Suspensión de encuestas ENUT y EANNA: la política pública decide no ver la sobrecarga del trabajo de las mujeres
11.12.2020
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11.12.2020
Esta columna de opinión cuestiona la decisión de no realizar dos encuestas clave sobre las vidas de las familias chilenas: ENUT (sobre uso del tiempo) y EANNA (sobre las actividades de niños/as y adolescentes). Las autoras argumentan que quedarán invisiblizados muchos problemas, entre ellos “la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidado que experimentan las mujeres o, dicho de otro modo, la escasa participación que en el mismo tienen los hombres”.
(Paula Poblete Maureira es directora de Estudios de ComunidadMujer y Javiera Petersen es directora ejecutiva del Observatorio de Políticas Económicas, OPES).
A quienes están en contacto habitual con la población más vulnerada de nuestro país —ese enorme 60% de la población que como puede, se las arregla para sobrevivir— o con la llamada clase media —ese tercio de la población que con fragilidad y orgullo hace malabares para salir adelante— el estallido social de octubre del año pasado no les sorprendió. Había razones de fondo y se venían acumulando hace tiempo.
Para quienes seguimos constantemente las estadísticas oficiales que, tanto organismos nacionales como internacionales, publican periódicamente, el estallido tampoco fue sorpresa. Bastaba con conocer del nivel de ingresos, gastos y endeudamiento de los hogares, saber de las bajas pensiones, de las listas de espera en la atención de salud, del (frustrante) crecimiento de la matrícula en la educación superior, de la desigualdad reinante en cada espacio de nuestro país, para darse cuenta de que era una olla a presión.
Para el 2020 estaban planificadas las segundas versiones de dos encuestas fundamentales, la Encuesta Nacional sobre Uso del Tiempo (ENUT), cuya primera versión ocurrió el 2015, y la Encuesta Nacional Sobre Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes (EANNA), cuya primera versión corresponde al 2012. Por razones muy atendibles, estas encuestas no fueron aplicadas el 2020, pero considerando su relevancia, correspondía que el 2021 se hicieran los ajustes necesarios para poder contar con esta información. Sin embargo, pese al llamado de una diversidad de especialistas, tras el estallido social, la pandemia y la crisis económica más grande de las últimas décadas, Chile va a quedar ciego frente a variables cruciales.
La ENUT, a cargo del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), mide el tiempo dedicado por las personas mayores de 12 años a las diversas actividades cotidianas, como dormir, ducharse, trasladarse al lugar de estudio o trabajo, estudiar o trabajar remuneradamente, cocinar, limpiar, cuidar a otras personas, pasear, etc. Esta información es crítica para dimensionar una de las desigualdades de género más relevantes: la sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado que experimentan las mujeres o, dicho de otro modo, la escasa participación que en el mismo tienen los hombres.
Es incomprensible que la autoridad se exponga, una vez más, a encontrarse de golpe con una situación dramática en términos de participación laboral femenina, sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados, deserción escolar, embarazo adolescente y trabajo infantil
Así lo hicimos ver previo a la presentación en el Congreso de la Ley de Presupuestos del Sector Público 2021. En la adhesión a una carta, nos reunimos más de 60 organizaciones sociales y casi 400 personas, entre las que se cuentan expertas, académicas y dirigentas feministas. Presentamos a las autoridades y a la opinión pública los argumentos de por qué era clave contar con esta información, particularmente en este contexto. El INE todavía no nos concede la reunión que le solicitamos a principios de octubre. Sin embargo, expusimos ante las Comisiones de Economía y de Género de la Cámara de Diputados y Diputadas, y pese a haber conseguido el apoyo de las y los congresistas, la solicitud no fue acogida.
En el contexto de pandemia actual, con las salas cuna, jardines infantiles y colegios cerrados, con pérdidas de empleos que en su peor momento alcanzaron al 21% de las y los ocupados (18,4% en hombres y 23,7% en mujeres; ENE, trim. may-jul 2019-2020), con el llamado general a quedarse en casa y a extremar las medidas de higiene, es indudable que la carga de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado subió para la mayoría de los hogares. Por ello es clave conocer cómo los hogares están distribuyendo esta mayor carga de trabajo y cómo esta se relaciona con la salida del mercado laboral de miles de mujeres.
No olvidemos que unas 900 mil mujeres perdieron su fuente laboral y que, en vez de quedar cesantes, es decir, que estén buscando un nuevo empleo, el 88% de ellas pasó a ser inactiva, cayendo la tasa de participación laboral de 52,5% a 41,3%, retrocediendo más de 10 años en este indicador (ENE, trim. may-jul 2019-2020).
Hay pocas señales de que en el corto y mediano plazo esta situación cambie, por lo que son esperables cambios algo más que circunstanciales en la organización de los hogares, la educación de los niños, niñas y adolescentes y el mercado laboral.
Para poder diseñar políticas públicas atingentes son imprescindibles los datos de buena calidad y actualizados y el Ejecutivo, principal órgano estatal responsable de este diseño, ha decidido no asignar presupuesto para la realización de esta encuesta, sacrificando instrumentos clave para impulsar políticas en pro de la igualdad de género y la reducción, redistribución y reconocimiento del trabajo doméstico y de cuidados como parte central del funcionamiento social y económico del país.
Los costos por no abordar estas problemáticas a tiempo se pagan con proyectos de vida truncos, escasez de capital humano y subdesarrollo. Sin duda, un precio más caro que el que cuestan un par de encuestas
Por otra parte, la EANNA, a cargo del Ministerio de Desarrollo Social, con la colaboración del Ministerio del Trabajo y de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), interroga sobre las actividades de la vida diaria que realizan los niños, niñas y adolescentes (NNA) entre los 5 y 17 años, como tareas domésticas, educación (asistencia, desempeño, relaciones), prácticas de deportes, redes de apoyo y actividades sociales. Una de las principales contribuciones de esta encuesta es entregar información relacionada con el trabajo infantil.
En el actual contexto de pandemia, son muchas las voces que han alertado del aumento en el riesgo de deserción escolar, los embarazos adolescentes y la carga de trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en los niños, niñas y adolescentes, especialmente en el caso de quienes sean hermanas mayores. No sabemos cuánto de ese riesgo se ha concretado, tampoco tenemos estadísticas oficiales sobre cuántos NNA están teniendo clases a distancia, ni en qué medida; no sabemos cuántos ante la emergencia de sus padres sin empleo, han debido salir a trabajar para tratar de colaborar con los ingresos familiares.
Aun así, no contaremos con esta información por noveno año consecutivo y menos aún en un año tan demandante de políticas públicas que pongan atajo a los riesgos ya descritos.
Tan evidente es la importancia de este tipo de datos, que el Ministerio de Desarrollo Social no suspendió la Encuesta de Caracterización Socioeconómica Nacional, Casen, y actualmente, con una serie de ajustes en la metodología y en el cuestionario, se encuentra en aplicación con el objetivo principal de medir los ingresos y las carencias que dan cuenta de la pobreza multidimensional.
Es incomprensible que la autoridad se exponga, una vez más, a encontrarse de golpe con una situación dramática en términos de participación laboral femenina, sobrecarga de trabajo doméstico y de cuidados, deserción escolar, embarazo adolescente y trabajo infantil. La técnica al servicio de la política encuentra una de sus mejores expresiones en la provisión de datos que permiten hacer múltiples análisis y recomendaciones. Los costos por no abordar estas problemáticas a tiempo se pagan con proyectos de vida truncos, escasez de capital humano y subdesarrollo. Sin duda, un precio más caro que el que cuestan un par de encuestas, que en sus primeras versiones enriquecieron de manera sustantiva el acervo estadístico para la toma de decisiones, uno que no se reemplaza con iniciativas privadas o académicas por muy valiosas que estas sean.