CIPER conversó con independientes ligados a colectivos sociales, feministas e indígenas, además de académicos, que lograron convertirse en candidatos. Sortear las vallas impuestas a la inscripción de independientes por las normas que acordaron los partidos tradicionales, solo fue un primer paso. Ahora enfrentan el problema de financiar campañas que requieren presupuestos millonarios para cubrir distritos enormes. Las reglas, reflexionan, favorecen a partidos, candidatos con recursos y “famosos”. En ese escenario, dicen, las redes sociales y la movilización callejera –con carnavales, cabildos y campañas en paraderos de micros– serán clave para promoverse y ampliar el debate público.
Créditos foto de portada: Ibar Silva / Migrar Photo
Camila Navarro tiene dos hijas, estudia derecho y vende ropa reciclada. Vive en San Bernardo, aunque nació y creció en Paine, un pueblo con el que nunca cortó el cordón umbilical. En Paine participa en grupos que se movilizan por el derecho de las comunidades rurales a acceder al agua. Ya consiguieron parar la instalación de una embotelladora de la CCU y la expansión de una planta de Monsanto. Ahora, dice, la moviliza su deseo de llegar a la Convención Constitucional para representar los intereses de esas comunidades de Paine y de toda la Provincia del Maipo.
Desde este lunes 11, Camila ya es candidata a la convención. Va como independiente en la lista “Apruebo Dignidad”. Y si cumplir con los requisitos para postularse y conseguir un cupo fue una verdadera odisea –como ocurrió con todos los dirigentes sociales que quisieron competir–, lo que viene ahora para ella es una larga marcha por el desierto: una campaña en un mega-distrito compuesto por tres provincias que se extiende desde Melipilla hasta Paine.
Camila Navarro
Cubrir ese territorio requiere un presupuesto millonario. Y eso la pone en desventaja frente a los partidos tradicionales –que pueden pagar brigadistas y la maquinaria de propaganda– y también respecto de los candidatos “famosos”, que desembarcaron desde la TV a la contienda electoral. El sistema, dice, está hecho para que los líderes sociales naveguen siempre contra la corriente:
– El problema es conseguir recursos humanos y económicos, porque tenemos distritos enormes. En mi caso, reúne tres provincias y 14 comunas. Es una locura, porque los dirigentes sociales en general ejercen liderazgos locales. Es complejo que te conozcan en Melipilla si tu organización es de la Provincia del Maipo. Eso solo se lo permiten las candidaturas con financiamiento. Eso provoca que los partidos privilegien a “famosos” o candidatos con recursos propios, porque en tres meses de campaña una independiente como yo gasta toda su energía en que votantes de otras provincias te conozcan-, señala Camila Navarro.
La contienda es desigual, dice la candidata, porque los partidos han buscado figuras atractivas para los medios de comunicación, aunque no conozcan la realidad de los territorios, y gastan dinero en brigadistas que hacen el trabajo en terreno. Y porque “utilizan las estructuras del Estado que manejan, como los municipios o las intendencias, para hacer campaña”. Así, no será extraño ver a postulantes a la convención recorriendo los territorios junto a alcaldes, gobernadores e intendentes de su mismo partido.
CIPER conversó con candidatos independientes ligados a colectivos sociales, feministas e indígenas, además de académicos, que lograron inscribirse. Todos describieron cómo sortearon múltiples escollos para que sus nombres aparezcan en las papeletas y anticiparon los problemas que enfrentarán en la campaña. Estas vallas, dicen, son fruto de un diseño electoral con reglas acordadas por el mundo político tradicional. En este escenario adverso, sostienen algunos de ellos, la movilización en las calles vuelve a ser una dimensión a considerar para promover sus candidaturas y ampliar el debate público.
LA ODISEA DE LAS INSCRIPCIONES
Karina Nohales, de la Coordinadora Feminista 8 de Marzo, cuenta que los nombres de los candidatos de la lista “Unidad de los movimientos sociales independientes” fueron ratificados sólo días antes del cierre del proceso, pues algunos enfrentaron una multiplicidad de problemas, incluso personales, que trabaron su inscripción hasta último momento.
Karina Nohales
Desde Arica y Parinacota, Milene Molina confirma que esas mismas dificultades encararon los miembros de la nómina “Súmate, ahora”, quienes pretenden agrupar la votación del pueblo afrodescendiente que habita en esa región. “Al principio entusiasma ser candidato, pero luego uno se da cuenta que no es tan fácil”, reconoce esta funcionaria municipal.
Desde la comuna de Tirúa (Araucanía) la abogada y postulante mapuche Natividad Llanquileo complementa que las personas deben sopesar costos humanos y económicos al momento de decidir participar de este proceso. Debido a ello, explica, aceptó el desafío de postular a un escaño reservado, sólo cuando le garantizaron que la apoyarían de manera efectiva quienes le proponían dar ese paso.
El abogado Luis Jiménez, quien inscribió su postulación a un escaño reservado del pueblo aimara, señala que existieron dificultades territoriales y culturales evidentes en el proceso de recolección de patrocinios. “En muchas comunidades altiplánicas ni siquiera tienen luz todo el día”, advierte.
Luis Jiménez.
Pero, obtener los patrocinios que la ley exige es sólo el comienzo de una larga lista de dificultades. Una vez aceptada cada postulación por el Servicio Electoral, advienen las complejidades de la campaña.
Estadísticamente, los candidatos o listas independientes deben obtener entre un 25% y un 11,11% de los votos válidamente emitidos, para lograr un cupo en la Convención Constitucional, según postulen por distritos que eligen de tres a ocho cupos (ver columna en CIPER Académico). Las listas deben ser fuertes, competitivas, para asegurar que alguno de sus integrantes accederá a un asiento en la convención. Por eso, muchos grupos de independientes se debatieron entre ir en una lista solos o poner algunos de sus candidatos en la lista de un partido para sumar fuerzas con otros sectores.
En el caso de los escaños reservados para pueblos indígenas, resultarán elegidos los candidatos más votados de manera individual, sin listas. En detalle, siete asientos son para representantes del pueblo mapuche, dos para el aimara y uno, respectivamente, para los rapa nui, quechua, atacameños, diaguitas, collas, kawashkar, changos y yaganes (ver columna de opinión en CIPER académico).
Los ciudadanos afrodescendientes, concentrados en Arica y Parinacota, no fueron considerados en los escaños reservados. Y por ello optaron por un camino electoral propio:
-El “Plan B” fue ir con candidaturas independientes. La discusión fue si ir dentro de los partidos, que es más fácil, o por fuera, totalmente independiente. Tuvimos dos o tres reuniones muy intensas, al interior del mismo pueblo, donde llegaron como 15 organizaciones. Votamos y se decidió por unanimidad que debíamos ir solos”, explica Milene Molina, luego de que su lista reuniera mil patrocinios, el doble de los que requerían por ley.
Camila Navarro también sopesó las dos opciones. Ir como independiente y juntar las firmas requeridas era muy complejo, dice, y además obligaba a tratar de conformar una lista con otros independientes: “Competir sola, contra seis candidatos que suman sus votos, te deja casi sin chances”. La alternativa tampoco era cómoda:
-La segunda opción era conseguir que un partido te cediera el cupo, como sucedió en mi caso. Pero era una opción compleja porque difícilmente los partidos te van a privilegiar (en su lista) por sobre un militante. Y la ley no permite hacer subpactos entre independientes al interior de una lista de partidos y pierdes competitividad dentro de la lista. Esto es súper injusto, pero la derecha y los partidos de Unidad Constituyente (ex Concertación) rechazaron la indicación del Frente Amplio que permitía subpactos entre independientes, justamente para proteger sus candidaturas y usar a los independientes para sumar votos a sus listas.
CARNAVALES, REDES SOCIALES Y PARADEROS DE MICROS
De cara a los comicios del 11 de abril, todos los entrevistados admiten las complicaciones que significa desplegar una campaña electoral bajo las restricciones de desplazamiento y reunión que impone la pandemia del coronavirus. Sin embargo, confían en su condición de movimientos sociales, la que para algunos es también su debilidad.
“Desde que tomamos la decisión, nosotras sabíamos que íbamos a tener que saltar muchos torniquetes. Pero también estábamos seguras de que teníamos una posición de ventaja, porque la Coordinadora Feminista 8 de Marzo ha sido expresiva de un feminismo de masas que no es sólo un fenómeno local, sino global”, subraya Karina Nohales, cuyo movimiento promovió además las candidaturas de Alondra Carrillo y Natalia Corrales, en los distritos 12 y 7, respectivamente.
“Nosotras, sin embargo, no nos pensamos como independientes en la forma que la ley lo aborda. Somos activistas y hacemos política en el movimiento social”, agrega. Ello, señala, motivó su alianza en una sola lista con otros colectivos como la agrupación No + AFP, además de representantes del mundo migrante y de Territorio Constituyente.
Sobre lo mismo, Natividad Llanquileo apunta que muchas demandas desbordan a cada movimiento o pueblo y son transversales a nivel nacional, lo que se debe reflejar en la campaña: “Hay una frase que dice que mientras el pueblo chileno no se libere, es difícil que el pueblo mapuche se pueda liberar”.
Operativamente, Nohales considera que para ellas será necesario convocar a constituir comandos territoriales desde el feminismo, como estrategia de movilización electoral. “Ese tipo de actividades nos permitirá imprimir afiches, comprar pinturas. Pero también hay que romper el cerco mediático”, plantea.
En la región de Arica y Parinacota, la opción de la lista afrodescendiente “Súmate, ahora” será aún más concreta: “Estamos levantando la campaña de la luca en la cual cada persona del mundo afrodescendiente tiene que hacer un aporte de mil pesos hacia arriba. Esta campaña se va a hacer básicamente por redes sociales y vamos a financiar a alguien por dos meses, para que nos haga redes sociales. Vamos a comprar las gigantografías y ya estamos viendo las casas donde las vamos a instalar”.
Natividad Llanquileo, consciente de que no podrá desplazarse por todos los territorios con alta presencia mapuche de su región, confía en las nuevas tecnologías, en especial para llegar al voto urbano de su pueblo. “Este es el momento, por la tecnología, en que los pobres también podemos hacer campaña”, opina.
“Acá no pertenecemos a partidos políticos y no tenemos auspiciosos de empresas, pero la gente ha puesto sus ganas y recursos personales. No hay otra. Por la pandemia tampoco es posible hacer actividades de recaudación de recursos”, ahonda Natividad Llanquileo. Por el mismo factor, Sandra Marín, vocera y candidata del movimiento No + AFP por el distrito 23 en la Araucanía, considera que la tarea es mayor, sobre todo en términos de recursos: “Seguramente, como somos gente de pueblo vamos a hacer las rifas (…), pero no lo hemos visto. Vamos a ver que lo que te permita hacer el sistema para poder iniciar una campaña, para poder tener los recursos”.
En el caso de Camila Navarro, su campaña apostará por carnavales culturales (o cabildos culturales). La fórmula es atraer a los vecinos con música en vivo, instalar stands para que las organizaciones locales expongan sus temas (como género y ambientalismo, por ejemplo) e incluir foros sobre el proceso constituyente con micrófono abierto al público. También consideran hacer un “mapa de calor” de los paraderos del transporte público para desplegar voluntarios en los puntos con mayor afluencia, impulsar una campaña en redes sociales y privilegiar el contacto con los medios de comunicación locales (radios y diarios digitales).
Manifestaciones en Valparaíso tras el triunfo del Apruebo el 25 de octubre del 2019. Créditos: Paz Olivares Droguett / Migrar Photo.
EL FACTOR CULTURAL
Las diversas expresiones culturales de los pueblos originarios y afrodescendientes representan otra dimensión a considerar en el diseño de las campañas electorales. “Una ventaja para nosotros es que somos un pueblo que viene dialogando y trabajando hace más de 20 años. Y en base a ese trabajo logramos incluso una ley que nos reconoce”, analiza Milene Molina. Sobre lo mismo, añade que la campaña debe incorporar esa riqueza. “Nosotros, como pueblo afrodescendiente, tenemos 45 organizaciones en Arica. Desde ahí vamos a funcionar. Tiene que ver con que somos un pueblo que nos conocemos entre familias”.
“De hecho, cuando nos convocamos como pueblo movilizamos más gente que los movimientos sociales”, añade Milene Molina, para quien la campaña debe tener un sello callejero donde la música ostente un papel relevante, como un ícono patrimonial de su pueblo. “Como mundo afrodescendiente tenemos una fuerza cultural muy grande que son nuestros tambores y vamos a tener una presencia callejera muy fuerte, con 40 a 50 jóvenes bailando y cantando”, anticipa.
Desde Tirúa, a casi tres mil kilómetros de distancia, Natividad Llanquileo considera que la dimensión cultural se reflejará en su campaña en la manera en que articularán las vocerías. “La forma será tener werkén (portavoces o delegados en la cosmovisión mapuche) por zona, porque es imposible llegar a los diferentes espacios, en especial a los rurales”, adelanta. Sin embargo, esta abogada indígena sopesa que la fuerza de su cultura también tiene rasgos adversos que complican su postulación. “Por supuesto que hay un desafío con el machismo (y mi candidatura). También tiene que ver con la juventud” (vea entrevista a la académica Elisa Loncon).
INDEPENDIENTES SIN MOVIMIENTOS SOCIALES
Otros independientes están asociados a un perfil más político, lo que se refleja tanto en su incorporación a postulaciones de partidos o en el perfil de quienes los acompañan en las listas.
El ingeniero civil Tomas Recart, fundador de Enseña Chile, es candidato por el distrito 11, que aglutina las comunas de Peñalolén, La Reina, Las Condes, Vitacura y Lo Barnechea. Compite por la lista “Independientes con Chile”, la que también integran los ex democratacristianos Mariana Aylwin y Manuel Inostroza, con un perfil más conservador y desligada de movimientos sociales.
Recart precisa que su estrategia de campaña considera articular una red de embajadores, la que ya le permitió reunir más de 4.500 patrocinios. “Lo más importante es que utilizaremos el boca a boca, redes de confianza. Más que acciones pagadas y producidas, acciones humanas y cercanas, ocupando redes de voluntarios”.
El constitucionalista Jaime Bassa, quien postulará como independiente en la lista del Frente Amplio por el distrito 7 de la Región de Valparaíso, admite que hay facilidades para quienes postulan por un partido, en su caso por Convergencia Social: “No obstante, una cosa es que uno tenga las ganas y otra cosa es desplegar las capacidades (…) Levantar una campaña es contar con una serie de personas que uno, como profesor universitario, ni siquiera sabe que existen, como un jefe de gabinete, asesor de prensa, coordinador territorial, productora, fotógrafo”, describe.
Jaime Bassa.
Bassa apunta que, aunque compita por una lista política, requiere también que su campaña cuente con un número importante de voluntarios. “No se trata de un esfuerzo individual”, comenta, al tiempo que detalla la importancia de tener representantes en las diferentes comunas que integran el distrito. A su juicio, uno de los mayores desafíos consiste en transformar “las expectativas de cambio en un proceso de participación política real”.
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