INDIVIDUOS CON ALTA CARGA VIRAL QUE PUEDEN CONTAGIAR HASTA CIENTOS DE PERSONAS
Asesor científico del gobierno: detectar a “superinfectores” es clave en esta nueva etapa de la pandemia
28.04.2021
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INDIVIDUOS CON ALTA CARGA VIRAL QUE PUEDEN CONTAGIAR HASTA CIENTOS DE PERSONAS
28.04.2021
El doctor en biotecnología y miembro de la mesa de datos del Ministerio de Ciencias, Tomás Pérez-Acle, dice que la trazabilidad –que identifica los contactos de un caso de covid– debe ajustarse para detectar tempranamente a los “superinfectores”. Estos últimos, señala, contagian a muchas más personas que el promedio de los portadores. El caso extremo es el de una mujer que en Corea del Sur infectó a cerca de 1.200 individuos. Para contener la pandemia, dice Pérez-Acle, es clave evitar que los superinfectores dispersen las nuevas variantes del virus: “Pretender que podemos frenar el covid con las mismas herramientas que hace un año sería un error”.
Los “superinfectores” –individuos capaces de contagiar a muchas más personas que el promedio de los portadores– y las nuevas variantes del virus. Esos son los dos factores que se deben mantener bajo control para contener la pandemia de covid-19 y evitar escenarios críticos como el de las últimas semanas, según explica el doctor en biotecnología y asesor científico del gobierno, Tomás Pérez-Acle. El investigador, miembro de la mesa de datos del Ministerio de Ciencias, indica que el descongestionamiento de las UCI dependerá, en gran parte, de hacer ajustes al sistema de trazabilidad –que rastrea los contactos estrechos de los casos positivos– para detectar tempranamente a los superinfectores y así limitar la circulación de las nuevas y más agresivas variantes.
-Ya llevamos más de un año en esta pelea y hemos visto cómo el causante de la enfermedad muta constantemente (…). Pretender que podemos frenar el covid-19 con las mismas herramientas que hace un año sería un error. Y en esta búsqueda de estrategia, específicamente respecto de la trazabilidad, la evidencia demuestra que tanto los superinfectores como las nuevas variantes juegan un rol fundamental en la dispersión del virus.
CIPER entrevistó a Pérez-Acle antes de que el Ministerio de Salud (Minsal) anunciara el desconfinamiento de diez comunas de la Región Metropolitana, pero sus alertas cobran más relevancia luego de esta decisión. El científico ya había manifestado su preocupación cuando el gobierno aún intentaba contener la circulación del virus aplicando cuarentena en toda la región, aunque la movilidad –índice clave para frenar la expansión– nunca reflejó una detención de actividades efectiva.
Al levantar la cuarentena, la contención del virus recae principalmente en la trazabilidad de contagios, un sistema cuyo engranaje ha tenido que ajustarse constantemente y que desde sus inicios ha evidenciado severas fallas de planificación (vea reportaje de CIPER).
En este sentido, una columna publicada por CIPER Académico identificó cuatro debilidades importantes en el proceso de rastreo de casos: haber usado a las Secretarías Regionales Ministeriales de Salud (Seremi) y no a los consultorios de la atención primaria para rastrear los contactos de los contagiados; no contar con una fuerza de trabajo suficiente para la envergadura de la tarea; subreporte y problemas de identificación de casos y, por último, mala comunicación de las autoridades respecto del avance de la trazabilidad.
Los últimos datos publicados por el Colegio Médico y la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Chile sobre la estrategia de Testeo, Trazabilidad y Aislamiento (TTA) entregan más luces al respecto. De acuerdo con la información levantada, el 37,5% de los centros de atención de salud primaria no realiza trazabilidad a los casos sospechosos, mientras el 63,8% de los establecimientos encuestados declaró que el financiamiento recibido desde el Minsal para efectuar la estrategia de TTA es “insuficiente”.
“La Organización Mundial de la Salud (OMS) nos pide que dentro de las primeras 48 horas seamos capaces de trazar al 80% de los contactos de cada persona contagiada, algo que no estamos logrando. Al no cumplir con ello, estamos dejando una ventana para que el virus se disperse peligrosamente. Y si a esa fórmula le sumamos dos nuevos ingredientes, como los superinfectores y las variantes que pueden ser más contagiosas, entonces sencillamente no vamos a atajar la pandemia”, advierte Pérez-Acle.
En palabras del asesor científico del gobierno, los superinfectores son personas que, tanto por sus condiciones biológicas como por los espacios por lo que se movilizan, “son capaces de contagiar a más personas que el promedio de portadores del virus”. Si bien hay registros internacionales de superinfectores que contagiaron a cientos e incluso miles de contactos, Pérez-Acle señala que “si en una reunión familiar una persona contagia a siete u ocho individuos, pues ya se trata de un superinfector”.
¿Está comprobada la existencia de superinfectores en esta pandemia?
-La existencia de superinfectores se ha estudiado desde hace mucho tiempo en la literatura científica, pero por tratarse de una pandemia mundial que puede rastrearse mediante mecanismos más precisos que las anteriores, esta es la primera vez que podemos comprobar su existencia de manera fehaciente.
¿Cómo se comprueba, desde el punto de vista científico, que la existencia de los superinfectores tiene un fuerte impacto en la dispersión del virus?
-Nosotros trabajamos con dos tipos de modelos, uno que estudia el promedio de la población y otro que se centra en el comportamiento de cada individuo. La gracia que tiene el segundo modelo es que puedes contar los eventos de infección producidos por cada agente a lo largo de la simulación, y cuando tomamos esta enfermedad y el curso que ha tenido hasta ahora, aparecen de manera espontánea los superinfectores. Es decir, nosotros no metemos en el modelo una regla que diga “tienen que haber superinfectores”. Solo contamos en promedio cuántas personas está contagiando cada agente a lo largo de la simulación y los superinfectores aparecen por sí mismos. Lo que descubrimos, y que va de acuerdo con la literatura disponible, es que la mayoría de estos casos se vuelven superinfectores entre el segundo y el tercer día desde que entraron en su estado infeccioso.
¿Y cuándo entra en estado infeccioso una persona con covid-19 que no es superinfectora?
-Según la evidencia, entre tres y cinco días después del contagio. Por eso es relevante tener un sistema de trazabilidad aceitado y robusto, porque si no podemos detectar y aislar a un superinfector a tiempo, estamos dejando una ventana abierta para la dispersión de la enfermedad.
¿Están identificadas las características biológicas que definen a un superinfector?
-Hasta ahora, sabemos que los superinfectores son capaces de producir una gran carga viral, de expeler gran parte de esa carga y durante un tiempo más prolongado que el común de los portadores del virus. Y si a eso le sumamos el segundo componente, que es la movilidad, entonces nos damos cuenta de que los superinfectores pueden ser una de las fuerzas motoras de la pandemia. Lo más complicado es que estas personas, si bien producen y emanan una gran carga viral, no se sienten lo suficientemente mal como para quedarse en sus casas o acudir a un centro hospitalario.
Y por tanto no se aíslan.
-Claro, porque son capaces de resistir esa carga viral. Ojo: una carga viral alta no quiere decir necesariamente que estás expeliendo mucho virus, porque tu sistema inmune podría estar luchando contra esa carga y logra mantenerla a raya. Pero los superinfectores, además, son personas que expelen mucho virus y su período infeccioso, por tanto, es más contagioso. Es imposible saber con antelación qué persona va a ser superinfectora y cuál no.
A nivel internacional, el caso más reconocido de un superinfector es el de la “paciente 31” de Corea del Sur, una mujer que contrajo el virus en febrero de 2020. Antes de su diagnóstico, viajó a Seúl y Daegu. El 6 de febrero tuvo un accidente de tráfico menor en la última ciudad, e ingresó a un hospital. Tres días después asistió a una iglesia y volvió a hacerlo el 16 de febrero. Luego almorzó en un restorán bufet de un hotel junto con un amigo y, recién el 17 de febrero, tras presentar síntomas asociados al virus, se tomó un examen de detección. Fue confirmada como el caso número 31 de covid-19 en Corea del Sur el 18 de febrero. Su incidencia en la dispersión de la pandemia fue notoria: tras efectuar su trazabilidad de contactos, las autoridades sanitarias coreanas detectaron que cerca de 1.200 personas que asistieron a la misma iglesia que la “paciente 31” presentaban síntomas similares a los de una gripe, y la mayoría contrajo covid-19.
Otro caso similar -aunque mucho menor en la escala de contactos y contagios- se registró en julio de 2020 en Australia, cuando un portador del virus acudió al coro de una iglesia y terminó infectando a doce personas por transmisión aérea.
-Estos casos, sobre todo el primero, son materia de estudio científico y componen ejemplos extremos de superinfectores, pero no dejan de ser una alerta-, dice Pérez-Acle.
¿La mala ventilación de los espacios físicos, en ambos casos, fue determinantes para la dispersión? Los bufets, los hoteles y las iglesias parecen lugares propicios para esparcir el virus.
-Así es. Los espacios cerrados, poco ventilados, son los lugares más peligrosos. El transporte público es un espacio importante si uno quisiera hacer un análisis retrospectivo -en algún momento se hará-, porque nos podríamos dar cuenta que muchos de los procesos de infección por superinfectores se produjeron allí. Pero hay lugares que parecen inocuos y podrían ser incluso peores, como los centros comerciales.
¿Por qué?
-Porque aparentemente son espacios muy abiertos, muy altos la mayoría de ellos, y que tienen sistema de aire acondicionado. Pero el problema del aire acondicionado es que recircula el aire y, por tanto, el virus. Hay sistemas de aire acondicionado que cuentan con filtros para que ello no ocurra, pero no todos cuentan con esa precaución. En ese sentido, el Metro de Santiago, con todas sus ventanas abiertas, es un espacio más seguro.
Mantener los centros comerciales abiertos ha sido debatido largamente. Allí entra en juego otro tema: qué variable pesa más al momento de dictaminar las medidas de restricción, si la sanitaria o económica.
-Claro, algo que ya hemos conversado latamente (vea reportaje de CIPER). Ahora, el punto es que los superinfectores se van a producir sobre todo por el estilo de control de la pandemia que se impuso en Chile -y en la mayoría del mundo-, que es el contagio controlado o start and stop, como le dicen los estadounidenses. En este estilo de manejo de pandemia no tienes los ingredientes necesarios para evitar la aparición de superinfectores, como una movilidad reducida al mínimo. Si tuviéramos una trazabilidad que realmente estuviera funcionando y dentro de las primeras 48 horas fuéramos capaces de identificar a la mayoría de los contactos por cada una de las personas contagiadas, probablemente podríamos luchar mejor contra el efecto de los superinfectores.
En opinión de Pérez-Acle, otro foco de cuidado son las nuevas variantes del virus que ya se han identificado, y las que podrían surgir.
La canciller alemana, Ángela Merkel, afirmó a fines de marzo que las mutaciones del virus suponían una “nueva pandemia” que enfrentar. El asesor científico del gobierno coincide con esa apreciación, y agrega que el análisis de los datos que arroja su modelo de proyección sugiere que el comportamiento de la enfermedad, particularmente en cuanto a casos activos, rango etario afectado y ocupación UCI, confirma que “la circulación de las variaciones ha sido importantísimas en la dispersión del covid en Chile, al menos, desde el verano”.
¿Cuáles son las variables del virus que despiertan más preocupación en la comunidad científica?
-Hay múltiples variantes de preocupación, pero las tres peores son la brasilera, denominada B1, la inglesa (B117) y sudafricana (B1341). La P1 es la peor, porque tiene todo lo malo de las otras dos: es más contagiosa, produce mayor carga viral, las personas duran más tiempo en el estado infectivo y quienes llegan a la UCI permanecen más tiempo en ella, porque genera una enfermedad más severa. Y a ellas hay que sumarle la variante india, que recién está estudiándose y que asoma como muy severa. Además, las nuevas variantes tienen predilección por personas más jóvenes, así que mueven todo el proceso infeccioso hacia otro rango etario. Todo esto que acabo de describir lo estamos viendo en Chile desde febrero hasta la fecha.
Los números exhibidos en el repositorio de datos confeccionado por el Ministerio de Ciencias respaldan lo que dice Pérez-Acle:
-Si vamos a revisar la media de utilización de camas UCI, podemos notar que desde febrero en adelante hay un aumento súbito muy importante, que llega al 7% en los primeros días de marzo y que actualmente se sitúa en torno al 6,5%. Este incremento en la utilización de camas UCI es otra señal que apunta hacia las nuevas variantes, porque, en promedio, estimábamos que el valor debería ser cercano al 4% o 5% en nuestro país. En Manaos (Brasil), esta cifra llegó entre el 7% y 8%. Y en Inglaterra, también a causa de las nuevas variantes, se situó en torno a un 6% y 7%. Además, el peak de este indicador en Chile fue después del verano, y hay que recordar que la nueva variante de Manaos apareció por primera vez en enero, aunque no se descarta que ya estaba circulando por Brasil un par de meses atrás.
¿Cómo proyecta la evolución de este indicador, tomando en cuenta lo que acaba de mencionar?
-Nuestra proyección para el 21 de abril indicaba que habría 3.405 camas UCI ocupadas, y el número comunicado por las autoridades fue de 3.401. Es decir, nuestra fórmula, que toma en cuenta la cifra de casos sintomáticos -porque se asume que los asintomáticos tienen menor carga viral y por tanto presentan menos complicaciones- y el factor de uso de camas UCI, es confiable. Pues bien, si proyectamos el mismo ejercicio, notamos que se avecina un peak de utilización de camas UCI para el 30 de abril, fecha para la cual se necesitarían 3.532 camas UCI solo para pacientes covid. Como estamos usando un promedio de 800 camas UCI para otro tipo de pacientes, debemos tener 4.332 camas habilitadas para esa fecha. Eso con los datos que tenemos a la mano, porque el monitoreo es diario y móvil. Pero hemos compartido esta información con las autoridades de salud y ellas están de acuerdo con la proyección. Es decir, si relajamos las medidas prontamente no solo podríamos tener un rebrote, lo peor es que ese resurgimiento se produciría sobre la base de una utilización de camas UCI que ya es muy alta.
El problema, agrega Pérez-Acle, es que tampoco se puede lidiar con la pandemia “con una pseudo cuarentena permanentemente, es muy tarde para optar por una estrategia ‘cero covid’ en Chile bajo estas circunstancias”.
¿Qué medidas irían en ese sentido? ¿Restricciones más severas?
-Sí. Hace unos días tuve una conversación con colegas neozelandeses, donde hace mucho rato ni siquiera ocupan mascarilla, y me explicaron cómo lograron frenar la pandemia después aplicar una cuarentena que duró tres semanas, con toque de queda 24 horas del día, solo con supermercados, farmacias y expendios de bencina abiertos. Todo el resto se cerró, incluyendo el aeropuerto, instantáneamente. Eso no lo inventaron los neozelandeses, está en todos los libros. La pandemia de la gripe española se enfrentó así, cuando no existía UCI, con suerte había penicilina. Implantar una estrategia así no es posible en Chile actualmente. Por eso es difícil encontrar una respuesta. Y no es una discusión poco relevante. Recientemente el Instituto Molinari de Francia publicó un estudio que demuestra que los países de la OCDE que siguieron la estrategia de ‘cero covid’, que son varios, tienen 42 veces menos fallecidos y una pérdida del PIB tres veces menor que los que siguieron la estrategia del contagio controlado o start and stop, como se aplicó acá y en la mayoría de los países del mundo.
¿Cómo inciden las vacunas en este panorama? Porque hay consenso en que, si bien los casos activos, la positividad y la utilización de camas UCI siguen mostrando valores altos, el proceso de vacunación en Chile ha sido veloz y eficiente, pero sus efectos no son inmediatos.
-Ciertamente lo ha sido, no cabe duda de que es así. Pero respecto de las nuevas variantes, solo contamos con un estudio que se hizo en Manaos sobre 56 mil personas que trabajan en el sistema de salud, a quienes se les vacunó con Sinovac y se les monitoreó para saber cuántas desarrollaron covid sintomático y cuántas requirieron hospitalización. El resultado arrojó que la protección de esta vacuna contra el desarrollo de covid sintomático se redujo entre un 10% a 15%. Y, por otra parte, que la protección contra el desarrollo de la enfermedad grave, que hoy se evita en un 85% según el estudio que presentó Epidemiología (del Minsal) con Rafael Araos hace unas semanas, bajaría hasta el 65% o 70%. Por eso el discurso siempre se ha centrado en que, pese a estar vacunados, nos podemos infectar, y que estar inoculados no nos va a permitir retomar una vida normal a mediano plazo, particularmente por la dispersión comunitaria de las nuevas variantes en Chile.