CIPER ACADÉMICO / OPINIÓN
El Estado propone pellets, pero no hay pellets: obstáculos para bajar la contaminación por leña en el sur
16.12.2020
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CIPER ACADÉMICO / OPINIÓN
16.12.2020
Dentro de las 50 ciudades más contaminadas de América del Sur, Chile posee 30. En los primeros lugares se ubican Coyhaique, Osorno y Padre Las Casas. Este año, en medio de la pandemia, el Sur del país se quedó sin pellets, combustible menos contaminante que la leña, con el que se busca mejorar la calidad del aire en la zona. En esta columna, los investigadores del núcleo INVENT UACh, de la Universidad Austral, plantean que la producción de este combustible es un negocio que debe ser urgentemente regulado y descentralizado, y que se necesita una visión de largo plazo para abordar el grave problema de la calefacción de las viviendas.
Este artículo presenta parte de la experiencia de los autores en el desarrollo de proyectos de investigación y representa uno de los primeros proyectos de investigación multidisciplinarios del núcleo de INVENT UACh de la Universidad Austral de Chile, en su línea de Eficiencia Energética y Calefacción Limpia. Los autores de esta columna no están vinculados con ninguna empresa relacionada al tema.
En 2020, el Sur de Chile se quedó sin pellets para alimentar los calefactores en los fríos meses de invierno y hoy, a pocos días de terminar el año, el problema parece haber sido olvidado. Esta es la segunda oportunidad en que ello ocurre. En 2014, la primera vez, fue resultado de problemas de mercado (desajustes entre la oferta y la demanda). Este año, la escasez se debió a la pandemia. En Chile, la producción de este combustible, menos contaminante que la leña, se ubica principalmente en la región del Biobío, al alero de la gran industria de la madera y se basa, casi en su totalidad, en el uso de los desechos provenientes del aserreo. Hasta ahí es una buena noticia, ya que el uso de los desechos de una industria que mueve miles de metros cúbicos es una contribución a sistemas de producción más sustentables. Pero entonces ¿por qué falta pellet para las estufas? En esta columna entregamos una explicación: el Estado ha promovido el uso de pellet, entre otras opciones, pero la producción a nivel nacional no da abasto. En nuestro análisis abordamos la necesidad de regular y descentralizar el mercado por una parte y contar con una visión global y de largo plazo en relación al problema de la calefacción de viviendas en el sur de Chile.
Según datos de IQAir (2019) [1], Chile se ubica en el lugar 35 a nivel mundial en el grado de exposición de la población a contaminación atmosférica MP2,5, es decir de partículas contaminantes sólidas muy pequeñas[1] que no podemos ver y que, por lo tanto, ingresan a nuestro sistema respiratorio tal como el COVID sin mascarilla [2]. Según el mismo ranking, de las 50 ciudades sudamericanas más contaminadas, Chile posee 30. En los 14 primeros lugares figuran Coyhaique, Osorno y Padre Las Casas [3].
En Valdivia se necesitan 724 recambios de calefactores a leña en viviendas aisladas como base para comenzar a disminuir emisiones de material particulado a 2030
Una forma directa de contribuir a la disminución de material particulado es prohibir el uso de la leña, ya que si no se quema nada, no hay partículas en el aire. Sin embargo esta solución es difícil de implementar. Su uso tiene que ver con la pobreza energética de Chile y una realidad compleja: la leña, altamente contaminante, es uno de los combustibles que está al alcance de la población de menores ingresos. Las cifras al respecto son elocuentes. Mientras en la región de O’Higgins un 50% de hogares usa leña, en Coyhaique las cifras llegan hasta el 95%.
Otra solución es bajar la cantidad de humedad en la leña, ya que la leña seca es más eficiente en términos energéticos. ¿Por qué? En palabras simples, el agua que tiene la leña necesita hervir para salir por la chimenea, y esa energía la obtiene del mismo proceso de combustión. Al usar leña seca se gasta menos energía en hervir agua, y la energía extra queda disponible para calefaccionar las viviendas. Además, al ser más eficiente la combustión, se ocupa menos leña y, por tanto, hay menos partículas en el aire. Pero aquí nos enfrentamos a otro problema: nadie se hace cargo de fiscalizar que se cumpla con estándares mínimos, como es el contenido de humedad; o que se castigue a quienes venden leña húmeda. Eso requiere decisión política, coordinación sectorial y fomento: acciones que apenas se visualizan.
Pensar en el uso de otros combustibles, distintos a la leña, implica un esfuerzo que debe lidiar con lo tecnológico, lo cultural y el costo económico para las familias, además del factor ambiental. Por ejemplo, cambiar un combustible carbono neutral, como es la leña, que no emite CO2 ni contribuye al efecto invernadero, por uno fósil que sí las emite, como es el gas natural o la parafina, implicaría ignorar los desafíos que impone el cambio climático y situarnos en el pensamiento ambiental previo a la II Guerra Mundial.
Los pellets son una alternativa menos contaminante que la leña y factibles de usar en contextos de cambio climático. Como son un producto industrializado, pueden ser estandarizados desde su lugar de origen y llegar a contenidos de humedad que van desde el 8% al 15%.
Los pellets comienzan a ser fomentados a través de los Planes de Descontaminación Atmosférica (PDA) que se elaboraron cuando muchas ciudades del sur fueron declaradas zona saturada en material particulado [4]. Ahora bien, fomentar el uso de pellets implica promover tanto la producción de los mismos como la comercialización de las estufas y la logística asociada al transporte. Este formato de combustible requiere una estufa adaptada y, más importante, un parque industrial que lo fabrique. Hoy día se estima que la penetración de estufas a pellet en Valdivia, por ejemplo, es menor al 3% del parque total, mientras que su costo es al menos unas cinco veces mayor que el de una estufa a leña [5]. La industria del pellet se ha concentrado en la región del Biobío. Pero el equilibrio entre la oferta y la demanda de pellets es frágil. De hecho, una de las consecuencias de la pandemia es que la cantidad de pellets planificada para 2020 se acabó mucho antes de terminar el invierno.
La transición desde un entorno centralizado de grandes productores y transportes de insumos para energía, como ocurre con los pellets, a un entorno energético descentralizado compuesto por pequeños productores cercanos a los consumidores, eliminaría estas dependencias y haría más resilientes e inteligentes nuestros entornos y sistemas. Además, hay que tomar en cuenta que el pellet sigue siendo un combustible contaminante, aunque menos que la leña seca y muchísimo menos que la leña húmeda. Otras opciones son la parafina, la calefacción eléctrica, los aires acondicionados y los sistemas distritales. La calefacción distrital, es decir sistemas de calefacción con una fuente de calor para un gran número de viviendas y edificios que compran el calor como si fuese electricidad, y que tiene un proyecto piloto en Temuco, pueden disminuir en casi un 90% las emisiones de material particulado utilizando el mismo recurso primario: el bosque[2].
Chile se ubica en el lugar 35 a nivel mundial en el grado de exposición de la población a contaminación atmosférica MP2,5, es decir de partículas contaminantes sólidas muy pequeñas que no podemos ver y que ingresan a nuestro sistema respiratorio tal como el COVID sin mascarilla
Otro factor para tomar en cuenta para enfrentar la contaminación de las ciudades del Sur es la aislación térmica de los hogares. Una vivienda altamente eficiente en aislamiento térmico necesita menos energía para mantener un calor confortable. Antes que instalar un sistema de calefacción de alta eficiencia en un edificio con aislamiento insuficiente, es preferible aislarlo adecuadamente.
La rehabilitación progresiva del extenso parque de viviendas es urgente. Aún hay muchas viviendas cuyas envolventes, o sea, la separación entre interior y exterior (muros o techos), no cumplen requerimientos mínimos para brindar confort interior ni menos para retener razonablemente el calor de los sistemas de calefacción. De hecho, existen más de 4 millones de hogares en Chile que fueron construidos antes de la promulgación de la normativa que exige obligatoriedad de materiales aislantes en cubierta y muros exteriores (2000 y 2007, respectivamente), de los cuales no hay una estadística certera de si se han actualizado térmicamente, excepto los que han sido beneficiados con fondos del Programa de Protección del Patrimonio Familiar (PPPF).
Según nuestros estudios como Núcleo INVENT UACh, las medidas adoptadas hasta hoy no han sido efectivas en disminuir la producción de material particulado. Por ejemplo, en Valdivia se necesitan 724 recambios de calefactores a leña en viviendas aisladas como base para comenzar a disminuir emisiones de material particulado a 2030. Pero no basta con incentivar el uso de nuevos combustibles para reducir progresivamente las emisiones al 2030. También se necesita un programa de acondicionamiento térmico de viviendas.
Es necesario pensar este problema no solo como una implementación de políticas públicas, sino como una oportunidad para generar tecnología local y limpia. Es decir, para disminuir la incertidumbre de la producción de este combustible a nivel local, una solución complementaria es pensar en productores que puedan, por ejemplo, aprovechar el residuo de la pequeña industria para la producción de pellet de alta calidad. Creemos que la implementación exitosa de un PDA no puede ser realizada sin una mirada integral, basada en un enfoque de economía circular y sustentabilidad que, aplicado a nivel local y territorial, aporte visiones amplias.
Además de los PDA, las medidas que se han implementado para disminuir la contaminación poseen una baja coordinación entre los distintos sectores encargados de resolver los problemas ambientales. Esto no solo involucra al Ministerio del Medio Ambiente, quien debe liderar este proceso, sino que deben estar presentes organismos técnicos, gremios ligados a la construcción, colegios profesionales, academia, distribuidores de materiales e insumos, productores de desechos de biomasa, etc. Por lo mismo, existen grandes esperanzas en la nueva Estrategia de Transición Energética Residencial del Ministerio de Energía [6], que busca facilitar a la ciudadanía el acercamiento a tecnologías de calefacción limpias en base el fomento del mercado local y de costos más bajos para los usuarios. En particular, busca fomentar el uso de recursos naturales locales de manera sustentable y menos contaminante.
Editado por Yenny Cáceres, Periodista de la Universidad de Chile y autora de Los años chilenos de Raúl Ruiz (Catalonia-Periodismo UDP), ganador del Premio Escrituras de la Memoria 2020.
1.El ranking de países con contaminación atmosférica se puede revisar aquí.
2.Explicación de material particulado se puede encontrar aquí.
3.Ciudades sudamericanas más contaminadas. Ver el siguiente enlace.
4.Los planes de descontaminación se pueden revisar en en el siguiente enlace y los expedientes con los detalles en aquí.
5.El informe de avance para la ciudad de Valdivia está disponible hasta 2018, e indica que para ese año el recambio alcanza el 3% de la meta del PDA, que es de 26.000 estufas. Más detalles
aquí.
6.La estrategia se puede descargar desde el sitio del Ministerio de Energía. Disponible aquí.
[1] Menores de 2,5 micrómetros o 0,0025 milímetros.
[2] Los sistemas de calefacción distrital pueden alimentarse con leña, pero son menos contaminantes porque: 1) se usa leña seca; 2) al tratarse de máquinas más grandes, aprovechan mejor el calor, por lo tanto producen menos emisiones y 3) es factible producir filtros para esas plantas y reducir casi a cero la emisión de material particulado.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
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