CIPER/THE CONVERSATION
¿Por qué es una buena noticia que se suspendan los ensayos de una vacuna?
10.09.2020
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CIPER/THE CONVERSATION
10.09.2020
Esta semana se suspendió el ensayo clínico de una de las vacunas contra el SARS-CoV-2 debido a que un voluntario desarrolló una inflamación de la médula espinal. En esta columna para The Conversation la bioquímica Carmen Álvarez sostiene que este tropiezo
esconde una buena noticia: muestra que, pese a las premuras sanitarias y comerciales, las medidas de seguridad y transparencia siguen en pie.
El reciente anuncio de Oxford suspendiendo el ensayo clínico con la vacuna para SARS-CoV-2 debido a un efecto adverso denominado Mellitis transversa, una inflamación de la médula espinal, tras un análisis rutinario de un voluntario vacunado, es una buena noticia por varias razones.
El ensayo clínico se para porque los grupos de voluntarios y los grupos placebo son “ciegos” es decir, ni los voluntarios ni los facultativos que hacen el seguimiento de éstos conocen si reciben vacuna o placebo. Por consiguiente, en el caso actual de la vacuna de Oxford no se sabe a qué grupo pertenece el voluntario con el efecto adverso, y este dato sólo lo puede evaluar un Comité Externo para que el ensayo clínico siga siendo a ciegas.
Evidentemente, no es lo mismo si el voluntario pertenece al grupo placebo, que no afecta en sí a la eficacia de la vacuna, que si el voluntario pertenece al grupo de los vacunados. Si pertenece a este último grupo, es decir, al de los voluntarios vacunados, lo que se evalúa es si el efecto adverso se debe bien a la vacuna en sí o a alguna patología clínica desconocida del voluntario, que surge en el análisis rutinario.
De la vacuna, se analizan todas las partes de su formulación, bien el antígeno específico del virus SARS-CoV-2 que induce la respuesta inmunológica, lo que normalmente no suele dar efectos adversos; bien el vector donde va la vacuna, que es más normal que sea el posible responsable del efecto adverso.
En el caso de las vacunas para Covid-19 con adenovirus, que son virus ADN, el grupo placebo es de suponer lleve el adenovirus “vacío”, sin el antígeno del virus SARS-CoV-2. En otro tipo de vacunas con ácidos nucleicos o proteínas, se analizan otros componentes de la formulación de la vacuna, como los potenciadores de la respuesta inmunológica conocidos como adyuvantes, así como disolventes o estabilizantes.
Todo este análisis por parte del Comité Externo no suele llevar más allá de 15 días, y suelen ser muy completos para para determinar la razón del efecto adverso.
Hay que aclarar que la paralización de los ensayos clínicos por los efectos adversos es algo habitual y no tiene que ver con la pandemia actual de Covid-19. En términos generales estas pausas no suponen grandes retrasos. De hecho, en la mayoría de los ensayos clínicos de vacunas hay voluntarios que presentan efectos adversos y los ensayos clínicos han continuado tras un análisis detallado del caso adverso.
Los efectos van desde muy leves, como enrojecimiento e hinchazón en el sitio de inoculación, urticarias, fiebre o dolores musculares, hasta los más graves, como reacciones alérgicas que pueden ser letales, neurológicas graves como convulsiones o encefalitis, inflamación grave del cerebro, infecciones oculares causadas al diseminarse el virus en los ojos y, por supuesto, el riesgo de una infección grave al inicio de la vacunación.
Todos los efectos adversos se comunican de forma voluntaria a un sistema internacional de efectos adversos de vacunas creado en 1990.
Hay dos casos importantes:
Pero hay otros casos relevantes. Recientemente, en 1999, la primera vacuna para rotavirus, virus que causa diarreas, fiebre, vómitos y dolores abdominales en niños y bebés, fue retirada por detectarse un problema intestinal grave, la invaginación intestinal, no detectado en ninguna fase del ensayo clínico. Esto llevó a incluir niños en los ensayos clínicos actuales de vacunas.
Otro ejemplo son las vacunas con bacterias atenuadas para terapias en cáncer, como una cepa atenuada de Listeria, ADXS-11-001, para cáncer de cérvix, que en el 2015 comunicó un efecto adverso grave de listeriosis letal por la cepa vacuna en una paciente oncológica del ensayo clínico en fase tres.
El análisis externo concluyó que el efecto letal lo causó una prótesis ortopédica de la paciente, donde se diseminó y creció la vacuna, excluyendo en el futuro pacientes con prótesis ortopédicas. Hasta el 2019, este ensayo clínico no ha tenido otros efectos adversos graves.
Otro caso actual es la vacuna para el virus del SIDA que se estaba probando en Sudáfrica, que ha sido retirada a principios de este año 2020 no por efectos adversos, sino porque no era efectiva para prevenir la infección por el virus VIH.
En resumen, que se paralicen los ensayos clínicos con vacunas para analizar los efectos adversos indica que se prima la seguridad en el diseño de vacunas y, por ello, es más necesario que nunca cumplir todas las fases de los ensayos clínicos y comunicar todos los efectos adversos que se encuentren, lo que sin duda ayudará a mejorar las vacunas en preparación y beneficiará a los grupos de riesgo a vacunar.
Este artículo fue publicado originalmente por The Conversation España. Lea aquí el original. CIPER lo difunde en el marco del acuerdo que ambos medios tienen para divulgar investigación académica en formato accesible para todo el público.