CUATRO HISTORIAS DE ABUSO, ACOSO Y MALTRATO EN SELECCIONES Y CLUBES DE LA ANFP
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11.10.2020
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CUATRO HISTORIAS DE ABUSO, ACOSO Y MALTRATO EN SELECCIONES Y CLUBES DE LA ANFP
11.10.2020
Un kinesiólogo de Palestino acusado de abusos por una decena de jugadoras; un ex entrenador de la selección nacional femenina condenado por violación de menor que siguió trabajando con la sub 16 de una filial de la UC; un DT vice campeón de Copa Libertadores femenina que maltrató por diez años a jugadoras de Everton y una adolescente acosada por un funcionario de Unión Española. Esta es la primera investigación extensa sobre abusos en el fútbol y desde el gobierno esperan que el Ministerio Público investigue los casos más graves. CIPER publica hoy el reportaje inicial de esta serie de cuatro artículos escritos por dos alumnas de Periodismo de la UDP.
Foto de portada: Jugadoras de Palestino / ANFP
Esta serie de reportajes corresponde al proyecto de título de las autoras, alumnas de Periodismo de la Universidad Diego Portales, dirigido por el profesor Rodrigo Fluxá.
En 2018, Ignacio Osvaldo Montano Guerrero, kinesiólogo de la Universidad Autónoma de Chile, de 24 años, comenzó a trabajar con los equipos femeninos del Club Deportivo Palestino. Atendía desde la serie sub 15 hasta el plantel de adultas. Fue el jefe de la rama de mujeres de la época, Claudio Quintiliani, quien lo seleccionó: “Necesitábamos un kinesiólogo recién salido de la universidad, porque no teníamos con qué pagar (…), era hijo único, de una familia clase media, me pareció bien”.
Para Ignacio Montano fue su primer trabajo, estuvo un año y medio sin sueldo, hasta que el club le pudo pagar $150 mil mensuales.
El mismo año en que llegó a Palestino, Ignacio Montano atendió a Paz Espinosa, quien jugaba en la sub 17. Ella tenía 16 y ya llevaba un par de años en el club. Montano era cariñoso y “con algunas jugadoras tenía una cercanía distinta”, explica la ex futbolista.
El kinesiólogo comenzó a atenderla por una tendinitis en una rodilla a semanas de ser citada a la selección y se convirtió en una de las niñas cercanas a Ignacio Montano. Conversaban por WhatsApp pero siempre cosas relacionadas al fútbol. “Me hablaba, diciéndome ‘hola chanchita’, ‘hola mi amor’. Yo sentí que era normal, de amigos”, cuenta Paz Espinosa. A medida que avanzó el tiempo, las conversaciones se volvieron incómodas para ella.
Ignacio Montano empezó a hablarle en las noches. A ella eso le pareció raro. “Una vez me dijo ‘me duele el muslo’ y me mandó una foto donde me mostraba su calzoncillo y su pene”, recuerda. Paz Espinoza dejó de responder, pero él insistió.
A comienzos de 2019, la noche antes de un partido, Ignacio Montano le empezó a hablar y le insistió que fuera a su casa, pero ella se negó. Ante una de sus insistencias, ella le preguntó para qué y él respondió “para culear contigo”, recuerda Paz Espinosa, quien dice que esas conversaciones se perdieron en un cambio de celular. Ella cuenta que no volvió a contestar.
Al otro día la jugadora llegó al partido y evitó toparse con el kinesiólogo. Cuando terminó el encuentro, conversó con una amiga sobre los mensajes que había recibido la noche anterior. La amiga le advirtió que Ignacio Montano la estaba mirando y que se acercaba. Paz se puso nerviosa, no sabía qué hacer. Pero Montano hizo como si nada: “Se acercó a saludarme, me abrazó muy fuerte. Fue incómodo. Como si él no hubiese hecho nada”, recuerda.
A fines de 2019, con 17 años, se retiró de Palestino. “Me fui por Ignacio Montano”, afirma. Justificó su decisión con el argumento de terminar el colegio, porque nadie de su entorno sabía la verdadera razón.
El 21 de octubre de 2018 Boston College jugó contra Palestino. En la sub 17 del Boston jugaba Carla Pérez. Ella cuenta que llegó a ese partido con una lesión en el tobillo y que ese día su equipo no contaba con kinesiólogo. Pérez recuerda que Ignacio Montano le ofreció sus servicios, pero no aceptó. Días después se convenció de que necesitaba un kinesiólogo y sus amigas de Palestino le dieron el número de Montano. Ella lo contactó y él le ofreció sesiones gratis. Inicialmente, la atendió en la sede del club árabe y le solicitó que fuera con “ropa pequeña”, según recuerda, porque las conversaciones fueron borradas.
Ignacio Montano le dijo que las sesiones ya no se podrían hacer en la sede de Palestino, sino que debían ser en la “clínica” que tenía en su departamento. Carla Pérez aceptó. “Nunca hubo una clínica, no había ni camilla. Me atendió en la cama de su mamá”, cuenta la jugadora. En la siguiente sesión, Ignacio Montano le pidió reiteradas veces que se sacara el pantalón corto, pero ella no accedió.
Luego de esas incómodas insistencias, Carla Pérez dejó de ir, pero explica que continuaron el tratamiento a través de WhatsApp. Durante 2019, Ignacio Montano le mandaba mensajes coqueteándole: “Cosita más linda, pololea conmigo, te amo”, son algunos de los textos que quedaron archivados en pantallazos. La futbolista cuenta que no respondió esos mensajes y como no lo hacía, Ignacio Montano la llamaba. Pérez detalla que en 2020, en plena pandemia, Ignacio Montano la engañó, le inventó que su teléfono estaba malo y logró que ella le enviara su ubicación. Tras esa conversación, a Carla Pérez le llegó comida de regalo a través de servicios de entrega a domicilio en tres ocasiones. Ella le dijo que no lo debía hacer, que le resultaba incómodo. Cuenta que “cada vez era más degenerado con los mensajes” y sostiene que Montano le envió videos y fotos de su pene con textos como “mira como estoy por ti”. La futbolista dice que borró de inmediato el contenido multimedia.
En enero de 2019 Tonka Diocares tenía 16 años y se incorporó a la sub 17 de Palestino. A la semana se lesionó el tobillo y debió atenderse con Ignacio Montano. Era un esguince. Debió asistir a kinesiología casi todos los días. Tras una semana compartiendo con Ignacio Montano, Tonka relata que él le empezó a hablar por Instagram. “En menos de un mes, él ya era una persona súper confianzuda. Me decía que me conocía de pies a cabeza”, relata Tonka. Agrega que por redes sociales le hablaba con garabatos y un lenguaje que no correspondía a la relación que tenían.
Tonka Diocares explica que, luego de sanar su tobillo, solía ir a kinesiología después de los entrenamientos porque le dolía la zona inguinal. En una de las sesiones Ignacio Montano le dijo: “Tonka si no se te pasa lo del tendón (en la ingle), voy a tener que introducir mis dedos en tu vagina y descontracturar por dentro, porque desde ahí comienza la lesión”. La joven dice que quedó paralizada. Ignacio Montano le planteó que, si había que hacer eso, ella debía firmar un papel de consentimiento porque era menor de edad. Verónica Aliaga, miembro del directorio nacional del Colegio de Kinesiólogos, afirma que según la ley 20.584, que regula la atención en salud, “el consentimiento puede ser otorgado sólo por mayores de 18 años”. Agrega que, de no ser así, “se está incurriendo en una ilegalidad”.
Verónica Aliaga indica que el tratamiento que describía Montano existe, pero dice que “son diagnósticos muy específicos de naturaleza ginecológica-obstétrica u oncológica y no corresponden a mujeres jóvenes, deportistas y sanas”.
Tonka cuenta que dejó de asistir por una semana a kinesiología, a pesar de los dolores, pero quería evitar que Ignacio Montano hiciera lo que le había dicho. También decidió cambiar su actitud con él, ser más distante. Pero él insistió con mensajes por redes sociales. Tonka rescató pantallazos de las conversaciones que tuvo con Ignacio Montano por Instagram.
– Que toy enamorao– escribió Montano
– ¿De quién estás enamorado?- respondió Tonka.
– De tus ojos y de tu corazón.
Las reacciones de Montano a las historias de Instagram de Tonka Diocares eran constantes: generalmente emoticones de risa o con corazones en los ojos. El 21 de marzo de 2019, Tonka publicó una foto con su hermano menor. Ignacio Montano respondió: “Me siento engañado”, con emoticones de corazones rotos.
La jugadora relata que el comentario la dejó aterrorizada y que a partir de ese momento intentó ir siempre acompañada a las sesiones de kinesiología. Agrega que, a pesar de tener una actitud distante, trataba de no ser pesada para poder mantener sus sesiones. Pero la incomodidad era constante: “Aunque te lesionaras el dedo chico del pie, Ignacio igual te terminaba sobando el calzón”, detalla.
Sofía Sáez ingresó a Unión Española en enero de 2019, con 17 años. En el segundo semestre de ese año, tuvo una tendinitis en la rodilla. Cuenta que coincidió que Ignacio Montano se comunicó con ella por Instagram para ofrecerle sesiones gratis de kinesiología a cambio de promoción de sus servicios por redes sociales. “Lo pensé, pero me dio confianza que era el kinesiólogo de Palestino, un club respetado”, dice Sofía Sáez. Aceptó.
Montano le pidió su número de celular para coordinar las sesiones que serían en su departamento. Ella se lo dio. Previo a la primera reunión, él le habló por WhatsApp y le pidió fotos en ropa interior para evaluar postura, cadera y abdomen. Sofía cuenta que le envió fotos de frente, de lado y de espalda, y luego él le dijo: “¿Puedes buscar ropa más chica para ver mejor los huesos de la cadera?”. Ella relata que no quería hacerlo, pero tras las insistencias le envió una foto. Ignacio Montano le dijo que la podía ayudar a mejorar su físico, porque él sabía que Sáez iba a jugar en la selección adulta el próximo año.
Para la primera sesión, Sofía le pidió a su mamá que la acompañara hasta el departamento de Ignacio Montano. “Conversaron, fue muy amable y utilizó lenguaje profesional todo el tiempo”, cuenta Sofía. Agrega que su madre se fue porque debía hacer trámites: “La primera sesión me evaluó y todo fue normal”.
La segunda, dice, le resultó incómoda. “Me tocó mis partes íntimas varias veces y justificaba que era propio del tratamiento”, detalla. La futbolista confió en su profesionalismo, pero le pareció extraño que Montano le pidiera que se quitara el peto deportivo para utilizar ventosas en su torso. Luego, para los siguientes ejercicios, no dejó que se vistiera y Sofía relata que debió realizarlos con sus pechos al descubierto mientras el kinesiólogo la observaba.
Sofía Sáez tuvo tres sesiones en el departamento de Montano. “Dejé de ir porque me sentía incómoda”, cuenta. El contacto siguió, pero solo por WhatsApp. Ella dice que aprovechaba que la atención era gratuita y le hacía consultas. La jugadora indica que intentó tener siempre una relación profesional con Ignacio Montano, pero él solía responder sus historias de Instagram: “Me decía ‘linda Sofi’ y a veces usaba garabatos que no correspondían de un profesional”, cuenta.
En uno de los mensajes, el kinesiólogo le pidió nuevas fotos semidesnuda. Sofía recuerda: “Me dijo que él ya me había visto entera así que no debía darme vergüenza”. Las jugadoras Carla Pérez y Tonka Diocares aseguran que vivieron la misma situación: Ignacio Montano les escribió para pedirles fotos, insistiendo que fuesen con ropa interior pequeña. Les dijo que era un trabajo para la universidad. Carla y Tonka le enviaron imágenes porque él les compartió las de otras mujeres que lo habían hecho y eso les dio confianza. Montano les aseguro que luego de usarlas, las borraba. Con el tiempo ellas se dieron cuenta de que las fotos que les enviaba como referencias eran de sus mismas compañeras.
La última vez que Sofía Sáez conversó con Ignacio Montano fue a principios de abril pasado, cuando ella le pidió ayuda por dolores en la rodilla. Él le mandó una pauta de ejercicios, pero “fue muy confianzudo para hablar”, explica Sáez. Cuenta que, debido a su actitud y al uso de garabatos, no le respondió más.
Camila Domínguez, atleta del Club Atlético Francés y enfermera de 25 años, conoció a Ignacio Montano en octubre de 2019. “Me acuerdo de todo y me da rabia”, dice. Él la buscó por Instagram y le escribió para ofrecerle ayuda kinesiológica. A ella le pareció una persona profesional y aceptó. La consulta fue en su departamento, donde él le dijo que solía atender.
Ignacio Montano siempre le habló en términos muy técnicos. “Se notaba que tenía conocimientos, pero ahí empieza a engañar”, relata Camila Domínguez. Al comenzar la consulta él le pidió tomarle unas fotos para ir registrando el avance del tratamiento, ella accedió. Pero él fue más allá y le pidió que se sacara las calzas, quedando solo en calzones. Todo seguía pareciendo profesional, por eso ella confió.
Después le pidió que se recostara en la camilla para aplicar ventosas. Ignacio Montano le dijo que para hacer el tratamiento tenía que sacarse el peto. Ahí, cuenta ella, comenzó a incomodarse. Además, le pidió que hiciera ejercicios semidesnuda. “Quedé sin nada y me pidió que hiciera unos ejercicios, en ciertas posiciones. Me causó extrañeza”, cuenta Camila Domínguez.
Ignacio Montano le dijo que trabajarían la zona pélvica: “Me dijo que me iba a enseñar unos trabajos en esa área, todo con lenguaje técnico, y ahí me tocó mis partes íntimas”, recuerda Camila Domínguez. Él le explicó que debía hacerlos ella con sus dedos, pero que él se lo mostraría primero. Camila Domínguez quedó shockeada. Nunca más volvió a hablar con Ignacio Montano. “Él me buscó, me decía ‘bebé’, ‘mi amor»’, relata Camila Domínguez.
Los primeros días de julio de este año Tonka Diocares estaba en su casa conversando por videollamada con una compañera de equipo. Mientras hablaban, cuenta, recibió un mensaje de Ignacio Montano y ella dijo en voz alta: “Ya está hueveando este huevón”. Su amiga le preguntó quién era. “Empezamos a pelarlo”, dice Tonka. La compañera le contó su experiencia y agregó que Emilia Pastrián vivió una situación similar con Ignacio Montano.
El 4 de julio, Tonka Diocares visitó a Carla Pérez y comentaron sobre el kinesiólogo. Tonka le propuso que hablaran con la amiga con la que había conversado días antes, “porque a ella también le pasaron cosas, como a nosotras”. Inmediatamente, crearon un grupo de WhatsApp entre las tres y agregaron una futbolista de Universidad Católica y amiga de Carla Pérez, que también asegura que vivió acoso de Ignacio Montano.
El grupo lo llamaron “Funa”. Tonka Diocares aclara que el nombre se lo pusieron en tono divertido, sin tener la intención de denunciar a futuro en redes sociales. Una de las jugadoras propuso agregar a Emilia Pastrián y lo hicieron esa misma noche. Tonka Diocares cuenta que fue Pastrián la que dijo que debían contarle a Claudio Quintiliani, entonces jefe de la rama femenina de Palestino.
El 6 de julio Emilia Pastrián le pidió a María José Urrutia, jugadora adulta del club, que le contara a Quintiliani las acusaciones. El director técnico asegura que, una vez advertido, llamó a Ignacio Montano para encararlo y despedirlo. Horas más tarde, Emilia Pastrián publicó la denuncia en su Instagram. En la publicación se compartieron conversaciones de las cinco futbolistas del grupo de WhatsApp. Pero varios testimonios se agregaron después.
“Quedé impresionada cuando tantas niñas empezaron a compartir sus conversaciones con Ignacio, porque era como si él copiara y pegara los mensajes”, comenta Tonka Diócares.
El grupo “Funa” comenzó a crecer. Tras la publicación de Pastrián, tres jugadoras publicaron en sus cuentas de Instagram denuncias contra Ignacio Montano: Sofía Sáez (Unión Española); Natalia Paredes (fútbol sala de Coquimbo Unido) y Paz Espinosa (Palestino). Ninguna de las tres se conocía. Tonka Diocares explica que la acusación de Pastrián generó que muchas mujeres le comentaran en privado que también habían sufrido acoso y abuso sexual de parte de Ignacio Montano. Las fundadoras de “Funa” decidieron ir uniéndolas al grupo.
Hasta agosto pasado “Funa” tenía 18 integrantes, 16 se declaran víctimas de Ignacio Montano. Todos los testimonios de este reportaje son de deportistas que forman parte de ese grupo. Las dos restantes son Javiera Moreno y Paloma Bermúdez, fundadoras de la Asociación Nacional de Jugadoras de Fútbol Femenino (Anjuff). La entidad gremial se contactó inmediatamente con las denunciantes, luego de la publicación en redes sociales, para brindarles apoyo psicológico y jurídico. El Servicio Nacional de la Mujer y Equidad de Género (Sernameg) también les ofreció ayuda y con la Anjuff realizaron una denuncia al Ministerio Público.
“Desde que conocimos todos los testimonios de las niñas, a mí no me gusta estar sola en mi casa. Me paso el rollo que Ignacio pueda aparecer y me haga algo. Todas las chiquillas piensan lo mismo porque prácticamente tiene las direcciones de todas”, afirma Tonka Diocares.
Ignacio Montano fue contactado para este reportaje, pero no quiso participar.
MINISTRA CECILIA PÉREZ: “LES CREO A LAS VÍCTIMAS”.
El 21 de septiembre fue publicado en el Diario Oficial el Protocolo General para la Prevención y Sanción de las Conductas de Acoso Sexual, Abuso Sexual, Discriminación y Maltrato en la Actividad Deportiva Nacional. La Ministra del Deporte, Cecilia Pérez junto a once representantes de instituciones ligadas a esta área conformaron una mesa para su seguimiento.
Todas las organizaciones deportivas acogidas a la Ley del Deporte más las organizaciones deportivas profesionales tendrán hasta el 21 de marzo de 2021 para crear su propio documento y definir a su encargado de recibir las denuncias.
Respecto de si considera que los testimonios en contra de Ignacio Montano pueden ser calificados como abuso sexual, la ministra Pérez respondió:
“A las víctimas yo les creo. Sé lo que cuesta atreverse a denunciar. Los hechos que han relatado públicamente no solamente son muy graves, sino desgarradores. La reparación puede ser larga o puede que nunca pase. Si ellas han dicho desgarradoramente que esas conductas existieron, más allá que le toca al Ministerio Público tipificar el delito, si ellas sintieron que fue una violación más que un abuso, yo les creo.
¿El protocolo velará por las y los jugadores de equipos de profesionales o pretenden llegar a todos los niveles para así evitar que menores estén expuestos?
Por un lado estamos abordando la prevención y eso dice relación con la obligación de las distintas organizaciones obligadas a aplicar este protocolo a más tardar el 21 de marzo del 2021, que son todas aquellas que están acogidas a la Ley del Deporte.
¿Se congelarán recursos económicos hacia los clubes si se incumple el protocolo?
Es muy importante la presencia del responsable institucional del protocolo. Este será el que conozca la denuncia y tendrá 48 horas para empezar el proceso de intervención. Es una obligación congelar los recursos en dos casos. El primero es a todas las organizaciones que a partir del 22 de marzo no tengan en aplicación su protocolo. Toda institución pública queda con prohibición de entregar recursos públicos a esta organización. El segundo es la falta de implementación de las medidas del protocolo, tanto las administrativas como (las referidas a) no llevar a efecto el proceso de intervención por parte del encargado institucional.
¿Cree que luego de conocer este tipo de casos, se marca un antes y un después en el deporte?
Tengo la convicción que teníamos que sacar adelante, como país, esta ley y protocolo. Más allá de un aprendizaje, esto debe hacerse con sentido de urgencia y con la convicción de que es una prioridad. Nosotros vamos a estar súper encima para que existan y se cumplan los protocolos. Y a pesar de que el Ministerio del Deporte no tiene legitimidad activa para presentar querellas, tengo voz y nunca la voy a callar cuando se trata de proteger a una víctima de acoso, abuso sexual, maltrato o discriminación.