CIPER ACADÉMICO / ANÁLISIS INTERNACIONAL
El país que deja Trump
18.01.2021
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CIPER ACADÉMICO / ANÁLISIS INTERNACIONAL
18.01.2021
Donald Trump sacó provecho político de dividir a los norteamericanos y deja un país fracturado y con una gran cantidad de votantes convencidos de que hubo fraude en las elecciones. La especialista en política estadounidense, Gabriela De la Paz, desmenuza el legado de una administración de pocos logros y muchas “verdades alternativas” de la que los republicanos hoy intentan separarse.
La autora es especialista en política estadounidense. Licenciada en Estudios Internacionales por la Universidad de Monterrey, doctora en Conflicto Político y Procesos de Pacificación por la Universidad Complutense de Madrid y columnista de opinión de Grupo Reforma desde 1998. Profesora del Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno del Tec de Monterrey, Campus Monterrey.
Joe Biden llega a la Presidencia de Estados Unidos en un momento en que su país está más dividido que nunca tras la azarosa gestión de Donald Trump. Sin ser muy carismático, ni una estrella de la retórica como Bill Clinton o Barack Obama, Biden ha afirmado que le gustaría dejar como legado la unidad de los estadounidenses.
Pero la unidad no será el único reto del presidente 46 de Estados Unidos. Durante el mandato de Trump hubo un retraimiento de las obligaciones de este país con organismos internacionales[1] y la atención se centró en los asuntos domésticos. A esta política se le conoció como “America First”[2] . En síntesis, se ignoraron los intereses de los aliados y socios, tanto militares como comerciales, por lo que Joe Biden tendrá un camino cuesta arriba para revertir los desaires de Trump.
Donald Trump aprovechó que la sociedad estadounidense lleva décadas incrementando su polarización para lanzar su campaña política. Un estudio del Pew Research Center sostiene que dicha división se acentúa debido al bipartidismo del sistema político, el cual hace que las diferencias legítimas que existen en una amplia gama de debates parezcan más grandes de lo que realmente pueden ser. Quienes pueden sacar alguna ventaja electoral de ello convierten la situación en un juego de suma-cero, en vez de buscar puntos en común[3].
Así, Trump inició su campaña presidencial en 2015 insultando a veteranos del ejército estadounidense, mujeres, discapacitados e inmigrantes mexicanos, pertenecientes a la minoría más grande de ese país. Sus críticas a las guerras de Iraq y Afganistán le dieron credibilidad con millones de personas que han vivido en carne propia los fracasos militares y comerciales de Estados Unidos. A pesar de que Trump nunca dio grandes detalles de cómo haría las cosas, la gente le creyó porque ellos mismos llenaron los vacíos de cómo haría para construir el muro con México, o repatriar empleos, con lo cual su lema “Hacer a América grande otra vez” refleja descontento, nostalgia y esperanza a la vez.
Donald Trump aprovechó que la sociedad estadounidense lleva décadas incrementando su polarización para lanzar su campaña política
Una vez en el gobierno, la estrategia fue seguir como si estuviera en campaña, no variar el tono del discurso y “empezar las cosas”, aunque no se concretaran en lo absoluto. De aquí surgió la cadena de mentiras presentadas como “hechos alternativos” por su asesora Kellyann Conway, que pusieron el tono del trato con la prensa y quienquiera que se atreviera a desafiar la realidad impuesta desde la Oficina Oval: desde la trama rusa de apoyo a Trump en la campaña de 2016, o sus proyectos políticos, de los cuales sólo se concretó una reforma fiscal, y algunas millas nuevas del prometidísimo muro en la frontera con México[4]. Quienes se atrevieran a cuestionarlo eran despedidos y/o fustigados en Twitter.
Lo que al principio parecía no tener graves consecuencias, dado que el presidente siempre contó con el respaldo del partido republicano, terminó siendo un error gigantesco, como se pudo constatar el pasado 6 de enero. La toma del Capitolio es una prueba de que la “narrativa alternativa” de Trump creó una “realidad alternativa” para sus seguidores.
Así también Trump tergiversó las demandas del movimiento Black Lives Matter, que resonó con fuerza tras el asesinato de George Floyd a manos de un policía blanco. Las últimas palabras de Floyd “I can’t breathe” (no puedo respirar) resonaron en toda la población negra y latina de Estados Unidos y de varias partes del mundo. Trump, en vez de reconocer el abuso, llamó a la “ley y el orden”, acusando a los demócratas de querer atacar los suburbios y poner en peligro a la población blanca. Aquí la línea divisoria entre demócratas y republicanos es clara: un estudio de Pew Research Center en enero de 2020 encontró que 8 de cada 10 demócratas blancos sostienen que la policía y el sistema penal son más injustos con los negros frente a 4 de cada 10 republicanos blancos[5].
La mentira más reciente y dañina del todavía presidente Trump es que él había ganado las elecciones presidenciales de 2020 y que el “estado profundo” le negaba la victoria.
Agotados todos los caminos legales para revertir los resultados electorales, en la víspera de la certificación de Joe Biden y Kamala Harris como presidente y vicepresidenta electos, Donald Trump culminó su carrera de “hechos alternativos” incitando a una multitud de seguidores a irrumpir en el Capitolio y detener la ceremonia de certificación.
La toma del Capitolio es una prueba de que la 'narrativa alternativa' de Trump creó una 'realidad alternativa' para sus seguidores
El saldo de dicha incursión fueron cinco personas fallecidas, entre ellos un policía del Capitolio. De acuerdo con varias fuentes, el presidente se rehusó a llamar a la Guardia Nacional para restablecer el orden[6] y fustigó a su vicepresidente Mike Pence por cumplir con su labor de certificar los resultados, incluso cuando éste estaba siendo evacuado del edificio.
El mayor daño de la realidad alternativa creada y difundida por Trump se encuentra en el declive de la credibilidad de sus más de 70 millones de seguidores en las instituciones políticas. Según una encuesta de Vox y Data for Progress, incluso después del asalto al Capitolio, el 72 % de los votantes republicanos siguen dudando de los resultados de las elecciones presidenciales. El 74% afirmó que las acusaciones de fraude electoral han contribuido a preocuparse por la confiabilidad de las elecciones. Peor aún, incluso entre los independientes, el 42 % dijo que actualmente no confía en los resultados de las elecciones, según la misma encuesta[7].
Dada la magnitud de la insurrección del 6 de enero, se llevó a cabo un segundo juicio para destituir a Donald Trump en la Cámara de Representantes. Sin saber el desenlace de este segundo impeachment, que fue aprobado en la Cámara de Representantes el 13 de enero pasado, podemos aventurar que el juicio en el Senado será muy diferente del primero.
Chuck Schumer, senador por Nueva York dirigirá el Senado y no tendrá la actitud sesgada[8] que tuvo Mitch McConnell. Trump no parece tener abogados que quieran defenderlo. Así que puede que sea un juicio rápido en el que algunos republicanos tendrán mayor libertad para votar contra Trump y puede que algunos de ellos lo hagan. Sin el expresidente se sentirán libres y buscarán maneras de retener a los 74 millones de votantes que consiguieron en la última elección presidencial.
Es probable, sin embargo, que no se alcancen los 2/3 de votos en el senado necesarios para condenar a Trump. Esto, sin embargo, sería más bien irrelevante pues, de ganar la acusación, la pena sería destituirlo de su cargo, y para el momento de la decisión, Trump ya no estaría en esta función. Pero si es así, ¿por qué se intenta este camino? La intención de los demócratas es dejar en claro que actos como el ataque al Congreso no quedan impunes. Además, el juicio tiene el objetivo clave de inhabilitar a Trump de ocupar cualquier cargo político en el futuro e impedirle presentarse a las elecciones de 2024 como lo ha anunciado.
El mayor daño de la realidad alternativa creada y difundida por Trump se encuentra en el declive de la credibilidad de sus más de 70 millones de seguidores en las instituciones políticas
El actual juicio por destitución es relevante también para el futuro del partido republicano. De alguna manera tienen que responsabilizarse por haber permitido a Donald Trump llegar tan lejos. Los líderes republicanos siempre antepusieron el número de votantes que Trump les consiguió a los principios que dicen defender. Durante la campaña de 2016 no lo censuraron tras el ataque verbal a John McCain, gravemente enfermo de cáncer cerebral, ni del video donde alardeó de manosear a mujeres sin su consentimiento.
Mitch McConnell, Mike Pence, Ted Cruz y otros republicanos relevantes estuvieron fielmente del lado del presidente en todo momento hasta antes del asalto al Capitolio el 6 de enero. Por ello deben hacerse responsables de haber acogido y respaldado a Trump. No importa que lo hicieran por miedo a los tweets del presidente, o porque éste consiguiera mover la embajada estadounidense de Tel Aviv a Jerusalén, o haber nombrado tres jueces en la Suprema Corte de Justicia y a más de 200 jueces en cortes federales; el hecho de no haberlo censurado antes les hace cómplices y tienen que desmarcarse y refundar el partido. Perder la Casa Blanca, la Cámara de Representantes y el Senado en los últimos dos años es suficiente razón para una honda reflexión de hacia dónde quieren ir en esta década.
Editado por Karina García Reyes.
[1] Recordemos que durante la Administración Trump, Estados Unidos abandonó la UNESCO y se ordenó la salida de la OMS. Asimismo, Trump firmó el retiro del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP, en inglés) y los Acuerdos de París sobre cambio climático.
[2] McTague, T. y Nicholas, P. (Octubre 29, 2020), “How ‘America First’ Became America Alone”. The Atlantic.
[3] Pew Research Center. (Noviembre 13, 2020) “America is exceptional in the nature of its political divide”. Washington, D. C.
[4] Timm, J. (Enero 12, 2021). “Fact check: Mexico never paid for it. But what about Trump’s other wall promises?”. NBC News.
[5] Pew Research Center (Enero 3, 2020). “10 things we know about race and policing in the U.S.”. Washington, D. C.
[6] Collins, K., Cohen, Z., Starr, B. y Hansler, J. (Enero 7, 2021). “Pence took lead as Trump initially resisted sending National Guard to Capitol”. CNN.
[7] Zhou, L. (Enero 11, 2021). “About half of Republicans don’t think Joe Biden should be sworn in as president”. Vox
[8] Snell, K. (Diciembre 17, 2019). “McConnell: ‘I’m not Impartial’ About Impeachment”. NPR. Special Series. Trump Impeachment. Disponible aquí.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
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