HABLAN 25 REPARTIDORES DE UBER EATS, RAPPI, PEDIDOS YA Y CORNERSHOP
El relato de los trabajadores de delivery que viven la pandemia sin acceso a baños ni elementos de protección
07.04.2020
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
HABLAN 25 REPARTIDORES DE UBER EATS, RAPPI, PEDIDOS YA Y CORNERSHOP
07.04.2020
CIPER conversó con 25 repartidores de cuatro empresas: Uber Eats, Pedidos Ya, Rappi y Cornershop. Ninguno tiene acceso a baño y al menos hasta el 30 de marzo sólo cuatro habían recibido alcohol gel y mascarillas de sus empleadores. Las empresas destinaron un “fondo de emergencia” para mantener los ingresos de repartidores que se contagien, pero lo que preocupa a varios trabajadores es que no han podido acceder a elementos básicos de protección. En medio de la cuarentena más de 15 mil repartidores que operan en el país se han convertido en fuente vital de abastecimiento para miles de hogares. En algunos sectores, sin embargo, no son bienes básicos los más solicitados: pizzas y hamburguesas lideran los pedidos.
—Mis hijos tienen coronavirus. Déjame aquí nomás las cosas— dice una mujer al abrir la puerta de su departamento, ubicado en el cuarto piso de un edificio en Vitacura. La repartidora, con las bolsas en mano y el dedo en el timbre, a sólo centímetros de distancia de la clienta, queda congelada. Deja el pedido en el suelo y baja rápido las escaleras. Al momento de la entrega, no usaba guantes ni mascarilla.
Esto le sucedió el lunes 23 de marzo a una trabajadora de la empresa Cornershop que pidió mantener su identidad bajo reserva. Después del episodio decidió dejar de trabajar. “Colapsé”, dice. Los guantes y mascarillas que había comprado con su dinero se le habían acabado el jueves 19 de marzo, mismo día en que comenzó a regir el estado de catástrofe en todo el país.
El autoexilio laboral le duró, sin embargo, solo una semana. El 30 de marzo volvió a entregar pedidos. “Tengo que trabajar. Nadie nos obliga, nadie nos pone una pistola al pecho. Pero, ¿qué hacemos con nuestras deudas, nuestros arriendos, nuestra comida, nuestros hijos, las mensualidades de los colegios? Esa es nuestra verdadera pistola en el pecho”.
De hecho, estos trabajadores pueden ser “desactivados” de las aplicaciones de estas empresas “por inactividad”, como lo consignó la columna “La otra primera línea: Covid-19 y trabajadores de plataformas digitales”, publicada por CIPER/Académico el pasado jueves 2 de abril.
Los repartidores están desprotegidos y enfrentan una inusual demanda debido a la cuarentena y al aislamiento que se recomienda a la población para evitar el contagio, un lujo que ellos no pueden darse.
Conversamos con 25 trabajadores de las principales empresas de delivery que operan en Chile: Uber Eats, Pedidos Ya, Rappi y Cornershop. Ninguno de los entrevistados tiene acceso seguro a un baño –deben conseguirlo donde puedan– y hasta al menos el 30 de marzo –cuando los contagiados con Covid-19 en Chile bordeaban los 2.450 según cifras oficiales– a solo cuatro de ellos su empresa les había facilitado alcohol gel y mascarillas (Pedidos Ya).
En medio de la pandemia de coronavirus que al 5 de abril había cobrado poco más de 69 mil muertes en todo el mundo, son miles los repartidores que están en las calles de nuestro país. Más de 15 mil, según los datos entregados por las propias empresas. Rappi informó a CIPER que tiene a 4 mil trabajadores en las calles; Pedidos Ya a 7 mil y Cornershop a otros 4 mil. Representantes de Uber Eats indicaron a CIPER que no manejaban esa cifra.
La repartidora de Cornershop que volvió a trabajar tiene tres hijos, uno de ellos en la universidad. Vive en Recoleta, pero trabaja en el sector oriente de Santiago, donde hay más pedidos. Ese mismo lunes 23 de marzo tuvo que despachar cuatro: dos a Vitacura, uno a Las Condes y otro a Lo Barnechea. Uno de ellos fue de dos kilos de frutos secos, se demoró 45 minutos en ir a dejarlo –estaba a 12 kilómetros de distancia– y ganó $4.300. En total recibió $24 mil por los cuatro pedidos. “Me fue mal, porque debo hacer mínimo $30 mil diarios, para tener unas 150 lucas al final de la semana”.
Como la empresa para que la que trabaja no le garantiza acceso a un baño–situación que se extiende a los repartidores de los otros tres delivery considerados para este reportaje–, ella depende de los servicios de los supermercados para poder lavarse las manos. Apenas tuvo tiempo durante su jornada para buscar un lugar donde hacerlo, porque los pedidos cayeron sin descanso. Para poder acceder al baño de un supermercado debe hacer largas filas que hoy duran 15 minutos cuando son expeditas.
Cornershop envió un correo a sus repartidores el 19 de marzo –día en que comenzó a regir el estado de catástrofe en Chile– notificando que habían entregado miles de unidades de alcohol gel, pero reparaban en que no podían hacerlo “a la velocidad que quisiéramos, dado lo difícil que es conseguir stock de estos elementos”. Ese día, la repartidora intentó solicitar uno, pero ya se habían agotado.
A pesar del anuncio, los repartidores de esa empresa entrevistados para esta investigación acusan que la cantidad de alcohol gel entregada es insuficiente. Varios de ellos, incluso, no han recibido una gota. El fundador de Cornershop, Juan Pablo Cuevas, aseguró a CIPER que la empresa ya había entregado miles de unidades de alcohol gel, los que se repartieron en los mismos puntos donde se entregan bolsas y otros materiales de trabajo.
A mediados de marzo, Uber Eats y Rappi también notificaron a sus trabajadores de una supuesta entrega de alcohol gel, pero ninguno de los trabajadores de ambas empresas con los que CIPER conversó lo habían recibido.
“Estamos trabajando para proveerte de gel y mascarillas. Sin embargo, la oferta de estos productos es escasa”, fue el mensaje que envió Rappi a sus repartidores. Uber Eats, en tanto, comunicó a sus trabajadores: “Los suministros son limitados, pero estamos asociándonos con fabricantes y distribuidores para obtener el mayor número posible”.
Pese a la escasez de implementos de protección, las cuatro empresas de delivery consideradas para este reportaje indicaron a CIPER que pusieron en marcha un “fondo de emergencia” para ayudar económicamente a los repartidores que se contagien con Covid-19 o que hayan sido puestos en cuarentena por una autoridad de salud. Estos fondos consisten en pagarle al repartidor un promedio de lo que ganaba por día durante dos semanas.
En el caso de Cornershop, la compensación se entrega según el promedio de ganancia diarias del repartidor en los últimos seis meses, con un tope máximo diario de 60 mil pesos, al igual que en Pedidos Ya, con la diferencia que en esta empresa el monto se calcula contabilizando las ganancias de las últimas cuatro semanas. En Rappi la situación es más desfavorable para el repartidor, pues el tope máximo de compensación es de 23 mil pesos diarios, en el caso de que haya completado al menos 30 entregas durante los últimos 30 días. En el caso de Uber Eats, el monto se calcula de acuerdo al promedio de ganancias generadas durante los últimos seis meses. Si el repartidor ha estado menos tiempo en la aplicación, el promedio se calculará entre su primer día en la plataforma y el 6 de marzo.
Casi llegando al metro Los Leones, a la altura de calles Providencia y Lyon, tres hombres vestidos con overoles blancos y máscaras antigases desinfectan un paradero de micro. Se les acerca un fotógrafo y posan alegres para la cámara.
Son las cuatro de la tarde del lunes 30 de marzo. Avenida Nueva Providencia sería un desierto si no fuera por esos hombres y cerca de una docena de repartidores de comida de las empresas Uber Eats, Pedidos Ya y Rappi, todos sentados en los alrededores del local de hamburguesas Carl’s Jr. de Providencia.
Todos ellos son hoy pieza clave de la cadena de abastecimiento de hogares, en medio de la cuarentena decretada en varias comunas de la Región Metropolitana. Pero, al menos en este punto de reparto, no son insumos básicos los que mayormente deben transportar. Lo que más pide la gente en el sector oriente de Santiago –Providencia, Ñuñoa, Las Condes y Vitacura, entre otras– son hamburguesas y pizza, aseguran varios de los entrevistados.
Solo la mitad de la docena de repartidores apostados en este lugar lleva mascarillas –o algún sustituto– y guantes, el resto nada. Algunas de esas “mascarillas” solo son una bandana de género. Uno de ellos se cubre la boca con una toallita húmeda al momento de repartir.
Como ninguna de las empresas de delivery asegura a los repartidores acceso a baño y los malls están cerrados, encontrar un lugar donde lavarse las manos en una comuna desierta es una tarea titánica. Más aún cuando buena parte de los pocos restaurantes abiertos, les restringen la entrada.
“Me llevo una botellita con agua y con eso me lavo las manos de vez en cuando”, comenta la única mujer del grupo, una ecuatoriana, que no lleva mascarilla. Dice que todavía no tiene miedo, porque desde Guayaquil su familia le cuenta que la gente está muriendo en las calles.
Diego (28) –el hombre que cubría su boca con la toalla húmeda– es un joven peruano repartidor de Pedidos Ya. Explica que esta empresa sí ha entregado alcohol gel y mascarillas a sus repartidores. La entrega de estos implementos comenzó la semana del 23 de marzo, dice, mostrando en su celular la cita que el mismo agendó para ir a retirarlos.
Los insumos consisten en una botellita de alcohol gel de 250 ml, un par de guantes y una mascarilla reutilizable de género, con eficacia mucho menor a las mascarillas quirúrgicas.
Al menos hasta fines de marzo, para los repartidores de Uber Eats y Rappi la situación era distinta. Un repartidor de Uber Eats sentado en las escaleras de un restaurante contiguo al Carl’s Jr. de Providencia, comenta que dejó de comprar guantes y mascarillas porque era muy costoso. “En algunos restaurantes del sector oriente te dan estos implementos al momento de entregarte la comida. Pero no son todos”, cuenta. Ante la desprotección de los repartidores, efectivamente algunos restaurantes han optado por proveer de insumos –cuando los hay– a quienes reparten su comida. Otros, en cambio, elevan reclamos a las aplicaciones cuando ven a un repartidor sin protección.
Luis (28) es venezolano, ingeniero mecánico y repartidor de Rappi. Sentado en una banca se ajusta la mascarilla que tenía pegada al mentón. Nos comenta las mismas carencias que nos relataron sus compañeros hasta que suena una notificación de un pedido en su teléfono:
“Pero bueno, para nosotros es así: o me muero de hambre o me muero de coronavirus”.
El único ruido que se escucha al mediodía del 30 de marzo en las calles aledañas a Avenida Grecia con Campo de Deportes, es el de las motos de los repartidores de comida. En pocos minutos, al menos 15 cruzan en dirección al oriente.
Por la misma avenida, a la altura de José Pedro Alessandri, descansan tres repartidores de Rappi y uno de Uber Eats bajo la sombra. Todos venezolanos. Los cuatro contestan con una risa irónica a la pregunta de si la empresa les ha entregado insumos higiénicos:
“Pero si Rappi ni siquiera tiene oficinas en Santiago y Uber Eats las cerró todas luego de que empezara la pandemia”, dicen a coro dos de ellos. Efectivamente, Uber Eats y Rappi confirmaron a CIPER que sus oficinas y centros de atención y soporte a socios repartidores están cerrados por la pandemia.
En la esquina de Macul con Av. Grecia, frente a la entrada del centro comercial “Portal Ñuñoa”, está estacionado un repartidor de comida. Carga en su espalda la caja fluorescente de Uber Eats. Está inmóvil al sol, cuando hay 28 C°. Muchos nos han dicho que prefieren apartarse de la sombra: “Es que el virus se muere con el calor”, dice uno, haciendo eco de versiones no comprobadas –difundidas incluso por algunos noticiarios de televisión– sobre el comportamiento del virus a ciertas temperaturas.
El repartidor –sentado en su moto eléctrica y con una mascarilla azul que le cubre parte del rostro– espera su próximo llamado:
“Estas mascarillas las compro yo en la farmacia, porque Uber Eats no nos ha entregado nada”. Se encoge de hombros y prefiere no seguir hablando. Se queda allí, en la esquina de Macul con Av. Grecia, con el sol pegándole en la cara y el cuerpo.
CIPER se contactó con representantes en Chile de Rappi para consultarles por las medidas de seguridad que han tomado para prevenir el contagio de sus trabajadores y para exponerle la precaria situación de los repartidores. Desde la empresa respondieron el 3 de abril por escrito, indicando que recién el día anterior habían comenzado a distribuir mascarillas y alcohol gel a sus trabajadores. Agregaron que compraron además 55 mil mascarillas que aseguran “están en proceso de importación”. Respecto del acceso a baños, afirman que con sus “aliados” (algunos restoranes y supermercados) acordaron “facilitar a los repartidores un espacio para lavarse las manos frecuentemente”. A la fecha, indican que han repartido 350 unidades de alcohol gel y 200 mascarillas.
Poco antes, el 30 de marzo, Uber Eats envió una nueva notificación a sus repartidores indicándoles que les reembolsaría hasta $4 mil semanales por la compra de alcohol gel, mascarillas y guantes, entre otros insumos. Cornershop también da la opción a sus repartidores de reembolsar hasta $5 mil pesos semanales de gastos en productos de seguridad.