Carta del gerente de Vía Marina por columna sobre carretera hídrica y respuesta de los autores
21.11.2020
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21.11.2020
Vea aquí la columna que originó esta carta.
EL PROYECTO DE RÍO SUBMARINO NO ES UNA REGADERA, SINO UNA RESPUESTA POLÍTICA Y SOCIAL A LOS ESTRAGOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO EN CHILE
Respuesta a la columna CIPER Académico / Opinión “Enfrentar la sequía con una regadera: carretera hídrica, riesgos sistémicos y desafíos de política pública”, publicada el 14.11.2020 por José Miguel Valdés-Negroni, Karla Astorga-Vera, Marco Billi, Cristian Escobar-Avaria, Rodrigo Fuster-Gómez, Katherinne Silva-Urrutia y Anahí Urquiza-Gómez.
Primero es necesario insistir sobre el hecho que dicha columna no trae a la discusión ningún elemento nuevo, a pesar de un derrame de argumentos a lo largo de seis páginas. Y contrario a la voluntad expresada por los autores, no eleva el debate ni da una visión holística e integral de la problemática planteada por los proyectos de trasvases intercuencas.
Es una mera repetición parafraseada de numerosas expresiones anteriores en la literatura académica y particularmente de una columna similar que se publicó en este mismo medio en fecha 8 de julio pasado y a la cual contestamos el 15 de ese mismo mes.
Con lo cual, la presente se ve en la triste obligación de repetir muchas cosas ya dichas, pero ocupando la mitad de espacio que la columna de referencia.
Si queremos que avance el debate sobre este importante tema, o bien los incumbentes traen a la mesa argumentos nuevos, o bien esperan tranquilamente que se realicen los estudios científicos requeridos para dirimir las diferencias de puntos de vista ya expresados, como está previsto legalmente. Ningún argumento cobra mayor validez científica por repetirlo.
Saben que están invitados desde ya a participar y contribuir a dichos futuros estudios científicos.
Recordaremos que el estudio CORFO/UCh al que hacen referencia los autores concluye a la “disponibilidad” para un eventual trasvasije hacia el Norte a partir de las cuencas bajas de los ríos entre Valparaíso y Puerto Montt de aproximadamente 1000 m3/s en promedio anual, principalmente concentrados en 4 ríos: Maule, Biobío, Imperial y Toltén. Además concluye a una reducida disponibilidad en las cuencas medias y a ninguna disponibilidad en las cuencas altas.
Por “disponibilidad”, dicho Estudio considera la diferencia A-B entre A el caudal físico real en los puntos estudiados y B el caudal ecológico requerido para el bienestar de los ecosistemas río abajo de dichos puntos.
En ese contexto, los autores parecen desconocer la principal característica que diferencia fundamentalmente dichos dos proyectos. El proyecto Carretera Hídrica idea tomar agua en las partes altas de las cuencas (es decir donde no hay “disponibilidad”), constituyéndose en uno de los muy primeros tomadores de agua río arriba, mientras que el Río Submarino busca tomar agua en la desembocadura, ideando ser el último tomador río abajo (es decir allí donde está la “disponibilidad” de 1000 m3/s evidenciada por el mencionado Estudio).
También recordaremos que la demanda de agua estimada por el mismo Estudio para todas las regiones de Valparaíso a Arica para todos los usos (sanitarias, APR, minería, industria en general, agricultura existente y cerca de un millón de hectáreas nuevas identificadas) en un escenario de crecimiento optimista para el 2050 es de 378 m3/s.
Las variantes mayores de nuestro Río Submarino nunca han considerado transportar tal caudal. Pero aunque se llegara a ese extremo sobre el muy largo plazo, dicha demanda extrema representaría aproximadamente “sólo” un tercio de la “disponibilidad”.
Además, las “disponibilidades” identificadas más al sur del Biobío autorizan la posibilidad que, en un futuro lejano y no deseado de un Cambio Climático brutal, Concepción se torne en “receptora” de nuestro Rio Submarino, a partir de ríos “dadores” más al Sur. Lo que aprecian algunas partes interesadas por el bienestar de esa región.
Contrario a lo que indican los autores, una Declaración de Interés Público (DIP) no “abre la puerta a la licitación” de un proyecto presentado al sistema de concesiones del MOP.
De hecho tanto la Ley como los procedimientos de la Dirección General de Concesiones del MOP indican claramente lo siguiente:
Existe una amplia literatura académica internacional que ofrece el sustento científico y racional requerido por la correcta realización de estos últimos estudios, lo que recuerda muy justamente el Profesor Fernando Santibáñez, Director del Centro de Agricultura y Medio Ambiente, Universidad de Chile, en su reciente estudio “Agricultura, Agua y Cambio Climático en Chile: una crisis evitable” (disponible en nuestra página web www.aquatacama.cl).
Contrario a lo que afirman los autores, nunca hemos empleado tal frase y nuestro proyecto no está fundamentado sobre esta afirmación.
Sí está fundamentado sobre el concepto de “disponibilidad” evidenciado en el Estudio CORFO/UCh, citado por los propios autores. El Profesor Santibáñez en su estudio mencionado más arriba lo demuestra también por otros cálculos.
Efectivamente puesto que nuestro sistema es una innovación que no tiene ningún precedente en el mundo.
Toda la bibliografía de la columna de referencia se refiere pues exclusivamente a trasvasijes terrestres tradicionales como la “Carretera Hídrica” que son canales terrestres a cielo abierto los cuales transportan agua tomada tal cual.
Nuestro Río Submarino, al ser un transporte en tubo cerrado colocado en el fondo del mar, debe ser muy cuidadoso del agua transportada para que el interior de nuestro tubo no pueda verse negativamente impactado. Por ello, está previsto utilizar los mejores sistemas de toma de agua para no transportar ningún elemento sólido o bio-organismo, los cuales serán devueltos al río en su gran mayoría. Esto evitará además la trasmisión de especies invasivas fauna o flora que pudieran causar daños en los lugares de entrega o de cualquier otro elemento físico, químico o biológico que pudieran dañar la calidad del agua entregada en destino.
Señalaremos finalmente que cinco de los siete autores de la columna de referencia participaron directa o indirectamente en el Estudio CORFO/UCh que mencionan: entre otros, la Coordinadora de dicho Estudio y un alto directivo del Laboratorio de Análisis Territorial de dicha universidad (ver reproducción de la página de autoría de dicho estudio).
Dicho Estudio fue entregado en Junio 2019 después de 18 meses de trabajo y consumió un presupuesto aproximado de 150.000 USD.
Gran parte de la bibliografía citada es pues anterior a dicho Estudio. En todo caso, los argumentos expresados en la columna habían sido documentados ya en alguna forma anteriormente en otros artículos.
Sin embargo, dicho Estudio concluyó a la “disponibilidad” recordada aquí. Cabe pues preguntar ¿por qué?: ¿irrelevancia de los argumentos? ¿mero olvido? La contestación a esas preguntas no es nuestra.
Sin embargo, coincidimos con los autores que se necesita una visión muy amplia para poder debatir cabalmente de cualquier proyecto de infraestructura, particularmente de nuestro Río Submarino dadas su trascendencia e implicancia.
Desde nuestro punto de vista, el problema no es sólo técnico, ecológico, económico o jurídico, es ante todo político y social: ¿Cómo quiere Chile enfrentar el Cambio Climático? ¿Cómo quiere ser Chile en el 2050?
Las pérdidas, consecuencias del Cambio Climático, en regiones centro-nortinas tradicionalmente agrícolas no se ven “compensadas” por las ganancias en regiones sureñas. En el Sur, observamos meras sustituciones hacia producciones de mayor valor añadido con altas externalidades negativas: deforestación, nueva contaminación con agroquímicos, etc.
Luego, la ciudadanía chilena debe resolver el problema al cual está enfrentada y que se podría resumir con la disyuntiva siguiente:
RESPUESTA DE LOS AUTORES DE LA COLUMNA
Primero que todo queremos valorar que Vía Marina se diera el tiempo de responder a nuestra columna. Frente a temas complejos y controversiales como este, es importante que haya un debate plural y abierto.
Respecto de los argumentos planteados en la réplica, reconocemos en primer lugar que hay diferencia entre los dos proyectos de trasvase mencionados en la columna (Vía Marina y Reguemos Chile), pero estas diferencias no afectan sustancialmente nuestro argumento en cuanto este dice relación con la incertidumbre respecto de la dinámica de los sistemas socio ecológicos dadores y receptores. En otras palabras, al hecho que no hay, al momento, información suficiente para tomar decisiones en la materia sin que estas impliquen significativos riesgos de carácter sistémico. Es esta la conclusión, en efecto, del propio estudio de CORFO/UCHILE, del cual, tal como expone la réplica, participaron varios de los autores de esta columna.
Ese estudio expone las diferencias de información asociada a la demanda hídrica entre DGA central, DGA regional y las propias organizaciones de usuarios que son las que administran las aguas, demanda considerada en los cálculos de disponibilidad. Cabe notar, por lo demás, que dicho estudio no incluye la demanda proyectada en las cuencas dadoras, por tanto, no considera las posibles modificaciones derivadas del cambio climático, las que implican un escenario de incertidumbre aún mayor.
Adicionalmente a esta incertidumbre, existe controversia alrededor del tema, la que queda patente en la propia réplica que da origen a este comentario, y en general en los debates evidentes alrededor de otras comunicaciones sobre el tema. Tal como se plantea en la columna que la réplica objeta, esta incertidumbre y controversia, junto con la complejidad propia de los sistemas hídricos, configuran un escenario de riesgo sistémico, el cual, afirmamos, requiere una nueva forma de tomar decisiones y de gobernanza, diferente a lo usado hasta el momento.
En este contexto, nuestra columna no pretende ser una crítica o rechazo directo a la iniciativa particular de Vía Marina -entendida en términos de contraste entre esta y otras iniciativas análogas propuesta- sino un llamado de atención para la discusión política y la opinión pública respecto de la necesidad de reconocer y tomar en consideración estos riesgos sistémicos, ampliando los criterios de legitimidad no sólo a argumentos científicos y políticos, sino también en miras de construir una legitimidad social que otorgue robustez a las decisiones.
Este reconocimiento, lamentablemente, no parece presente en la réplica de Vía Marina a nuestra columna, ya que aquella sigue manteniendo una interpretación demasiado restrictiva de las dinámicas socioecológicas intervenidas por este tipo de proyectos.
A título de ejemplo, al mencionar diferencias entre la “Carretera Hídrica” y el “Río Submarino”, la réplica menciona la distinta interpretación que ambas iniciativas dan del concepto de “disponibilidad’ hídrica”. De acuerdo con el argumento que ahí se esgrime, y que cita en su apoyo al estudio CORFO/UChile ya mencionado anteriormente, Via Marina sería superior a su competidor en tanto consideraría como disponibilidad aquella existente en la boca de salida de cada cuenca. Sin embargo, en coherencia con el propio estudio CORFO/UChile, dicha “disponibilidad” es tal sólo en términos jurídicos – dado el marco legal actual de nuestro país- y no en términos socioecológicos: esos caudales cumplen una función ecosistémica que, pese a no ser reconocida actualmente en el ordenamiento, no debería ser considerado «disponibilidad» real al menos hasta conocer los caudales de equilibrio en la boca de salida de cada cuenca.
Asimismo, respecto a la dicotomía mencionada en la réplica –“o Chile mueve su agricultura nortina hacia donde tiene agua ‘disponible’, o Chile mueve su agua sureña ‘disponible’ hacia donde hoy está la agricultura”–, creemos que la discusión no debe centrarse en la agricultura y sus posibilidades, sino más bien ampliar la mirada hacia todos los usos y resolver el problema de la escasez hídrica de manera integral y resiliente, haciéndonos cargo como sociedad de los desafíos de sustentabilidad asociados al actual modelo de desarrollo.
En conclusión, afirmamos la necesidad de que la toma de decisión y opinión pública en materia de trasvases requiera fundarse en:
José Miguel Valdés-Negroni
Karla Astorga-Vega
Marco Billi
Cristian Escobar-Avaria
Rodrigo Fuster-Gómez
Katherinne Silva-Urrutia
Anahí Urquiza-Gómez