MIEMBROS ENFRENTAN JUICIOS EN ARGENTINA Y URUGUAY POR QUEDARSE CON HERENCIAS DE ADULTOS MAYORES. UNO DE LOS CASOS INVOLUCRA A FAMILIA CHILENA
Opus Dei: el heredero cuestionado
09.11.2020
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MIEMBROS ENFRENTAN JUICIOS EN ARGENTINA Y URUGUAY POR QUEDARSE CON HERENCIAS DE ADULTOS MAYORES. UNO DE LOS CASOS INVOLUCRA A FAMILIA CHILENA
09.11.2020
El Opus Dei enfrenta dos juicios, uno en Uruguay y otro en Argentina, en que los demandantes acusan presiones indebidas de miembros de esa orden para quedarse con herencias de adultos mayores. En Uruguay sobrinos de una mujer con discapacidad mental –heredera de una las familias chilenas más emblemáticas de la orden– denuncian que su testamento, de varios millones de dólares, quedó a nombre de asociaciones del Opus, aunque ella no podría haberlo firmado por voluntad propia. Mientras que en Argentina un hombre traspasó sus bienes a una asociación del Opus en su lecho de muerte. Sus familiares sostienen que no es verosímil que haya firmado mientras agonizaba. Este reportaje es una investigación de Revista Anfibia en alianza con CONNECTAS.
Vea aquí la versión extensa de este reportaje publicada por Revista Anfibia en alianza con CONNECTAS
Créditos ilustración de portada: Malena Guerrero / Revista Anfibia
El 16 de octubre de 2008 sonó el teléfono en la casa de María Elena Abazo en la Ciudad de Buenos Aires: su tío Francisco Noreiko, de 81 años, había volcado su camioneta mientras conducía por la ruta 11 desde su casa en la ciudad de Salta a su finca en La Caldera. Cuando recibieron la noticia, ya habían pasado quince días desde el accidente, el hombre estaba parapléjico e inmovilizado por las fracturas en la columna y no podía hablar.
Ni María Elena ni su madre, Yanina Norekaite -hermana del accidentado-, conocían al hombre que les dio la noticia: se presentó como un amigo, dijo llamarse Alfredo Montanaro y contó que había sido testigo del accidente. Lo que no dijo fue que mientras permanecía internado en el hospital, Noreiko había firmado un poder amplio para el manejo de todas sus cuentas y bienes a nombre de dos miembros del Opus Dei, Matías Amat Lacroix y Mariano Busaniche Iturraspe, ni que se habían donado sus seis inmuebles y tierras a la Asociación Cultural del Norte (ACN), una asociación civil ligada al Opus Dei. Montanaro tampoco les dijo que como Noreiko no podía mover la mano, había “firmado” los papeles con su huella dactilar.
Dos días después del llamado, la madre y la abuela -sobrina y hermana de Noreiko-, aterrizaron en Salta. Allá las recibió el numerario Amat Lacroix, que las acompañó a la clínica y después las visitó donde se alojaban con dos docenas de facturas y dos hojas que decían que Noreiko había firmado un poder amplio para el manejo de todo su dinero y bienes. Además les contó que antes del accidente estaban trabajando para formar una Asociación en una de las propiedades. Lacroix les prometió que él se ocuparía de todo. María Elena le dijo que le dejara el papel para verlo al día siguiente. Algo desesperada por lo que podía interpretar del documento, la sobrina llamó a una conocida que trabajaba en la Inspección General de Justicia y se lo leyó por teléfono. La mujer le dijo: “Busquen un buen abogado ya porque les van a sacar todo”.
-Así empezó la pesadilla de nuestra familia contra el Opus Dei, que ya lleva más de once años-, dice Sebastián Rizzo, sobrino nieto de Noreiko.
Ahora tiene 37 años y desde los 26 se ocupó junto a su mamá y su abuela de seguir la batalla judicial en Salta contra el Opus Dei. Viajó varias veces al norte, porque su abuela pasó allá los últimos seis años de su vida, que fueron los primeros seis de la causa. Y murió sola, lejos de su familia, y con la pelea por la herencia de su hermano inconclusa.
Noreiko era un católico ferviente y formaba parte de la comunidad de la Iglesia del Pilar de la ciudad de Salta, jubilado como supervisor de escuelas, y era además muy conocido porque durante décadas había dirigido la peregrinación del Señor de Sumalao, una fiesta muy popular en esta provincia. Era soltero y no tenía hijos.
Noreiko murió unos días después del accidente. Poco después, su hermana y su sobrina, católicas practicantes y muy creyentes en la Iglesia, escribieron una carta con el detalle de los hechos que entregaron en la sede principal del Opus Dei en la Argentina y que también le hicieron llegar al actual papa Jorge Mario Bergoglio cuando era cardenal de la Ciudad de Buenos Aires. En la carta denunciaban sus sospechas sobre el Opus Dei y anunciaban que irían a la Justicia.
El proceso judicial se inició en 2009. Los denunciantes piden la “Nulidad” de las actas de donación y piden que se investigue la posible “Administración Fraudulenta”, “Circunvención de incapaz”, “Simulación ilícita y/o fraude a la ley”. Además, piden que también se investigue si hubo “Homicidio Culposo”. El abogado de la familia es José Fernando Chamorro, quien lleva 11 de sus 79 años con este expediente.
Además de las personas involucradas en la firma de los documentos, su querella es también contra la Prelatura de la Santa Cruz y el Opus Dei y el arzobispo salteño Monseñor Mario Cargnello, “que debe responder por el Opus Dei, una de sus organizaciones, lo mismo que por los actos de sus integrantes”, dice.
-Esta causa tiene todas las pruebas que se necesitan y todas las trabas que te puedas imaginar: no se presentaron a declarar, después se negaron a declarar y tres veces que debían declarar se cortó la luz, se perdieron partes del expediente una y otra vez y la cambiaron de juzgado tres veces -dice Chamorro.
Desde la Asociación Cultural del Norte no dan explicaciones. El numerario Matías Amat Lacroix contesta el teléfono en la organización pero dice que no quiere hablar de la causa, que todo pasó hace mucho tiempo y que es el abogado Carlos Cornejo el que sabe. El abogado Carlos Cornejo no atiende los llamados ni responde los mensajes. Del escribano Carlos A. Baldi, que confeccionó el poder y las actas de donación, no hay respuesta al pedido reiterado de entrevista, pero está su declaración judicial: «Me llama para preparar unas escrituras y pedir todos los papeles previos el Sr. Matías, a comienzos del mes de Octubre de 2008 (…) una vez que terminé de prepararlas me trasladé hasta el Hospital San Bernardo para que se lleven a cabo las mismas, con estampado del Sr. Noreiko de su dígito pulgar derecho y la firma de personas que estaban en el Hospital como testigos (…) No sé si el firmante a ruego o uno de los testigos le levantó la mano y se puso en las hojas de la escritura, no recuerdo puntualmente pero uno de ellos fue”.
Desde la justicia salteña nadie quiere hablar del caso, pero confirman que “es una causa plagada de incidentes”. La justicia en primera instancia procesó a los firmantes del poder y las escrituras, los testigos y el escribano por falsedad ideológica y circunvención de incapaz. La defensa apeló el procesamiento y la Cámara de Apelaciones falló a su favor. El abogado de la familia de Noreiko presentó un recurso de casación en la Corte Suprema de Salta, que revocó el fallo de la Cámara de Apelaciones, por lo que la causa volvió a primera instancia. Eso fue en mayo de 2019. Desde entonces no hubo novedades. Chamorro está esperando el fin de la pandemia para poder acceder al expediente. Pero, como ejemplo de lo que no se hizo, dice que ni siquiera se peritó que la huella digital estampada en los papeles fuera la de Noreiko.
En un centro residencial de miembros del Opus, en la calle Austria de Buenos Aires, vive Elina Gianoli Gainza. Tiene 80 años y es una de las numerarias de más alto rango del Opus Dei en Sudamérica, heredera de una de las familias más ricas de Chile y a la vez una de las familias más emblemáticas del Opus Dei en la región: los Gianoli Gainza.
María Luisa Gianoli Gainza es hermana de Elina. Es viuda, tiene 85 años, ningún hijo y un patrimonio declarado en unos 20 millones de dólares, pero estimado por inventario judicial en cinco veces más: unos 100. Tuvo varias internaciones psiquiátricas y lleva al menos una década encerrada en una clínica especializada en Montevideo, por deterioro cognitivo. Cuando muera, la mayor parte de su fortuna irá a la Asociación Cultural y Técnica, una de las principales asociaciones civiles ligadas al Opus Dei en Uruguay y a la que en su testamento nombra su “universal heredera”.
Ahora un grupo de sobrinos de María Luisa y Elina, los Gatica Gianoli, encabezan un reclamo contra su propia tía Elina y contra el Opus Dei ante la justicia uruguaya.
Los sobrinos denuncian “abuso patrimonial” de su tía Elina sobre su tía María Luisa. Elina es la curadora de la fortuna de María Luisa, y por su gestión gran parte de los fondos están yendo a parar a asociaciones vinculadas al Opus Dei, acusan los sobrinos. Ellos quieren cobrar su herencia: la parte que tendría que haber recibido su madre -Carmen Gianoli- de la fortuna familiar que empezó a gestar el abuelo Cirilo Gianoli hace un siglo en Chile, cuando llegó como cónsul uruguayo y se sumó a la empresa de su hermano Antonio. Primero tuvieron una exportadora de ajos y frutas; luego ampliaron los negocios y se consolidaron en la industria minera y metalúrgica con la compañía Carbomet (Carburo Metalúrgica), que se convirtió en Molibdenos y Metales (Molymet), la principal procesadora de molibdeno del mundo hasta hoy.
Tras la muerte de Cirilo en 1946, la viuda y el único varón de sus cinco hijos, Sergio, manejaron las empresas y se vincularon con el Opus Dei, que recién había desembarcado en el país. Era 1950.
-El Opus Dei fue parte de nuestra vida desde que nacimos. Nuestra casa de Santiago, en la que crecimos, fue la primera casa de mujeres de la Obra en Chile, porque nuestra abuela inició la rama femenina del Opus ahí y también después en Montevideo – cuenta Felipe Gatica Gianoli, uno de los más jóvenes de los sobrinos que reclaman su herencia.
Dicen que su madre, la mayor de los cinco herederos, fue marginada de la familia cuando se fue a Francia a parir a su primer hijo. Recién casada con el veterinario chileno Mauricio Gatica Becker, que trabajaba en centros de formación rural de la Obra en Chile, volvió un año después y tuvo once hijos más -uno murió-. Nunca se recompuso el vínculo de Carmen con sus hermanos ni su madre y ya no participó de las empresas familiares.
-Mamá tenía también problemas psiquiátricos de los que nunca se trató. Por orgullo y enojo, nunca reclamó nada de lo que le correspondía de herencia. Y por eso, mientras nuestra familia en Uruguay vivía en la riqueza, nosotros crecimos sobreviviendo – agrega Felipe.
A pesar de la pelea familiar, su madre fue supernumeraria hasta la muerte.
Después de la muerte de la abuela, en 1989 -cuatro años después que su hija Carmen-, creyeron que iban a heredar lo que les correspondía: pero entonces solo recibieron 35 mil dólares. Quisieron iniciar la sucesión pero muy pronto se dieron cuenta de que los hermanos de su madre no estaban dispuestos a hacerlo. Empezaron las tensiones familiares con sus tíos y primos a cargo de las empresas, que les dieron 3.5 millones de dólares para los once a cambio de la firma de un contrato.
-La tía María Luisa siempre estuvo enferma. Y cuando murió nuestra abuela, que era la que la cuidaba, la tía Elina fue la que se hizo cargo de todo y manejó su patrimonio. Todos sabíamos de su incapacidad, así consta en la historia clínica de ella – dice Tomás.
Recién en 2009 Elina y sus otros hermanos solicitaron la incapacidad de María Luisa Gianoli, con diagnóstico de psicosis de tipo esquizofrénica desde su juventud, y su hermana Elina fue nombrada curadora en 2010.
En 2016, tras la publicación de la segunda edición del libro El imperio del Opus Dei en Chile, de la periodista chilena María Olivia Monckëberg, los sobrinos supieron que el dinero de la familia no sólo era mucho más, sino que el rompecabezas de empresas y movimientos estaba atravesado por miembros del Opus Dei en Chile y Uruguay y que buena parte del dinero ya había ido a parar a la Obra en distintos actos de beneficencia. Los sobrinos entonces buscaron abogados en Uruguay y decidieron ir a la justicia.
Los procesos judiciales iniciados por los sobrinos en Montevideo acumulan decenas de páginas de diagnósticos así como las reiteradas internaciones en clínicas psiquiátricas especializadas, el tratamiento con electroshock, y las cartas de su abuela de puño y letra -la madre de María Luisa- en la que cuenta avances y retrocesos de su hija y la atención que recibió de psiquiatras del Opus Dei. Además, la demanda penal señala que se realizaron “donaciones prohibidas de los bienes de la incapaz”.
En diciembre de 2017 la justicia uruguaya la removió del cargo y nombró un curador interino que está revisando todas las cuentas de María Luisa para reconstituir su patrimonio real.
Los sobrinos de María Luisa Gianoli además quieren que la justicia uruguaya revise 14 donaciones hechas en los últimos años por varios millones de dólares: presentaron pruebas de que, además de su incapacidad manifiesta, al menos ocho actos de donación se hicieron mientras estaba en internaciones psiquiátricas: algunas fueron para personas particulares y varias para instituciones del Opus Dei, como dos de 200 y 500 mil dólares a la Universidad Della Santa Croce en Roma.
En 2019, los hermanos Gatica Gianoli consiguieron una audiencia con el Opus Dei. Los recibió el sacerdote Fabricio Melchiori, vicario delegado para Buenos Aires. Fueron con los abogados.
“Este es un tema familiar. El Opus Dei no se hace responsable de lo que hacen sus miembros”, les respondió Melchiori. Lo mismo que le dijeron a la familia de Francisco Noreiko.
Para esta investigación se buscó en varias ocasiones al Opus Dei para su testimonio sobre estas causas judiciales, pero se negaron a una entrevista.