COLUMNA DE OPINIÓN
Retrato de un clan de la Primera Línea
06.01.2020
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COLUMNA DE OPINIÓN
06.01.2020
Durante dos meses, la antropóloga Magdalena Claude observó y entrevistó a un clan de Primera Línea: cinco hombres, entre 25 y 30 años, trabajadores del sector servicios, sin militancia política. En esta columna, junto con una detallada descripción de los roles que existen en esta organización, se describen los motivos por los que ellos asisten todos los días a enfrentarse con Carabineros; y también, su opinión sobre una violencia que parece aumentar: “En ambos lados hay gente buena y mala, pero a los pacos les gusta reprimir porque se sienten con poder. De eso se trata: de disputar el poder”, dice el escudero del clan.
Fotografías: Laura González M.
Desde el estallido social del 18/O, la Primera Línea se ha transformado en un actor gravitante y reconocible. El gobierno y varios medios los acusan de ser responsables del saqueo y del vandalismo que ha destruido la llamada zona cero; pero muchas personas les reconocen la protección que brindan a las manifestaciones frente la actuación policial, que cuatro informes de derechos humanos han condenado como brutal.
En una columna publicada este fin de semana, el cientista político Alfredo Joignant planteó que existen varias Primera Línea, integradas por una diversidad de grupos: capuchas, barras bravas, narcos, liceanos y estudiantes, niños y adolescentes del Sename. La particularidad del fenómeno estaría justamente en ser un “espacio” por el que distintos grupos transitan.
En esta columna me propongo presentar a un grupo en particular dentro de esta Primera Línea: el clan ACAB. La descripción se sustenta en aproximadamente dos meses de observación etnográfica y entrevistas realizadas a algunos miembros del grupo, todos jóvenes de una comuna del sector poniente de Santiago que participan en Primera Línea desde el inicio del estallido social. ACAB proviene de un acrónimo inglés: all cops are bastards (en español: todos los policías son bastardos), una expresión que tiene distintos orígenes pero que popularizó el punk inglés. Llegué a este clan de manera fortuita. Estaba en un café conversando con una persona sobre las violaciones a los derechos humanos ocurridas tras los primeros días de protesta, y quien nos atendía se interesó en nuestra conversación. El joven garzón era integrante del clan y me puso en contacto con su grupo.
“Yo sé que mucha gente nos ve como ‘vándalos’ por los saqueos y porque los medios generalizan hechos aislados. Aunque yo no participo de esas cosas, en la Primera Línea hay diversidad social, básicamente hay de todo. Pero la gran mayoría está ahí peleando por más dignidad social. Con Carabineros tenemos una diferencia ética porque no atacamos deliberadamente” (Peñasquero, Clan ACAB).
La Primera Línea se organiza en clanes, sin líderes ni coordinación centralizada pues se identifican como un movimiento autoconvocado, cuya primera tarea es defender la marcha de la arremetida policial. Un clan en términos modernos podría corresponder a un grupo de personas con un interés común. Pero desde una mirada más clásica, representa una forma de organización política y social basada en relaciones de parentesco de grupos socialmente fragmentados. El Clan ACAB está compuesto por cinco jóvenes que se conocían de su barrio de origen y algunos comparten lazos de parentesco. Dentro del clan ocupan roles variados, que se refieren fundamentalmente a las tareas defensivas y ofensivas que desempeñan en la Primera Línea de la marcha, donde hay escuderos/as; peñasqueros/as; antigases o ‘apagalacris[1]’; honderos/as; punteros/as; hidratadores y mineros/as, o pirquineros/as. Dos de quienes cumplían roles defensivos en este clan fueron gravemente heridos por perdigones y golpes de Carabineros. Quienes aquí exponen sus testimonios son el escudero, el peñasquero y el antigases.
Es importante mencionar que este es un estudio de caso en desarrollo. En diálogo con lo afirmado por Joignant, considero que es apresurado determinar hoy qué grupo es mayoría, pues en la Primera Línea actúan desde adolescentes hasta personas del perfil del Clan ACAB
Los clanes son estructuras que emergieron espontáneamente tras el 18/O para cumplir con el siguiente objetivo: resguardar la manifestación pacífica. Su tarea es impedir el avance de Carabineros hacia el centro de la manifestación.
La posición que cada uno ocupa “está relacionada con los límites personales. Yo me considero pacifista y cristiano e incapaz de atacar a alguien, por eso definí que mi forma de aportar era recogiendo gases o apagándolos” (Antigases, Clan ACAB).
“No niego que más de algún manifestante empieza la provocación porque ha tenido malas experiencias anteriores con la policía, es un círculo. En ambos lados hay gente buena y mala, pero a los pacos les gusta reprimir porque se sienten con poder. De eso se trata: de disputar el poder” (Escudero, Clan ACAB).
El escudero ocupa la primera ubicación defensiva, su función es formar una barrera de contención frente a Carabineros. Los escudos están fabricados de forma artesanal con antenas satelitales, barriles, tablas, señaléticas o techumbres y están personalizados con frases o símbolos que los representan. En el caso del escudero del Clan ACAB, la consigna que decora su protección es ‘nunca te rindas’. “Hay un vínculo que se genera en la Primera Línea, no tanto porque se conoce gente, sino que cuando se ayuda a personas que uno ni siquiera conoce, te da un sentimiento de satisfacción” (Escudero, Clan ACAB).
Los miembros del Clan ACAB tienen entre 25 y 30 años, nacieron en democracia y se identifican como parte de una ‘generación sin miedo’. Explican que su forma de manifestarse “surge por la necesidad de protegerse de la violencia de Carabineros. En realidad, todo surge por necesidad, la palabra clave es: necesidad. Desde los implementos que usamos para protegernos o atacar… Con el paso de los días nos dimos cuenta de que ayudábamos a que la manifestación pacífica se pudiera desarrollar porque conteníamos el ataque de la policía” (Antigases, Clan ACAB).
Si bien en todos los movimientos sociales han existido grupos que se resisten a las fuerzas especiales de manera directa y en muchas ocasiones también violenta, generalmente esos enfrentamientos ocurren al final de las marchas y de manera marginal. La Primera Línea, en esto es distinta.
“Como su nombre lo indica, está primera, haciendo frente a los pacos. Como es tanta gente la que se manifiesta, no se hacen marchas, sino que concentraciones y de estar en el fondo pasamos a estar al frente” (Peñasquero, Clan ACAB).
En la segunda posición del frente se ubica el peñasquero, que corresponde a la línea ofensiva de corto alcance: “Una piedra igual puede dañar a un carabinero, pero ningún carabinero se encuentra desarmado o desprotegido; y hay que guardar las dimensiones porque son piedras contra bombas y balines”, explica el Peñasquero del Clan ACAB.
En la tercera posición está el antigases. Su rol defensivo es clave para todos los manifestantes: son los encargados de apagar lacrimógenas en botellones de agua con bicarbonato o lanzarlas de vuelta a Carabineros. Pero muchos prefieren ‘cazarlas’ porque las coleccionan. A menudo actúan desde el fondo de la Primera Línea, y buscan impedir que las bombas lacrimógenas cumplan su objetivo de dispersión de la manifestación.
Cerca de los antigases y en posición ofensiva, se encuentra el hondero que actúa de manera individual o colectiva, según el tamaño del proyectil.
El 12 de noviembre, durante el paro nacional que convocó Unidad Social, la línea de fondo defensiva incorporó luces láser color verde manejadas por las y los punteros. Son los más numerosos de la Primera Línea y su rol es obstaculizar la visión de Carabineros. Los láser se pueden conseguir fácilmente porque los venden durante las concentraciones. En esta zona también están las y los hidratadores que ayudan a las personas afectadas por los gases con agua de laurel, agua con bicarbonato y leche de magnesio.
Alejados del epicentro de acción de la Primera Línea, están las y los mineros, que con estacas o martillos extraen adoquines para fabricar proyectiles y proveer a las posiciones ofensivas. Su labor, fundamental en el despliegue defensivo y ofensivo de Primera Línea, deja huella en muros, pavimento, maceteros y aceras. Las y los mineros tienen su propia organización y actúan en grupos. Entre ellos están quienes pican los materiales en canteros improvisados, una cuneta o un muro; y quienes trasladan los peñascos en bolsas y mochilas e incluso bicicletas. También generan cadenas humanas para entregar el material y las piedras más grandes se utilizan para construir muros con los que imposibilitan el paso de carros policiales en puntos estratégicos previamente identificados. Esta “técnica se imitó de Hong Kong ya que, al igual que las barricadas, permite delimitar simbólicamente el territorio de conflicto y se hace más necesaria al caer la noche para evitar la emboscada de carros policiales en la ‘cacería’ –el punto más álgido de la represión-» (Peñasquero, Clan ACAB).
Quienes integran el Clan ACAB son jóvenes que, terminada su jornada laboral, se dirigen a la Primera Línea. Ninguno pertenece a organizaciones políticas, pero algunos votan. Cuando se les pregunta sobre los porqués del movimiento social, lo explican como el resultado de la desigualdad, la lucha de clases y la disputa del poder. “Finalmente todos estamos acá por lo mismo, por mayor justicia social, solo que lo expresamos de diferentes formas” (Peñasquero, Clan ACAB).
Con su participación en este frente buscan ayudar a la construcción de una sociedad donde se garanticen derechos básicos. Pero en su forma de manifestarse, enfrentándose constantemente a la policía, expresan también la ira individual que acumulan contra un sistema que les ha fallado muchas veces. “Nuestra abuela murió esperando que la llamaran para que se pudiera atender en el hospital, y cuando nos llamaron ya era tarde, ni siquiera revisan si la persona sigue viva. Otro de mis amigos que participa acá tiene un familiar con cáncer y han sufrido mucho con el proceso” (Antigases, Clan ACAB).
Escucharlos y observarlos en el ‘campo de batalla’, permite comprender que para los jóvenes como el Clan ACAB, lo que se construye es también un relato y una estrategia que busca potenciar el sentido de justicia social y los frágiles lazos de la comunidad perdida. Muchos de los discursos de desarrollo, con sus indicadores económicos, que eran de uso común antes del 18/O, carecen de sentido en la Primera Línea. Una de las ideas que más valor ha perdido es la de la meritocracia, a la que consideran una trampa de las elites y la clase política para mantener sus privilegios. Piensan que el Estado, a través de lo que llaman “la doctrina del shock”, busca poner a ‘pobres contra pobres’, para mantener el statu quo.
“El Clan ACAB está compuesto por cinco jóvenes que se conocían desde el barrio y algunos comparten lazos de parentesco. Dentro del clan ocupan roles que se refieren a las tareas defensivas y ofensivas que desempeñan en la Primera Línea de la marcha, donde hay escuderos/as; peñasqueros/as; antigases o ‘apagalacris’; honderos/as; punteros/as; hidratadores y mineros/as, o pirquineros/as”
Frente a la violencia que ellos ejercen, el escudero piensa que se trata de un daño “colateral” para enfrentar una realidad violenta a la que no quieren volver. «Mi mamá (…) no está tan de acuerdo con esta forma de manifestarse porque se preocupa y no le parece que se rompan cosas de la vía pública –que es un daño colateral-, pero yo creo que no lo entiende. Yo, que salgo todos los días al trabajo y me muevo en metro y micro, veo como es la realidad de la gente, que se demora horas en llegar a la casa y lo que ganan no les alcanza para vivir. Te dicen que eres de ‘clase media’ para vivir endeudado, pero la clase media no existe porque si no te alcanza para lo básico, eres pobre. Entiendo esto porque lo veo y recién después de la primera semana empecé a moverme a la Primera Línea porque encontré una antena en la casa y pensé que me podía servir para algo y terminé siendo escudero” (Escudero, Clan ACAB).
La Primera Línea no solo enfrenta a la policía. Hay testimonios de que ayudaron a contener el incendio del Cine Arte Alameda, y que también prestan ayuda a las Brigadas de Salud. “Muchas veces me ha tocado ver como miembros de la Primera Línea colaboran en acciones de protección y traslado de heridos” (Peñasquero, Clan ACAB). Pero también hay acusaciones y fotografías que vinculan a grupos de la Primera Línea con el incendio de la iglesia San Francisco de Borja. En este caso, la prensa habló de encapuchados, que pueden ser o no Primera Línea. Los entrevistados del Clan ACAB reconocen que la diversidad de la Primera Línea abre espacio a distintos tipos de violencia.
“Yo sé que mucha gente nos ve como ‘vándalos’ por el tema de los saqueos, porque los medios generalizan hechos aislados. Aunque yo no participo de esas cosas, en la Primera Línea hay diversidad social, básicamente hay de todo. Pero la gran mayoría está ahí peleando por más dignidad social. Con Carabineros tenemos una diferencia ética porque no atacamos deliberadamente” (Peñasquero, Clan ACAB).
Todos condenan los saqueos a pequeños locatarios porque los identifican como parte su misma clase social. Parte de esa clase es la policía.
“Mi mamá (…) no está tan de acuerdo con esta forma de manifestarse porque se preocupa y no le parece que se rompan cosas de la vía pública –que es un daño colateral-, pero yo creo que no lo entiende. Yo que salgo todos los días al trabajo y me muevo en metro y micro, veo como es la realidad de la gente, que se demora horas en llegar a la casa y lo que ganan no les alcanza para vivir”. (Escudero, Clan ACAB).
“Con los pacos siento rabia e impotencia. ¿Por qué no se sacan la venda de los ojos y se dan cuenta que también son esclavos del sistema y están ahí cuidando los intereses de la élite? Es una respuesta y sí, es violencia, es una relación violenta entre manifestantes y Carabineros. No niego que más de algún manifestante empieza la provocación porque ha tenido malas experiencias anteriores con la policía, es un círculo. En ambos lados hay gente buena y mala, pero a los pacos les gusta reprimir porque se sienten con poder. De eso se trata: de disputar el poder. Yo reconozco que voy con miedo, pero no me detiene porque no podría lograr ningún cambio con miedo y el lema de mi escudo no serviría. Quizás es utópico, pero estoy en esto hasta que haya un cambio real” (Escudero, Clan ACAB).
[1] Hace referencia a que apagan las bombas lacrimógenas lanzadas por carabineros.
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