CIPER ACADÉMICO / ARTÍCULO
De la guerra contra las drogas a la guerra contra las armas
29.05.2021
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
CIPER ACADÉMICO / ARTÍCULO
29.05.2021
El libro Tráfico de armas y violencia: De la red global al reto de seguridad local, debe ser examinado con atención por quienes piensan las políticas públicas latinoamericanas. Este artículo resume sus principales datos, hallazgos y recomendaciones. Una de ellas: pasar de la guerra contra las drogas a la guerra contra las armas. Y dado que la mayor parte de éstas se hacen en Estados Unidos, los autores recomiendan la creación de “coaliciones diplomáticas” que presionen a ese país para que regule mejor su industria de armas. Otra recomendación: poner contrapesos civiles en el control de las armas. Hoy, en la mayor parte de Latinoamérica la producción, comercialización, regulación, y uso de armas de fuego está bajo control de una sola entidad, usualmente el Ejército o el Ministerio del Interior/Justicia. “Este control institucional ha facilitado la corrupción, abuso de poder y falta de transparencia”, argumentan los autores. Agregan: “En Latinoamérica el tráfico de armas es posible gracias a la complicidad y cooperación de fuerzas de seguridad corruptas”.
Latinoamérica es la región más violenta del mundo y estos datos muestran cuánto.
Estos datos provienen el libro Tráfico de armas y violencia: De la red global al reto de seguridad local, editado en 2021 por los académicos David Pérez, Carlos Pérez y Eugenio Weigened. En diez capítulos escritos por 25 expertos de 7 regiones del mundo, el libro presenta el primer estudio comparativo de los retos que tienen, en materia de armas, Estados Unidos, América Latina, Europa, África y Oceanía.
El libro aborda tres dimensiones del problema: las dinámicas del tráfico de armas; la relación entre armas y violencia, y los casos exitosos y fallidos en el intento de imponer reglas sobre la producción, almacenamiento y uso de armas ligeras, en diferentes regiones del mundo.
Para los editores, no se pueden entender las dinámicas de este tráfico sin primero resaltar rol de Estados Unidos tanto en el comercio legal como ilegal de armas.
En Latinoamérica el tráfico de armas es posible gracias a la complicidad y cooperación de fuerzas de seguridad corruptas
La evidencia demuestra que armas fabricadas en Estados Unidos alimentan la violencia en varias regiones. En el caso de América Latina se sabe que un número importante de armas recuperadas en escenas de crimen fueron manufacturadas en Estados Unidos, o bien importadas primero a Estados Unidos y después traficadas ilegalmente. Algunos datos elocuentes:
Eugenio Weigened, autor del capítulo sobre Estados Unidos, dijo a CIPER que un “mayor número de armas no se traduce a mayor seguridad”. Los números que incluye en su capítulo alarman. En Estados Unidos una persona es asesinada con un arma cada 14 minutos; y hay un tiroteo masivo cada 25 horas (entre 2013 y 2018 se han registrado 400 tiroteos en escuelas); 76.000 personas resultan heridas con un arma cada año; y ocurre un disparo involuntario cada 18 horas.
Para Eugenio Weigened el desastre norteamericano tiene importantes lecciones para Latinoamérica. Una de ellas es que debemos poner mucha atención a quienes hacen lobby a favor liberalizar el comercio de armas.
“Hay que monitorear a los grupos de cabildeo y de interés que empujan por más armas, y su influencia en la legislación sobre políticas de armas y políticas de seguridad en general. Estados Unidos es un caso claro de que tan influyentes son. Hay intereses que protegen a la industria de las armas y no a los intereses o las demandas de la ciudadanía”, dijo a CIPER.
Los autores del capítulo[4] sobre Latinoamérica resaltan que una de las principales causas del incremento de la violencia en la región es la guerra contra las drogas[5].
Esto ha significado el retorno de los militares en misiones de seguridad interna, lo que a su vez implica la adquisición de armas por parte de actores estatales y no estatales en toda la región. Para los editores del libro, sin embargo, el problema que enfrentamos en Latinoamérica no es la droga misma, sino el tráfico de armas. El editor Carlos Pérez resumió esta idea para CIPER: “dejemos de hacerle la guerra a las drogas y hagamos la guerra a las armas”.
“Si queremos reducir la violencia dejemos de hablar de drogas y pongamos a las víctimas y a las armas que las hacen víctimas al centro. Necesitamos que la academia hable más del tema. Necesitamos que ese sea el centro del debate”, dijo a CIPER David Pérez.
La mayoría de las armas que circulan en América Latina fueron previamente importadas a pequeña escala
La violencia ligada a la prohibición de drogas se puede medir a través del número de armas disponibles en la región. En 2017 la encuesta de Small Arms estimó que en el mundo había aproximadamente 857 millones de armas en poder de civiles. En América Latina los países que lideran la lista fueron:
Los autores destacan que menos del 10% de estas armas están registradas oficialmente, a pesar de la estricta legislación de estos países. En Venezuela y Brasil, por ejemplo, hay un mínimo de edad (25 años) para obtener permiso de porte de armas. En México hay solo una tienda, propiedad del Ejército, donde se puede conseguir armas de manera legal. Además, en estos tres países el porte de armas está prohibido en territorio nacional, con excepción de oficiales de seguridad pública o privada.
El problema, sugieren los autores, radica en los miles de armas ilegales infiltradas desde Estados Unidos. Para Carlos Pérez, como es poco lo que se puede hacer para controlar el flujo que salen de Estados Unidos, una estrategia más realista se debe enfocar en las políticas locales de modo que “una vez que las armas están en el país no terminen en las manos equivocadas”. Sin embargo, de nada sirven las estrictas leyes que tienen algunos países, sin voluntad política, o capacidad institucional para hacerlas cumplir.
El primer reto que los autores señalan en cuestión del combate al tráfico de armas es la corrupción institucional.
En Guatemala, por ejemplo, las redes de exmilitares y oficiales de inteligencia de alto rango con fuertes lazos con el sistema político han monopolizado el tráfico de armas en el país. Dinámicas similares son la norma en Latinoamérica, confirmando que el tráfico es posible gracias a la complicidad y cooperación de fuerzas de seguridad corruptas.
Uno de los muchos casos documentados de los lazos entre oficiales corruptos y el tráfico de armas es el de la venta de armas del gobierno peruano a las guerrillas colombianas en 1999. Ese año, los servicios de inteligencia de Perú (SIN) dirigido por Vladimiro Montesinos, actualmente encarcelado en Perú, compró alrededor de 10,000 armas AK-47 del gobierno de Jordania. Oficialmente el SIN sería el último destino y usuario de las armas. Sin embargo, Montesinos ya había arreglado previamente la reventa de las armas con los líderes de las Fuerzas Armadas de Colombia (FARC)[7].
Un segundo reto en la región según los autores es el contrabando de pequeñas cantidades de armas. La mayoría de las que circulan en América Latina fueron importadas así. El tráfico de armas es realizado por grupos criminales tradicionales y redes criminales transnacionales, las cuales tienen otras actividades ilegales como drogas o tráfico de personas. Es esta amplia variedad de delitos ligados al tráfico de armas, lo que hace tan difícil de contrarrestarlo.
Mientras un importante porcentaje de armas es ilegalmente adquirido en Estados Unidos y después traficado a través de la frontera con México, existen otras rutas más complejas hacia el Caribe y el sur de América, las cuales reciben menos atención.
El tráfico de armas es realizado por grupos criminales que tienen otras actividades ilegales como drogas o tráfico de personas. Es esta amplia variedad de delitos ligados al tráfico de armas, lo que hace tan difícil de contrarrestarlo
Un ejemplo son las vías marítimas. Las armas se esconden en embarcaciones, desarmadas y mezcladas con mercancía legal[8]. Son casi imposibles de detectar debido al gran tamaño de los contenedores y la cantidad de mercancía que pasa por los puertos[9].
Otro gran reto es el tráfico de armas entre estados vecinos. Además de la frontera entre México y Estados Unidos, hay otras dos zonas muy complejas:
La triple frontera entre Paraguay, Brasil y Argentina. Por años, las regulaciones laxas de Paraguay hicieron de este país un paraíso para los traficantes en Brasil. Hasta hace poco, era posible comprar armas legalmente con tan solo presentar una copia de identificación a las autoridades locales. Las armas eran, en su mayoría, importadas desde Estados Unidos. A pesar de un cambio en la legislación de Paraguay, todavía existe una gran cantidad de armas estadounidenses disponibles en la frontera paraguaya.
Otro punto estratégico se encuentra en América Central, en la triple frontera entre Honduras, Guatemala y El Salvador. En esta región la cocaína y otras drogas transitan desde la zona andina hacia el norte; y las armas hacen la ruta opuesta. Con un estimado de 2,8 millones de armas no registradas en la región, es fácil encontrar donde comprar armas y municiones a lo largo de esta frontera.
Los precios incluso son los más bajo en la región, los rifles AK-47 tienen un precio entre los US 200 y 400.[10] Además de las organizaciones mexicanas y colombianas, quienes han tomado ventaja de esta situación son las pandillas locales, quienes frecuentemente son más violenta que las organizaciones transnacionales. Las consecuencias inmediatas de esto son el aumento de extorción, secuestro, alto número de homicidios y las subsecuentes olas de migración.
Para enfrentar los principales retos identificados en la región, los académicos concluyen con cinco recomendaciones clave, basadas en la evidencia empírica que analizaron, para los diseñadores de políticas públicas en América Latina
Este control institucional ha facilitado la corrupción, abuso de poder y falta de transparencia respecto a la compra, administración y distribución de armas. Para prevenir esto, la recomendación es establecer agencias de coordinación nacional para investigar y monitorear el comercio legal e ilegal de armas.
Estas cinco ideas resumen las principales enseñanzas sobre políticas que logran reducir la cantidad de armas y las que no funcionan o son muy insuficientes.
Mejorar inventarios
Para evitar fugas de municiones y armas de los almacenes nacionales, la policía y las autoridades militares deben actualizar continuamente sus inventarios, mejorar sus prácticas administrativas, y ser más transparentes. La creación de inventarios más efectivos y la implementación de mecanismos de control de adquisición de armas por civiles han dado buenos resultados en reducir el desvío de armas y municiones.
Entrega de armas
Considerar el éxito de los programas de la rendición o entrega de armas. En 2007, Argentina comenzó el programa de rendición como resultado del diálogo y la cooperación entre organizaciones civiles[11] y el entonces gobierno del presidente Néstor Kirchner. Basada en una rendición voluntaria y anónima de armas y municiones, el plan alcanzó la destrucción de más de 175.000 armas y 1,5 millones de balas en menos de una década. A cambio, los participantes reciben un incentivo financiero. Este programa en Argentina ha sido reconocido a nivel mundial, recibiendo el prestigioso premio Future Policy Award por la mejor política pública de desarme.
Confiscar no es suficiente
Cada año se confiscan en Centroamérica alrededor de 16.000 armas. El número es tan bajo que manteniendo ese ritmo y sin que entraran más armas al mercado, tomaría 188 años para remover todas las armas de las calles de Centroamérica”[12]. La lección en este sentido es que los esfuerzos de la policía en incautar armas son irrelevantes si los gobiernos no reducen la demanda de estos productos. Mientras la demanda persista, el impacto de las políticas de seguridad seguirá siendo limitado.
Regular la industria de armas latinoamericana
América Latina tiene una pequeña pero creciente industria regional de armas. Países como Brasil tienen una industria de defensa bien establecida que produce, ensambla, importa y exporta armas[13]. La industria armamentista está creciendo en otros países como Chile, México y Perú[14]. Este escenario hace que la regulación de la producción y comercialización de armas en la región sea aún más relevante.
Cooperación regional e internacional
Dicho lo anterior, hay algunas acciones que los países latinoamericanos podrían realizar para combatir el contrabando de armas. La que ha probado ser más eficaz es la cooperación entre gobiernos y organizaciones internacionales, como El Centro Regional de las Naciones Unidas para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe (UNLIREC). En colaboración con UNLIREC, muchos países han trabajado en la implementación de programas para intensificar sus capacidades de balística forense, desarrollar estrategias para investigar y sancionar el tráfico de armas y municiones. Aunque el impacto de esta y otras colaboraciones es difícil de medir, la evidencia sugiere que, hasta ahora, una de las mejores maneras de disminuir el tráfico de armas es la cooperación regional e internacional.
[1] Ver: Misse, Michel. 2018. Violence, Criminal Subjection and Political Merchandise in Brazil: An Overview from Rio. International Journal of Criminology and Sociology 7: 135–148.
[2] Ver Muggah, Robert, and Katherine Aguirre Tobón. 2018. Citizen Secuirty in Latin America: Facts and Figures. Igarapé Institute.
[3] Ver Muggah, Robert, and Katherine Aguirre Tobón. 2018. Citizen Secuirty in Latin America: Facts and Figures. Igarapé Institute.
[4] Autores del capítulo titulado “Guns in Latin America: Key Challenges from the Most Violent Region on Earth” Carlos A. Pérez Ricart, Jerónimo Castillo, Alex Curry, y Mónica Serrano.
[5] En países como Colombia, Perú, Guatemala, Nicaragua y El Salvador un factor central de la violencia son los conflictos civiles en algunos países y la violencia política.
[6] Ver Karp, Aaron. 2018. Estimating Global Civilian-Held Firearms Numbers. 14. Briefing Paper. Geneva: Small Arms Survey
[7] Ver Austin, Kathi, and Jason Felch. 2002. A Colombia Arms Deal and the Perils of Blowback. The Washington Post, 3 March. Ver el siguiente enlace..
[8] Ver Bargent, James. 2016. Top Paraguay Official Reveals Arms Trafficking Modus Operandi. InSight Crime, 10 March. Ver el siguiente enlace.
[9] Otra manera de contrabando incluye el uso de aerolíneas comerciales y servicios postales que siguen siendo un medio regular para el tráfico de pequeñas cantidades de armas a América Central. Ver Small Arms Survey. 2016. Dribs and Drabs: The Mechanics of Small Arms Trafficking from the United States. 17. Issue Brief.
[10] Ver UNODC. 2012. Transnational Organized Crime in Central America andthe Caribbean: A Threat Assessment. Ver el siguiente enlace.
[11] En particular la organización Red Argentina para el Desarme, formada después de un incidente en el cual un joven de 15 años abrió fuego en una escuela.
[12] Ver https://www.unodc.org/toc/en/reports/TOCTACentralAmerica-Caribbean.html
[13] Ver: Dreyfus, Pablo, Benjamín Lessing, Marcelo de Sousa Nascimento, and Júlio Cesar Purcena. 2010. Small Arms in Brazil: Production, Trade, and Holdings. Special Report. Small Arms Survey.
[14] Ver: UNLIREC. 2018. Ammunition Control Practices Latin America and the Caribbean.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
CIPER/Académico es un espacio abierto a toda aquella investigación académica nacional e internacional que busca enriquecer la discusión sobre la realidad social y económica.
Hasta el momento, CIPER Académico recibe aportes de seis centros de estudios: el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), el Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR), el Centro de Investigación en Comunicación, Literatura y Observación Social (CICLOS) de la Universidad Diego Portales, el Núcleo Milenio Autoridad y Asimetrías de Poder (NUMAAP), el Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería (CRHIAM), el Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP) y la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago (UsachFAHU).
Estos aportes no condicionan la libertad editorial de CIPER.