CIPER/The Conversation
La misión de las empresas según Gandhi
07.10.2019
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07.10.2019
Gandhi, gran ejemplo de desobediencia civil no violenta, no solo inspiró a Luther King o Mandela: también influyó en los fundadores de transnacionales indias como Bajaj y Tata. A 150 años de su nacimiento, dos investigadores de Harvard detallan su mensaje a las empresas. Por ejemplo, la importancia que le asignaba a la reputación; o a la mirada de largo plazo, que considerara el medio ambiente y la comunidad. Si estuviera vivo “seguramente pediría a los defensores de los coches autónomos que considerasen el impacto en las vidas de cientos de miles de taxistas», escriben G. Jones y S. Sheth, en esta columna para The Conversation.
Geoffrey Jones, Harvard Business School y Sudev Sheth, Universidad de Pennsylvania, para The Conversation.
El idealista Mahatma Gandhi, de cuyo nacimiento se cumplen ahora 150 años, es un símbolo mundial de la lucha sin violencia y la desobediencia civil, con la que consiguió derrocar el régimen colonial británico en la India.
La popularidad de sus acciones pacíficas, que inspiraron a varios activistas por los derechos sociales como Martin Luther King Jr. y Nelson Mandela, ha opacado otra importante faceta de sus enseñanzas: cuál debería ser el papel de las empresas en la sociedad.
Gandhi consideraba que debían ser gestionadas otorgando valor a la responsabilidad social y no solo a los beneficios económicos, una visión que la Business Roundtable (asociación de CEOs de EE.UU.) ha compartido recientemente.
Su percepción sobre cuál debería ser la misión de las empresas ha inspirado a generaciones de ejecutivos hindúes para crear compañías más sostenibles. Como especialistas en Historia mundial de los negocios, creemos que su mensaje debería llegar a grandes ejecutivos y emprendedores de todo el mundo.
Nacido en la India bajo el yugo colonial de Gran Bretaña el 2 de octubre de 1869, Mohandas K. Gandhi fue hijo de una era en la que la globalización avanzaba a pasos agigantados.
La investigación que hemos llevado a cabo sobre la infancia y la adolescencia de Gandhi y sus primeros escritos revela que su visión del mundo estaba irremediablemente marcada por los nuevos horizontes que el barco de vapor, el ferrocarril y el telégrafo habían abierto.
Gandhi supo identificar los innumerables desafíos a los que se enfrentaba la sociedad con la creciente facilidad para viajar, la circulación de medios impresos y el incremento de las rutas comerciales (los sellos característicos de la primera ola de la globalización, que se extendió desde 1840 hasta 1929).
Entre los retos que citaba Gandhi se encontraban una feroz desigualdad entre el acaudalado Occidente y el resto del planeta y, dentro de las propias sociedades, la tensión racial y las heridas provocadas por el colonialismo y el imperialismo. Era un mundo de ganadores y perdedores y, aunque procedía de una familia adinerada, Gandhi dedicó su vida a dar la cara por aquellos que carecían de un nivel de vida digno.
Gandhi estudió Derecho en Londres, donde descubrió las obras de filósofos radicales europeos y norteamericanos como León Tolstói, Henry David Thoreau, Ralph Waldo Emerson y John Ruskin, todos ellos trascendentalistas que abogaban por el uso de la intuición frente a la lógica.
El emocionante discurso de Ruskin sobre los horrores ecológicos de la industrialización llamó particularmente la atención de Gandhi y le llevó a traducir a su lengua materna, el guyaratí, una de las muchas obras de Ruskin, Unto This Last.
En 1893 Gandhi consiguió su primer empleo como abogado en la colonia británica de Sudáfrica. Fue allí, y no en India, donde forjó su radical ideario político y ético sobre los negocios.
Su primer discurso en público tuvo lugar en Pretoria y fue dirigido a un grupo de empresarios hindúes. Tal y como recordaba Gandhi en su sincera autobiografía, Reflexiones sobre la verdad:
Llevaba bien preparado el tema, que no era otro que la observación de la verdad en los negocios. Siempre había escuchado que los comerciantes decían que la verdad no tenía cabida en los negocios, opinión que no compartía ni entonces ni ahora.
Gandhi volvió a la India, aún ocupada por los británicos, en 1915, y continuó desarrollando sus ideas sobre el papel de los negocios en la sociedad y aprendiendo de sus encuentros con importantes hombres de negocios como Sir Ratanji Tata, G. D. Birla o Jamnalal Bajaj, a los que también influyó.
A día de hoy los hijos y nietos de los primeros discípulos de Gandhi siguen al frente de sus negocios familiares, reconocidos no solo como unos de los más sólidos de India, sino de todo el mundo.
La postura de Gandhi acerca del significado de las administraciones fiduciarias se explicaba con todo lujo de detalles en el popular Harijan, un periódico semanal que impulsó para llamar la atención sobre los problemas sociales y económicos que afectaban a la India.
Un estudio del archivo de Harijan desde 1933 a 1955 nos ha ayudado a identificar los elementos fundamentales de las administraciones fiduciarias según Gandhi:
Gandhi fue asesinado en 1948, justo después de que la India consiguiera la independencia. Sin embargo, sus ideas siguen guiando algunas de las empresas más importantes del país.
Las respuestas obtenidas gracias a las entrevistas realizadas para el archivo de historia oral de la Harvard Business School sorprendieron a todo el mundo al develar la influencia de Gandhi en el estilo de liderazgo de las compañías modernas en varios países en las últimas décadas, en las que se han explorado prácticas comerciales más sostenibles.
“Debemos cuidar de todos los actores implicados”, manifiesta el multimillonario Rahul Bajaj, presidente de uno de los más grandes y antiguos conglomerados de la India, y alude a la relación de su abuelo con Gandhi:
«No puedes crear un producto de mala calidad y venderlo a un coste elevado y luego limpiar tu conciencia rezando en el templo o ejerciendo la caridad. No solo no está bien, sino que tampoco servirá de nada, ya que la empresa no será sostenible», razona.
Anil Jain, vicepresidente y director ejecutivo de la segunda compañía de sistemas de microirrigación más grande del mundo, recuerda: «Mahatma Gandhi influyó enormemente en mi padre. Gandhi creía en la sencillez, sostenía que la verdadera India vivía en las aldeas y que, si no se transformaban y mejoraban, era imposible que el país avanzase».
Las ideas de Gandhi estaban en constante evolución gracias al permanente diálogo que mantenía con la comunidad empresarial, una de las razones por las que sus ideas gozan de relevancia en la actualidad.
Imaginemos la aplicación de un enfoque gandhiano en las compañías tecnológicas de vanguardia. Seguramente Gandhi pediría a los defensores de los coches autónomos que considerasen el impacto que la fabricación de los automóviles produce en las vidas de cientos de miles de taxistas en todo el mundo. Quizá pediría a los defensores del comercio electrónico que pensaran en las consecuencias para las comunidades locales y para el cambio climático. Preguntaría a los accionistas de las empresas si merece la pena cerrar fábricas y renunciar a la sostenibilidad de las comunidades para maximizar dividendos.
Gandhi no tenía todas las respuestas, pero creemos que hacía las preguntas adecuadas. Sus sabias palabras acerca de los fideicomisos son, sin duda, un buen punto de partida para empresarios y emprendedores en ciernes.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea aquí el original. CIPER lo difunde en el marco del acuerdo que ambos medios tienen para divulgar investigación académica en formato accesible para todo público.