ENTREVISTA A FRANCIS GREEN, ECONOMISTA UCL
“Hemos llegado a un punto en que el éxito de los colegios privados está produciendo un daño al sistema público de educación”
05.04.2020
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ENTREVISTA A FRANCIS GREEN, ECONOMISTA UCL
05.04.2020
El libro “Motores de privilegio” desafía el sentido común de muchas familias chilenas, para las cuales los colegios de elite son el ideal de la educación. En esta entrevista, uno de sus autores, el economista Francis Green de la UCL, plantea que esos colegios dañan la democracia, pues jueces, ministros y empresarios terminan saliendo de un mismo grupo; y anulan la meritocracia, al facilitar el acceso de la elite a las mejores universidades y trabajos. Dice que no son un ideal a imitar sino un gran problema social. Su libro sugiere que si se busca reducir el poder de los más ricos, esos colegios tienen que cambiar.
En 2019, el economista y académico de UCL Francis Green y el historiador económico David Kynaston publicaron el libro “Motores de Privilegio, el problema de los colegios privados en Gran Bretaña” (Engines of Privilege: Britain’s Private School Problem. Bloomsbury. 2019). Allí presentan un acabado análisis de lo que identificaron como el “elefante en la sala” del debate sobre la desigualdad: los establecimientos donde se educa la elite; una industria pujante que año a año atrae al Reino Unido también a la descendencia de billonarios chinos, rusos y árabes bajo la promesa de una educación de calidad y acceso a los más exclusivos recursos deportivos, culturales, sociales.
Según los investigadores, estos colegios se han transformado en un problema de interés público por tres razones: primero, porque reproducen lo que la sociología denomina privilegio y la economía “ventajas agregadas”. Esto se manifiesta en que quienes estudian allí, por el solo hecho de egresar de esos establecimientos, ganan un salario que en promedio es 10% más alto (un premio que es, dicho sea de paso, mayor para hombres que para mujeres).
Segundo, porque estos colegios concentran una inversión altísima en educación, lo que es ineficiente desde una perspectiva económica: en vez de distribuir los recursos para que la mayoría acceda a una educación de calidad, la sociedad invierte mucho, y de manera creciente, en unos pocos.
Por último, porque sus egresados tienen más chance de entrar a universidades como Oxford, Cambridge o Bristol y acceder luego a puestos clave: la mayoría de los ministros de Estado, jueces de corte, abogados influyentes, parlamentarios, hombres o mujeres de negocios, son egresados de establecimientos privados. Frente a eso, los investigadores plantean las siguientes preguntas: ¿es esto justo? ¿queremos que los tomadores de decisión sean solo representantes de colegios de elite? ¿acaso el grupo dirigente no debe representar a la diversidad de la sociedad en un país que aspira a ser meritocrático?
Quienes envían a sus hijos a colegios privados de elite en Inglaterra no están haciendo un sacrificio económico. Tienen vacaciones en lugares exclusivos y van a restaurantes caros. Se trata de familias ricas, no familias que hacen sacrificios económicos para acceder a mejores oportunidades
Green y Kinaston no ven a los colegios privados como un ideal, sino como un problema social. Y crearon una organización para promover un debate informado sobre ‘este problema’. Han propuesto seis medidas para generar mayor inclusión en la educación escolar, que hacen sentido en Chile, un país donde los tomadores de decisión también vienen de los colegios privados (ver recuadro). El punto que los investigadores hacen es que, en un momento de la historia en el cual la educación se ha vuelto un bien estratégico, es necesario discutir sobre cómo transitar del modelo actual a uno inclusivo, donde los hijos de las clases trabajadoras y medias puedan acceder a una educación de calidad, sin importar los recursos económicos con los que cuentan sus familias.
“La proporción de personas influyentes en distintas áreas que proviene de la educación privada es altísima, en algunos casos grotesca. Por ejemplo en el área judicial, 74% de los magistrados fueron educados en el sistema privado; y entre los parlamentarios el 34%. Estos números nos hablan de una sociedad donde comprar el privilegio de la buena educación significa también comprar el privilegio de la buena vida y la influencia”, resume Green.
El economista plantea que el caso chileno es aún más complejo. Mientras en Gran Bretaña, para acceder a puestos altos es central haber pasado por una universidad de elite (altamente exigente y competitiva), en Chile el factor clave es el colegio privado. “Ustedes están peor que nosotros. Pues hay estudios econométricos, por ejemplo el de Seth D. Zimmerman (ver recuadro), que muestran como en Chile interactúan muy fuertemente el colegio de elite y la universidad de elite. En el caso chileno, igual que aquí, son los hombres los que consiguen estas ventajas adicionales no educativas. Es decir, son ellos los que acceden a mejores salarios y mejores puestos de trabajo”, explica.
Es la concentración de la riqueza de manera sostenida en el extremo alto de la distribución la que ha ayudado a mantener la educación privada en las últimas décadas.
-En su libro usted plantea que la educación privada es ineficiente desde un punto de vista económico. ¿Puede explicar por qué?
-Porque es ineficiente tener tantos recursos concentrados en un pequeño grupo de estudiantes. Cerca del 6 – 6,5% de los alumnos está en la educación privada en Gran Bretaña y cada uno de esos niños recibe tres veces los recursos que se invierten en un estudiante del sistema público. Ahora, si nos concentramos en la población de entre 16 y 18 años, ese 6% se transforma en 16%. A los 16 años muchos estudiantes deciden cursar un programa técnico, o irse al mundo laboral o derechamente al desempleo. Entonces, en el subgrupo de 16 a 18 años, quienes van a escuelas privadas son una proporción mayor; y las mensualidades que pagan son tan altas que es probable que los recursos que esos niños reciben sean tres y medio o cuatro veces lo que reciben los niños del sector público. En términos de dinero esto implica que mientras las escuelas públicas gastan en promedio 5,500 libras per cápita (cerca de $590 mil mensuales), en los establecimientos privados el promedio llega a las 18,000 libras (cerca de $ 2 millones mensuales). En el top está el “internado exclusivo”, donde la inversión al año puede llegar a más de 30,000 libras por año ($32.000.000, es decir poco más de $3 millones al mes).
-¿Y por qué eso es ineficiente?
-Porque si tienes mucho dinero para gastar en la educación de las personas de un país, ¿por qué querrías hacerlo dándole a los niños de un lado acceso no solo a dos sino a diez canchas deportivas, mientras que los del otro lado no tienen acceso a ninguna? Nuestra propuesta es que una redistribución de los recursos educativos desde el lado que tiene más al que tiene menos y que lo necesita, será mucho más económica y socialmente eficiente.
En nuestro libro además planteamos que hay un segundo problema con estos establecimientos. Aquí me refiero al déficit democrático que se produce cuando solo un pequeño número de colegios tiene el potencial de proveer los líderes de un país. Estamos hablando de los líderes políticos, jurídicos, y sobre todo quienes trabajan en el mundo de los negocios. Si tienes suficiente dinero y le das mucha más oportunidades de ser ministro de Estado a un niño de colegio privado que a los que crecen en las clases trabajadoras, no es democrático. Creo que es un déficit en la forma en que la democracia debe funcionar.
-Es ineficiente y poco democrático. Pero además usted plantea que es injusto…
-Puede ser que los argumentos de eficiencia y democracia no sean suficientes para algunas personas. Entonces se debe apelar también a la injusticia de esta situación. Si usted cree en una sociedad meritocrática, como la gran mayoría en este país dice creer; si usted cree en el principio de que, si trabajas duro, ese esfuerzo va a ser recompensado, el acceso a una educación de calidad debe ser distribuido de manera equitativa. Pero hoy nos encontramos con que la educación, que es tan importante para la vida moderna, está desigualmente distribuida. Así, en nuestro país, solo una pequeña proporción de la población está percibiendo los beneficios y recompensas del esfuerzo. Yo planteo que esto es injusto porque la educación es muy importante en la vida -en los trabajos a los que accedes, la influencia, el tipo de vida que tienes-, entonces la educación finalmente puede transformarse en recursos para “comprar” una vida mejor. Por todo lo anterior este es un problema que debe ser abordado por la sociedad actual.
Si tienes suficiente dinero y le das muchas más oportunidades de ser ministro de Estado a un niño de colegio privado que a los de las clases trabajadoras, eso no es democrático.
-¿Pero qué pasa con aquellos padres, madres que gastan enormes recursos para educar a sus hijos e hijas? ¿Por qué es injusto que esos hijos perciban salarios altos, si mal que mal hubo un enorme esfuerzo familiar detrás de su educación? ¿No es eso también meritocrático?
-La idea de que las personas que van a la educación privada son hijos de padres que han hecho enormes sacrificios económicos –o que incluso pueden estar sufriendo dificultades económicas-, es equivocada, según los datos. Quienes envían a sus hijos a colegios privados de elite en Inglaterra no están haciendo un sacrificio económico. Las familias que invierten en educación privada tienen vacaciones en lugares exclusivos y van a restaurantes caros. Es decir, se trata de familias ricas, con abuelos que también cuentan con recursos económicos. No son familias que hacen sacrificios económicos para acceder a mejores oportunidades. Los colegios privados en Inglaterra han triplicado el valor de la colegiatura en los últimos 30 años. Entonces estamos hablando de instituciones extremendamente ricas, con recursos increíbles.
-Y que reproducen el privilegio…
-Sí, pero particularmente el privilegio de los más ricos. Una de las consecuencias de la creciente desigualdad de riqueza que hemos visto en muchos países en las últimas décadas, y que Thomas Piketty ha descrito con mucha claridad, es el mantenimiento de la educación privada. Eso rige para Inglaterra y sospecho que para otros países también.
-¿Entonces un motor de la concentración de la riqueza es el sistema educativo privado?
-Mi punto en realidad es justamente lo contrario. Creo que la desigualdad en la riqueza sostiene la demanda por educación privada. Si pensamos en las cuotas que se pagan en promedio, las 18,000 libras por año, eso es una proporción muy alta de los ingresos. Entonces, para pagar eso por dos hijos, por ejemplo, durante toda su vida escolar, necesitas tener ahorros o riqueza. Según mis investigaciones, es la concentración de la riqueza de manera sostenida en el extremo alto de la distribución la que ha ayudado a mantener la educación privada en las últimas décadas. Porque antes los precios que cobraban estos colegios privados no eran tan altos. Pero actualmente son tres veces lo que eran en los 80’ o los 90’, y la proporción de clientes se ha mantenido más o menos igual.
-¿Y eso qué significa?
-Que la riqueza de estos grupos ha aumentado de tal manera que pueden pagar esos precios altos.
Si mis hijos o tus hijos llegan a universidades de alta calidad debiese ser resultado de su habilidad y de cuán duro trabajan, no de la inversión que podemos hacer los padres.
–En su libro propone reformas para generar un sistema de educación inclusivo. Por ejemplo, que estos colegios privados se abran a recibir estudiantes de orígenes diversos. Tomando en cuenta los datos que me acaba de dar, que las familias hoy están dispuestas a pagar más por la exclusividad, ¿usted cree que pueden aceptar reformas como la que plantea?
-Esa es una muy buena pregunta. Creo que un número de padres no va a estar de acuerdo, porque la ventaja para algunos está justamente en la exclusividad, y pagas por ello. Sin embargo, cuando hablo con los directores de colegios privados, ellos manifiestan una disposición a ser menos exclusivos socialmente. Creo que para algunos de ellos es un deseo genuino, porque reconocen que esto es injusto y les gustaría que hubiese cambios. Entienden además que buena parte de las familias que asisten a esas escuelas no se van a alarmar y les gustaría ver más diversidad dentro de su población. Por supuesto esto va a requerir muchos ajustes, pero creo que es posible si se lleva a cabo un trabajo con los estudiantes y sus familias, que permita incluir un 30% de niños de escuelas públicas.
-Usted plantea que, para generar un sistema más inclusivo, es necesario hacer cambios a la educación privada. En Chile eso sería leído como “nivelar hacia abajo”, pues lo que habría que hacer es mejorar la educación pública y llevarla a los niveles de la educación privada. ¿Qué piensa de ese argumento?
-Mi respuesta a ese tema es que éstas no deben entenderse como políticas sustitutas. Es decir, yo no estoy diciendo que vas a resolver los problemas de la educación pública reformando la educación privada. Aclarado eso, me parece necesario decir lo siguiente: hemos llegado a un punto en que el éxito de los colegios privados está produciendo un daño al sistema público de educación. Ello pues hay una competencia muy fuerte por acceder a cupos en las universidades de elite entre dos tipos de familias. Por un lado, la que gasta mucho dinero para que su hijo obtenga mejores resultados y logra que entre a una universidad de elite perteneciente al Grupo Russell. Y tienes otra familia que no cuenta con esos recursos materiales, culturales o sociales. Pues bien, en el caso del primer estudiante que accede a la universidad de elite, se le está permitiendo que suba, que consagre su posición, mientras el otro cae. Esto quiere decir que la educación privada te da mejor educación en un sentido absoluto y relativo. Y creo que muchas personas consideramos eso injusto.
-¿Por qué?
-Porque si mis hijos o tus hijos llegan a universidades de alta calidad debiese ser resultado de su habilidad y de cuán duro trabajan, no de la inversión que podemos hacer los padres. Entonces, frente a aquellos que dicen por qué no mejorar el nivel de las escuelas públicas en lugar de bajar el nivel de los establecimientos privados, lo que yo les diría es que lo que necesitamos hacer es nivelar, pero nivelar en una dirección ascendente. Si tu tienes una integración parcial del sistema, que es lo que proponemos, los colegios privados están obligados a recibir a una proporción de niños de colegios públicos; estudiantes de escasos recursos. Si ellos se hacen cargo de estos niños, sin aplicar mecanismos de selección, esos colegios se volverán menos exclusivos de manera real. Y de esa manera puedes empezar de verdad a reducir las diferencias de recursos entre los dos sectores. Yo no pienso necesariamente que sea bueno llegar y abolir la educación privada. Pero podemos reducir el gap entre ambos sistemas y contribuir a una mejora general.
En el área judicial, 74% de los magistrados fueron educados en el sistema privado; y entre los parlamentarios el 34%. Estos números nos hablan de una sociedad donde comprar el privilegio de la buena educación significa también comprar el privilegio de la buena vida y la influencia.
-En su libro usted explica que “los estudiantes de colegios públicos tienden a tener un mejor desempeño en la universidad que los egresados de colegios privados”. ¿Cómo puede ocurrir eso tomando en cuenta todos los recursos invertidos y la especialización de la educación privada?
-Según nuestros datos, cuando comparamos los resultados en la universidad, en promedio, el egresado de colegio público lo hace un poco mejor. Estoy hablando de dos estudiantes, hombres o mujeres, egresados con las mismas calificaciones de la escuela, solo que uno viene de colegio público y el otro de un establecimento privado.
-¿Por qué ocurre eso? Si en uno de estos estudiantes se invirtió tanto, uno esperaría que le fuera mejor…
-Claro, pero la inversión se hizo en la etapa escolar. Una vez que llegan a la universidad, parten de igual a igual, están sentados en la misma sala de clases.
-Entiendo, pero uno de ellos tuvo acceso a experiencias educativas de mejor calidad…
-Sí. Entonces, la explicación puede estar en las habilidades propias de los individuos, lo que quiera que llamemos habilidades propias o naturales. Estas cuentan y quizás el estudiante de escuela pública tiene algunas habilidades que le permitieron llegar allí, y entonces una vez que están en la universidad y compiten, digamos, en una cancha igual -es decir, rinden los mismos exámenes, asisten a las mismas clases-, bueno, esas habilidades pueden explicar la diferencia.
-Le hago esta pregunta porque ese resultado me recuerda algunas ideas planteadas por el sociólogo Shamus Khan. En un libro llamado Privilegio, resultado de una etnografía en un colegio de elite en Estados Unidos, plantea que esos espacios exclusivos, más que exigencia académica, proveen la posibilidad de encarnar el privilegio; enseñan a ser y comportarse como privilegiado. Y concluye que esos estudiantes llegan arriba fundamentalmente por su acceso a redes, a un conocimiento sobre formas de ser, etc. Es decir, hay mucho más de clase que de capacidades, por decirlo de alguna manera…
-Eso es quizás en Estados Unidos, pero las situaciones varían entre países. Yo creo que en este país tenemos un sistema meritocrático de ingreso a las universidades. Es decir, tienes que tener buenos resultados en tus A levels (las pruebas que rinden los estudiantes en Inglaterra para postular a una universidad). Si postulas a Oxford o Cambridge, se aplica además un sistema de entrevistas estricto, entonces la gente trabaja duro para conseguir un cupo en una universidad buena. Y por ello dicen ‘bueno, yo trabajé duro, entonces me merezco lo que tengo’ y no se dan cuenta de los privilegios de los que han gozado también en el camino. Coincido en que esfuerzo y dinero pueden no ser equivalentes, pero tiendo a pensar que en este país caminan juntos, por lo menos actualmente. Hace 50 años, cuando yo estaba en la universidad, podías encontrarte ahí gente que quizás no se había esforzado mucho, pero que tenían mucho dinero y lograban llegar a Oxford y estar bien ahí, porque luego había un trabajo que los estaba esperando. Pero esos tiempos han cambiado. Hay distintas formas de convertirse en elite. Pero creo que la educación de calidad se ha vuelto el principal camino.
Si usted cree en una sociedad meritocrática, como la gran mayoría en este país dice creer; si usted cree en el principio de que, si trabajas duro, ese esfuerzo va a ser recompensado, el acceso a una educación de calidad debe ser distribuido de manera equitativa.
La influencia social del colegio privado chileno ha sido documentada por el economista de la Universidad de Yale Seth D. Zimmerman, quien publicó recientemente un estudio donde analiza las trayectorias de los egresados de programas universitarios de elite en el área de los negocios.
Zimmerman muestra que el 1,8% de los egresados de estos programas ocupa el 41% de los puestos directivos y percibe el 39% de los salarios del 0,1% más alto. Estas ganancias (llegar a las mejores posiciones y figurar en el 0,1% de los mejor pagados) se las llevan fundamentalmente los hombres egresados de colegios privados exclusivos, pero no las mujeres egresadas de esos establecimientos ni los hombres egresados de otro tipo de colegios (pese a haber sido compañeros en los mismos programas universitarios de elite).
Este estudio de 2019 es la continuación de un estudio que Zimmerman publicó en 2013, en el cual demostró que los egresados de colegios privados de élite – Saint George, Verbo Divino, Grange, Sagrados Corazones de Manquehue, Tabancura, San Ignacio, Alianza Francesa, Craighouse y Scuola Italiana- acapararon el 53% de los 3.759 altos puestos directivos en Chile.
En línea con lo encontrado por Zimmerman, una encuesta publicada por La Tercera en julio de 2019, mostró que la esfera pública también está dominada por egresados de colegios privados. El 54% de los ministros, subsecretarios, diputados y senadores, egresó de algún colegio particular, mientras el 30% lo hizo de la educación municipal. Cuando el foco se pone en el gabinete de Piñera “el 87% de los ministros y subsecretarios estudió en un colegio particular pagado”, consigna la encuesta. Solo tres de las 60 autoridades de gobierno venían de un liceo municipal.
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