“Uber Files”. Así se denomina esta entrega basada en una filtración de documentos de la empresa de servicio de viajes sin precedente, la que incluye correos, mensajes de texto, presentaciones internas y otros archivos de 2013 a 2017. Su contenido revela cómo Uber, mientras irrumpía en distintas ciudades del mundo, ponía en jaque a las legislaciones y regulaciones locales, evadiendo impuestos y buscando someter la industria de los taxis concesionados, principalmente, pero también a los defensores de derechos laborales. Los archivos también dejan al descubierto la intensa agenda de lobby que desarrolló la compañía, al tiempo que veía la violencia que sufrían algunos de sus conductores como una “garantía de éxito” en la expansión de sus operaciones. Los “Uber Files” fueron obtenidos por el medio británico The Guardian, quien lo compartió con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigaciones (ICIJ) y otros 42 medios asociados.
Los taxistas estaban provocando un caos en Marsella, la segunda ciudad de Francia.
Volcaron autos, quemaron llantas y cerraron los accesos al aeropuerto y a la estación de tren en protesta contra Uber, la empresa de viajes basada en San Francisco. La acusaban de violar las leyes y la consideraban como una amenaza para su forma de vida.
El martes 20 de octubre de 2015, después de varios enfrentamientos, la procuraduría regional suspendió el servicio más popular de Uber en algunas de las partes más importantes de la ciudad.
Necesitada de un amigo en el gobierno para aliviar la situación, Uber buscó la ayuda de un ex banquero de inversión, quien en paralelo era una estrella creciente en el mundo político francés: Emmanuel Macron, entonces ministro de Economía.
“Lo veré personalmente”, escribió Macron por mensaje de texto al lobista en jefe de Uber en Europa en la madrugada del 22 de octubre. “Mantengamos la calma hasta entonces”.
En la tarde de ese día, la procuraduría revirtió su orden, hazaña que Uber celebró como un triunfo.
“Buena cooperación”, escribió el lobista Mark MacGann a Macron. “Gracias por su apoyo”.
Este mensaje forma parte de más de una docena de comunicaciones inéditas –incluyendo por lo menos cuatro reuniones entre representantes de Uber y Macron– intercambiadas mientras la empresa enfrentaba investigaciones sobre sus operaciones en Francia y buscaba mantener su presencia en ese país, según una filtración de archivos internos.
Estos archivos, los Uber Files, fueron obtenidos por el periódico The Guardian y compartidos al ICIJ y 42 otros medios asociados. La filtración incluye correos, mensajes de texto, presentaciones internas y otros documentos de 2013 a 2017, cuando Uber irrumpía en las ciudades, ponía en jaque a las legislaciones y regulaciones locales, evadiendo impuestos y buscando someter la industria de los taxis concesionados, principalmente, pero también a los defensores de derechos laborales.
Los escándalos y tropiezos de Uber en Estados Unidos, entre ellos el espionaje a funcionarios públicos y la filtración de los malos comportamientos de sus ejecutivos, dieron pie a libros, series de televisión e investigaciones periodísticas.
Los Uber Files revelan la historia, desde adentro, de cómo los ejecutivos de la empresa de viajes compartidos irrumpieron en nuevos mercados y operaron para transformar a Uber de una empresa emergente de la Silicon Valley a un gigante global.
Aunque Uber se presumió como líder de la revolución digital, los archivos muestran que, para impulsar su agenda, adoptó prácticas de la vieja escuela: inyectó montones de dinero en su maquinaria de influencia global para ganarse los favores de políticos, reguladores y otros líderes. Algunos de ellos estaban, a menudo, deseosos de echar una mano.
“Hasta el momento se ven como agresivos”, dijo el primer ministro holandés, Mark Rutte, al fundador de Uber, Travis Kalanick, en 2016, según apuntes de la reunión. “Cambien la forma en que la gente ve la empresa” insistiendo en sus lados positivos, aconsejó Rutte. “Esto les hará parecer tiernos”.
Travis Kalanick, cofundador de Uber (Créditos: Rocco Fazzari, ICIJ)
Esta agresividad, consistente en ingresar en mercados nuevos sin la aprobación de gobiernos, expuso sus conductores a la ira de los taxistas, quienes veían su fuente de ingreso amenazada por competidores que no estaban obligados a jugar bajo las mismas reglas. En Europa, Asia y Sudamérica, taxistas protestaron, acosaron a clientes de Uber e incendiaron los carros de conductores de la empresa.
Algunos ejecutivos de Uber trataron de sacar provecho de la violencia. Hablaron de enviar a la prensa los detalles de un apuñalamiento casi mortal y de otros ataques brutales con la esperanza de dar una mala imagen de la industria de los taxistas, según las comunicaciones filtradas.
Los documentos también evidencian que algunos ejecutivos de Uber buscaron desviar los cuestionamientos sobre sus estrategias agresivas de elusión fiscal, ayudando los países a recolectar más impuestos sobre el ingreso de sus propios conductores.
Los archivos incluyen detalles sobre encuentros formales e informales: un embajador conversando con un inversionista de Uber en una sauna en Finlandia; un oligarca ruso entreteniendo ejecutivos de la empresa con una banda cosaca; o un abogado de la empresa difundiendo un “manual de inspecciones sorpresas” que indicaba a los empleados el camino a seguir en caso de que se allanaran las oficinas de Uber en búsqueda de evidencias de potenciales de conductas ilegales.
Además, los archivos arrojan luz sobre las discusiones internas entre ejecutivos mientras lidiaban con los exabruptos de la estrategia global caótica de Uber.
MacGann describió la perspectiva de Uber sobre su entrada en nuevos mercados como una “tormenta de mierda”, según los documentos.
“Somos tan jodidamente ilegales”, le escribió Nairi Hourdajian, entonces director de comunicaciones globales de Uber, a un colega respecto de los intentos de los gobiernos de Tailandia e India para cancelar los servicios de viaje.
Los Uber Files también muestran que la empresa utilizó tecnologías sigilosas para frustrar investigaciones gubernamentales de manera mucho más extensa que la previamente reportada. Ejecutivos de la compañía activaron un llamado botón de pánico para cortar el acceso a los servidores de la empresa y evitar que las autoridades encuentren evidencias durante los allanamientos a las oficinas de Uber en por lo menos seis países y Hong Kong, según los documentos filtrados y fuentes públicas.
Uno de los fundadores de Uber, Travis Kalanick, ordenó personalmente que se activara este interruptor de emergencia cuando la policía ingresó a las oficinas de Uber en Amsterdam, según muestran los archivos. “Activen del interruptor de emergencia ASAP (abreviación de “tan pronto como sea posible” en inglés)”, ordenó. “El acceso debe ser apagado en AMS [Amsterdam]”.
David Plouffe, quien dirigió la exitosa campaña presidencial de Barack Obama en 2008, y Pierre-Dimitri Gore-Coty, ahora a cargo de Uber Eats, estuvieron enterados de que la compañía activó el interruptor de emergencia para bloquear las investigaciones, según intercambios de mensajes.
Para promocionar su empresa, Uber y una firma de asesoría compilaron una lista de más de mil 850 “actores relevantes” –servidores públicos activos o retirados, think tanks y grupos ciudadanos– que buscaba sembrar su influencia en 29 países y con representantes de instituciones de la Unión Europea, según muestran los documentos.
Uber también reclutó a un batallón de ex funcionarios públicos, incluyendo a varios ex asesores del presidente Barack Obama. También apelaron a funcionarios en ejercicio para cerrar carpetas de investigación, modificar cláusulas de derechos laborales, diseñar nuevas leyes sobre taxis, y alivianar la supervisión de antecedentes de los conductores.
Los archivos muestran que ejecutivos de Uber se reunieron con Macron, con el entonces primer ministro israelí Benjamín Netanyahu, la entonces primer ministra irlandesa Enda Kenny y el entonces presidente estoniano Toomas Hendrik Ilves, entre otros jefes de Estado.
Emmanuel Macron, ex ministro de Economía y actual presidente de Francia (Créditos: Rocco Fazzari, ICIJ)
En 2016, Joe Biden, entonces vicepresidente de Estados Unidos, tuvo una reunión con Kalanick en el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza.
Los mensajes muestran que Kalanick se puso impaciente en una ocasión, cuando Biden llegó tarde. “Le dije a mi gente que le hiciera saber que cada minuto tarde será un minuto menos que tendrá conmigo”, dijo el empresario de 39 años a un colega en un mensaje de texto.
Una vez que Biden llegó a la suite del hotel de cinco estrellas, Kalanick le dio su discurso ya muy aceitado: la empresa de viajes, dijo, estaba transformando ciudades y la manera de trabajar de la gente, todo para mejor.
Biden estuvo tan impresionado, muestran los archivos, que corrigió un discurso que dio más tarde ese día, en el cual celebró el impacto global de la empresa.
Los nuevos archivos exhiben al menos 100 reuniones entre ejecutivos de Uber y altos funcionarios entre 2014 y 2016, incluyendo 12 con integrantes de la Comisión Europea que no se habían hecho públicos.
Ejecutivos de Uber estrecharon relaciones con oligarcas vinculados con el presidente ruso Vladimir Putin a través de ex funcionarios de Estados Unidos y el Reino Unido, y pactaron acuerdos especiales con ellos. Estos oligarcas han sido sancionados posteriormente por gobiernos occidentales, en el marco de la invasión de Ucrania por Rusia.
En todos los nuevos mercados, Uber centraba su discurso en que la empresa estaba transformando la forma de trabajar de las personas. Pero algunos conductores dicen que fueron engañados, que Uber los atrajo a su plataforma con incentivos financieros que no duraron mucho, mientras la empresa aumentaba sus comisiones por cada viaje. Para conductores como Abdurzak Hadj, quien tiene 44 años y trabaja en Londres, ello lo obligó a alargar las jornadas laborales para mantener sus ingresos.
Hadj empezó a conducir para Uber en 2014 y al principio todo marchaba bien. Pero “la alegría solo duró un tiempo muy corto”, dijo a The Guardian.
Poco tiempo después, Uber recortó la comisión de los conductores, lo que redujo el ingreso de Hadj. El hombre, nacido en Somalia y padre de tres hijos, ganaba tan poco que su familia se tuvo que inscribir en los servicios de protección social. Hadj dijo que, a pesar de trabajar entre 40 y 50 horas por semana, ganó menos de 23 mil libras el año pasado.
Jill Hazelbaker, una vocera de Uber, reconoció “errores” y “traspiés” que culminaron hace cinco años en “uno de los ajustes de cuentas más infamante en la historia de las empresas en Estados Unidos”.
Dijo que Uber cambió radicalmente su forma de operar en 2017, después de enfrentar juicios e investigaciones oficiales que desembocaron en la destitución de Kalanick y otros altos ejecutivos.
“Cuando decimos que Uber es una empresa diferente hoy, lo es literalmente: el 90% de los empleados actuales de Uber llegó después que Dara (Khosrowshahi) fuera directora general” en 2017, dijo Hazelbaker en una declaración por escrito. “No hemos ofrecido ni ofreceremos disculpas por un comportamiento pasado que claramente ya no está en línea con nuestros valores actuales”.
Dijo que Uber ya no ha usado el denominado botón de pánico para frustrar acciones regulatorias desde 2017, y que Uber cumple con las leyes fiscales. Agregó: “nadie jamás en Uber ha sido feliz por casos de violencia contra un conductor”.
(Créditos: Rocco Fazzari, ICIJ)
La empresa desestimó cualquier sugerencia de que recibió un trato especial de Macron o su gabinete, e hizo énfasis en que ningún empleado actual de Uber ha sido involucrado en las relaciones con oligarcas rusos.
Kalanick renunció bajo presión en 2017, cuando los inversionistas expresaron sus preocupaciones sobre la cultura laboral en Uber, incluyendo las alegaciones de hostigamiento sexual, discriminación racial y bullying. Permaneció como director hasta finales de 2019.
Cerca de una semana después que la reunión entre Kalanick y Biden, un colega le envió un mensaje para advertirle sobre potenciales actos de violencia en una manifestación de taxistas en Paris y sobre una posible “desobediencia civil efectiva” en respuesta.
“Creo que vale la pena”, contestó Kalanick. “La violencia es garantía de éxito”.
Los abogados de Kalanick dijeron que esta declaración provenía de otra persona o fue fabricada. Negaron que sacó provecho de la violencia de los taxistas para tratar de obtener cambios en las regulaciones en beneficio de Uber.
Dijeron que el otrora director general no autorizó ni participó en ningún esfuerzo para engañar o frustrar la policía u otras autoridades de gobierno.
Devon Spurgeon, vocera de Kalanick, dijo que el ex gerente general de Uber nunca sugirió que la compañía debería aprovechar la violencia en desmedro de la seguridad de sus conductores, y que nunca autorizó “alguna acción o programa que obstruyera a la justicia en algún país”.
Uber, como cualquier otro negocio que opera fuera de Estados Unidos, utilizó protocolos de tecnología para proteger la propiedad intelectual y la privacidad de los usuarios y conductores, y para asegurarse que se respetara el debido proceso durante un allanamiento, aseveró.
Estos protocolos no eliminaron ninguna información, afirmó Spurgeon, y agregó que todas las decisiones sobre su uso fueron analizadas y aprobadas por los departamentos jurídico y regulatorio de Uber.
“Siguiendo con su agenda falsa de que el Sr. Kalanick tuvo una conducta ilegal o impropia, el ICIJ afirma tener documentos que probarían estos hechos, algunos de los cuales tienen casi una década de antigüedad. De manera sorprendente, el ICIJ rechazó rotundamente las solicitudes para revisar cualquiera de esos documentos, lo que exacerba aún más las preocupaciones sobre la autenticidad de muchos de los documentos que dice tener”, sostuvo Spurgeon.
"LA PIRÁMIDE DE MIERDA”
En 2014, Uber ya dominaba el mercado de servicios de viajes en Estados Unidos y aspiraba a conquistar el resto del mundo. Tan solo ese año, repleta de efectivo y de inversionistas como Jeff Bezos y Goldman Sachs, la empresa de apenas 5 años penetró en 31 países. Y provocó crisis regulatorias en cada uno de ellos.
En lugar de pasar por el proceso tradicional que consiste en conseguir permisos o de buscar cambios legales y regulatorios en el servicio de taxi, Uber se impuso a la fuerza, destrozando sus rivales mediante ofertas de viaje con descuentos excesivos.
Las comunicaciones filtradas muestran que algunos ejecutivos de Uber asumieron esta estrategia gansteril, simplemente, como una forma de operar de la empresa.
“Nuestro acercamiento inicial era a menudo demasiado temerario”, dijo Hazelbaker.
Cuando Uber trató de entrar en Polonia, por ejemplo, el equipo sostuvo “discusiones extensas” para ver cómo lidiar con la débil ley polaca y regular un servicio de transporte compartido por smartphone, dijo Bartek Kwiatkowski, entonces consultor de Uber, a ICIJ.
Los documentos muestran que en 2014 Kwiatkowksi pidió un esclarecimiento sobre el arranque de la plataforma en Polonia. MacGann, el lobista de Uber, le contestó: “Bartek, no hay casos de estudio per se, básicamente Uber arranca y después se desata una tormenta de mierda regulatoria y legal”.
La estrategia de guerrilla generó una serie de retos sucesivos, que los ejecutivos describieron en una presentación como una “pirámide de mierda”. “Demandas de conductores”, “investigaciones regulatorias”, “procesos administrativos”, y “litigación directa” formaban los distintos pisos de la pirámide.
Foto: la “pirámide de mierda” de Uber, una estrategia que utilizó la empresa para ingresar en los mercados de países que no contaban con sus servicios.
Para superar los obstáculos, Uber construyó una enorme maquinaria de relaciones públicas dedicada al lobby y sus actividades relacionadas, con un presupuesto global de 90 millones de dólares solamente para 2016, según documentos filtrados.
La empresa reutilizó las estrategias que había pulido en Estados Unidos.
Cuando Uber necesitaba un músculo político para instalarse en una ciudad, reclutaba a ex funcionarios públicos para que influyeran en sus otrora colegas. Cuando se le acusaba de violar las leyes, la empresa utilizaba a los propios clientes de la aplicación como lobistas “desde abajo” y les hacía firmar peticiones para “salvar a Uber”. Y cuando su agenda requería un empujón académico, pagaba a conocidos para que produjeran investigaciones favorables.
Uber hizo suyo el mantra “es mejor pedir perdón que pedir permiso”.
Así como lo hizo en Estados Unidos, Uber ofreció bonos y otros incentivos para enganchar a nuevos conductores de ciudades europeas hacia su plataforma. Después cortó los subsidios, quitando a los trabajadores un ingreso del que dependían.
La empresa recurrió a “inversionistas estratégicos”, gente con las carteras llenas y con conexiones políticas, para cambiar las leyes en sus países. Ejecutivos Uber les invitaban a invertir en la aplicación de viaje compartido y se aseguraban que tuvieran suficientes intereses para ayudar a la compañía a superar los obstáculos regulatorios en sus respectivos países. El magnate de telecomunicaciones francés, Xavier Niel, invirtió 10 millones de dólares, el grupo editorial alemán Axel Springer puso 5 millones, al igual que el magnate francés del lujo Bernard Arnault.
“No necesitamos su dinero per se, pero pueden ser aliados útiles para ganar Francia”, dijo el lobista MacGann en un correo electrónico, refiriéndose a Arnault.
Uber también construyó una impresionante red de lobistas.
Su primer cabildero local, Brian Worth, fue asesor de Kevin McCarthy, líder del Partido Republicano en la Cámara de Representantes. Entre los documentos filtrados figura un memo de cinco páginas, que detalla una estrategia de expansión global, titulado: “Aprovechar el gobierno de Estados Unidos para empujar el negocio internacional de Uber”.
Algunos lobistas y asesores de Uber recibieron acciones de la empresa y bonos de éxito cuando entregaron resultados favorables, según los documentos. Estos mercenarios ofrecieron a funcionarios públicos descuentos en viajes de Uber, comidas de “super alto nivel”, recomendaciones sobre trabajos, trabajos de campañas políticas gratis, contribuciones de campaña, y otros regalos y beneficios.
Uber también buscó aprovechar la influencia de ex funcionarios estatales, como Neelie Kroes, quien fuera ministra del Ministerio de Transporte de Holanda y fungió como vicepresidenta de la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la Unión Europea.
Neelie Kroes, ex ministra de Transportes de Holanda y ex vicepresidenta de la Comisión Europea de la Unión Europea (Créditos: Rocco Fazzari, ICIJ)
Cerca de un año después de dejar la comisión, en octubre de 2014, Kroes pidió una autorización para unirse a un consejo asesor de Uber –con remuneración–, a pesar del periodo de 18 meses “de enfriamiento” estipulado en el código de conducta de la Comisión Europea, que impide a los ex comisionarios cabildear ante sus ex colegas. La comisión le negó el permiso y desechó una impugnación.
Durante el periodo de “enfriamiento”, Kroes presionó a un ministro holandés y otros integrantes del gobierno “para obligar al regulador y la policía a dar marcha atrás” en una investigación sobre la oficina de Uber en Ámsterdam, según documentos filtrados.
Y, en mayo de 2016, a poco tiempo de terminarse su periodo de “enfriamiento”, dijo a un ejecutivo de Uber que estaba trabajando para arreglar una reunión entre Uber y un comisionado europeo.
El código ético de la Comisión Europea también requiere que los comisionados “se comporten de una manera que mantenga su dignidad y los deberes de su oficio, tanto durante como después de su mandato”, y les requiere que “actúen con integridad y discreción, incluso después de los 18 meses posteriores a dejar su cargo”.
Después de su periodo de “enfriamiento”, Kroes integró el consejo asesor de Uber. Los archivos muestran que Uber le ofreció 200 mil dólares para presidir el consejo.
“Nuestra relación con NK es altamente confidencial”, recordó MacGann a sus colegas en un correo electrónico de marzo de 2015, cuatro meses después de su renuncia a la comisión. “Su nombre nunca debe aparecer en un documento”.
Ejecutivos de la empresa hablaron del riesgo de que Kroes se convierta en “el ícono de la discusión sobre las puertas giratorias y el capitalismo de amigos en el sector de las tecnologías”.
En una declaración por escrito a ICIJ, Kroes dijo: “Consistente con mis deberes éticos como excomisionada europea, no tuve ningún papel formal o informal en Uber” antes de terminarse su periodo de enfriamiento. Agregó que, durante el periodo, participó –sin remuneración– en una organización holandesa que apoya a empresas startups, lo que la llevó a “interactuar con un amplio espectro de negocios, gobiernos y ONGs”. Dijo que lo hizo a petición del gobierno holandés, y con el consentimiento de la Comisión Europea.
Otros reclutas de puertas giratorias incluyen el grupo de ex asesores de Obama, quienes se dedicaron a buscar audiencias con secretarios del gabinete de Estados Unidos, funcionarios de comercio, embajadores y exjefes de Estado.
Jim Messina, quien fuera jefa de oficina de Obama, se volvió consultor político en 2013, y tomó a Uber como cliente. Los archivos muestran que a veces tuvo papeles duales: preguntó, por ejemplo, a un lobista de Uber si debía hablar de los problemas regulatorios de la empresa en España con el entonces primer ministro Mariano Rajoy, de quien llevaba al mismo tiempo la campaña política.
Messina también ayudó a conectar a ejecutivos de Uber con diplomáticos de Estados Unidos, incluyendo John B. Emerson, quien fuera embajador en Alemania durante la administración Obama, y Robert Kimmint, entonces consejero en el despacho jurídico WilmerHale. La firma buscó trabajar para que Uber superara los obstáculos legales en Alemania.
Los documentos filtrados arrojan luz sobre los vínculos que unen a MacGann y Messina con Jane Hartley, la embajadora de Estados Unidos en Francia de 2014 a 2017. Hartley tuvo su prestigioso cargo diplomático después de levantar grandes sumas de dinero para la campaña de Obama.
Cuando la empresa enfrentó obstáculos regulatorios en Francia, MacGann solicitó una reunión con la embajadora. Envió un mensaje a Messina un día antes de la cita, preguntando si tenía algún mensaje para Hartley. “Dile que la amo”, contestó Messina. “Le dimos FRANCIA”.
El intercambio incluye una aparente referencia humorística a obras de arte en la suntuosa residencia de la embajada en París.
Foto: Conversación entre el lobista de Uber, Mark MacGann, y el ex jefe de oficina de Obama, Jim Messina, sobre la embajadora de Estados Unidos en Francia, Jane Hartley.
Adrian Durbin, un vocero de Messina, dijo que Messina nunca ejerció lobby para Uber ni habló con ningún jefe de Estado en nombre de Uber. “El trabajo del Sr. Messina para Uber se limitó a ayudarles a entender el panorama político en algunos países europeos donde la empresa buscaba aumentar sus negocios”, dijo Durbin.
Durbin no contestó las preguntas sobre las conversaciones privadas con jefes de Estado que, según los Uber Files, Messina filtraba a ejecutivos de Uber.
Plouffe, ex asesor de Obama, se unió a Uber al frente del equipo de mercadotecnia global y comunicaciones políticas en 2014. Fue el arquitecto de la campaña presidencial de Obama en 2008, quién prometía, entre otras reformas, atacar el cabildeo y las puertas giratorias entre la política y la industria privada. Los documentos lo exhiben jugando un papel mucho más importante en ejercer presión y encabezar las batallas regulatorias de Uber que lo reportado hasta la fecha.
Plouffe tuvo reuniones privadas con varios funcionarios de Estados Unidos, incluyendo el entonces secretario del Trabajo, Tom Pérez, y la embajadora Hartley.
Un vocero del Departamento de Estado dijo que Hartley, ahora embajadora en el Reino Unido, no recuerda ninguna plática con Plouffe o Messina sobre Uber. Pérez no respondió a los reiterados contactos que se establecieron con él para esta investigación.
Plouffe también se reunió con funcionarios en países donde Uber estaba librando batallas regulatorias, entre ellos India. En ese país, empleados de Uber recibieron la instrucción de prepararse ante ataques de competidores y reguladores cuando la empresa lanzó sus operaciones. “Abracen el caos”, dijo el máximo ejecutivo en Asia en un mensaje.
En los Emiratos Árabes Unidos, la empresa recurrió a Plouffe para “endulzar la imagen de Uber”, dijo Joanne Kubba, una especialista en políticas públicas de Uber, en un correo electrónico que aparece en la filtración.
Kubba dijo a ICIJ en una declaración: “Las reuniones de David no impidieron ni atrasaron nada, simplemente sirvieron para mostrar que teníamos líderes responsables y maduros en la compañía, quiénes buscaban ser contrapartes profesionales con el gobierno”.
Plouffe trabajó para Uber desde 2014 hasta enero de 2017. Justo antes de renunciar, compró una casa de 557 metros cuadrados en San Francisco, por 7,6 millones de dólares.
Al mes siguiente, el Consejo de Ética de Chicago impuso una multa de 90 mil dólares a Plouffe por cabildear de manera ilegal con el entonces alcalde Rahm Emanuel, quien había fungido como jefe de oficina de Obama.
En una declaración, Plouffe reconoció que existía “un debate muy público, global y a veces feroz” sobre las regulaciones en torno a los servicios de viaje durante su tiempo en la empresa.
“A veces estos debates y negociaciones eran sencillos, a veces eran más retadores, y a veces había personas en la empresa que querían ir demasiado lejos”, dijo Plouffe en su declaración de tres párrafos. “Hice lo mejor que pude para oponerme cuando opinaba que las líneas se estaban cruzando, a veces con éxito, a veces no”.
“Las negociaciones”, agregó Plouffe, “tendían a ser muy específicas sobre una serie de temas sobre los viajes compartidos”.
Uber no comentó sobre sus esfuerzos específicos de lobby, pero dijo que, a medida que la compañía “maduraba”, había reforzado su supervisión del cabildeo e instituido nuevos protocolos para ello en Europa.
“Uber cumple con sus obligaciones de revelar sus actividades cuando debe hacerlo”, dijo Hazelbaker. “A su vez, incumbe a los servidores públicos hacer públicas las reuniones cuando deben hacerlo”.
EL BOTÓN DE PÁNICO
Un lunes por la tarde, en noviembre de 2014, la oficina de Uber en París, en un frondoso centro de negocios, recibió visitantes no esperados: inspectores franceses.
“Favor matar el acceso ahora”, pidió Zac de Kievit por correo electrónico a sus colegas.
De Kievit se refería al llamado botón de pánico o interruptor de emergencia, que, cuando se activa, cierra la conexión entre las computadoras y los servidores de la compañía. Este protocolo impedía a las autoridades encontrar documentos sensibles de la empresa.
Durante cerca de un año, mientras Uber se expandía por el mundo, la empresa utilizó esta herramienta para bloquear el acceso de la policía a sus sistemas durante allanamientos a sus oficinas en Francia, pero también en Rumania, Holanda, Bélgica, India y Hungría.
Los Uber Files revelan que Plouffe, el jefe de política de Uber, participó en discusiones sobre al menos dos de los cateos mientras éstos se estaban desarrollando. En marzo de 2015, pidió información cuando la policía allanaba la oficina de París por segunda vez.
“Policía aún aquí. Fuerza grande (cerca de 25)”, dijo el entonces lobista MacGann en un correo electrónico que reenvió a Plouffe. “Policía tratando de acceder a laptops”.
“Ok”, contestó Plouffe. “Actualizaciones en tiempo real por favor”.
“Acceso a las herramientas IT fue cortado de inmediato, para que la policía no pueda tener mucho, por cualquier cosa”, dijo MacGann a Plouffe.
En otro procedimiento policial en París, ocurrido en julio de 2015, MacGann envió un mensaje de texto al gerente de Uber en Francia, Thibaud Simphal, para decirle que “siga el guion ‘Zachary De Kievit’”.
“Intenta en unas laptops”, escribió, “finge confusión porque no puedes acceder, di que el equipo de IT está en SF y dormido, y que de todas formas todo esto está controlado por Uber BV (la sede de la empresa en Holanda), por lo que deberían escribir a Uber BV con su petición”.
Simphal contestó: “Oh sí, hemos seguido este guion tantas veces que ahora la parte más difícil es seguir fingiendo la sorpresa”.
Foto: conversación entre ejecutivos de Uber durante un allanamiento a las oficinas parisinas de la empresa, en la que acuerdan utilizar el “botón de pánico” para impedir que la policía acceda a información relevante contenida en sus servidores.
El interruptor de emergencia no fue la única arma tecnológica que Uber utilizó para engañar a la policía y a los reguladores. La empresa también identificó a funcionarios públicos o policías que, según sus sospechas, pedían viajes de Uber para recolectar evidencias. Les enviaban una versión apócrifa de la aplicación, con carros fantasmas que nunca llegaban. Lo hizo en Holanda, Bélgica, Rusia, Bulgaria, Dinamarca, España y otros países.
El equipo habló de crear “geocercas de apagones” alrededor de las estaciones de policía en Dinamarca. Nadie dentro de ese perímetro virtual podría usar la aplicación hasta que un empleado de Uber lo autorizara.
En Bruselas, las autoridades locales contrataron empresas para reclutar clientes falsos, o “compradores misteriosos” para participar en acciones contra Uber. Pedían viajes para que las autoridades actuaran contra los conductores a su llegada. Uber, por su parte, instruyó a sus trabajadores que se registraran como compradores bajo pseudónimos, con la esperanza de que los alertaran cuando la policía realizaba algún operativo.
En 2014, Gore-Coty, entonces gerente regional de Uber para Europa Occidental, escribió al equipo que las tácticas “para combatir la policía” fueron compiladas en un “muy buen manual”.
Gore-Coty, uno de los primeros integrantes del equipo de Uber, no contestó las preguntas de ICIJ sobre el uso de un manual de tácticas para burlar las autoridades.
En un correo electrónico, Gore-Coty expresó su arrepentimiento respecto a algunas prácticas de Uber. “Me uní a Uber hace cerca de diez años, en el arranque de mi carrera”, dijo. “Era joven y sin experiencia, y demasiadas veces recibí órdenes de superiores cuya ética era cuestionable”.
Ni Gore-Coty ni Plouffe contestaron preguntas de ICIJ sobre el uso del interruptor de emergencia.
Simphal, entonces gerente de Uber Francia y ahora jefe de sustentabilidad global, dijo que todas sus interacciones con autoridades públicas se llevaron a cabo de buena fe.
En una declaración escrita, MacGann dijo: “En cada ocasión en la que estuve personalmente involucrado en actividades del ‘interruptor de emergencia, estuve actuando bajo las órdenes expresas de mis superiores en San Francisco”.
De Kievit no contestó a un cuestionario. Uber dijo que, actualmente, coopera de manera rutinaria con las autoridades y ya no usa tecnología para engañarlas.
“Uber no tiene un ‘interruptor’ de emergencia para engañar las investigaciones de reguladores en ninguna parte del mundo, y no lo ha tenido desde que Dara (Khosrowashahi) se volvió directora general en 2017”, dijo la vocera Hazelbaker. “Si bien todas las empresas tienen software instalados para proteger sus aparatos de manera remota (por ejemplo, si un empleado extravía su laptop), estos softwares nunca han sido empleados para frustrar acciones regulatorias legítimas”.
En 2011, después que Uber lanzó sus primeros esfuerzos internacionales, en París, la empresa pasó por una rigurosa supervisión por parte de las autoridades francesas y enfrentó una oposición feroz de las asociaciones de taxistas. Las manifestaciones anti Uber de los conductores de taxis se volvieron violentas, y en 2014 la Asamblea Nacional aprobó una ley pro-taxis que regulaba Uber.
Las autoridades francesas iniciaron una investigación contra Uber por posibles delitos, incluyendo violaciones a leyes fiscales y la operación de un servicio de taxi sin permiso. La Dirección General de la Competencia, el Consumo y la Prevención de Fraudes (DGCCRF), la poderosa agencia de protección a consumidores de Francia, indagó para determinar si el servicio de bajo costo UberPOP era ilegal o no.
Uber se había preparado para este tipo de peleas: junto con una empresa de consultoría, había elaborado una lista de “actores relevantes”, sobre todo en Europa, según las comunicaciones filtradas. En Francia, la empresa identificó a más de 250 aliados, adversarios y otros, incluyendo a 180 políticos y funcionarios públicos.
Cuando Emmanuel Macron, figura clave de la política francesa, se volvió ministro de Economía, en agosto de 2014, Uber encontró en él un aliado de alto rango. Con 36 años, Macron era conocido como un tecnócrata cercano a los negocios, quien había servido durante un tiempo en el banco de inversión Rotschild & Co. Como ministro de Economía, supervisó la agencia de protección al consumidor.
Le Monde, socio de ICIJ, documentó más de una docena de comunicaciones en los Uber Files –correos electrónicos, textos, reuniones y llamadas—entre Macron o sus asesores y Uber entre septiembre de 2014 y febrero de 2016.
Poco después de volverse ministro, Macron se reunió con Kalanick, según los documentos. MacGann lo describió como “espectacular”. Macron dijo a los reguladores que no fueran “demasiado conservadores”, y se comprometió especialmente a interpretar la ley del servicio de taxi de manera más favorable a Uber, dijo MacGann en un correo electrónico.
Macron “recibió Uber en un ambiente remarcablemente cálido, amistoso y constructivo”, escribió MacGann. “Clara intención de su parte de trabajar sobre la… legislación”.
En otro intercambio de julio de 2015, Kalanick preguntó a Macron si el ministro del Interior Bernard Cazeneuve era confiable. Macron respondió que se había reunido con Cazeneuve y el entonces primer ministro Manuel Valls el día anterior, y que Cazeneuve había aceptado un “acuerdo”. Macron dijo que cambiaría la ley, y más tarde ese día, la empresa suspendió UberPOP en Francia.
Cazeneuve dijo a Le Monde que nunca supo de un acuerdo entre el gobierno francés y Uber. Macron, dijo, nunca le comentó nada al respecto.
Hazelbaker dijo que la empresa canceló UberPOP en respuesta a los altos niveles de violencia contra conductores y sus pasajeros. “De ninguna manera la suspensión de UberPOP fue seguida de regulaciones más favorables”, dijo.
En respuesta a preguntas de ICIJ, la oficina de Macron dijo que el sector de servicios de Francia estaba ensimismado en ese entonces debido al crecimiento de plataformas como Uber, las cuales enfrentaban obstáculos administrativos y retos regulatorios. La oficina no contestó las preguntas sobre la relación entre Macron y Uber.
Después de gestarse durante meses, la crisis culminó en Marsella cuando conductores de taxi impidieron a un ejecutivo de Uber que hablara durante una feria de negocios. Evocando “enfrentamientos y disturbios excesivos al orden público”, la procuraduría suspendió UberX –el servicio más popular de Uber– en los distritos centrales de la ciudad y alrededor del aeropuerto y la estación de tren.
Un MacGann “consternado” escribió a Macron al día siguiente, y el ministro contestó 11 horas después: “Lo voy a ver personalmente. Déjame tener todos los elementos y decidiremos por la tarde. Mantengamos la calma hasta entonces”.
Esa tarde, el procurador empezó a dar marcha atrás, y prometió que clarificaría su instrucción. Doce días después, la policía emitió una nueva orden que limitaba la prohibición a los conductores de Uber que no tenían licencia ni regulación, en toda la jurisdicción. Las autoridades negaron que recibieron presión alguna del ministerio de Macron.
Uber celebró el evento como un triunfo: “Prohibición anulada”, dijo la actualización semanal interna de la compañía, “después de una presión intensa de Uber”.
UN JUEGO DE ALTO VUELO
Diez ejecutivos de Uber viajaron al exclusivo destino turístico de Davos, en Suiza, para charlar, estar en fiestas y firmar acuerdos con líderes globales y oligarcas en el Foro Económico Global de 2016.
En el evento de cuatro días, al que se acude solo con invitación, Uber también impresionó al entonces vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, con los compromisos de la empresa con los trabajadores.
Uno de los temas de Davos 2016 era la revolución digital y el futuro del trabajo. Un libro interno de Uber, de 98 páginas, revela que el entonces CEO Kalanick y sus subordinados tuvieron reuniones con cuatro primer ministros, dos vicepresidentes de la Comisión Europea, el ministro francés Macron y un grupo de otros líderes. También fueron invitados a una fiesta nocturna convocada por el financiero británico Nat Rotschild y Oleg Deripaska, un aliado clave del presidente ruso Vladimir Putin.
Foto: invitación a una fiesta organizada por el empresario británico Nat Rotschild, y el oligarca ruso, Oleg Deripaska, enviada a ejecutivos de Uber.
“Entonces un vicepresidente y dos primer ministros hoy”, indicó Rachel Whetston, a esa fecha máxima encargada de comunicaciones de Uber, en un correo a su jefe el 20 de enero, el primer día del foro de Davos. Dijo que su agenda también incluía cócteles y una cena con la filántropa Melinda Gates, una plática cálida con Arianna Huffington, la fundadora del Huffington Post, y un conversatorio con el multimillonario ruso Herman Gref, director del ahora sancionado Sberbank, durante una recepción organizada por el banco. Y, finalmente, una “última copa totalmente opcional” en el Grand Hotel Belvedere.
Herman Gref, director de Sberbank y ex ministro de Desarrollo Económico y Comercio de la Federación Rusa (Créditos: Rocco Fazzari, ICIJ)
Detrás de la luz pública, Kalanick habló con líderes mundiales y altos funcionarios de países donde Uber pretendía expandirse.
Se reunió con Xavier Bettel, el primer ministro de Luxemburgo, y con el entonces ministro de comercio e industria de Arabia Saudita, Tawfig al-Rabiah, según muestran los documentos. “Fue un placer”, escribió al-Rabiah después. “Esperamos apoyarlos para tener su licencia oficial pronto”.
Benjamin Netanyahu, el primer ministro de Israel, expresó su apoyo público a Uber poco tiempo después de su reunión con Kalanick. “Vamos a romper las resistencias, trabajemos en paralelo”, dijo Netanyahu, según notas de la reunión.
Netanyahu declinó referirse a estos hechos, pese a las consultas enviadas por ICIJ a través de un vocero suyo. Tawfig Al-Rabiah tampoco emitió declaraciones al respecto. Por su parte, un vocero de Bettel dijo que Kalanick y el primer ministro de Luxemburgo discutieron sobre la posibilidad de expandir las operaciones de la empresa en ese país europeo.
Uber fue particularmente cuidadoso en mantener el secreto sobre la reunión con Biden, “incluso con los equipos internos”. La charla se concretó mediante una cadena de ex asesores de Obama.
Acompañados por un ex agente del Servicio Secreto, Kalanick se reunió con Biden en su suite del Hotel InterContinental, un recinto conocido como “Huevo Dorado” por su forma ovalada. Su conversación se centró en que Uber estaba creando muchos trabajos que ofrecían a las personas una manera flexible de ganar dinero. Tuvo el efecto deseado: Biden cambió su discurso en el foro y habló positivamente de Uber, según el mensaje que un asesor de Biden envió a un empleado de la compañía.
“Me reuní hoy con el CEO de una de estas empresas”, dijo Biden en su discurso, en el que aludió a Kalanick y Uber y evocó las proyecciones del ejecutivo sobre el impacto de los negocios de viajes compartidos en las economías del mundo. “(Dice) que va a crear dos millones de trabajos nuevos este año, con la libertad de trabajar el número de horas que quieren, manejar sus propias vidas como quieran”.
En respuesta a preguntas de ICIJ el mes pasado, una vocera de la Casa Blanca dijo que Biden está “comprometido a combatir la clasificación engañosa de los empleados, que quitan a los trabajadores protecciones y beneficios importantes, incluyendo el salario mínimo, horas extras, y la seguridad social y familiar”.
Las proyecciones sobre los beneficios laborales expuestas en Davos eran exageradamente optimistas. Muchos conductores de Uber –de tiempo parcial y contratistas freelance– ganaban menos que el salario mínimo. En muchos países donde Uber se expandió rápidamente, sus conductores eran amenazados o atacados por clientes, ladrones o taxistas tradicionales.
En Sudáfrica, Uber dejó que los conductores aceptaran efectivo en mayo de 2016, como parte de una estrategia para acelerar su implantación, y pandilleros empezaron a pedir viajes por la aplicación para asaltar a los conductores. En agosto de 2019, dos ladrones atacaron a un conductor de Uber; golpearon su cabeza con un ladrillo y el hombre murió, informaron las autoridades.
Conductores en Ciudad del Cabo, en Sudáfrica, dijeron al Washington Post – socio de ICIJ–, que varios conductores fueron quemados vivos en sus carros.
“Ya no me veo manejando para la plataforma. Me da demasiado miedo”, dijo Faiza Haupt, una mujer de 61 años, en entrevista con ICIJ. Haupt empezó a manejar para Uber en Ciudad del Cabo en 2014, con la esperanza de convertirse en emprendedora independiente. Al principio, se sentía empoderada por el trabajo. Pero después, Uber empezó a cobrar una comisión más elevada, sin aumentar los precios de los viajes.
Renunció en 2016, después que un viajero enojado la atacó desde el asiento trasero; le jaló el cabello y la golpeó. “Perdí el control y pensé que iba a chocar”, dijo Haupt. “Para una mujer conductora, es terrible”.
Entre 2014 y 2015, Uber redujo de manera drástica el pago a los conductores en Ciudad del Cabo, cortando un bono de 4 dólares por viaje a prácticamente nada, según documentos filtrados. Ciudad del Cabo se convirtió en uno de los mercados más rentables para Uber.
En los últimos cinco años, dijo Uber, la empresa se dedicó a “reorientar toda su cultura –de arriba a abajo– hacia la seguridad”, invirtiendo masivamente en nuevas tecnologías y otros servicios para mantener a los pasajeros y los conductores a salvo.
“Hay mucho que dijo nuestro ex CEO hace cerca de una década que no perdonaríamos hoy”, dijo Hazelbaker. “Pero una cosa que sabemos y sentimos fuertemente es que nadie jamás en Uber ha sido feliz con la violencia contra un conductor”.
Sin embargo, documentos filtrados muestran que Kalanick y otros ex ejecutivos de Uber vieron a la violencia y los ataques contra conductores como oportunidades estratégicas para sumar apoyos a su causa. Nunca asumieron responsabilidad por la violencia, incluso cuando la entrada de Uber en nuevos mercados –generalmente violando las leyes locales– la provocaban.
Apenas una semana después del encuentro entre Kalanick y Biden, mientras taxistas franceses planeaban manifestaciones que desencadenarían en violencia contra conductores de Uber, Kalanick envió un mensaje a sus colegas, explicando que el desorden podría tener efectos benéficos: “la violencia es garantía de éxito”.
Foto: Conversación entre los entonces ejecutivos de Uber, Mark MacGannan y Travis Kalanick (además cofundador de la empresa), en la que Kalanick identifica la violencia ejercida en contra de los conductores de la empresa como una “garantía de éxito”.
No era la única ocasión en la que ejecutivos de Uber trataron de tomar ventaja de la violencia contra sus conductores. En 2015, taxistas en Bruselas organizaron una campaña de hostigamiento contra Uber. Arrojaron huevos sobre autos de la empresa, rompieron espejos y tomaron las llaves de conductores de Uber. Algunos incluso amagaron con “lincharlos”.
El gerente de la compañía en Bélgica observó: “Un conductor ya tomó la iniciativa de hablar con la prensa: un taxista le tiró una bolsa llena de harina a él y sus pasajeros. Presentó una denuncia y un taxista tendrá que pasar una noche en la cárcel. ¡Buena historia!”.
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Después de sustituir a Kalanick en 2017, Dara Khosrowshahi dirigió Uber en su atormentado inicio en la bolsa, con una caída inducida por la pandemia y una revisión de prácticas comerciales. “Dara reescribió los valores de la empresa, renovó el liderazgo sobre el equipo, hizo de la seguridad una prioridad máxima para la empresa, implementó medidas de gobernanza de primera, reclutó a consejeros independientes”, dijo la vocera Hazelbaker. “Nos hemos movido desde una era de confrontación hacia una de colaboración, demostrando nuestra voluntad de sentarnos a la mesa y encontrar un piso común con nuestros oponentes más firmes, incluyendo los sindicatos y las empresas de taxis”, agregó.
Hazelbaker reconoció que la empresa no siempre ha tratado sus conductores con suficiente cuidado y respeto, pero dijo que eso ha mejorado desde 2017. Los ingresos de los conductores a nivel global están más elevados que nunca, afirmó, y Uber apoya ahora “globalmente por más beneficios y protecciones”. Además, defendió el vínculo entre el conductor y la empresa como un motor de la creación de nuevos empleos y del crecimiento económico.
Spurgeon, vocera de Kalanick, dijo que “cuando el Sr. Kalanick cofundó Uber en 2009, él y el resto del equipo fueron pioneros en una industria que ahora se ha convertido en algo elemental. Hacer esto requería un cambio del statu quo, ya que Uber se convirtió en un competidor serio en una industria donde la competencia había estado históricamente fuera de la ley. Como resultado natural y previsible, los intereses arraigados de la industria en todo el mundo lucharon para impedir el tan necesario desarrollo del rubro del transporte. Como saben el ICIJ y el mundo, Uber perseveró”.
Sin embargo, Uber sigue lidiando con las consecuencias de su lanzamiento internacional tumultuoso.
Algunos conductores de Uber, especialmente en países en desarrollo como Sudáfrica, siguen quejándose acerca de sus jornadas agotadoras y sus magros ingresos. Muchos tuvieron que contratar créditos para pagar sus vehículos Uber. Durante la pandemia, algunos no llegaban a fin de mes, pues luchaban para pagar sus mensualidades.
En la India, los conductores pagan a Uber entre 20% y 30% de sus tarifas en comisiones, una tasa dos veces mayor a la que cobraba cuando arrancó sus operaciones en la democracia más grande del mundo, según el grupo de defensa de derechos laborales Fairwork India.
En el Reino Unido y Holanda, tribunales han determinado que los conductores de Uber están cubiertos por las leyes laborales.
En otros lados, las decisiones judiciales han perjudicado a los conductores. En Estados Unidos, el Consejo Nacional de Relaciones Laborales declaró que los conductores de Uber son contratistas independientes quienes no tienen el derecho de forman un sindicato o de negociar de manera colectiva.
Después de reportar más de 20 mil millones de dólares de pérdidas en 10 años, Uber finalmente informó que se acerca a tener ganancias en 2022.
En mayo pasado, los accionistas de Uber rechazaron una propuesta que hubiera obligado la empresa a transparentar por completo sus actividades y gastos en lobby.
En respuesta a un cuestionario de ICIJ, Uber se negó a revelar cuánto dinero gastó en cabildeo internacional el año pasado, y a quién lo entregó.
Contribuyeron en la historia: Sídney P. Freedberg, Nicole Sadek, Brenda Medina, Agustin Armendariz, Karrie Kehoe Scilla Alecci, Dean Starkman, Delphine Reuter, Ben Hallman, Jelena Cosic, Fergus Shiel, Mike Hudson, Emilia Diaz-Struck, Miguel Fiandor, Richard H.P. Sia, Hamish Boland-Rudder, Asraa Mustufa, Pierre Romera, Gerard Ryle, Antonio Cucho Gamboa, Joe Hillhouse, Tom Stites, Whitney Awanayah, Margot Williams, Soline Ledésert, Bruno Thomas, Caroline Desprat, Maxime Vanza Lutaonda, Damien Leloup, Adrien Senecat, Elodie Gueguen, Felicity Lawrence, Rob Davies, Jennifer Rankin, Aaron Davis, Robin Amer, Joseph Menn, Douglas Macmillan, Rick Noack, Linda van der Pol, Uri Blau, Dirk Waterval, Karlijn Kuijpers.
Traducción del inglés al castellano: Mathieu Tourliere