Becas Chile: el falso dilema entre reapertura y reformulación
06.08.2020
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06.08.2020
El autor es vocero de la Organización Ciencia Contra el Recorte, que agrupa a postulantes e investigadores afectados por los recortes de programas de investigación realizados por el gobierno en 2020.
Los programas de Becas Chile han sido evaluados positivamente en términos generales por instituciones nacionales (Conicyt, 2017) e internacionales (Banco Mundial y OCDE, 2011). Por ello, cuando se critican algunos de sus componentes vale la pena realizar un análisis detallado de los argumentos expuestos. En su columna de opinión del 30 de julio, titulada “Pensar la política científica más allá de Becas Chile”[1], Alejandro Plaza y Salvador Vargas señalan un conjunto de argumentos que nos parece necesario rebatir, no por una cuestión antojadiza, sino porque hacen eco de las ideas que, lamentablemente, tienen mayor incidencia política respecto a la investigación en nuestro país y que creemos que, pese al carácter de sus intenciones, muchas veces terminan debilitándola.
En este sentido, cabe recordar la publicación del 28 de Mayo del Diario La Segunda titulada “Becas Chile: este año los magister no podrán postular, una medida que se podría mantener” (Chiesa, 2020)[2]. En ella, tres personas vinculadas a la educación daban sus opiniones sobre el recorte en Becas Chile del presente año por parte del gobierno. En ese sentido, la opinión más cerrada la defendía Sylvia Eyzaguirre, que sustentaba su visión de eliminar definitivamente las Becas de Magíster en el Extranjero, en función de su supuesto “poco retorno social” y en que “muchos de los becarios se van al sector privado”. Para ambas acepciones la entrevistada no citaba fuentes ni estudios como respaldo.
En función de lo anterior, nos sorprende encontrar vaguedades y creencias poco fundadas en otros autores contemporáneos, que sustentan las mismas ideas de Eyzaguirre, acudiendo a una serie de argumentos sin suficiente base empírica. Este tipo de lógica argumentativa nos parece errada, por diversos motivos, los cuales detallaremos a continuación:
Por ende, asumir a priori que un recorte o eliminación de becas de posgrado internacional redundaría en un beneficio para el sector científico es cuestionable y un ejemplo de wishful thinking -proyectar un mero deseo como realidad posible-, puesto que en los espacios de discusión y decisiones políticas, muchas veces se encuentran discursos que miran a la investigación en general como algo prescindible. En virtud de la baja inversión en investigación de nuestro país (0,36% del PIB), pretender que se sigan eliminando programas es un contrasentido, si defendemos aportes mayores a la ciencia y la investigación en general. En ese sentido, creemos que los desequilibrios de financiamiento dentro de los programas de Becas de especialización en el país deben atender seriamente a las necesidades de los Magísteres Nacionales y a las instituciones de educación nacionales en particular. Pero ello no implica “desvestir a un santo para vestir a otro”.
Respecto al programa Beca Magíster en el Extranjero, creemos que hay muchos aspectos a mejorar, desde orientaciones de estudio -que no deberían soslayar, por cierto, a las humanidades o las artes- a retribución, pero ello no implica caer en el prejuicio de señalar que “todos los becarios se van al sector privado”. O, al menos no hacerlo sin antes proveer datos que reflejen que ello ocurre o hacer un mínimo análisis sobre por qué esto podría estar sucediendo. Primero que todo: ¿esto ocurre sólo en dicho Magister o también en otros programas de posgrado internacional? Segundo: ¿esa debilidad es atribuible al programa o a las insuficiencias del campo laboral nacional? En caso de que sean afirmativas las dos cuestiones anteriores, entendemos que una cosa es reformular y otra diferente eliminar.
La discusión en torno a financiar “una cuestión o la otra” es fruto de una concepción gremial y fragmentada de la investigación, que creemos que es necesario superar, en pos de fomentarla en todos sus niveles y dimensiones (nacional e internacional, pública y privada). Nuestro país requiere repensar la investigación bajo paradigmas holísticos e integradores, y no visiones fragmentarias y excluyentes.
Siguiendo lo anterior, Plaza y Vargas reconocen que “la evidencia disponible no permite comparar la calidad de los programas de magíster nacionales con aquellos impartidos en el extranjero”. En ese sentido y más allá de comparaciones, ¿cómo se propone eliminar un programa si se reconoce que no existe la evidencia disponible en la actualidad para su evaluación completa? Este tipo de discusiones debe abordarse desde una base de responsabilidad y no de manera liviana, pues tienen consecuencias en los postulantes y en toda la comunidad involucrada. La última evaluación de programas Becas Chile es del año 2017 y fue positiva. En ese sentido, llamamos también al gobierno a transparentar las evaluaciones internas actualizadas que tengan sobre los programas para evitar este tipo de malentendidos y discusiones en base a preconceptos.
Respecto a las líneas de investigación, que consideramos se encuentran en ciertos tópicos desfasadas en Chile respecto al extranjero, ésta es una constatación que no sólo se hace desde los postulantes y becarios de programas de Magíster -aunque con variaciones según áreas-, sino que también desde el resto de becarios -Doctorales, incluso-. De otro modo, ¿Cómo se justificaría que cada año quieran realizar estudios en el extranjero generaciones de investigadores, si es que la oferta académica y temática ya es suficiente en el país, y la calidad comparativa entre instituciones nacionales e internacionales no presenta diferencias? Aquí nuevamente no se puede confundir deseo con condiciones objetivas (el deseo de que exista variedad temática y académica suficiente en el país versus la oferta real), ni pretender que un problema estructural se resuelva desde lo individual (que los postulantes elijan inclinarse a los programas nacionales, en una especie de compromiso republicano mal entendido e independiente de una ampliación efectiva en temas de investigación de los programas nacionales). Con ello no queremos señalar que hay que castigar la educación nacional, sino que, por el contrario, es preciso seguir potenciándola y robusteciéndola en conjunto con los programas de especialización en el extranjero, en un círculo virtuoso.
Para finalizar este punto, quisiéramos señalar y reiterar que nos parece inadecuado que los autores realicen una columna justificando que programas de especialización completos se eliminen sin citar documentos, evaluaciones, o investigaciones realizadas que respalden sus dichos y basándose básicamente en criterios de costos. Valoramos que ellos reconozcan, por ejemplo, la calidad e importancia de la Beca de Subespecialidades Médicas, que nosotros defendemos también junto al resto de programas, pero creemos que este tipo de valoraciones debe hacerse de manera menos antojadiza y más rigurosa. En este sentido, es conocido el desmedro de la comunidad de investigadores en torno a posiciones de “trincheras”, donde se entiende que invertir en un área implica descuidar otra. Consideramos necesario superar esa fase, desde la comprensión de la actividad de investigación como un aporte interdisciplinario y global a la sociedad, cuyo potenciamiento genera un beneficio colectivo.
Propone criterios de evaluación limitados e insuficientes: Acá la argumentación se detiene en tres niveles:
a) Pertinencia del programa respecto a la pandemia: se señala que la inversión en el programa Beca Magister en el Extranjero no genera un beneficio directo para el combate a la pandemia. En este sentido, el hecho de haber planteado en documentos anteriores que la actual coyuntura relevaba la importancia de la actividad científica[5], no implica sostener que todos los programas deban restringirse solamente al área de salud. Por el contrario, valoramos los esfuerzos interdisciplinarios, desde las diversas áreas del conocimiento, tanto desde ámbitos como la epidemiología social, el diseño de políticas públicas y la educación, que han sido fundamentales también para la contención del virus en nuestro país. Nos preocupan los enfoques tecnocráticos, que dirimen desde un púlpito cuáles deben ser los criterios que rijan a los investigadores y cuáles son las únicas líneas de interés relevantes. La semántica de los “expertos” nos parece obsoleta y poco democrática. Por lo demás, las retribuciones de los programas de especialización en su conjunto -incluso el de Subespecialidades Médicas- son a largo plazo y sus beneficios se ven luego del retorno de cada becario al país.
b) Participación en líneas de investigación científica: el hecho de que existan Magister con carácter profesional, no implica que estos no sean un aporte al desarrollo del país o incluso a la investigación. Afirmar que el programa de Doctorado, por su duración, es el programa idóneo por excelencia como alternativa a este es desconocer la multiplicidad de intereses, inquietudes y necesidades de los postulantes. Becas Chile es un ecosistema y lo que acontece en un programa redunda en el otro. Por ello, en algunas carreras el programa de Magíster es el vehículo a una mayor especialización doctoral. Como en el resto de otros argumentos, creemos que no existe evidencia suficiente para sostener lo que se plantea y tampoco se provee de evidencia que señale que ello acontezca sólo en caso del programa Magíster en el Extranjero.
c) Los altos costos: sobre este punto insistimos que no es necesario generar una eliminación del programa Magíster en el extranjero para propender a un mayor equilibrio de recursos en relación al programa de Magíster Nacional, lo cual debe fomentarse desde un mayor financiamiento estatal. Junto con ello, sí creemos que se hace necesario evaluar los mecanismos de selección e ingreso, no para generar mayor competitividad, sino que para hacerlos menos propensos a la elitización de quienes resulten seleccionados. Junto con ello, promover su inserción en el sector público es clave. Como señaló el informe del Banco Mundial y la OCDE sobre Becas Chile (2011) los criterios de inclusión, democratización e incidencia social son puntos importantes en este sistema público de becas y deben seguir profundizándose.
Para finalizar, reiteramos que el Estado debe tener un compromiso profundo con el potenciamiento de la educación en su conjunto, tal como señala el Objetivo de Desarrollo Sostenible 4 en su punto b (ONU), suscrito por nuestro país el año 2015, relativo a la calidad de la educación en todos sus niveles y dimensiones y el financiamiento público de becas[6]. Al mismo tiempo, es imprescindible fomentar el conocimiento y las instituciones públicas nacionales y las carreras académicas de los investigadores, en pos de ir superando las formas de precarización laboral vinculadas al ejercicio de investigación y docencia. Ello implica necesariamente entender que la acción del Estado debe hacerse más robusta y no más austera. Por ello, seguimos creyendo pertinente y necesaria la reapertura de concursos Becas Chile y el resto de programas recortados como Anillos e Inserción en la industria para el 2021, cuestión paralela a las mejoras que puedan realizarse en todos estos programas, las cuales deben hacerse en conjunto con la comunidad de investigadores y no a puertas cerradas.
No nos parece como alternativa viable, en este sentido, generar una especie de conversión de los programas de Becas Chile en créditos similares al Crédito Corfo, como ha trascendido que podría ocurrir en un futuro próximo desde fuentes cercanas al gobierno. Ello sería precarizar aún más a los investigadores, por la vía de un mayor endeudamiento. Y transferir todo el costeo de este tipo de programas públicos al ciudadano en cuestión (becario), basándose en una lógica de autofinanciamiento, que ha demostrado su insuficiencia una vez más durante la presente crisis sanitaria. Por otro lado, cabe recordar que ANID en su comunicado del 27 de Abril, en que suspende abruptamente el conjunto de programa de Becas Chile en cuestión, afirmaba que: “todo lo anterior, responde a medidas transitorias, considerando la situación mundial de inestabilidad y la necesidad local de disponer de fondos para enfrentar la catástrofe” (ANID, 2020). Es decir, el compromiso explícito de ANID es que la decisión de suspensión sea algo transitorio y no permanente. Por lo tanto, la creación de instrumentos alternativos, tipo Crédito Corfo, además de precarizar aún más la situación de los investigadores, representaría una nueva señal negativa por parte de la autoridad gubernamental. Seguir fortaleciendo el carácter y las dimensiones públicas de la educación en todos sus niveles es una necesidad y en ello no podemos retroceder.
Finalmente, quisiéramos concluir señalando que entendemos al sistema de Becas Nacionales y Becas Chile como un todo integrado y coherente, que ha generado efectos positivos en la generación de promociones completas de investigadores al servicio del país y que debe reforzarse y defenderse en su conjunto. Este balance positivo es congruente con lo planteado por Conicyt en su Informe de Evaluación sobre Becas Nacionales de Posgrado y Becas Chile (2017), el cual llegaba al siguiente hallazgo, en base a un estudio interno: “los beneficiarios [de los programas de becas en general] se desempeñan mayoritariamente en el área de especialización, alcanzan una tasa de ocupación sobre 70%, cerca de 60% tiene alguna producción científica, se vinculan con investigadores internacionales y han utilizado datos sobre Chile o abordado problemáticas sobre Chile” (Conicyt, 2017: 39).
ANID (27 de Abril, 2020). Ministerio de Ciencia anuncia repriorización de recursos y actualización de concursos de ANID por crisis sanitaria. Disponible aquí.
ANIP (2020). Revisión de programas a partir de reportes ANID-Conicyt 2019-2020.
Armstrong, C., Maquilón, S., Soublette, C., Ramírez, T. (2014) “¿Hay algún efecto de tener un estudio en el extranjero con el desarrollo de carrera de las personas?” Seminario para optar al título de ingeniero comercial. Universidad de Chile. Disponible aquí.
Banco Mundial y OCDE. (2011). Programa Becas Chile. Revisión de Programas Nacionales de Educación. Disponible aquí.
Ciencia contra el Recorte (2020). “Becas Chile: del recorte como caridad a la incertidumbre total”. En El Mostrador. Disponible aquí.
Chiesa, S (28 de Mayo, 2020). “Becas Chile: este año los magister no podrán postular, una medida que se podría mantener”. Diario La Segunda. “Becas Chile: este año los magister no podrán postular, una medida que se podría mantener”
Contraloría General de la República (2020). Financiamiento y gastos del Estado de Chile a raíz de la pandemia del coronavirus. Disponible aquí.
Conicyt. (2017). Informe Final de Evaluación de Programas Programas Gubernamentales: Becas Chile y Posgrados Nacionales. Ministerio de Educación y Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología. Disponible aquí.
Conicyt. (2020). Listado de seleccionados por concursos. Becas para Estudio de Posgrado en Chile y el Extranjero. Programa Formación de Capital Humano Avanzado. Disponible aquí.
Cox, L. (2010). “Becas para postgrados en el extranjero. Un análisis crítico de la justificación y el diseño del sistema en Chile”. CEP. Disponible aquí.
Naciones Unidas Perú (2020). Objetivo de Desarrollo Sostenible 4. Educación de calidad. Disponible aquí.
Plaza, A. y Vargas, S.(2020).“Pensar la política científica en Chile más allá de Becas Chile”. En CIPER aquí.
[1]CIPER Chile, 30 de julio del 2020. «Pensar la política científica más allá de Becas Chile»
[3]El Mostrador, 28 de junio del 2020. «Becas Chile: del recorte como «caridad» a la incertidumbre total».
[4] El presupuesto de defensa como porcentaje del PIB (1.9%) quintuplica al de investigación (0.36) (Banco Mundial, 2020). Datos del Ministerio de Hacienda (Contraloría, 2020), por ejemplo, señalan que el gasto en Interior y Seguridad Pública por parte del gobierno durante la pandemia quintuplicó al realizado en el Ministerio de Ciencia y Tecnología, Conocimiento e Innovación.
[5] El Mostrador, 28 de junio del 2020. «Becas Chile: del recorte como «caridad» a la incertidumbre total»
[6] Es compromiso internacional desde el ODS 4.b “de aquí a 2030, aumentar considerablemente a nivel mundial el número de becas disponibles para los países en desarrollo, en particular los países menos adelantados, los pequeños Estados insulares en desarrollo y los países africanos, a fin de que sus estudiantes puedan matricularse en programas de enseñanza superior, incluidos programas de formación profesional y programas técnicos, científicos, de ingeniería y de tecnología de la información y las comunicaciones, de países desarrollados y otros países en desarrollo” (Disponible aquí).