CIPER ACADÉMICO / ANÁLISIS ELECTORAL
¿Por qué las comunas del sur participaron menos en el plebiscito? Testimonios de lugares donde la épica no llegó
04.11.2020
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CIPER ACADÉMICO / ANÁLISIS ELECTORAL
04.11.2020
Aunque la votación del plebiscito fue histórica, el 88% de las comunas desde el Maule a Magallanes bajaron sustantivamente los indicadores de participación en comparación con las presidenciales de 2017 y las municipales de 2016. Esta columna relaciona este fenómeno con “el tipo de vínculo que tienen sus habitantes con la política”. A través de testimonios recogidos el día después del plebiscito, los autores muestran cómo la movilización de estos sectores depende más “de relaciones personalistas que de apelaciones programáticas”. La construcción de un nuevo pacto social, estiman, requiere comprender la fortaleza política de estos sectores, pues pueden transformarse en “nichos de sectores políticos tradicionales con mejor organización”.
Créditos fotos de portada: Eric Allende / Migrar Photo
La participación en el plebiscito del 25 de octubre dejó cuentas alegres en las ciudades. A pesar de un contexto de crisis sanitaria con varias comunas en alza de contagios, este evento consiguió que las comunas populares de la Región Metropolitana aumentaran su participación en más de 12 puntos porcentuales en comparación con la segunda vuelta presidencial del año 2017.
Este balance alentador en las ciudades contrasta con un fenómeno de baja participación de las zonas rurales. Salvo en las capitales regionales y provinciales, desde la costa de la Región de O’Higgins hasta el extremo sur de Chile, la épica del plebiscito no logró entusiasmar a sus habitantes. Es más, considerando las comunas de la región del Maule al sur, el 88% de estos territorios (83% considerando las comunas de la Región de O’Higgins) bajaron sus índices de participación con relación a la segunda vuelta presidencial del año 2017.
¿Cuáles son las causas que podrían explicar este fenómeno de baja participación en el sur de Chile? Nuestra columna ensaya que la desmovilización de las comunas del sur tiene relación con el tipo de vínculo que los sectores rurales tienen con la política. En particular, sostenemos que en los pueblos del sur persiste una dinámica instrumental con la política, en que las relaciones personalistas predominan sobre las apelaciones programáticas. Para verificar este argumento, utilizaremos observaciones de campo sobre la política rural en el sur de Chile. De igual manera, reforzaremos los argumentos con cerca de 45 testimonios de zonas rurales recogidos por los investigadores entre el 27 y 29 de octubre.[1]
El vínculo ruralidad-política está construido sobre sistemas de parentescos y relaciones basadas en lealtades que surgen del proceso de convivencia informal de los individuos
“El paleteao” era la frase de campaña de un candidato a alcalde de una pequeña comuna de la región de Ñuble el año 2016. Su despliegue fue con rancheras y operativos veterinarios de animales mayores. También su trabajo en terreno implicaba disponer de maquinaria pesada para solucionar problemas en los campos. Obviamente el candidato fue electo por un amplio margen de votos, sumando a ello una participación que alcanzó el 75% de los inscritos, mucho más que el exiguo 34,8% que se registró a nivel nacional. La anécdota del paleteao es similar en varias de las comunas pequeñas del sur de Chile. Usted como ciudadano ingrese a los resultados históricos del Servicio Electoral para constatar la alta participación de estos territorios el año 2016, mismo año en que el sistema de voto voluntario estaba haciendo crisis.
Este fenómeno es coherente con la literatura que analiza el desempeño de la política en zonas rurales. Algunos trabajos observan que el vínculo ruralidad-política está construido sobre relaciones basadas en lealtades y familiarismos que surgen del proceso de convivencia informal de los individuos (Bates, 2009; Heller et al. 1967; Banfield 1967; Putnam, 1993). Estas relaciones políticas familiaristas definen, por un lado, un vínculo basado en el personalismo y el clientelismo y por el otro, un sistema de creencias jerárquicas y tradicionales. Para el primer punto -de relaciones clientelares- se pueden encontrar muchas investigaciones para América Latina (Valle, 2019), Asia (Jeffrey, 2002) y África (Omobowale, 2010). Para el segundo -lo relativo a las creencias jerárquicas y tradicionales- la literatura lo encasilla en visiones conservadoras, porque tiende a representar un apoyo al statu-quo a la naturaleza jerárquica de la sociedad (Jost, 2006). Esta naturaleza jerárquica de la sociedad se traduce en que las personas, evalúan las actitudes de otras con etiquetas cargadas de diferentes prejuicios basados en la religión, los modales, la iglesia o la autoridad.
Pues bien, el sistema de creencias con acento en valores conservadores de las zonas rurales, facilita y/o refuerza las configuraciones de familiaridad y seguimiento a la autoridad. En Chile también existe aplicación empírica a los conceptos antes vistos. En nuestra investigación en el sector rural del 2015, se observaron conformaciones de familiarismo en la relación de las autoridades con los votantes. Observamos, por ejemplo, que esa relación hace más viable la movilización orientada al personalismo que aquella basada en vínculos programáticos. Este vínculo se construye sólo cuando el político cumple con tres condiciones: a) cercanía b) mecenazgo y c) autoridad. En otras palabras, la política logra ingresar a las casas de los sectores rurales, sólo cuando los candidatos o autoridades se acoplan a las lógicas de intercambio informal de las familias, aportan con recursos, materiales y alimentos para paliar las necesidades y, paralelamente, logran mantener niveles de jerarquía que resuelven problemas colectivos entre los vecinos. También, el incumplimiento de una de estas tres condiciones por parte del político significa la inmediata salida del círculo de confianza familiar.
La política logra ingresar a las casas de los sectores rurales, sólo cuando los candidatos o autoridades se acoplaban a las lógicas de intercambio informal de las familias, aportan con recursos, materiales y alimentos para paliar las necesidades y, paralelamente, logran mantener niveles de jerarquía que permiten resolver problemas colectivos entre vecinos
La cercanía, el mecenazgo y la autoridad se observan claramente en algunos estudios de John Durston (2005) sobre clientelismo rural. Pues bien, en la misma línea de Durston, nuestro trabajo en terreno permitió constatar que las autoridades trabajan para solucionar necesidades de los pobladores a través de servicios como el encauzamiento de canales o emparejamiento de caminos particulares, o mediante la entrega de insumos como planchas de zinc, invernaderos o materiales de construcción. También es parte de las autoridades locales entrar a las casas y conversar con la familia. Muchas veces esta autoridad es esperada con pan o empanadas fritas como si fuese la llegada del hijo pródigo. “Lo tenemos pasado por la libreta” fue la respuesta al preguntar por su relación con el Alcalde a una vecina de un pueblo cordillerano de la Araucanía. Finalmente, al recorrido casa a casa, se le agregan reuniones relacionadas con los comités organizados del sector. Estas reuniones son importantes pues ayudan a resolver problemas entre vecinos, aprovechando el rol de jerarquía de la autoridad política.
En consecuencia, la relación de la política con las zonas rurales es un predictor suficiente de la participación electoral de los sectores campesinos. Las personas van a votar casi por “compromiso familiar” con la autoridad local. Por lo demás, para la gente, esa autoridad local no es parte de los “políticos”, sino que tiene nombre propio y es miembro del círculo familiar mientras éste realice su rol dentro del esquema de intercambio informal. Una de las acciones frecuentes durante las elecciones es el famoso “acarreo”. Quienes viven en pueblos pequeños saben que los momentos eleccionarios son un desfile de micros, autos o furgonetas contratadas por los candidatos. Este desfile representa la llegada de la gente de los campos que además son regaloneados en locales de alimentación. A pesar de la ley seca y la prohibición del traslado partidario, es frecuente también la apertura de bares y tejos clandestinos. Este ambiente es frecuente en elecciones parlamentarias, pero más pronunciado aún en las elecciones locales de Alcaldes y Concejales. Precisamente, todo este ambiente es el que estuvo ausente el día del plebiscito.
La épica del plebiscito no llegó a los campos el día 25 de octubre. Es más, fue un día en que se develó la brecha entre la participación de las ciudades y las comunas rurales. Guste o no guste, lo que pasó en el sur fue un fenómeno de desmovilización que debe ser considerada para las elecciones futuras. La elección de convencionales será concurrente con la de alcaldes, por lo que se puede esperar el aumento de la votación en esas localidades. También es importante recordar que muchos de los distritos están conformados casi exclusivamente por comunas pequeñas o intermedias, pudiendo ser nichos de sectores políticos tradicionales con mejor organización.
En esta sección mostraremos algunos testimonios extraídos entre el 26 y 28 de octubre de personas que habitan en los sectores de menor participación.[2] Estos testimonios muestran que uno de los factores más importantes fue la ausencia de la estructura tradicional de movilización electoral. Para lograr este objetivo recogimos audios grabados por las personas de territorio y enviadas por Whatsapp a los investigadores. La pregunta que le hicimos fue sencilla ¿Por qué cree que sus vecinos no fueron a votar en este plebiscito? Esta pregunta fue viralizada por nuestros contactos en los territorios y comenzaron a llegar audios de distintas personas provenientes de distintos sectores. Analizaremos en detalle las razones entregadas por las entrevistas.
Es una constatación que la política en las zonas rurales pocas veces se ha construido sobre mensajes y contenidos programáticos. También es una constatación que la aproximación de la política se realiza mediante vínculos personalistas que aíslan al político local de la percepción de desencanto generalizado hacia la política. Claramente el mensaje de movilización y cambio de la estructura política que se dio en los sectores populares de Santiago no llegó a las zonas rurales. Dos causas emergen de los testimonios: a) desinformación y descontento, b) poco involucramiento de los alcaldes.
La épica del plebiscito no llegó a los campos el día 25 de octubre. Es más, fue un día en que se observó la brecha entre la participación de las ciudades y las comunas rurales. Guste o no guste, lo que pasó en el sur fue un fenómeno de desmovilización que debe ser considerada para las elecciones futuras
El primero tiene que ver con que el debate constitucional no logró penetrar por igual en todas las zonas de Chile. Obviamente que la crisis sanitaria aisló a varios sectores del país, especialmente por la baja en el flujo de movilidad y las dificultades con la conectividad. No obstante, aquellos que sí tenían movilidad y conectividad estuvieron lejos de la burbuja de las redes sociales y sin ningún tipo de interés en una televisión errática durante el proceso. A esa desinformación se le suma el poco involucramiento de muchos alcaldes y concejales en el proceso. Algunas explicaciones que salieron de los testimonios tienen relación con el “desgaste” de la futura campaña municipal que se realizará de manera concurrente con la elección de convencionales el mes de abril. Otras son más sorprendentes aún, pues responsabilizan de la inacción de los alcaldes a las dificultades para tomar posición en contextos en que la iglesia evangélica (con alta presencia en estos sectores) estaba dividida entre las opciones del apruebo y el rechazo.
En la sección anterior describimos que una de las herramientas tradicionales para mantener el apoyo electoral fue el traslado político de los votantes a los centros de votación (comúnmente conocido como acarreo). Si bien esta estrategia está prohibida por la ley electoral, hasta las elecciones parlamentarias siguió siendo un mecanismo persistente en las dinámicas de los pueblos sureños. En este plebiscito, esa estrategia de movilización de los electores no estuvo presente. Además, la locomoción oficial no fue suficiente para llegar a todos los puntos del territorio, incluso algunos testimonios señalan que no vieron ningún tipo de transporte. De igual manera, la ausencia del acarreo significó la ausencia de las actividades paralelas a los eventos de votación, como las comilonas o juegos. Estas actividades, que eran esperadas por mucha gente de “los cerros”, no se presentaron para estos comicios. Los testimonios al respecto son decidores.
A pesar de que muchas comunas pequeñas del sur de Chile han presentado bajos índices de contagios y que, además, los problemas más graves de contagios por COVID-19 provienen de los sectores urbanos, el temor a la enfermedad inhibió a muchas personas a no participar en el plebiscito. De acuerdo con los testimonios, esta conducta se dio mucho en las personas mayores, grupo etario que está creciendo aceleradamente en los pueblos por la migración juvenil a las ciudades. Según datos de la Casen 2017, los pueblos del sur tienen mayores tasas de personas sobre los 65 años. Aunque estas cifras todavía no son preocupantes y no se puede hablar de poblaciones envejecidas, en algunos sectores los adultos mayores están cuatro puntos porcentuales sobre el promedio nacional (18% de personas mayores aproximadamente). Este punto se constata claramente en los relatos de los vecinos.
En nuestra investigación en el sector rural del 2015, se observaron conformaciones de familiarismo en la relación de las autoridades con los votantes. Esa relación hace más viable la movilización orientada al personalismo que aquella basada en vínculos programáticos
Esta columna relata someramente el vínculo de la política en los sectores rurales del sur de Chile, constatando una evolución muy diferente a las grandes ciudades. De igual manera, evidencia que la actividad pública tiene componentes que se basan en un sistema de valores y creencias que premian las acciones de cercanía, mecenazgo y autoridad en el vínculo político. Como consecuencia de ello, no sorprende que la épica vivida en las metrópolis no se haya trasladado a localidades pequeñas e intermedias. Los relatos recogidos entregan algunas pistas de lo sucedido.
A nuestro juicio existen dos desafíos importantes que hay que considerar para la próxima conformación de la convención constitucional. El primero es cómo articular zonas que han sido históricamente movilizadas para las elecciones locales y desmovilizadas para cuestiones programáticas. El segundo desafío es comprender no sólo los elementos comunes de los territorios, sino también la heterogeneidad de las demandas ancestrales y emergentes. Junto con la cultura tradicional también se estructuran formas no convencionales de canalizar las demandas del territorio. En esto último, emergen actores comprometidos con causas cada vez más resonantes a nivel nacional. Es en los territorios desmovilizados electoralmente, donde se han comenzado a configurar tensiones que pueden ser difíciles de manejar en el futuro. Más vale tenerlas en consideración.
Banfield, EC (1967). The Moral Basis of a Backward Society. First Paperback Edition., The Free Press, New York
Bardhan, P. (2014). Changing voting patterns in rural West Bengal: Role of clientelism and local public goods. Economic and Political Weekly(11), 54-62, ISSN 0012-9976
Bates, Robert (2009). Prosperity and Violence: The Political Economy of Development., Norton
Heller, PL, & Quesada, GM (1977). Rural familism: An interregional analysis. Rural Sociology, search.proquest.com
Jeffrey, C. (2002). Caste, class, and clientelism: A political economy of everyday corruption in rural North India. Economic Geography, 78(1), 21-41, ISSN 0013-0095, doi:10.2307/4140822
Jost, John. 2006. «The End of the End of Ideology». American Psychologist October:651-70.
Putnam, Robert (1993). Making democracy work: civic traditions in modern Italy. Princeton UP, Princeton
Valle, L. (2019). Clientelism in agribusinesses in Ecuador: Bussinessmen and rural workers. European Review of Latin American and Caribbean Studies(107), 75-94, ISSN 0924-0608, doi:10.32992/erlacs.10415
[1] En esto agradecemos a todas las personas que ayudaron con el testimonio y a las personas que ayudaron a realizar contactos. Las personas que colaboraron con sus testimonios provienen de Cañete, Vilcún, Lebu, Santa Bárbara, San Ignacio, Collipulli, Purén, Lumaco, La Unión, Río Bueno, Panguipulli, Copiulemu.
[2] Agradecemos a todos/as las personas anónimas que hicieron posible esta red de escucha.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
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