PARTE II: SE INSTALARON A FINES DE LA DICTADURA Y ESCAPARON CUANDO EL SII PRESENTÓ UNA QUERELLA
Los negocios, propiedades y condenas de los traficantes vinculados con los Pinochet Hiriart
11.09.2023
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PARTE II: SE INSTALARON A FINES DE LA DICTADURA Y ESCAPARON CUANDO EL SII PRESENTÓ UNA QUERELLA
11.09.2023
Edgardo Bathich tenía el negocio desde hacía una década, pero recién en 1989 se asoció con la familia colombiana Ochoa Galvis, a través de los hijos de un general de la FACh, para inyectar recursos a su empresa Focus Chile, que importaba camiones desarmados. En la compañía, Bathich representaba los intereses del hijo de Adnan Khashoggi, entonces uno de los traficantes de armas más poderosos del mundo. Y sus nuevos socios colombianos llegaron con Firmino Tavares, un canadiense que años después fue condenado en España por lavar más de US$20 millones. Una parte de esos recursos provenía de cuentas chilenas. Con ellos se vincularon Marco Antonio y Augusto Pinochet Hiriart. Según la versión de un narco estadounidense que entonces estaba en Chile, uno de los Pinochet Hiriart participaba también junto a Bathich en una red narco vinculada a la CNI.
Cuando el viernes 4 diciembre de 1992 el Servicio de Impuestos Internos (SII) allanó la oficina de Focus Chile, en Américo Vespucio 01313 (La Cisterna, al sur de Santiago), lo que más llamó la atención de sus funcionarios fue lo que se encontraron en la gerencia: una subametralladora UZI con mira láser; dos escopetas Winchester calibre 12 de repetición; un revolver Astra 357; un retrato de Augusto Pinochet Ugarte con dedicatoria de su puño y letra, y otro de Rodolfo Stange, entonces general Director de Carabineros. Todo estaba sobre la mesa central de la oficina, como un saludo especial a los visitantes.
El procedimiento del SII sobre Focus Chile fue escandaloso desde un principio. El día que sus funcionarios irrumpieron por primera vez sellaron las puertas, las cajas fuertes y encargaron a carabineros que resguardara la empresa para que nadie entrara. Todo debía estar intacto cuando volvieran cinco días después, pasado el feriado del martes 8 de diciembre, día de la Inmaculada Concepción, porque los funcionarios del SII hicieron sandwich el lunes 7. Pero cuando regresaron el miércoles 9 se dieron cuenta que los sellos estaban rotos, la caja fuerte vacía y en el patio aún humeaban tarros con restos de documentos en su interior. Así quedó descrito en la causa tributaria y en otros procesos penales que se abrieron por lo que ocurría en Focus.
Ese mismo miércoles en que los fiscalizadores del SII se dieron cuenta de que todo había sido violado, los controladores de la empresa se esfumaron. Edgardo Bathich Villarroel y Firmino Tavares abordaron el mismo vuelo 984 de United Airlines con destino a Argentina.
Bathich era un empresario asiduo a la noche, amigo de agentes de la CNI y de Marco Antonio Pinochet, pariente del traficante de armas Monzer Al Kassar, representante en Chile de Mohamed Khashoggi -hijo de otro famoso traficante de armas saudí-, dueño de lujosas propiedades en el Lago Rapel, en Pucón y Chiloé, visitante habitual de Mallorca e Ibiza, y a esas alturas un mito de los negocios oscuros de los hombres de la dictadura.
Firmino Tavares era, en ese momento, uno de los principales traficantes de droga de Canadá. Unos años después fue condenado en España por lavar más de US$20 millones del narcotráfico, una parte de esos recursos provenía de cuentas chilenas, según se desprende de la revisión de la sentencia de esa causa. Había llegado a Chile en 1992 para tomar el timón de Focus, luego de algunas diferencias con otros socios que participaban en el control de la empresa: la familia colombiana Ochoa Galvis, cuyos representantes en el negocio también se fueron del país unos días después del allanamiento del SII, con destino a Medellín.
Bathich, Tavares y Jesús Ochoa Galvis, según los testimonios que CIPER revisó en cuatro procesos judiciales desarchivados en tribunales de Santiago y San Miguel, entre 1990 y fines de 1992 tuvieron en su poder las acciones al portador de las empresas panameñas que controlaban Focus. Esa fórmula impide conocer a los dueños finales del negocio, porque no queda registro de ellos. Quien manda es quien tiene en su poder las acciones físicamente.
Focus Chile fue una empresa que se dedicó a la importación de partes de camiones desde Europa, para luego ser armados y vendidos en Chile. Entre sus clientes emblemáticos estuvo Manuel Navarrete, el histórico dirigente de los micreros capitalinos antes del Transantiago. El SII allanó la empresa porque descubrió maniobras para evitar el pago de impuestos en la venta de los camiones. Esa acción terminó exponiendo las huellas que conducían a delitos de corte criminal. Hasta ahora, la justicia nunca ha indagado a fondo esta trama.
Firmino Tavares y Jesus Ochoa Galvis -el líder del clan colombiano- nunca volvieron, o al menos no quedó huella de ingresos. Los traficantes de drogas y armas que controlaron Focus nunca enfrentaron la justicia chilena. Luego de que huyeron, las órdenes de detención en su contra durmieron en los archiveros de la policía, aunque los expedientes judiciales que CIPER encontró en el extranjero acreditan su participación en hechos criminales. Eso sí, sus negocios en Chile siguieron funcionando y generaron disputas entre ellos.
En la contabilidad de Focus, a la que tuvo acceso la PDI luego de rescatarla de algunos diskettes que obtuvieron en allanamientos a casas de empleados de la empresa, aparecen Marco Antonio y Augusto Pinochet Hiriart. El primero por un préstamo de US$20 mil y el segundo, por un viaje de negocios a Libia que le financió la empresa con US$6 mil. Pero, esos no son sus únicos vínculos con el grupo de traficantes de drogas y armas que estaban tras Focus (lea el primer capítulo de esta entrega “Los documentos que muestran los nexos de los hijos de Pinochet con narcotraficantes”).
Parte de los vínculos que ligan a los controladores de Focus con los Pinochet Hiriart está en las lujosas casas instaladas a orillas del Lago Rapel, en la Región de O’Higgins. Cuando la dictadura se acababa, Edgardo Bathich y los Ochoa Galvis compraron varias propiedades allí. Lo hicieron utilizando sociedades panameñas con acciones al portador. Bathich, a través de Fruteb Trading Corp adquirió cinco sitios en el condominio Costa del Sol 2, luego de pagar $41,4 millones. Fusionó esos sitios y construyó allí tres casonas. CIPER visitó el lugar y constató que esa propiedad sigue vigente y lujosa. Decenas de palmeras adornan el sitio, ubicado en una península que fue cortada para crear un islote de prados verdes, al que se puede acceder a través de un puente. Hay un helipuerto, una gigantesca antena -parecidas a las que utilizan los canales de televisión para sus transmisiones-, y dos muelles donde atracan embarcaciones.
A pocos metros de allí está una de las propiedades que compró la familia Ochoa Galvis a través de la sociedad Queen World Vacation Corp, también domiciliada en Panamá. El 4 de mayo de 1990 pagaron $12,8 millones por el sitio 344 del mismo condominio Costa del Sol 2. Usando la misma sociedad compraron otros tres terrenos a unos kilómetros, en Estero de Alhué,
Una sexta propiedad en Rapel vinculada a los inversionistas de Focus fue comprada por la sociedad Tircal Holding, creada en Panamá el 16 de marzo de 1990, por $20 millones. Ese sitio, el 330 de Costa del Sol 2, fue vendido luego de que los dueños de Focus huyeran cuando se activó el proceso penal luego de que el SII se querellara. Un hecho curioso, el vecino de ese sitio, que tiene la propiedad de la parcela 330-A, es Emilio Timmermann Undurraga, ex oficial del Ejército que estuvo procesado por el asesinato y desaparición de Eugenio Berríos, el quimico de la DINA que fue asesinado en Uruguay, y que en Chile se vinculó a una red narco (vea el tercer capítulo de esta entrega). Cuando ocurrió ese crimen, Timmermann era el agregado militar de Chile en ese país. Fue un hombre de confianza de Augusto Pinochet.
Las lujosas casas en el Lago Rapel que compraron y construyeron los controladores de Focus, y las sociedad domiciliadas en Panamá que sirvieron para adquirirlas, son un buen punto de partida para entender cómo operó el grupo de traficantes de drogas y de armas que hicieron negocios en Chile y que se vincularon con los Pinochet Hiriart y con otros personeros relevantes de la dictadura.
Hasta la propiedad que Bathich tenía en Rapel llegaba Marco Antonio Pinochet Hiriart. A veces lo hacía en el helicóptero que el empresario solía mantener posado en la sede de Focus, según le dijeron a CIPER extrabajadores del lugar. Uno de ellos era Bernardo Cornejo, quien luego fue alcalde de Litueche, una de las comunas por las que se puede acceder al lago. Según Cornejo, los trabajadores decían que Bathich y Pinochet eran socios en la propiedad del terreno.
Este es el segundo reportaje de una investigación periodística sobre los vínculos de los hijos de Pinochet, y de otros civiles y uniformados de confianza del dictador, con negocios controlados por narcotraficantes.
El canadiense Firmino Tavares llegó en 1992 reclamando, según los testimonios judiciales, que los Ochoa Galvis le debían US$10 millones, gracias a lo cual se quedó con el 100% de las acciones de las sociedades panameñas que controlaban Focus (Focus Investment Corp y Elisse Investment Corp). En junio de 1997 fue detenido en España en la Operación Cervelle. Entonces, las autoridades españolas sospechaban que había blanqueado más de US$80 millones provenientes del narcotráfico. La policía canadiense le seguía los pasos desde mediados de los ‘80. Recién abandonó la cárcel en 2001, cuando reconoció su culpabilidad y la justicia hispana le requisó bienes por más de US$6 millones, hasta ese momento la multa más abultada cobrada a un narco en ese país.
La sentencia de esa causa, alojada en la Audiencia Provincial de Mallorca, acusa que entre 1992 y 1997 Tavares abrió distintas cuentas corrientes utilizando nombres falsos o de personas cercanas a él, en sucursales de la Banca March en Londres y Santa Ponsa (Mallorca, España), para ocultar dinero proveniente del narcotráfico. Por esas cuentas pasaron más de US$20 millones. Entre los depósitos más relevantes, aparecen pagos desde Chile: US$310.321 a través de dos cheques del Banco O´higgins el 2 de marzo de 1993; transferencia por US$238.929 desde una cuenta del Banco O´higgins el 24 de julio de 1992; y un tercer depósito por US$599.989 el 3 de agosto de 1992, también desde el mismo banco (revise aquí la sentencia que está anonimizada, Tavares aparece como “Imanol”).
Tavares llegó a Canadá desde Portugal en 1971 junto a su familia. Entonces tenía 14 años. Según reportó en 1997 el diario Le Press, de Montreal, ya a mediados de los ‘80 comenzó a tener problemas con la justicia. Él y su hermano Joao estuvieron en la mira de la policía especializada de Canadá que persigue el tráfico de drogas y el blanqueo de capitales desde 1985. Su nombre fue mencionado en una investigación especial que llevó al decomiso de 685 kilos de cocaína en Quebec en 1992 (vea aquí una copia del artículo de Le Presse).
El 17 de marzo de 1993 el hermano de Firmino, Joao, fue encontrado asesinado en su casa en Quebec. La prensa canadiense publicó que la policía había interrogado a toda su familia, pero que no habían encontrado culpables. Firmino Tavares no pudo ser hallado, porque estaba “demasiado ocupado viajando por el planeta”, le dijo un policía a un periodista del diario Le Presse.
En 1992, cuando según la justicia española y la canadiense Tavares participaba en negocios narco en distintos países alrededor del mundo, el ciudadano canadiense aterrizó en Chile. Registros oficiales de la Jefatura Nacional de Extranjería de la PDI indican que Tavares ingresó al aeropuerto de Santiago el 28 de septiembre de ese año, proveniente de Argentina. Los testimonios judiciales son coincidentes con esa información. Esto declaró Álex Jacob, uno de los directores de Focus, hijo del general de la FACH Elías Jacob Helo:
“En agosto o septiembre de 1992 (…) se presentó en la empresa Firmino Tavares, o Ferny Tavares, quien señala que Jesús Ochoa le debía un dinero y por tal razón es dueño de todo, y toma posesión de la empresa Focus Chile (…). Al conversar con Jesús Ochoa, me confirma que efectivamente le adeuda unos dineros a Ferny Tavares, y me instruye para que le entregue todo a este último”.
Según la indagatoria judicial que se desarrolló en un juzgado del Crimen de San Miguel por los delitos tributarios asociados a Focus, en noviembre de 1992 se realizó una reunión clave en las oficinas que el bufete Edmundo Eluchans y Compañía tenía en el piso 10 de Teatinos 248, Santiago Centro. En ese estudio trabajaba el abogado Héctor Novoa Vásquez, hermano del fundador de la UDI, ex senador y exsubsecretario del régimen militar, Jovino Novoa. En esa cita participaron Jesús Ochoa, Firmino Tavares, Edgardo Bathich, su hermano Antonio, y también el abogado Novoa. Este último, había tramitado la creación de las sociedades que, partiendo desde Panamá, controlaban los negocios del grupo. Y también asesoró en el ingreso a Chile de US$5,7 millones que los dueños de Focus depositaron en el Banco 0’Higgins, del que Héctor Novoa era director. CIPER pudo trazar esa trama luego de cruzar los datos alojados en distintos procesos judiciales relacionados con Focus y que se desarrollaron entre 1992 y 2010.
La causa 128.307 de Santiago tramitó una disputa entre los controladores de Focus por quedarse con las propiedades que, en 2001, seguían a nombre de las sociedades panameñas. En ese proceso figura la declaración de un ex empleado de la empresa. En ella dice que conoció a Firmino Tavares en 1992 en el amplio departamento que Edgardo Bathich tiene en calle Los Leones, Providencia: “Bathich me llama a su departamento ubicado en Los Leones, donde nos reunimos y allí me presenta a un señor de nombre Firmino Tavares, de nacionalidad canadiense, y me dice que Ochoa le debe algo así como 12 millones de dólares, y que la forma de pagarse sería que Ochoa le entregue la empresa”.
¿Desde cuándo y por qué se conocen Bathich y Tavares? Bathich no quiso responder preguntas para este reportaje, a pesar de que le dejamos una carta con preguntas en su departamento, se la enviamos a su número de whatsapp y también a los distintos correos electrónicos que ha utilizado en los últimos años. A través de uno de los abogados que lo ha defendido, Felipe Polanco, mandó a decir que no estaba interesado en participar en este reportaje. A Tavares intentamos contactarlo mediante el abogado que lo defendió en el proceso penal en España, Fernando Mateas, quien luego de remarcar que la condena contra su defendido fue por blanqueo de capitales y no por narcotráfico, dejó de responder.
En las causas judiciales sí figura la versión de Bathich sobre Tavares. Según dijo en un proceso judicial en 2001, se enteró que Tavares y Ochoa participaban en Focus el año 1991, y ahí habría decidido alejarse de la empresa. Ese alejamiento se habría materializado en 1992, luego de que se reuniera con Jesús Ochoa en Ibiza, España, en una casa de Tavares. En ese “Acuerdo de Ibiza”, en el que se dividieron las propiedades ubicadas en Chile y también un departamento en esa misma isla española, aparece como uno de los árbitros entre las partes Ambrosio Rodríguez, hombre de estrecha confianza de Augusto Pinochet.
En esa declaración judicial, Bathich no mencionó sus reuniones con Tavares en su departamento de Los Leones, Providencia, ni la cercanía que mostraba con el canadiense, relaciones que fueron declaradas ante tribunales por varios de los exempleados de Focus. Según los registros de la PDI, entre el 13 y el 15 de noviembre de 1992, Bathich y Tavares viajaron juntos a Argentina. Tampoco explicó por qué escapó de Chile en el mismo vuelo junto a Tavares en diciembre de 1992, cuando se originó el proceso del SII contra la empresa. En su declaración no hay respuesta a la pregunta sobre cómo Bathich recuperó las acciones al portador de las empresas panameñas después del año 2000, cuando Tavares había caído en desgracia en España. Eso consta en bases de datos de Panamá que CIPER tuvo a la vista. El entonces abogado de Bathich, Felipe Polanco, viajó a Panamá para realizar los trámites necesarios.
Las acciones al portador que Tavares obtuvo en noviembre de 1992, en la reunión realizada en la oficina de Héctor Novoa en Teatinos, eran de las sociedades panameñas Focus Investment Corp y Elisse Investment Corp, las que controlaban a Focus Chile. A nombre de esas sociedades estaba la propiedad de Américo Vespucio 01313, sede de la empresa. Pero, también había sido dueña de otro paño, ubicado en Avenida El Bosque entre los números 139 y 155, donde entonces operaban la discoteque Alive, un restaurant, una boutique y una agencia de modelos. Elisse Investment lo compró en 1990 en US$270 mil, y un año después lo vendió a otra sociedad domiciliada en Panamá: Laxi S.A., vinculada a los Ochoa Galvis, en el mismo precio.
Las distintas transferencias de ese cotizado terreno ubicado a metros del fin de la Avenida Providencia y el comienzo de la Avenida Apoquindo, en el límite de Providencia y Las Condes, es una buena muestra de la telaraña societaria con la que el grupo de traficantes de drogas y armas manejó sus negocios en Chile.
Laxi le vendió el terreno a United Trading Motors Corp (UTM) el 1 de octubre de 1992, por 12.500 UF ($112 millones según el valor de ese día). UTM es una sociedad panameña que se constituyó el 14 de mayo de 1986. Edgardo Bathich dijo en los procesos judiciales que el dueño final de esa sociedad era Mohamed Kashoggi, el hijo de Adnan, el famoso traficante de armas. En 2011, ese paño fue vendido por UTM a la chilena Inversiones CEG en $720 millones. Actualmente, allí hay un edificio residencial.
UTM, cuyo representante en Chile siempre ha sido Bathich, ha registrado otras propiedades en el Conservador de Bienes Raíces (CBR) de Chanco y un grupo de parcelas en el CBR de Pucón. También es dueña, hasta hoy, de un estacionamiento en Santiago Centro. Igualmente era dueña del departamento ocupado por Bathich en Los Leones 666. En ese lugar se realizaron reuniones importantes relacionadas con los negocios de Focus Chile y también episodios que nunca han sido aclarados. En 2004 Bathich estaba compartiendo con su sobrino Antonio (el “Momo”), junto a cuatro modelos brasileñas, según publicó La Cuarta, cuando irrumpieron en el departamento un grupo de tres hombres caracterizados como efectivos de la PDI para, supuestamente, secuestrar a Bathich. Este se defendió y de un balazo mató a uno de los intrusos.
En 2018 Bathich traspasó la propiedad de ese departamento, y también de sus lujosas casas en Rapel, a su hija Constanza Bathich. Ambas propiedades por el mismo precio: $148.281.514 por cada una, a pesar de que ese valor es mucho menor del avalúo fiscal de esas propiedades. El departamento de Los Leones está avaluado en $395 millones, y el sitio en Rapel tiene un precio fiscal de $511 millones.
Firmino Tavares volvió a ser procesado en 2008, esta vez por la justicia de su país. Según los registros judiciales revisados por CIPER en Canadá, fue acusado por conspirar para traficar cocaína -al menos 60 toneladas- entre 1996 y 2004, en operaciones desarrolladas en ese país, Estados Unidos, Aruba, Colombia, Cuba, España, México, Panamá y Venezuela (vea el documento con la acusación de la justicia canadiense).
En febrero de 2009 la Fiscalía de Canadá retiró los cargos. La génesis del caso estaba en las declaraciones del narcotraficante colombiano Mauricio Jaramillo Correa, procesado por el envío de 2.072 kilos de cocaína a New Jersey, Estados Unidos. Jaramillo comenzó a hablar cuando fue extraditado a ese país en 2007. En los registros contables aparecieron traspasos de dinero entre él y Tavares, relacionados con la compra de coca para importar a Canadá. En el proceso se habló de 2.154 kilos entre septiembre y noviembre de 2003. Por cada kilo, Tavares y su socio se habrían embolsado US$10.000. En los medios se habló de un cambio en las condiciones en el trato entre la Fiscalía y el narco colombiano, lo que debilitó las pruebas con las que contaba el proceso. Tavares estuvo preso desde junio de 2008 y fue liberado en febrero de 2009.
La única declaración de Tavares disponible en los procesos judiciales chilenos, es una que llegó desde España en el 2000, cuando estaba preso en Mallorca. Con letra manuscrita, se refiere a una demanda que habría interpuesto Bathich en Ibiza para acceder a un departamento que formó parte del acuerdo que firmó con Ochoa, pero cuya entrega nunca se concretó. Tavares dice que no tiene nada que ver en ese pleito, que conoce a Bathich y también al argentino Sergio Ortíz Gavín, quien apareció en Chile en el ocaso de Focus y que, según los ex empleados de la empresa, obedecía órdenes de Tavares e intentó rematar propiedades que estaban a nombre de las sociedades panameñas. Pero, en su declaración Tavares dijo que Ortíz “trabajaba para el señor Bathich”.
Nada dice de los pagos que recibió desde Chile en las cuentas corrientes de la Banca March, identificados en el proceso judicial que lo condenó en España por lavar dinero del narcotráfico. No menciona cuál fue su participación en negocios en Chile, ni cuál es el origen de los US$10 millones que, según declararon ex empleados y directivos de Focus, le adeudaba Jesus Ochoa Galvis. El colombiano tampoco ha declarado en extenso en los distintos procesos judiciales desarrollados en Chile. En ninguna de las causas revisadas por CIPER aparece algún esfuerzo por ubicarlo en el extranjero, aunque su paradero ha sido público en varios periodos.
En 1989, cuando el país se preparaba para el retorno a la democracia, Edgardo Bathich se asoció con una familia de origen colombiano para inyectar recursos a Focus. Según declaró ante la justicia, su intención era desligarse de la empresa poco a poco, por considerar que sus actividades se verían mermadas con el cambio de gobierno.
Bathich se relacionó directamente con los Ochoa Galvis – que se asentaron en Chile comprando propiedades en Lo Barnechea, Providencia, Maipú, en el Lago Rapel, y en Rengo-, y que estaba en el radar de la DEA como posibles narcotraficantes y lavadores de dinero, según pudo acreditar CIPER al revisar documentos secretos de la agencia estadounidense. Nunca existió claridad sobre el origen del patrimonio de los Ochoa, aunque la versión oficial indicaba que en Colombia tenían una finca y empresas exportadoras de frutas, según dijo uno de sus abogados ante tribunales chilenos.
La investigación que desarrolló la justicia en contra de los principales ejecutivos de Focus por delito tributario también produjo la fuga de Jesús Ochoa Galvis, quien abandonó el país el 11 de diciembre de 1992. Con su partida, el colombiano dejó propiedades y empresas agrícolas, de packing y de apicultura fundadas en nuestro país, las que delegó a personas de confianza, como su abogado colombiano Fernando Pelaez Arango y otros allegados.
Antes de escapar de Chile, la mamá de Ochoa, Gabriela Galvis, vivió en una casa en el condominio Golf Lomas de La Dehesa. Esa propiedad estaba a nombre de una de las sociedades panameñas de la familia Ochoa, llamada Folgoso S.A. En 1993, la casa fue adquirida por el abogado Vivian Bullemore Gallardo a cambio de US$360 mil. Un año después, Bullemore se convirtió en ministro integrante de la Corte Suprema, cargo que mantuvo hasta 1999.
A través de Folgoso, los Ochoa también le compraron una propiedad en Reñaca a Gilda Bathich, hermana de Edgardo, en diciembre de 1990. En aquella oportunidad, la sociedad panameña fue representada por el abogado Héctor Novoa, quien se transformó en un puente clave entre los Ochoa Galvis y sus negocios en Chile.
Su relación era tan cercana, que Ochoa y Novoa incluso viajaron juntos al extranjero. De acuerdo con el abogado, entre el 10 y 13 de mayo de 1992, estuvieron en Perú en compañía de su cuñado, Álvaro Urenda: “Esta invitación me la hizo el Sr. Ochoa, quien tenía interés en que yo conociera unas empresas pesqueras de su familia (Atunera Bolivariana y Productos Marinos S.A), manejadas por un amigo de la familia Ochoa, Sr. Lucas de Tramontana”, declaró Novoa en el proceso judicial por los delitos tributarios relacionados con Focus. CIPER rastreó esas empresas en los registros de Perú, y ninguna continúa vigente.
Cuando Bathich volvió a Chile en 1997 -estuvo fuera de Chile desde diciembre de 1992, esquivando la acción de la justicia, escondiéndose por algún tiempo en la mansión que tenía su pariente sirio Monzer Al Kassar, un traficante de armas, en Mallorca, España-, y la guerra entre los antiguos controladores de Focus estaba desatada, soltó un misil respecto de estos contactos: “Tramontana es un conocido enlace entre los colombianos encargados de la cocaína y el lavado de dinero”, dijo en una de sus varias declaraciones judiciales. La veracidad de estos dichos no fue investigada por la justicia.
Además de esas propiedades, los Ochoa adquirieron otra casa en La Dehesa y cinco terrenos en el Lago Rapel, a través de otras sociedades panameñas: Queen World Vacation Corp. y Tircal Holding). La contabilidad de Focus evidencia que los gastos en que incurrió la familia colombiana para habilitar esas casas fueron cargados a las cuentas de la empresa: traslado de palmeras, sistemas de riego, construcción de piscinas, sistema eléctrico, etc. La compañía también pagó el seguro de vida que contrató la mamá de Ochoa, Gabriela Galvis, por US$200 mil además de girar dinero a nombre de su esposa, Marjorie Crespo, y también a sociedades panameñas que no tenían que ver con Focus, como Folgoso S.A. a la que el 26 de diciembre de 1989 le giraron un cheque por US$500 mil.
En los expedientes judiciales revisados por CIPER se da cuenta que mientras Ochoa no abrió cuentas bancarias en Chile, todos sus dineros fueron manejados en cuentas abiertas a nombre de Alex Jacob Neder, quien luego giraba los montos y se los pasaba al colombiano. Los registros también evidencian que el hermano de Álex, Christian Jacob, formó parte de los negocios. De hecho, el permiso de Jesús Ochoa para residir en Chile, lo obtuvo con un contrato falso en la empresa pesquera Chile Food Way, propiedad de Christian Jacob.
Aunque nunca volvió a Chile, Ochoa fue contactado por la PDI y dijo que conoció a Alex Jacob en Miami, en 1987; a Bathich en 1989 o 1990, en Chile, y que su abogado acá era Héctor Novoa.
Con Ochoa fuera del país, sus negocios en Chile quedaron en manos de los hermanos Juan Carlos y Mauricio Gallo Tisnez, y del primo de estos, Juan Carlos Gallo Ospina. Todos colombianos. En el Diario Oficial figura el recambio de cargos en las empresas agrícolas, de packing y la apícola Golden Bee.
Juan Carlos Gallo Tisnez llegó a Chile en diciembre de 1994, según dijo a la PDI, para “supervisar los negocios que un abogado de mi hermano (Fernando Pelaez Arango) me había encomendado realizar”. En su declaración dijo que no tenía una relación directa con Ochoa, y que solo lo conoció en la oficina que Pealez tenía en Colombia. CIPER detectó que eso no es cierto. Además de formar parte de los directorios de sociedades que pertenecieron a Ochoa Galvis en Panamá (como Laxi y Folgoso), Maurio Gallo Tisnez, Pelaez y Jesús Ochoa, fueron directores de Tex Fashion S.A, una sociedad colombiana constituida en 1997, y cuyos registros figuran en la Cámara de Comercio de Medellín. La justicia colombiana acusó a esta empresa, y personalmente a Ochoa, por el delito de “omisión del agente retenedor o recaudador” y por haber “omitido el pago de los dineros recaudados por IVA” entre 2003 y 2006 (vea aquí un documento de ese proceso fallado en 2011)
CIPER rastreó la huella de Jesús Ochoa Galvis luego de su fuga y, además de esta causa, encontró otras 12 investigaciones abiertas en su contra en Colombia, entre 2003 y 2022.
De este grupo de personas, Ochoa no es el único que ha sido asociado a actividades vinculadas con el narcotráfico. El 18 de mayo de 2008, el medio de comunicación Narconews publicó que Pelaez estaba “identificado como uno de los ‘objetivos’ de una investigación conjunta de la DEA y la Policía Nacional de Colombia por narcotráfico que involucra a miembros del Grupo narcoterrorista colombiano AUC (Autodefensas Unidas de Colombia)”. La nota cita un teletipo de 2004 confeccionado por la embajada de Estados Unidos en Bogotá, que se envió a otras cinco oficinas consulares de Latinoamérica y Europa, denominado “Actualización de recientes interceptaciones telefónicas colombianas obtenidas entre octubre y noviembre de 2004”.
CIPER envió un mensaje a Fernando Pelaez Arango al correo electrónico que utiliza en la Universidad de Medellín, donde es profesor, pero no hubo respuesta.
La historia de Frankell Ivan Baramdyka es curiosa. De origen colombiano y con nacionalidad estadounidense, cuando llegó a Chile en 1985 venía escapando de una condena por haber participado en la internación de 1.500 kilos de coca a Estados Unidos. En Chile estuvo cuatro años preso, acusado de giro doloso de cheques, y antes de ser extraditado a norteamérica para cumplir su condena por los delitos narco, concedió una entrevista al periodista Rodrigo de Castro, entonces editor de la revista Análisis. Ahí dijo cosas que en 1993 parecían una locura.
Habló de una red de narcotraficantes compuesta por generales, agentes de la CNI, un hijo de Pinochet y Edgardo Bathich. Dijo que esa red exportaba cocaína a Europa y que él los había ayudado a abrir rutas. Que la cocaína se sacaba de Chile utilizando aviones militares cargados con armas dirigidas a Irán e Irak, que hacían escala en países como Haití y en las Islas Canarias, donde se descargaban drogas.
Cuando fue extraditado de Chile en 1993, se le perdió la pista. CIPER pudo trazar su historia desde entonces revisando las bases de datos de distintos juzgados en Estados Unidos. Y esto encontramos: en 1998 se divorció formalmente de su esposa chilena, en 2003 se cambió el nombre y actualmente aparece como un ejecutivo de una empresa dedicada al transporte marítimo. Ahora se hace llamar de una manera similar a su nombre original, pero con las iniciales I.F. Las identidades cambiantes no son algo extraño en su historia. Cuando aterrizó en Chile lo hizo bajo el nombre de Trinidad Moreno, y en la empresa pesquera que formó en Santiago -Redes del Pacífico-, sus empleados lo conocían como Iván Marino.
Eso no es todo. El proceso judicial desarrollado en Estados Unidos por delitos narco, que CIPER revisó para esta investigación, da cuenta de que algún rol pudo haber jugado Baramdyka en el escándalo Irán-Contra, cuando la CIA vendió armas a Irán -sobre el que existía un bloqueo-, a cambio de que el dinero de la venta se destinara a financiar a la contra nicaragüense, que combatía a los sandinistas. En esas operaciones también participaron narcotraficantes, como acreditó una investigación del Senado norteamericano. El rol de Baramdyka era facilitar el transporte de droga. Para eso arrendaba aviones y recorría aeropuertos sobornando a funcionarios de aduanas. Eso está acreditado en el proceso judicial revisado por CIPER.
En Chile formó la empresa pesquera Redes del Pacífico, en un inicio en sociedad con Federico Silva Pizarro -el empresario que luego llegó a ser presidente de Sonapesca-, quien en 1985 trabajaba en el Consulado Chileno en Los Ángeles. Silva Pizarro abandonó Redes del Pacífico seis meses después de creada la empresa. Según dijo a CIPER, fue porque Baramdyka era muy desordenado con los negocios.
– Él siguió con la pesquera Redes del Pacífico y yo formé otra junto con un socio-, comentó.
Silva agregó que, cuando se suponía que Baramdyka debía estar en la cárcel por giro doloso de cheques, a inicios de los ‘90, un día lo visitó en su oficina en compañía de dos detectives de la PDI: “Lo recibí y me empezó a contar su cuento de que estaba metido con no sé quién de la DEA, y que estaba de agente encubierto. Dijo que los detectives lo estaban ayudando o cuidando. Esa fue la última vez que lo vi”.
Algo de razón tiene Silva Pizarro cuando dice que Baramdyka era un caos financiero, porque en 1987 el Sexto Juzgado del Crimen lo procesó por giro doloso de cheques. En al menos otros cinco juzgados se le abrieron procesos por delitos tributarios. CIPER revisó dos de esos expedientes.
En 1993 Baramdyka le dijo al periodista De Castro que narcotraficantes compraban éter -un precursor para elaborar cocaína- al Complejo Químico del Ejército. Once años después, en 2004, el ministro Sergio Muñoz abrió un cuaderno separado en el Caso Riggs para averiguar si parte del patrimonio de la familia Pinochet provenía del negocio narco y corroboró que el dato sobre el éter aportado por Baramdyka era efectivo.
Antes de partir de vuelta a Estados Unidos, Baramdyka concedió otra entrevista al medio El Periodista. Titulada “Al hijo de Pinochet le conocí en mis negocios como narcotraficante”, en ella afirmó que autoridades de la dictadura lo buscaron para limpiar cerca de US$1.500 millones provenientes del narcotráfico. Además, afirmó que la CNI montó una red para traficar droga hacia Europa: “Estaban utilizando los transportes de armas y de otras cosas para traficar cocaína. Me refiero a Edgardo Bathich, cuyo nombre no creo que sea desconocido en este país. En lo que se refiere a esa parte, yo tuve relación con él”, señaló.
Aunque Edgardo Bathich no estuvo disponible para responder nuestras consultas, desde su entorno dijeron a CIPER que, efectivamente, conoció a Baramdyka. Según el norteamericano, se juntaron unas cuantas veces en un restaurante para conversar sobre redes de distribución de drogas y aseguró que en una de esas ocasiones lo acompañaba Álvaro Corbalán, el exjefe operativo de la CNI.
El desastre en Focus había comenzado cuando uno de los directores, Álex Jacob Neder, le pagó una coima de $20 millones a un fiscalizador del SII para que hiciera la vista gorda con irregularidades que detectó en la empresa, según se acreditó en el proceso judicial. Al fiscalizador se le abrió el apetito y volvió a la carga: exigía $200 millones, argumentando que las faltas eran muchas. Álex Jacob decidió denunciarlo a la policía y se desató la tormenta. Ahí vino el allanamiento, la huida y el derrumbe de la empresa.
La investigación judicial que comandó el entonces ministro de la Corte de Apelaciones de San Miguel, Humberto Villavicencio (ya fallecido), solo persiguió delitos tributarios. En esos días en Chile no estaba tipificado el lavado de activos, que fue la sospecha eterna que tuvo Villavicencio cuando revisó los antecedentes de Focus y de sus controladores. ¿De dónde salieron los US$5,7 millones que ingresaron a través de contratos de inversión extranjera?
La huella se perdía en Panamá, porque esos dineros ingresaron a Chile a través de las sociedades Focus Investment Corp y Elisse Investment Corp, ambas creadas el 9 de noviembre de 1989 por gestiones del abogado Héctor Novoa. Las dos eran sociedades de acciones al portador, lo que quiere decir que el dueño será quien tenga las acciones en su poder. De esa forma, resulta imposible establecer quién es el beneficiario final. De hecho, hasta hoy Bathich no ha transparentado a todos los inversionistas a los que dijo representar en el negocio.
Al único inversionista que Bathich siempre reconoció en las declaraciones judiciales que prestó ante juzgados de Santiago y San Miguel, fue Mohamed Kashoggi. Pero en esas mismas declaraciones también dijo que había otros inversionistas, “que prefiero mantener en reserva”.
Álex Jacob dijo en una indagatoria que otro de los inversionistas era Monzer Al Kassar, el pariente sirio de Bathich que estuvo avecindado en Argentina -donde protagonizó un escándalo por su cercanía a la familia Menem y la rapidez con la que obtuvo pasaportes para él y su familia-, que a fines de los ‘80 era considerado el rey de Mallorca. Desde 2007 Al Kassar está preso en Estados Unidos, luego de que la DEA le tendiera una trampa infiltrando a sus agentes como supuestos compradores de armas para las FARC colombianas. Al Kassar es otro de los traficantes de armamento con los que Bathich se relaciona.
Ante el Comité de Inversiones Extranjeras el abogado Héctor Novoa Vásquez aseguró que el inversionista era Ahmed Al-Jarallah, un empresario kuwaití. Pero, según se desprende de las indagatorias desarrolladas en juzgados de Santiago y San Miguel -por delitos tributarios y luego porque los controladores de Focus se disputaron lo que quedó del negocio-, al inicio el 50% de las acciones las tenían los Ochoa Galvis y el otro 50% el grupo de inversionistas representados por Bathich. Eso, según lo que declararon Bathich, Jacob, Novoa y empleados de Focus. Porque por la naturaleza de las acciones al portador de las sociedades controladoras, no hay certezas.