CIPER ACADÉMICO / ANÁLISIS ELECTORAL
Elección constituyente y voto popular: análisis muestra que las comunas pobres sí votaron
28.05.2021
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CIPER ACADÉMICO / ANÁLISIS ELECTORAL
28.05.2021
A partir de una conceptualización multidimensional de la pobreza, la columna revisa la participación electoral de los sectores pobres antes y después del 18/O. El autor identifica distintos niveles de pobreza por comuna (alta, muy alta y extremadamente alta), y sostiene que si bien es efectivo que comunas de la Región Metropolitana como La Pintana y Lo Espejo experimentaron una baja en su participación electoral en 2021, concentrar ahí el foco puede llevar a conclusiones erróneas. Al analizar el conjunto de comunas pobres del país, se aprecia que hubo un incremento de la participación electoral, que se intensificó en las comunas con pobreza “extremadamente alta”. Esta pasa de un 30,2% en el plebiscito a un 50,5% en la elección de constituyentes.
Esta columna está basada en resultados parciales del proyecto FONDECYT Iniciación Nº 11200175 “Exclusión, territorio y participación popular en el proceso constituyente chileno: politización y acción colectiva en territorios pobres en Chile 2020-2022” (ANID). Colaboraron en la preparación de los datos aquí presentados Tatiana Aguirre y Daniela Rojas, sociólogas integrantes del equipo de investigación del proyecto.
TRANSPARENCIA: Juan Fernández Labbé no trabaja, ni es consultor o comparte o recibe financiamiento de ninguna compañía u organización que pudiera beneficiarse de este artículo, y no tiene que transparentar ninguna militancia política ni afiliación relevante más allá de su condición de académico o investigador.
Desde el 18 de octubre de 2019, el rol de los sectores populares ha cobrado una relevancia significativa. Tras un aparente paréntesis histórico, posterior a las jornadas de protesta nacional contra la dictadura (1983-86) y el proceso de redemocratización del país en 1990, en que habían pasado a ser vistos por la elite simplemente como beneficiarios de ayudas sociales y de programas de intervención, estigmatizados y discriminados, atomizados y despolitizados, en 2019 volvieron a ser actores políticos.
El paréntesis era en parte real y en parte falaz. Si bien hubo retraimiento, desarticulación y desmovilización, también hubo archipiélagos de acción colectiva y resistencia. Los movimientos de pobladores asomaron cada cierto tiempo en su lucha por vivienda digna y derecho a la ciudad (Angelcos y Pérez, 2017) en el marco de un proceso más amplio que venía gestándose de modo latente, pero con hitos de visibilidad: movilizaciones estudiantiles, ambientalistas, feministas, territoriales e indígenas intensificadas desde los 2000.
El retorno del actor popular no ocurre en el vacío: se conecta históricamente con la participación que estos grupos tuvieron como resistencia a la dictadura en los 80’s, cuando ya eran expresión de una profunda exclusión social, desintegración y “disolución ante el modelo de mercado” (Valenzuela, Espinoza, Saball, Echeverría, 1985). Sin embargo, lo hace en un escenario nuevo de articulación política, pues ahí donde hubo puente y mediación de parte de la iglesia, de organizaciones sindicales, de gremios y de partidos políticos (Delamaza y Garcés, 1985), hoy ese soporte se ha diluido, dada la grave crisis de legitimidad y confianza que ha afectado a diversas instituciones en los últimos años (Mayol, 2012; Fuentes, 2019).
En las protestas de 2019 no hubo líderes reconocidos ni mediadores institucionales (sí hubo una Mesa de Unidad Social, que se erigió como interlocutor, pero no como “representante”). La ausencia de banderas partidistas y su reemplazo por emblemas mapuche, de barras de equipos de fútbol o de personajes de la historia reciente ofrecían un nuevo paisaje, que está configurando un nuevo entramado de articulación socio-política.
¿Se expresó este retorno en las pasadas elecciones de constituyentes? En esta columna argumento que, si se mira en detalle la participación electoral de comunas pobres empleando la medición de pobreza multidimensional, ésta aumentó en general y, en el caso de comunas extremadamente pobres, se incrementó respecto de la participación en el plebiscito de octubre de 2020. Estos resultados difieren de análisis preliminares realizados el primer día de la votación para Constituyentes y que solo contemplaban algunas comunas[1]. El análisis que se presenta a continuación no se refiere a la suma de votos individuales a nivel nacional sino que la unidad de análisis son las comunas (para más detalles, ver recuadro metodológico).
En Chile la pobreza y la segregación social son una experiencia de vida para parte importante de la población. Se suele hablar de pobreza aludiendo a una condición de carencia o de insuficiente disponibilidad de capacidades o recursos, que limitan el acceso de las personas a un nivel de bienestar mínimo o básico (Ramos, 2016), así como a un déficit de capacidades que permitan el ejercicio de la libertad y una adecuada integración o participación en sociedad (Sen, 1993; 2000).
Los enfoques sobre la pobreza han ido variando con el tiempo, predominando hoy en Chile los de pobreza monetaria y pobreza multidimensional. La primera, con foco en los ingresos de las personas y medida sistemáticamente durante décadas por la Encuesta CASEN y por instrumentos como la Ficha de Protección Social o el Registro Social de Hogares; mientras que la segunda, de aplicación más reciente, aborda de modo complementario las dimensiones de educación, salud, trabajo y seguridad social, vivienda y entorno, redes y cohesión social. Ciertamente esta mirada más amplia constituye una mejor aproximación, aunque en Chile los ingresos influyan de manera determinante en el acceso y calidad del resto de dimensiones, por lo que ambas están altamente correlacionadas.
Al año 2017, el 20,7% de la población nacional se encontraba en situación de pobreza multidimensional, con grandes disparidades territoriales: mientras en la región de Magallanes llegaba al 10,8%, en la Araucanía subía al 28,5%[2]. A nivel comunal, como veremos, las brechas son más profundas (CASEN, 2017).
De las 346 comunas de Chile, 245 son “comunas pobres”, equivalente al 71% de las comunas del país[3]. Considerando la población total nacional (17.573.865 habitantes) de acuerdo al Censo 2017 y los datos comunales, el 47,1% de la población (8.283.453 hab.) reside en estas comunas.
Agrupando a las comunas en tres tramos según nivel de pobreza multidimensional al año 2017[4], se observa que 132 comunas presentan un nivel alto (54% de las comunas pobres, con una población agregada de 6.132.824 hab.), 95 un nivel muy alto (39% de las comunas pobres, con 2.016.437 hab.) y 18 un nivel extremadamente alto de pobreza (7% de las comunas pobres, con 134.192 hab.) (Observatorio Participación popular y territorio, Boletín Nº1, mayo-2020).
En términos socio-espaciales, las comunas tienen desiguales características residenciales, de equipamiento urbano, de dotación de servicios e inversión pública y privada, entre otras dimensiones, resultando abismantes las diferencias prácticas y simbólicas de habitar en una comuna acomodada o en una comuna pobre. Esas diferencias también se expresan en la participación política.
Antes de la revuelta social iniciada el 18 de octubre, la capacidad de movilización y de deliberación en las comunas pobres había sido importante[6]. Especialmente las comunas con pobreza multidimensional muy alta y extremadamente alta venían demostrando capacidad para volcarse a las calles a expresar descontento, y también tuvieron una participación interesante en los ELAs pre-constituyentes. Movilización y deliberación se desplegaban en comunas con altas tasas de pobreza y de diferente tipo (rurales, urbanas o mixtas), del norte, del centro y del sur del país.
En cuanto a participación electoral, la evidencia científica indica que los grupos sociales con mayor renta y nivel educacional, votan más que los de menor renta y menor escolaridad (Lijphart, 1997; Luna, 2011; Navia, 2017). Las comunas con más recursos, votan más que las con menos recursos, lo que es claro en las ciudades, y se ve apenas matizado en los sectores rurales, donde localidades pequeñas suelen presentar alta participación, independiente de su nivel de ingresos. Chile no era una excepción.
Hasta 2017 la abstención electoral en la Región Metropolitana es más pronunciada en las comunas de bajos ingresos, mientras que en el resto de las regiones las diferencias estaban marcadas por el tamaño poblacional: a menor tamaño y menor densidad, más participación (PNUD, 2017).
La participación electoral comunal en las 245 comunas pobres en 2017 tuvo una mediana de 45,5%, (mientras que en las 100 comunas no-pobres fue de un 47,4%). Comparando según nivel de pobreza multidimensional comunal, se observa que las medianas de participación decrecen desde las comunas con pobreza alta (46,2%), a las con pobreza muy alta (45,2%) y, finalmente, las comunas con pobreza extremadamente alta (38,2%)[7].
De los 28 distritos electorales que rigen tanto para el plebiscito constitucional de 2020 como para la reciente elección de constituyentes, 22 de ellos están conformados por una mayoría de comunas pobres: uno de ellos exclusivamente por comunas pobres (el distrito 22[8]), y veintiuno, siendo mixtos, tienen una mayoría de comunas pobres. Como contrapunto, solamente dos distritos tienen exclusivamente comunas no pobres (el distrito 10 y el distrito 28)[9].
Ahora veamos las últimas dos elecciones gatilladas por la revuelta social.
La mediana de la participación electoral comunal en el plebiscito constitucional de 2020 en las 245 comunas pobres fue de 40,5%, representando una baja respecto de la primera vuelta de las elecciones presidenciales de 2017 (45,5%). Este indicador, sin embargo, experimentó un incremento hasta el 47,3% en la elección de constituyentes de 2021[10]. Como referencia, la mediana de participación a nivel nacional en la elección de 2021 alcanzó el 46,5%, y la participación de las 100 comunas no-pobres llegó al 45%[11].
Comparando según nivel de pobreza multidimensional comunal, se observa que las medianas de participación decrecen entre 2017 y 2020 desde las comunas con pobreza alta, a las con pobreza muy alta y, finalmente, a las comunas con pobreza extremadamente alta. Sin embargo, en la elección constituyente de 2021 se observa un giro, marcado por el incremento de la participación electoral de las comunas con pobreza extremadamente alta (50,5%) , en comparación a la participación en aquellas comunas con pobreza alta (46,7%) y muy alta (47,4%) Si en el 2020, para el plebiscito constitucional, existía una brecha de casi 14 puntos entre la participación de comunas con alta pobreza por sobre las extremadamente pobres, en 2021 se da un quiebre, con 3 puntos a favor de las comunas con pobreza extremadamente alta.
Gráfico Nº1:
Participación electoral en comunas pobres (medianas % votación en tres últimas elecciones: 2017*, 2020*, 2021), según pobreza multidimensional 2017
Si bien es efectivo que comunas de la Región Metropolitana como Cerro Navia, Conchalí, La Pintana y Lo Espejo (las cuatro con niveles muy altos de pobreza multidimensional) experimentaron una baja en 2021, concentrar ahí el foco puede llevar a conclusiones erróneas. La Pintana redujo su participación electoral en el 2021 (36,3%) respecto del plebiscito de 2020 (52,8%), sin embargo, cuando se analiza el conjunto de comunas pobres del país, se aprecia que el agregado experimentó un incremento entre el 2020 y el 2021, intensificado en las comunas con pobreza “extremadamente alta” según nuestra clasificación, que pasan de un 30,2% en el plebiscito a un 50,5% en la elección de constituyentes.
Es más, si consideramos a las 245 comunas pobres del país, 165 de ellas subieron su participación electoral (% de votantes sobre total de inscritos) entre 2020 y 2021 y sólo 80 bajaron. Subieron todas las comunas con pobreza “extremadamente alta» (100%), la mayoría de las con pobreza “muy alta” (el 81%) y “alta” (53%).
Gráfico Nº2:
Variación de participación electoral en comunas pobres (nº de comunas que suben o bajan en % de votación entre plebiscito 2020 y elección de constituyentes 2021) según nivel de pobreza comunal
Considerando el nivel comunal, y a partir de los niveles de pobreza multidimensional, lo cierto es que los territorios pobres experimentaron un incremento en su participación en las elecciones constituyentes, y lo hicieron de modo más intenso las comunas con niveles muy altos o extremadamente altos de pobreza. Aquí es donde, más allá de la cantidad de electores individuales abstractos a contar, tiene sentido comprender los contextos territoriales en los que esos eventuales votantes habitan.
Una hipótesis que podría explorarse ante estos resultados, es que la irrupción de nuevos actores, como la Lista del Pueblo, independientes y pactos emergentes, que parecen más conectados con la experiencia de vida de esos territorios, distintos a la elite distante y ensimismada que venía poblando los cargos representativos en el sistema político, generó un mayor incentivo para ir a las urnas en estas comunas.
La participación hoy, en un marco de pandemia y con un horizonte constituyente efectivo en curso, probablemente dependerá de la trayectoria previa de participación de las comunas, así como de sus características estructurales (nivel de pobreza), pero el ciclo que se ha abierto después de octubre de 2019 trae aparejado cambios relevantes que están dibujando una nueva geografía socio-política.
Junto con los cambios en las magnitudes revisadas y la nueva configuración política expresada en unos resultados electorales, marcados por la irrupción de los independientes y de partidos y movimientos políticos hasta ayer con representación minoritaria, cobrarán relevancia en el marco del trabajo de la Convención Constitucional las estrategias, actores, temas y agendas, así como la incidencia y resultados de la participación desplegada en territorios con altas tasas de pobreza.
Probablemente lo anterior ofrezca un abanico que combine una base de referencia nacional, con unas prácticas teñidas por lo local; un soporte en la memoria país y en demandas amplias y pluri-clasistas, combinadas con la memoria comunal o barrial, y demandas surgidas desde la experiencia de exclusión. Lo cierto es que en este momento “líquido”, la participación política está en proceso de cambios importantes, y los territorios más pobres tienen mucho que decir.
Edición de Juan Pablo Rodríguez
Angelcos, N., & Pérez, M. (2017). De la “desaparición” a la reemergencia: Continuidades y rupturas del movimiento de pobladores en Chile. Latin American Research Review, 52(1), 94–109. DOI: http://doi.org/10.25222/larr.39
Delamaza, G. y Garcés, M. (1985) La explosión de las mayorías: protesta nacional 1983-1984. Santiago: ECO.
Espinoza, V.(1993) Pobladores, participación social y ciudadanía. Entre los pasajes y las anchas alamedas. Proposiciones 22, agosto 1993 (Santiago: Ediciones SUR).
Fuentes, C. (2019) La erosión de la democracia. Santiago: Catalonia.
Lijphart, A. (1997) Unequal Participation: Democracy’s Unresolved Dilemma. Presidential Address. American Political Science Association 1996. American Political Science Review, 91(1), 1-14. https://doi.org/10.2307/2952255
Luna, J. (2011). Jóvenes, inscripción automática y voto voluntario: ¿El tipo de reforma que debemos evitar?. Centro de Políticas Públicas UC, 46(6), 1-12.
Mayol, A. (2012) El derrumbe del modelo. La crisis de la economía de mercado en el Chile contemporáneo. Santiago: LOM.
Navia, P. y Ulriksen, C. (2017). Tuiteo, luego voto. El efecto del consumo de medios de comunicación y uso de redes sociales en la participación electoral en Chile en 2009 y 2013. Cuadernos.info, (40), 71-88. https://doi.org/10.7764/cdi.40.1049.
Oxhorn, P. (2004) “La paradoja del gobierno autoritario: Organización de los sectores populares en los ochenta y promesa de inclusión”. Política 43: 57–83.
PNUD (2017) Diagnóstico sobre la Participación Electoral en Chile. Proyecto Fomentando la Participación Electoral en Chile.
Ramos, C. (2016) La producción de la pobreza como objeto de gobierno. Santiago: Ediciones UAH.
Sen, A. (1993) Capability and wellbeing. En Martha Nussbaum & Amartya Sen (eds.) The quality of life. Oxford University press.
Sen, A. (2000) Social exclusion: concept, application and scrutiny. Social development papers Nº1, Office of Environment and Social Development, Asian Development Bank.
Tironi, E. (1986) La revuelta de los pobladores. Integración social y democracia. NUEVA SOCIEDAD NRO. 83 MAYO-JUNIO 1986, PP. 24-32.
Valenzuela, E., Espinoza, V., Saball, P., Echeverría, F. (1985) El fenómeno de la disolución social. DOCUMENTOS DE TRABAJO DE SUR. 44-48.
Fuentes de información:
Base de datos COES “Acciones de protesta 2009-2018”: Reproducible Research, Centre for Social Conflict and Cohesion Studies COES, 2020, “Observatory of Conflicts – Cumulative Dataset», https://doi.org/10.7910/DVN/GKQXBR, Harvard Dataverse, V3, UNF:6:ONNYDRgxoRo1k2hNVSfU3Q==[fileUNF], y entre el 20 de octubre y el 27 de diciembre del año 2019, disponible en:
https://dataverse.harvard.edu/dataverse/coes_data_repository
Datos comunales sobre pobreza comunal CASEN 2017, disponible en:
http://observatorio.ministeriodesarrollosocial.gob.cl/pobreza-comunal
Estadísticas de participación electoral SERVEL, disponibles en:
https://www.servel.cl/estadisticas-de-datos-abiertos/
Informes de sistematización de Encuentros Locales Auto-convocados (ELAs) realizados en el marco del proceso constituyente del año 2016, disponible en los Archivos Presidenciales: http://archivospresidenciales.archivonacional.cl
Observatorio participación popular y territorio (2021) Boletín Nº1: Pobreza comunal y participación socio-política pre- y post-revuelta social en comunas pobres de Chile.
ANID, Proyecto FONDECYT Iniciación Nº11200175. Universidad Católica Silva Henríquez. Mayo, 2021.
Unidad Social (2021) “Demandas prioritarias y propuestas para un Chile diferente”. Sistematización de Cabildos Ciudadanos auto-convocados desarrollados entre octubre de 2019 y marzo de 2020.
[1]Ver por ejemplo: este artículo de El Mostrador ó este artículo de El Dínamo
[3] Esto es así tomando datos oficiales de CASEN 2015 y 2017, aplicada la metodología de Estimación para Áreas Pequeñas (Ver aquí.) y considerando todas las comunas que, en alguna de las mediciones de ambos años, ya sea para pobreza monetaria o pobreza multidimensional, presente cifras mayores al promedio comunal nacional: para monetaria 17,3% en 2015 y 12,8% en 2017; para multidimensional 25,9% en 2015 y 26,2% en 2017 (231 comunas); agregando también a aquellas que en 2015 se situaban hasta 5 puntos debajo del promedio y experimentaron un aumento superior a 3 puntos el año 2017 (14 comunas).
[4] Aplicando un análisis estadístico de k-medias se conforman tres conglomerados de comunas según su % de pobreza: (i) “pobreza alta” = entre 14% y 28,9%; (ii) “pobreza muy alta” = entre 29% y 45%; y (iii) “pobreza extremadamente alta” = mayor a 45%.
[5] Estos son los porcentajes para pobreza multidimensional que se encuentran en CASEN 2017: Ver el siguiente enlace.
[6] En el marco de una investigación en curso (Fondecyt Iniciación Nº11200175) hemos analizado la participación sociopolítica del conjunto de comunas pobres del país (245) en los últimos años. Para ello, consideramos tres dimensiones: por un lado, la participación en movilizaciones en la comuna (marchas, manifestaciones, performances, barricadas, etc.) entre el 2009 y el 2020, valiéndonos de la base de datos COES; por otro, la participación en instancias de deliberación (Encuentros Locales Auto-convocados-ELAs del proceso constituyente de 2016, mediante los registros presidenciales de Bachelet; y Cabildos auto-convocados entre octubre 2019 y marzo 2020, sistematizados por Unidad Social); y, por último, la participación electoral en las elecciones presidenciales de 2017, el plebiscito constitucional de 2020 y las elecciones de constituyentes de 2021, con datos del SERVEL. https://www.servel.cl/estadisticas-de-datos-abiertos/ y https://www.servelelecciones.cl/
[7] Nota metodológica: Analizando las distribuciones de las variables “participación electoral 2017” y “participación electoral 2021” en los grupos de comunas, se observa que la distribución no es normal estadísticamente, es decir, se tienden a concentrar muchos casos hacia uno de los extremos, por lo que es recomendable analizar las medianas en lugar de los promedios. Considerando los tres grupos resultantes del análisis de k-medias según porcentaje de pobreza, se realizó la prueba de Kruskal-Wallis para comparación de medianas, obteniendo diferencias estadísticamente significativas (p<0,05) para las variables “participación electoral 2017” y “participación electoral 2020”.
[8] Conformado por las siguientes comunas: Angol, Collipulli, Curacautín, Ercilla, Galvarino, Lautaro, Lonquimay, Los Sauces, Lumaco, Melipeuco, Perquenco, Purén, Renaico, Traiguén, Victoria y Vilcún.
[9] Distrito 10 compuesto por La Granja, Macul, Ñuñoa, Providencia, San Joaquín, Santiago; y distrito 28 conformado por Antártica, Cabo de Hornos, Laguna Blanca, Natales, Porvenir, Primavera, Punta Arenas, Río Verde, San Gregorio, Timaukel y Torres del Paine.
[10] Datos de participación obtenidos del SERVEL: Participación electoral 2021, por comuna, provincia y región: https://www.servelelecciones.cl/ Participación electoral 2020: https://pv.servelelecciones.cl/
Participación electoral 2017: https://www.servel.cl/estadisticas-de-participacion-a-nivel-nacional/
[11] Estos porcentajes corresponden a promedios comunales. A nivel nacional, en la elección de constituyentes de 2021 la participación llegó a 43% (SERVEL).
– La unidad de análisis es la comuna. Se considera la participación electoral (el porcentaje de votos respecto del total de inscritos) para cada elección en cada comuna. No se cuenta el número de votos, sino su porcentaje a nivel comunal.
– Del conjunto de comunas del país, el análisis se enfoca en las 245 clasificadas como pobres a partir de los datos de CASEN 2015 y 2017, según los siguientes criterios: se consideran comunas pobres las que, en alguna de las mediciones de ambos años, ya sea para pobreza monetaria o pobreza multidimensional, presente cifras mayores al promedio comunal nacional. Para monetaria 17,3% en 2015 y 12,8% en 2017; para multidimensional 25,9% en 2015 y 26,2% en 2017 (231 comunas) y aquellas que en 2015 se situaban hasta 5 puntos debajo del promedio y experimentaron un aumento superior a 3 puntos el año 2017 (14 comunas). Luego de esa clasificación, el análisis toma como referencia las estadísticas de pobreza multidimensional 2017.
– No es posible determinar el nivel socioeconómico de los votantes individuales, salvo a través de la aproximación del NSE de las comunas. Por ello, se clasifican las comunas y se analiza cómo se comporta la participación electoral a lo largo del país, con énfasis en las 245 clasificadas como pobres.
– Para el análisis agrupado que considera tres clústers de comunas según nivel de pobreza, se presentan las medianas en lugar de los promedios, dado que las variables de participación electoral presentan una distribución asimétrica. Para ejemplificar, esto mismo suele ocurrir al medir la distribución de los salarios de los trabajadores, en que muchos casos se concentran en la parte baja y unos pocos tienden a subir el promedio, por lo que es más adecuado indicar la mediana, que se ubica al centro de la distribución. Decir “el 50% de los trabajadores gana menos o más que x pesos” es más adecuado que decir “el promedio de los trabajadores gana x”. En este caso, los valores dicen “el 50% de las comunas votó menos o más que “x%”, lo cual es más robusto que indicar que “el promedio votó en x%”.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
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Hasta el momento, CIPER Académico recibe aportes de seis centros de estudios: el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), el Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR), el Centro de Investigación en Comunicación, Literatura y Observación Social (CICLOS) de la Universidad Diego Portales, el Núcleo Milenio Autoridad y Asimetrías de Poder (NUMAAP), el Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería (CRHIAM), el Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP) y la Facultad de Humanidades de la Universidad de Santiago (UsachFAHU).
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