COLUMNA DE OPINIÓN
Los sesgos del gobierno de Piñera frente al Covid-19
08.06.2020
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COLUMNA DE OPINIÓN
08.06.2020
El autor revisa cronológicamente las declaraciones del ministro Jaime Mañalich y muestra como la sobreestimación de sus capacidades y el estilo confrontacional no solo no aplanaron la curva, sino que afectaron la credibilidad del gobierno y su relación con especialistas y alcaldes. Además, entrega evidencia de cómo el Plan retorno seguro y señales contradictorias de reactivación económica hicieron que las personas aumentaran su movilidad y riesgo de contagios en regiones como Antofagasta, Tarapacá y la Metropolitana.
¿Cuáles han sido los principales giros comunicacionales de la autoridad sanitaria chilena durante los meses que han transcurrido desde que el COVID-19 fuese declarado pandemia global? ¿En qué medida las señales dadas por el gobierno han condicionado el acatamiento del distanciamiento social y el confinamiento, que resultan fundamentales para limitar la expansión de la enfermedad? En esta columna analizo cronológicamente los principales anuncios realizados por el gobierno de Piñera desde que el 11 de marzo la OMS declaró el COVID-19 como pandemia global. La revisión permite demostrar que no existe hasta la fecha un diseño realista y robusto destinado a enfrentar esta crisis con dispositivos de solidaridad y protección social. Esto se debe, en parte, a la sobrestimación inicial de capacidades propias del gobierno. Tan relevante como ello es la falta de consideración de la evidencia internacional y los sesgos ideológicos en el oficialismo que no ve en el Estado sino la manifestación hipertrofiada de la burocracia.
En el gráfico 1 se observa la evolución diaria de casos de contagios en Chile desde el 3 de marzo al 30 de mayo y cómo este avance condiciona las decisiones del gobierno. Durante marzo, se decretó estado de catástrofe, toque de queda para todo el país, suspensión de clases y cambio de fecha del plebiscito constituyente, combinado con una retórica caracterizada por un sesgo de exceso de confianza del ministro de salud.
Gráfico 1. Contagios diarios y principales decisiones
En abril, en cambio, el gobierno anunció diversas medidas de relajamiento de las restricciones establecidas el mes anterior. Por ejemplo, el fin del confinamiento de las comunas del sector oriente de Santiago el 13 de abril y el “Plan Retorno Seguro”. Este último, anunciado el 24 de abril, implicaría el regreso de las actividades presenciales de estudiantes, funcionarios y centros comerciales a contar del lunes 27 de abril. Estas decisiones, especialmente el término del confinamiento del sector oriente de Santiago y las cuarentenas dinámicas en la Región Metropolitana, así como la falta de información para hacer seguimiento de los casos, enfrentaron a la autoridad sanitaria con los alcaldes.
El aumento acelerado de los contagios diarios durante mayo llevó a que Chile se integrara en pocas semanas al grupo de países con mayor tasa de contagio por millón de habitantes, por sobre países como Estados Unidos, España, Francia, Italia y Reino Unido (5.947 por millón de habitantes al 3 de junio). Frente a esto, a fines de mayo, la respuesta de la administración Piñera fue el confinamiento de toda la Región Metropolitana y un reconocimiento superficial de que, contrario a lo sostenido en marzo, Chile no estaba preparado para esta crisis. Además, la última semana de mayo, el gobierno convocó de manera urgente a un acuerdo nacional para definir las políticas sociales en el contexto de la fuerte caída de la actividad económica (Índice IMACEC cae en abril -14.1% respecto de igual mes del año anterior), situación que dejó al descubierto la falta de previsión y autocomplacencia del ejecutivo.
Una consecuencia política del discurso inicial del Ministro de Salud, Jaime Mañalich, fue que contribuyó a generar mayor entropía, en un contexto en el que la oposición política tenía poco espacio de maniobra y escasa capacidad de propuesta. La autoridad sanitaria ha transitado desde el voluntarismo y la autocomplacencia a un pesimismo evasivo que tiende a explicar el avance de los contagios por la falta de compromiso individual de los ciudadanos con las medidas del gobierno.
El gráfico 2 presenta mensajes del ministro Mañalich en puntos de prensa y entrevistas. Entre el 3 de marzo y el 24 de abril, sus mensajes se caracterizan por un exceso de confianza que enfatiza la alta capacidad del gobierno y el sistema chileno para enfrentar la pandemia. Tempranamente, el 3 de marzo, el ministro de salud señaló en reunión con sus pares de Prosur[1] que el país estaba preparado para atender 430.000 casos. Sin embargo, en los últimos días de mayo, con aproximadamente 100.000 casos reportados, quedó en evidencia que el sistema hospitalario chileno había llegado al límite de sus capacidades.
Gráfico 2: Contagios diarios y declaraciones Ministro de Salud
Durante abril se reiteraron expresiones autocomplacientes que podrían inducir al relajamiento, generando la errada señal de que el problema se encontraba controlado. Expresiones como “me atrevería a decir que hemos logrado aplanar la curva” (15 abril, entrevista a Radio Duna); y “hemos sido felicitados por autoridades internacionales hasta el cansancio” (22 abril, punto de prensa informe diario Covid-19), constituyen declaraciones imprudentes en un contexto de alta incertidumbre como la actual, y pierden de vista aquellos factores socioeconómicos que podrían hacer oneroso el cumplimiento de las medidas sanitarias para muchas familias (Gráfico 2). La declaración del ministro Mañalich, pronunciada el 21 de abril, donde manifestaba “nunca compartimos la idea de cerrar las escuelas” (ver sesión especial cámara Diputados), generó fricciones con el Ministro de Educación, con los alcaldes transversalmente y se encuentra en el límite de la lealtad y reciprocidad con otros ministros y la autoridad Presidencial.
El tono confrontacional de Mañalich introdujo una polarización innecesaria para enfrentar la pandemia, favoreciendo el surgimiento de oposiciones bilaterales a la derecha y la izquierda del gobierno. La insistencia de Mañalich al enfrentarse a los alcaldes a propósito de la suspensión de clases o de los requerimientos de éstos para ser parte activa de la estrategia de control del Covid 19 a nivel territorial, expone a su sector a la desarticulación frente a las próximas elecciones municipales y presidenciales del 2021. Mientras más se reitera el tono de la autoridad sanitaria en las condiciones actuales, Piñera deberá asumir mayores costos para mantener el respaldo de su coalición.
El aumento acelerado de los contagios diarios durante mayo llevó a que Chile se integrara en pocas semanas al grupo de países con mayor tasa de contagio por millón de habitantes, por sobre países como Estados Unidos, España, Francia, Italia y Reino Unido (5.947 por millón de habitantes al 3 de junio). Frente a esto, a fines de mayo, la respuesta de la administración Piñera fue el confinamiento de toda la Región Metropolitana y un reconocimiento superficial de que, contrario a lo sostenido en marzo, Chile no estaba preparado para esta crisis.
Desde inicios de mayo, el aumento diario en el número de casos nuevos determinó el retorno de las medidas de confinamiento en Santiago y regiones, el desplazamiento discursivo hacia la responsabilidad individual y la búsqueda de un acuerdo político para compartir costos por los efectos no deseados de la estrategia inicial. Este último aspecto puede abrir oportunidades para hacer correcciones en la composición partidista del gabinete de Piñera y negociar con la oposición decisiones de gasto público superiores a lo presupuestado por el oficialismo.
A fines de mayo (28 de mayo), una comunicación interna del Comité Operativo de Emergencia (COE) reporta que el equipo del centro de contacto encargado de la trazabilidad se encuentra superado por el aumento de contagios diarios y no logra comunicarse con todos los infectados y sus contactos. Una semana después (3 de junio) el ministro de salud informa que se encargará a los centros de atención primaria de salud el seguimiento de casos activos y contactos, marcando un giro radical en la estrategia para la trazabilidad (ver punto de prensa informe diario Covid-19). Se debe recordar que, el 16 de abril, 58 alcaldes enviaron una comunicación a Mañalich pidiendo colaborar con el seguimiento y trazabilidad de los contagios. A esta carta el ministro respondió en un punto de prensa, el 17 de abril, lo siguiente: «No podemos bajo ningún punto de vista entregar esa información» y “están alentando al ministerio a cometer un delito” (ver punto de prensa informe diario Covid-19).
La ausencia de ayuda social oportuna y efectiva que posibilitara cumplir el confinamiento fue la contracara del fallido intento de normalización de la actividad económica el 24 de abril con el Plan Retorno Seguro. También fue el anticipo del acto de contrición extemporánea de Mañalich a mediados de mayo, cuando sostuvo que “hay un nivel de pobreza y hacinamiento (en la RM) del cual yo no tenía conciencia” (28 de mayo, entrevista canal Mega); o cuando reconoció que las proyecciones utilizadas al inicio de la pandemia se derrumbaron como un “castillo de naipes” (26 de mayo, ministro visita Hospital Clínico de la Red de Salud UC Christus).
El domingo 7 de junio, el Ministro de Salud debió informar una modificación metodológica que significaba un cambio en el número de fallecidos por Covid-19 en Chile, agregando a la cifra actual 653 pacientes. Las cifras oficiales de fallecidos fueron cuestionadas por la periodista Alejandra Matus desde comienzos de abril y más recientemente por Eduardo Engel, director de Espacio Público. Al respecto, Engel señalaba en entrevista a radio Cooperativa: “Creo que hay momentos en que la autoridad cree que uno critica por falta de patriotismo cuando es todo lo contrario: es clave crear una discusión informada respecto a políticas públicas” (5 de junio, entrevista radio Cooperativa).
La secuencia de decisiones y mensajes del gobierno de Piñera muestran que el Plan Retorno Seguro constituyó un hito clave en la evolución de los comportamientos sociales en el contexto de la crisis sanitaria. La idea de reactivar la economía fue impulsada con energía por el gobierno hasta la última semana de abril. Siguiendo este propósito, el ministro de economía Lucas Palacios llegó a anunciar la apertura de al menos 160 centros comerciales a lo largo del país, situación que no llegó a materializarse. El control del COVID-19 se lograría por el acatamiento de las medidas de distanciamiento, pero el Plan de Retorno subordinó este objetivo a otros intereses, abstrayéndose de las condiciones socioeconómicas de los grupos más vulnerables.
Los principales mecanismos de transferencias monetarias creadas por el gobierno de Piñera para enfrentar la crisis son: el Bono COVID-19 (aprox. US$ 130 por una sola vez) y el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE), ayuda económica asignada en función del numero de integrantes y grado de vulnerabilidad de la familia. El IFE establece rangos de aportes que oscilan entre US$ 330,9 a US$ 115,8 para una familia de cuatro personas.
El gráfico 3 muestra la movilidad de las personas con datos de Apple Mobility Reports para cinco regiones de Chile (Tarapacá, Antofagasta, Valparaíso, Santiago y Araucanía), así como los promedios nacionales de movilidad desde el 23 de febrero al 30 de mayo de 2020. Se observa para todos los casos un rápido descenso de la movilidad entre el 11 y el 17 de marzo con la declaración del COVID-19 como pandemia global por parte de la OMS y el establecimiento del estado de catástrofe por el gobierno de Piñera. Observando los cambios del cuadro 1, Santiago disminuyó su movilidad desde -13% a -65% y Antofagasta bajó su movilidad desde -3% a -44% entre ambas fechas.
Cuadro 1. Porcentajes de cambios en movilidad según momentos crisis COVID-19
Desde fines de marzo hasta fines de abril, se produjo una tendencia al aumento de la movilidad en las cifras nacionales que aparece claramente en el caso de la RM de Santiago (sube desde -71% a -54% el 24 de abril) y llega a niveles máximos en el caso de Tarapacá (-45%) y Antofagasta (-17%). La curva de movilidad de Antofagasta muestra una menor caída en relación al resto del país, situación que debiera ser estudiada no como resultado de agregación de decisiones individuales, sino como consecuencia de situaciones sistémicas y características de la economía regional. Esta región alcanza valores de normalidad el 30 de abril (-3,7%), posterior al anuncio de Retorno Seguro del gobierno.
La primera quincena de mayo se retoman las medidas coercitivas con la cuarentena de Antofagasta, Arica y Santiago y se registra una nueva caída de la movilidad en estas regiones. No ha sido posible para el gobierno dar señales coherentes a la opinión publica ni informar con claridad las decisiones de la autoridad sanitaria. Tampoco ha sido posible para Piñera actuar oportunamente y de manera contundente respecto de aquellas condiciones socioeconómicas de vulnerabilidad que pueden determinar la falta de observancia de las medidas de confinamiento y distanciamiento social.
Gráfico 3: Desplazamientos en cinco regiones (Chile)
Lo que el gobierno de Piñera parece no entender es que la crisis por la expansión del COVID-19 no solo es una crisis sanitaria sino una crisis sistémica con fuertes líneas de continuidad con la explosión social del 18/O.
La gestión de la crisis del Covid-19 por parte del gobierno de Sebastián Piñera ha mostrado al menos dos situaciones que afectan negativamente el acatamiento de las medidas de distanciamiento y confinamiento, disminuyendo la eficacia de las políticas de control de la enfermedad.
En primer lugar, un sesgo de exceso de confianza del gobierno y la autoridad sanitaria representada por el ministro Mañalich, especialmente durante marzo y abril. En esta perspectiva, tanto el Plan de Retorno Seguro como la presión comunicacional para reabrir la economía constituyen a la luz de los resultados estrategias incoherentes con el propósito sanitario. Asimismo, el estilo confrontacional del ministro y su sobrestimación de las capacidades gubernamentales que contribuyeron al clima de polarización con expertos y alcaldes aparecen como actuaciones contraproducentes frente a la necesidad del gobierno de bajar los costos para la toma de decisiones en un contexto de alta incertidumbre.
En segundo lugar, el sesgo de confianza puede ser reforzado por restricciones ideológicas que subordinan la evidencia y el sentido común a creencias doctrinarias de un sector anclado en el “jardín de las delicias del mercado”. El aprendizaje del gobierno puede ser nulo en aquellos sectores políticos que constituyen el mainstream neoliberal y que se autoperciben como “padres fundadores” del modelo chileno. Los frágiles e insuficientes mecanismos de ayuda social frente a la crisis sanitaria dispuestos por el gobierno muestran que dichos sesgos de “parroquialismo neoliberal” determinan decisiones en el gobierno y construyen realidad más allá de la evidencia internacional disponible. Roberto Zahler, ex presidente del Banco Central de Chile, ha señalado que el gasto de gobierno puede y debe ser mucho mayor. Específicamente en relación a necesidad de financiar mayor gasto público, Zahler sostuvo: “estamos casi cayendo en un pecado de la avaricia. No es ser prudente, es ser avaro”.
Lo que el gobierno de Piñera parece no entender es que la crisis por la expansión del COVID-19 no solo es una crisis sanitaria sino una crisis sistémica con fuertes líneas de continuidad con la explosión social del 18/O. A un año de la próxima elección parece poco probable un aprendizaje a partir de ambas experiencias que contribuya a fortalecer nuestra democracia. Por el contrario, bajo la sombra de una oposición fantasma, incapaz de convertirse en alternativa, la herencia será probablemente una creciente fragilidad de la cohesión social y una sociedad más expuesta al “jardín de las delicias populistas”.
Este artículo es parte del proyecto CIPER/Académico, una iniciativa de CIPER que busca ser un puente entre la academia y el debate público, cumpliendo con uno de los objetivos fundacionales que inspiran a nuestro medio.
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