Presentación del economista del CEP el miércoles 31 de octubre
Sergio Urzúa: “Incluso aceptando la inclusión de la ‘y11’, apuesto a que la tasa de pobreza no es 14,4”
08.11.2012
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Presentación del economista del CEP el miércoles 31 de octubre
08.11.2012
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Esta ya es la tercera presentación respecto de la CASEN, y para mí, es el cierre del capítulo. Después de la presentación que hace la subsecretaria sobre los temas técnicos, creo que ya estamos cerca de alcanzar ya una conclusión. Déjenme partir con lo que ha pasado desde la última reunión el 11 de septiembre. Tenemos nueva base de datos, lo que se agradece muchísimo, porque efectivamente el Ministerio de Desarrollo Social (MDS) hizo un esfuerzo importante en incorporar no sólo la “y11”, que hoy está en su página web, sino que además puso a disposición mucha información de las encuestas anteriores. Aún estamos a la espera de los datos antes del ajuste por cuentas nacionales, pero con esto ya tenemos un avance al que se suman dos nuevos documentos que para efectos prácticos son clave y a los que la subsecretaria hizo alusión: la medición de ingreso en CASEN, un documento que CEPAL preparó en agosto de 2012 donde justifica el análisis de los datos que entrega; y el documento que discute la existencia o la utilización del pre-test y el diseño y evaluación de preguntas del módulo de ingresos de la CASEN más tres anexos, algo así como 180 páginas fechadas el 15 de octubre.
En este período, CEPAL dejó de colaborar en el cálculo de la pobreza. CASEN 2012 se cancela. Se anuncia el proyecto del INE autónomo y que la próxima encuesta será la CASEN 2013. Y está también la noticia de la evaluación de la línea de pobreza. Al final del día, esta cosa no salió tan mal. Como lo planteé en la versión anterior de este seminario (ver presentación de Urzúa el 11 de septiembre pasado), el vaso lo veo medio lleno y creo que es una oportunidad increíble para poder mejorar la institucionalidad. De alguna forma, los comentarios que voy a hacer demuestran que es así y hay que aprovecharla.
“Cuando se analizan las cifras en perspectiva y con la dinámica, uno puede concluir que tanto indigencia y pobreza, así como la desigualdad, están bastante estancadas”.
¿De qué les voy a hablar hoy? Quiero cerrar este capítulo y responder a la pregunta por qué disminuyó la pobreza. Voy a hablar del pre-test, la “y11”, pobreza, indigencia y lo que creo que son errores técnicos que no han sido considerados y que son importantes para este cierre. Después sobre el futuro y por qué no cayó tanto la tasa de pobreza, que es algo que también se discutió la vez anterior: cae la pobreza, veamos si la “y11” impacta o no en ello, pero por qué no cayó más. Y voy a hablar de dos elementos importantes sobre lo insospechadas que son las políticas públicas si uno no las mira en detalle.
Hablemos de la variable “y11”. La justificación es exactamente lo que la subsecretaria Arellano planteó en su presentación, la idea de esa pregunta es recoger información de ingresos del trabajo que no son transitorios y que son relevantes; mejorar la correspondencia de la semana anterior para determinar si una persona es laboralmente activa o no versus el mes previo respecto de los ingresos, que era un problema histórico de la encuesta CASEN; y generar medidas de ingreso más estables. Esa es, a modo de resumen, la justificación. Es evidente que había un desfase en las preguntas, pero no hay que olvidar que un elemento importante en todo esto es la comparabilidad. Hay que distinguir entre la comparabilidad de las cifras versus el error histórico que ha venido en el cuestionario. Por eso, la pregunta es si esto afecta o no la comparabilidad. Esa es la clave: las cifras que se han entregado, ¿son comparables en el tiempo?
Esto es lo que uno observa (página 5 de su presentación): éstas son las tasas de pobreza. Las barras azules son las reportadas, las que consideramos oficiales con los errores estándar, de 2006, 2009 y 2011 con la variable “y11”, que da una tasa de 14,4. Pero si le sacan la “y11”, da por resultado una tasa de 15,2. Esa es una tabulación sencilla con un error estándar calculada con las barras negras que están ahí. Por lo tanto, no cabe ninguna duda de que incluir o no la variable sí hace una diferencia respecto de la tasa de pobreza. Eso es evidente.
Ocurre algo similar, aunque en menor magnitud, en el caso de la tasa de indigencia. Es interesante, porque nos deja en los mismos niveles que teníamos en la CASEN 2006. Si se elimina la “y11”, estamos hablando de un 3,2% más, así que lo que estamos hablando es que la variable sí tiene impacto no sólo en la pobreza, sino que también en la indigencia. En función de esto, uno podría también analizar cuáles son los percentiles de ingreso autónomo que reciben más esta variable. Eso es clave para poder entender políticas públicas y la tasa de indigencia. Lo que vemos aquí (página 7) es que la “y11” pega fuerte sobre todo a los percentiles más bajos. Esta gente que pudo haber tenido un trabajo dos o tres semanas antes o que hace pololos; la que reporta ingresos superiores en función de la incorporación de la “y11”, y va cayendo en el tiempo. Por eso no es sorprendente, si se mira la indigencia, que cuando se elimina la variable, hay un cambio significativo que es lo mismo que está detrás del aumento en pobreza (pobres no indigentes + indigencia).
Esta mi conclusión: la “y11” impacta en el ingreso autónomo, particularmente en los más relevantes; genera una disminución de indigencia y pobreza; y, cuando se analizan las cifras en perspectiva y con la dinámica, uno puede concluir que tanto indigencia y pobreza, así como la desigualdad, están bastante estancadas. Voy a concluir mi presentación contándoles por qué creo que se genera algo de inercia producto de las políticas públicas.
Si nos preguntamos por qué se incluye la “y11”, no puedo estar más de acuerdo con el análisis que hace la subsecretaria y lo que plantea el MDS. Inicialmente la CEPAL no incluyó la “y11” y reportó el 15%, pero decidió incorporarla una vez que consideraron información aportada por el ministerio. Esto está en el texto del documento de la CEPAL. En esto hay dos textos claves: al que hago referencia y la minuta de la inclusión.
Efectivamente, desde un punto de vista técnico, no hay duda de que la variable “y11” va a mejorar la correspondencia entre los ingresos laborales del hogar y su obtención, en términos de que la cosa del timing era un poco rara, de semanas versus meses y, adicionalmente, va a disminuir la subdeclaración, que es súper importante.
Uno debería mirar con mayor detención las tasas de pobreza a indigencia sin la inclusión de la variable “y11”, y la subsecretaria hace mención a un tema importante, que es que la variable “otros ingresos” estaba capturando los ingresos de la “y11”. Y me acordé que había un pie de página en el documento de la CEPAL que decía:
En el marco de esta hipótesis llama la atención, sin embargo, que mientras la evolución de la partida otros ingresos registra una caída en sus montos globales entre 2009 y 2011 de 2.152 a 1.477 millones de pesos y en el número de perceptores de 69.934 a 28.602, la variable correspondiente a los ingresos laborales de familiares no remunerados, desocupados e inactivos totalizó la cifra de 24.861 millones de pesos y 205.503 perceptores, vale decir muchísimo más del crecimiento esperado de una corriente de ingreso supuestamente contenida en la variable original.
Estamos hablando de que la “y11” registró más de 10 veces el valor que se había descontado de “otros ingresos”, por lo que efectivamente podemos concluir que estaba capturando ingresos que antes no estaban capturados. No me cabe duda alguna. Pero es evidente que la variable hace más que eso. Puede ser de forma justificada, lo entendemos, y puede ser técnicamente razonable. Primer punto: es importante que todos los otros ingresos no solamente ajusten, sino que hay variables a ingresos nuevos que se incorporan y que de nuevo piensen en la importancia de la comparabilidad. Eso es un elemento técnico a considerar para lo que viene.
Después de mi lectura apasionada de los documentos técnicos, la “y11” no fue parte del pre-test que hizo Microdatos. Eso está documentado y reconocido en el texto del MDS, ni tampoco se hace una distinción entre métodos que utilizan datos –que sería el pre-test “convencional”–, y qué más de razón formal a través de discusiones técnicas o softwares que se pueden utilizar a efecto de calcular si hay errores lógicos, pero ese no fue el caso de la “y11”. Microdatos no entregó antecedentes justificando su inclusión. Yo participé en uno de los comités técnicos y es una interpretación que hace el ministerio respecto a las recomendaciones que por lo menos en el tema de la comisión CASEN se hicieron, y en el caso de la pobreza, también. Eso también aparece en el documento del MDS.
“La “y11” registró más de 10 veces el valor que se había descontado de “otros ingresos”, por lo que efectivamente podemos concluir que estaba capturando ingresos que antes no estaban capturados. No me cabe duda alguna”.
¿Dónde aparece la famosa “y11”? En las sesiones de discusión posteriores al pre-test convencional. Eso está así en el documento que publicó en septiembre el ministerio. De eso no hay duda. La pregunta es, ¿forma eso parte del test? La subsecretaria dice que sí. Yo creo que a esta altura es un tema semántico y que no tiene mucho sentido entrar a discutir si es o no parte del pre-test. Así se hizo y hay que tratar de entender cuál fue la lógica. Pero lo importante es saber qué fue lo que la CEPAL entendió por pre-test. Ellos fueron los que al final tomaron la decisión. No importa lo que yo crea ni lo que diga el documento, lo importante es qué fue lo que entendió la CEPAL por pre-test al momento de decidir la incorporación de la variable y, por lo tanto, reducir la tasa de pobreza.
Hay otro elemento que me sorprendió. Efectivamente, el tema del descalce de las preguntas de la variable de ingresos estaba reconocido. En mayo de 2011, en el proceso de regulación de discusión, antes de que siquiera se piloteara la encuesta, ya se había reconocido por parte del ministerio que existía este problema. Aun así, no está dentro del pre-test, de lo que se le entrega a Microdatos como cuestionario piloto. Por eso lo considero un error técnico, porque si efectivamente estaba la distinción y se consideraba importante antes de que se hiciera el pre-test, ¿por qué no se incorporó? Ese el punto número uno.
Número dos. Creo que este es un tema mayor, y la subsecretaria lo menciona, pero creo que allí hay un error técnico: si todos estamos de acuerdo en que la variable “y11” mide ingresos laborales, lo obvio es ajustar cuentas nacionales una vez que se incorpora. Si todo el punto va a ser cuentas nacionales, es que hay una subdeclaración. Si tenemos una variable nueva que sabemos que mide ingresos laborales, y los ingresos laborales siempre se ajustan, ya sea por asalariados o independientes, lo que se hace ahora es que se suma la “y11”. Por lo tanto, de alguna forma tengo que tomarlo dos veces. Porque si no, si lo hubiesen incorporado en la variable de ingresos, se debería recalcular los ponderadores, y probablemente lo que me van a entregar van a ser los montos totales iguales a los que obtuve antes de incorporar la variable “y11”. Por lo tanto, incorporarla sin haber hecho el ajuste por cuentas nacionales, es un error técnico que está documentado: la variable “y11” no se ajusta.
Y hay otro error técnico: una vez que reconocemos que la “y11” recoge ingresos laborales, tengo que saber cuál es la categoría ocupacional, porque los ajustes se hacen en función de esa categoría. Pero eso no está porque no está en el cuestionario. Se debería haber hecho análisis de sensibilidad para ver cuál hubiese sido el impacto sobre los ponderadores si no se hubiera incorporado en cada uno de los elementos. Estoy convencido de que la “y11” mide ingresos laborales y creo que es un error que no se haya incorporado esa variable en el ajuste de ingresos que se hace en cuentas nacionales, y por lo tanto, evidentemente, si tengo una variable que está subdeclarada porque no estoy capturando la “y11”, y la ajusto porque está subdeclarada para luego sumarle la “y11”, me equivoqué. Tendría que haber hecho el ajuste de nuevo entre equilibrio parcial versus el equilibrio general. Una vez que se incorpora la variable, los pesos cambian, por lo que se debió haber calculado una tasa de pobreza distinta.
La evidencia sugiere que hay problemas en la comparabilidad de las cifras. Además, agrego que hay errores técnicos que son importantes de reconocer y que, incluso aceptando la inclusión de la variable “y11”, apuesto a que la tasa de pobreza no es 14,4 por el problema de que debieran ajustarse los factores de los ponderadores para efectos de cuentas nacionales. En el mejor de los escenarios, y queriendo creer que la variable debiese ser incorporada, aunque efectivamente sea una variable que captura ingresos que no estaban siendo considerados en el pasado, aun así la cifra correcta no debería ser de 14,4. Feliz si me corrigen y pueden argumentar que estos ingresos laborales estables, que no son transitorios, no deberían ser ajustados por cuentas nacionales.
Esta es la parte interesante. Focalización, brechas y retornos decrecientes al gasto público es algo que ya vimos la vez pasada. Pero hay dos temas fundamentales para lo que les quiero plantear. Primero, una pregunta: ¿es suficiente el aumento de empleo e ingresos autónomos para reducir la pobreza y eliminar la indigencia? Segundo: ¿por qué no cayó más la pobreza? Si le saco la “y11” estamos igual en 15%.
Lo primero que les quiero mostrar es una simulación (página 15 de su presentación) que hicimos con Juan Agustín Echeñique, que trabaja en el Banco Mundial. Agarramos los ingresos autónomos y miramos a todos los desempleados de hogares pobres. Lo que hicimos fue reducir tasas de desempleo, aumentar los ingresos laborales y ver hasta dónde llegábamos. Por ejemplo, se puede ver arriba en la tabla, la disminución porcentual del número de desempleados parte con el 0-0, que corresponde a la cifra oficial de 14,4%, y en la medida de que aumento hasta el 90%, solamente reduciendo desempleo –con salario mínimo–, llego a 11,9% de pobreza. Si no hago algo más que conseguirle trabajo a la gente con el mínimo, no voy a bajar de los dos dígitos. Segundo: cuando aumento los ingresos laborales sin tocar el desempleo, y genero un aumento anual de 27%, la tasa se reduce a 9,4%. En el mejor de los casos, con un 90% de disminución en el desempleo y con un ingreso autónomo 27% mayor, la tasa de pobreza cierra en 7,8%. La verdad es que hay que hacer otras cosas para pensar en reducir la pobreza.
Ojo que estoy hablando de desempleados y no de inactivos, que es lo que viene después.
En indigencia, lo mismo. Para efectos de eliminar la indigencia, hay que hacer políticas sociales extremadamente bien focalizadas, porque con la eliminación del desempleo y con el aumento del ingreso, no la vamos a llevar a cero (página 16). En el mejor de los escenarios, la tasa va de 2,8% a 1,5%. Se puede empezar a aumentar los salarios a aquellas personas que se están incorporando en la fuerza laboral, pero si hacen este mismo ejercicio, no hay cambios sustantivos. Por lo tanto, hay desafíos importantes.
¿Pero por qué no cayó más la pobreza si tenemos disminución del desempleo? Lo que empieza a ocurrir, si se compara el 2006 y el 2011 –dejamos afuera los datos de 2009 porque ese año la encuesta fue “particular”–, es que hay un aumento de inactivos (página 17). Si ven los porcentajes, verán que hay un 33,8% de ocupados, 10,8% de desempleados y 55,4% de inactivos, de gente que está fuera del mercado laboral y que dice no trabajar y no buscar empleo. Y en 2011 tenemos un 30,9% de ocupados, el porcentaje de desempleados se mantuvo igual y el de inactivos aumentó a 58,3%. ¿Qué es lo que pasa con esto? Es importante, porque son fuentes de ingreso: gente en edad de trabajar que no está entrando al mercado laboral.
Cuando uno lo mira por edad (página 19), aparecen cosas muy interesantes. En la tabla ven las edades por tramo y, por ejemplo, entre los chicos de hogares pobres que están entre los 19 y los 25 años, ¿qué es lo que pasa? Pueden ver el título que dice ¿Educación Superior Menor Pobreza? Esa es la pregunta que aquí hay que hacerse. Una vez que se piensa, hace todo el sentido del mundo.
Si cuando teníamos una tasa de participación en el sistema de educación superior bastante más baja de la que tenemos actualmente, esos chicos que hoy están estudiando, en vez de estar trabajando, son chicos que dieron la PSU, quedaron en la universidad, tienen acceso al sistema de educación superior y que antes hubieran estado trabajando. Es una fuente de ingresos menos para el hogar. Lo que observamos al ver a las personas en ese tramo, es que mientras en 2006 el 53,3% de los jóvenes entre los 19 y los 25 años eran inactivos, ese número aumenta al 60,8% en 2011. Evidentemente, el sistema de educación superior es el candidato natural para ver lo que está pasando. ¿Se confirma eso en los datos? Absolutamente. De los más de 115.000 jóvenes inactivos, en 2006 unos 35 mil estaban estudiando (página 20). De ellos, el 70% lo hacía en la educación superior. Cuando miran 2011, se habla de sobre 68 mil tipos que están estudiando y en el sistema de educación superior, son 56.795.
Lo anterior plantea un desafío importante, porque este es un bien que los hogares pobres antes no consumían y no hay ningún subsidio que lo capture. Efectivamente es una transferencia nueva que se hace: el acceso a la educación superior, ya sea por una deuda que está subsidiada o por una beca que antes no se entregaba, es un subsidio que no estamos contando. Un tema importante a tener en consideración es que alguno de estos subsidios hay que incorporarlos inteligentemente. No es sencillo, porque es una tasa del 2%. Evidentemente este hogar está mejor que antes, cuando el chico trabajaba y hoy no, sino que estudia. En el corto plazo, esto genera inercia en pobreza y genera presión que impide la caída del a pobreza de forma significativa.
“Hay errores técnicos que son importantes de reconocer y que, incluso aceptando la inclusión de la variable “y11”, apuesto a que la tasa de pobreza no es 14,4 por el problema de que debieran ajustarse los factores de los ponderadores para efectos de cuentas nacionales”.
En la medida que este acceso a la educación superior no implique mayor productividad futura, es un tema complicado, porque son menos años de experiencia laboral, por lo que la entrada al mercado significa mayores complicaciones y al final no se concreta en el mediano plazo, por lo que no es evidente que esta inercia se vaya a terminar una vez que el joven termine sus estudios.
Reforma Previsional: aquí hay sorpresas (página 21). Sólo para ilustrar, si miran la CASEN 2006, un 75,4% se reportaba como inactivo. En 2011 ese número aumenta casi al 80%. Pasamos de 152 mil a 217 mil inactivos en el grupo de edad de 55 años o más. ¿Por qué estamos viendo la Reforma Previsional? Por una razón muy sencilla: esta gente probablemente no tiene acceso a los beneficios, pero están casados o viven con alguien que efectivamente tiene acceso a algunos elementos que se han incorporado como fuentes de ingreso en el hogar. Se corrobora en los datos: si miran las tasas de ocupación, desocupación e inactividad (página 22) en hogares pobres que tienen Apoyo Previsional Solidario (APS), se encuentran diferencias significativas. Si hay alguien en el hogar que tiene un APS, la tasa de ocupación es de 19% y de inactividad del 76%. Los que no lo tienen, registran una tasa de ocupación del 30% y de inactividad del 61%.
Son los efectos insospechados de las políticas públicas. Primero, en el efecto evidente que tiene sobre la inactividad de los chicos que hoy están en la educación superior que probablemente en promedio eran buenos –por eso están estudiando– generando ingresos altos para sus hogares, sacándolos de la pobreza, y que hoy están estudiando. Y segundo, el incentivo no es obvio: los montos que están detrás de esto son hartas lucas. No es poca plata. La Reforma Previsional puede haber generado algún tipo de presión para efectos de la inercia de la pobreza.
Desafíos: cómo cuantificamos los subsidios. Hay que meterlos de alguna forma y no los estamos incorporando. Probablemente ahora son menos pobres de los que había antes, lo que explicaría por qué la pobreza no ha caído más. Por otro lado, hay que tener cuidado con las políticas sociales y entregar muchas lucas, porque efectivamente el ocio es un bien normal y en la medida de que tenga un incentivo a quedarme en la casa porque ahora me están poniendo la plata, lo voy a hacer.
Conclusiones: la situación de este año no se puede volver a repetir. Independiente de lo que haya pasado, creo que se dieron pasos importantes. La entrega de información ha sido muy valorable. La disponibilidad de documentos que antes no conocíamos también es muy importante. El gran desafío, eso sí, es tratar de encontrar políticas públicas que hagan un buen match con lo que hoy estamos experimentando en Chile. Y no nos sorprendamos si la tasa de pobreza no cae del 10%. Estados unidos tiene un 15% y los mismos problemas. Se anunció hace pocas semanas ese porcentaje y había gente diciendo que se manejaron las cifras. Lo mismo que acá. ¿Cuál fue la reacción? No hay ningún problema, acá está toda la información, es un organismo independiente… Para allá tenemos que caminar.
Sin embargo, y aquí concluyo, en el contexto de asegurar la comparabilidad de las cifras, con los antecedentes que se disponen hoy –producto de que al incorporarse la “y11” no se hace el ajuste y que efectivamente los ingresos tienen impacto significativo sobre las cifras–, mi hipótesis es que la tasa de pobreza tendría que estar más cerca del 15% que del 14,4% oficial.