ABOGADOS VIAJARON CON GRAL. FRANZANI A REVISAR VERSIÓN OFICIAL QUE FALSEÓ LOS HECHOS
La reconstrucción del crimen de Catrillanca deja en evidencia que alguien ordenó mentir
04.12.2018
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ABOGADOS VIAJARON CON GRAL. FRANZANI A REVISAR VERSIÓN OFICIAL QUE FALSEÓ LOS HECHOS
04.12.2018
CIPER reconstruye, minuto a minuto, la jornada en que Camilo Catrillanca fue asesinado y cómo fue cambiando la versión de Carabineros. Más de 40 efectivos participaron en el operativo, se dispararon 406 tiros y 150 lacrimógenas. Esa misma noche, antes de que los policías declararan en la Fiscalía, se realizaron reuniones entre oficiales de alta graduación, liderados por el general Christian Franzani, quien viajó desde Santiago con abogados que revisaron el informe oficial del procedimiento. Lo que se acordó en esas reuniones es una pieza clave que falta después de que el carabinero que disparó a Catrillanca dijo que fueron obligados a mentir.
La jornada escolar del miércoles 14 de noviembre ha concluido y tres vehículos abandonan en caravana la escuela rural de Santa Rosa. Los conducen las profesoras I.F.A. (51 años), M.M.M. (39) y K.S.A. (27). Como ocurre casi todos los días, las docentes se dirigen en grupo hacia la ruta R-50 que conduce a Ercilla. Pero esta vez no lo hacen por el camino vecinal que ocupan habitualmente. Deciden internarse por una ruta alternativa. Los vehículos avanzan en fila india, los tres son de color gris, y en uno de ellos, el que conduce M.M.M., van dos niños de nueve años: C.A.S.M. y N.S.C.M.
Apenas unos minutos después se encuentran con la vía bloqueada por un cerco de tres hebras de alambre de púas y por gruesas ramas de eucaliptus. Mientras deciden si se bajan a despejar la ruta o volver, cuatro encapuchados surgen del bosque. Las intimidan con armas de fuego, un hacha y un machete.
Los detalles del infierno que viven las tres maestras y los dos niños, quedarán registrados en el Parte Denuncia elaborado esa misma tarde por el sargento Juan Cid, quien entrevistará a las víctimas apenas media hora después del violento asalto.
Las profesoras están aterradas, los niños gritan, los encapuchados las insultan y golpean las ventanillas. Los obligan a bajar de los autos. El Nissan March 2017, el Chevrolet Sail 2011 y el Great Wall M-4 2017, se pierden en el camino. Se ha iniciado el escape de los asaltantes. Una de las docentes vence sus nervios y marca el número de Carabineros.
El reloj comienza a marcar en contra de los cuatro ladrones, de la patrulla del GOPE que irá tras ellos en primera línea y de Camilo Catrillanca.
A la misma hora en que las profesoras son abandonadas en el camino, pero unos cuatro kilómetros al sur poniente, el comunero Camilo Catrillanca (24 años) está terminando el radier de la casa que se está construyendo cerca del sector de La Laguna, en el ex fundo La Romana, al interior de la comunidad Temucuicui Tradicional. En la labor de albañilería le han ayudado los hermanos Henry y Jesús Millanao Cañuta, Nelson Quilape Colipi, Jorge Palacio Cañuta y el hijo de este último, M.P.C. (15 años). No es la primera vez que le colaboran con la construcción de la vivienda. Todos llegaron cerca de las 09:00 en la camioneta de Quilape, cuñado de los Millanao, y pararon solo para almorzar juntos.
Catrillanca, satisfecho por el trabajo y agradecido de sus amigos –y como es tradición en el campo– anuncia que matará un cordero para ellos. Mientras Jesús Millanao sigue tirando las últimas paladas de material al radier, el resto comienza los preparativos para el asado. Si van a matar un cordero, habrá que preparar ñache con la sangre. No hacerlo sería un desperdicio. Entonces, reparan en que no tienen cilantro, ingrediente indispensable para el ñache. Catrillanca no tiene huerta en su nueva casa, pero en la de su madre sí hay. Así que parte a buscar verduras.
El joven se va en el tractor azul que la comunidad ha puesto a su cargo. M.P.C. le acompaña. Cada vez que puede, el adolescente se sube al tractor con Catrillanca. No solo porque son muy amigos, sino porque el chico quiere aprender a manejar esa máquina.
Los detalles del último día de Camilo Catrillanca quedarían registrados en las declaraciones de las cinco personas que le acompañaron en esa jornada. Todas serían tomadas por la Fiscalía en la tarde del miércoles 21 de noviembre, salvo la de M.P.C, que declaró el lunes 19 al mediodía.
En la 2a Comisaría de Fuerzas Especiales, ubicada en el sector de Pailahueque (Ercilla), se recibe el mensaje de Cenco (la Central de Comunicaciones de Carabineros) que alerta sobre el asalto que sufrieron las profesoras y los dos niños. El escape de los asaltantes está en curso. Aún pueden detenerlos. En la unidad policial –que antes de convertirse en comisaría albergó el liceo donde estudió Camilo Catrillanca– se vive la tensión de los preparativos para un procedimiento en una zona de alta conflictividad.
Apenas dos días antes, el lunes 12 de noviembre, las patrullas habían recuperado una camioneta Ford Ranger de color rojo, encargada por robo. La encontraron abandonada en los alrededores del sector de La Laguna.
Un grupo al mando del capitán Gerard Salazar Monsalve participó en la recuperación de la Ford Ranger, que apareció prácticamente en el mismo lugar donde después quedaría al borde del camino el tractor azul de Catrillanca. Por esa razón, en la nueva alerta por el robo a las profesoras las patrullas se encaminan rápidamente a esa zona: La Laguna y El Pozón. Y como en el procedimiento del lunes 12 el carro comandado por el capitán Salazar fue blanco de numerosos disparos, el mismo oficial dijo a la Fiscalía que se ordenó a todo los funcionarios disponibles “salir a apoyar” en esta nueva persecución. El personal está tenso.
Cerca de 50 carabineros llegarían esa tarde hasta el lugar donde Catrillanca cayó herido de muerte y a custodiar los caminos adyacentes. Al cierre de la jornada, cuando el último carabinero abandonó la comunidad de Temucuicui, a eso de las 21:30, las fuerzas policiales habían disparado 406 tiros, entre balas de pistolas 9mm., subametralldoras UZI y Mini UZI (también de 9mm.) y escopetas calibre 12 con “cartuchos tácticos de plomo”. Además, se percutaron 150 cartuchos de carabinas lanzagases y 50 tiros con perdigones de goma.
El detalle del fuego que salió de las armas de los carabineros quedaría consignado en el documento “Relación de los hechos y consumos del personal FF EE con motivos del procedimiento del robo de vehículos”, suscrito por el mayor Christian Fernández Opazo, comisario de la unidad establecida en Pailahueque (ver recuadro).
El helicóptero C-02 de la Sección Área Araucanía despega desde la Comisaría de Fuerzas Especiales de Pailahueque. Lo tripulan el piloto capitán Axel Hoger Guzmán, el copiloto teniente Sebastián Flores Henríquez, el paramédico Germán Ramírez Moraga, y dos funcionarios del GOPE: el suboficial Héctor Vásquez Correa y el cabo Ignacio Elgueta Ancalaf.
El piloto Hoger se entera, por las comunicaciones en la frecuencia radial, que los tres vehículos han sido avistados cerca de un lugar conocido como Tres Puentes. Así, orienta el vuelo a esa zona, al interior de la Comunidad Temucuicui, en los terrenos del ex fundo Alaska. La semana anterior, declararía después el oficial a la Fiscalía, había sobrevolado el mismo sitio en busca de otro vehículo con encargo por robo. Y lo habían encontrado.
En esta nueva misión, sobre los alrededores de la zona conocida como La Laguna, el capitán Hoger ve dos de los tres autos que les fueron arrebatados a las profesoras. Avanzan hacia el sur por un camino principal. Se pierden, a ratos, por la espesura del bosque. El oficial pide a su tripulación que comuniquen al personal en tierra que ya tienen los vehículos a la vista, que transmitan las coordenadas. Decide ejecutar giros amplios, a unos mil metros de altura, para no perderlos.
El carro blindado J 040 con cinco tripulantes del GOPE es el primero que llega a la zona donde se han avistado los autos robados. El jefe del grupo es el suboficial Patricio Sepúlveda Muñoz, lo secundan el sargento 1° Carlos Alarcón Molina, el sargento 2° Raúl Ávila Morales, el cabo 1° Braulio Valenzuela Aránguiz y el chofer del carro, cabo 1° Gonzalo Pérez Vargas.
Desde el helicóptero C-02, el suboficial Héctor Vásquez despacha por WhatsApp a sus compañeros del GOPE que están en tierra las coordenados donde han avistado los vehículos. El carro J 040 va en esa dirección. Es el primero en la línea de posible contacto con los sospechosos. A varios minutos le siguen tres carros de Fuerzas Especiales.
La patrulla del GOPE se encuentra con tres cortes de camino. Son árboles cruzados en la vía. Sortea los dos primeros. Pero el tercero los detiene por más tiempo del que pueden permitirse. El conductor Pérez se queda en el carro. Los otros cuatro deciden avanzar a pie, “de infantería” dirán en sus primeras declaraciones ante la PDI esa misma noche. En esos testimonios iniciales asegurarán que en ese desplazamiento fueron blanco de disparos. Pero no es cierto. Todos los demás efectivos policiales que participaron ese día en el operativo declararán ante la Fiscalía que hasta ese momento no recibieron ningún tipo de disparos y no hubo enfrentamiento.
Los cuatro efectivos del GOPE avanzan conforme a la técnica de “patrulla rural”. El sargento Alarcón como “punta de lanza” a la derecha del camino. Un poco más atrás, a la izquierda de la vía, marcha el sargento Ávila. Detrás de Alarcón va el suboficial Sepúlveda. Cerrando la formación, atrás y a la izquierda de la ruta, el cabo Valenzuela. Alarcón, Ávila y Sepúlveda llevan carabinas M4, con munición 5.56 mm. Valenzuela una escopeta calibre 12.
Desde el aire, los tripulantes del helicóptero C-02 ven detenerse a los dos autos que escapan. De ellos se bajan tres sujetos. Uno con chaqueta o polerón, a mil metros de altura no es fácil distinguirlo, de color café. Los otros dos, no hay dudas, dicen, visten ropas oscuras.
También ven un tractor azul que avanza por el camino principal. El piloto Hoger y el suboficial del GOPE, Héctor Vásquez, aseguran que han visto a dos de los ocupantes de los autos, los que visten ropas oscuras, abordar el tractor. Los otros tres tripulantes del helicóptero declararán que no han sido testigos de aquello. Que por los giros amplios que daba la aeronave, a veces quedaban sin campo visual, por lo que no vieron todo lo que sucedió.
Vásquez declarará a la Fiscalía que fue él quien avisó por radio al personal en tierra que los sospechosos avanzaban hacia ellos a bordo de un tractor.
Antes de tener contacto visual con el tractor, Alarcón hace ocho disparos a una “zona segura” y siente que Ávila hace uno. Cuando finalmente ve el tractor, observa que la máquina se da media vuelta y lo pierde de vista en una curva. Cuando vuelve a verlo, la máquina pierde velocidad y se va contra la orilla hasta detenerse. Entonces ve un sujeto que baja –es M.P.C.– y Ávila lo reduce. El conductor del tractor sigue sentado frente al volante. Está inclinado hacia adelante y recostado sobre su derecha. Tiene una herida de bala en la nuca. Camilo Catrillanca agoniza.
Tres o cuatro minutos después, llegan los primeros efectivos de Fuerzas Especiales, intentan reanimar a Catrillanca. Lo evacúan en un carro policial rumbo a Ercilla. La patrulla del GOPE sigue en busca de los autos robados, hasta dar con ellos. M.P.C. es detenido y conducido a Collipulli. En su declaración dirá que fue golpeado e insultado por los carabineros.
El sábado 17, en su nueva declaración, Alarcón dirá que al hacer contacto con el tractor, informado por el personal del helicóptero que en él iban los sospechosos, les ordenó detenerse, pero al ver la maniobra evasiva de Catrillanca, disparó al vehículo, aunque a una zona baja. También reconocerá que los ocupantes del tractor no iban armados. La versión inicial, acerca de que el tractor se cruzó en la línea de fuego durante un enfrentamiento, se va al suelo.
M.P.C., en tanto, declarará que en el tractor solo iban él y el comunero. Que al ver a los carabineros, Catrillanca da media vuelta y que de inmediato se escuchan los disparos. “Agáchate”, alcanza a decir Catrillanca. Cuando el adolescente lo mira, un líquido amarillo sale de su nariz. El tractor se detiene y el menor baja con los brazos en alto.
En la casa a medio construir de Catrillanca prosiguen los preparativos para el asado. De pronto, desde el camino se escuchan gritos. “¡Hay un herido!”. Los amigos del comunero y el padre de M.P.C. se enteran de lo que ha ocurrido. En la camioneta de Quilape vuelan a Ercilla. Desde el helicóptero de Carabineros se aprecia movimiento de vehículos y personas que se dirigen al lugar donde fue herido Camilo Catrillanca.
El comisario de Fuerzas Especiales Christian Fernández es uno de los primeros en llegar al lugar, detrás de la patrulla del GOPE. Ordena asegurar el perímetro y distribuye a sus hombres para que eviten nuevos cortes de caminos, a objeto de facilitar la evacuación del personal policial y la salida de los vehículos robados. Se le ordena permanecer en el sitio a la espera de personal de la PDI que debe hacer pericias en el tractor. Quince minutos después de la evacuación del herido, declarará el comisario, comienzan disparos, posiblemente de fusiles y subametralladoras 9mm., contra los efectivos apostados en la zona. El fuego se acentúa dice, lo que explicaría el alto consumo de munición de las Fuerzas Especiales esa tarde, en respuesta a las agresiones.
En la misma caravana policial que lleva a un desnudo y agonizante Camilo Catrillanca hasta al Cesfam de Ercilla, va el menor M.P.C. Allá será buscado por su familia y por una abogada del Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH). Su presencia será la llave que permitirá más tarde derrumbar la tesis policial falsa que buscaría presentar la muerte de Catrillanca como producto de un enfrentamiento. Pasada la medianoche, M.P.C. daría su primer testimonio (ver “La evidencia policial que confirmó el testimonio clave del menor que acompañaba al comunero Catrillanca”).
A las 21:30 le informan al comisario Fernández que la PDI no irá al lugar. Se repliega con sus hombres.
El comisario Fernández llega a su unidad entre las 22:30 y las 23:00. Ordena hacer “la cuenta” de las acciones que ejecutó su personal y la munición ocupada. Pide que lo hagan antes de partir a la Fiscalía de Collipulii, pues ya sabe que hay orden de que todos concurran a declarar esa misma noche.
Solo entonces se entera de que en la comisaría hay una reunión en la que participan los generales Christian Franzani –que ha llegado desde Santiago- y Mauro Victtoriano, además del teniente coronel Sotomayor y otros oficiales que no recuerda.
Todas las declaraciones recogidas por la PDI y la Fiscalía desde la misma noche del miércoles 14 de noviembre, indican que Carabineros no recibió ningún disparo al momento de encontrarse con el tractor azul conducido por Catrillanca. Los disparos que salieron de sus armas tampoco fueron “disuasivos”. Una de esas balas impactó directo en la nuca del comunero mapuche y penetró 16 centímetros en su cabeza.
La autopsia realizada en la madrugada del 15 de noviembre concluye:
“El trayecto del proyectil es rectilíneo, sin salida de proyectil, y cuya trayectoria medida con estilete es de 16 cm de longitud, yendo desde el orificio de entrada (en región parietal posterior izquierda) hasta la zona frontal anterior izquierda, siendo por lo tanto de atrás hacia adelante y ligeramente de abajo hacia arriba, encontrándose fragmentos metálicos de color plateado y dorado en cara interna del cuero cabelludo en zona frontal izquierda”.
Otras pericias también establecieron que el cuerpo del comunero no tenía rastro de alcohol en la sangre y tampoco de pólvora en sus manos.
Más tarde los cinco efectivos del GOPE que participaron del operativo que terminó con Catrillanca asesinado, dirían a los fiscales que ninguno portaba una cámara que registrara el procedimiento. También era falso. El sargento 2° Raúl Ávila sí tenía atada su cámara Go Pro a su casco, pero destruyó la tarjeta de memoria con una tijera, eliminando la evidencia.
¿Qué pasó entre las 16:45, cuando Catrillanca cayó herido, y las 23:00 de ese 14 de noviembre, cuando los efectivos del GOPE llegaron a declarar a la Fiscalía acompañados de un abogado? ¿Quiénes participaron en la elaboración de la versión falsa?
Según las distintas declaraciones policiales entregadas a la Fiscalía, tanto por efectivos de Fuerzas Especiales como por miembros del GOPE, hasta aproximadamente las 21:00 estuvieron en Temucuicui resguardando el tractor azul e intentando sacar de la comunidad los tres vehículos robados a las profesoras. Las versiones coinciden en que después de conocida la muerte de Catrillanca, los carabineros sí recibieron ataques armados desde los bosques de Temucuicui.
El jefe de la sección aérea de La Araucanía, capitán Franco Argento Rojas, declaró ante la Fiscalía que hasta la comisaría de Fuerzas Especiales de Pailahueque llegaron oficiales de alta graduación que mantuvieron reuniones mientras el personal se preparaba para prestar declaración en el Ministerio Público:
“Mientras esperaba en Pailahueque llegaron gran parte de los vehículos que habían participado en el procedimiento, además de los funcionarios a cargo. En el lugar se realizaron conversaciones informales acerca de lo que había acontecido, donde todos daban información de lo que había ocurrido y de la parte del procedimiento en la que habían intervenido. No participé en reuniones formales. El oficial de mayor grado en Pailahueque en ese momento era el general Victtoriano. Tomé conocimiento de que concurriría al lugar el general Franzani, pero solo lo vi cuando me encontraba declarando en la Fiscalía de Collipulli, pues él concurrió a saludar a los carabineros que estaban allí”.
El comisario de la 2a Comisaría de Fuerzas Especiales de Pailahueque, Christian Fernández Opazo, ratificó en su declaración que el general Christian Franzani, director nacional de Orden y Seguridad, sí se apersonó en esa unidad policial la noche del 14 de noviembre:
“En la comisaría de Fuerzas Especiales se constituyó en horas de la noche mi general Christian Franzani Cifuentes. Entiendo que la concurrencia de mi general Franzani se debió a la gravedad de la situación que enfrentábamos”.
El comisario informó a la Fiscalía que esa misma noche y antes de que los efectivos policiales declararan, en su unidad se realizó una reunión donde participaron Franzani, el general Mauro Victtoriano, hasta entonces jefe de la Zona de La Araucanía; el teniente coronel Sotomayor y otras personas que no recuerda:
“Yo llegué después de que se había iniciado esa reunión y por lo que me dio la impresión era para comentar en términos informales los hechos que habían acontecido. Permanecí muy poco en la reunión, pues mi general Franzani debía concurrir a Collipulli. Al momento de asistir a la reunión recuerdo haberles exhibido un video grabado con la cámara que yo portaba donde se apreciaban los primeros auxilios prestados al lesionado (Camilo Catrillanca)”.
Quien sí entregó más detalles de las reuniones realizadas en la Comisaría de Pailahueque fue el teniente coronel y subprefecto de Fuerzas Especiales, José Augusto Correa. El oficial declaró ante el Ministerio Público que estuvo en Temucuicui hasta pasadas las 21:00, cuando logró salir y llegar a la comisaría de Fuerzas Especiales:
“En Pailahueque se reunió una gran cantidad de gente, no sé en qué orden ni cuándo fueron llegando. Pero sí recuerdo que se encontraba en el lugar mi general Franzani junto a tres abogados de la institución a quienes no conocía; mi general Victtoriano; el coronel Jorge Contreras; el comandante Sotomayor; el comandante Pincheira; los comisarios Claudio Donoso, Manuel Martínez, Christian Fernández y el abogado Cristián Inostroza”.
El relato de José Augusto Correa continúa:
“Tomé conocimiento que mi general Franzani sostuvo una reunión con algunas personas en la oficina del prefecto, pero no fui convocado a ella. Cerca de las dos de la madrugada del día 15 de noviembre concurrí a Ercilla junto con mi coronel Contreras, donde permanecí hasta aproximadamente las cuatro de la madrugada, regresando finalmente al cuartel de Pailahueque”.
El coronel Jorge Contreras también entregó su testimonio a los fiscales. El jefe de las Fuerzas Especiales en La Araucanía debió presentar su renuncia por su responsabilidad en el operativo que terminó con Camilo Catrillanca muerto. La información aportada por este oficial es la más clarificadora, ya que pone en duda que el personal del GOPE que participó directamente en la muerte de Catrillanca no haya recibido órdenes para mentir.
En la única declaración que ha hecho hasta ahora, Jorge Contreras, afirmó que él no ejercía ningún tipo de mando sobre el GOPE y agregó:
“De acuerdo a mi conocimiento y experiencia, el personal del GOPE se caracteriza por la cultura de lealtad que rige sus actos tanto con sus miembros como con la institución; si usted me pregunta, me cuesta creer que el funcionario del GOPE que mintió sobre la existencia de la cámara de grabación en el procedimiento, lo hiciera por iniciativa propia, aunque no tengo ninguna prueba de lo contrario».
En esa misma declaración, Contreras detalló las reuniones que se sucedieron en la Comisaría de Pailahueque. Relató que cerca de la medianoche del 14 de noviembre, observó que en un apartado ubicado al lado de la que era su oficina estaban reunidos el general Victtoriano, el comandante Correa, el jefe del GOPE y los pilotos de los dos helicópteros que participaron del operativo, entre otras personas. La presencia de los pilotos en esa reunión no es un detalle ya que uno de ellos -el capitán Hoger- fue quien afirmó después ante la Fiscalía haber visto que los sospechosos del robo de los tres autos abordaron el tractor de Catrillanca. Ese antecedente fue el que usaron los efectivos del GOPE para intentar justificar el uso de armamento de guerra en su violento operativo.
Jorge Contreras entregó a los fiscales otro dato importante. Afirmó haber corregido el informe ejecutivo que deben entregar a sus superiores cada vez que ocurre un procedimiento de importancia. Y lo hizo porque a su juicio faltaban detalles importantes, los que no precisó. También aseguró que no intervino en el apartado que describía lo ocurrido con la muerte de Catrillanca y con la detención de M.P.C., pues no presenció esos acontecimientos.
Es precisamente esa parte del informe ejecutivo la que contenía la información falsa: que el tractor azul de Camilo Catrillanca se había atravesado en la línea de fuego entre Carabineros y los supuestos atacantes que disparaban a la policía. Con esa redacción, el informe fue visado por los generales Mauro Victtoriano y Andrés Gallegos. El ex jefe de Fuerzas Especiales aseguró además que el informe también lo revisó un abogado que acompañó al general Franzani a Pailahueque. El informe fue enviado a la Dirección Nacional de Orden y Seguridad, a cargo del mismo Franzani.
El viernes 16 de noviembre aterrizó en La Araucanía el general director de Carabineros, Hermes Soto. Según la versión de Contreras, Soto se reunió en la Prefectura de Fuerzas Especiales con todos los involucrados: los efectivos del GOPE que participaron directamente en el procedimiento y los pilotos de los helicópteros:
“Las entrevistas fueron individuales, iban pasando uno a uno. Sin embargo, yo no pude estar presente en ellas pues cuando iban a comenzar el mismo general director me pidió que me retirara”, aseguró Contreras. Según su versión, a quienes sí se les permitió quedarse fueron el general Kurt Hartmann (director de Personal), el general Victtoriano, el capitán Escalona, el comandante Sotomayor y el coronel Caneo (de Inteligencia).
Tres días después de las declaraciones que se prestaron en la madrugada tras la muerte de Camilo Catrillanca, los cuatro miembros de la patrulla del GOPE modificaron sus testimonios iniciales. El sábado 17 de noviembre, ante la Fiscalía, el sargento Ávila reconoció que manipuló su cámara Go Pro, borrando evidencia. Y el sargento Alarcón admitió que disparó contra el tractor apenas lo tuvo a la vista.
Pero el video que grabó Alarcón al interior de la 2ª Comisaría de Temuco, donde cumple prisión preventiva, y que se difundió en la noche del domingo 2 de diciembre, dejó al descubierto la incógnita clave que subsiste en este crimen: ¿Quién o quiénes dieron la orden para mentir?
“Nos hicieron mentir… todavía falta que salgan cosas a la luz”, dijo Alarcón en el video. Y las miradas volvieron a posarse sobre los oficiales y abogados que se reunieron en la comisaría de Pailahueque horas después del asesinato de Camilo Catrillanca.
Por más de cuatro horas, quince carabineros de Fuerzas Especiales -de los más de cuarenta que se movilizaron el 14 de noviembre- dispararon 406 tiros. Entre las cinco de la tarde y las nueve de la noche de ese 14 de noviembre, se percutaron 210 tiros de pistola, 114 de subametralladoras y 82 escopetazos.
Ese recuento oficial está incluido en el informe «Relación de los hechos y consumos del personal FF.EE. con motivos del procedimiento de robo de vehículos», firmado por el mayor Christian Fernández Opazo, comisario de las Fuerzas Especiales en Pailahueque.
El mismo informe relata que los primeros efectivos de Fuerzas Especiales en llegar hasta el lugar donde Camilo Catrillanca perdía la vida, fueron los carabineros de la patrulla N°1, en el vehículo J-061. Diez minutos después, mientras el mayor Christian Fernández grababa el lugar, el subteniente Edgardo Aguilar San Martín llegaba con la patrulla N°4, en el vehículo J-1206. Aguilar intentó revivir al comunero usando su «botiquín fiscal táctico». No lo logró, por lo que, según el informe, evacuaron al herido al Cesfam de Ercilla.
Finalmente, fueron cinco las patrullas que llegaron hasta el lugar donde fue herido Camilo Catrillanca. Otros siete carros -al menos dos de ellos blindados- fueron enviados después a evitar cortes de camino en el área, enfrentando disparos en los sectores de El Pozón y del ex fundo La Romana, donde Camilo Catrillanca construía su casa.
A las 21:15, se informa que la PDI no concurrirá a periciar el lugar por «la imposibilidad del trabajo del personal BIPE (PDI) dadas las condiciones de luminosidad y de alto uso de armas de fuego por parte de los subvertores». Solo entonces se ordena el retiro de las últimas dos patrullas. Antes de irse, sacan fotos de la escena y recogen un gorro que quedó tirado a tres metros del tractor.