EL ROL DEL DOCTOR LUIS CASTILLO EN ESA OSCURA TRAMA
Las mentiras y ocultamientos que rodean la autopsia que se le hizo a Eduardo Frei Montalva
22.08.2018
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EL ROL DEL DOCTOR LUIS CASTILLO EN ESA OSCURA TRAMA
22.08.2018
Nadie ha acusado al doctor Luis Castillo, subsecretario de Redes Asistenciales, de haber participado en la muerte de Eduardo Frei Montalva. De lo que sí hay evidencias en la causa criminal es de su rol en la cadena de ocultamiento posterior que rodeó la autopsia secreta que le hicieron dos médicos del Hospital Clínico de la UC, horas después de su muerte. Secreto blindado por 20 años, hasta que en 2000 reventó, cuando Castillo era director médico de ese hospital. Lea en este reportaje el detalle y protagonistas de las mentiras, secretos, encubrimientos y operaciones que relatan una de las páginas criminales que marcará nuestra historia.
Minutos antes de las 18:00 una ambulancia ingresa al estacionamiento subterráneo de la Clínica Santa María. Mientras en el primer piso se respira ya la conmoción ante el reciente fallecimiento del ex presidente Eduardo Frei Montalva, del vehículo descienden los doctores Helmar Rosenberg y Sergio González, acompañados por un asistente y varios bultos. Conducidos por un civil, se dirigen con premura hacia el ascensor. El grupo desciende en el segundo piso y va directo hasta el acceso de la Unidad de Cuidados Intensivos de la clínica. Sin que nadie los detenga ingresan a la habitación donde yace el cuerpo ya sin vida de Eduardo Frei. Sobre su abdomen, gasas empapadas de suero cubren la herida de la operación que se infectó.
Sin mediar tregua, los hombres retiran la venda y proceden a colgar el cuerpo del ex presidente con ayuda de una escalera de tijeras. Uno de ellos coloca agujas en las arterias del cuello, brazos y piernas y le inyecta un líquido que han traído preparado para la ocasión. Dos horas más tarde, los ocho litros de formalina que los médicos traían en bidones, inundan el cuerpo de Frei Montalva, expulsando la sangre y el último calor de su cuerpo. Entonces, los médicos ejecutan un corte preciso en el tórax y otro en el abdomen. Y comienza el despojo: el riñón, el hígado, el corazón, el páncreas, los pulmones, el bazo…
A 36 años de la muerte del ex presidente Frei, la atención de la justicia y de La Moneda se vuelve a enfocar en lo que ocurrió ese 22 de enero de 1982, cuando dos médicos del Hospital Clínico de la Universidad Católica procedieron a realizar su autopsia sin que nadie de su familia la autorizara. Tampoco fue informada. Un procedimiento que se mantuvo en completo secreto durante veinte años.
El fin del secreto sobre lo que ocurrió en la pieza del fallecido ex presidente, se detonó exactamente en octubre del año 2000. Porque fue en ese momento que la entonces senadora Carmen Frei decidió hacer público en el hemiciclo del Senado el cúmulo de hechos y evidencias que indican que en la muerte de su padre hubo participación de terceros. Nada sabía Carmen Frei en esos días, ni nadie de su familia, de la existencia de la autopsia practicada en absoluto secreto a su padre.
En ese momento el doctor Luis Castillo Fuenzalida, actual subsecretario de Redes Asistenciales del Ministerio de Salud, era director médico del Hospital Clínico de la Universidad Católica. Y lo que ocurrió a partir de ese mes de octubre del año 2000, lo concierne. Porque en la causa criminal que sustancia el ministro Alejandro Madrid (Rol 7981-B), sí hay evidencias de una cadena posterior de ocultamiento del protocolo y estudios histopatológicos de la autopsia de Frei Montalva.
Esa cadena de personas que participaron en el ocultamiento de la autopsia, son parte de una de las piezas claves de la investigación por el asesinato del ex presidente Eduardo Frei. Y ello, porque el ministro que sustancia la causa criminal concluyó, después de una exhaustiva investigación, que el ex presidente Eduardo Frei Montalva fue asesinado. Su muerte no fue producto de un “coma metabólico y shock séptico por peritonitis aguda posoperatoria”, como se dijo oficialmente en 1982, sino por la acción de terceros que destruyeron progresivamente su sistema inmunológico.
Por lo que el ocultamiento de los procedimientos a los que fue sometido el cuerpo de Frei Montalva horas después de su muerte, y que se mantuvieron en secreto, tuvieron por fin borrar las huellas de las sustancias que lo envenenaron. De allí la importancia de aclarar en forma taxativa quién la ordenó y los procedimientos que se utilizaron en ella. Incluyendo el uso de formalina.
Los hechos de esa cadena de ocultamiento, que tienen como epicentro el Hospital Clínico de la Universidad Católica, y que constan en la causa criminal a cargo del ministro Alejandro Madrid, son los siguientes:
En octubre del año 2000, luego del impacto que provocó en la opinión pública la denuncia que hizo la senadora Carmen Frei sobre la participación de terceros en la muerte de su padre, el doctor Luis Castillo, entonces director médico del Hospital Clínico de la UC, fue requerido por uno de los facultativos bajo su cargo.
El doctor Sergio González le informó al doctor Castillo de la existencia en ese hospital de los antecedentes documentales y materiales de un procedimiento histopatológico que él y el doctor Helmar Rosemberg le practicaron a Frei Montalva en la Clínica Santa María, horas después de su muerte. El doctor González también le preguntó a su jefe jerárquico qué hacer al respecto. La respuesta del doctor Castillo fue taxativa: le ordenó al doctor González que no hiciera entrega de esas importantes y delicadas piezas a nadie, salvo a la familia Frei o a la Justicia, si es que alguno de ellos lo requerían.
¿Qué hizo el doctor González? Retiró del archivo foliado respectivo el legajo que contenía los informes de la autopsia a Frei Montalva, y lo guardó en su poder.
Todos estos hechos están confirmados en el proceso, tanto en las declaraciones del doctor Sergio González como en las del propio doctor Luis Castillo.
En su declaración, Luis Catillo corroboró la instrucción que le dio al doctor Sergio González de no entregar el informe de la necropsia practicada a Frei Montalva, aunque sostiene que lo hizo frente a una petición que venía de “la prensa”, cosa que en ese momento era imposible:
“Debo reconocer que esa orden fue dada por mi persona para respetar la legislación vigente, la intimidad de la familia, la confiabilidad de la información y los valores éticos que la universidad preserva como política institucional. Nunca recibí ninguna petición formal de la familia ni de un tribunal” (declaración del 9 de diciembre de 2005).
Es cierto, el doctor Castillo nunca recibió antes de octubre del año 2000 una solicitud ni de la familia Frei ni de un tribunal. El requerimiento provino del doctor González. Y la razón está también corroborada en la causa: era imposible que tanto la familia Frei como un tribunal pidieran esas piezas, porque hasta ese momento ni la familia ni el ministro de la causa y nadie de círculos periodísticos y de derechos humanos sabían de la existencia de aquellas piezas clave que se ocultaban en el Hospital Clínico de la UC.
Por ello, la instrucción del doctor Luis Castillo no hizo más que consolidar el secreto y ocultamiento que por 20 años había protegido una información que, como bien sabían ambos médicos, era fundamental para investigar el eventual asesinato del ex presidente. Allí había información indispensable sobre los hechos que rodearon los días pre y post muerte de Frei Montalva.
Esa autopsia clandestina habría seguido en un compartimento absolutamente blindado de no ser por la información que a mediados de 2002 alguien hizo llegar –bajo secreto profesional- a las manos de Álvaro Varela, el abogado que contrató Carmen Frei para representarla y asesorarla en la causa por el asesinato de su padre. Con estupor y por primera vez la familia Frei tomó conocimiento en esos días de la existencia de una autopsia a Frei Montalva.
La decisión se tomó en pocos días. Se le pidió al Hospital Clínico de la Universidad Católica hacer entrega de esas piezas. La respuesta fue negativa. Carmen Frei y su abogado decidieron entonces recurrir a la presión: advirtieron a los directivos del hospital de que si no les entregaban los informes de la autopsia a Frei Montalva recurrirían a la justicia con un recurso de protección. Solo entonces, el 16 de octubre de 2002, Carmen Frei recibió… ocho páginas fotocopiadas del “Informe 9/82”.
Comparado con la información de que disponían, fue evidente que lo entregado era solo una mínima parte de lo que el hospital guardaba. Por ello, el ministro Alejandro Madrid ordenó el allanamiento del Hospital Clínico de la UC, diligencia que se ejecutó el 13 de marzo de 2003.
Fue una operación policial que marcó un hito en el proceso. Porque los efectivos de la PDI, al mando de Nelson Jofré, encontraron 27 diapositivas macroscópicas con muestras del corazón, esófago, hígado, páncreas, pulmón y riñón de Eduardo Frei Montalva; además de 15 inclusiones en material Epon con muestras de pulmón, hígado y riñón. Todo ese material fue incautado junto con el tomo completo de la autopsia que el doctor González guardaba en su despacho.
El informe casi completo y los restos que aún se guardaban de la autopsia practicada al ex presidente Eduardo Frei, solo pudieron ser obtenidos por la justicia a través de un allanamiento, cinco meses después de que el hospital entregara unas pocas fotocopias. Hasta ahora ninguna autoridad del Hospital Clínico de la UC ha podido explicar la razón de ese ocultamiento.
Los efectivos de la PDI tendrían nuevas evidencias de lo importante que era esa autopsia. Porque cuando el 13 de mayo de ese mismo 2003, le mostraron los informes incautados de la Autopsia 9/82 al director de Anatomía Patológica del Hospital de la UC, el doctor Benedicto Chuaqui no pudo ocultar su sorpresa. En su declaración, afirmó que desconocía su existencia y que solo pocos meses antes se había enterado de que a Frei le habían practicado una autopsia. El doctor Chuaqui agregó un dato relevante: le llamó la atención que el informe no incluyera un diagnóstico clínico.
Dado el cúmulo de irregularidades constatadas en torno a la autopsia de Frei Montalva, el ministro Madrid le ordenó al equipo de la PDI de Nelson Jofré realizar nuevas pericias a los registros de autopsias oficiales del hospital. Y hubo más evidencias del ocultamiento: se constató que el protocolo de la autopsia a Frei Montalva no siguió el curso regular de las otras: fue incorporada al tomo respectivo y foliado varios años más tarde.
En 2017 el ministro Alejandro Madrid acusó a los doctores Helmar Rosenberg Gómez y Sergio González Bombardiere como encubridores del delito de homicidio de Eduardo Frei Montalva. Distintos facultativos han defendido a los dos médicos, pasando por alto las evidencias existentes en el proceso y la estrecha relación que mantenía Rosenberg con el doctor Helmuth Hopp, uno de los más estrechos subordinados de Paul Schaffer, quien está condenado en Chile y Alemania como encubridor de abusos sexuales a 16 menores.
Uno de los argumentos de la defensa de los doctores Rosenberg y González (también de otros acusados en esta causa) es insistir en que no es efectivo que la autopsia se hiciera en completo secreto y a espaldas de la familia. Y que la prueba de ello es que dos de sus médicos de cabecera, Patricio Rojas y Alejandro Goic, fueron informados de ella. El doctor Luis Castillo ha recurrido al mismo argumento en estos días. En un escrito publicado el domingo 19 de agosto por El Mercurio, Castillo afirmó:
“Llama la atención de que su equipo médico tratante, los doctores Patricio Rojas, Patricio Silva y Alejandro Goic no informaran a la familia de estos estudios, pues ellos mismos estuvieron en 1982 discutiendo con los patólogos Helmar Rosenberg y Sergio González los hallazgos encontrados en las muestras examinadas histopatológicamente”.
El doctor Alejandro Goic demoró solos horas en desmentirlo en una carta que también publicó El Mercurio: “Tal como he declarado ante el juez Alejandro Madrid, después que falleció el presidente Frei, amigo querido, me fui entristecido a mi hogar, posteriormente nunca tuve reunión alguna ni contacto de ninguna naturaleza con ninguno de los médicos del departamento de Anatomía Patológica de la Universidad Católica. La única reunión posterior fue con su familia en la Catedral de Santiago para rezar por el descanso de su alma. Cualquier otra versión distinta a lo que afirmo, de cualquier persona, es una mentira interesada para eludir responsabilidades propias”.
Las afirmaciones del doctor Goic están respaldadas en la causa criminal. En esas páginas sí existe constancia de que fue otro médico, y no Alejandro Goic, el que se reunió con los doctores Rosenberg y González: el doctor Patricio Silva Garín, quien sí está acusado por el ministro Madrid por su participación directa en el asesinato de Frei Montalva. Silva Garín concurrió a la cita con su concuñado y estrecho amigo, Patricio Rojas, quien nunca fue médico de cabecera de Frei.
El doctor Patricio Silva Garín niega haber asistido –después de la muerte de Eduardo Frei- a una reunión al Departamento de Anatomía Patológica de la Universidad Católica, donde el doctor Helmar Rosenberg les habría entregado a él y a Patricio Rojas los resultados de la autopsia. Pero evidencias de esa reunión hay. Como también de la relación que tenía con Rosenberg antes de enero de 1982, a quien dice no haber conocido, “salvo de nombre”.
Las evidencias acumuladas en la investigación, dejan claro que Silva Garín y Rosenberg sí se conocían y que incluso el trato entre ambos era coloquial. ¿Por qué Silva intentó negar esa relación? No hay respuesta.
Patricio Silva Garín dirigió las tres últimas operaciones que se le practicaron a Eduardo Frei, después de ser intervenido el 18 de noviembre de 1981 de una inofensiva hernia al hiato. En esas operaciones, estuvo secundado por médicos que pertenecían al Hospital Militar, del cual Silva Garín era directivo. Pero también trabajaban en la Clínica Santa Lucía, el recinto hospitalario secreto de la DINA y luego de la CNI.
Hasta ahora Patricio Silva Garín nunca ha podido explicar por qué en el momento de la muerte de Frei Montalva su hoja de vida militar registra una comisión de servicio en la comandancia en jefe del Ejército. Es decir, tenía como jefe directo a Augusto Pinochet. Tampoco, por qué apenas supo de la muerte de Frei Montalva presuroso le informó al propio Pinochet. Y menos qué fue lo que aprendió en la Escuela de Las Américas, el centro de entrenamiento de Estados Unidos de gran parte de los torturadores de las dictaduras sudamericanas.
En esta maraña mortal que rodea la muerte del ex Presidente Eduardo Frei y que ahora está iniciando su ruta final, faltan acusados y piezas. Una de ellas es el rol que le cupo a Patricio Rojas, quien fuera un estrecho colaborador del ex presidente y el socio principal que tuvo el doctor Patricio Silva Garín para ingresar al círculo íntimo de Frei y convertirse en el dueño de las tres operaciones que lo llevaron a la muerte. Esa historia está comenzando a escribirse.
Hay otro acápite que falta, aunque mucho más sencillo. Si bien hasta ahora el ministro Alejandro Madrid no ha abordado la obstrucción de la que fue objeto su investigación en el Hospital Clínico de la Universidad Católica, es muy probable que ahora sí se pronuncie. Pero frente a las evidencias de la cadena de ocultamientos que rodearon la autopsia de Frei Montalva, desde el punto de vista ético y de su juramento hipocrático el doctor Luis Castillo sí tiene problemas para desempeñar un cargo público de alta responsabilidad.