El 23 de mayo pasado, la fundición de Enami en Paipote (Copiapó) marcó un promedio horario de liberación de dióxido de azufre de 2.027,8 microgramos por metro cúbico (µg/m³), en circunstancias que el límite aceptado por las normas es de 350 µg/m³. Se trata de uno de los mismos elementos que años atrás provocó desmayos de niños en Puchuncaví, donde opera una fundición de Codelco. Quien ocupaba el puesto de supervisor de Operaciones de la planta de Paipote al momento del incidente, exhibe documentos que muestran que los datos enviados por Enami a autoridades de Salud y Medio Ambiente son más bajos que los registros internos. La fundición ha superado 63 veces el límite que fija la norma, desde que esta fue publicada en 2019. Pero la regla es tan laxa que aún no incurre en incumplimiento: puede rebasarla hasta en 131 ocasiones.
—Esa mañana fue un desastre.
Era el domingo 23 de mayo de 2021. Carlos Fernández Reinoso aún era el superintendente de Operaciones de la fundición ubicada en Paipote (Copiapó), de la Empresa Nacional de Minería (Enami). Apenas nueve días más tarde, el 1 de junio, tuvo que dejar ese puesto. Lo despidieron, según cuenta, por haber alertado a su jefatura que los registros enviados a la autoridad ambiental no correspondían a lo que realmente había ocurrido aquella mañana del episodio crítico. Ese domingo las emisiones de dióxido de azufre (SO2) de la fundición superaron casi seis veces el límite promedio por hora que estipula la nueva norma de calidad del aire, que rige desde 2019: a las 09:00 de esa jornada el promedio horario marcó 2.027,8 µg/m³, en circunstancias que el límite es de 350 µg/m³.
Los 2.027,8µg/m³ constituyen el promedio horario más alto registrado en la fundición de Paipote en los últimos tres años, desde que rige la nueva norma. Se trata de un incidente incluso más crítico que aquellos ocurridos en la fundición de Ventanas, operada por Codelco, en 2011 y 2018, y que provocaron desmayos de niños en Puchuncaví (Valparaíso).
Las concentraciones de dióxido de azufre “son episodios que pueden provocar crisis respiratorias agudas en los niños, si se producen en periodos de tiempo muy cortos”, explicó a CIPER el bioquímico y doctor en salud ambiental, Pablo Ruiz. De allí que se monitoreen los promedios horarios de fundiciones como las de Paipote y Ventanas.
Las crisis de Puchuncaví generaron conmoción nacional y originaron la iniciativa que culminó con la nueva normativa de calidad del aire. La idea era garantizar el derecho a vivir en un ambiente sano, evitando un nivel de concentración de emanaciones como las que provocaron la pérdida de conciencia y otras reacciones alérgicas entre los escolares de esa zona. Pero la normativa finalmente resultó tan laxa, que la cantidad de SO2 liberada en Paipote el 23 de mayo del año pasado no es suficiente para incumplir la regla: la norma permite superar el límite horario en 131 oportunidades por año.
—En la práctica, es una norma que permite que se intoxique 131 veces al año y cumplir igual, porque está hecha para ser cumplida —puntualiza Marcelo Mena, exministro y exsubsecretario de Medio Ambiente durante el segundo gobierno de Michelle Bachelet.
CIPER revisó los registros del Sistema Nacional de Información de Calidad del Aire (SINCA), encargado de monitorear la calidad del aire, y constatóquela fundición tiene un macizo historial de incumplimiento del límite promedio horario: lo ha rebasado en 63 oportunidades desde la promulgación de la normativa.
La laxitud y flexibilidad de las reglas no es lo único que dejó en evidencia el episodio que se vivió en Paipote en mayo pasado. El ex superintendente Carlos Fernández hizo otra revelación al presentarse ante la comisión de diputados que indaga posibles irregularidades en los estados financieros y los balances metalúrgicos de Enami. Fernández expuso frente a los parlamentarios que los registros internos de las operaciones de la fundición sobre las emanaciones del 23 de mayo pasado muestran valores más altos que los que se enviaron a la autoridad ambiental.
—Recibí la información de uno de los profesionales a cargo de la gestión ambiental que me indicó que se adulteraron los datos de los parámetros operacionales del Convertidor Teniente, el horno principal de la fundición— explica Carlos Fernández.
Para conocer la magnitud del problema, CIPER entrevistó a toxicólogos, expertos en salud ambiental, las directoras de los Cesfam de Paipote y de la comuna aledaña de Tierra Amarilla, dirigentes sociales, concejales y profesores de la zona. El diagnóstico es común: en Paipote el derecho a vivir en un ambiente sano es una tarea abandonada por el Estado.
Imagen satelital (Fuente: Superintendencia de Medio Ambiente)
GRÁFICAS CON DIFERENCIAS
La Fundición Hernán Videla Lira —más conocida como Fundición Paipote— preparó dos informes dando cuenta de cómo se operaron los convertidores y plantas durante el peak de mayo de 2021. En ellos, los indicadores no coinciden.
En el primer informe, que circuló de forma interna y fue evacuado 24 horas después del incidente, los parámetros del principal convertidor señalan que se operó sobre el límite permitido por el Plan de Acción Operacional (PAO) de la fundición, aprobado el 10 de enero de 2021 por el Ministerio de Salud (MInsal) y diseñado para que las emisiones de SO2 no impacten en la salud de la población de Paipote, Copiapó y Tierra Amarilla (vea el plan operacional aquí).
En el segundo informe, elaborado posteriormente y que la fundición debía enviar en un plazo de cinco días hábiles a la Superintendencia de Medio Ambiente (SMA) de Atacama y las Seremis de Salud y Medio Ambiente, esos mismos indicadores se muestran por debajo de los límites señalados en el Plan Operacional y, por ende, ajustados a la norma. En el documento que recibieron las autoridades, entonces, las operaciones que habían superado los parámetros permitidos habían desaparecido.
CIPER accedió a ambos documentos y a correos internos de la fundición y constató que existe una diferencia en dos parámetros operacionales del Convertidor Teniente entre el informe preliminar y el informe técnico. Se trata del flujo de soplado y el porcentaje de enriquecimiento de oxígeno, en los que bajo “una condición meteorológica desfavorable (como ocurrió el 23 de mayo), la condición operacional debe ser restrictiva”, según se lee en el plan operacional. Sin embargo, ese día funcionaron por sobre la norma, según se aprecia en el informe preliminar y en los correos electrónicos que recibieron el 24 de mayo a las 07:02 tanto el gerente de la fundición, Marcelo Bustos, como el superintendente de procesos, Patricio Andrade (vea a continuación los parámetros).
Plano 3D de la fundición (Fuente: Enami)
En su intervención ante la comisión investigadora de la Cámara de Diputados, Fernández sostuvo que “se alteran datos de procesos, de parámetros operacionales de equipos de fusión, flujos de aire y enriquecimiento de oxígeno”.
En el reporte interno que circuló por correo a las 07:02 del 24 de mayo de 2021, se señala que existen dos parámetros que operaron arriba de la norma: el flujo de aire de soplado y el porcentaje de enriquecimiento de oxígeno.
El plan operacional de la fundición considera tres escenarios meteorológicos para el funcionamiento de la fundición: favorable, regular y desfavorable. Según un mensaje del área de meteorología de la fundición, que el gerente de la fundición, Marcelos Bustos hizo llegar a la SMA de Atacama, el día del peak se estaba “frente a una condición desfavorable de las más extremas de los últimos años”. Así, los convertidores debían operar bajo los niveles más restrictivos que determina el plan operacional.
Pasadas las 14:00 del 23 de mayo, una vez que la concentración del SO2 en el aire se estabilizó, la SMA cursó una inspección ambiental en terreno a la fundición. Allí, Bustos aseguró a los fiscalizadores que “el evento de emergencia alcanzado en la Estación Paipote, no tiene relación con las condiciones operacionales bajo la cual ha operado la fundición, añadiendo que han operado de acuerdo a lo aprobado por el Plan Operacional”, según se lee en el informe de la superintendencia.
En condiciones meteorológicas adversas, el flujo de aire de soplado del Convertidor Teniente no puede superar los 400 Nm3/min, mientras que el porcentaje de enriquecimiento de oxígeno debe oscilar entre los 21-38%. Como se ve en el reporte evacuado 24 horas después y en el informe interno, ambos parámetros superaron el límite de operación(vea a continuación el informe).
Los gráficos de arriba corresponden a los datos operacionales que circularon de forma interna y que fueron enviados 24 horas después a los supervisores de la fundición. Los de abajo corresponden a aquellos que se enviaron a las autoridades de Salud y Medio Ambiente. Ambos corresponden al episodio del 23 de mayo de 2021.
Según el relato de Fernández, fue despedido el 1 de junio producto de la denuncia que realizó sobre la alteración de la data operacional de los informes que fueron entregados a la autoridad sanitaria y medioambiental: “El 2 de junio hablé con el vicepresidente de Enami y le pregunté por las razones de mi desvinculación. Me dijo que yo había hecho una acusación muy grave”.
Enrique Valdivieso, vicepresidente de Enami, entregó su versión sobre el despido de Fernández en la comisión investigadora de la Cámara: “Dice que hay problemas con la información que se entrega a las autoridades de medioambiente, siendo que esa información está en línea. Después él comienza con malos tratos, malas formas de expresarse. Y para hacer este trabajo tenemos que ser un equipo y yo estimé que él no estaba alineado con el equipo”.
El 25 de junio, Fernández hizo una solicitud de transparencia al Ministerio de Medio Ambiente, solicitando el informe técnico que había enviado Enami a raíz del episodio del 23 de mayo, para constatar si la empresa remitió un documento con parámetros alterados respecto al reporte diario y al informe que confeccionó la fundición 24 horas después. Recibió la respuesta el 20 de julio de 2021: ambos indicadores estaban bajo el límite establecido en el plan operacional.
CIPER consultó a Enami sobre la diferencia en ambos documentos. La estatal respondió que el primer informe cuenta con datos preliminares “y no contiene ciclos cerrados”. Agregó que “la información final reemplaza a cualquier información entregada con anterioridad (…) y se adjunta el detalle operacional real” (vea aquí la respuesta de Enami).
Carlos Fernández indica que el sistema que utiliza Enami para sus operaciones se llama PlantPAx, provisto por la empresa estadounidense Rockwell. Este software, dice, registra minuto a minuto los datos e indicadores de las plantas y convertidores. Según explica Fernández, quien estuvo a cargo de las operaciones de la fundición desde febrero de 2020, Enami no cuenta con ningún otro sistema de registro de datos con los que se puedan corregir o cotejar los que arroja PlantPAx. Los informes, asegura, se preparan con la información provista por este software, que envía un reporte diario a todos los supervisores del complejo. Esta versión de Fernández, quien señala que solo hay una fuente de datos, cuestiona el argumento de Enami respecto que existen registros preliminares que son reemplazados por “información final”.
IMPACTO SANITARIO
En marzo de 2011, en la localidad de La Greda (Puchuncaví) 33 menores y nueve adultos sufrieron intoxicaciones producto de la emanación de gases tóxicos. Jaime Jamett, seremi de Salud de la época, atribuyó el origen a la presencia de SO2 en el aire: “(Los monitores) registran peak superiores a 900 µg/m³ de derivados de azufre, lo que es compatible con los síntomas que están presentando los niños”.
De acuerdo a las mediciones del SINCA, en la fecha que se registraron las intoxicaciones de La Greda, el promedio horario máximo de concentración de SO2 que marcaron los monitores en línea fue de 1.362 µg/m³.
A diez años de ese episodio y 711 kilómetros al norte, en Paipote se siguen reportando concentraciones de SO2 incluso mayores. La del 23 de mayo de 2021, por ejemplo, marcó cerca de las 09:00 un promedio horario de concentración de SO2 de 2.027,8 µg/m³, superando en un 497% el límite horario. Mientras que el peak más alto de ese día se registró poco antes de las 10:00: 5.442 µg/m³.
—Esos niveles que se registraron en Paipote pueden generar intoxicaciones agudas en la población, ya que en cortos periodos de tiempo a altas concentraciones de dióxido de azufre se pueden dar episodios graves. El SO2 en contacto con la mucosa genera acidificación y esa acidificación puede generar insuficiencia respiratoria —advierte el especialista en ecotoxicología e investigador de la Universidad de Valparaíso, Hernán Gaete.
La enfermera Darinka Pozo, directora del Cesfam de Tierra Amarilla, comuna ubicada a siete kilómetros de la Fundición Hernán Videla Lira, recuerda que en mayo de 2021 hubo dos episodios con aumento de la contaminación: “Uno de ellos tuvo cinco afecciones y consultas respiratorias en el servicio de urgencias, la mayoría de adultos mayores. Ahí se despliega un plan preventivo que lo emite el área de epidemiología ambiental de la Seremi de Salud, donde nos envían las recomendaciones de evitar salir a lugares abiertos, resguardarse en la casa y en caso de cualquier sintomatología acudir al centro de salud más cercano”.
“Los casos más graves que hemos tenido —continúa Pozo— son crisis en el servicio de urgencias. La contaminación produce sensación de ahogo, irritación en la garganta, pesadez en los ojos y ahí debemos administrar oxígeno y, con el apoyo del médico, poder estabilizar los signos vitales de las personas”.
Darinka Pozo indica que en el Cesfam de Tierra Amarilla no cuentan con estudios que corroboren estadísticamente los reales alcances de la constante exposición a contaminantes como el SO2 y material particulado, pero sí pueden notarlo en la atención diaria: “Existe una alta tasa de enfermedades respiratorias, en tiempos de aumento de la contaminación hay cuadros agudos que llegan al servicio de urgencia y eso nos preocupa, que estos efectos puedan ser dañinos e incluso que estén provocando ciertas enfermedades en particular, como por ejemplo cáncer y otros trastornos neurológicos en los niños”.
Sobre ese punto, el toxicólogo Hernán Gaete explica que “muchas veces no es sólo SO2 como tal, sino que también se puede estar respirando algún material particulado que pueda tener trazas de arsénico y ese material asociado al SO2 podría ser un precursor de cáncer”.
Un alto funcionario del Minsal, especialista en toxicología clínica y ambiental, señaló a CIPER que estas exposiciones crónicas a altas concentraciones de SO2 pueden producir daños respiratorios permanentes.
CIPER preguntó a la Seremi de Salud de Atacama sobre los efectos provocados por los niveles de contaminación monitoreados en Paipote y la autoridad señaló que “la exposición constante puede afectar al sistema respiratorio, las funciones pulmonares y causar irritación ocular. La inflamación del sistema respiratorio provoca tos, secreción mucosa y agravamiento del asma y la bronquitis crónica; asimismo, aumenta la propensión de las personas a contraer infecciones del sistema respiratorio”.
UNA NUBE ESPESA
Lo único que separa a Paipote de las chimeneas de la fundición es una carretera. La escuela más cercana al complejo está a 400 metros, mientras que el Cesfam —único centro médico de la localidad— está a 2,7 kilómetros. “Una de las principales demandas de la comunidad es contar con un broncopulmonar aquí en el centro”, dice la doctora Claudia Ravello, directora del Cesfam local.
El territorio que comprende Copiapó, Paipote y Tierra Amarilla, es una zona asediada desde hace años por contaminantes como el dióxido de azufre, material particulado y arsénico. Según el catastro del Servicio Nacional de Geología y Minería de Chile (Sernageomin), en el sector existen 114 faenas mineras, 30 relaves y una fundición. Ya en 1993, en un decreto del Ministerio de Agricultura, se declaró a Paipote como una “zona saturada por anhídrido sulfuroso”, otro nombre que recibe el dióxido de azufre.
—Acá la gente en Paipote siempre ha intentado solucionar este problema, pero es un tema que ya lleva años y años, y se sigue construyendo en este sector. Entonces, no sé si se podrá solucionar o si las condiciones de vida podrán mejorar acá, estando tan cerca de la fundición y los relaves—, comenta la doctora Ravello.
La fundición se instaló en 1952 y fue la primera del país. Cuenta con dos plantas de ácido, procesa principalmente concentrado de cobre y el mayor porcentaje de emisiones fugitivas se focalizan en el Convertidor Teniente. Según el mapa de conflictos socioambientales del INDH, a partir de 1990 los vecinos de Copiapó, Paipote y Tierra Amarilla “se organizaron para protestar por la contaminación”.
Es un problema que cruza a distintas generaciones de la zona, quienes se han visto forzados a adoptar comportamientos para mitigar el impacto de la contaminación. Gilbert Rodríguez nació en Tierra Amarilla y es profesor de educación física en la Escuela Víctor Sánchez de la misma comuna:
—A mí no me dejaban salir en la mañana porque era como una nube espesa que cubría Tierra Amarilla. Al final uno se va familiarizando con el tema, va pasando de generación en generación. Si a mí cuando chico no me dejaban salir a jugar, ahora me pasa lo mismo con mis hijas. No las dejo salir temprano, las dejo en la tarde porque el aire está más limpio.
En 2019 el INDH presentó un recurso de protección en la Corte de Apelaciones de Copiapó en contra de Enami y a favor de 58 vecinos de Tierra Amarilla, a raíz de la intoxicación de 12 personas en abril de ese año producto de una nube tóxica emanada de la fundición. Los afectados —se lee en el fallo— “fueron derivados a distintos dispositivos de salud de la región por la acción de la Municipalidad de Tierra Amarilla, a pesar de la omisión en la activación de protocolos de emergencia, en razón de que las autoridades encargadas de monitorear los niveles de las emisiones no registraron una superación de la norma de emisión para fundiciones”.
El tribunal de alzada acogió de forma unánime el recurso del INDH e instruyó a Enami adoptar medidas para evitar nuevos episodios críticos de contaminación atmosférica. Sin embargo, en última instancia el fallo fue revocado por la Corte Suprema.
Según las directoras de los Cesfam de Paipote y Tierra Amarilla, quienes más acuden a los servicios médicos por cuadros respiratorios asociados a la contaminación son adultos mayores y menores de edad. Katherine Araya, concejala de Copiapó, señala que, como Paipote no es una comuna sino una localidad, no existe un catastro oficial de cuántos adultos mayores viven en la zona. Pero mediante una resolución ingresada el 2019 en la Cámara de Diputados para solicitar al Ejecutivo crear la comuna de Paipote, se estima que el rango de habitantes oscila entre los 25 y 30 mil personas. Según la concejala Araya, más del 50% de la población podría corresponder a adultos mayores.
Actualmente, la Superintendencia de Medio Ambiente de Atacama mantiene abierto desde 2019 un procedimiento sancionatorio en contra de Enami por diversos incumplimientos medioambientales de la Fundición Hernán Videla Lira, que fueron clasificados como graves y gravísimos por haber generado un riesgo para la salud de la población. Hasta la fecha, no se registra ninguna sanción.
NORMATIVA CON “LETRA CHICA”
“Es primera vez en Chile que tendremos una norma de dióxido de azufre de carácter horario. Esto es un anhelo muy profundo de las comunidades, va a regir a lo largo de todo el territorio nacional y nos permitirá resguardar la salud de todas las personas”. Esas fueron las palabras de la otrora ministra de Medio Ambiente, Carolina Schmidt, cuando se promulgó la nueva norma primaria de calidad del aire para SO2 en mayo de 2019.
En simple, la normativa estableció parámetros más restrictivos para la concentración de SO2 en el aire y, además, consagró por primera vez una norma horaria fijada en 350 µg/m³ como límite. Uno de los puntos más celebrados por las autoridades fue que esta nueva norma horaria era equivalente a la vigente en la Unión Europea.
Pero existe un vacío en esa comparación. Es cierto que la regla europea tiene el mismo estándar, pero el detalle está en la cantidad de veces que ambos límites permiten ser excedidos antes de que se considere quebrantada la norma. En el caso europeo, el límite no puede sobrepasarse más de 24 veces por año. En cambio, el decreto del Ministerio de Medio Ambiente permite hasta 131 veces.
“Es una tremenda letra chica, porque a diferencia de una norma de calidad del aire en la que se permite superarla tres o seis veces, como la que conocemos para el material particulado, acá estamos hablando de (una norma que pide) un 98,5% de cumplimiento”, explica Marcelo Mena, exministro de Medio Ambiente. Con el 1,5% restante en que se tolera el incumplimiento, agrega, “puedes tener 131 días en los que se supera la norma por una hora (…) Y si vives en una zona como Paipote, no es tolerable. El SO2 es tremendamente corrosivo y es una vergüenza que una empresa del Estado permita manga ancha para poder seguir operando”.
Otro problema es que al tratarse de límites basados en promedios horarios, no se pesquisan los peaks máximos de concentración de SO2. La evidencia empírica en salud, enfatiza el bioquímico Pablo Ruiz, “apunta a que se pueden generar crisis respiratorias en un periodo muy corto de exposición al SO2”.
El toxicólogo Hernán Gaete, coincide: “Si saco un promedio de varios días, puedo decir ‘estoy bajo el estándar promedio’. Pero dentro de esos varios días, tuviste peaks y en ellos perfectamente podrías tener situaciones de concentraciones muy altas que pueden provocar efectos graves”.
CIPER también consultó a la Seremi de Salud de Atacama sobre la efectividad de la norma: “Si bien las normas primarias de calidad de aire, tienen como objetivo el cuidado y protección de la salud de la población, aún se evidencian brechas entre esta norma y lo recomendado por la OMS”.
La OMS publicó en septiembre de 2021 las nuevas directrices sobre calidad del aire. El organismo promueve medir promedios de diez minutos y no de una hora, como consigna la regla chilena, para el SO2.
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