ENTREVISTA AL PRESIDENTE DE LA COMISIÓN ANTI CORRUPCIÓN
Eduardo Engel: “Con las redes sociales el costo de las campañas cayó notablemente”
05.12.2017
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ENTREVISTA AL PRESIDENTE DE LA COMISIÓN ANTI CORRUPCIÓN
05.12.2017
Entre las grandes novedades de esta última elección –la primera después del cambio al sistema binominal- no solo está la sorprendente votación obtenida por el Frente Amplio, José Antonio Kast y Evópoli. También lo fue la ausencia de gigantografías y de “palomas” que inundaban las calles. Hubo menos gasto. El origen de ese cambio en las reglas fue la comisión que asumió el desafío de enfrentar la creciente demanda de transparencia después del estallido en 2014 del escándalo por el financiamiento ilegal de la política. Al frente de ella estuvo Eduardo Engel (ingeniero civil de la Universidad de Chile, doctor en Estadísticas de la Universidad de Stanford y doctor en Economía del MIT), quien ha marcado la agenda anticorrupción de los últimos años desde el centro de estudios Espacio Público.
El Consejo Asesor Presidencial Contra los Conflictos de Interés, el Tráfico de Influencias y la Corrupción, propuso una batería de medidas que incluyó limitar el gasto electoral, prohibir las donaciones de empresas y transparentar las donaciones privadas. Después de la primera elección con la nueva normativa aprobada por el Congreso en funcionamiento, Engel hace su balance:
“Este es un paso muy importante en la dirección correcta, pero no es el momento de celebrar, hay que seguir trabajando para llenar los vacíos que recién están emergiendo, para complementar con medidas que no se aprobaron en su momento, como una franja de publicidad radial, especialmente para las elecciones más locales, donde se presenten más contenidos”.
Eduardo Engel dice que la ciudadanía valoró enormemente que las calles no estuvieran tapizadas de carteles y que hubiera mayor transparencia respecto del financiamiento de las campañas:
-Los privados que aportaron salieron en los diarios, se hicieron rankings; esa misma gente antes donaba diez veces más y no sabíamos quiénes eran. Ahora sabemos quiénes son y en buena hora que estén donando de cara a todo el país. Antes donaban de forma anónima, a través de la empresa y además con un subsidio de todos los chilenos porque lo descontaban de sus utilidades. Ahora donan directamente de su bolsillo, sabemos quiénes donan, los montos son más bajos y no hay subsidio. Incipientemente, uno ve elementos que sugieren campañas con más contenido.
-Termina la campaña electoral y en lo referido al financiamiento de ella, la comisión que usted presidió y propuso nuevas normas, quiso que tuviesen el efecto de emparejar la cancha, dejando en igualdad de condiciones a los desafiantes. ¿Cree que se cumplió ese objetivo?
En lo relacionado con el financiamiento de la política, lo que hizo la comisión que presidí tuvo dos objetivos principales: emparejar la cancha y transparentar cómo se financia la política. El segundo, evidentemente, se cumplió: antes no sabíamos quiénes hacían la inmensa mayoría de los aportes privados y además los hacían empresas. Hoy, las empresas ya no financian la política y todos los aportes privados significativos son públicos. Un cambio radical.
-También el transparentar el financiamiento es una forma de equilibrar la cancha, de evitar que alguien entre al juego con una ventaja indebida.
Son muchas las dimensiones en que se puede emparejar la cancha. Una de ellas es mitigar la ventaja de los candidatos incumbentes frente a los desafiantes, un aspecto enfatizado especialmente por analistas de derecha. El 19 de noviembre el número de incumbentes elegido fue el más bajo desde 1990: la mitad de los diputados hoy en ejercicio deja la Cámara en 2018. Históricamente, solo el 40% no se repetía el plato, ahora fue el 50%. Claramente hubo más rotación. Otro objetivo, tanto o más importante, es que aquellos candidatos que tienen posiciones políticas cercanas a personas de alto patrimonio no cuenten con la enorme ventaja que tenían en el pasado y, por lo tanto, se puso límites mas estrictos al gasto y con un Servel con mayores capacidades de fiscalización. Esto vino acompañado de un segundo elemento que fue muy democratizador y que no se ha analizado lo suficiente: con las redes sociales el costo de las campañas cayó notablemente.
-¿Qué efecto concreto cree usted que tuvieron las redes sociales en esta elección?
Mi conjetura, porque no tengo datos duros, aunque espero que alguien lo investigue, es que parte importante del éxito del Frente Amplio (FA) fue haber entendido mucho mejor que las otras coaliciones cómo usar las nuevas redes sociales para hacer una buena campaña. Hoy, con sumas bajas de dinero, a través de Facebook, puedes llegar de manera muy focalizada a tus eventuales electores y con mensajes bien específicos para cada uno de ellos: uno para hombres de entre 20 y 25 años, otro para mujeres de entre 55 y 60, puedes distinguir por nivel socioeconómico, etc. Todo a costos muy bajos. El desafío ya no está en tener mucho dinero, sino en tener propuestas interesantes y ser creativo para comunicarlas usando las redes sociales. Y varias anécdotas –ojalá se hagan estudios– sugieren que el FA lo hizo mucho mejor que la Nueva Mayoría y Chile Vamos.
-¿Cuáles son los datos o hechos, aunque sean anecdóticos, que observó durante la campaña que le hacen pensar de esa manera?
Expertos en el uso de nuevas tecnologías, en conversaciones personales, han hecho un análisis en linea con lo que acabo de afirmar. El FA tiene gente joven, inteligente, que entiende de esto. Cuando en Espacio Público promocionamos nuestra Lupa Electoral, averiguamos algo de esto y en Facebook por $100 mil llegas a 200 mil personas con un mensaje focalizado al público al que quieres llegar, puedes segmentar. Ese es el futuro de las campañas. La antiguas gigantografías no solo no informaban nada, porque eran solo la cara del candidato, sino que además eran costosas, ya que tenías que tener a alguien que las cuidara.
-En ese sentido, pareciera que esta campaña fue menos marketera. Estábamos acostumbrados a un nombre y un eslogan; y ahora, al parecer, junto con el despliegue en redes sociales, hubo más tarea territorial para presentarle ideas al elector. ¿Será que en este nuevo rayado de cancha, el FA hizo un mejor trabajo para llegar al elector con algún discurso y no solo un folleto?
Exactamente. Aunque sea un mensaje en Facebook, ya no puede ser solo una cara. Se necesita una frase, una idea y después un link que te lleve a algo con más contenido. Hemos iniciado un cambio cultural que no será inmediato, va a tomar tiempo. Al prohibir las gigantografías y limitar los carteles en lugares públicos, sacaste un elemento muy importante en que la lógica de campaña se parecía mucho a la promoción de una pasta de dientes: tú llegas a la farmacia y compras aquella que más recuerdas por los avisos que has visto. Esa era la lógica que había, apuntando a que el elector recuerde el nombre del candidato o candidata. Un marketing que además escondía el partido y donde no había ni una idea. Hoy se invita a campañas más programáticas. Ese era un objetivo que buscábamos con las propuestas que hicimos en la comisión.
-Esta modalidad con más discurso, más contenido, ¿favoreció a los candidatos menos conocidos? Porque la gente más o menos sabe lo que puede esperar de Sebastián Piñera, de Alejandro Guillier, de la UDI, PS o PPD, pero sabe mucho menos de partidos como Revolución Democrática o de candidatos independientes.
En el momento en que nos manifestamos a favor de limitar el gasto en campaña, el objetivo era crear una cancha más pareja para aquellos que tienen ideas nuevas. Si el desafiante va a decir lo mismo que ya dice el incumbente, no va a tener cómo posicionarse, porque al incumbente ya lo ubican. Pero si tienes ideas nuevas, el incumbente ya no puede inundar todo el espacio público con propaganda, te tiene que dejar un espacio que haga posible que las des a conocer. Y si tú tienes ideas nuevas en un ambiente en el que las puedes difundir a bajo costo, puedes salir adelante.
-Entonces, el emparejamiento no se da solo porque se limita el gasto y la propaganda callejera, sino por innovar en las herramientas de campaña, sacar mejor rendimiento a las redes.
Las nuevas tecnologías te llevan a un tipo de campaña más barata y con más contenido, lo que se está empezando a explorar y a notar. Creo que entre las coaliciones, el FA exploró mucho mejor, pero esto está abierto para que a futuro el resto también vaya aprendiendo.
-¿Significa esto que ahora se va a demandar un nuevo tipo de profesional para la campaña?
Los servicios de Google, de Facebook, etc., son el futuro de las campañas en Chile y en todo el mundo.
-¿También para las zonas rurales, más aisladas, las poblaciones más vulnerables, donde la penetración del mundo digital es menor?
Déjame darte un número: siete millones de personas tienen cuenta de Facebook en Chile. No es todo Chile, es cierto, pero tampoco es solo ABC1 y C2. Una mitad de Chile tiene y ese número va creciendo a pasos agigantados. Entonces, efectivamente hay comunas muy rurales o muy pobres donde esto no es relevante, pero no estamos hablando de Vitacura, Las Condes, Providencia y La Reina. ¡Son siete millones! Claramente, al FA le fue muy bien en Maipú y lo que ocurrió en esa comuna es un elemento para pensar que esto no es un fenómeno de una pequeña elite.
-Estas nuevas vías para conectarse con los ciudadanos, ¿habrán generado que votara gente que no tenía historia electoral?
No hay datos para asegurar eso. Todo el mundo especula en Chile a partir de la anécdota. Puede ser, pero me gustaría ver datos para hacer una afirmación de ese tipo. Un dato duro y que no se ha aquilatado lo suficiente es que, por primera vez desde 1989, se detuvo la caída en la participación. Hubo una recuperación, aunque de niveles muy bajos. En la municipal de octubre de 2016, la participación fue bajísima, sólo 4,9 millones. Lo habitual es que en la presidencial que sigue a una municipal vote un 15% más, lo cual auguraba 5,7 millones. Sin embargo, el 19 de noviembre votaron 6,7 millones: una recuperación de un millón de votos. Es decir, hubo una recuperación importante en participación, la tendencia sistemática a la baja desde 1990 por primera vez se revirtió. Es una recuperación que probablemente refleje una combinación de varios factores, entre ellos el reemplazo del sistema binominal por uno mucho más competitivo. Antes, casi siempre se elegía un candidato de cada coalición, ahora hubo mucho más oferta, era menos obvio quién ganaba y, por lo tanto, el escenario era mucho más competitivo. Otro factor para la recuperación fue que al menos en Santiago, Valparaíso y Concepción, hubo transporte público gratuito: Metro, Merval y Biotren. Esa fue una de las propuestas que hicimos en la comisión y que no se aprobó, pero que ahora se está llevando a cabo de a poco: transporte público gratuito el día de elecciones.
-¿Habrán sorprendido las nuevas reglas a partidos que estaban desacostumbrados a la calle y a la discusión en las redes sociales? Para mucha gente que no vio las grandes movilizaciones electorales de los años 60, 70 y fines de los 80, fue una novedad ver voluntarios que no solo repartían papelitos, sino que conversaban, articulando un discurso.
He escuchado anécdotas que son alentadoras y me encantaría ver un trabajo sistemático documentándolo. Espero que profesionales de Ciencias Políticas estén haciendo un trabajo que lo formalice, más allá de la anécdota, para tener una medición de este fenómeno y, además, ver cómo campañas más propositivas se van ojalá reforzando y acentuando. Ya tuve algunos de estos relatos anecdóticos para la municipal anterior, gente que me decía: “Primera vez que se acerca un candidato a hablarme”. Historias interesantes e inspiradoras, pero se precisa un trabajo más sistemático para no dejarse llevar por cosas que uno quisiera que ocurran, pero no siempre suceden.
-¿Hasta qué punto la autopercepción que pueden tener ahora los desafiantes, de sentirse más competitivos, genera más interés del ciudadano? Porque al tiempo que se entusiasman los representantes del Frente Amplio, la derecha tiene que tratar de detenerlos. ¿No le parece que este es un cuadro electoral donde pareciera que vuelve a haber algo de fondo en juego?
La campaña se hace mucho más competitiva. Antes, en la elección parlamentaria, en casi todos los distritos tú sabías que uno de los candidatos electos iba a ser de la Concertación y el otro de la centroderecha. Acá hubo una campaña en que realmente hasta el último día no sabías quién salía electo, donde hubo senadores y diputados emblemáticos que perdieron, donde ganaron algunos que nadie esperaba. ¿Quién esperaba el senador que obtuvo en Valparaíso el FA y que era prácticamente desconocido hasta el día anterior? Hay gente nueva que emerge y otros que todo el mundo esperaba que siguieran y que no lo lograron.
-Durante el trabajo de la comisión que usted presidió un punto que se discutió fue que la fuerte limitación de los aportes privados podía terminar aumentando los aportes propios de los candidatos con alto patrimonio. ¿Se observó eso en la campaña?
Con la legislación antigua no había límites para el financiamiento de campaña en base al patrimonio del candidato. Con la legislación aprobada el 2016 este financiamiento no puede ser más del 20% del gasto total permitido. Donde hubo más críticas fue por los problemas que tuvieron algunos candidatos para obtener crédito, el que cancelan luego de la elección con el reembolso que obtienen del Estado por cada voto. Hubo quejas de las campañas de Guillier y de Goic, pero finalmente obtuvieron crédito. Es importante analizar lo que sucedió y sacar las lecciones pertinenes, porque las campañas son periodos muy tensos, los candidatos están bajo mucha presión, y cuando algo no les funciona rápidamente buscan un culpable, y las reformas al financiamiento político pueden haber terminado siendo el chivo expiatorio. Lo que tenemos ahora son campañas con más financiamiento público y menos aporte privado y eso me parece bien. Por eso, las platas que obtienen los candidatos por cada voto aumentaron en un tercio (en UF), y un 25% adicional para las mujeres candidatas. Todo esto, a sabiendas de que el financiamiento privado iba a ser menor.
-¿En qué proporción ocurrió eso?, ¿cuánto pesaron realmente en esta campaña los aportes privados versus los públicos?
Las cifras que están disponibles en nuestra Lupa Electoral efectivamente sugieren -porque faltan los datos finales- que la importancia del financiamiento público es mayor que en el pasado, mientras que la del privado es menor. Y eso está bien, porque el financiamiento público es mucho más democrático al ser proporcional a los votos que obtienes. En cambio, el financiamiento privado premia a quienes tienen posiciones más cercanas a los que tienen alto patrimonio, entonces obviamente tiene un componente que no es representativo de las preferencias ciudadanas. Ese factor, que históricamente en Chile fomentaba una tremenda desigualdad, mantiene alguna presencia, pero es muchísimo menor que en elecciones anteriores.
También es bueno que ahora haya límites más estrictos a los aportes que puede hacer una persona determinada a una campaña, y además, se sabe quién está donando y eso ayuda a evitar la captura de la política. Si después un parlamentario apoya una legislación alejada de los intereses de quienes votaron por él o ella, puedes ver quién lo financió y llegar a las conclusiones que estimes.
-¿No se conoce algún estudio de causalidades con estas nuevas normas de límite y transparencia en otros países?
Hay un estudio reciente basado en una reforma que hubo en Brasil, que tiene la peculiaridad de que permite hacer la identificación causal de una manera clara: el cambio legal que se introdujo fue tal que hubo comunas muy parecidas donde algunas tuvieron un gasto máximo permitido mucho menor que otras, de modo que se pudo comparar las elecciones municipales en los dos tipos de comunas y determinar el impacto del límite al gasto. Esto es importante, porque el argumento que enarbolan típicamente en la derecha en Chile es que poner límite al gasto perjudica a los desafiantes. En el caso brasileño la evidencia es que no fue así, por el contrario, donde las limitaciones de gasto fueron más estrictas hubo más competencia y a los incumbentes les fue peor. Entre los autores de este trabajo hay líderes mundiales académicos en este tipo de estudios.
-También se dijo que la baja de los aportes privados podía ser un incentivo a los aportes ilegales. ¿Hay algo que haya observado en esta elección que permita concluir algo así?
Hacer eso hoy es mucho más riesgoso que antes de los cambios a la ley, porque antes los ilícitos en materia de financiamiento solo podían ser denunciados por los presidentes de partidos. Hoy, cualquier ciudadano puede hacerlo y el riesgo es mucho más alto. Sin embargo, subsiste una preocupación importante que con el tiempo se va a ir subsanando: no hay ningún indicio de que el Servel haya hecho estimaciones del gasto en campaña de una muestra de candidatos. Creo que en esta elección no es grave que no lo haya hecho, pero en el futuro, si queremos que este sistema funcione bien, es muy importante que el Servel tenga los recursos y las ganas de tener estimaciones independientes sobre cuánto fue el gasto electoral. Porque esa es la mejor forma de detectar cuando hay “maletín” de por medio. Si el Servel estima que una persona gastó 300 y rindió por 150, la pregunta obvia es por qué se produjo esa diferencia: o la explica o presumo “maletín”. Yo vengo mirando este problema desde hace años y siempre he insistido en que ese trabajo de cuantificar el gasto en campaña de los candidatos es clave. La ley le permite al Servel hacerlo, ojalá lo esté haciendo, pero no hay ningún indicio público de que lo haya hecho en esta elección.
-La ley se lo permite, ¿pero tiene el Servel la capacidad para hacerlo? ¿Puede hacer la fiscalización al punto que requiere el sistema como usted lo plantea? La experiencia indica que un guardián sin dientes no es un buen fiscalizador.
El Servel tiene las potestades legales. En cuanto a los recursos, cuando se vio el proyecto en el Congreso se dejaron algunas cosas como optativas, porque no había plata en ese momento. Es cosa de ponerlo en la discusión del presupuesto del año correspondiente y que la ciudadanía ponga presión y esos recursos pueden perfectamente estar. El Servel está en una transición con muchos desafíos nuevos, no puede hacer todo de una vez. Hay cosas en que claramente ha mejorado la gestión del Servel y lo hizo bien.
-¿Cuánta plata se movió en esta campaña, en comparación a las anteriores?
Hay un problema que dificulta responder esa pregunta. Tenemos en la Lupa Electoral las cifras que se conocen, pero hay un tema que el Servel debiera modificar: la ley dejó un vacío respecto a los aportes en especies que hacen los partidos a sus propios candidatos…
-Eso fue lo que distorsionó el cálculo del gasto real en la municipal pasada.
Exacto. Los partidos rinden los gastos en especies solo después de la elección, de modo que conoceremos esas cifras de aquí a seis meses. Esto representa un riesgo para burlar los límites al gasto: si un partido informa al Servel que en especies gastó 100 en cada candidato, pero en realidad gastó mil en uno que le importaba mucho y se excedió con ese candidato en el límite del gasto, eso el Servel no lo fiscaliza. Para evitar esto, el Servel debiera exigir que los partidos le informen durante la campaña del gasto en especies destinado a cada candidato.
-Es decir, que al momento de la compra del servicio de campaña, el partido informe cómo se distribuye entre sus candidatos.
Que se informe al Servel cómo se prorratea entre los distintos candidatos. De modo que el día de la elección sepamos todos esos gastos y, por lo tanto, tengamos la respuesta a tu pregunta sobre cuánto se gastó en esta campaña. En este momento tenemos una estimación que va a subestimar la cifra total, porque nos faltan todos los aportes en especies de los partidos.
-¿Cómo distorsionó esa carencia la suma de los gastos en la última elección municipal?
Hubo partidos en los cuales el gasto en especies, carteles, etc., fue grande. En cuanto a monto absoluto, el de la UDI fue el más grande: con $50 millones en aportes conocidos antes de la elección municipal versus más de $800 millones conocidos seis meses después. La diferencia fue casi igual de grande para el PPD. La forma en que nos dimos cuenta de esto fue cuando ingresaron los datos al Servel, y al analizarlos en Espacio Público, aparecían distintos partidos dando plata y la UDI cero. A la semana siguiente, nuevamente la UDI aparecía con cero pesos. La UDI no estaba pasándoles plata a sus candidatos y no entendíamos qué estaba pasando. Me topé con un dirigente de la UDI en algún foro y le pregunté. “Nosotros gastamos bien la plata del Estado y lo que hacemos es que compramos todos los carteles centralizadamente y después los distribuimos”, me respondió. Y bueno, el día de la elección municipal la UDI apareció gastando $50 millones y los otros partidos $300 millones, $400 millones, $500 millones.
-Como muchas otras cosas, esa sub-declaración de gasto electoral no es un ilícito, pero es un vacío que se debe corregir.
Exacto. Y es el tipo de vacíos que si no se corrige, los partidos lo van a utilizar más y más. Y, por lo tanto, se va ir perdiendo parte del espíritu con el que se legisló.
-Así y todo, tuvimos una elección más transparente.
Es evidente, y los ciudadanos lo pudieron ver, que fue una elección en que se gastó mucho menos y donde conocimos los nombres y montos de los principales financistas privados. Recordemos que en las elecciones anteriores lo que conocíamos era la parte que se gastaba legalmente, pero después supimos que había un montón de plata ilegal encima de esa. Ahora, claramente, se ve que se gastó mucho menos y tuvimos una cancha mucho más pareja. La mejor evidencia es que irrumpe un nuevo sector político y ni ellos mismos esperaban la votación que obtuvieron. Más allá de todo lo que pasó con las encuestas, lo del Frente Amplio es espectacular, pero lo de Evópoli también es interesante.
-Y la votación de José Antonio Kast…
Menciono el Frente Amplio y Evopoli porque son fenómenos que van más allá de un candidato presidencial.