SUS ASESORES CIENTÍFICOS LE ENTREGARON INFORMES SOBRE LA ALARMANTE PROGRESIÓN DEL COVID
Las cinco alertas que el gobierno ignoró antes de endurecer la cuarentena en el Gran Santiago
03.06.2020
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SUS ASESORES CIENTÍFICOS LE ENTREGARON INFORMES SOBRE LA ALARMANTE PROGRESIÓN DEL COVID
03.06.2020
A fines de abril, cuando trataba de imponer el concepto de “retorno seguro” y calificaba como una “meseta” la evolución del contagio, el gobierno comenzó a recibir preocupantes informes de sus propios asesores que mostraban el agresivo aumento de casos en la Región Metropolitana. En total fueron cinco los documentos que marcaban en rojo casi todas las comunas del Gran Santiago, pero la autoridad demoró dos semanas en reaccionar y aplicar la cuarentena total. El plan inicial de las cuarentenas parciales falló, confirma uno de los encargados de modelar y analizar esa estrategia, porque no bajó la movilidad en las comunas: el 70% de los viajes se mantuvo y debían caer a 20% o 30% para tener resultados positivos.
Entre el 30 de abril y el 12 mayo pasados, el gobierno tuvo a la vista al menos cinco informes técnicos preparados por algunos de sus asesores científicos que informaban la agresiva progresión de contagios por Covid-19 que estaba ocurriendo en la Región Metropolitana. El alarmante aumento motivó que en privado algunos de esos asesores urgieran por la aplicación de una cuarentena total para el Gran Santiago. Pero las autoridades tardaron dos semanas en aplicar esa medida.
Esos informes internos fueron alimentados con las cifras emanadas de la Mesa de Datos que asesora al Gobierno en el monitoreo de la pandemia. Lo que decían chocaba de frente con el discurso de las autoridades que en las dos últimas semanas se habían esforzado por instalar el concepto de “retorno seguro” a las actividades laborales y comerciales y calificar como una “meseta” el comportamiento de la curva de contagios.
Si el plan del gobierno siempre ha sido mantener lo más bajo posible el nivel de contagios para que la cantidad de enfermos graves nunca supere la oferta de camas críticas, resulta extraño que las autoridades no hayan reaccionado antes frente a la inquietante información que estaban recibiendo de sus propios asesores científicos.
Uno de los miembros del equipo que trabaja en la modelación de los datos que maneja el gobierno, el doctor en Biotecnología Tomás Pérez-Acle, quien participó en la elaboración de estos informes, respondió las consultas de CIPER:
-Nosotros lo dijimos en su minuto, efectivamente habría sido mucho mejor tomar las medidas antes. Eso no cabe duda de que es así.
Tanto el ministro de Salud, Jaime Mañalich, como el ministro de Ciencia, Andrés Couve, quienes conocieron estos documentos, no están obligados a aplicar todo lo que le dicen sus asesores técnicos, pues son autoridades políticas que deben poner sobre la balanza otros factores –como los indicadores socioecómicos, por ejemplo– al impulsar una política pública. El mismo asesor Pérez Acle lo explica:
-Nosotros entregamos indicadores que son fríos, números que deben transformarse en algún tipo de política sanitaria. Pero no puede haber una transformación directa, porque son muchos los elementos que están en juego.
¿Cuánto de esta demora en aplicar la cuarentena total para el Gran Santiago pudo ser responsable del difícil cuadro que hoy vive la Región Metropolitana? Para la doctoranda en Salud Pública y magíster en Epidemiología y en Bioestadísticas, María Paz Bertoglia, esa es una pregunta que aún está abierta y que las autoridades deben responder:
-La idea es que la gente le tome el peso al peligro de esta enfermedad, que (entienda que) no tenemos un tratamiento efectivo y que la única medida para evitar que alguien se enferme es que no se contagie. Ese debía ser el mensaje, pero cuando tú les dices a las personas que vas a abrir malls y estás forzando una nueva normalidad, colisionan estas dos ideas. Hay una palabra que pesa mucho que no la tengamos en español: accountability. Significa algo parecido a la rendición de cuentas, pero va más allá: tienes que hacerte cargo de tu responsabilidad y de tus errores. Y aquí la autoridad debería reconocer que cometió un error comunicacional grave.
Los datos oficiales del Ministerio de Salud (Minsal) al miércoles 3 de junio, indican que la Región Metropolitana suma más de 85 mil casos desde el comienzo de la pandemia y que tiene la mayor tasa de incidencia acumulada (casos diagnosticados por 100 mil habitantes desde el 3 de marzo) a nivel nacional (1.049,1). Sus comunas con más casos activos son Puente Alto (1.451), Peñalolén (1.197), Santiago (1.148) y La Florida (1.082), según apunta el último informe epidemiológico. Paralelamente, un reporte de Our World in Data –iniciativa de la Universidad de Oxford– sitúa a Chile como el país con mayor cantidad de casos diarios por cada millón de habitantes en el continente.
No obstante, el gobierno sigue exhibiendo un gran logro: la baja letalidad, de alrededor del 1%. Y aunque los hospitales de Santiago están desde hace dos semanas bajo la tensión constante de un eventual colapso, la gestión del Minsal ha sido eficaz para sumar a diario más camas críticas y agregar ventiladores mecánicos.
Otro acierto de la autoridad es la alta y sostenida cantidad de exámenes PCR que se reportan todos los días, lo que permite tener una imagen más fidedigna del avance del contagio. Pero ha habido notorias fallas para rastrear la trazabilidad de los casos positivos y sus contactos (vea el reportaje de CIPER: “Acta interna del Minsal revela graves problemas en la trazabilidad de casos”). De hecho, el ministro Mañalich reconoció este miércoles 3 que solo se está monitoreando al 60% de los contagiados y sus contactos, cuando se requiere al menos un 80%, por lo que se sumará a esta tarea la Atención Primaria de Salud (los consultorios municipales). Además, informó que se mantendrá la cuarentena para las comunas metropolitanas.
¿Cómo llegamos a este punto en el Gran Santiago?
Fue el jueves 30 de abril que el gobierno recibió el primero de los cinco informes sucesivos que mostraban cómo la prevalencia y la tasa de contagios estaban aumentando notoriamente en la mayoría de las comunas metropolitanas, superando de manera amplia el promedio nacional de ambos indicadores. En esa fechas se produjo la fallida apertura del centro comercial Apumanque en Las Condes y días antes el Presidente Sebastián Piñera y el ministro de Economía, Lucas Palacios, habían sostenido una reunión con líderes de gremios empresariales –Juan Sutil (CPC), Patricio Donoso (Cámara Chilena de la Construcción) y Bernardo Larraín (Sofofa) – quienes entregaron protocolos para que la reactivación de la economía no pusiera en peligro a los trabajadores.
Apenas un día antes de la entrega de ese primer informe que debió haber encendido las alertas, la subsecretaría de Salud, Paula Daza, había mencionado por segunda vez el término “meseta” para describir la curva del contagio. Pero el informe evidenció que tanto la prevalencia (las personas contagiadas al mismo tiempo por cada 10 mil habitantes) como la tasa habían aumentado a nivel nacional en comparación con los datos de cuatro días antes: de 3,08 y 12,24% a 3,90 y 16,75%, respectivamente.
Los datos se presentan en los informes a la manera de un semáforo: si los indicadores de una comuna están sobre el promedio nacional quedan en rojo, y si están bajo ese valor, en verde. En ese documento del 30 de abril, algunas comunas metropolitanas no solo registraban colores rojos, sino que mostraban valores que incluso triplicaban (como ocurrió con Independencia) el promedio nacional de prevalencia:
Extracto de informe de la Mesa de Datos del 30 de abril
El material que se prepara en la Mesa de Datos -y se le provee al Minsal a través del ministro de Ciencia, Andrés Couve- se basa en información que la cartera de Salud publica en sus informes epidemiológicos. Los reportes indican la tasa diaria de nuevos casos y la prevalencia en cada una de las comunas del país.
¿Qué pudo provocar estas bruscas e inesperadas alzas? Tomás Pérez-Acle lo respondió en esos días en su cuenta de Twitter: “aumento de infectados activos, incorporación de asintomáticos en conteo y sensación de la gente que ‘esto ya pasó’”.
El siguiente informe, del 2 de mayo (véalo aquí), demostró que a nivel nacional la prevalencia aumentó de 3,90 a 4,90 y el promedio de la tasa país de 16,75% a 34,45%. En la Región Metropolitana, de acuerdo con este informe, se anotaron números mucho más críticos, sobre todo en comunas como Independencia y Recoleta, que registraron alzas muy relevantes en comparación con el reporte de dos días atrás:
Extracto de informe de la Mesa de Datos del 2 de mayo
Un día después de emitido este informe, el domingo 3 de mayo, el Presidente Piñera sostuvo una reunión de emergencia con las autoridades sanitarias en La Moneda. Horas más tarde, el gobierno anunció cuarentena total para las comunas de Recoleta, Quilicura, Cerrillos y Santiago (esta última permanecía hasta entonces parcialmente bajo esta medida). La urgencia del anuncio, que sacudió esa tarde dominical, fue la primera señal pública de que algo no andaba bien. El ministro Mañalich comenzó a hablar de la “batalla de Santiago” y nunca más se volvieron a mencionar ni la “meseta” ni la “nueva normalidad”.
El reporte del 5 de mayo –que incluyó por primera vez la ocupación de camas UCI y el número de ventiladores mecánicos, según datos de la Sociedad Chilena de Medicina Intensiva (Sochimi)– remarcó el alza nacional en los valores de prevalencia (de 4,09 a 4,14) y tasa (de 34,45% a 40,37%). A nivel metropolitano, en tanto, el semáforo demostró que diez comunas tenían en rojo los cuatro indicadores (prevalencia, tasa, camas UCI y ventiladores) (ver ese reporte aquí).
Un día después, el 6 de mayo, el ministro Mañalich anunció que 12 comunas del Gran Santiago entrarían en cuarentena (San Miguel, San Joaquín, Renca, Peñalolén, Macul, Lo Prado, Lo Espejo, La Granja, La Florida, La Cisterna, Conchalí y Cerro Navia), mientras a otras cuatro se les ampliaría el territorio bajo confinamiento (La Pintana, San Ramón, San Bernardo y Puente Alto):
Extracto de informe de la Mesa de Datos del 5 de mayo
Los datos del informe del 8 de mayo continuaron al alza en la Región Metropolitana. Y, si bien a nivel nacional la tasa disminuyó de 40,37% a 37,27%, la prevalencia nuevamente aumentó de 4,14 a 5,01 (vea ese reporte aquí).
Fue con estos números que el asesor del Ministerio de Ciencia que modela las cuarentenas y analiza sus resultados, Tomás Pérez-Acle, promovió en Twitter una “cuarentena total estricta” en aquellas comunas cuya prevalencia era mayor a 4, es decir, todo el Gran Santiago. Pero ello no ocurrió.
La situación de la semana epidemiológica número 20, plasmada en el reporte del 12 de mayo, demostró que la Región Metropolitana continuaba incrementando sus indicadores en rojo, y que los valores promedios a nivel nacional habían aumentado: la prevalencia de 5,01 a 5,73 y la tasa -que anteriormente había disminuido- de 37,27% a 40,78% (vea ese reporte aquí).
Fue después de este quinto informe que, el 13 de mayo, el ministro Mañalich decretó la cuarentena total en el Gran Santiago y otras seis comunas metropolitanas (San Bernardo, Buin, Puente Alto, Padre Hurtado, Lampa y Colina).
El confinamiento que se decretó en el Gran Santiago no solo sepultó la “nueva normalidad”: también confirmó que las cuarentenas dinámicas o parciales aplicadas con anterioridad fueron incapaces de encapsular el virus y aplanar la curva del contagio. Es más, los cinco informes citados –elaborados entre el 30 de abril y el 12 de mayo– mostraron con claridad cómo la enfermedad se desplazó desde las comunas del oriente capitalino hacia las comunas más populosas.
¿Por qué falló este modelo? Tomás Pérez-Acle, quien también es el encargado de evaluar las consecuencias de las medidas de restricción –como cuarentenas o cordones sanitarios– ha promovido la aplicación de esta estrategia pero de forma sincronizada en todas las comunas del Gran Santiago (y no solo en algunas de ellas, como finalmente lo hizo la autoridad). El investigador dijo a CIPER que las cuarentenas dinámicas no funcionaron porque la movilidad de las personas no se redujo lo suficiente en las primeras restricciones que se aplicaron en Las Condes, Vitacura, Lo Barnechea, Providencia, Independencia, Ñuñoa y Santiago. Esto quiere decir, explicó, que los viajes al interior de esas comunas debían reducirse a un 20% o 30%, y lo mismo con la movilidad que proviene desde otras zonas de la ciudad. Pero aquello no ocurrió:
«Nos enfrentamos a una situación completamente distinta: la movilidad al interior de esas comunas indica que el 70% de los viajes se mantuvo y, lo peor de todo, es que la movilidad desde las comunas que llamamos dormitorio, como La Granja, San Joaquín o La Pintana -que hoy son de las más afectadas-, se redujo solo entre un 30% y 40%. Efectivamente, se redujo un poco más que la movilidad al interior de cada comuna, pero aun así está por sobre los umbrales teóricos que cualquier persona que se dedica al modelamiento computacional de estos sistemas te dice que es razonable”, afirma.
La expresión más notoria de esto, agrega el investigador académico, fue que se llegaron a emitir 200 mil salvoconductos por día, muchos de los cuales eran para trabajadores de empresas constructoras que venían de comunas que no presentaban contagios y que no tenían la opción de quedarse en casa.
En todo caso, una cuarentena total con esos porcentajes de movilidad tampoco habría ayudado a aislar el virus, dice Pérez-Acle.
“Para que la cuarentena realmente funcione tiene que haber una reducción de movilidad súper significativa. Si no somos capaces de hacerlo vamos a ver que la letalidad de la enfermedad va a empezar a subir, lamentablemente, y de manera importante”, concluye Pérez-Acle, uno de los científicos que ha impulsado la estrategia de las cuarentenas dinámicas que ha seguido el gobierno.
Pero las noticias no son buenas. Si se requiere bajar a 20% o 30% la movilidad para que la cuarentena dé resultado, estamos muy lejos de esa meta. Así lo confirmó este miércoles 3 de junio el ministro Mañalich en su habitual reporte diario de la evolución de la pandemia. En ese punto de prensa dijo que la cuarentena total en la Región Metropolitana solo ha reducido la movilidad a un 70%. Y sostuvo que ese porcentaje debe bajar, al menos, a 35%.