El batacazo de los independientes de cara a las elecciones de noviembre: ¿se acerca el fin de una era?
17.07.2021
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17.07.2021
Los resultados de las últimas votaciones fueron un castigo electoral para los partidos políticos tradicionales, dicen los autores de esta columna de opinión, quienes midieron la caída de los conglomerados históricos en las comunas metropolitanas. ¿Puede proyectarse esa pérdida de apoyo para los comicios presidenciales y parlamentarios que se avecinan? Si se permite a los independientes competir aunados en listas –y ellos consiguen unirse para utilizar esa fórmula–, podrían reforzar su éxito y ahondar el desplome de los colectivos “que dominaron el espectro político durante los últimos 40 años”, afirman los investigadores.
Los autores son investigadores del Núcleo de Investigación Social para la Incidencia Pública.
El pasado 15 y 16 de mayo se realizaron las elecciones que definieron a los encargados de redactar la nueva Constitución, lo que dio inicio a un proceso de diálogo que durará entre 9 y 12 meses, y que derivará en un documento que será sometido a un plebiscito de salida en 2022. Los hitos históricos que suponen haber elegido democráticamente a los constituyentes, y que la Convención sea paritaria en materia de género y que incluya escaños reservados para pueblos originarios, se suman al término de la vigencia de una carta magna que rigió al país por 40 años, lo que marca un antes y un después en la historia de Chile.
Sin embargo, eso no es todo lo que hay por analizar. Otro hecho que también constituye una ruptura relevante de lo que hasta ahora se consideraba el escenario político nacional, fue la irrupción de los independientes y el fracaso del duopolio electoral. Los partidos que conformaron las dos grandes coaliciones que marcaron la pauta política durante las últimas décadas fueron duramente castigados por los electores en las votaciones constituyentes.
Las coaliciones a las que nos referiremos son, por un lado, la inicialmente llamada Concertación de Partidos por el No, que surgió en oposición a la dictadura de Augusto Pinochet, y fue conformada por el Partido Socialista (PS), Partido Radical (PR), Partido Por la Democracia (PPD) y la Democracia Cristiana (DC). Esta alianza, que luego se denominó Concertación de Partidos por la Democracia, fue un actor muy relevante y con amplio poder durante muchos años, tanto desde el oficialismo como desde la oposición.
Por otro lado, los partidos Renovación Nacional (RN) y Unión Demócrata Independiente (UDI) conformaron la coalición denominada Alianza por Chile, a la que en 2015 se le unió el Partido Regionalista Independiente Demócrata (PRI) y Evópoli, pasando a conformar la que hasta hoy es conocida como la alianza de Chile Vamos.
Es posible que, de permitirse la competencia de independientes en listas para las elecciones presidenciales y parlamentarias de noviembre, se refuerce el éxito de estos y continúe el desplome de los partidos que conformaron las alianzas que dominaron el espectro político
Ambos actores fueron determinantes desde la transición a la democracia y gobernaron en períodos sucesivos. Esa lógica comenzó a verse amenazada en la elección presidencial de 2017, en la que irrumpió una nueva fuerza: el Frente Amplio, la que logró alrededor de un 20% de los votos con la candidata a la presidencia Beatriz Sánchez, y que alcanzó varios escaños en el Parlamento.
Sin embargo, lo que ocurrió el pasado 15 y 16 de mayo fue el mayor fracaso de los partidos tradicionales desde la vuelta a la democracia en Chile. En conjunto, las coaliciones obtuvieron alrededor del 35% de los escaños de la Convención Constitucional. Las alianzas en las que compitieron los partidos no son exactamente las mismas que se mencionaron anteriormente, ya que algunas fuerzas -que antiguamente no figuraban en el espectro tradicional- se sumaron a estas coaliciones.
Específicamente, la centroizquierda compitió con la Lista del Apruebo, conformada por partidos de la ex Nueva Mayoría que ahora componen Unidad Constituyente (PPD, PS, PR y la DC, además del PRO y Ciudadanos) y por la plataforma política Nuevo Trato (Partido Liberal y ex miembros de RD y de la ex Nueva Mayoría). Por otro lado, la derecha compitió en la lista Vamos por Chile, integrada por partidos de Chile Vamos (Evópoli, RN y la UDI) y por el Partido Republicano, de extrema derecha.
Los resultados de la elección constituyente no solo fueron sorpresivos porque castigaron a las dos alianzas tradicionales, sino también por quienes fueron los triunfadores y alcanzaron la mayoría de los escaños de la Convención. Por un lado, la alianza del PC y FA se consolidó, logrando con su pacto Apruebo Dignidad el 18,74% de los cupos. Por otro lado, irrumpió una nueva fuerza: la Lista del Pueblo, un movimiento político de izquierda conformado por independientes y creado para competir en las elecciones de convencionales constituyentes. La agrupación presentó listas de candidaturas independientes en 26 de los 28 distritos electorales, logrando obtener un 16,27% de los escaños, un porcentaje superior a lo obtenido por la Lista del Apruebo, que agrupó a los partidos de la ex Concertación.
Además de estas alianzas, los independientes también fueron los grandes -y quizás inesperados- ganadores. Por un lado, la lista Independientes No Neutrales logró un 8,84% de los escaños, mientras que los independientes fuera de pacto obtuvieron la misma proporción. Todavía no está claro de qué manera se movieron esos votos, es decir, hacia dónde fluctuaron las preferencias ciudadanas entre las elecciones pasadas y la constituyente. Sin embargo, hay consenso en que, de alguna manera, esas preferencias castigaron a las alianzas tradicionales que por tantas décadas gobernaron Chile.
La Convención Constituyente ilustra esta nueva preferencia. Su configuración refleja un movimiento del apoyo electoral que, de repetirse, podría traducirse en un mayor grado de volatilidad electoral en Chile. Por ello es relevante aproximarse a la magnitud del castigo que los electores dejaron caer sobre los partidos tradicionales. Y, para esa tarea, resulta útil el uso de un índice de desempeño electoral.
Para este análisis se utilizó la información electoral de las votaciones de diputados de 2017 y las de convencionales constituyentes de 2021, específicamente, en las comunas del Gran Santiago. Si bien ambos procesos electorales presentan algunas diferencias, sobre todo en la conformación de las listas y alianzas, poseen la misma cantidad de escaños y distritos, lo que permite realizar un análisis general de las tendencias en las votaciones.
Para ambas elecciones se contabilizó el total de votos obtenidos por las alianzas tradicionales, además del total de votos emitidos por comuna. Con ello, se obtuvo el porcentaje de preferencias de ambos conglomerados a nivel comunal para cada elección. Posteriormente, se calculó el cambio en la proporción de los votos entre ambas elecciones, que corresponde a la diferencia entre el porcentaje obtenido en 2021 y el obtenido en 2017. Así, el índice puede tomar valores positivos y negativos: los primeros representan un aumento en la votación de estos pactos desde las elecciones de 2017 a las de 2021, mientras que los segundos representan una reducción en dicha participación.
El ejercicio se realizó considerando a los partidos de las alianzas tradicionales, a saber, Evópoli, RN, UDI y Partido Regionalista Independiente, por parte de Chile Vamos; y el PS, PPD, DC y Partido Radical por parte de la Nueva Mayoría (si bien el PC en 2017 formaba parte de esta coalición, para efectos del análisis comparativo no fue considerado, puesto que en 2021 compitió en pacto con el FA). Asimismo, es importante mencionar que dentro de cada coalición también se incorporaron aquellos candidatos que postularon con cupos independientes, pero que fueron apoyados por los partidos pertenecientes a estos pactos. Esta última aproximación permite realizar una lectura más conservadora, sin sobreestimar los cambios en la tendencia que pueden haberse generado entre ambos procesos.
La Convención Constituyente ilustra una nueva preferencia. Su configuración refleja un movimiento del apoyo electoral que, de repetirse, podría traducirse en un mayor grado de volatilidad electoral en Chile
En primer lugar, es relevante mencionar que existe un castigo electoral en todas las comunas de la Región Metropolitana para las alianzas tradicionales, que repercute en una pérdida que, sumando a ambas coaliciones, asciende al 33%: Chile (CHV) aporta con un 21% de esta caída y la Nueva Mayoría (NM) el 12% restante.
Las cinco comunas donde se observa una mayor caída en el desempeño electoral son Peñalolén, con una pérdida de un 47,3% de los votos (25,6% NM y 21,7% CHV); seguido por Pudahuel, con un 47% (25% NM y 22% CHV); Quilicura, con un 45,6% (23,8% NM y 21,8% CHV); Lo Prado, con un 45,8% (25,9% NM y 19,8% CHV); y, finalmente, Cerro Navia, con una pérdida del 45,5% (22,7% NM y 22,8% CHV). Cuatro de las cinco comunas mencionadas se ubican en el sector norponiente del Gran Santiago.
Es interesante señalar que, en aquellas comunas donde ambos pactos sufrieron en conjunto la mayor caída en su desempeño electoral, la pérdida es similar para ambas alianzas. Si bien son estas mismas comunas en donde la Nueva Mayoría obtuvo sus mayores pérdidas, eso no ocurre al analizar el caso de Chile Vamos. La coalición de centroderecha registró sus mayores pérdidas en las comunas de San Bernardo, Conchalí, Lampa, La Cisterna, Puente Alto y Maipú, sectores donde este pacto pierde prácticamente un cuarto de sus electores entre una elección y otra.
En comunas icónicas, como Maipú y Puente Alto, la situación de los conglomerados tradicionales no mejora mucho. Allí muestran caídas en el desempeño electoral que, en conjunto, son del orden de 39,8% y 33,2% respectivamente. Chile Vamos es quien más aporta a esta baja, con aproximadamente un 25% en ambas comunas.
Respecto al resultado en territorios ubicados en sectores periféricos, como La Pintana y San Ramón, también existe una merma en el desempeño electoral que supera el 30% entre Chile Vamos y la Nueva Mayoría.
Al analizar el comportamiento electoral de las tres comunas de la Región Metropolitana en las que ganó el rechazo a la elaboración de una nueva Constitución, nos encontramos con que Vitacura, Las Condes y Lo Barnechea reportan una pérdida que supera el 20% para ambas alianzas. El conglomerado de centro derecha aporta aproximadamente un 17% de esta caída, mientras que la Nueva Mayoría anotó una pérdida cercana al 5%.
Finalmente, solo hay dos comunas donde la baja del desempeño electoral de ambos pactos en conjunto no supera el 20%: Providencia, con una pérdida del 17,6% (atribuible en gran medida a la baja en la votación por candidatos de Chile Vamos, que se situó en un 15,3%), y Santiago, con una pérdida del 19,3% (donde se presentó un comportamiento muy similar, ya que Chile Vamos registró una baja electoral de un 18,1%, mientras la pérdida de la Nueva Mayoría fue solo de un 1,2%).
En base al análisis del castigo electoral que sufrieron los partidos tradicionales en la elección de Convencionales Constituyentes, y observando el indicio de una mayor volatilidad electoral junto con la irrupción de nuevos pactos e independientes, es plausible sostener que la disminución en el apoyo a las grandes coaliciones podría repetirse en comicios posteriores. Específicamente, es posible que, de permitirse la competencia de independientes en listas para las elecciones presidenciales y parlamentarias de noviembre, se refuerce el éxito de estos y continúe el desplome de los partidos que conformaron las alianzas que dominaron el espectro político durante los últimos 40 años. Esto, considerando que existen ciertas limitaciones que pueden presentarse al tomar en cuenta la baja participación electoral, la excepcionalidad de la elección de constituyentes y el hecho de que puedan existir comicios más predictores de los resultados presidenciales, como sucede con el caso de los concejales.
En ese sentido, es evidente que en los próximos meses existirá, dentro de estos partidos castigados electoralmente, un debate respecto de la conveniencia de permitir que los independientes puedan conformar listas de cara a las elecciones de noviembre.
¿Pueden los independientes terminar completamente con la lógica de las dos alianzas que durante años mantuvieron la volatilidad electoral muy baja en Chile? ¿Son un peligro para quienes aún se identifican con los partidos tradicionales? ¿Cuál es la implicancia de promover la irrupción de independientes por sobre la conformación de partidos y alianzas políticas en el sistema político?
La elección de mayo configuró un escenario nuevo y para muchos inesperado, creando expectación por lo que pueda suceder más adelante. La mantención de esta configuración política puede depender de los independientes y de la forma en que opere su competencia para las elecciones de noviembre. La conformación de listas integradas por fuerzas políticas marginadas del sistema que dominaron Chile Vamos y la Concertación podría terminar definitivamente con el rol preponderante que tuvieron ambas coaliciones en el panorama político nacional.