Los bienes de la familia Pinochet II
05.09.2023
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05.09.2023
Revisa aquí el artículo completo publicado en la revista Análisis el 06.11.1989
«En Chile no hay nuevos ricos. Los que existen lo son desde hace mucho. No hay nadie que haya amasado una fortuna personal o familiar en este régimen«. Declaraciones del general Pinochet a «La Segunda».
El general Pinochet tenía 58 años cuando asumió el poder el 11 de septiembre de 1973 tras un sangriento Golpe Militar. Es la edad en que los hombres de Chile consolidan lo poco o mucho que han acumulado en sus vidas. Es la edad en donde sólo un boleto de Polla o Lotería puede hacerles cambiar la vida radicalmente. Y 16 años de poder absoluto en la familia del general Pinochet giraron sus vidas en 180 grados. Ya nada queda de aquella señora Lucía Hiriart vestida modestamente con popelinas y linos y confecciones de costurera de casa. Ya nada queda de aquel Pinochet que hacía enjuagues con su presupuesto para brindarle pequeñas fantasías a sus hijos: su propiedad más preciada. Las porcelanas típicas de clase media y artesanías de madera que adornaron la casa de Laura de Noeves dieron paso a vajilla con ribetes de oro, a cuadros de pintores famosos, joyas finas y antigüedades, propiedades agrícolas, autos, propiedades en el extranjero, casas secundarias y departamentos. No fue al estilo de un Stroessner o de un Somoza. Todo ese viraje se hizo intentando conservar un aparente equilibrio entre lo ético y lo posible. De allí la admiración sin límites de Pinochet por su yerno Julio Ponce Lerou, el que sin complejos ni temores arremete y de igual a igual le disputa palmo a palmo a la derecha chilena su poder económico. Dos estilos y dos roles para una misma causa: el incremento y cautela del patrimonio familiar.
En la Pascua de 1982, la hija del general Pinochet Inés Lucía Pinochet Hiriart, se dio un hermoso regalo. El Diario Oficial del 24 diciembre registra el inicio de la sociedad “Storil, Intermediadora de Seguros”, en sociedad con su marido Jorge Omar Aravena Vergara. Una nueva actividad se iniciaba.
Julio Ponce Lerou no se queda atrás y forma el 28 de junio de 1983 dos nuevas sociedades: la sociedad comercial “Compañía de Inversiones Agroforestal, FRAJ Limitada”, en sociedad con su hermano Eugenio, y la Inmobiliaria “El Cuadro Limitada”. Pero ya en ese mes de junio las protestas iniciadas en mayo anuncian los escándalos que se aproximan. La actividad empresarial de Julio Ponce Lerou y de Inés Lucía Pinochet Hiriart afectarán gravemente la imagen del general.
El 7 de julio de 1983, un informe de auditoría a las operaciones del Instituto de Seguros del Estado (ISE), ejecutado por la Contraloría General de la República, detecta graves irregularidades en su administración a cargo del coronel (R) Mario Gutiérrez Ugarte, primo del general Pinochet. El informe establece que la intermediadora de seguros “Storil”, de propiedad de Lucía Pinochet, recibió entre enero y mayo de 1983 quince millones de pesos por concepto de comisiones de seguros contratados por el ISE, contraviniendo normas de la Superintendencia ya que estableció contratos antes de haber sido autorizada para actuar como intermediadora.
Otra empresa intermediadora, “Metrópoli Limitada”, de propiedad de Jorge Aravena, esposo de Lucía Pinochet, recibió en el mismo período doce millones por concepto de comisiones. Al momento de recibir sus beneficios, “Metrópoli” no estaba autorizada para actuar como tal. Sin embargo, el coronel Gutiérrez Ugarte le había incluso entregado a Aravena una oficina que el ISE tenía en calle Agustinas.
La Contraloría, además, estableció que la empresa de Lucía Pinochet se llevó las comisiones de las empresas del Estado como Corfo, LAN-Chile, Enacar, Banco Central, etcétera. En otras palabras: cuestionó un trabajo demasiado fácil. Lucía y su marido recibieron, en cinco meses de 1983, 27 millones de pesos por comisiones del ISE. El instituto estatal había pagado en todo el año 1982, 47 millones de pesos en ese rubro.
Pinochet debió remover de la vicepresidencia del ISE a su primo, coronel en retiro, y debió hacer frente a otro escándalo mayor que se le vino encima. La multiplicidad de cargos de su yerno Julio Ponce Lerou, combinado con su agresiva gestión empresarial en el sur, molestaron a muchos de sus fervientes partidarios, entre ellos Ricardo Claro, y la tormenta llegó hasta los mismos tribunales en medio del vendaval provocado por las protestas.
Para ese entonces, la sociedad «Martell Limitada», sociedad de Ponce con Javier Vargas, ya disponía de tierras: “Tres Palos”, “El Caulle”, “El Manzano” y “Hoyería”. A los supermercados Unimarc les despacha en esa época, desde Osorno, entre dos mil y quince mil kilos de animales frigorizados semanalmente (Revista “Hoy” 323). Entre junio y julio de 1983, el escándalo de Julio Ponce Lerou, “el Yernísimo”, como se lo apodara desde entonces, se hace imparable y éste debió abandonar todos sus cargos públicos.
El 15 de julio de 1983, cuando Ponce está abandonando su cargo de gerente de Corfo, le ofrece al señor Proboste, el ex dueño del fundo “El Pafú” y “Río Bonito”, seis millones pagaderos en seis años a cambio de las letras por quince millones que adeuda (Revista «Hoy» No. 319). Está tranquilo, dos resoluciones judiciales le han dado la razón y tiene los fundos en su poder. Deja la vicepresidencia de la Corfo, la presidencia de la Compañía de Teléfonos y los directorios de Enami, ENAP y Endesa. Debe renunciar por cierto a las remuneraciones que le significaron todas esas designaciones. Lo último que abandona es la presidencia de Soquimich, lo que más siente perder. Se va en agosto de 1983 dejando en un muy buen cargo a su hermano Eugenio Ponce Lerou.
Las protestas y los escándalos atemorizan a la señora Lucía Hiriart. Ella decide tomar un seguro para su casa en El Melocotón. Para esos efectos la propiedad se denominó “Parcela Cordillera” y la casa principal de tres pisos fue asegurada en 700 mil dólares y el mobiliario en 100 mil más. Un dato curioso: aparte de los problemas naturales que consignan esta clase de seguros, éste incluye seguro contra “actos terroristas, explosiones y caída de aviones”. Eran tiempos inestables los que se vivían.
No se pudo establecer si este seguro fue contratado para un nuevo departamento que compra la señora Lucía en Vitacura, frente a Nueva Costanera, a la firma Moller y Pérez Cotapos. La escritura pública fue hecha ante el notario Sergio Rodríguez el 10 de marzo de 1978 y su valor de tasación ascendió a los 200 mil dólares.
La inestabilidad ambiental hizo acelerar el proceso de saneamiento de la propiedad de El Melocotón, y el 22 de diciembre de 1983 el general Pinochet le compró finalmente al comandante Ramón Castro, su secretario privado, los tres terrenos que éste había comprado a su vez al Fisco. Todo quedó legalizado en la Notaría de José Valdivieso. Así culminaba la operación compra y venta de El Melocotón, que le significó al Fisco la pérdida de tres millones 200 mil pesos, más los cuantiosos gastos en caminos e infraestructura.
Ponce, lejos de derrumbarse, asume con más bríos su gestión empresarial. En noviembre de 1983 aparece en representación de “una sociedad en formación” postulando a la licitación del predio Santa Ana de Huite, liquidado por el Banco Español en diez millones de pesos.
La familia pasó un merecido descanso de fin de año en la casa “Parcela Cordillera” en El Melocotón, de 606 metros cuadrados construidos con gruesos muros de hormigón de 30 centímetros más tres construcciones adicionales. Todo evaluado en un millón de dólares. Una pregunta quedó flotando: ¿Dónde se ocuparía el préstamo de un millón 800 mil pesos que la Caja de la Defensa Nacional otorgó a su imponente Augusto José Ramón Pinochet Ugarte?
En ese fin de año 1983 Lucía Pinochet también vende una de sus propiedades ubicada en Los Domínicos, calle Mirasol, en aproximadamente 30 millones de pesos, mientras un acontecimiento provoca una febril actividad en la familia Pinochet Hiriart. Muy pronto dejarán atrás las pesadillas y los fantasmas que acechan aún después de reconstruida la casa de Presidente Errázuriz. La nueva casa de los Presidentes en Lo Curro está lista para ser habitada y el traslado se fija para el mes de enero.
Pero, los primeros días de enero trajeron un nuevo temblor para el general y su esposa. Las revistas “Cauce” y “Hoy” entregan amplios detalles de la construcción de Lo Curro con gastos exorbitantes para un país que apenas se repone de una aguda crisis económica. El país entero conoce los mármoles importados y desechados, la descripción minuciosa de cada habitación del “bunker”, de los espejos frente al excusado y la lámpara de lágrimas, pieza de anticuario, en el baño principal. La mudanza y las recepciones cuidadosamente planificadas deben ser anuladas indefinidamente.
El 10 de abril debía aparecer en Revista “Cauce” un reportaje de la autora de estas líneas sobre la casa de El Melocotón, con la historia completa de las compras, expropiaciones, reventas y el papel de intermediario del comandante, hoy general, Ramón Castro Ivanovich. El Estado de Emergencia, más el “Bando No. 2” de censura previa, impuestos horas antes de su publicación, impidieron que la revista saliera a la circulación. Pero la tormenta no se pudo controlar y el escándalo se desató en todo el país. Veinticuatro personalidades denunciaron estas irregularidades ante los Tribunales de Justicia. Entretanto, con la prensa opositora silenciada, Pinochet aprovechó para hacer donación al Ejército de la franja que primitivamente fuera del Fisco y que fuera a parar a las manos de Pinochet gracias a la intermediación del hoy general y director del Banco del Estado, Ramón Castro. La donación se hizo el 23 de abril de 1984 y, 24 horas más tarde, una copia de la operación traspasaba las espesas murallas del “bunker” y llegaba hasta la casa de una redactora de “Cauce”. Ya no se podía confiar en nadie.
Para el general Ramón Castro fue una dura prueba, pero ya tenía experiencia. Cuando la señora Erica Schaub Worner, dueña del departamento ubicado en Vitacura No. 7955, reclama por el alquiler impago de responsabilidad de su arrendatario Marco Antonio Pinochet y por el desmantelamiento de éste, fue el entonces coronel Ramón Castro quien debió entrevistarse con ella y aplacar sus iras. Una carta de su puño y letra quedaría archivada junto a la querella en los tribunales.
A los 33 generales que llegaron en rigurosa tenida oficial y correcta formación hasta La Moneda para presentarle su solidaridad al capitán general por la denuncia de El Melocotón, Pinochet con voz entrecortada les expresó: “No tengan ustedes ningún temor, su Comandante en Jefe no ha cometido el más leve desliz en la parte honor u honorabilidad”.
Así como los más íntimos secretos del “bunker” salían a las pocas horas de La Moneda, se supo también que la “Sociedad Ganadera Monasterio”, una filial de la “Sociedad Agroforestal FRAJ Limitada”, de propiedad de los hermanos Ponce Lerou, obtuvo de la Corfo entre 1983 y 1984 dos créditos por un total de 150 mil UF (alrededor de 750 millones de pesos de la época), los que se pagaron con sendos contratos de traspaso de prendas a la Corfo: algunos predios agrícolas y varios centenares de vaquillas preñadas, según consta en los documentos notariales.
Meses después, el 24 de febrero de 1985, Julio Ponce iniciaba una nueva sociedad en su propiedad agrícola “Río Bonito”, la misma que comprara a un señor Proboste…
Ponce no se detuvo. En agosto de ese mismo año disputó en una agitada sesión de remate la licitación de la estancia “Baño Nuevo”, de Aisén, la más grande de la zona, situada a 60 kilómetros de Coihaique. Las posturas se iniciaron en 96 millones de pesos. Ponce aprendió que no siempre se gana. La estancia se la adjudicó Anacleto Angelini con una oferta de 166 millones de pesos. Pero las ofertas del yerno de Pinochet dejaron en claro que éste ya había sepultado su pasado de funcionario público múltiple. Definitivamente, Ponce Lerou hablaba a otro nivel.
Su nueva posición y poder lo llevaron a recuperar la presidencia de Soquimich, la productora más grande de salitre y yodo en el país, cuando ésta fue definitivamente privatizada en 1987. A través de su socio más íntimo, Patricio Contesse, quien ocuparía el cargo de vicepresidente, emprendió una nueva gestión empresarial: la adquisición de una parte importante del paquete accionario de Iansa, otra empresa que presidiera cuando era de propiedad del Estado. Siempre se vuelve a los viejos amores, dicen.
Ese mismo año 1987 el general Pinochet comenzó a escribir sus memorias en su residencia de El Melocotón, rodeado de casi mil libros de historia, que cuidadosamente hizo transportar. Para su óptima inspiración, Pinochet ubicó el diario de vida de José Miguel Carrera, el cual hizo modernizar y reescribir a máquina, en el lugar central de su escritorio. Allí escribe, entre sus más preciados recuerdos; cada cierto tiempo mira las medallas y condecoraciones que ha conservado para sí. Prefiere olvidar que sus presillas de general se las puso en una emotiva ceremonia el entonces Presidente Eduardo Frei Montalva. Quizás sí recuerda que el 23 de agosto de 1973 es Salvador Allende quien lo nombra Comandante en Jefe del Ejército. Ahora, frente a su escritorio, tiene enmarcado al “más grande de los franceses -dice- Napoleón”.
Quizás en él se inspiró cuando afirmó en 1985: “Yo me voy a morir. El que me suceda también tendrá que morir, pero elecciones no habrá”.
Pareciera que Pinochet tiene problemas de memoria. No recordó, cuando justificó sus adquisiciones con los derechos de autor de “El Día Decisivo”, que éstos fueron donados el día de su lanzamiento a obras de caridad.
Tampoco recordó, cuando se vistió de civil y esbozó una sonrisa gentil para presentarse de candidato, lo que dijera durante la primavera de Jarpa: “¡Déjenlos que dialoguen, señores! ¡Que dialoguen no más! Pero la democracia no sirve para nada. Es como ponerle una vela (de barco) a un acorazado”.
Sus hijas Jacqueline y Verónica Pinochet siguen pensando en bienes más terrenales. Así al menos se desprende de lo que publicó el Boletín de la Cámara de Comercio en marzo de 1988. Las dos habrían importado sendos automóviles BMW 316, autos de cuatro cilindros, dos puertas y techo corredizo, por un costo de diez mil dólares cada uno.
Ponce sí se ocupa del futuro. El 24 de julio de este año anunció públicamente que contribuye financieramente a la candidatura de Hernán Büchi. Hoy, presidente de Soquimich, con su socio más antiguo en la presidencia ejecutiva de Codelco (Patricio Contesse), con una parte de la propiedad de lansa bajo su administración, su hermano Gustavo Ponce de embajador en Japón, asociado al capital internacional más importante y dueño de una cantidad no determinada de tierras en el país, Julio Ponce Lerou notificó del hecho, sonrió satisfecho y nuevamente se sumergió en el silencio.
De los 17 nietos del general Pinochet, cuatro están en la Escuela Militar, uno en la Escuela de Aviación y otro en la Escuela de Carabineros. Respira orgulloso pero no tranquilo. A medida que transcurren los meses de 1989 no encuentra la paz en su casa de El Melocotón, apenas en Bucalemu, donde espera seguir residiendo al conservar la Comandancia en Jefe del Ejército. Por eso, se prepara para atrincherarse al interior de los cuarteles. Son los únicos que le dan tranquilidad. En la Región Militar Austral, adonde acaba de mandar como jefe a su incondicional general Alejandro González Samohod, ha empezado la construcción de una gran vivienda para el Ejército edificada en un sitio aledaño al Club Militar. Tendrá un costo cercano a los 100 millones de pesos y una superficie de 580 metros cuadrados. Rodeado de uno de los más importantes contingentes militares del país, espera encontrar la paz. En Iquique, se supo, también se prepara la construcción de otra casa monumental para el Ejército. En el norte se encuentra una de las dotaciones militares más importantes del país. Entre los dos extremos de Chile Pinochet pretendería capear el temporal que lo atemoriza: Aylwin Presidente.
En la soledad que lo han dejado 16 años de poder absoluto, alejado irremediablemente de sus más antiguos amigos, observa con angustia que el almirante Merino y su familia y el general Matthei y los suyos se preparan para el retiro sin sobresaltos. Las apariciones televisivas de Evelyn Matthei, respetada por oficialistas y opositores, no dejan de provocarle dolor en el alma. Es la imagen misma de su carencia más sentida.
No queda más solución que atrincherarse en los cuarteles y defender a su familia hasta las últimas consecuencias. Esperando quizás que la predicción de la cartomántica “Gula” se haga realidad: “En Chile habrá problemas en 1989, los cuales no alejarán del poder al general Pinochet”.