“PAPELES DEL PARAÍSO”: LAS OPERACIONES PARA ADUEÑARSE DE UNA MINA EN REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO
Glencore: se abre el cuarto de los secretos del gigante global de materias primas
05.11.2017
Hoy nuestra principal fuente de financiamiento son nuestros socios. ¡ÚNETE a la Comunidad +CIPER!
“PAPELES DEL PARAÍSO”: LAS OPERACIONES PARA ADUEÑARSE DE UNA MINA EN REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO
05.11.2017
La oficina de Glencore en la sede central de Appleby en Bermudas no era muy llamativa. Ubicada frente al baño de mujeres, en la sala dedicada a uno de los clientes offshore más importantes del bufete, había un archivero, una computadora, un teléfono, una máquina de fax y una chequera. Una vez, en 2009, se convirtió brevemente en un espacio para fiestas. “Es mi cumpleaños”, escribió el anfitrión. “El pastel está en el segundo piso, en la Sala Glencore”.
Pero, aún siendo modesta, dicha sala contenía una gran cantidad de secretos.
“Glencore” se refiere a Glencore Plc., uno de los conglomerados de minería y agricultura más grandes del mundo. Ocupa el lugar número 16 en la lista Fortune Global 500 de las empresas más grandes a nivel internacional y el año pasado obtuvo ingresos por más de US$170.000 millones. Es el operador de materias primas más grande del mundo: proveedor de zinc y cobalto, comerciante de trigo y de garbanzos, sus productos afectan cotidianamente a cualquiera que haya manejado un automóvil, usado un teléfono inteligente o incluso comido una rebanada de pan.
Glencore también ha concitado la atención de oficinas gubernamentales que por años han investigado, multado y criticado al gigante de las materias primas.
Esta nueva filtración de información financiera offshore -que empieza en la Oficina Glencore pero va mucho más lejos-, ha tumbado la cortina dejando al descubierto algunos de sus más grandes secretos para su escrutinio.
La información surgió de las oficinas del despacho de abogados offshore Appleby y el proveedor de servicios corporativos Estera, que operaban de manera conjunta bajo el nombre de Appleby hasta 2016. Copias de más de 6,8 millones de archivos que documentan décadas de actividad dentro de la sede en Bermudas y otras oficinas, fueron obtenidas por el periódico alemán Süddeutsche Zeitung y compartidas con el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) así como con 94 medios de comunicación asociados, entre ellos CIPER.
Los archivos sobre Glencore contienen correos electrónicos confidenciales, actas del consejo directivo, diagramas de restructuración impositiva, contratos de préstamos multimillonarios, acuerdos de venta y conversaciones abiertas sobre qué reglas se podían o no violar como parte del debate riesgo-beneficio.
Los registros ilustran cómo un coloso global, asistido por su despacho de abogados offshore de mayor confianza, utiliza paraísos fiscales para llevar a cabo sus lucrativos tratos en secreto, incluso cuando ejerce una vasta influencia en partes del mundo ricas en recursos y, a la vez, plagadas de corrupción. Los documentos de Appleby muestran que Glencore desvió millones de dólares a través de Bermudas y otros paraísos fiscales mientras eludía declaraciones de impuestos y litigios en Europa y el Caribe.
No obstante, es en el país más pobre del mundo -la República Democrática del Congo (RDC), donde Glencore adquirió parte de la propiedad de importantes minas de cobre—donde la larga trayectoria de Glencore se revela en detalle en los documentos.
A lo largo del tiempo, investigadores han intentado reconstruir la magnitud de la relación entre Glencore y Daniel Gertler, un empresario israelí con amigos en altas esferas de la RDC, quienes ayudaron a Glencore a negociar el acceso a la rebosante mina Katanga. Las nuevas revelaciones, puestas al descubierto en más de mil páginas de documentos, muestran cómo Glencore prestó US$45 millones a una compañía controlada por Gertler, después de reclutarlo en los esfuerzos para cerrar el trato por la mina con autoridades congolesas.
Los archivos filtrados proporcionan la prueba más detallada hasta el momento, del lobby que realizan los gobiernos tras bastidores y de los flujos de capital que ayudaron a Katanga, mina en la que Glencore era accionista en ese momento, a adquirir licencias mineras. Al mismo tiempo, se plantean nuevas preguntas sobre cómo y por qué Katanga, posteriormente adquirida por Glencore, pagó un precio que los críticos han considerado menor a su valor real.
En respuesta a las preguntas realizadas por ICIJ, Glencore dijo que el precio de las licencias mineras reflejaba la cantidad acordada antes de que Gertler entrara a formar parte de las negociaciones. Y señaló que el préstamo a la compañía controlada por Gertler fue «realizado en términos comerciales» acorde a las disposiciones estándares vigentes.
Glencore también dijo que recientemente movió todas sus entidades comerciales -a excepción de tres- de las Bermudas a Suiza o al Reino Unido.
A inicios de este siglo, la República Democrática del Congo era un lugar caótico. En 2003 terminó una larga guerra civil y en 2006 se llevaron a cabo las primeras elecciones en 40 años. Bajo el liderazgo del Presidente Joseph Kabila, la República Democrática del Congo estableció un comité para revisar los contratos mineros con compañías extranjeras. La revisión provocó el desconcierto de los cuarteles corporativos de Glencore en Europa, Asia y las Américas, incluyendo las oficinas de Katanga Mining Ltd.
La compañía minera con sede en Canadá poseía derechos sobre los valiosos depósitos de cobre en la República Democrática del Congo. Y Glencore, desde ese tiempo accionista de Katanga, tenía los ojos puestos en la mina con un entusiasmo cada vez mayor.
A principios de 2008, con la inminente revisión de los contratos de la RDC y con la inversión de cientos de millones de dólares en juego, Katanga y sus accionistas tuvieron que actuar.
Inicialmente, Katanga creía tener poco de qué preocuparse, de acuerdo a uno de los cientos de momentos capturados “en vivo” en las actas de reuniones encontradas en los archivo de Appleby. A pesar del «tono político» del comité de revisión establecido por el gobierno, en febrero de 2008 el presidente ejecutivo de Katanga le dijo al resto de los miembros del consejo directivo que era poco probable que el país quisiera tener una participación mayor en la empresa en virtud de la alianza estratégica (joint venture) existente.
Sin embargo, meses después, el organismo gubernamental encargado de negociar las concesiones mineras a inversionistas privados, comenzó a insistir en cambios en los programas de ejecución propuestos por Katanga. La compañía minera del gobierno congolés planteó una serie de contrapropuestas «bastante inaceptables», según acordó la junta directiva de Katanga en una reunión en junio de 2008.
Y entonces, a la junta directiva se le ocurrió un plan.
«Dan Gertler, quien tenía un interés indirecto sustancial en la Compañía, debería recibir un mandato de la Junta para negociar con las autoridades de la RDC», acordó la junta directiva de Katanga en un almuerzo de trabajo el 23 de junio, celebrado en el hotel Hilton cercano al aeropuerto de Zúrich (Suiza). Entre los miembros de la junta de Katanga se encontraba el accionista y director de Glencore, Aristotelis Mistakidis.
Gertler, un distribuidor israelí de diamantes y cobre que mantenía sus acciones en Katanga a través de un fideicomiso offshore, estaba bien conectado en la República Democrática del Congo. Era particularmente cercano a la mano derecha del presidente Kabila, Augustin Katumba Mwanke. Los abogados de Gertler le dijeron al Consorcio (ICIJ) que los dos hombres establecieron «un trato personal» solo después de que Katumba se retirara del gobierno.
Conocido por muchos congoleños como «Dios Padre» (God the Father), Katumba también era conocido por ser el contacto ideal para quien buscara acceso a las enormes reservas de recursos naturales de la República Democrática del Congo.
En una ocasión, Gertler, Katumba y sus familias vacacionaron juntos en un yate por el Mar Rojo antes de que Katumba ingresara a un hospital israelí para un tratamiento quirúrgico. Después de que fallara la cirugía, Katumba entró en coma, por lo que Gertler apresuradamente le llevó a 13 médicos, incluidos tres de Londres.
«Durante los 12 días que permanecí en el hospital, Dan no me abandonó», escribió posteriormente Katumba en sus memorias. «Dejó todo, su negocio, su familia, su vida. Permaneció a mi lado día y noche». En palabras de Katumba, Gertler le salvó la vida.
A nivel internacional, la cercanía de Gertler con el régimen congolés ha concitado el escrutinio público. En 2001, dos informes de las Naciones Unidas sobre la explotación de los recursos naturales en la República Democrática del Congo, incluidos “diamantes de conflicto» o piedras preciosas que se intercambian para financiar ejércitos enemigos, describieron la amistad de Gertler con Kabila e informaron que una de las compañías de Gertler recibió un monopolio minero de diamantes. Uno de los informes argumentaba que, como parte del negocio de los diamantes, Gertler acordó entregar armamento a las fuerzas armadas congoleñas durante la época en que los ejércitos nacionales en disputa, las milicias y los caudillos militares, mataban y violaban indiscriminadamente, de acuerdo a los observadores de derechos humanos.
Años después, en 2013, un grupo de expertos dirigido por el ex secretario general de las Naciones Unidas Kofi Annan, hizo referencia a las compañías de Gertler en un reporte, acusándolas de adquirir activos mineros de la RDC por cerca de un sexto de su valor comercial.
Los abogados de Gertler dijeron a ICIJ que el empresario negó las acusaciones de los reportes de la ONU de 2001 y dijo no haber tenido oportunidad de réplica antes de su publicación. La ONU no lo ha mencionado desde 2001, dijeron sus abogados. Respecto al reporte de 2013, los abogados de Gertler dijeron que las compañías del grupo empresarial tampoco tuvieron oportunidad de responder a las acusaciones, las cuales “rechazan categóricamente”.
“El señor Dan Gertler es un empresario respetable que aporta la vasta mayoría de su riqueza y tiempo a los necesitados, así como a diversas comunidades, por un valor igual a grandes sumas de dinero”, dijeron sus abogados al Consorcio (ICIJ). “Sus transacciones de negocio se llevan a cabo de manera justa y honesta y en estricto apego a la ley”.
The Financial Times, Bloomberg, la ONG anticorrupción Global Witness y otros han pasado años reuniendo casos que involucran a Glencore, Gertler y a los líderes de la RDC con la finalidad de entender cómo uno de los países más ricos en recursos naturales de todo el mundo ha permanecido tan pobre. Ahora, la filtración de archivos de Appleby revela un recuento mensual de la forma en que Glencore dependió de la intermediación de Gertler.
Poco después de aquel acuerdo de junio de 2008 en Zúrich, sobre la necesidad de reclutar a Gertler, Katanga celebró buenas noticias. “Dan Gertler cumplió satisfactoriamente su mandato”, anunció a la junta directiva el director general saliente, durante una teleconferencia el mes siguiente. “Las reuniones de los pasados dos días fueron extremadamente productivas”, indicanlos archivos internos de Appleby.
Un nuevo memorándum de entendimiento solicitaba un pago adicional al gobierno por US$10 millones en regalías futuras, a cambio de un acuerdo. A pesar de todo, la junta directiva de Katanga expresó su aprobación.
En octubre de 2008, Glencore nombró a su gerente general Steven Isaacs como director ejecutivo interino de Katanga. Poco después, la compañía minera estatal de la RDC regresó con más exigencias, incluyendo “dineros adicionales” por un total de US$585 millones en un bono por subscripción (signing bonus).
Para resolver ese “asunto de vital importancia”, la Junta decidió que cuatro ejecutivos de Katanga, incluidos Isaacs y Mistakidis, de nuevo “sostuvieran una conversación con Dan Gertler”.
Mientras los directivos se preocupaban por las solicitudes de más dinero por parte del gobierno, la compañía se encontraba corta de liquidez. Los registros muestran que Katanga estaba en la búsqueda de dinero de potenciales inversionistas para mantener a la compañía funcionando.
Y entonces les llegó dinero caído del cielo.
En febrero de 2009, Katanga notificó a la Bolsa de Valores de Toronto de un millonario préstamo de Glencore y otros, incluyendo Lora Enterprises, una compañía en las Islas Vírgenes Británicas, propiedad de un fideicomiso que beneficia a la familia Gertler. Los detalles proporcionados al respecto fueron pocos.
No fue sino hasta 2014 que Global Witness, la organización anticorrupción sin fines de lucro con sede en el Reino Unido, publicó documentos mostrando que Glencore había prestado el capital a la compañía de Gertler, la que a su vez, había hecho el préstamo a Katanga. La compañía de Gertler y Glencore, además, adquirieron nuevas acciones en Katanga.
Ahora, los documentos e intercambios descubiertos en los archivos de Appleby, proveen mayor información sobre cómo el préstamo de Glencore a la compañía de Gertler mantuvo al ya bien posicionado israelí cercano a Glencore como un accionista dentro de Katanga, mientras Katanga terminaba los últimos meses de negociación con el gobierno de la RDC.
Así es como se dieron los préstamos: el 9 de enero de 2009, cuando las negociaciones con la RDC se convulsionaban, Glencore envió documentos a sus abogados en Bermudas, entre los cuales había uno denominado hoja de términos. “Glencore deberá usar su voto en la junta directiva de Katanga para garantizar que Dan Gertler sea exclusivamente encomendado para asistir a Katanga a finalizar los términos de la alianza estratégica”, indicaba la hoja de términos.
Un documento autorizaba a los abogados internos de Glencore y Mistakidis, el director de Glencore que también formaba parte de la Junta Directiva de Katanga, a aprobar un préstamo bianual por US$45 millones a Lora Enterprises.
La hoja de términos muestra que Glencore tenía el derecho a exigir el reembolso del préstamo si la alianza estratégica que Gertler estaba ayudando a negociar con la RDC no se concretaba dentro de pocos meses. En otras palabras, el préstamo de US$45 millones de Glencore a Gertler dependía de que las autoridades de la RDC aprobaran un acuerdo con Katanga.
“El préstamo a Lora refleja los términos apropiados negociados con base en condiciones equitativas”, respondieron los abogados de Gertler a ICIJ y sus socios, agregando que no es poco común que las transacciones mineras en África exijan al prestamista reclamar el reembolso del préstamo si la alianza estratégica fracasa. El préstamo a Lora se amortizó completamente en 2010 y “ni Lora Enterprises ni el señor Gertler ni ninguna compañía o persona relacionada con ellos, recibió los fondos del préstamo directamente”, dijeron los abogados.
En marzo, dos meses después de que la hoja de términos fuera aceptada, el director ejecutivo de Katanga anunció a la junta directiva que se había reunido con Gertler en Kinshasa, la capital congoleña. “Como resultado…Katanga realizó revisiones a las propuestas resolviendo la mayoría de los temas” con las autoridades de la RDC, de acuerdo a la minuta de la reunión.
No sólo se avanza con el acuerdo, dijo el director ejecutivo, sino que Katanga también ha convencido a la RDC de aceptar un bono de suscripción de US$140 millones, en lugar de uno de más de US$580 millones. La reducción del bono significaba que Katanga habría pagado un cuarto de lo que otras compañías mineras habrían pagado, en promedio, por tonelada de cobre en ese tiempo, concluyó Elisabeth Caesens, una experta en acuerdos mineros congoleños, quien revisó los documentos filtrados.
El acuerdo Katanga-RDC fue firmado en julio de 2009, semanas después de que Glencore aumentara una vez más sus acciones en Katanga, hasta una cantidad que se aproximó al control total de la compañía.
-Los documentos revelan que si Gertler hubiese fallado en obtener ese contrato, Glencore podría haber demandado inmediatamente el pago del préstamo de US$45 millones -explicó Caesens.
Al haber firmado ese acuerdo, “Glencore ignoró las muchas señales de alarma que debieron haber surgido, por los antecedentes y vínculos del señor Gertler, y se expuso al riesgo de incumplimiento de leyes anticorrupción”, dijo Caesans, quien asesora al Carter Center, la organización en defensa de los derechos humanos sin fines de lucro, fundada por el ex presidente estadounidense Jimmy Carter.
Durante una reunión anual de la compañía, el presidente de Glencore les dijo a socios de ICIJ que las comprobaciones de antecedentes de Gertler fueron “amplias y extensas”. En una respuesta por escrito, Glencore también señaló que el acuerdo de la firma del bono fue decidido antes del mandato de Dan Gertler. Los abogados de éste último, dijeron a ICIJ “de manera clara e inequívoca” que las acusaciones de que los préstamos fueron usados para realizar pagos corruptos eran “falsas y sin fundamento alguno… el señor Gertler enérgicamente las rechaza por completo”.
Katanga no recibió trato preferencial en su alianza estratégica como resultado del involucramiento de Gertler, aclararon sus abogados a ICIJ y sus medios asociados. Todas las negociaciones fueron realizadas de buena fe, acotaron.
En febrero de 2017, Glencore compró las participaciones de Gertler en importantes minas de la RDC, incluyendo Katanga, por más de US$500 millones.
Después de diez años de negociaciones, emprendimientos en hoteles aeroportuarios y miles de páginas de documentos circulando entre compañías offshore, ahora Glencore y la RDC son dueños de la mina Katanga prácticamente en su totalidad.
Cinco meses antes de que Glencore comprara la participación de Gertler, el Departamento de Justicia de los Estados Unidos resolvió un caso, conforme a la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero (FCPA, por su sigla en inglés), contra el hedge fund Och-Ziff Capital Management Group, con sede en Nueva York. El Departamento de Justicia discutió sobre Lora Enterprises, a quien la resolución de la disputa describe como controlada por un israelí no identificado “socio de la RDC” y muy posiblemente Gertler.
El Departamento de Justicia alegó que una compañía de Och-Ziff prestó US$110 millones a Lora Enterprises en noviembre de 2010 y que, desde ese mes y hasta febrero de 2011, “el socio de la RDC provocó que se hicieran pagos corruptos por aproximadamente US$20 millones a varios funcionarios”, incluyendo a un “funcionario de la RDC 2” no identificado, quien se cree es Augustin Katumba Mwanke. En septiembre de 2016, una filial de Och-Ziff se declaró culpable y acordó pagar US$413 millones en multas y penalizaciones.
El acuerdo al que llegó el Departamento de Justicia de los Estados Unidos con Och-Ziff “no constituye evidencia de nada en contra del señor Gertler”, dijeron sus abogados. “En la medida en que dicho acuerdo se presuma estar relacionado al señor Gertler, se hizo sin su participación ni oportunidad alguna de proveer cualquier comentario… el señor Gertler rechaza absolutamente cualquier acusación de ofensa o criminalidad en su contra”. El Presidente Joseph Kabila no respondió a repetidas peticiones de comentario. Katuma murió en un accidente aéreo en 2012.
Lora Enterprises no fue acusada de ningún delito en el caso Och-Ziff, el cual no involucró a Glencore.
Las agresivas prácticas empresariales de Glencore en África central postconflicto, no sorprenden a nadie familiarizado con la compañía y su historia.
Glencore es la sucesora corporativa de la firma comercializadora fundada por Marc Rich, el infame inversionista que pasó años como fugitivo en la lista de los más buscados del FBI antes de ser indultado en 2011 por el presidente Bill Clinton, en el último día de su mandato.
Marc Rich, un niño refugiado de la ocupación nazi en Bélgica, asistió a escuelas privadas en Manhattan antes de abandonar sus estudios en New York University para trabajar en la compañía comercializadora de metales, Philipp Brothers, ahora PhiBro, donde conoció a su futuro socio de negocios: Pincus Green. En 1974, se mudaron a Suiza para conformar Marc Rich + Co AG, cuyo nombre posteriormente se cambió por Glencore Xstrata Plc, comercializadora de hierro y metales, la que después se expandió al petróleo en Rusia y África, granos en Europa y más.
La compañía, como posteriormente la describió un perfil de Vanity Fair, “floreció como prestamista y canjeador con países del Tercer Mundo y el bloque oriental que se encontraban carentes de liquidez o en deuda, pero que contaban con materias primas como garantía, las cuales Rich podía obtener y vender con un amplio margen de ganancia”.
En 1983, Rich y Green fueron acusados en Estados Unidos por evasión de impuestos y de evadir un embargo comercial con Irán durante la crisis de rehenes. En vez de enfrentar la acusación por 65 cargos, Rich huyó.
Marc Rich continuó a cargo de la compañía hasta 1993, cuando en un intento fallido quiso arrinconar el mercado global de zinc, dejando a la compañía con una deuda de US$172 millones. Presionado por sus socios, Rich vendió la mayoría de su participación en 1994 por US$600 millones. La compañía renació como Glencore, el nombre supuestamente sacado de las primeras dos letras de cada palabra de Global Energy Commodities and Resources.
Glencore tuvo éxito sin Rich y en 2011 empezó a cotizar en la Bolsa de Valores de Londres. De un día para otro, un puñado de sus accionistas mayoritarios se hizo multibillonarios. El director ejecutivo Iván Glasenberg se volvió tan rico, que el pueblo suizo donde vive, Rüschlikon, recortó los impuestos municipales para todos los demás ciudadanos, como resultado de la creciente cantidad de impuestos que él pagaba.
En 2013, Glencore finalizó la adquisición del gigante minero Xstrata, en una de las fusiones corporativas más grandes de todos los tiempos en el sector de recursos naturales.
La compañía con sede en Suiza ha trabajado arduamente en restaurar su imagen. Ha fundado programas antimalaria en Zambia, patrocinado un barco a indígenas australianos para investigar sobre tortugas y ayudado a desparasitar vacas, alpacas y llamas en Perú.
Sin embargo, Glencore nunca se ha podido alejar de titulares negativos. En años recientes, sus empleados han protestado por presuntas condiciones de trabajo peligrosas y bajos salarios en Canadá, Australia, Burkina Faso, Namibia y Colombia.
Científicos australianos vincularon a la compañía minera con la contaminación del aire y la tierra que causó envenenamiento de plomo en niños. Después de acusaciones de evasión de impuestos en Zambia, el Banco de Desarrollo de la Unión Europea le suspendió en 2011 préstamos a su filial, propietaria de una mina de cobre en Zambia. En Filipinas en 2012 y 2013, fuerzas paramilitares mataron a tres aldeanos en medio de protestas contra la mina de cobre y oro de Glencore; y en 2017 en Argentina, una corte suspendió temporalmente las operaciones mineras de cobre y oro de la compañía, tras alegatos por contaminación. En todos los casos, Glencore ha negado las presuntas irregularidades.
Durante todo este tiempo, Glencore ha escogido a Appleby como su bufete de abogados offshore por excelencia.
Appleby trabajó por muchos años para Marc Rich en sus asuntos de negocios, incluyendo bienes raíces, aún después de los cargos imputados en Estados Unidos en 1983. Cuando se dio a conocer la muerte de Rich, en junio de 2013, uno de los abogados más antiguos de Appleby envió un correo electrónico al abogado principal de Glencore: “En nombre de los socios y el personal de Appleby, le ruego acepte nuestro más sentido pésame por el fallecimiento del señor Marc Rich. Un verdadero titán empresarial de nuestros tiempos”.
Por mucho tiempo, Glencore fue uno de los grandes clientes de Appleby, bufete que convirtió en 2016 gran parte de su negocio de gestión de patrimonio en una compañía independiente llamada Estera. En su conjunto, para el año 2014, el conglomerado Glencore, con su caballería de 107 compañías offshore, se convirtió en uno de los clientes más importantes del bufete.
Glencore trabajó con Appleby en grandes proyectos con nombres en clave, como Project USA (cuando compró al operador de granos más grande de Canadá, en 2012), Project Great Game (un acuerdo comercial en Rusia) y los proyectos Ranger, Sunset, Everest y Pebble. Un empleado de Glencore le dijo a Appleby que la compañía no tenía un esquema completo que mostrara todas sus entidades en offshore “principalmente porque ocuparía toda una pared”.
La “Sala Glencore”, que la oficina de Appleby en Bermudas puso a su disposición, le permitía al gigante de los commodities hacer creer que tenía una “robusta huella física” en las Islas Bermudas, según se lee en un correo electrónico de un gerente de Appleby en 2014.
Esa sala pudo haber ayudado a Glencore a despistar a cualquier recaudador fiscal curioso haciéndole creer que desde Bermudas se llevaban a cabo negocios verdaderos, explicaron expertos a ICIJ.
Glencore cuenta con 800 empleados en su sede suiza. No tenía ningún empleado en su filial financiera en las Bermudas, a excepción de un empleado de Appleby, quien se desempeñaba simultáneamente como director sustituto oficial, por un “número muy reducido de horas”. El contrato de ese empleado estaba diseñado para mantener al director por debajo de los requisitos que hubiera requerido el pago de impuestos sobre la renta y contribuciones de seguridad social, según se lee en una nota de un expediente preparado por Appleby en mayo de 2014.
Los archivos de Appleby también revelan preocupaciones sobre las exigencias que Glencore -una confiable fuente de ingresos- le hizo al bufete en Bermudas a través de los años.
Una vez en 2006, un abogado de Appleby dijo haberse negado a firmar un documento que declaraba que los préstamos de Glencore a sus sucursales por US$2.000 millones “beneficiarían a las compañías”, porque no había leído sus contenidos.
“Esto sí plantea la cuestión sobre nuestra responsabilidad como directores y cómo podemos desahogar asuntos a completa satisfacción tanto del cliente como de nosotros mismos, durante un plazo aceptable y bajo una remuneración razonable”, dijo el mismo abogado. “Ese debate riesgo-beneficio se ha convertido en el tema”.
Finalmente, el documento solicitado por Glencore fue firmado por el abogado de Appleby.
Solicitudes de Glencore de que empleados de Appleby cambiaran las fechas de documentos retroactivamente, desencadenaron puntos álgidos recurrentes, revelan los archivos de Appleby. Por ejemplo, el 6 de mayo de 2009, Glencore pidió a Appleby firmar una moción de aprobación de la junta cuya fecha era el 28 de abril del mismo año. Glencore se comportaba “de manera engañosa desde mi punto de vista”, dijo una administradora en Bermudas.
“Glencore ya volvió a sus andadas”, le escribió un abogado de Appleby a un colega en diciembre de 2013, quejándose de que Glencore estaba haciéndole firmar un documento atestiguando que una compañía había aprobado una decisión antes de haberlo hecho.
Glencore declinó hacer comentarios sobre sus prácticas de cambio de fecha a sus documentos. La compañía cumple con sus obligaciones tributarias, dijo a ICIJ. Appleby no contestó al detallado cuestionario enviado por ICIJ, pero publicó un comunicado de prensa que indica: “Somos una firma legal offshore que aconseja a clientes por vías legítimas y legales a conducir sus negocios. No toleramos comportamientos ilegales”.
En 2014 ambas partes acordaron, finalmente, no fechar más los documentos retroactivamente. Así se lee en las notas de una reunión en Zúrich que duró 90 minutos.
Lejos de Suiza y lejos también de la sala especial con la que el conglomerado cuenta en Bermudas, los congoleños que viven y trabajan cerca de las minas tienen su propia opinión sobre las operaciones de Glencore, las que les atañen directamente.
Leonie Kamanda, una supervisora del parque nacional en Kisenda, un pueblo cercano a las operaciones de cobre de Katanga Mining Ltd., ha atestiguado por años de cómo la vegetación del parque se torna amarilla, como resultado del escurrimiento del mineral de las excavaciones de cobre y cobalto que operan dentro y alrededor del parque. Leonie Kamanda trabaja dentro de una reserva protegida de caza en donde conviven hipopótamos, simios, búfalos y operaciones mineras controladas por diversas corporaciones.
Las compañías mineras no respetan el medio ambiente, dijo Kamanda, y la deforestación es abundante. Glencore dice que sus políticas y prácticas ambientales cumplen y exceden los estándares de la industria a nivel internacional.
A pesar de ser la región mineral más rica de la República Democrática del Congo, entre el 60% y el 70% de los habitantes de la región que alberga las operaciones de Glencore, viven en la pobreza. Pasaron al menos diez años para que los pueblos cercanos a la mina tuvieran agua corriente, dijo Christian Sapu Kankonade, un activista de derechos humanos. “La población se encuentra a merced de sus propios medios para sobrevivir”.
-Nosotros somos los que estamos en el terreno. Cuando visitas el pueblo, puedes prácticamente leer la miseria en la cara de la gente -reclama Daudet Kitwa Kalume, un abogado de derechos humanos en Kolwezi, la localidad más grande cercana a la alianza estratégica minera de Katanga.
Traducción al español realizada por Univision Noticias para el resto de socios de ICIJ.