Mujer trabajadora y jefas de hogar: La mayor deuda pendiente
29.11.2007
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29.11.2007
Karina Delfino camina hoy por el centro cívico capitalino y nadie la reconoce. Una escena impensable en 2006 cuando la gente la paraba en cada esquina para saludarla y alentarla reconociéndola como una de las líderes de la famosa “rebelión de los pingüinos”, la revuelta estudiantil que puso en jaque el inicio del gobierno de Michelle Bachelet con tomas de liceos y marchas masivas por la Alameda que exigían el fin del lucro en la educación.
La joven de grandes ojos oscuros y fino rostro moreno ya no viste el jumper azul marino y la blusa blanca del Liceo Nº 1 de Niñas. Uniforme que se convirtió en símbolo en 2006 de la exigencia de un cambio radical en la educación del país y que en gran parte se concretó el 13 de noviembre de este año con la reforma constitucional que hizo Bachelet al sistema de gestión de la educación para mejorar calidad y equidad.
La reforma fue acompañada de un presupuesto 16% mayor que el 2007 en el rubro, superando la barrera de los 6.750 millones de dólares, la mayor inversión en educación en la historia de Chile (*). 740 millones de dólares fueron destinados al marco institucional que asegure que estos dineros efectivamente mejoren la calidad de la educación chilena.
Karina no estuvo en la ceremonia. La actual estudiante de Geografía de la Universidad Católica –que ya decidió que su futuro está en la Sociología- sabe que lideró un movimiento que estremeció al país no sólo porque convocó a casi la totalidad de los alumnos de enseñanza media y sensibilizó a la población con la urgencia de terminar con una educación para ricos y otra para pobres, sino porque de los seis líderes máximos de la organización, tres eran mujeres:
-A María Jesús Sanhueza, María Huerta y yo, no nos eligieron por ser mujeres, sino por nuestras habilidades. Creo que las mujeres están más atrevidas que antes. Ahora no es mal mirado que prefieran dedicarse a un cargo público, desarrollarse profesionalmentey trabajar antes que casarse o tener hijos –dice.
La ex líder estudiantil está convencida de que en su generación la tendencia predominante es asegurar la autonomía económica para no depender de la futura pareja y así tener libertad para separarse si las cosas no se dan.
La convicción de Karina se vio corroborada en octubre de este año por un estudio de la Corporación Humanas que informó que el 59% de las mujeres chilenas tiene como prioridad asegurar su independencia económica, un 20% admite que se dedicará prioritariamente ala familia y sólo un 4% confiesa que lo que más le gustaría es ser mantenida por su pareja.
Si las “pingüinas” no salieron a la calle a pedir una educación de calidad para convertirse en dueñas de casa, y los estudios serios revelan que mayoritariamente las mujeres quieren tomar las riendas de sus vidas, otra cosa es que sus anhelos se concreten. Porque las estadísticas también develan que en Chile sigue siendo difícil para ellas abrirse paso en el mercado laboral.
Según el Censo 2002, las mujeres que trabajan representaban el 37% de la masa laboral del país. Cifra que en marzo de este año, según el informe anual de la OIT, se elevó a 38,5%, la más baja de Latinoamérica ( promedio 45%) y diez puntos más abajo que los índices de Argentina y Uruguay, dos países relativamente similares a Chile.
La situación se tornó de verdad incómoda cuando el 8 de noviembre pasado se conoció el ranking del Foro Económico Mundial que mide temas de igualdad de género en 131 países, en el que Chile ocupó el lugar 109 con su 38,5% de participación laboral femenina. El contraste es enorme en relación con el puesto 26 que ocupa el país en el índice de competitividad.
FOTO: Temporeras embalando frutas
A 20 meses del inicio del gobierno fundacional de Bachelet, el acceso al trabajo femenino se mostró como una de las principales áreas pendientes.
Si se toma en cuenta que en 1990, al momento de la recuperación de la democracia, esa participación llegaba al 31,7%, el crecimiento ha sido mezquino. Y lo peor es que pese a que las mujeres tienen mayor escolaridad –11,8 años versus 10,7 de los hombres- ellas obtienen menores ingresos por el mismo trabajo.
La brecha salarial con los hombres sigue siendo uno de los temas pendientes más importantes. En 2000, el sueldo promedio de las mujeres era de $212.432 pesos contra los $272.620 que recibían los hombres. En 2005, los montos no habían variado significativamente: $213.884 (US$ 407) versus $270.212 (US$ 514). Los ingresos tienden a igualarse entre ambos sexos en los quintilesde menores ingresos y baja educación, pero la diferencia se dispara entre quienes tienen empleos de nivel universitario: $486.110 para las mujeres y $735.505 para los hombres (US$ 917 versus US$1.387), según cifras de 2004 del Ministerio Servicio Nacional de la Mujer (**).
El estudio entregado el 8 de noviembre por el Foro Económico Mundial indicó también que en Chile el salario per capita masculino duplica al femenino: US$ 15.715 versus US$ 6.134.
A la brecha salarial se agrega otro problema: una de cada cuatro trabajadoras no tiene contrato (en los hombres la relación es de 1 a 5), y 38,8 % no está cotizando en el sistema previsional (AFP). En el quintil más pobre la relación es aun peor: el porcentaje de mujeres sin contrato se eleva a 52,8% versus 35,5% en los hombres.
Aunque el gobierno de Bachelet adoptó un novedoso Código de Buenas Prácticas Laborales para poner fin a las inequidades de género en el sector público, un estudio de la Organización Internacional del Trabajo de febrero de 2007 indica que la mayor brecha de salarios entre hombres y mujeres se da entre los empleados públicos. Mientras en el ámbito privado las trabajadoras ganan en promedio un 14% menos que sus colegas varones,la diferencia se eleva hasta 25% en el sector estatal (estudio basado en la Encuesta Casen 2003).
De allí que en agosto de este año Bachelet decidiera agilizar un proyecto de ley que se tramita en la Cámara de Diputados y que obliga a las empresas de más de 50 trabajadores a llevar un registro de cargos y funciones y establecer un procedimiento interno para dar respuesta a reclamos escritos por infracción al principio de igualdad. La Comisión de Familia ya aprobó su articulado en general y en particular.
El pasado lunes 30 de abril, veinticuatro horas antes de la celebración del Día del Trabajador, la vicepresidenta de la Central Unitaria de Trabajadores, María Rozas, lanzó una denuncia que provocó estupor. Rozas acusó a los dueños y ejecutivos de los supermercados Santa Isabel, una de las grandes cadenas del país, a obligar a sus cajeras a no abandonar por ningún motivo su puesto de trabajo ni siquiera para ir al baño. Ello obligaba a muchas a laborar ¡con pañales!
Patricia Silva, directora nacional del Trabajo, reconoció que existen denuncias de este tipo, pero el holding negó rotundamente los cargos. La sindicalista Rozas no echó pie atrás y volvió a ratificar sus dichos señalando que la denuncia la recibió de cajeras de un supermercado Santa Isabel de Concepción.
-Se las obliga a trabajar durante nueve horas en la caja sin permitirles moverse. Eso significa que no pueden ir al baño (…) Para soportarlo, muchas de ellas han debido usar pañales desechables –acusó.
Esa misma semana la directora del Trabajo confirmó que su servicio conoció denuncias contra “Santa Isabel” porque algunas de sus trabajadoras han sido obligadas a desnudarse al final de la jornada para verificar que no han robado productos del supermercado.
-Desde la empresa se nos comunicó que la persona que había aplicado estas medidas ya había sido removida de su cargo –informó Patricia Silva.
El abuso denunciado por Rozas fue olvidado por los medios y no tuvo seguimiento, pero la acusación corroboró algo que en las poblaciones de Santiago hace ya algún tiempo en un hecho cierto: las cajeras de supermercados y las vendedoras de malls son las mujeres sometidas a las más extenuantes jornadas laborales. Una esclavitud moderna en la que le disputan a las temporeras de la cosecha de la fruta el récord de los abusos.
La denuncia se produjo poco después de que la Presidenta Bachelet anunciara un proyecto de ley para crear el “Defensor de los Trabajadores”. Según la presidenta de la DC y senadora, Soledad Alvear, esta nueva figura garantizará que los trabajadores serán acompañados por especialistas en los juicios orales “a finde que sean juicios justos para trabajadores y empresarios y los primeros puedan contar con defensa legal gratuita si no están en condiciones de contratar un abogado”.
“No lo tengo considerado”. Esa fue la corta y tajante respuesta de Bachelet cuando le propusieron elevar la edad de la jubilación de la mujer de los 60 a los 65 años mientras se discutía este año el proyecto que modifica el sistema privado de pensiones, la reforma icono de su gobierno.
El proyecto mantuvo en 60 años la edad de las trabajadoras para jubilar y debió abordar con especial atención la situación de la mujer dada la cruda discriminación de la que son objeto.
Según Lissette García, subsecretaria de Previsión Social, cerca del 52% de las pensiones en Chile son mínimas (entre US$ 125 y US$ 155 al tipo de cambio promedio de 2007) y de ese 52%, un 72% corresponde a mujeres. “Nunca nos vamos a jubilar en igualdad de condiciones con el sistema actual”, dictaminó.
-El actual sistema previsional discrimina a las mujeres no sólo en su diseño sino por la forma en que está organizado el sistema laboral. Las mujeres tenemos trabajos más precarios, más tasas de desempleo, más lagunas previsionales, menos estabilidad laboral y más informalidad. Como la pensión se calcula proyectando la cantidad de dinero por la cantidad de años probables de vida, y las mujeres tenemos una expectativa de vida más larga que los hombres, recibimos menos dinero. La brecha salarial es mayor en el sistema de pensiones que en el laboral –explica García.
Por ello, el proyecto de reforma previsional propone eliminar el requisito de 20 años de cotizaciones. Y si una persona no ha cotizado nunca, puede optar a la pensión solidaria de $75.000. (aunque se exige que haya vivido al menos 20 años en Chile y los últimos cuatro años anteriores a la solicitud del beneficio)
Margarita María Errázuriz, vicepresidenta de Comunidad Mujer, trabajó con la comisión que analizó la reforma y estima que el aspecto más relevante de la propuesta es “la Pensión Básica Solidaria para todas las mujeres del 60% de más bajos recursos, cualquiera sea su actividad laboral. Esta reforma equipara la actividad doméstica con el trabajo remunerado”.
La pensión básica solidaria partiría en julio de 2008 con un monto de $60.000 (US$ 115). El Sernam también impulsó la consideración de un “bono de maternidad”como reconocimiento del Estado a la crianza que realizan las mujeres y por las interrupciones que el embarazo pueda provocar en sus ahorros previsionales. De aprobarse, este bono significará un año extra de cotizaciones por cada hijo nacido vivo para las mujeres que imponen en las AFP.
Paola Cordero, ex dirigenta de los deudores habitacionales y actual directora de una guardería infantil de población, celebra estas medidas, pero asegura que a las trabajadoras no les llega la información de estos beneficios:
-¿En qué minuto las mujeres trabajadoras pueden ir a una oficina a informarse de sus beneficios? Ese es el problema, por el horario en que atienden las oficinas que manejan la información: funcionan a la misma hora de la jornada laboral. Si esto está hecho para nosotras algo hay que cambiar.
Cordero sugiere que las instituciones se acerquen con oficinas móviles a los lugares de trabajo con alta concentración de mujeres: “Si los empresarios y jefes dieran espacio para ello, las mujeres rendirían mejor. Si yo me siento angustiada y agobiada, no voy a rendir”.
(*) Cifras correspondientes al presupuesto fiscal 2008 y a precios actuales se expresan en dólares al cambio promedio de 2007: 520 pesos por dólar.
(**) Las cifras de salarios, pensiones o precios de años anteriores a 2007 se expresan por la paridad en dólares de cada año: 550 por dólar en 2005; 530 pesos por dólar en 2004 y 525 pesos por dólar en 2000.
Uno de los principales problemas de la mujer trabajadora es el cuidado de los niños. De acuerdo a cifras entregadas por la ministra del Servicio Nacional de la Mujer (Sernam) Laura Albornoz, en noviembre de este año “225.684 mujeres chilenas no pueden trabajar porque no tienen con quién dejar a sus hijos”.
Consciente de ello, el gobierno de Bachelet entregó fondos para instalar 800 salas cunas en 2006 y proyecta completar otras 900 en 2007. La meta del año pasado permitió abrir cupo a 28 mil niños de entre 3 meses y 2 años de edad, aumentando la cobertura de 4% a 12%.
-En estos 19 meses de gobierno hemos construido más de 1.200 salas cunas. Si Chile hubiese seguido en los ritmos normales de inversión en materia de infancia temprana, hubiesen pasado cerca de 35 años para lograr lo que hoy tenemos -dijo la ministra de Educación, Yasna Provoste, en octubre de 2007.
Los planes de Bachelet son más ambiciosos: llegar al 2010, el Bicentenario de la República, con 70 mil nuevos cupos en salas cuna y 43 mil en jardines infantiles.
Pero las salas cunas y jardines infantiles atienden hasta las 17:00, aunque algunos ofrecen extensión horaria, lo que genera dificultades para aquellas mujeres que deben trabajar en jornadas más largas.
El problema lo tomó en sus manos un grupo de vecinas de la Villa San Gabriel, de la comuna de La Pintana, las que decidieron instalar una guardería infantil que atiende hasta las 21:00.
-El jardín infantil de la Junji (Junta Nacional de Jardines Infantiles) que está acá no da abasto y, por su horario, no cubre las necesidades de la mujer trabajadora. Los niños deben ser retirados entre las 16:30 ó 17:00 y este jardín no tiene extensión. Por eso, muchas veces el hijo mayor tiene que cuidar al hermanito después de las 16:00. ¿Cómo vas a dejar a un niño de 8 ó 10 años cuidando a otro de 3?
Las madres se demoran hasta una hora y media en trasladarse del trabajo a la casa. Acá empiezan a llegar a las 20:00 -cuenta Paola Cordero, líder del proyecto.
La Villa San Gabriel es un conjunto de 856 viviendas sociales y es un ejemplo de cómo las mujeres se han visto obligadas a incorporarse al trabajo. Las familias pagan dividendos de hasta $50.000 (US$ 96) y no pueden solventar ese gasto sólo con el ingreso del jefe de hogar, que en el mejor de los casos bordea los $200 mil (US$ 384).
La mayor parte de las mujeres de la villa se desempeña como empleada doméstica o en empresas de aseo. Dejan a sus niños a las 07:00 en la guardería y los retiran entre 20:00 y 21:00.
-La mayoría de las mujeres que llegamos a esta villa éramos dueñas de casa y ahora casi el 80% trabaja para no perder la casa y cubrir los gastos de la familia. Con el sueldo del marido no alcanza – indica Paola Cordero.
Bachelet sabe por su propia experiencia de lo que habla Paola. Y lo hace notar: el 23 de noviembre de 2006, en la premiación de las 100 mujeres líderes organizada por el diario El Mercurio, dijo: “Quiero decir lo que ustedes saben perfectamente: que las mujeres no nos doblegamos, que nuestra presencia en la vida pública de Chile no es un veranito. Hemos llegado para quedarnos en la historia de Chile y en la responsabilidad de conducirlo hacia un destino mejor en la sociedad, en la empresa, en las artes y en el país… Cada mujer que se incorpora a la fuerza laboral generalmente trae como consecuencia un segundo ingreso a su hogar… Sin la mujer no se puede salir de la pobreza y esa es quizás la mejor política social que podríamos tener”.
En enero de 2007 Sernam puso en marcha el plan “Mejorando el acceso al empleo y las condiciones laborales de la mujeres jefas de hogar”, con planes en 105 comunas del país para levantar las principales “barreras de género” que impiden el acceso al trabajo de las chilenas de los sectores socioeconómicos bajos y medios.
El programa está planificado hasta el 2010 en 105 comunas de más de 20 mil habitantes y donde las jefas de hogar representan sobre el 25% del total de mujeres. Capacitación laboral y en oficios, nivelación de estudios, orientación para la búsqueda de empleo, apoyo para el cuidado de los hijos, atención en salud laboral y bucal son áreas que incluye el plan que tiene como meta para fines de 2007 beneficiar a 15 mil jefas de hogar de entre 18 y 55 años y a unos 5.600 hijos de estas mujeres en edad preescolar.
Otro punto significativo para respaldar a las jefas de hogar es la nueva Ley de Pensiones de Alimentos, promulgada por Bachelet el 22 de diciembre de 2006, y que en lo sustantivo endureció las sanciones para los progenitores que no aportan sostén a sus hijos. Entre los aspectos novedosos está que la policía hoy puede allanar y descerrajar el domicilio del demandado, sanciona con privación de libertad el ocultamiento o traspaso malicioso de bienes, retiene la devolución anual de impuesto a la renta del moroso y es el padre quien tiene que demostrar ante la justicia cuánto gana, arriesgando hasta 3 años de cárcel si entrega datos falsos o adulterados.
En otro acápite de la ambiciosa carpeta de apoyo a la mujer impulsada por Bachelet, el 31 de enero de 2007 se promulgó la nueva Ley de Amamantamiento –después de 10 años de tramitación en el Congreso- y que amplía a todas las trabajadoras el derecho a una hora diaria para amamantar o alimentar a sus hijos de menos de 2 años. Anteriormente, tal beneficio sólo estaba al alcance de las empleadas de empresas que por ley estuvieran obligadas a tener sala cuna, y que equivalen sólo el 17% del total de las firmas que operan en el país. La madre trabajadora puede adaptar esta hora diaria a sus necesidades, pudiendo tomarla en cualquier momento dentro de la jornada laboral.