El choque de Piñera con Flores que jibarizó el Consejo de Innovación
22.10.2013
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22.10.2013
El Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC) estuvo a punto de desaparecer. Finalmente sobrevivió, pero reducido a su mínima expresión, luego de que el Presidente Sebastián Piñera quedara profundamente insatisfecho con el informe que le entregó en agosto pasado el consejo que presidía el ex senador Fernando Flores. Desde entonces, las relaciones entre Piñera y Flores están rotas.
A contar de 2014 el CNIC contará con un presupuesto 78% menor al que manejó hasta este año y su planta de profesionales se redujo en alrededor de un 50%. En los hechos, el presupuesto cayó de los $1.175 millones con los que contó el CNIC en 2013 (vea la partida de este año) a sólo $257,5 millones (vea la partida presupuestaria propuesta para 2014). Y su planta quedó reducida a unos cinco profesionales, los que conformarán la secretaría ejecutiva de la entidad.
El quiebre se produjo porque Piñera había pedido a Flores que el informe del CNIC, a diferencia de años anteriores, fuese menos conceptual y propusiera tareas concretas para avanzar en el desarrollo científico y tecnológico del país. El mandatario quería un texto con insumos que le permitieran adoptar políticas públicas específicas en su último año de gobierno. A contrapelo de la instrucción presidencial, Flores desarrolló un trabajo centrado casi exclusivamente en la conceptualización del tipo de innovación que requiere el país, sin atender la demanda de establecer líneas de trabajo concretas.
En la práctica, para el próximo año el CNIC quedó casi imposibilitado de encargar las asesorías e informes técnicos que licitaba habitualmente, debido a que ya no contará con los recursos para tales tareas. La misión de los funcionarios sobrevivientes quedó reducida a desarrollar recomendaciones puntuales para abordar la modernización de cuatro sectores que se consideran urgentes: energía, educación, indicadores para medir el desarrollo científico y tecnológico, y cambios en la enseñanza de las ingenierías.
Durante las últimas semanas tanto Flores como otros consejeros han criticado la falta de prioridad para la ciencia, tecnología e innovación en el presupuesto 2014 e incluso el CNIC sacó este martes 22 de octubre una declaración oficial al respecto (ver declaración). Sin embargo, los consejeros no mencionan el presupuesto del CNIC, el que en los próximos días deberá cerrar sus modernas oficinas en calle Morandé para instalarse en un espacio más reducido en dependencias del Ministerio de Economía.
El 5 de diciembre de 2005, tres meses antes que concluyera su gobierno, Ricardo Lagos firmó un decreto que creó el Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad (CNIC), organismo público-privado que tiene la misión de asesorar al Presidente en la identificación, formulación y ejecución de políticas y acciones que fortalezcan la innovación y la competitividad en Chile, en la ciencia, la formación de capital humano y el desarrollo, la transferencia y la difusión de tecnologías (ver decreto). En él participan los ministros de Economía, Educación, Hacienda y Agricultura, además de representantes de otros organismos estatales, como Corfo, y actores privados como empresarios, científicos y académicos.
El CNIC nació de la mano del royalty aplicado a la minería, con el objeto de establecer prioridades para destinar los fondos recaudados por ese tributo a tareas que impulsaran el desarrollo científico y tecnológico del país. En un comienzo el consejo fue presidido por el ex senador Edgardo Boeninger, quien le entregó a Lagos un informe con los lineamientos para la elaboración de una estrategia nacional de innovación para la competitividad de largo plazo. Luego, Michelle Bachelet renovó el mandato del CNIC en 2006 y nombró como presidente al ex ministro de Hacienda, Nicolás Eyzaguirre, quien finalizó su gestión haciendo entrega de la “Estrategia Nacional de Innovación para la Competitividad”. Posteriormente, el ex ministro de Obras Públicas, Eduardo Bitrán, continuó como titular del consejo y elaboró la “Agenda de Innovación para la Competitividad 2010-2020”.
Aunque los textos entregados por Eyzaguirre y Bitrán se explayaban en la conceptualización y análisis del tipo de innovación que requiere Chile, contenían un apartado en el que recomendaban tareas específicas para avanzar en el desarrollo de políticas públicas puntuales. Esta última tarea fue la que el Presidente Piñera consideró que debía resaltarse, especialmente orientada a promover la competitividad. En abril de 2010, Piñera nominó al ex senador Fernando Flores como presidente del CNIC. Flores llegó al cargo sostenido por una reconocida carrera internacional que lo situaba como experto en innovación y por un currículo político de una amplitud difícil de igualar: ex ministro de Salvador Allende, senador del PPD y colaborador de la campaña electoral de Piñera (ver recuadro).
El consejo, bajo la gestión de Flores, quedó constituido por Jorge Allende, Juan Asenjo, José Miguel Benavente, Claudia Bobadilla, Juan Claro, Juan Carlos de la Llera, Álvaro Fischer, Alfonso Gómez, Manuel Krauskopf, Fernando Lefort, Francisco Mac-kay, Cristóbal Philippi, Pilar Romaguera, Pablo Valenzuela, Marcelo von Chrismar y Andrés Weintraub. Los consejeros se reunían con los expertos y los insumos eran procesados por la secretaría ejecutiva del CNIC, dirigida por Katherine Villarroel.
Instalado en California, el trabajo de Flores era no presencial la mayor parte del tiempo, salvo cuando viajaba a Chile cada dos meses. De acuerdo a la página de transparencia del gobierno, recibía un sueldo mensual de $6.200.000 hasta septiembre pasado, cuando renunció voluntariamente. Oficialmente, su cargo tenía la siguiente descripción: “Asesor experto en materias de políticas de innovación. Proponer al Presidente de la República orientaciones estratégicas para las políticas públicas relacionadas con la innovación para la competitividad. Conducir las sesiones del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad. Dar orientación estratégica a la labor de la Secretaría Ejecutiva del Consejo Nacional de Innovación para la Competitividad”.
Tras tres años de trabajo, el 6 de agosto pasado Fernando Flores entregó a Piñera, en una ceremonia en La Moneda, el texto de 130 páginas titulado “Surfeando hacia el futuro: Chile en el horizonte 2025”. Aunque el evento en Palacio fue cordial, la tensión entre el Mandatario y Flores había ido en aumento a lo largo de este último año, debido a que Piñera avizoraba que el informe final distaría de tener el perfil que él había requerido.
Efectivamente, el texto estuvo lejos de las expectativas presidenciales e, inicialmente, Piñera barajó la idea de clausurar el CNIC. El Presidente tiene las atribuciones para cerrar el organismo, pues la institucionalidad bajo la que opera el consejo es precaria. La entidad se creó y funciona por decreto presidencial y no por ley. Al decreto original suscrito por Lagos (2003), le siguieron otros tres que renovaron el consejo, dos de ellos firmados por Michelle Bachelet (2006 y 2008) y el último por Piñera (2010). Aunque el diseño original establecía que el CNIC funcionaría bajo las normas contempladas en el proyecto de ley que crearía el Fondo de Innovación para la Competitividad, esa iniciativa sigue entrampada en su tramitación legislativa. La ley no ha visto la luz debido, entre otras razones, a las diferencias sobre cómo deben distribuirse los recursos provenientes del royalty, pues las regiones mineras exigen una mayor participación.
La dura reacción inicial de Piñera fue moderada por algunas intervenciones de figuras públicas que valoraron positivamente el informe del CNIC. Así, el Presidente resolvió darle continuidad a la iniciativa, pero con un piso mínimo para su funcionamiento.
Entre las voces que valoraron el texto presentado por Flores se cuenta la del ex presidente de la Confederación de la Producción y el Comercio (CPC), Rafael Guilisasti. En un extenso reportaje publicado el 11 de agosto por El Mercurio el empresario calificó el informe del CNIC como “atingente” y dijo que “cambia el cómo miramos las cosas”. El mismo artículo informó que el reputado experto en innovación Irving Wladawsky redactó un comentario favorable al informe del CNIC que luego fue difundido por The Wall Street Journal. Doctor en Física de la U. de Chicago y profesor del MIT, Wladawsky aseguró que las recomendaciones del informe son aplicables en países desarrollados y emergentes.
Luego, el 25 de agosto, fue el turno del ex ministro de Economía del gobierno de Piñera, Juan Andrés Fontaine, de defender el informe en las páginas de El Mercurio. Fontaine, quien trabajó con el consejo cuando dirigió la cartera de Economía, escribió en una columna: “El enfoque (del informe) es plenamente concordante con lo que -a partir de los avances de los aportes de los anteriores- ha hecho el gobierno actual para promover la innovación. Su signo ha sido crear condiciones para conectar y situar a nuestros innovadores en una perspectiva global”.
Y aunque finalmente el CNIC se salvó, la disminución de su presupuesto abre cierta incertidumbre respecto al rol que jugará de ahora en adelante.
«A los 19 me casé, a los 25 fui gerente de Corfo, a los 29 ministro y a los 30 comencé la beca Pinochet«. Con esas frases, Fernando Flores daba cuenta en 2001 de su peculiar curriculum. Desde Talca aterrizó en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Católica, donde en plena reforma universitaria se tituló de Ingeniero Civil Industrial.
Ya desde el gobierno de Allende, en el que llegó a ser ministro de Hacienda y de Economía, se vinculó con los temas de innovación y tecnología. En 1970 fue nombrado presidente del Instituto Tecnológico de Chile y en esos años creó el proyecto Cybersyn, que aplicó en forma embrionaria la cibernética a la gestión de las redes industriales del país.
Durante la dictadura y al igual que otros 400 presos políticos, Flores –entonces militante del MAPU– fue llevado a Isla Dawson donde compartió prisión con su amigo Sergio Bitar, el mismo que décadas más tarde le cedió el escaño senatorial por Arica y Parinacota. Llegó al Congreso en 2002, representando al PPD con un 30,51% de los votos.
En plena campaña, el aspirante al Senado ya delineaba las claves del éxito que a su juicio los chilenos deben desarrollar: «capacidad emprendedora. Ver posibilidades donde otros ven dificultades. Garra y pachorra, como la de los argentinos que producen campeones de fútbol. Y la audacia de los norteamericanos”.
Flores se fue distanciando del PPD y en 2006 suspendió esa militancia para finalmente en 2007 formar, junto a Jorge Schaulsohn, Chile Primero, movimiento que fue el trampolín para desembarcar en 2010 en el gobierno de Sebastián Piñera y ocupar la presidencia del Consejo para la Innovación.
Como senador independiente, Flores se convirtió en un líbero en tiempos en que la Concertación y la Alianza estaban empatados en el Senado, y con su voto a favor fue posible destituir de su cargo a la ministra de Educación, Yasna Provoste
La vida académica de Flores la desarrolló principalmente en Estados Unidos. Luego de salir al exilio se estableció en Palo Alto, California, y en la Universidad de Berkeley obtuvo un doctorado en Lenguaje. Flores desarrolló un modelo de administración y comunicación para empresas, y un software para la coordinación del trabajo en las organizaciones, que denominó “la oficina del futuro”. A través de dicho software generó parte de sus dineros, los que se fueron multiplicando con sus trabajos de coaching. Su vínculo con Chile en estos últimos años estuvo centrado en el Consejo para la Innovación y en el Colegio Altamira, del que es su dueño y que ya cumple 31 años.
Amigo del multimillonario mexicano Carlos Slim y del ex Presidente del Gobierno español Felipe González, Flores ostenta una aplastante personalidad, con la que regularmente apabulla a sus interlocutores. En más de una oportunidad, ese carácter soberbio y políticamente incorrecto lo ha hecho merecedor de una sanción social, como cuando al término de una entrevista televisiva en CNN Chile le enrostró al periodista: “Jodiste, porque no te voy a dar entrevistas a ti por un año, por puras preguntas huevonas. Te jodiste conmigo».
Quienes han trabajado con él comentan que ese tipo de respuestas no están reservadas para los periodistas. Un ejemplo recordado tuvo lugar en un campamento para promover la ciencia y la tecnología entre los jóvenes, donde Flores se molestó con la pregunta de un adolescente y respondió simplemente “no me preguntes huevadas”..
Durante su gestión en el Consejo de Innovación, Flores estaba radicado en California y venía cada dos meses a realizar aquellas actividades que requerían su presencia física. En esos períodos su agenda era tan intensa que todo el consejo funcionaba con disponibilidad 24/7. Cultivaba además el mismo halo de “gurú” con el que se le conoció tras el regreso de la democracia, transformando las reuniones de trabajo en sesiones de aprendizaje, donde la capacidad ejecutiva quedaba disminuida.