CIPER / THE CONVERSATION
Preguntas frecuentes sobre las variantes de COVID-19
01.05.2021
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CIPER / THE CONVERSATION
01.05.2021
En este artículo de The Conversation, Dasantila Golemi-Kotra, professor de Biología en la Universidad de York, explica cómo surgieron las variantes del Reino Unido, Sudáfrica y Brasil, y si son más contagiosas y letales. Sostiene que hasta hoy se han detectado 1.000.000 de variantes y responde si podría haber una supervariante que evada las vacunas que tenemos.
Este artículo fue publicado originalmente por The Conversation. Lea aquí el original.
Traducción de Emilia Guzmán
Cada vez más países están luchando contra una nueva ola de infecciones, con un aumento alarmante de casos de COVID-19. En su mayoría, estas nuevas oleadas se atribuyen a variantes de SARS-CoV-2.
En términos simples, una variante se refiere a un virus genéticamente distinto de su cepa original. La aparición de variantes en el mundo microbiano no es nada nuevo. Solo piense en “superbacterias” como MRSA (Staphylococcus aureus resistente a la meticilina), que es resistente a casi todos los antibióticos existentes.
Las transformaciones genéticas de un virus ocurren por mutación. Las mutaciones surgen naturalmente en el mundo microbiano. Son errores en el código genético provocados por procesos de copia en la célula. El virus aprovecha estos errores para sobrevivir y establecerse, especialmente en condiciones adversas.
Curiosamente, los virus mutan a un ritmo mucho mayor que otros microorganismos. A menudo, los errores en el código genético aparecen y desaparecen sin dejar rastros, pero en algunos casos se seleccionan cuando ofrecen al microbio una ventaja de crecimiento (o infección).
En el caso del SARS-CoV-2, varias mutaciones se seleccionaron y se propagaron a la próxima generación de virus. Estas mutaciones dan al virus un acceso eficiente a las células del huésped (se necesita menos virus para infectar al huésped) y le permiten evadir con más eficacia los anticuerpos neutralizantes del sistema inmunológico. Esto significa que pueden esquivar la respuesta inmunológica y pueden circular por más tiempo en el huésped, proporcionando más oportunidad de infectar otras células.
Sin embargo, la intervención humana, a través del uso de ciertos tratamientos como el plasma convaleciente o el tratamiento monoclonal, pueden impulsar la evolución del virus de la misma manera que el uso de antibióticos impulsó la evolución de las superbacterias.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) clasifica las variantes en dos grupos diferentes: variantes preocupantes (VOC) y variante de interés (VOI). Las primeras VOC representan aquellas variantes que están relacionadas con el aumento de nuevas olas de infección en muchos países, incluidos los recientes aumentos en Canadá y Estados Unidos.
En Canadá, por ejemplo, la variante B.1.1.7, que surgió en el Reino Unido en septiembre de 2020, se está convirtiendo en la variante dominante.
Las otras variantes preocupantes, como la B.1.351, identificada por primera vez en Sudáfrica, y P.1, identificada por primera vez en Brasil, se están identificando con más frecuencia y han sido responsables de varios brotes también en Canadá.
Hay evidencia (aunque no toda ha sido aún revisadas por pares) de que las variantes procupantes (VOC) se asocian con una mayor virulencia de la cepa que se originó en Wuhan, China. Esto significa mayor transmisibilidad, posible mayor gravedad de la enfermedad y, en el caso de la variante B.1.351, una mayor capacidad para evadir anticuerpos neutralizantes.
Estos atributos de las VOC se han traducido en un mayor número de hospitalizaciones de personas más jóvenes y un aumento de las muertes en todos los grupos de edad en Canadá.
Los VOI están en los radares de las agencias de salud pública por su impacto en la transmisión del virus, la gravedad de la enfermedad y la efectividad de la vacuna.
El código genético de un virus le proporciona instrucciones para producir sus proteínas: cadenas de aminoácidos en secuencias definidas. La mutación puede conducir a sustituir o quitar aminoácidos en la proteína. La atención de la comunidad científica se centra en las sustituciones de aminoácidos que afectan a la proteína espiga del SARS-CoV-2, que le da al virus su forma de corona.
La proteína de espiga es la clave que le proporciona al virus acceso a las células humanas a través de la proteína humana ACE-2 (la cerradura) y, como tal, es el objetivo de las vacunas COVID-19 actualmente aprobadas.
La investigación (que aún no ha sido revisada por pares) muestra dos formas en que los cambios en la secuencia de aminoácidos de la proteína de espiga del virus pueden afectar su interacción con las células humanas:
Se suele pensar en las proteínas como estructuras microscópicas de Lego, con aminoácidos que se comportan como piezas de Lego y se mantienen unidos por un solo hilo. Sin embargo, estas estructuras son mucho más flexibles que los Lego (piense en piezas de Lego hechas de gelatina); y los aminoácidos pueden formar enlaces transitorios con otros aminoácidos cercanos a ellos según sea necesario para la estabilidad estructural y el reconocimiento de otras estructuras.
La flexibilidad estructural de la proteína de espiga le permite tomar muestras del espacio dentro de la cerradura (ACE-2) para permitir el reconocimiento de la llave, pero también para encontrar la forma de llave óptima para esa cerradura. Es la última función la que se optimiza mediante la mutación: la mejor llave abrirá la cerradura más rápido y más fácilmente.
Se han identificado muchas variantes preocupantes (VOC) e interesantes (VOI) en todo el mundo, y cada día se informan más variantes (hasta la fecha se han registrado alrededor de un millón de variantes). ¿Deberíamos temer la aparición de una supervariante, que sea muy virulenta y que pueda dominar a todas las vacunas actuales y a cualquier otra en el futuro?
Las tres VOC actuales que se han establecido en muchos países llevan varias sustituciones de aminoácidos en sus proteínas de espiga. Debido al papel crucial de esta proteína en la entrada a las células, todas las vacunas COVID-19 actualmente disponibles funcionan dirigiéndose a esta.
Curiosamente, algunas de las sustituciones de aminoácidos en la proteína de espiga son comunes en las tres VOC actuales y se considera que impulsan su dominio sobre otras variantes. La investigación que aún no ha sido revisada por pares muestra que las sustituciones N501Y (asparagina por tirosina) y D614G (aspartato por glicina) son comunes en los tres, mientras que E484K (glutamato por lisina) es común a B.1.351 y P.1.
Se cree que la sustitución de E484K es responsable de la evasión de anticuerpos, y se cree que N501Y y D614G permiten una mayor transmisibilidad de estas variantes. (El sitio del Centro para el Control y Prevención de Enfermedades ofrece más información sobre los atributos de las variantes).
Es curioso que las sustituciones de aminoácidos comunes identificadas entre las VOC surgieran de forma independiente y en diferentes partes del mundo. De hecho, hay 20 aminoácidos diferentes creados por la célula huésped, todos los cuales tienen la misma oportunidad de sustituir un aminoácido en la proteína mediante mutación. Sin embargo, sorprendentemente, estas tres VOC evolucionaron para adquirir algunas de las mismas sustituciones de aminoácidos
Este fenómeno se conoce en biología como evolución convergente: cuando la misma característica evoluciona de forma independiente. Esto significa que los aminoácidos seleccionados ofrecen una propiedad única que hace que el virus «esté en mejor forma».
La proteína de espiga tiene una función importante: desbloquear el acceso a la célula huésped. Pero también esa proteína es el objetivo de los anticuerpos neutralizantes y el virus debe evitar que estos se adhiera a la proteína de espiga y así evadir el sistema inmunológico. Ambas funciones dependen de la misma parte de la proteína: dominio de unión a su receptor, denominado en inglés como “RBD”.
La mejora de una de estas dos funciones puede disminuir la otra función. Y el hecho de que las mismas sustituciones surgieran de forma independiente en diferentes variantes puede indicar que las proteínas de espiga en estas variantes se han optimizado y que es posible que no obtengan más ventajas.
Considerando esto, la aparición de una supervariante parece poco probable, porque estas dos funciones -desbloquear la célula huésped y evadir el sistema inmunológico- siempre estarán en competencia entre sí, por lo que ninguna de las dos podrá lograr una eficiencia perfecta.
Sin embargo, nunca subestime la fuerza de la evolución cuando hay un campo de juego fértil. Debemos adherirnos a las medidas de salud pública, como el distanciamiento social y las máscaras, para mitigar la propagación del virus y limitar el número de huéspedes que el virus puede infectar, mientras la mayoría de la población permanezca sin vacunar.