“Lejos del oasis”: lea el prólogo del nuevo libro “Lo mejor de CIPER 4” escrito por Francisca Skoknic
29.09.2020
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29.09.2020
Foto de portada: Facultad de Comunicación y Letras, Universidad Diego Portales.
CIPER comparte con sus lectores el prólogo escrito por Francisca Skoknic, directora de la Escuela de Periodismo de la UDP, para el nuevo libro “Lo mejor de CIPER 4”. El volumen ya disponible en versión papel (vea acá) y digital (vea aquí), y presenta una selección de nuestros reportajes de mayor impacto publicados desde 2015. Los artículos muestran como se fue gestando paulatinamente el malestar de un amplio sector ciudadano que finalmente gatilló el estallido del 18 de octubre de 2019.
Esta nueva entrega de “Lo mejor de CIPER” reúne reportajes que muestran cómo se fueron enterrando las investigaciones por financiamiento ilegal de la política; cómo se derrumbó la imagen de Carabineros por casos de corrupción y de montajes, como el del caso Catrillanca; los abusos que afectan a los niños que viven en los hogares del Sename; las fórmulas de los más ricos para no pagar todos sus impuestos; el estado crítico del sistema de salud y las fallas en las políticas para enfrentar el Covid.
Francisca Skoknic, ex subdirectora de CIPER, escribe en el prólogo:
“La imagen de Chile que muestra este libro está lejos de ser la del oasis del que se jactaba el Presidente Piñera antes de que el país estallara en demandas inmanejables para su gobierno. Es, en cambio, un retrato que se parece mucho más al país por el que la gente reclama en las calles. Si mostrar la realidad y sacar a la luz lo que no se ve es una de las funciones del periodismo, este libro demuestra que CIPER ha cumplido con creces su misión”.
El libro forma parte de la colección “Tal cual”, editada en conjunto por Catalonia y Periodismo UDP, y desarrollada por el Centro de Investigación y Proyectos Periodísticos (CIP) de la Universidad Diego Portales.
Era una carpeta de cartón con ganchos metálicos, de esas que se cuelgan en un kárdex. En su interior había decenas de pequeños recortes de diario, muchos de ellos ya amarillos con el paso del tiempo. A mano llevaban escrito el medio y la fecha de publicación, con la cuidada caligrafía de la periodista Mónica González, fundadora y entonces directora de CIPER. Dos elásticos cruzados impedían que los recortes se salieran por los lados. Una de las cientos de carpetas del archivo de Mónica, quien desde los años ochenta cada día se levanta muy temprano para leer, recortar y etiquetar los artículos que se publican en cada uno de los diarios nacionales, desde La Cuarta al Diario Financiero, de la sección Vida Social hasta Economía. La tapa de la carpeta en cuestión tenía escrito con un plumón “Carabineros”, o quizás “Delitos de Carabineros”, ya no lo recuerdo bien. Sí sé con certeza que los recortes que contenía eran una impresionante recopilación de décadas de delitos protagonizados por miembros de la policía uniformada chilena.
Los buenos periodistas de investigación se caracterizan por guiarse por obsesiones. Cada uno tiene la suya. Podría creerse que la de Mónica González es leer y recortar diarios, pero no, eso es pura disciplina. En lo que sí es obsesiva es en buscar patrones y transformarlos en el punto de partida de reveladores reportajes. En este caso hacía años que había notado que el volumen de delitos cometidos por efectivos de Carabineros se salía de lo normal. La institución parecía limpia, pero al mirar con un poco más de atención quedaba claro que eso era un espejismo.
Cuando fundó el Centro de Investigación Periodística, CIPER, en mayo de 2007, Mónica ya arrastraba esa obsesión periodística, entre muchas otras. Parecía contraintuitivo, pues en todas las encuestas Carabineros estaba en el tope del ránking de instituciones más confiables para los chilenos. Ese mismo año, y con esos recortes como gatillantes, el periodista Pedro Ramírez –hoy director de CIPER– publicó “Paco-ladrón: delincuentes de uniforme”, la primera investigación que detallaba robos y asaltos cometidos por carabineros. Con los años llegó un punto en que CIPER pudo fácilmente haber tenido una sección dedicada a ellos. Ya no eran solo delitos comunes cometidos por policías solitarios, sino fraudes en licitaciones millonarias, que requerían de la participación de altos funcionarios y la coordinación de múltiples actores. Recuerdo bien cuando un general director se reunió conmigo alarmado por la cantidad de denuncias contra su institución, que se esforzaba en mostrar como un ejemplo de probidad. Eran casos aislados, se insistía.
Por eso, cuando en 2016 estalló el “Pacogate” y se hizo evidente que Carabineros era una institución corrupta a todo nivel, los periodistas de CIPER no se sorprendieron. Llamaba la atención el volumen del fraude, pero hacía años que sabían que la corrupción estaba enquistada y que sus autoridades eran al menos cómplices, por no mostrar voluntad de investigar y sancionar. “Más de 40 alertas que nadie quiso escuchar”, resumió entonces uno de sus artículos.
Por qué cuento esta historia: por años CIPER se ha dedicado a investigar y mostrar las grietas del sistema; desarrolló un método de reporteo que mezcla fuentes documentales y testimoniales e ilumina asuntos que pasan desapercibidos al resto. En muchas ocasiones sus reportajes tuvieron impactos inmediatos y tan relevantes como la anulación del Censo de 2012; sin embargo, otras veces, como en parte sucedió con Carabineros, implicaron grandes esfuerzos que no se tradujeron en cambios estructurales. Lo sé porque trabajé en CIPER desde su fundación hasta 2017, con un paréntesis de dos años en que estudié fuera de Chile. Fui reportera, editora y subdirectora. Lo que busca el periodismo de investigación es generar cambios y cuando estos no ocurren es frustrante. Hubo reacciones a los reportajes de CIPER, se anularon licitaciones, se iniciaron procesos judiciales e incluso un general director debió renunciar, pero en términos globales la ciudadanía no parecía percibir la gravedad de la descomposición y no hubo un cambio sistémico.
Menciono el caso de Carabineros porque es uno de los temas en que este centro de investigación periodística detectó un problema con anticipación y lo convirtió en una línea investigativa. Diría incluso que se adelantó demasiado y fueron otros los que capitalizaron el gran golpe, pero el diagnóstico estaba ahí. Cuando en octubre de 2019 se produjo el llamado estallido social, políticos e intelectuales repitieron como un mantra que “nadie lo vio venir”, como lavándose las manos. No supe, no podía hacer nada. En términos literales, es cierto que “nadie lo vio venir”, pues todos quedamos –y aún estamos– perplejos con la violencia y profundidad de la crisis, pero el fondo de las demandas se encuentra desde hace años contenido en los reportajes de CIPER. Latente. Ahí está el trabajo de un equipo cuya misión es mostrar las injusticias y revelar las irregularidades del sistema.
Este libro contiene reportajes publicados antes y después del estallido social. Hay, por supuesto, un capítulo dedicado a Carabineros. Pero el papel y este objeto maravilloso que es el libro impreso tiene una limitación: el espacio. Por eso, no contiene todos los reportajes que se encuentran en el sitio de CIPER y que dan cuenta de lo que se veía venir y lo que se vino. Un archivo de enorme utilidad pública que consultan recurrentemente quienes quieren entender ciertos procesos. Sí está la reconstrucción del asesinato del joven mapuche Camilo Catrillanca, que además del horror de su muerte mostró que la corrupción en Carabineros no solo se traducía en el robo a manos llenas sino que sus funcionarios eran capaces de matar, mentir y ocultar. Que quienes deben protegernos pueden ser nuestros victimarios. También nos mostró de manera dramática la represión que por décadas la policía ha ejercido impunemente contra el pueblo mapuche, incluso involucrándolo en montajes como las chapucerías de la Operación Huracán, también expuestas en este volumen.
Luego están algunos de los reportajes publicados tras el estallido. Dan cuenta de otro importante rol de CIPER, que es mostrar aquello que los medios tradicionales no publican. Si la televisión y los diarios se concentran en la violencia y el impacto económico de la crisis, CIPER investiga los abusos de poder y lo hace con una mirada humana y ciudadana, consciente de que las víctimas son personas y de que estamos frente a vulneraciones de los derechos humanos.
La segunda parte de este libro está dedicada a los abusos en la vida cotidiana. Los expertos se debaten en explicaciones sobre el origen de la revuelta y quien ensaye una respuesta unívoca es poco creíble, pero sin duda la sensación de abuso sistemático es uno de los motores que sostiene el movimiento. Parte en la desigualdad, pero se traduce en múltiples situaciones en que las ganancias y garantías a las grandes empresas se han privilegiado sobre los derechos de los ciudadanos. El caso de los medidores de luz “inteligentes” es un ejemplo que puede parecer pequeño, pero la indignación de los lectores tras la publicación del reportaje fue una fuerza poderosa. El elevado endeudamiento de los chilenos es otro de los malestares transversales. Si un amplio acceso al crédito y a diversos servicios financieros puede considerarse un paso hacia el desarrollo, la evidencia demuestra que en Chile el camino está lleno de abusos. También el negocio del agua ha sido investigado en todos sus ángulos por CIPER. El reportaje seleccionado muestra una arista poco abordada y bien podría titularse con el eslogan que surgió con el estallido: “No es sequía, es saqueo”.
El Sename ha sido quizás el servicio público más cuestionado por la ciudadanía en los últimos meses. Los muros están llenos de rayados demandando justicia para los niños vulnerables. Por años CIPER ha hecho dramáticas revelaciones sobre lo que pasa en sus instalaciones, y en este libro se demuestra con datos duros que las autoridades ocultaron cómo se han violado sistemáticamente los derechos de los niños que debían ser protegidos por el Estado.
La tercera parte de este libro indaga en una serie de mecanismos mediante los cuales la elite económica del país, incluido el presidente, evade o elude impuestos, menguando las arcas fiscales y perjudicando a los más pobres. Un tema complejo, que CIPER ha investigado de manera independiente y en alianzas globales, como la que publicó la serie de los Panamá Papers en 2016.
La arremetida del narco y el descrédito de la política eran los temas que cerraban originalmente este volumen. Como lo demuestran los reportajes, hay vasos comunicantes entre ambos: el narcotráfico afecta la vida cotidiana de los chilenos que viven en las áreas urbanas más descuidadas por el Estado, y la impunidad ante los abusos en el financiamiento de los políticos produce una indignación que se ha hecho sentir en las calles en el último tiempo.
La pandemia se añadió como una sección final de este libro, cuya publicación se retrasó producto de la aparición del Covid-19. El virus puso a prueba el sistema público de salud, el mismo que el exministro del ramo Jaime Mañalich calificó como “uno de los mejores y más eficientes del planeta”. Para los usuarios, que no conocen la salud en el resto del planeta, la declaración pareció una burla, que se sumó a la ya polémica idea de un subsecretario que dijo que la gente va a hacer vida social a las colas de los consultorios. En la misma línea lógica, la pandemia se enfrentó como si fuera una guerra en que las armas eran los ventiladores, con partes diarios para mostrar cómo le vamos ganando al enemigo y al resto del planeta. Como era previsible, la puesta en escena escondía el avance de la pandemia y miles de muertos.
La imagen de Chile que muestra este trabajo está lejos de ser la del oasis del que se jactaba el presidente Piñera antes de que el país estallara en demandas inmanejables para su gobierno. Es, en cambio, un retrato que se parece mucho más al país por el que la gente reclama en la calles.