Asesor comunicacional del proyecto Vía Marina responde a columna sobre carretera hídrica
15.07.2020
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15.07.2020
El autor de este texto informó a CIPER que es asesor de comunicaciones en Chile para Vía Marina, en estatus de remunerado (*)
La escasez hídrica que afecta fuertemente a nuestro país hace urgente el establecimiento de una política global que incluya acciones de corto, mediano y largo plazo. Para ello, además de responder a la demanda que actualmente existe en cientos de comunidades, nuestro país debe ser capaz de pensar en el futuro, con obras que permitan garantizar el suministro, no sólo para el consumo humano, sino que para los usos productivos necesarios en cada zona.
En este debate, han sido varias las opiniones que se expresan contra grandes obras de infraestructura. Recientemente este medio publicó la columna Por qué la carretera hídrica no es un proyecto sustentable, firmado por varios académicos de la Universidad de Concepción, y que declara su oposición a la realización de cualquier tipo de trasvases de aguas o carreteras hídricas.
Si bien los argumentos expuestos se referían al proyecto terrestre de trasvase de aguas, sin considerar los alcances de la iniciativa submarina que también está en trámite; me gustaría expresar que no es sano demonizar el concepto de trasvases en sí como si fueran iniciativas arcaicas sin capacidad de evolución. Hemos avanzado en muchas áreas del conocimiento como para ser capaces de aplicar la innovación necesaria que permita adaptar estos sistemas de agua a nuestra realidad presente y poder proyectarla al futuro.
Uno de los proyectos de esta naturaleza, que hoy espera su declaración de interés público en la Dirección de Obras del MOP, es el de la empresa francesa Via Marina que, conociendo muy bien los alcances de los trasvases construidos en Europa durante muchos años, implementó un proyecto con altas dosis de innovación que corrige los problemas de las carreteras hídricas terrestres, para proponer una solución social, económica y sustentable a la amarga escasez hídrica que padecen múltiples comunidades de la zonas Norte y Centro de Chile.
Es el Río Submarino Sur – Norte Chile y consiste en el traslado de una fracción de agua desde la desembocadura de uno o varios ríos de la Zona Sur, de manera submarina a lo largo de la costa chilena para distribuir agua en las zonas que la requieren con el potencial de llegar hasta Arica. Consiste en un sistema de tuberías ubicado sobre el lecho marino, muy similar a lo que hoy se utiliza para el transporte de petróleo, gas o telecomunicaciones.
Claramente no es un proyecto pensado con la lógica del siglo XX, sino que se hace cargo de la experiencia positiva y negativa de los trasvases terrestres, aplicando innovación del siglo XXI, pero lo más importante: haciéndose cargo de los desafíos actuales y futuros del cambio climático que, por sobre todo, exige flexibilidad, consciencia medioambiental y social, ante problemas que hoy atribulan a gran parte de la población del mundo, incluidos los habitantes de regiones del centro y norte del país que hoy no pueden proyectar su desarrollo ante la escasez hídrica.
El Río Submarino que propone llevar agua a las zonas que no la tienen, está transitando de una manera transparente y democrática en la ruta institucional que Chile tiene para concretar obras de gran magnitud, y eso implica, entre otras etapas, la realización de un Estudio de Impacto Ambiental y la más amplia participación ciudadana que, por supuesto, incluye a los pueblos originarios que tienen todo el derecho de manifestar su cosmovisión sobre los recursos que entrega la naturaleza.
Este es un proyecto que propone a Chile una solución sostenible al acceso hídrico de la gran mayoría del país, sin pasar a llevar a nadie, pero entendiendo al país como un sistema solidario, con recursos comunes que puedan ser compartidos.
Más allá de los detalles técnicos del proyecto -que podríamos discutir en otro momento-, esta carta quiere invitar a los académicos a mirar fuera de la caja para alcanzar las soluciones que Chile, y el planeta, necesitan para hacer frente a los desafíos que vienen y asegurarles a nuestros hijos y nietos un futuro mejor alcanzado de una manera colectiva; sin prejuicios, ni ideologías, ni nacionalismos, ni intereses sectoriales.