CORREOS DE LA PANDEMIA II
«Ya no podemos seguir ajustándonos al conteo de fallecidos que realiza el ministro»
18.06.2023
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CORREOS DE LA PANDEMIA II
18.06.2023
Al menos 21 correos electrónicos que circularon entre altos funcionarios del Ministerio de Salud en los momentos más críticos de la pandemia muestran errores e inconsistencias en el conteo de fallecidos, lo que provocaba que se informara al país un número menor de decesos. Los emails revisados por CIPER revelan la preocupación de los técnicos de la cartera por las diferencias entre los datos internos y el registro de fallecidos que llevaba el gabinete del entonces ministro Mañalich, en el que participaban asesores de la Presidencia. Los correos muestran la trama de cómo las diferencias entre la cifra de fallecidos que se reconocía públicamente, y la que se manejaba al interior del Minsal, creció hasta llegar a ser el doble cuando finalmente se transparentó en julio de 2020.
Lee la introducción al especial de los Correos de la Pandemia
El 10 de mayo de 2020 la diferencia en las cifras ya era insostenible. Mientras el entonces ministro Jaime Mañalich comunicaba al país que Chile acumulaba 312 fallecidos víctimas de la pandemia del Covid-19, los registros internos del Ministerio de Salud (Minsal) eran más abultados.
Según un correo electrónico que el martes 12 de mayo de ese año le envió el jefe del Departamento de Epidemiología, Rodrigo Fuentes, a su superiora -Johanna Acevedo, jefa de la División de Planificación Sanitaria (Diplas)-, los equipos técnicos del ministerio tenían problemas para elaborar los informes, porque las cifras que manejaban no calzaban con las que comunicaba el ministro:
“Tenemos el siguiente problema con nuestro informe epidemiológico corto. Ya no podemos seguir ajustándonos al conteo de fallecidos que realiza el Ministro. La diferencia entre la cifra de fallecidos que tenemos en Epivigila vs. la cuenta pública del Ministro sigue aumentando. Específicamente no podemos hacer la tabla 4 del informe (y varios otros gráficos y tablas que ocupan esta cifra y que tenemos a mano), razón por la cual no pudimos publicar el informe ayer hasta no tener claridad de esto”.
CIPER revisó el documento adjunto que venía en ese correo: al 10 de mayo los equipos técnicos del Minsal sumaban 389 fallecidos producto de la pandemia, mientras que ese día se dieron a conocer públicamente 312 decesos. Una diferencia de 77 personas muertas.
La respuesta al correo de Rodrigo Fuentes la envió ese mismo martes 12 de mayo Johanna Acevedo a las 20:03. Esa respuesta la encontró CIPER en una carpeta de emails eliminados de las casillas electrónicas a las que accedimos vía Ley de Transparencia. Y aunque el archivo intentó ser borrado, quedó el respaldo en el servidor que utilizaba el Minsal. “Solicito urgente enviar la planilla de fallecidos para poner al día los datos”, escribió Acevedo.
El 13 de mayo, un día después de recibido el correo, el Minsal informó un total de 346 fallecidos. La diferencia entre la cifra pública y la interna no dejaría de aumentar, al menos hasta dos meses después -ya con Mañalich fuera del Minsal-, cuando el 17 de julio se agregaron 1.057 decesos que públicamente no se habían informado. Ese cambio en las cifras fue consecuencia de una de las primeras medidas adoptadas por el nuevo ministro Enrique Paris, después de que CIPER, el 13 de junio de ese año, publicó un reportaje que mostraba que las cifras de fallecidos que el Minsal enviaba a la Organización Mundial de la Salud (OMS) eran muy superiores a las que se informaban a diario al país. Mañalich renunció al ministerio 12 horas después de publicado ese artículo.
CIPER accedió, vía Ley de Transparencia, a 72.000 emails de las casillas de los exministros de Salud, Jaime Mañalich y Enrique Paris; de la exsubsecretaria Paula Daza; de la entonces jefa de la Diplas, Johanna Acevedo; del epidemiólogo Rafael Araos y del exjefe del Departamento de Estadísticas e Información (DEIS), Carlos Sans. Este es el primero de una serie especial de reportajes llamado Correos de la Pandemia.
Para la elaboración de este reportaje detectamos 21 correos electrónicos donde se advertía a las autoridades que había problemas con las cifras de fallecidos. No solo el número de decesos que se conocía públicamente era inferior al que manejaban los equipos del Minsal, sino que el sistema Epivigila -donde los equipos médicos de hospitales y clínicas reportaban los contagios- presentaba fallas. Ese sistema era uno de los pilares del conteo que llevaba el Minsal. Hubo casos donde personas que habían muerto producto del Covid-19 aparecían vivas en Epivigila, u otros en que los registros estaban duplicados.
La Contraloría dio cuenta de algunos de estos errores. En un informe publicado a mediados de agosto de 2020, señaló que el 10 de junio de ese año el Minsal comunicó públicamente que los fallecidos por la pandemia en Chile llegaban a 2.475, a pesar de que los registros del DEIS indicaban que los decesos relacionados al Covid, a esa fecha, ascendían a 4.675, casi el doble.
Los exministros Jaime Mañalich y Enrique Paris, y la exsubsecretaria Paula Daza, no quisieron responder preguntas para este reportaje.
Mientras Paris y Daza se negaron desde un comienzo, Mañalich primero solicitó que le enviáramos preguntas por escrito. Cuando lo hicimos, nos dijo que para responder necesitaba que le entregáramos copias de los correos para analizarlos. Le explicamos que no era posible, porque -aunque el Minsal nos entregó los correos tras aplicarles un software que tarjó los datos sensibles- muchos de los emails de igual forma contienen información que puede afectar la privacidad de las personas mencionadas en ellos y nuestra decisión editorial es evitar la circulación de esos mensajes para proteger esos datos. Pero, le ofrecimos juntarnos y mostrarle los correos que servían de base para nuestras preguntas. Sin embargo, el exministro no aceptó. Retrasamos la publicación de este especial de reportajes para contar con la versión de las exautoridades del Minsal, pero eso no fue posible.
Quien sí respondió a nuestras preguntas fue el jefe del Departamento de Epidemiología durante el primer año de la pandemia, Rafael Araos. A juicio de él, aunque se cometieron algunos errores, nunca hubo mala intención por parte de los directivos del Minsal. Y subrayó que el trabajo del ministerio fue destacado a nivel mundial:
– El proceso de entregarle a la población información diaria y confiable, requirió de un periodo de aprendizaje. En ese periodo, hubo interacciones con ideas, con rechazos a las propuestas, con reuniones y muchas otras cosas que no están en los correos. Por lo tanto, lo único que yo les puedo decir es que esa es mi verdad del proceso de reportería de fallecidos, que fue, de alguna manera, celebrada por todo el mundo. Ustedes van a encontrar, como en cualquier trabajo o cualquier definición, posiciones distintas y decisiones que se revierten. Porque era muy difícil y requería llegar a consensos, y eso fue lo que se hizo entre mayo y agosto.
– ¿Nunca hubo una mala intención, como dijeron algunos dirigentes políticos?
– Yo pasé de trabajar, tener una vida tranquila, al peor periodo de mi vida. Y mucha gente hizo lo mismo. A mí me tocó ahí, a otros les tocó en las UCI, a ustedes les tocó reportear. Es evidente que hubo mala intención en las críticas de muchas personas, hubo errores, aprovechamientos. Científicos, cuando uno hace lo que se llama un estudio ecológico, que es una correlación entre un evento y otro, el decir que eso es una verdad y presionar para que se tomen decisiones en base a ese tipo de evidencias, es incorrecto. Y eso ocurrió durante toda la pandemia. Decían ‘hicieron esto, y subió esto’, eso es absoluta mala intención, se denostó el trabajo de las entidades técnicas del ministerio en forma muy dolorosa. Hay gente que hasta el día de hoy no puede dormir recordando lo que fue el manejo de la pandemia, porque fue muy desagradable. El trabajo que se hizo fue un trabajo de joyería, se publicó en las mejores revistas del mundo. Y, a propósito, se dejó de hacer. Hace tres meses si ustedes se meten al sitio de ciencias no van a encontrar ninguna actualización en los números de Covid. Y seguimos teniendo, pocos, pero seguimos teniendo, casos de hospitalizados y muertos. Evidentemente hubo un aprovechamiento de la pandemia para dañar al gobierno.
Oficialmente, el primer caso de Covid-19 en Chile se notificó el 3 de marzo de 2020, aunque existen registros en los correos de que los primeros contagios podrían haber ocurrido un mes antes (vea el reportaje de CIPER). El 18 de marzo de ese año el entonces Presidente Sebastián Piñera declaró el estado de excepción constitucional de catástrofe, al tiempo que los contagios se multiplicaban. El país venía saliendo de la revuelta y la crispación contra la administración de Piñera se evidenció en una dura oposición social y política al manejo de la pandemia. Hasta hoy es tema de discusión si una gestión distinta podría haber reducido el número de fallecidos, por ejemplo.
Según la información oficial, al 15 de junio de 2023 más de 5,2 millones de personas se han contagiado en Chile y los muertos suman 61.559. Según los cálculos de la Universidad John Hopkins, Chile ocupa el tercer lugar en el mundo en cuanto a fallecidos por cada 100 mil habitantes, solo por detrás de Perú y Estados Unidos. Ese dato hay que tomarlo con cautela, porque no son pocos los países que no tienen un buen sistema de reportería de casos.
En los primeros meses de la pandemia -marzo, abril y mayo de 2020- la situación parecía controlada. Bajo la gestión de Jaime Mañalich los hospitales rápidamente habían aumentado sus camas UCI y reconvirtieron con éxito sus equipos médicos para atenderlas. Además, se consiguieron suficientes ventiladores mecánicos -que a esas alturas se peleaban en todo el mundo- para equiparlas. El contraste con las noticias que llegaban desde otros países, sobre centenares de fallecidos por falta de atención, era evidente. En ese contexto la administración de Piñera lanzó una ofensiva para reducir las restricciones, luego de que se decretaran las primeras cuarentenas.
A fines de abril de ese año las autoridades comenzaron a hablar de “retorno seguro” y “nueva normalidad”. Incluso, la subsecretaria Paula Daza invitó a la población a “tomar café” con amigos. Y el ministro Mañalich dobló la apuesta: “Puede ser ir a tomar una cerveza, comer una empanada”. Se intentó reimpulsar el comercio con la icónica reapertura del centro comercial Apumanque -aglomeraciones incluidas- y comenzó la presión por el retorno paulatino de los escolares a clases. Pero, eso duraría poco.
A fines de mayo la situación de la pandemia en Chile era de vértigo. Los casos no dejaban de aumentar, al igual que las críticas sobre el gobierno. En la segunda semana de junio la televisión mostraba los estacionamientos de los hospitales repletos de ambulancias con pacientes que recibían oxígeno al interior de los vehículos de emergencia y que no podían ser ingresados por falta de camas. El alza en los contagios, y por añadidura, del número de fallecidos, obligó al regreso de la cuarentena total en la Región Metropolitana. Fue en esos días que al interior del Minsal se agudizaron las diferencias entre las cifras que se daban a conocer públicamente, con las que manejaban los equipos técnicos.
En la investigación penal que comanda la Fiscalía, proceso que sigue abierto, declaró la entonces jefa de la División de Planificación Sanitaria (Diplas), Johanna Acevedo. Allí indicó que el gabinete del ministro Mañalich utilizaba un sistema propio de conteo de fallecidos, y que esas cifras no calzaban con la que manejaba el equipo técnico del Minsal:
– Hubo varias metodologías. La primera de Mañalich generó una brecha con respecto a la reportería que nosotros llevábamos, después se elaboró un sistema diferente de cruzar bases de Registro Civil con laboratorio, pero tampoco corresponde a la forma correcta, porque hay un proceso de recodificación de la causa de muerte que hace DEIS más allá del resultado de PCR, por si esa muerte no es atribuible al Covid.
Los correos electrónicos revisados por CIPER confirman la versión de Acevedo ante la Fiscalía. En su declaración Acevedo también indicó que las cifras reales de fallecidos tampoco eran informadas al Consejo Asesor, el organismo donde también participaban especialistas que no trabajaban en el Minsal: “Los datos públicos son los que anunciaba el Ministro, en eso teníamos una indicación clara de qué era lo que se podía informar públicamente y compartir con la Submesa de Datos o el Consejo Asesor” (vea reportaje “Actual jefa de Planificación Sanitaria del Minsal también declaró que se rebajaba cifra diaria de contagiados”).
El jueves 21 de mayo de 2020, Johanna Acevedo le envió a Mañalich un archivo Excel con el cruce de los fallecidos registrados en Epivigila versus los que tenían contabilizados en el gabinete del ministro.
Hasta entonces, las cifras públicas se elaboraban entre el gabinete de Mañalich -comandado por Itziar Linazasoro-, y asesores directos de la Presidencia que habían sido enviados en misión especial al Minsal. Para ello utilizaban los reportes que recibían desde los laboratorios (para saber si una persona estaba contagiada), los datos que enviaba el Registro Civil con la inscripción de los fallecidos, y los informes que periódicamente les entregaban las seremis. Solo incluían en la lista a personas con PCR positivo y que además en su certificado de defunción apareciera escrito “Covid-19”. En cambio, los expertos del ministerio trabajaban una base de datos basada en el software Epivigila, el que se alimentaba de los reportes que realizaban los equipos médicos de hospitales y clínicas.
A esa fecha, 21 de mayo de 2020, nueve días después de que el jefe de Epidemiología alertara a Acevedo de que no podían “seguir ajustándose” a las cifras que comunicaba el ministro, la brecha de fallecidos no informados no paraba de crecer.
Si al 10 de mayo el equipo de Epidemiología del Minsal anotaba 77 fallecidos más que los que se habían transparentado, al 21 de mayo la diferencia era de 190 muertos.
“Estimado Ministro: según lo solicitado se adjunta análisis del cruce de base de datos de fallecidos (Gabinete/EPI), deje solo lo pendiente. Saludos cordiales”, escribió Acevedo a las 11:21 de ese día.
Esa información también le llegó a uno de los asesores de mayor confianza del expresidente Sebastián Piñera: Benjamín Salas Kantor (hijo de la exministra del Deporte, Pauline Kantor). Tres minutos antes de que Johanna Acevedo le enviara la información a Mañalich, escribió otro correo con el mismo archivo adjunto. Entre los destinatarios aparecen Benjamin Salas, Elvira Tagle (jefa de gabinete de Paula Daza) y Rafael Araos, quien ya ocupaba un puesto relevante en el Departamento de Epidemiología del ministerio.
En el documento adjunto (“defunciones no informadas al 20.05.2020”) se especifica que de los 190 fallecidos que no se habían dado a conocer, 133 contaban con un examen PCR positivo, 23 con uno negativo y 34 estaban a la espera del resultado de laboratorio. Aunque, por motivos clínicos, todos eran considerados víctimas de la pandemia. También se detalla que en marzo no hubo brecha en las cifras entre el conteo de Epivigila y el que realizaba el gabinete de Mañalich, pero que en abril la diferencia fue de 15 y en mayo se disparó a 175 casos.
Mientras los equipos técnicos del Minsal trabajaban con sus bases de datos, el círculo de confianza del ministro Mañalich y la subsecretaria Daza generaban su propio reporte, que era el que se hacía público. Así consta en un email enviado el 31 de mayo por Elvira Tagle, la entonces jefa de gabinete de la Subsecretaría de Salud Pública, a los asesores más cercanos de la plana mayor del Minsal, y que luego Itziar Linazasoro -jefa de gabinete de Mañalich-, reenviaría cinco minutos después al entonces ministro.
En el documento adjunto de ese correo se entregan los detalles de las 59 muertes que se reportarían al día siguiente. Para incluirlas consideraron que cada uno de los fallecidos tuviera un examen PCR positivo y además que se mencionara “Covid-19” en el certificado de defunción (revise aquí ese documento). Un criterio restrictivo que operaba desde el inicio de la pandemia para el conteo que realizaba el gabinete del ministro.
Pero el organismo del Minsal encargado de las estadísticas es el DEIS, el que desde un principio tenía su propio conteo y se ceñía al estándar de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que incluía a los fallecidos probables. Cuando Jaime Mañalich renunció a su cargo el 13 de junio de 2020, rápidamente el nuevo ministro Enrique Paris ejecutó uno de los cambios que venían solicitando los expertos reunidos en el Consejo Asesor: reportar los casos probables de muertes atribuidas al Covid, compuesto por personas que no tenían un examen PCR positivo, pero que su cuadro clínico podía atribuirse al coronavirus.
El 17 de junio esa cifra se transparentó y el resultado fue que los fallecimientos relacionados con la pandemia ascendían a 7.153. Casi el doble de los 3.615 que había reportado el Minsal en su informe diario, que aún conservaba el criterio de solo contar los decesos que aparecieran con un PCR positivo y que en el certificado de defunción se mencionara “Covid-19”.
A las 00:24 del 13 de junio, CIPER publicó un reportaje que reveló que considerando a los fallecidos probables, la cifra de decesos relacionados con el coronavirus en Chile sobrepasaban los 5.000, muchos más que los 2.870 que reconocía el Minsal hasta ese día. Ese reportaje también contó que la cifra total se estaba reportando a la OMS, pero que públicamente no se transparentaba (lea aquí “Minsal reporta a la OMS una cifra de fallecidos más alta que la informada a diario en Chile”). Doce horas después de esa publicación Mañalich dejó el ministerio y el debate público que originó el reportaje fue clave para que se transparentaran las cifras.
Aunque el Minsal reconoció el envío de la información a la OMS, en la comisión investigadora de la Cámara de Diputados que indagó el registro de las defunciones asociadas al Covid-19, el entonces jefe del Departamento de Epidemiología de la cartera, Rafael Araos, descartó esa información en la declaración que prestó el 5 de octubre.
– A la OMS, quiero ser súper claro, nunca se le ha enviado información distinta. Hay un reportaje de CIPER, donde dice que a la OMS se le informaba acerca de los fallecidos probables. Yo no sé porqué se interpretó de esa manera, porque la verdad es que jamás se ha enviado ninguna información que no sea la que está disponible públicamente para todo el país.
La versión entregada por Araos ante una instancia formal del Congreso contrasta con los antecedentes que aparecen en numerosos emails revisados para este reportaje.
En los correos revisados por CIPER hay registros de conversaciones entre autoridades del Minsal y representantes de la Organización Mundial de la Salud (OMS), y en ellas queda en evidencia que el exministro Mañalich autorizó el envío de los casos “probables” antes de que estos se hicieran públicos.
El miércoles 10 de junio de 2020 aparece un email en la casilla de la exsubsecretaria Daza con el siguiente asunto: “URGENTE Y SENSIBLE SOBRE REPORTE DE CASOS SOSPECHOSOS”. Y aunque el emisor y el destinatario fueron censurados por el software del Minsal que ocultó datos personales en los correos, en el cuerpo del mensaje queda claro el tema que se toca:
“Estimados: En Chile hay mucho conflicto mediático con tema datos y cumplimiento con recomendaciones OMS. Me informó (nombre tarjado) que hace pocos días, a solicitud del CNE Chile (Centro Nacional de Enlace) y con el OK de la sede, se dejaron de informar los sospechosos y descartados”.
Posteriormente, en el mensaje se plantean las siguientes preguntas: “¿Hubo un intercambio de correos? ¿Qué hace la OPS (Organización Panamericana de la Salud) o la OMS con la información de sospechosos, probables y descartados? ¿Cuántos, o qué proporción, de países informan casos probables?”.
Entre los directivos del Minsal también había dudas. En la carpeta de correos borrados por Johanna Acevedo hay registro de una breve conversación bajo el asunto “informe OPS/OMS” con un profesional de Epidemiología, Rodrigo Fuentes, el martes 12 de mayo:
“Ayer me enteré por (nombre tarjado) que ya no se estaban informando los fallecidos a OPS/OMS. El RSI (Reglamento Sanitario Internacional), que es Ley de la República, mandata a los estados miembros a informar de esto. Este es un tema delicado que tenemos que discutir”, escribió Fuentes.
La jefa de la Diplas respondió con un escueto: “No sé de qué estás hablando?”. En todo caso, la información sobre los fallecidos probables volvería a reportarse. Eso se confirma en una cadena de correos entre la jefa de la Diplas y el ministro Mañalich.
“A la OPS desde luego hay que enviarlo”, fue la orden del entonces ministro ante la solicitud de la OMS de entregar las cifras de casos probables. La respuesta del exministro quedó plasmada en un correo enviado el viernes 12 de junio de 2020 a las 15:50 a Johanna Acevedo, quien le respondió: “Así lo haremos a partir de hoy”.
Acevedo le había escrito unos minutos bajo el asunto “Casos Probables_OPS”:
“Estimado Ministro:
Junto con saludar, la OPS está pidiendo formalmente incluir los casos probables en el reporte diario que les mandamos. Como este dato aún no es público solicito su V°B° para compartir la información”.
El Equipo de Influenza del Departamento de Emergencias en Salud/OPS lo había pedido al Centro Nacional de Enlace de Chile, y a Johanna Acevedo: “Amablemente les solicitamos pudieran también incluir ese reporte nominal de casos probables -además de los confirmados- en los futuros linelist enviados por este medio”.
En una cadena de correos alojada en la casilla electrónica de Rafael Araos -fechada el 5 de junio de 2020 y con el asunto “registro fallecidos DEIS”-, figura un comentario donde él indica que desde la OMS le estaban pidiendo la cifra de fallecidos probables en Chile: “La gente de la OMS me dijo que para el reporte había que incluir confirmados y probables… bueno, lo dijeron indirectamente, te copio la respuesta en otro correo”.
Posteriormente reenvió una cadena de correos en conversación con la OMS, sobre la calificación de fallecidos. En ésa cadena de correos también aparece respondiendo Ximena Aguilera (actual ministra de Salud) “Muchas gracias (nombre tarjado), me queda claro que OMS pide notificación para fines de vigilancia de fallecidos los casos confirmados y los probables. Saludos, XImena, Especialista en Salud Pública Directora Centro de Epidemiología y Políticas de Salud – CEPS”.
Además, el mismo 5 de junio el Equipo de Influenza, de la Unidad de Gestión de Amenazas Infecciosas del Departamento de Emergencias en Salud/OPS envió un correo al Centro de Enlace del Minsal con una serie de preguntas acerca del seguimiento epidemiológico relacionado con Covid-19, en el que estaba copiado Araos. Allí consultan si existe la definición de caso probable en el país, cuál es la definición y si éstos casos se incluyen en los reportes de los confirmados o quedan como sospechosos. El 8 de junio el Equipo de Enlace pidió un mayor plazo para responder las consultas.
Cuando en junio de 2020 CIPER le consultó al Minsal si es que la cartera le enviaba la cifra de fallecidos probables a la OMS, la respuesta del equipo de comunicaciones del ministerio fue positiva.
La información se enviaba desde Chile a través del Centro Nacional de Enlace, que funcionaba al interior del Minsal y que estaba a cargo de Patricia Salvado, que formaba parte de los expertos del Departamento de Epidemiología.
El 11 de junio, Luis Fernando Leanes, representante de la OPS/OMS en Chile, le envió un correo a Paula Daza en “seguimiento” a una consulta telefónica realizada por la subsecretaria. El mail escrito bajo el asunto “Sobre reporte de casos COVID probables a la OMS”, explicaba qué datos eran los que Chile enviaba al organismo internacional para realizar la vigilancia epidemiológica.
Aclaró que en mayo de 2020 los departamentos de Epidemiología del Minsal y sus contrapartes de la OPS/OMS analizaron si “los fallecidos con COVID como causa concomitante y (b) los fallecidos con COVID con resultado de laboratorio pendiente eran registrados y notificados a la OMS a través de la OPS. Eso se corroboró y no hubo observaciones”.
En su segundo punto, Leanes escribió:
“El 4 de mayo pasado expertos y asesores del MINSAL y sus contrapartes se reunieron para revisar varios puntos y se inició el análisis de la pertinencia de reportar casos probables y especialmente los fallecidos. No hubo observaciones. Al contrario, los expertos de la sede de OPS/OMS han destacado el celo de Chile por contar con información completa”.
También aclaró que la OMS sólo publicaba datos de casos confirmados por laboratorio, pero, qué “recomienda para los fines de vigilancia reportar también los casos probables. Los totales y los fallecidos. Esos datos por ahora no se publican«.
Respecto a los datos enviados por Chile, explicó que “incluye contactos, sospechas, descartados, confirmados y probables (sospechas con diagnóstico sin concluir). Se envía por correo electrónico a diario”. Agregó que en mayo “se acordó que en el email diario de Chile sólo se incluyan los casos confirmados por laboratorio que son los únicos que la OMS pública. No hubo ninguna solicitud en distinto sentido hasta la fecha”.
Por último señaló: “Sobre su consulta sobre qué, o cuántos, países, además de Chile, informan casos probables la he formulado y a la brevedad espero responderle”.
Desde la OMS no respondieron las preguntas enviadas por CIPER para este reportaje. Una de ellas buscaba precisar la fecha exacta en que comenzó la entrega de datos desde Chile, y saber en qué momento Chile comenzó a reportar el número de fallecidos probables.
El lunes 25 de mayo de 2020, Paulina Leighton, integrante de la Oficina de Inteligencia Sanitaria del DEIS, envió un correo a Rodrigo Fuentes (de Epidemiología) bajo el asunto “Revisión base Epivigila con Defunciones” que alertaba sobre otra anomalía que alteraba el número de decesos que se registraban. En el mensaje informaba que en el sistema Epivigila personas que ya habían fallecido aparecían como pacientes aún vivos. Tras la revisión de fallecidos confirmados, sospechosos o descartados de Covid-19, decía el correo, en “Epivigila, existe un 76% (dato tarjado) de casos fallecidos que no están consignados como tal en la base de datos”.
“De acuerdo a lo conversado con mi jefe (dato anonimizado), envío listado de personas fallecidas a la fecha y que están con estado del paciente como vivo. Esta información esperamos sea de utilidad para la limpieza y validación de la base de Epivigila”, cierra ese email.
Johanna Acevedo respondió a ese correo preguntando si la base de datos la podían “cruzar con la base de laboratorio” (que contenía los resultados de los PCR). Carlos Sans -entonces jefe del DEIS- indicó que “la base de laboratorio no se nos ha actualizado hace dos semanas” y que esperaba que se pudiera actualizar al día siguiente. Según Acevedo, la información había sido entregada en detalle a través de un pendrive, pero Sans insistió en que no era así “por él volúmen de datos” y que “dado que es un proceso que debiera ser diario, se habilitó un SFTP (un protocolo de transferencia segura de archivos, para hacerlo de manera virtual) para que se deje el archivo y se procese”.
El jueves 28 de mayo de 2020, Rodrigo Fuentes, del Departamento de Epidemiología, le escribió a Johanna Acevedo y a Rafael Araos, y allí reconoció que podían haber más registros sin coherencia interna, y también datos duplicados:
“El análisis que hizo DEIS efectivamente obedece a una evaluación de la calidad de los datos que hace rato debiésemos haber hecho, pero que por tiempo no hemos podido concretar. Estoy seguro que si revisamos con detalle, hay muchos registros que no tienen coherencia interna (por ejemplo, casos descartados con PCR positiva). Este fin de semana quiero hacer un análisis exhaustivo de la base completa (si el tiempo me lo permite y mi PC también) para detectar todas estas incongruencias en los datos. Estoy seguro de que van a ser muchos registros con información que necesita ser corregida, y dependemos de que las SEREMI puedan apoyar en este proceso, pero dudo que lo hagan, aunque se los enviemos (hemos detectados casos duplicados por semanas que aún las regiones no han eliminado). Hay que ver alguna estrategia para mejorar la calidad de nuestros datos y la forma rápida para corregirlos”.
Johanna Acevedo respondió:
“Puedes trabajar en esto mañana con (nombre tarjado), necesitamos urgente que la base esté perfecta, favor también escribir cada uno de los procesos que hace cada persona, es probable que venga la contraloría general de la república a evaluar el sistema EPIVIGILA”.
En agosto de 2020 se mantenía el problema de personas que habían fallecido, pero que aparecían vivas en Epivigila. El 4 de ese mes, Carlos Sans (jefe del DEIS) envió dos bases de datos que contenían la información para actualizar el estado vital en el software. Un archivo corresponde a casos confirmados y probables de Covid-19 que habían fallecido, de acuerdo a lo informado por el Registro Civil, y el segundo contenía casos “sospechosos o descartados”.
En el primer documento, “Casos Confirmados Probables o Defunción”, aparecen 762 personas fallecidas que no figuraban como tal en Epivigila. De esos, 636 tenían Covid-19 “confirmada”, 80 casos eran probables y 46 se encontraban en “búsqueda activa”.
En la base de sospechosos y descartados se incluyeron 12.092 casos de fallecidos arrojados por análisis del DEIS. De este grupo, 1.488 figuran en etapa de “sospecha” y 10.604 con covid-19 “descartada”.
Los errores de Epivigila fueron la razón dada por el exministro Jaime Mañalich ante la fiscalía, cuando le consultaron por qué su gabinete utilizaba un sistema paralelo para contar los decesos:
– A la plataforma Epivigila no le faltaban decenas, sino cientos de casos que estaban notificados como positivos y no estaban ingresados a Epivigila, por lo que se recurrió a crear una plataforma accesoria con los informes de los laboratorios (…). Se produjo un enorme desfase entre las fechas de fallecimientos, el número de fallecimientos y lo que tenía registrado Epivigila. Es por eso que en el uso de la alerta sanitaria y las atribuciones de la Subsecretaría de Redes Asistenciales, se les pidió a los seremi que adicionaran un informe de fallecidos diarios (…). Aquí no hay un reporte diario del ministro de Salud como mejor le plazca, todo tenía que ser explicado con mucho detalle, no hubo registro paralelo, ni sui generis , lo que hubo fue un registro manejado por Epivigila, que necesitó ser complementado con otras fuentes de información-, indicó Mañalich ante el 7° Juzgado de Garantía el 11 de noviembre de 2020.
En julio de 2020 surgió una duda al interior del Minsal: ¿Se pueden modificar los certificados de defunción que mencionen Covid luego de que el resultado del PCR fuera negativo? Johanna Acevedo se lo consultó a Jorge Hubner, el entonces jefe de la División Jurídica del ministerio:
“Solicito un pronunciamiento sobre la legalidad e implicancias jurídicas de la reemisión de certificados médicos de defunción, según correos de arrastre. A nuestro juicio, desde el punto de vista técnico, un resultado negativo de PCR no descarta la enfermedad con certeza y deberían primar los criterios clínicos”.
Esto, a raíz de un caso en el que se había cambiado el certificado de defunción, tras un resultado negativo de la prueba, en un hospital no identificado en la cadena de emails. Según reportaron desde un hospital, las familias solicitaban cambiar el certificado de defunción para poder realizar un funeral sin las restricciones que imponía la normativa a los decesos relacionados con la pandemia. La urgencióloga de ese recinto le escribió lo siguiente a Acevedo:
“En el caso que es negativo y en buena hora en el Hospital Regional de (dato anonimizado), debido a las destacadas gestiones de laboratorio y la dirección, es necesario o es obligatorio volver a repetir un certificado de defunción. Pregunto esto, ya que, muchas veces se nos solicita repetir un certificado, para dar la sepultura deseada por familiares y se nos genera un problema, al repetir un documento legal (…) en este caso se volvió hacer un nuevo certificado de defunción”, señaló la profesional.
La respuesta de Hubner fue clara: “En el caso de la certificación de las causas de muerte en fallecimientos relacionados con el COVID-19, siempre debe primar el criterio médico, independiente del resultado de la PCR. Si el médico consideró que el cuadro clínico del fallecido (…) hacía sospechar que el COVID-19 pudo haber formado parte de la cadena de eventos que lleva a la muerte, debe constatarlo en el certificado de defunción. Este documento no se debe cambiar a petición de la familia o si después de emitido llegara una PCR negativa, ya que le repito, debe primar el criterio clínico”, aseguró en el correo.