CIPER ACADÉMICO / OPINIÓN
El descontento global con la democracia
21.04.2021
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
CIPER ACADÉMICO / OPINIÓN
21.04.2021
La idea de la democracia puede gustar. Pero a nivel mundial son mayoría quienes cuestionan la democracia que tienen. Lo anterior es especialmente fuerte en Latinoamérica. Reportes recientes de la universidad de Cambridge indican que la crisis económica, la corrupción y falta de apoyo público en la pandemia alimentan un descontento creciente en nuestro vecindario. Si sumamos el cambio en el empleo derivado de la automatización y la crisis climática, es difícil pronosticar un buen futuro para este sistema de gobierno. La columna sugiere algunos esfuerzos urgentes para revertir esa desafección, entre ellas, políticas decididas en contra de la corrupción, el narcotráfico y la exclusión social.
El Centro para el Futuro de la Democracia de la Universidad de Cambridge publicó en el año 2020 un reporte sobre el actual estado de la democracia a nivel global. Se analizan las percepciones sobre satisfacción con la democracia en una serie de tiempo que va desde 1973 y hasta el año 2019 en poco más de 150 países. Para el análisis se utilizaron más de 3.500 encuestas que provienen de 25 fuentes de encuestas de opinión pública en las distintas regiones del mundo.
Siguiendo una ya extensa tradición en este tipo de estudios de opinión pública, el reporte advierte que se debe distinguir entre la valoración sustantiva de la ciudadanía sobre la democracia como mejor forma de gobierno y, por otra parte, las percepciones que se realizan sobre su funcionamiento. Una persona puede perfectamente creer que la democracia es el mejor sistema político (o el menos malo), y tener una visión negativa sobre cómo funciona en su país. En el reporte se sistematiza solo esta última dimensión. La riqueza de este informe se centra en la cobertura temporal y la cantidad de países que se consideran.
¿Qué concluye este reporte? El dato más relevante es el progresivo y constante incremento de la insatisfacción con la democracia desde mediados de la década de los 1990s y hasta la fecha. Hoy, en la mayoría de los países, cerca de un 60% de la ciudadanía que se siente insatisfecha con su funcionamiento. Las regiones que han observado mayores incrementos en esta insatisfacción son América Latina, África y Europa. Esta tendencia no es del todo homogénea, pues en el sudeste de Aria, Escandinavia y en Europa del Este la tendencia de los últimos años es precisamente la contraria, un incremento en la satisfacción con la democracia.
¿Qué podría explicar esta tendencia que parece global? El reporte entrega algunas pistas intuitivas: las crisis económicas parecen afectar directamente las percepciones sobre el funcionamiento de la democracia. A ello se suman los escándalos de corrupción política que también tienen un impacto directo en el descontento ciudadano con la democracia. La ausencia de políticas sociales para enfrentar crisis económicas y la percepción de impunidad por delitos de corrupción parecen generar fuertes sentimientos de descontento con el funcionamiento de la democracia. Lo problemático de esta tendencia es que genera condiciones para el surgimiento de opciones políticas anti-establishment que luego contribuyen a profundizar las percepciones negativas sobre el funcionamiento del sistema democrático.
Pero no todo es negativo. Existe un pequeño grupo de países que pese a esta tendencia global de insatisfacción mantienen tasas menores al 25% de descontento social con el sistema democrático. Son los casos de Suiza, Dinamarca, Noruega, Irlanda, Países Bajos y Austria, todos ubicados en Europa y con altos niveles de desarrollo. Luego viene un grupo de países donde las tasas de insatisfacción se agrupan entre un 25 y 50% no alcanzando a ser la mayoría (Alemania, Uruguay, Bélgica, entre otros). Un tercer grupo de países, que es el más significativo en términos de población mundial, agrupa a sociedades donde la mayoría de la ciudadanía se encuentra descontento con la democracia. Aquí se encuentra Francia, Estados Unidos, Chile, Argentina, Reino Unido, entre otros. Sobre Chile el reporte dice es un país donde la democracia parecía haberse consolidado pero en los recientes años ese proceso se ha revertido parcialmente.
Finalmente, identifican a un grupo que se encuentra en crisis de legitimidad y donde aparecen varios países de la región incluyendo a Venezuela, Perú, Colombia, México y Brasil.
Otro dato interesante es que las regiones que parecen haber experimentado mayores cambios en los niveles de insatisfacción son las democracias anglosajonas (en un sentido de menos a más insatisfacción), y la región del sudeste asiático (en el sentido opuesto de más a menos insatisfacción). Con todo, la región del planeta menos satisfecha con el funcionamiento de la democracia es la Latinoamericana.
Otro estudio del mismo centro observa las percepciones sociales sobre el funcionamiento de la democracia, pero ahora distinguiendo por la edad de los y las encuestadas. Aquí, se muestra que la insatisfacción de la democracia ha tendido a aumentar en términos absolutos y relativos entre las generaciones más jóvenes, particularmente en América Latina, África subsahariana, Europa occidental y las democracias anglosajonas.
Se indica además que este descontento social se explicaría principalmente respecto de la exclusión económica y que se verifica en altas tasas de desempleo y desigualdad en el acceso a servicios básicos. En el caso de las democracias emergentes como en América Latina, concluye el informe, “encontramos signos de una fatiga transicional” (p.22), esto es, que a medida que se produce el normal reemplazo generacional, la sociedad empieza a perder la memoria sobre lo grave de la experiencia autoritaria y de las luchas democratizadoras tempranas, adoptando una visión más critica del funcionamiento democrático actual. Otro dato interesante es que entre las personas jóvenes (de 18 a 34 años) tiende a crecer la satisfacción con la democracia cuando llegan al poder líderes populistas.
Estos dos reportes nos sugieren que no podemos escapar de tendencias globales y estructurales respecto del funcionamiento de la democracia. Al situar la actual crisis de legitimidad y representación chilena en ese contexto, parece claro que la economía global y la política van de la mano y la primera ha causado efectos muy significativos en las percepciones de la población mundial. Si a ello sumamos los cambios tecnológicos derivados de la automatización, la crisis climática y las consecuencias sociales y económicas de la actual pandemia, nos enfrentamos a una tormenta perfecta global que está tensionando de sobremanera a los sistemas democráticos del mundo. De no mediar cambios muy significativos en el modo de hacer política, es muy probable que los niveles de insatisfacción se profundicen en regiones donde ya son muy altos. México, Brasil, Argentina y Chile están en la lista de países que se ubican en el umbral de entrar a una crisis de legitimidad mayor.
Segundo, a las oscilaciones económicas globales se suman eventos asociados a corrupción por parte de los actores políticos que golpean muy seriamente al sistema político en su totalidad. En sociedades desiguales como la Latinoamericana, el vínculo entre política y negocios se transforman en un aspecto extremadamente sensible y que impacta notoriamente las percepciones sociales. La política se transforma en una esfera que adquiere determinados privilegios propios (sueldos altos, impunidad, etc.), pero que al mismo tiempo se vincula con grandes empresarios para avanzar políticas que les benefician. El financiamiento desigual de campañas, la impunidad por delitos por colusión, el control de las agendas de los medios de comunicación, la aprobación de leyes que benefician a intereses económicos de grandes empresarios, son manifestaciones del vínculo endogámico entre política y negocios y frente a lo cual la ciudadanía se rebela.
Así, la agenda anti-corrupción debiese constituirse en una parte muy significativa de las plataformas políticas para garantizar condiciones de acceso más equitativo al poder y promover reformas que permitan mejorar las investigaciones y sanciones por delitos económicos. A lo anterior se suma en el caso particular de Chile la emergencia del narcotráfico que debe considerarse como un riesgo para las instituciones democráticas y que, por lo mismo, requiere de políticas muy concretas para enfrentarlo.
Finalmente, otra cuestión gravitante se refiere a las políticas públicas referidas a las generaciones jóvenes, particularmente en lo que se refiere a empleo, educación y seguridad social. Como en Chile el voto es voluntario, es probable que gran parte de la acción política se centre en los próximos años en quienes concurren a votar (personas mayores de 45 años, con mayor educación). Los debates y preocupaciones públicas ponen menor atención en la resolución de problemas que afectan a niños, adolescentes y adultas jóvenes. La exclusión social, económica y cultural que vive este importante segmento de la sociedad tendrá un impacto muy gravitante en las futuras percepciones y actitudes en relación con la democracia.
El descontento con la democracia puede derivar en una crisis de legitimidad más seria y persistente. Y, como hemos observado en los últimos años, Chile no está inmune a esta tendencia que parece ser global.
Foa, R.S., Klassen, A., Slade, M., Rand, A. and R. Collins. 2020. “The Global Satisfaction with Democracy Report 2020.” Cambridge, United Kingdom: Centre for the Future of Democracy. Ver el siguiente enlace.
Foa, R.S., Klassen, A., Wenger, D., Rand, A. and M. Slade. 2020. “Youth and Satisfaction with Democracy: Reversing the Democratic Disconnect?” Cambridge, United Kingdom: Centre for the Future of Democracy. Ver el siguiente enlace.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
CIPER/Académico es un espacio abierto a toda aquella investigación académica nacional e internacional que busca enriquecer la discusión sobre la realidad social y económica.
Hasta el momento, CIPER Académico recibe aportes de seis centros de estudios: el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES), el Centro de Estudios Interculturales e Indígenas (CIIR), el Centro de Investigación en Comunicación, Literatura y Observación Social (CICLOS) de la Universidad Diego Portales, el Núcleo Milenio Autoridad y Asimetrías de Poder (NUMAAP), el Centro de Recursos Hídricos para la Agricultura y la Minería (CRHIAM) y el Instituto Milenio para la Investigación en Depresión y Personalidad (MIDAP). Estos aportes no condicionan la libertad editorial de CIPER.