Periodistas reconocen que las encuestas definen qué candidatos obtienen más cobertura
13.12.2017
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13.12.2017
Por Ximena Orchard
El equilibrio de fuerzas que se despliega en los medios de comunicación entre políticos y periodistas es uno de los puntos de tensión situados al centro de las relaciones entre la política y los medios, y uno que se pone a prueba en el contexto de elecciones. En otras palabras, ¿quién pone la música en cuanto a cobertura informativa de las elecciones se refiere?, ¿Los políticos y sus comandos o los medios y sus periodistas?
La tesis de la mediatización de la política plantea que los medios han ganado mayor poder como instituciones sociales y que los políticos han debido adaptarse a esta nueva realidad invirtiendo cada vez más recursos en sus relaciones con los medios y aprendiendo a bailar a su ritmo. Disponemos de datos que apoyan parcialmente esa tesis. Por ejemplo, según las encuestas del Informe de Desarrollo Humano del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD, 2004 y 2014), las elites chilenas identifican a los medios de comunicación como las instituciones más poderosas del país. ¿Es así también en una elección presidencial? La respuesta no es evidente. En efecto, las reglas no escritas que han regulado la relación entre prensa y política se han visto alteradas en un escenario de cambios tanto en el ámbito mediático como en el ámbito político. En el primero debido a la irrupción de nuevas plataformas para la distribución de contenidos y en el segundo debido a la reformulación del sistema electoral, el reagrupamiento de las fuerzas político-partidistas y el acomodo de un electorado cuyo comportamiento se hace cada vez más difícil de anticipar.
En este contexto de cambios cabe preguntarse dos cosas fundamentales: ¿Cómo se relacionan los periodistas que trabajan en medios de comunicación con el poder político en el transcurso de un proceso electoral? ¿Y cómo entienden el rol institucional de los medios durante las elecciones? Con estas preguntas en mente, la Escuela de Periodismo de la Universidad Alberto Hurtado encuestó a 299 profesionales de la prensa entre octubre y diciembre de 2017 (vea la ficha técnica de la encuesta).
El estudio revela que los periodistas identifican importantes sesgos en la cobertura electoral entregada a los distintos candidatos, a la vez que tienen una importante capacidad de autocrítica. Sobre esto último, en una escala de 1 a 7 evalúan con un modesto promedio de 4,5 el desempeño global de los medios en estas elecciones.
Consultados sobre la capacidad de control de agenda tanto de los candidatos como de los periodistas, las percepciones de estos profesionales apuntan a un terreno medio, ya que apenas desequilibran la balanza a favor de su propio gremio. Mientras que el 40% de los periodistas cree que los políticos y sus comandos tienen una capacidad alta o muy alta para definir la agenda en elecciones, esta opinión aumenta al 46% a la hora de juzgar las habilidades de los propios periodistas para definir la agenda electoral. Tomando este dato aisladamente, podríamos afirmar que desde la perspectiva periodística, las lógicas políticas y mediáticas están bastante equilibradas en los medios de comunicación nacionales. No obstante, esta capacidad de control de agenda de la cual gozarían los políticos se distribuye de forma claramente diferenciada entre los candidatos en tiempos de elecciones (ver gráfico 1).
Los profesionales de la prensa sitúan a Sebastián Piñera y su comando con la más alta capacidad de control de agenda de este proceso electoral: un 86% cree que tiene alta o muy alta capacidad. Su contendor en la segunda vuelta, Alejandro Guillier, se ubica bastante más atrás: un 46% de los periodistas cree que tiene una capacidad alta o muy alta de control de agenda junto a su comando. El candidato de la Fuerza de Mayoría, no obstante, no lograría traducir este ascendiente con los medios en cobertura favorable a su candidatura de la misma forma que el candidato de Chile Vamos lo ha hecho. Un 75% de los periodistas cree que Piñera ha recibido una cobertura informativa favorable o muy favorable, mientras que solo un 27% opina que la cobertura recibida por Guillier ha sido favorable o muy favorable (ver gráfico 2).
En una batería de preguntas que incluyó a todos los candidatos que participaron en la primera vuelta electoral, más atrás de Piñera y Guillier se ubicaron Beatriz Sánchez y José Antonio Kast, con niveles similares de cobertura favorable y desfavorable. Carolina Goic y Marco Enriquez-Ominami son percibidos con capacidades similares de control de agenda, aunque este último habría recibido una cobertura informativa más desfavorable que la excandidata DC. A gran distancia del resto de las candidaturas los periodistas posicionan a Alejandro Navarro y Eduardo Artés, a quienes atribuyen mínima capacidad de control de agenda, asociada a una cobertura marcadamente desfavorable por parte de los medios de comunicación.
¿Por qué el poder comunicacional se distribuye de forma tan desigual entre las candidaturas?
Algunos de los datos levantados en el estudio sugieren potenciales respuestas. En primer lugar, se puede destacar que las percepciones sobre capacidad de control de agenda y de favorabilidad de la cobertura están a alineadas, al menos a grosso modo, con los resultados de la primera vuelta presidencial. En efecto, los candidatos que recibieron coberturas más favorables, de acuerdo a los periodistas, son quienes también obtuvieron mayores niveles de votación. Más que sugerir causalidad entre cobertura y voto, creemos que esta alineación podría sugerir que las candidaturas competitivas o percibidas como más competitivas son aquellas que reciben una cobertura de prensa más favorable.
Las candidaturas de Piñera y Guillier se han presentado como favoritas en el debate público durante meses, y las posibilidades de Sebastián Piñera de volver a La Moneda se discuten en la prensa desde apenas iniciada la gestión de Michelle Bachelet. Reforzando lo anterior, los periodistas identifican que el factor más relevante para determinar si un candidato recibe o no cobertura informativa es su posicionamiento en las encuestas. Aunque esta afirmación parezca de sentido común al interior de una sala de prensa, se trata de un criterio que debiera ser cuestionado a la luz de la limitada capacidad predictiva que las encuestas electorales han demostrado recientemente, tanto en nuestro proceso político como en otros.
Por otra parte, los periodistas sugieren que la estructura de propiedad de los medios de comunicación juega un papel en términos del tipo de cobertura que se produce en nuestra prensa, trayendo a la palestra el fantasma de la falta de pluralismo en el sistema de medios nacional. Un 61% de los periodistas encuestados está de acuerdo o muy de acuerdo con la idea de que los medios ofrecen cobertura preferencial a los candidatos de acuerdo con las tendencias políticas de sus dueños. A partir de este resultado no podemos afirmar con certeza que este sesgo informativo existe, pero es un dato no menor que aquellos que trabajan en medios de comunicación dando forma a contenidos informativos sí crean que existe. Este sesgo percibido es, a la vez, criticado, toda vez que un 55% de los profesionales de la prensa se muestra en desacuerdo o muy en desacuerdo con la idea de que un medio de comunicación tome posturas favorables a un candidato en particular.
A nivel de roles institucionales, los periodistas chilenos adhieren a la visión de que los medios debiesen ser objetivos, neutrales y equilibrados. Consultados sobre el rol que los medios deberían cumplir en elecciones, los periodistas se posicionan claramente en favor de una aproximación objetiva e imparcial a la cobertura de elecciones (81% apoya la idea de informar de forma objetiva y equitativa sobre los candidatos). Esta visión, cercana al ideal periodístico de la cultura estadounidense, se privilegia en desmedro de una aproximación más activa o intervencionista: solo un 38% está de acuerdo o muy de acuerdo con que es función de los medios marcar agenda política e influenciar a la opinión pública durante las elecciones.
Así las cosas, los periodistas chilenos no adhieren de manera clara a la idea de que los medios de comunicación deban ser actores determinantes en el proceso electoral y se muestran cautos frente a afirmaciones respecto de la potencial influencia de la cobertura informativa de las elecciones en las acciones de los candidatos, la formación de agenda electoral y las decisiones de voto de las personas.
En relación con la manera en que los periodistas se posicionan respecto al poder, los profesionales encuestados se identifican con mayor intensidad con una postura antagónica respecto de sus fuentes políticas antes de que con una postura leal o condescendiente con el poder político. Consultados sobre la función que los medios debieran cumplir en la cobertura de elecciones, los periodistas plantean que “develar las malas prácticas que puedan involucrar a los candidatos y sus partidos” es más importante que “ayudar a difundir las propuestas de los candidatos y los partidos que los apoyan”, confirmando que los periodistas creen que los medios deberían cumplir un rol de fiscalización al poder.
Finalmente, al menos al nivel de los ideales declarados, los periodistas entienden su rol en elecciones más cercano al polo cívico que al polo comercial, apoyando la idea de que los medios deben “entregar información para que el ciudadano vote de forma informada” con mayor intensidad que la idea de que los medios deben “convertir la elección en algo atractivo para el consumo de las audiencias”. Esta inclinación en la forma en que se ven las audiencias en el contexto electoral —como ciudadanos antes que como consumidores— parece consistente con la percepción prevalente entre los periodistas de que las audiencias sí están interesadas en el proceso político.
Un 56,2% de los periodistas consultados está de acuerdo o muy de acuerdo con la idea de que a la audiencia de su medio le interesa la elección, y solo un 14,4% está en desacuerdo o muy en desacuerdo con esta afirmación. Aún más, al ser consultados sobre qué aspectos del proceso electoral son importantes para su audiencia, un 70% prioriza la información sobre propuestas de los candidatos antes que otros aspectos más sensacionalistas, como conocer la trastienda del proceso electoral (39%) o conocer los aspectos de la vida personal del candidato (30%).
El ritmo de la elección en los medios, entonces, parece estar atravesado por una conciencia compartida de los profesionales de la prensa respecto de las funciones cívicas asociadas a la cobertura electoral. No obstante y volviendo a nuestra propuesta inicial, una visión generalizadora sobre quién pone la música en este baile no parece posible. En una cultura periodística donde se busca la objetividad y el desapego, los profesionales de la prensa parecen tender a apostar a ganador, transfiriendo poder de comunicación a los candidatos punteros, guiados en gran medida por lo que dictan las encuestas y en algún nivel constreñidos por las organizaciones para las cuales trabajan.