dependen de ella- son la única garantía con que cuentan los 20 mil alumnos de la Universidad del Mar de que los dueños de esa casa de estudio provean educación de un estándar mínimo. Ese estándar está simbolizado en la palabra “acreditada” que lucen hoy en sus propagandas muchas universidades.
Pero esa no es toda la importancia de la CNA. Alcanzar la condición de “acreditada” permite que sus alumnos puedan pedir el Crédito con Aval del Estado, el CAE. Con la palabra “acreditada”, el horizonte de potenciales clientes de la universidad se amplía, pues pueden pagarle los jóvenes pobres o de clases medias bajas que no tienen recursos y a los cuales los bancos no les van a prestar. Esos jóvenes recibirán dinero del fisco (como préstamo) para pagar su educación. Es por el fuerte vínculo que hay entre la acreditación y los recursos públicos que se entregan a través del CAE que el trabajo de la CNA no es solo de fiscalización, sino que implica garantizar el buen uso de los dineros del Estado.
Un aspecto no menor de estos recursos es que cuando se acredita a una universidad por un año, todos los alumnos que entran en primer año pueden postular al CAE; y si se les otorga, tendrán CAE disponible por el resto de su carrera. En 2011, cuando la U. del Mar obtuvo la acreditación, 2.091 estudiantes, de distintos cursos, (el 10% de su matrícula) pudieron empezar a pagar sus carreras con el CAE. Este crédito le garantizó ingresos por 3.560 millones de pesos a la universidad, que es el monto que recibió en 2011, según los datos de la Comisión Ingresa, el organismo que entrega el CAE. Tan importante como eso es que tras la acreditación cualquiera de sus 20 mil alumnos que pase por una apretura económica podrá solicitar un préstamo para seguir estudiando. (Ver reportaje: Cómo lucran las universidades que no pueden lucrar).
Evidentemente esta enorme cantidad de dinero en juego hace que la presión sobre la CNA para conseguir la acreditación sea también enorme.
María José Lemaitre, ex secretaria Ejecutiva del Consejo Superior de Educación dijo a CIPER que esta vinculación entre dinero y acreditación “ha provocado algo perverso, pues la CNA no resiste dejar a una universidad sin CAE. Entonces, la acreditan por un año, que es lo mismo que no acreditar. Creo que la única que no ha sido acreditada por la CNA es la UTEM (que finalmente fue acreditada por un año). Salvo eso, todo está acreditado, incluso algunas cosas siniestras. Porque la presión sobre la CNA es muy fuerte. Imagínate, llega el rector a decir “si usted no me acredita, no voy a tener alumnos, no van a tener acceso al crédito, ¡qué va a pasar! Un drama, lloran y los acreditan por un año”.
Así lo expresó recientemente el rector de la universidad UNIACC, Juan Enrique Froemel, cuya acreditación fue rechazada por la CNA: “Tenemos un alto porcentaje de alumnos que no tienen la situación para pagar sus estudios”.
«Claramente en nuestro país hay una crisis educacional que va mucho más allá del financiamiento y que tiene que ver con la calidad de la educación. Existe una entidad que se creó por ley y todos coincidimos en que no ha funcionado como debiese. Que la CNA diga que el tema del crédito provocó que funcionaran mal, me parece que es lavarse las manos», dice la abogada Alejandra Contreras, directora ejecutiva de la Comisión Ingresa, la institución que entrega el CAE a las instituciones que han sido acreditadas por la CNA.
Dicho así, parece un perjuicio para los alumnos. Pero en la Comisión Ingresa tienen otra mirada. Para ellos el gran problema que enfrenta hoy el sistema es la mala calidad de los establecimientos que terminan siendo autorizados. Esa práctica, dicen sus funcionarios, puede terminar haciendo colapsar todo, pues un egresado de una mala universidad sin duda no podrá pagar el CAE, ni tener la mejor calidad vida que espera. Es decir, al permitirle endeudarse para estudiar en una universidad de mal nivel, habrá sido llevado por el sistema a una trampa en la que sólo encontrará frustración.
-La calidad de la educación es un punto clave para el CAE, pues va a repercutir en las remuneraciones futuras que el egresado pueda conseguir -dijo a CIPER la abogada Alejandra Contreras, directora ejecutiva de la Comisión Ingresa.
«Claramente, en nuestro país hay una crisis educacional que va mucho más allá del financiamiento y que tiene que ver con la calidad de la educación. Existe una entidad que se creó por ley y todos coincidimos en que no ha funcionado como debiese. Que la CNA diga que el tema del crédito provocó que funcionaran mal, me parece que es lavarse las manos. A uno lo pueden presionar mucho, pero si tiene claro cuáles son sus obligaciones, no puede dejar de cumplirlas por presiones. La norma debiera ser que una institución que no califica, no puede ser acreditada. Porque cuando llegan con la acreditación, aquí nosotros no podemos rechazarlas, debemos darles el crédito», agrega Alejandra Contreras.
Dicho esto, hay que precisar que parte de la dificultad de la CNA de cumplir su rol está en la misma forma de elegir a los miembros de ese organismo. De sus 15 integrantes (14 con derecho a voto), siete son elegidos por las universidades, centros de formación técnica e institutos profesionales. Es decir, la mitad de la CNA proviene de las instituciones a las que la CNA debe fiscalizar.
Ese es el caso de Eugenio Díaz, hombre vinculado al PPD y consejero del Instituto Nacional de Derechos Humanos, que según datos recibidos por CIPER fue elegido con el apoyo de las universidades de la CUP (Corporación de Universidades Privadas). Este dato es imposible de confirmar porque este organismo clave, que ha funcionado por 6 años, aún no tiene un procedimiento escrito de cómo se eligen sus representantes. Se conocen las cuotas que le corresponden a cada grupo de interés (dos consejeros por las universidades privadas, uno por los institutos profesionales, etc.), pero la elección de los consejeros se hace en un claustro. De las trenzas que se tejen ahí no sabe nadie salvo los que participan.
Un último dato sobre Díaz. En el periodo en que era presidente de la CNA también fue asesor de la Universidad Nacional Andrés Bello (UNAB) en el área de aseguramiento de la calidad. Durante ese año la UNAB acreditó cuatro carreras a través de la agencia AcreditAcción. Nadie en la CNA objetó el que Díaz apareciera jugando con las dos camisetas, a pesar de que como presidente de la CNA, debía supervigilar precisamente el trabajo de la agencia.
Lea mañana: Quiénes son los dueños de la Universidad del Mar; cómo construyeron su imperio educativo y la crisis que vive hoy esa casa de estudios. Además, el cambio de rumbo en la CNA que parece anunciarse con el rechazo a acreditar a la Universidad UNIACC.