La voz rural ante las elecciones
01.12.2021
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01.12.2021
El mundo rural tuvo menor participación que el urbano en las últimas elecciones, remarcando así una tendencia a la abstención observada ya desde votaciones previas. Tampoco los candidatos ni los medios abordan las preocupaciones del sector entre sus temas prioritarios, indica esta columna de un especialista en el área, centrada en las preocupaciones de los habitantes rurales: «Existe el temor de quedarse sin agua para la vida, la impotencia de ver cómo sus entornos naturales son arrasados por la industria, el no sentirse escuchados por una sociedad cada vez más enferma de urbanititis».
¿Qué tanto hablamos de ruralidad, de cara a las presidenciales 2021? Increíblemente, antes de la primera vuelta electoral la agenda agrícola se acotó a un encuentro anual que organizan las empresas del sector (ENAGRO, octubre pasado). Poco se ha discutido en campaña sobre el diverso rostro de los problemas rurales, y mucho de «violencia rural», como si la única preocupación de estos sectores respondiera al eje de orden y seguridad pública.
Borramos las zonas rurales del mapa político. Y hoy, sin embargo, estos territorios parecen darnos algunas lecciones de la importancia de ser incluidos en un amplio frente de transformación democrática.
Aunque el grito rural ya se había hecho sentir en las votaciones del período 2017 a junio de 2021, con una participación de las comunas rurales ocho puntos porcentuales por encima de las urbanas y cinco sobre las mixtas [ver más en columna previa del autor], los resultados de las zonas rurales en estas últimas elecciones son preocupantes. Al desagregar y comparar la participación electoral según tipo de comuna, se observa que los territorios rurales [1] registraron menores niveles de participación que sus pares: 42% de participación promedio en comunas rurales, 46% en zonas mixtas y 49% en sectores urbanos.
Por otro lado, la participación rural en los comicios del 21-N estuvo especialmente silente en las zonas extremas del país, lo cual da cuenta de la incapacidad del proceso presidencial de interpelar, interpretar y levantar voces de quienes allí habitan. Las regiones con mayor participación electoral rural se concentran en la Zona Central (Valparaíso, Metropolitana y O’Higgins). La menor participación —inferior al 35%— se dio en los extremos norte y sur del país (Arica y Parinacota, Tarapacá, Antofagasta, Los Lagos, Aysén y Magallanes).
En comparación con otras elecciones, aumenta el número de personas de sectores rurales que prefirieron no votar. A diferencia de los sectores urbanos, en noviembre de 2021 aumentó el número de comunas rurales en las que ganó la abstención respecto a votaciones previas: entre las 185 comunas rurales existentes bajó la participación electoral tanto respecto a la presidencial de 2017 (en 114 casos) como también a la votación de abril de 2021 (152 casos).
¿Dónde se concentraron las preferencias según tipo de comuna? Triste realidad, la primera mayoría fue la abstención en gran parte del territorio nacional. En estas elecciones también se confirma cierta tendencia a la segmentación territorial del voto, donde se identifican candidaturas ganadoras para cierto tipo de zonas: la zona norte para Parisi, el centro urbano para Boric, y el sur para Kast. Este fenómeno también se demuestra al ver los datos según el tipo de comuna: Kast obtuvo la primera mayoría en el 71% de las comunas rurales y Boric resultó ganador en el 56% de las comunas urbanas.
A menos de un mes para la segunda vuelta, ¿podrá la participación rural ser mayor a la abstención?; ¿podrán las candidaturas dimensionar las problemáticas reales de los territorios rurales y convertirlas en propuestas para movilizar el grito rural?
En RIMISP – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural venimos desarrollando desde noviembre del año pasado la iniciativa #VozdelosTerritorios, un proyecto que nos ha permitido conocer las preocupaciones y problemáticas que existen en comunas rurales desde la voz de sus propios protagonistas. Nuestro objetivo es tomar el pulso al proceso constituyente a través de microentrevistas realizadas semanalmente a un grupo diverso de personas de todas las regiones del país, de distintas edades, género, orígenes y roles dentro de su comunidad. El énfasis ha estado en los habitantes de territorios rurales y ciudades intermedias, cuyas voces han sido relevadas para aportar al debate en el marco de la nueva Constitución para Chile. El trabajo nos ha permitido confirmar que entre ellos existen preocupaciones recurrentes: el temor a quedarse sin agua para la vida, la impotencia de ver cómo sus entornos naturales son arrasados por la industria, el no sentirse escuchados por una sociedad cada vez más enferma de urbanititis, el enfrentarse día a día a la desigualdad de trato y a las barreras para vivir en bienestar. Comparten la sensación del abandono y la falta de conectividad.
Esta es una pequeña parte de las problemáticas que vive el mundo rural en Chile. Incluirlas y mostrarlas de cara a la segunda vuelta del 19 de diciembre es de vital importancia si queremos que el grito rural se haga presente en esta fiesta democrática. Esta fiesta, a diferencia de las tradicionales, no tiene fin. El desafío es escuchar, incluir y vincular a quienes viven en estos territorios a lo largo del proceso democrático, lo que implica convertir esta representación en propuestas programáticas del futuro gobierno.
No olvidemos que la sensación y participación del mundo rural marcó la diferencia en las elecciones de Estados Unidos y del Brexit en el año 2016. El resto de la historia la conocemos.
[1] Utilizamos la tipología de comunas establecida por la Política Nacional de Desarrollo Rural (PNDR) del Ministerio de Agricultura. La definición de ruralidad que se adopta, basada en la tipología regional de la OCDE, se define como «aquel territorio que se genera producto de la interrelación dinámica entre las personas, las actividades económicas y los recursos naturales, caracterizado principalmente por un poblamiento cuya densidad poblacional es inferior a 150 habitantes por km2, con una población máxima de 50.000 habitantes y cuya unidad básica de organización es la comuna». Esta tipología categoriza tres tipos de comunas: rurales (185), urbanas (82) y mixtas (78).