CIPER ACADÉMICO / OPINIÓN
Una elección fundamental para la historia mapuche
14.05.2021
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CIPER ACADÉMICO / OPINIÓN
14.05.2021
Más de un millón 200 mil electores pueden sufragar por los 17 escaños reservados para los pueblos originarios ¿Acudirán a votar? La elección será determinante para el futuro del movimiento mapuche donde han avanzado las fuerzas rupturistas. El historiador Fernando Pairican cree que es difícil que la violencia termine pero, si tenemos suerte, es posible que demos un primer paso: reponer la confianza en la democracia.
A principios de enero, CONADI registró 26 mil solicitudes de calidad indígena motivadas por el proceso constituyente. Estas solicitudes se sumarán a más de un millón 200 mil electores indígenas[1] que, se espera, sufraguen a favor de postulantes a los escaños reservados. Por primera vez en la historia, los indígenas serán partícipes de la elaboración de una Constitución.
Es importante recordar que la demanda de una nueva Constitución y el reconocimiento oficial de los Pueblos Originario o las Primeras Naciones, es de larga data. La organización Ad Mapu[2] lo planteó en los 80 y, pese a ser uno de los acuerdos suscritos en 1989 con Patricio Aylwin, nunca se cumplió. Lo más cercano a esto fue la creación de la Corporación Nacional de Desarrollo Indígena (CONADI) en 1993. Esta institución es heredera de las políticas indigenistas ensayadas en la década de los 80 en algunos países de América Latina y bebe en su origen de la formulación desarrollada por Venancio Coñuepán y la Corporación Araucana bajo el gobierno de Carlos Ibáñez del Campo (Foerster y Motecino, 1986 y Ancan, 2012)
La CONADI permitió la resignificación de la identidad, apoyó proyectos de desarrollo económico y la inserción a la educación para un número significativo de miembros de pueblos originarios. Pero el ascenso de la autoidentificación identitaria, que hoy es central, creció gracias al auge del movimiento autodeterminista, que no comparte la inserción a la institucionalidad que propone la CONADI. Por el contrario, el movimiento autodeterminista propicia que la reconstrucción del Wallmapu se haga a partir de la descolonización económica, política e ideológica (Pairican, 2014)
De los diecisiete escaños reservados contemplados en la constituyente, siete son para el pueblo mapuche. Dado que la elección cuenta con un padrón a nivel nacional, esta elección permitirá saber cuántos se sienten identificados con alguna nación originaria. En el caso mapuche, un número importante de los candidatos tiene trayectoria en el movimiento autonomista (Identidad Territorial Lafkenche, Ad Mapu, Wallmapuwen, Aukiñ Wallmapu Ngulam y La Coordinadora Arauco-Malleco). Otros y otras postulantes han surgidos de procesos en los que se une la lucha medioambiental, la reivindicación del idioma y los nuevos tipos de identidades. Esto confirma el rol que ha cumplido el movimiento mapuche extrainstitucional en la politización de su población.
No es una novedad que el movimiento mapuche se presente a las elecciones. Desde 1910, cuando se funda la Sociedad Caupolicán Defensora de La Araucanía, sus liderazgos participaron en competencia electorales al interior de sus organizaciones y luego en el escenario nacional, aunque pocos pudieron llegar a algún espacio de poder. Pese a ello, en medio de una oleada mediática que busca identificar al movimiento mapuche con una “predisposición a la violencia”, es importante recordar que el sufragio ha sido parte de nuestro accionar y que se une a una tendencia indígena latinoamericana, como lo muestran los movimientos en Ecuador y Bolivia.
Pero también hay que reconocer que el movimiento mapuche dejó de confiar en las elecciones. ¿En qué momento ocurrió eso? Parece ser una consecuencia de la Guerra Fría, que suscitó una nueva ola de violencia, sobre todo contra quienes participaron en la Reforma Agraria. Algunos mapuche que experimentaron el terrorismo de Estado y debieron vivir en la clandestinidad, se reagruparon en nuevas organizaciones para revertir las políticas de “chilenización” que impulsó la dictadura. La violencia de Estado que se ejerció contra los militantes más activos, coincidió con una nueva etapa de migración campo-ciudad debido a la ausencia de trabajo, pérdida de tierras y violencia estatal. Esta violencia es la variable que explica la pérdida de tierras, sobre todo las situadas en la zona lacustre de la Araucanía
Si hay un elemento que comparten todos los y las candidatas mapuche a la constituyente es que la historia comenzó con la ocupación de La Araucanía. Ese hecho es determinante: si no se reconoce ese acto y sus consecuencias, es difícil poder encauzar la conflictividad en torno a una vía democrática.
Todas y todos los constituyentes mapuche lo sostienen para fundamentar sus argumentos políticos entorno a la autonomía. Este relato histórico no se inició con la proliferación de las escrituras mapuche recientes; ya en la década del 30, Cornelio Aburto escribió —en el Diario de la Federación Juvenil Araucana— que producto de la ocupación, era factible pensar en formular una República Indígena. Aspecto que también fue desarrollado por Aburto Panguilef, quien sostenía que Chile debía transitar hacia un Estado desfederado (Menard y Panguilef, 2018).
Las elecciones serán cruciales. De sus resultados depende la agenda del movimiento indígena
En esos años, el bienestar mapuche pasaba por la inserción a la educación para evitar la pérdida de tierras, y por combatir el alcoholismo que el Periódico Araucano llamaba “el terrible enemigo del hogar”. Se pensaba que la educación —o, en palabras de Emilio Huenuhueque, la “pluma”— era la “mejor arma”. (Alvarado y Antileo, 2019)
Uno de los principales problemas para el fortalecimiento del pueblo mapuche era la “desunión”. Jacinto Cayuqueo —tío abuelo del candidato a constituyente por la quinta costa, Pedro Cayuqueo— consignaba otros problemas: falta de justicia, de tierras y de educación para comprender las normativas chilenas. En 1953, el dirigente Carlos Huaiquiñir escribió una nota de prensa titulada “Lucha por la devolución de las tierras usurpadas”, en la que sintetizó la demanda del movimiento mapuche de esos años. Entre los gobiernos de Carlos Ibáñez del Campo y Salvador Allende el movimiento hizo propuestas: políticas de fomento, producción y reforma a la propiedad. Incluso, bajo la dictadura militar, un sector mapuche trabajó para regular la pérdida de tierras y fomentó la identidad a través de la “cultura”. (Cayuqueo, 2020)
El Golpe de Estado interrumpió esa estrategia y llevó al pueblo mapuche a desarrollar su experiencia política por “fuera” de la institucionalidad. Se usó el teatro, la revitalización del idioma y se pusieron en debate nuevos derechos de los pueblos originarios, como la autodeterminación.
Luego, el movimiento mapuche colaboró en la renovación de la democracia chilena. La negación de la clase política a debatir derechos consagrados, como los más relevantes a nivel internacional, determinaron y contribuyeron en que un sector del movimiento mapuche, bajo los gobiernos de la Concertación, optasen por el uso y ejercicio de la violencia para conquistarlos. Por ejemplo, Aukiñ Wallmapu Ngulam (Consejo de Todas las Tierras), luego la Coordinadora Arauco-Malleco y últimamente las dos nuevas organizaciones del escenario: Resistencia Lafkenche y Aukan Weichan Mapu. Sin embargo, algunos miembros de estas mismas organizaciones se presentan como candidatos a escaños reservados: Elisa Loncon (CTT) y Aliwen Antileo (CAM) (ver Nütram con Elisa Loncon, realizado en marzo 2021).
Entre los postulantes a escaños reservados existen algunos otros consensos: la revitalización del mapuzugun, la devolución territorial y la autonomía. Esta última tiene dos vertientes: mientras algunos propugnan forzar al Estado nacional a cumplir las normativas internacionales —en específico, la declaración de ONU del año 2007—, otros postulantes han derivado en la reformulación del Estado nacional en su versión plurinacional para que reconozca dicho ámbito.
Otro punto en que existe un consenso transversal es en la protección de la naturaleza. El ala mapuche de los postulantes sostiene que los derechos de la naturaleza deben ser algo que se consagre en la nueva Constitución. Si bien el movimiento en los 80 y 90 tomó prestado de los pueblos andinos la percepción del Buen Vivir, traducido como el Küme Mongen, tras la experiencia de dos décadas del movimiento, y con algunas experiencias de Control Territorial desarrolladas por comunidades y liderazgos mapuche que no comparten la institucionalidad, ese concepto transitó hacia la idea de Itrofill Mongen: “Todas las vidas sin excepción”.
Esto último fue planteado por la Identidad Territorial Lafkenche en 2006 frente a la discusión de la ley de pesca que puso en riesgo la biodiversidad marina. Uno de sus principales defensores, Adolfo Millabur, ha sostenido que el Buen Vivir va a ocurrir “si y solo si” se protegen “todas las vidas sin excepción”. Para lograrlo, “como pueblo —dice Millabur— debemos construir las cosas desde los cimientos”. (The Clinic, 2021)
La depredación del territorio —denominado erradamente como “recurso económico”— ha llevado a candidatos y candidatas mapuche a presentarse a la elección. En ellas (más que en ellos) se plantea una visión de futuro compleja ante la deforestación y la contaminación de los distintos tipos de agua que existen en el territorio mapuche. Ese es uno de los mensajes de la Machi Francisca Linconao: la ausencia de lawen (yerbas medicinales) en el territorio mapuche afecta a la cosmovisión del pueblo mapuche (The Clinic, 2021). Para ella como para el resto de los candidatos, la protección del bosque nativo, de las aguas y de los animales es una prioridad. Esto último, por lo demás, propulsado por el mismo movimiento rupturista, que en los últimos años ha venido reforestando con especies nativas la cordillera de Nawelfüta, siguiendo el ideal creado por el movimiento bajo la ideología del Control Territorial como proyecto político para conquistar la autodeterminación (¡Xipamün Pu Ülka!, 2017).
Esto es, sin duda, uno de los aportes fundamentales que han desarrollado las organizaciones como la Coordinadora Arauco-Malleco, Resistencia Territorial Lafkenche y Aukan Weichan Mapu. Así es posible analizarlo en los territorios en que han logrado desarrollar hegemonía, es decir, convencer que su propuesta de sociedad logra obtener adhesión en lo político, moral y cultural. Sólo así es posible explicar que a pesar de los ciclos represivos que ha vivido el movimiento rupturista continúe siendo capaz de accionar en los últimos meses en el territorio mapuche, que coincide sin duda con la crisis de carabineros.
A pesar de que este sector ha padecido la coerción estatal y la prisión, no parece debilitado en su forma de hacer política. Si bien la coerción ha venido incrementando, con nuevos procesamientos en los últimos meses, al igual que se ha negado a algunos de su prisioneros, como Luis Tralcal Quidel, lo beneficios a los que debería obtener por el tiempo que lleva cumplido de condena en la cárcel, esto será un tema que los electos a constituyentes tendrá que debatir y se espera que pongan sobre la mesa. ¿Es posible hablar de una nueva Constitución y de un nuevo ‘país’ con la existencia de prisioneros políticos mapuche detenidos bajo el proceso de autodeterminación?
¿Resolverá la nueva Constitución las problemáticas de las Primeras Naciones? ¿Descenderá la violencia? Probablemente la respuesta sea no, pero permitirá iniciar un camino de acercamiento a visiones que hoy parecen antagónicas, y a partir de ahí generar políticas públicas más serias o adecuadas al nuevo contexto.
El territorio mapuche es una microhistoria en que se unen las variables que siempre generan la radicalización de las etnias a nivel internacional: pobreza, ausencia de políticas integrales, palabras no cumplidas, violencia estatal, nuevos derechos, aspiraciones políticas y deseos de ser sujetos colectivos de derechos. Lo importante es que este nuevo camino permita volver a confiar en la institucionalidad; que se revigorice la democracia que está en crisis, no solamente en el Wallmapu, sino a nivel nacional e internacional.
Otras preguntas importantes para el futuro del movimiento mapuche son: ¿Cuánta adhesión conseguirá el movimiento de las Primeras Naciones? ¿Serán electos los representantes del Movimiento Autonomista o representantes de partidos políticos tradicionales? Todo augura que la participación debería ser alta y ese ha sido el llamado de los candidatos a constituyentes: mapuche vota por mapuche.
A esto es importante agregar lo planteado por el senador Huenchumilla: “Lo central de la estrategia de los pueblos indígenas será la consecución de su autonomía” (Huenchumilla, CNN, 2020). La idea también la ha sostenido el candidato Galvarino Reiman: “La nueva Constitución debería consagrar la autodeterminación del pueblo mapuche en base a las identidades territoriales” (The Clinic, 2020).
Las lamngen Elisa Loncon y Ana Llao también han insistido en esa idea. La primera, además, ha contribuido con su óptica sobre la mujer mapuche al plantear que la nueva institucionalidad mapuche a crearse debe ser con la participación de lo femenino como fuerza presente en la tierra y en la sociedad. Ella lo denomina “zomo newen-zomo kimun” (Nütram, CIIR, 2020).
Dado que la elección cuenta con un padrón a nivel nacional, esta elección permitirá saber cuántos se sienten identificados con alguna nación originaria
¿Qué sucederá si sufraga poco electorado mapuche? Sin duda será un debate al interior de las Primeras Naciones. Y le confirmará al movimiento rupturista a la autodeterminación que su sendero es el correcto. Los últimos hechos de violencia política y el surgimiento de nuevas organizaciones permiten sostener un ascenso de este movimiento, que coincide con la crisis de Estado y de su brazo coercitivo: Carabineros. La decisión del gobierno de Piñera de incrementar la violencia sobre el pueblo mapuche ha generado una oleada de acciones de parte del movimiento mapuche, en una escalada que no se observaba desde el año 2001 a 2003, cuando Ricardo Lagos, con el entonces alto mando de Carabineros, desarrollaron la nefasta política de seguridad bajo el título de “Operación Paciencia”. Esa operación tuvo como resultado el procesamiento de varios mapuche bajo la Ley de Conductas Terroristas.
¿Y si el porcentaje de votantes es alto, qué significa? Dará cuenta del crecimiento del movimiento indígena y de sus postulados políticos entorno a la autodeterminación y plurinacionalidad. La tarea del movimiento indígena, en ese proceso, será dotar de institucionalidad las enunciaciones políticas sostenidas a lo largo de los últimos cuarenta años desde que surgió en 1981 el Movimiento Autonomista. Para ello se deberán elaborar políticas públicas que permitan desarrollar el Itrofill Mongen y los mecanismos institucionales para desarrollar la autonomía como ejercicio de la autodeterminación.
Por último, es importante destacar el llamado a la unidad de parte de los constituyentes mapuche. En ese ámbito, los protocolos heredados de nuestros antepasados han sido muy importantes en poder concluir este proceso bajo una competencia con marcos de regulación evitando las descalificaciones. El llamado de los constituyentes mapuche fue a consensuar primero una agenda de mínimos comunes debatido en febrero en Coz Coz y que concluyó en un llamado transversal a trabajar unidos para lograr un alto número de votantes. Hace unas semanas, en Mariluan, se hizo un llamado a que los y las mapuche que no salgan electos sean parte de los equipos de los que sí salgan electos. Un gesto y acto de convivencia propio de los protocolos de reciprocidad que han perdurado en el pueblo mapuche. Además, se solicitó que en las elecciones los mapuche sufraguen a favor de los concejales y alcaldes que van en estas elecciones defendiendo principios del movimiento mapuche.
Por todas estas consideraciones, las elecciones serán cruciales. De sus resultados depende la agenda del movimiento indígena al interior de Chile, que a su vez nutre el debate latinoamericano. A partir del domingo veremos los resultados de un movimiento que ha pagado con heridos, muertos y encarcelados; pero que, a su vez demuestran, una vez más, la capacidad creativa, de esfuerzo, dedicación y diálogo para sobreponerse a las dificultades que son instaladas por los adversarios a los derechos colectivos de las Primeras Naciones al interior de Chile. La agenda del movimiento indígena en Chile, a partir del domingo, tendrá en escenario medir su fuerza política en el espacio público. Es una suerte de censo político, una encuesta política de adhesión.
Alvarado Lincopi y Antileo Enrique, Diarios Mapuche 1935-1966. Ediciones CHM, 2019).
Christian Martinez, y Sergio Caniuqueo, “Las políticas hacia las comunidades mapuche del gobierno militar y la fundación del Consejo Regional Mapuche, 1973-1983”.
Cayuqueo Pedro, Historia Secreta II. Ediciones Catalonia, 2020.
Nütram Ana Llao, 5 de septiembre de 2018. Ver el siguiente enlace.
Nütram Elisa Loncon, 29 de marzo de 2021. Ver el siguiente enlace.
El Mercurio, “CONADI registra 26 mil solicitudes de calidad indígena motivadas por el proceso constituyente”. 7 de enero 2021.
Foerster Rolf y Motencino Sonia, Organizaciones, líderes y contiendas mapuche (1900-1970). Ediciones CEM, 1988.
Menard André, Panguilef Aburto, Libro Diario, Edición Colibrí 2018.
Millabur Adolfo, “Nuestro llamado es mapuche vota por mapuche”. Entrevista en The Clinic. Ver el siguiente enlace.
Pairican Fernando, Malon la rebelión del movimiento mapuche. Pehuen Editores, 2014.
Pairican Fernando, “Crónica de Koz Koz”. Ver el siguiente enlace.
Pu lov y comunidades lavkenche en resistencia, ¡Xipamün! Pu ülka! Historia de como Mininco y Bosques Arauco se hicieron dueños.
[1] 1.239.395 es la cifra exacta.
[2] Ad Mapu (1981) es una organización nacida a partir de los Centros Culturales Mapuche (1978). Impulsó el debate de la autonomía al interior del movimiento.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
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