El negocio del fútbol
Concesión de Colo Colo: La cláusula que beneficia a Blanco y Negro y perjudica al club
03.09.2012
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El negocio del fútbol
03.09.2012
Con el 10 a la espalda, Giovanni Hernández se cansó de repartir magia ese domingo. Y lo hizo hasta el final. Cuando el partido estaba a un suspiro del pitazo definitivo, guapeó una pelota casi en la medialuna del área rival. La pisó y giró, en un alarde de virtuosismo que descolocó a la defensa de la U. de Concepción. El “Gio” la alargó para el “Chino” Millar, que atropellaba por la derecha. Millar no le pegó al arco. La cruzó, rasante, a la izquierda, extendiendo el suspenso. Ahí la esperaba, al borde del área, Claudio Bieler. El argentino la agarró “de primera”, como dicen en el barrio. No fue un remate violento, sino un tiro ajustadísimo al segundo palo, el que desató la fiesta monumental. Colo Colo ponía un 3-0 lapidario en la final del Torneo de Clausura 2007. El Popular sumó así su título número 27 y la galería se vino abajo cantando su amor al “eterno”, porque ese día el Cacique conquistó otra de esas hazañas que inflaman de orgullo a los que llevan un indio en el pecho: el primer tetracampeonato del fútbol chileno.
Ese domingo 23 de diciembre de 2007 la celebración ratificó que seguía en curso un ciclo dorado para Colo Colo: cuatro títulos en línea y una final internacional (perdida) en la Copa Sudamericana de 2006. La concesionaria Blanco y Negro S.A. (BNSA) había tomado la administración del equipo en 2005 y en menos de tres años exhibía un récord impresionante. Es cierto que un puñado de colocolinos reclamaba que el negocio de la concesión perjudicaba al club, pero sus críticas fueron apagadas por el triunfalismo. BNSA vivía su luna de miel con una fanaticada que no quería ver otra cosa que no fueran vueltas olímpicas, extasiada por el talento de Matías Fernández, Jorge Valdivia, Alexis Sánchez, “Chupete” Suazo, Claudio Bravo y el propio “Gio”. Por eso, sólo un día antes de aquella final en que el gol de Bieler abrió el carnaval, el club perdió en sus oficinas el partido más relevante para su historia reciente y a nadie le importó.
Efectivamente, el sábado 22 de diciembre de 2007 una Asamblea Extraordinaria de Socios -con apenas 24 asistentes- hizo más difícil a los hinchas participar en la administración de la Corporación Social y Deportiva Colo Colo, como se denomina oficialmente el club, que es la verdadera dueña de todos los bienes regentados por BNSA. Desde ese día, quienes se hacen socios del club deben esperar nada menos que tres años y dos meses para poder votar por la directiva.
La resolución de esa asamblea (vea el acta de esa reunión) fue denunciada como una maniobra destinada a “eternizar” en el timón del club a directivos proclives a BNSA, los que han estado al mando de la corporación desde que partió la concesión. Sus detractores dicen que esa fue la primera “jugada” pública que dejó en evidencia cómo BNSA intentaría manipular y “jibarizar” la corporación y cómo los directivos de ésta última renunciarían a fiscalizar el correcto cumplimiento del contrato de concesión para resguardar los intereses del club. Un debate que se ha encendido en los últimos meses, atizado por la sequía que vive el Popular dentro de la cancha desde 2010 y, recientemente, por la renuncia de Cristián Varela a la presidencia de la corporación. A eso se agregó la semana pasada el lanzamiento del libro “Colo Colo ya no es Chile”, que aborda de manera crítica el proceso de la quiebra y la concesión, escrito por los periodistas Dante Faúndez y Richard Sandoval.
Esta investigación de CIPER se basa en un trabajo realizado por Juan Pablo Chávez y Javier García, estudiantes del curso de Periodismo de Investigación de la Universidad Alberto Hurtado, quienes detectaron el incumplimiento de una cláusula clave del contrato de concesión (vea una copia de ese contrato), destinada a proteger los intereses del club. CIPER revisó exhaustivamente los documentos relacionados con la concesión y comprobó que los directivos de la corporación no han exigido, como lo establece el contrato, que la sociedad anónima respete esa cláusula y han adoptado resoluciones que abiertamente incumplen el acuerdo comercial, pues permiten a BNSA quedarse con una parte significativa de las cuotas que pagan los socios del club.
La cláusula en cuestión es la décima del contrato de concesión. Ella concede a BNSA la administración del registro de socios del club. Un asunto, a lo menos, curioso. Es como si el Ministerio de Obras Públicas entregase en concesión una autopista y le permita a la sociedad concesionaria que administre la nómina de funcionarios de la cartera. Además, la misma cláusula determina que BNSA se obliga a adoptar medidas que incrementen el número de socios, lo que no se ha cumplido.
La cifra de socios con derecho a voto ha bajado a niveles dramáticos (en la actualidad son sólo 511, la mitad de ellos “socios honorarios” que no pagan cuotas), lo que evidentemente conforma una asamblea más fácil de manejar. Y, por último, el contrato indica que las cuotas de los socios que cobre BNSA son del club, pero gran parte de ese dinero va a parar a las cuentas de la sociedad anónima.
El nombre de Colo Colo y todos los negocios asociados a él, el Estadio Monumental David Arellano, los pases de los jugadores y todos los derechos federativos y deportivos, tienen solo un dueño: la Corporación Social y Deportiva Colo Colo. Es decir, todos los bienes son del club, aunque su administración está entregada en concesión a BNSA por 30 años (de los cuales se han cumplido siete). La corporación o club no es más que un grupo de personas: sus socios. Por extensión, los dueños de todos los bienes son los socios. Y si se compara cuántos eran a fines de los años 90 y cuántos son ahora, pareciera que están en extinción.
Los socios y dueños de los bienes se hacen representar eligiendo un directorio de 19 personas, ocho de los cuales conforman la directiva, la única facultada para reclamar a BNSA por incumplimiento, pedir indemnizaciones y exigir el fin anticipado de la concesión. De allí que, para el futuro del multimillonario negocio de BNSA, no da lo mismo quiénes y cuántos son los socios del club, ni menos a quiénes eligen para la directiva. En 2007, por ejemplo, cuando en la soledad de las oficinas de Colo Colo un grupo de 24 personas acordó que los nuevos socios deben hacer la larga marcha de tres años antes de poder votar, la concesionaria obtuvo utilidades por $ 5 mil 222 millones.
En la última elección de directiva antes de la quiebra, en 1998, el padrón de socios contaba con más de 71 mil personas. De ellas, 16 mil estaban con sus cuotas al día, pero sólo 14.710 fueron habilitadas para votar. El padrón fue publicado en la edición del diario Las Últimas Noticias del 12 de agosto de 1998. Tras la quiebra, ante la incertidumbre sobre la continuidad del club, muchos socios dejaron de pagar sus cuotas. Eso redujo el número de “socios activos” -los que tiene derecho a voto- de manera significativa.
Cuando partió la concesión, en 2005, fueron reconocidos como socios con derecho a voto apenas 855 personas. Eso equivale al 6% de los socios que podían votar en 1998 y a poco más del 1% del padrón total que había a ese año. Una de las funcionarias que actualmente administra el padrón, Andrea Marín, informó a CIPER que de los 855 registrados en 2005, 664 estaban inscritos como “socios activos” y 191 como “socios honorarios”. Tanto los activos como los honorarios pueden elegir y ser elegidos para ocupar cargos directivos del club. La diferencia es que estos últimos han sido distinguidos con esa condición por el directorio de la corporación y no pagan cuotas.
En 2010, según el padrón publicado por el diario La Tercera para las elecciones de noviembre de ese año, los socios con derecho a voto sumaron 793. De éstos, 511 estaban registrados como activos y 282 como honorarios.
Andrea Marín indicó que actualmente el padrón se ha reducido a un total de 511 personas con derecho a voto. Es decir, la corporación dueña de los bienes que dan origen al negocio de BNSA está conformada por un grupo que apenas supera el medio millar de personas. De ellas, 257 son “socios activos” y 254 son “socios honorarios”. Esto significa que desde que BNSA asumió la concesión del club y la administración del padrón, los “socios activos” han disminuido de 664 a 257. Y eso constituye un incumplimiento de la cláusula décima del contrato de concesión, que señala:
“Cláusula Décima. Registro de socios y cuotas de la Corporación. Uno. Las partes estipulan que el registro o padrón de socios del Club será administrado por BNSA, a fin de incrementar la adhesión a Colo Colo y de perfeccionar y de hacer fluida la atención a los socios de la Corporación”.
José Antonio Gaspar, profesor de Derecho Comercial de la Universidad Diego Portales, revisó esa cláusula a petición de CIPER y explicó que el traspaso de la administración del registro de socios a la concesionaria se puede explicar porque, según la Ley de Sociedades Anónimas y Deportivas Profesionales (20.019), la corporación debía pasar a un estado de inactividad, siendo BNSA el responsable de administrar los beneficios para los socios.
No obstante, esa fórmula encierra el riesgo de que BNSA se extralimite en sus funciones y comience a manipular el registro de socios para su beneficio, ya sea poniendo filtros para evitar que se hagan socios los hinchas que se oponen a su gestión o disminuyendo los beneficios para los socios, a objeto de que el universo de electores se reduzca y sea manejable de acuerdo a sus intereses. Y hasta aquí, coincidentemente, todos los integrantes de la directiva del club que han sido elegidos por esta pequeña asamblea de socios, desde 2005 a la fecha, sintonizan con los intereses de la sociedad anónima.
-La forma que tendría la corporación de impedir cualquier problema que se generase, es en cuanto a la revisión que haga mediante el libre acceso del registro (de socios). Este aspecto es clave para evitar cualquier problema. La parte administrativa material la hace Blanco y Negro, pero la corporación tiene el control de poder ver si se está haciendo algo mal, si se están quitando socios, si hay algún límite o se está dejando gente sólo afín a ciertos intereses -explica Gaspar.
Eduardo Menichetti Pilasi, hijo del ex presidente del club cuando se ganó la Copa Libertadores en 1991, fue elegido vicepresidente de la corporación en 2010, integrando la lista del actual presidente Cristián Varela. Pero entró en conflicto con Varela y se pasó a la disidencia. Menichetti Pilasi está convencido que BNSA no ha cumplido con la obligación de incrementar los socios de Colo-Colo y que la corporación comandada por Varela renunció a su deber de fiscalizar a la concesionaria:
– Según él (Varela), no defiende los intereses de Blanco y Negro, pero se ha alineado políticamente hacia ellos y no hacia los socios. La corporación se ha alineado económicamente con los intereses de Blanco y Negro y no han sido capaces de diferenciar la parte social de la económica. Y eso pasa por querer mantener el poder y que la corporación sea cada vez más chica y evitar que el colocolino común y corriente pueda llegar a un cargo político como corresponde. Al no fiscalizar a Blanco y Negro, caes abiertamente en la obsecuencia -explica Menichetti Pilasi.
Alex Friedemann, uno de los 19 directores actuales de la corporación, es otro disidente. Él reconoce que la idea de dejar el padrón de socios en manos de BNSA se debió a que tras la quiebra existía mucha desconfianza en la adminsitración económica de la dirigencia:
-Esa cláusula tiene que ver con la administración de los recursos y evitar dejar en manos de la corporación temas que pudieran poner en riesgo a Colo Colo nuevamente. Fue a pedido de la contraparte, de la gente que preparó el contrato (de concesión). Y esto fue concordado con Eduardo Menichetti (padre), su gente y yo.
En el documento que presentó BNSA en 2005 como “antecedentes generales” para su inscripción en el registro de la Superintendencia de Valores y Seguros (SVS), quedó de manifiesto que su vínculo con los socios del club sería similar a la relación que mantiene una compañía comercial con sus clientes, y no el nexo de una concesionaria con los dueños de los bienes que administra. Así se lee en el anexo 1 de estos “antecedentes generales”:
“Convertir a Socios en Clientes: Blanco y Negro ampliará la base de socios actuales de Colo Colo, a través de un manejo moderno de su relación con éstos, y generará negocios con ellos convirtiéndolos en clientes. Entre otros, la compra de artículos de merchandising, ya sea dentro o fuera del estadio, la compra de abonos semestrales o anuales al estadio, compra de contenido exclusivo del Club, ya sea por internet, mensajería celular, u otro medio. Además, habrán distintas categorías de socios, entre otras: socios juveniles, socios regulares, socio de región, extranjeros y socios premium; categorías que tendrán distintos precios y beneficios”.
En concreto, el único beneficio de peso que actualmente reciben los socios de Colo Colo de parte de BNSA es una rebaja de 30% en el valor de las entradas de tribuna Océano y comprar a precio de galería los tickets para tribuna Cordillera. Para los que se sientan en galería -un número significativo en un equipo popular-, nada. El resto de los beneficios son de menor envergadura: entradas liberadas para la Noche Alba y para un partido en el mes del cumpleaños del socio, además de rebajas en las entradas al museo de Colo Colo. Lo anterior contrasta con el convenio que BNSA firmó con Entel y que permite a los clientes de esa compañía de telefonía celular acceder a un 50% de rebaja en las entradas, bajo la modalidad de 2 por 1 (que operaba al menos hasta antes del castigo que actualmente limita el acceso de público en los encuentros de local). Resulta más conveniente tener un celular Entel que ser socio. Además, Blanco y Negro ofrece descuentos a sus abonados -los verdaderos clientes de la concesionaria- y esas rebajas no aplican para los socios del club en algunas localidades (Galerías, Tribuna Rapa Nui y los “codos” Tucapel y Caupolicán).
A la falta de incentivos económicos se sumó la decisión adoptada en la asamblea de diciembre de 2007 de alargar a tres años el tiempo de espera para que los nuevos socios puedan votar. Es decir, para que un colocolino pueda convertirse en elector debe pagar puntualmente sus cuotas durante dos años y luego conseguir una carta de presentación de un “socio activo” que lo “apadrine” para que el directorio lo acepte. Finalmente, debe mantenerse otro año como “socio activo” y recién podrá sufragar.
Aunque el panorama está lejos de ser seductor para quienes desean inscribirse en el padrón, en esa asamblea de fines de 2007 Cristián Varela presentó el cambio como una alternativa para fidelizar a los socios, debido al fracaso de las campañas de “amnistía” que se lanzaron en 2005, 2006 y 2007, para reinscribir a miembros de la corporación que no estaban al día:
“El Directorio que presido, y con el objetivo de privilegiar la fidelidad con la institución, decidió que todos los nuevos socios que se incorporen al club, lo hagan en la categoría de Socios Beneficiarios y, cumpliendo un período mínimo de 24 meses de pago ininterrumpido de cuotas y reuniendo los demás requisitos que exige el Estatuto, puedan acceder a la categoría de Socios Activos, con la plenitud de derechos políticos que ello conlleva”, expresó Varela, según consigna el acta de esa asamblea.
Alex Friedemann, actual miembro del directorio del club, es crítico respecto a la forma en que se decidió el nacimiento de los “socios beneficiarios”:
-Fue un acuerdo entre Varela y Blanco y Negro. Varela lo adoptó unilateralmente; no lo consultó. Fue un subterfugio lo del “socio beneficiario”. Entonces yo no era director de la corporación y creo que hay que erradicarlo absolutamente -afirma.
Pablo Acchiardi es un ejemplo de la escasa prolijidad con que BNSA ha manejado el padrón de socios. Él tenía 7 años cuando, en 1987, fue inscrito en el padrón. Su abuelo se ocupó de pagar sus primeras cuotas sociales. Pero en los 90, cuando estaba en sus últimos años de colegio, dejó de pagar por falta de dinero. En 2007 quiso acogerse a una de las amnistías, la que promocionaba que con un pago de $10 mil los socios antiguos quedarían al día.
-Me acerqué a la secretaria para pagar y me dijo que no estaba en el padrón y que había un montón de gente que había desaparecido, ya que el registro se perdió en la época de la quiebra – cuenta.
Acchiardi no tuvo más remedio que optar por incorporarse con una nueva ficha. Pero se encontró con otra sorpresa. Aunque pagó su inscripción diez días antes de la asamblea del 22 de diciembre de 2007 que aprobó el nacimiento de los “socios beneficiarios”, igual lo obligaron a pasar tres años sin derecho a elegir. Por eso, a pesar de que se reconoce como opositor al directorio y a la gestión de BNSA, no pudo votar en la última elección que reeligió a Varela en 2010.
Los términos en que se entregó la concesión, le permiten al directorio del club poner a dos de sus miembros en la mesa directiva de BNSA. Actualmente, uno de ellos es Carlos Tapia, quien en abril pasado fue elegido presidente de BNSA, lo que demuestra el grado de sintonía que hay entre el directorio de la corporación y el de la concesionaria.
Consultado por CIPER por el descenso en el número de socios. Tapia respondió por escrito que a la fecha se ha cumplido a cabalidad la letra y espíritu del contrato de concesión en dichas materias. Ante la solicitud de una evaluación de la gestión de BNSA que apunte a aumentar el universo de socios, el dirigente afirmó estar satisfecho:
-Lo considero bueno, dado que se partió con un padrón reducido de socios al día en la fecha de la concesión y durante la actual administración éste ha mantenido un promedio anual sobre los tres mil (lo que incluye a los “socios beneficiarios”), cifra importante en cuanto a socios al día en sus cuotas.
El presidente de la corporación, Cristián Varela, también respondió por escrito las consultas de CIPER. Varela aseguró que “es labor permanente de la corporación velar por el adecuado cumplimiento del contrato de concesión” y que “desde su inicio se han adoptado todas las instancias posibles para ello”.
-Siempre hemos manifestado nuestra preocupación e interés en que se desarrollen programas efectivos de fidelización que nos facilite incrementar el número de socios. Han habido acciones concretas y vienen más en camino. En virtud de esto, el padrón se ha incrementado respecto a la media normal. Sin perjuicio de lo anterior, la corporación, como accionista privilegiado, siempre ha estado preocupada de generar todas las instancias necesarias tanto para incrementar el padrón de socios, como así también para obtener los mayores beneficios posibles para ellos -señala Varela, quien también fue presidente de Blanco y Negro en 2006 y vicepresidente entre 2007 y 2010.
En cuanto al objetivo de aumentar el padrón de socios desde la llegada de Blanco y Negro, Varela asegura que hoy el club cuenta con 1.784 socios y que desde que se inició el periodo de la concesión a la fecha se han incorporado más de 8.000 nuevos asociados. Al parecer esta cifra considera a quienes se han hecho socios y luego dejaron de pagar, porque discrepan del número oficial de socios beneficiarios al día entregado formalmente a CIPER por la corporación: 2.549 a agosto de 2012. Sumados a los socios activos y honorarios (511), el universo total es de 3.060.
A diferencia de lo que exponen Varela y Tapia, el gerente general del club, Alfonso de la Fuente, es claro en responder que los socios han disminuido y que en términos numéricos no se ha cumplido el objetivo de la cláusula décima del contrato de concesión:
-Es un tema complejo. A lo mejor se ha priorizado el tema netamente futbolístico y se ha dejado de lado al socio. Se ha privilegiado la contratación, venta y compra de jugadores y de entrenadores, y dejado de lado al socio -afirma De la Fuente, quien comenta que por lo mismo la corporación ha decidido nombrar nuevamente a un gerente que se ocupe constantemente del tema social.
Las demandas por una mayor preocupación del directorio de la corporación para aumentar el padrón de socios se concretaron en la asamblea del 21 de julio de este año. En esa reunión los socios rechazaron la Memoria y Balance Anual presentados por la directiva de Varela y Alex Friedemann pidió la renuncia del presidente. Varela había removido de su cargo de vicepresidente a Eduardo Menichetti Pilasi, principal aliado de Friedemann. Finalmente, en medio de la polémica, Varela presentó su renuncia, la que se hará efectiva el 1 de noviembre próximo.
Varela dejará el club para convertirse en timonel de la organización del Mundial Sub 17 que se jugará en Chile en 2015.
-Esto es un puente de plata que le tendió la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) a Varela para que salga de una manera un poco más limpia. Hay un grupo de dirigentes que no quiere verlo más y van a hacer lo posible por sacarlo de donde esté. En cuanto a Colo Colo, hay un movimiento transversal que no está dispuesto a delegar la conducción del club social a dirigentes que sean designados por Varela -sentencia Friedemann, quien apuesta a que Varela elegirá como “delfín” a Ramón Yávar, actual vicepresidente general del club.
El aterrizaje de Varela en la comisión organizadora del Mundial Sub 17 al parecer no estará exento de corcoveos. El ex presidente de la ANFP, Harold Mayne-Nicholls ya criticó su designación, debido a que Varela es gerente de Chile Films, la empresa que arrienda los equipos para la transmisión televisiva de los partidos al Canal del Fútbol. Mayne-Nicholls preguntó públicamente quién prestará ese servicio durante la copa mundial.
En la asamblea del 21 de julio por primera vez las críticas a la relación que existe entre el directorio del club y BNSA generaron acciones concretas. En esa cita se decidió conformar tres comisiones que reunirán -según confirmó De la Fuente- a ex presidentes, directores y socios activos, los que estudiaran una modificación a los estatutos, una nueva amnistía y una mejora de los beneficios a los socios.
-Se quiere proponer a Blanco y Negro una serie de iniciativas, de forma que todos los socios que ingresen a los distintos lugares físicos del estadio, tengan un incentivo adicional -explica el gerente general del club, dando a entender que debe considerarse a los hinchas que asisten a galería.
El abogado Fernando Monsalve, miembro del grupo “Colo Colo de todos”, opositor a la actual directiva y crítico de los términos en que se entregó la concesión, fue uno de los socios que integró la comisión que rechazó el balance en la asamblea de julio. Monsalve dice que apuestan a que nuevos beneficios entusiasmen a la hinchada para que se sumen más socios que permitan disputar en las urnas la hegemonía del grupo de Varela. Pero los socios que se inscriban ahora recién estarán habilitados para sufragar en 2015 y las próximas elecciones de directorio -por un periodo de cuatro años- serán en 2014. Por lo mismo, un cambio en el timón tendría que esperar hasta 2018.
Según las cuentas de Friedemann, de los 18 miembros en ejercicio del directorio de Colo Colo (actualmente Alfonso de la Fuente dejó vacante un sillón al asumir como gerente), cinco son disidentes y 13 se alinean con BNSA.
La quiebra de Colo Colo fue decretada en enero de 2002 y dejó como saldo una deuda cercana a los $22 mil millones, de los cuales $14 mil millones le correspondían al Fisco. Los principales objetivos de la concesión fueron evitar el remate de los bienes del club -incluido el estadio- y la extinción de la Corporación Social y Deportiva Colo Colo, además de saldar la deuda con la Tesorería General de la República en un plazo máximo de 30 años.
El síndico de quiebras que firmó el contrato de concesión, Patricio Jamarne, recuerda que, tal como lo hace habitualmente con cualquier empresa fallida, su objetivo era “liquidar” Colo Colo, vender sus bienes y su nombre a una sociedad comercial, extinguiendo el club social.
-La propuesta era vender todos los bienes del club y obligar a quien los comprara a constituir una sociedad anónima deportiva con el nombre Colo Colo, que se hiciera dueña de todo, porque lo importante era mantener la marca -relata Jamarne.
El síndico y los acreedores tenían estipulado vender los activos del club el 18 de enero de 2005. Era la fecha en que moriría la Corporación Club Social y Deportivo Colo Colo. Pero las gestiones de un grupo comandando por Eduardo Menichetti (padre), impusieron la idea de adoptar una concesión similar a la del club argentino Racing. La corporación le encargó a Larraín Vial Servicios Profesionales, Asesorías e Inversiones Sergio Guzmán L. y al estudio de abogados Guerrero, Olivos, Novoa y Errázuriz, que estudiaran los términos de la posible concesión. El mismo trío de asesores constituyó BNSA el 8 de marzo de 2005 y se adjudicó el negocio. Blanco y Negro inició sus operaciones en julio de ese año y en un mes su venta de acciones recaudó US$ 31,7 millones.
El abogado Monsalve dice que el contrato de concesión es “leonino” con el club y que jamás debió firmarse en esas condiciones. Pero ya instalado y operando, exige que la corporación haga cumplir todas las cláusulas, especialmente la relacionadas con el incremento de los socios del club. A su juicio, sin una adecuada fiscalización por parte de la corporación persiste el riesgo de perpetuar una administración del club obsecuente con BNSA.
Monsalve cree que Blanco y Negro está usando desde ya todas las herramientas que tiene para sacarle el mejor partido a su negocio y eso, a su juicio, “era esperable”. Lo “impresentable”, dice, es que el directorio del club se haya convertido «en un socio de Blanco y Negro que no controla el cumplimiento del contrato de concesión”. El tema es relevante, porque al cabo de los 30 años de concesión el club puede hacerse dueño del 50% de la sociedad anónima y la acusación de “Colo Colo de todos” es que BNSA desde ya está “perfilando” a su futuro socio.
La concesión que acordaron el club y BNSA estipula que cumplido el período de 30 años, si BNSA ya ha saldado la deuda con el Fisco -el gran objetivo de este pacto-, la corporación se hará dueña del 50% de las acciones de Blanco y Negro o de los derechos sobre el mismo porcentaje de sus votaciones en juntas y, además, del 50% de las utilidades de la sociedad anónima. Si eso ocurre, la concesión se renovará automáticamente por 90 años. En caso de que BNSA no cumpla con el pago total de la deuda tributaria de la corporación, el club se hará dueño del 99% de la sociedad ánomina y le pondrá fin apenas pague el saldo que se deba al Fisco.
Hoy la única vía que existe para ingresar al padrón de Colo Colo es entrar como “socio beneficiario” y eso se hace a través de BNSA. Si bien el contrato de concesión estipula que todas las cuotas que paguen los socios pertenecen a la corporación y serán administradas por ella, eso no se está cumpliendo. Un acuerdo entre el directorio del club y BNSA dio origen a una distribución de ingresos que deriva la mayor parte de las cuotas de los “socios beneficiarios” a la cuenta de la concesionaria.
Según explica el gerente general de la corporación, Alfonso de la Fuente, BNSA recibe los $3.000 mensuales que paga cada “socio beneficiario” de la Región Metropolitana y sólo destina $500 a la Corporación: $250 en efectivo y otros $250 en obras o infraestructura. Los restantes $2.500 quedan para la sociedad concesionaria.
De la Fuente dice que con los $250 que recibe el club de parte de BNSA para infraestructura, esperan habilitar una sala de reuniones exclusiva para socios. Y admite que desconoce qué obras puntuales se han realizado a la fecha con esos fondos.
Alex Friedemann y Fernando Monsalve dicen que este acuerdo vulnera el contrato. Efectivamente, la misma cláusula décima de la concesión, en su punto “dos”, estipula:
“Las cuotas sociales que paguen los socios de la Corporación pertenecerán a ésta y serán administradas por ella».
Friedemann asegura que este incumplimiento fue presentado en el directorio de la corporación por los disidentes, pero que el resto del directorio no tomó en cuenta la protesta.
Respecto de cómo y por qué se adoptó la decisión de entregar a BNSA la mayor parte de la cuota que pagan los “socios beneficiarios”, Carlos Tapia respondió: “En el año 2006, y como parte de una larga conversación que tuvo Blanco y Negro con la corporación, fuimos partícipes de que los beneficios debieran ser para todos los socios, sin diferencias. Por lo mismo, nos pareció lo más justo para ambas partes que esa recaudación de cuotas sociales tuviera una repartición acorde con quien hace la inversión”.
De la Fuente explica que no conoce el documento donde quedó registrado este acuerdo de repartición de dinero. Argumenta que por su reciente llegada al cargo de gerente general -lleva menos de un mes, aunque estuvo en el directorio desde 2007 hasta julio de este año- no ha visto el documento que acredite el origen del trato: “Con respecto al aporte de este socio beneficiario, de lo que va a la corporación y a Blanco y Negro, te digo honestamente que no sabría responderte dónde está el documento que así lo acredita. Pero así me lo plantearon, así lo entendí y así lo acepto. En más de alguna oportunidad en reuniones del directorio yo lo escuché y lo acepté como que estaba firmado y aceptado”.
De la Fuente es gerente general de una institución que sólo tiene dos tipos de ingresos: las 80 UF libres de impuestos que BNSA le entrega mensualmente al club para costear su administración y las cuotas de los socios. Y en su cargo de gerente, desconoce los documentos que acreditan cuánto debe ingresar por uno de estos dos conceptos. Friedemann calcula en unos $ 100 millones anuales el dinero que la corporación deja de recibir por este concepto.
En la cláusula vigésima primera del contrato de concesión, se estipula que todo aviso u otra comunicación que deba o pueda darse bajo el contrato deberá hacerse por escrito, por un medio fidedigno, dirigido al presidente del directorio de la corporación o al gerente general de la concesionaria. CIPER preguntóa a Tapia y Varela si existe un documento por medio del cual se informó a BNSA cómo se repartirìan las cuotas de los “socios beneficiarios”, pero no obtuvo respuesta.
Eduardo Menichetti Pilasi publicó el 27 de julio pasado una columna en El Mostrador, señalando que si bien el proyecto de la concesión era el adecuado para no ver morir a Colo Colo, “nunca fue sinónimo de transformar el club en una empresa, en que todas las acciones estuvieran sujetas a generar mejores dividendos, dentro y fuera del club”.
Los que corren dentro de la cancha con el indio sobre el corazón también han resentido la pérdida del sentido social del club, un patrimonio intangible que la corporación debe promover. Así lo dijo a El Mercurio del pasado 22 de agosto el capitán albo y multicampeón Luis Mena, una de las figuras más queridas del equipo: “Después de que asumió Blanco y Negro hemos dejado de lado el tema social, el compartir con la gente, ir a instituciones (…). Deberíamos estar más ligados a eso y sería importante retomar esa senda, porque Colo Colo es un club social y deportivo. Hemos dejado de lado a los hinchas y la gente”.
(*) Esta investigaciòn contó con la colaboración de Juan Pablo Chávez y Javier García.