¿De la vacunación a la tercera ola?
16.03.2021
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16.03.2021
Hace unos días nos enteramos que el secretario regional de Salud de Valparaíso se contagió de COVID-19 después de haber recibido las dos dosis de la vacuna SinoVac. Esta noticia fue ampliamente comentada, pero no tiene nada sorprendente.
En un artículo publicado el 23 de febrero, advertimos que la campaña actual de vacunación, lejos de librar al país del virus, podría ser la raíz de una nueva ola de contagio masivo. Señalamos la necesidad de analizar la realidad detrás de las cifras que proyectan a Chile como uno de los países más exitosos en su campaña de vacunación. Invitamos a tener un cuidado particular en los usos políticos de estas cifras y sobre todo a no bajar la guardia y mantener las medidas de seguridad sanitaria y de distanciamiento social frente a una vacuna que ofrece una protección parcial frente al virus.
Las estadísticas oficiales entregan un panorama muy exitoso para Chile. Sin embargo, detrás de la cifra de 6.994.820 inoculaciones al 15 de marzo, hay una realidad más dispar. Se presentan las estadísticas como si todas las vacunas fueran igual de efectivas y se habla de población inoculada cuando solo 2.040.279 han recibido las dos dosis de las casi 7 millones de vacunaciones realizadas. Las cifras entregadas por el DEIS indican que el 32,6% de las personas ha recibido al menos la primera dosis. Del total de vacunas a la fecha, se han entregado 6.490.652 dosis de SinoVac y 504.168 Pfizer-Biotech. Estas dos vacunas están lejos de ser idénticas. Mientras la última tiene una tasa de eficacia de 95%, la vacuna SinoVac, la que más se ha administrado en Chile, según la revista Nature puede ofrecer una protección de 50% frente al virus. Es decir que los que recibieron las dos dosis de la vacuna China tienen dos veces menos posibilidad de adquirir el virus, pero igual pueden contagiarse y transmitirlo.
Mientras en Chile se celebra el éxito de una campaña de vacunación con 92,79% de SinoVac, en la Unión Europea no se ha autorizado esa vacuna porque no se ha comprobado una eficacia suficiente y en países como las Filipinas, se denuncia que a las clases populares se aplican la vacuna SinoVac cuando las privilegiadas se reservan los mejores vacunas.
El problema no es la vacuna en sí, sino la falta de una estrategia de comunicación transparente que dé información suficiente junto a la campaña para llamar a vacunarse. A nivel colectivo puede tener sentido usar masivamente una vacuna que solo es efectiva al 50% para bajar la circulación del virus entre la población. Pero si las personas que recibieron esta vacuna se creen protegidas del virus, bajan las medidas de distanciamiento social y retoman una vida social y laboral “normal”, los riesgos de contraer el virus suben en lugar de bajar. El riesgo es alto, de ser así esta campaña de vacunación podría tener el efecto inverso, hacer subir el número de contagiados y de muertes por la COVID.
Nos contestaron que las personas vacunadas tienen menos posibilidades de desarrollar síntomas fuertes y de llenar los servicios intensivos de los hospitales. Es cierto, y por lo tanto se puede justificar como política pública la vacunación masiva con la vacuna SinoVac. Sin embargo, cuando se enferman y si son asintomáticas, estas personas se vuelven transmisoras del virus a los que no son vacunados o con vacunas que ofrecen protecciones limitadas. Y la multiplicación de personas con pocos síntomas que retoman la vida laboral y social es la vía más directa a una tercera ola de contagio masivo.
Por eso es urgente mejorar las campañas de información para las personas por distintos medios, vacunarse y sobre todo mantener las medidas de protección sanitarias. Después de todo, los estudios son claros, los que se vacunan están protegidos parcialmente, por un tiempo incierto y si se contagian siguen poniendo en peligro a quienes no se pueden vacunar.