Nueva arista del cuestionado negocio de la basura
Mujer de concejal de Maipú dice que en su casa se hicieron reuniones para favorecer a KDM con millonario contrato municipal
03.04.2012
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Nueva arista del cuestionado negocio de la basura
03.04.2012
En las elecciones de 2008 el abogado Marcelo Torres Ferrari obtuvo 10.691 sufragios, convirtiéndose en el segundo concejal más votado de la comuna de Maipú, con un 8,47% de las preferencias. Su exitosa campaña tuvo como eje la creación de “Vive Mujer”, una corporación “destinada a otorgar ayuda gratuita a todas las mujeres víctimas de la violencia”. Ahora Torres (RN) quiere ser alcalde de Maipú, pero sus deseos sufrieron un duro traspié el pasado lunes 26 de marzo, cuando fue formalizado por una denuncia de agresión que estampó su esposa en noviembre.
CIPER contactó a Paula Díaz, la mujer del concejal, y conversó con ella en la amplia casa del exclusivo condominio El Algarrobal II, de Chicureo, donde vivía junto a Torres. Allí exhibió documentos que indican que había denunciado otras agresiones y que inició terapias por maltrato antes del episodio que acarreó la ruptura.
No es primera vez que Torres hace noticia. Ya había protagonizado actuaciones polémicas en las que favoreció a la empresa de basura KDM tanto en Cerro Navia, municipio del cual es administrador municipal, como en Maipú. En esta última comuna votó junto a otros cuatro concejales a favor de esa empresa en un contrato por cinco años (hasta octubre de 2016) y que involucra el pago de $ 3 mil millones anuales, aunque su oferta era más cara y significó un costo extra al municipio de $ 987 millones. Así quedó registrado en los reportajes de CIPER “Cuestionado contrato amarra a KDM con 22 comunas de Santiago hasta 2027” y “Contratos millonarios desatan guerra sucia por la recolección de la basura en Maipú”.
Paula Díaz decidió hablar con CIPER para relatar las agresiones de las que dice haber sido objeto y responder las acusaciones que le formuló Torres. En un comunicado, el concejal anunció que la había demandado “por divorcio culposo por infidelidad, alcoholismo y violencia reiterada”, asegurando que su mujer le exige $300 millones (vea la declaración de Torres).
Al igual que Torres, Paula Díaz es abogada. Trabajó en una filial de CorpBanca y en la Gobernación de Chacabuco. Dice que el único dinero que ha pedido, al contestar la demanda de divorcio, corresponde a la mitad del valor de la propiedad de Chicureo, pues sostiene que es parte de la sociedad conyugal. Y asegura que en esa casa Torres se reunió con tres concejales de Maipú -dos de ellos de la Concertación- para buscar “resquicios legales” que favorecieran a KDM. Uno de estos concejales, Christian Vittori (DC), acaba de ganar las primarias opositoras para postular a la alcaldía. Además, señala que un gerente de KDM visitaba a Torres, presentándose en la conserjería del condominio, donde se registra el ingreso de visitantes, con una identidad falsa.
-¿Cómo se produjo el episodio de violencia intrafamiliar que investiga la fiscalía?
El 7 de noviembre del año pasado, cerca de las nueve de la noche, yo estaba en el segundo piso haciendo dormir a nuestro hijo, de siete años, cuando mi marido llegó. Él me pidió la clave de acceso a mi notebook que estaba en la pieza del escritorio.
-¿Era habitual que le pidiera la clave?
Se la había dado en varias ocasiones, pero la olvidaba. Yo no tenía problema en dársela, porque no tenía nada que ocultar. Él tenía un notebook, pero nunca lo bajaba de su vehículo y nunca pude tener acceso a él.
-¿Esa noche usted le facilitó la clave?
Sí. Él me llamó desde el primer piso. Bajé, vi mi notebook encendido y él me dijo que me acercara. Logré percibir un correo antiguo de una ex pareja que tuve durante el período en que estuvimos separados con Marcelo, entre 2006 y 2008. Era un correo que hacía mención a la relación que existió con esa persona, pero no era un mensaje que evidenciara una infidelidad. Me di vuelta para mirarlo y él me dio una cachetada que me dio vuelta la cara. Me la dejó marcada. Me agarró de las muñecas y me empezó a insultar diciendo que yo era una puta y que me iba a echar de la casa. Escuché a nuestro hijo llorar en el segundo piso. Marcelo le gritaba “¡tu mamá es una prostituta!”. Logré zafarme y subí. Ahí me siguió violentado física y verbalmente. Me comparaba con una pareja que él tuvo cuando estuvimos separados. Me decía que ella era una mujer rica y deseada. Esa persona es la misma con la que él viajó al extranjero en diciembre de 2010, cuando nosotros teníamos vida en común. Él viajó con su amante, aunque me había dicho que era un viaje de negocios.
-¿Qué tipo de negocios tenía su marido?
Me dijo que debía viajar a México porque iba a entrar en contacto con un inversionista que estaba relacionado con un sistema de luminarias públicas.
-Entonces era un viaje de negocios para la municipalidad.
No, era para hacer negocios personales.
-¿Él hace negocios personales en ámbitos relacionados con gestión municipal?
Nosotros convivimos como matrimonio durante ocho años y nunca conocí sus negocios. Nunca me informó cómo ganaba el dinero para comprar y mantener una casa como ésta, de más de 500 metros cuadrados, en una parcela de 5.000 metros de un condominio exclusivo de Chicureo. En todo caso, ese viaje no fue de negocios, porque al final me enteré que había ido a Punta Cana con su ex pareja. Lo eché de la casa y se fue varias semanas. Me buscó, me dijo que esa mujer no significaba nada, me pidió perdón y una segunda oportunidad. Yo accedí a que volviera.
-¿Usted ya había denunciando otras agresiones?
En enero de 2011 le recriminé que mostraba poco interés por la situación emocional de nuestro hijo, que asistía a una sicóloga porque no se adaptaba al colegio y no tenía amigos. La sicóloga había pedido una entrevista conmigo y el papá. Y era la tercera vez que él la postergaba. Cuando le reproché su falta de interés, me insultó, me sacó a empujones de la habitación, me tiró al suelo y me provocó un esguince en la mano izquierda y una contusión en la cadera. Me dijo que me iba a sacar de la casa, que iba a instalar acá a su ex pareja. Él salió y estuvo varios días fuera…
-¿Certificó esas lesiones en algún centro médico?
Dos días después ya no podía mover la mano por el hematoma. Estaba sola en la parcela y Marcelo se había llevado todas las llaves, así que no podía asegurar la casa en la noche. Me sentía expuesta. Decidí ir a Carabineros a explicar la situación. Ellos me dijeron que debía hacer una denuncia por violencia intrafamiliar y me llevaron en una patrulla a la posta de Colina a constatar las lesiones.
-¿Tiene copia de esa constancia policial y de la constatación de lesiones?
No me quedé con copias, pero esos documentos existen y forman parte del expediente que presentó la fiscalía en la audiencia donde Marcelo fue formalizado. Ese incidente yo no se lo comenté a nadie. A mi familia le dije que había resbalado en el gimnasio. A las semanas, Marcelo volvió arrepentido. Yo le comenté que había hecho una denuncia y él me pidió que me desistiera y me prometió que la violencia no se iba a repetir. Me llamaron de la fiscalía preguntándome si quería iniciar una causa y fui personalmente a firmar una declaración donde me desistí. Ahora, en esta nueva investigación, acompañé copia de ese desistimiento. En julio de 2006 también dejé una constancia (vea el documento) en la Comisaría de la Familia. Esa vez Marcelo me echó de la casa, me tiró un plato de comida porque yo estaba enferma, tenía una infección urinaria, me sentía mal y no quería recibir a unas personas que él había invitado a cenar. Yo me fui con nuestro hijo a la casa de mi mamá. Estuvimos separados hasta 2008.
-¿Hubo otras agresiones?
Sí. En mayo de 2011. Ese día Marcelo estaba en la casa con su hermano Gonzalo, que es concejal por Colina. Nosotros tenemos dos perritas y Marcelo tenía a una sentada sobre la manta que ocupa nuestro hijo cuando ve tele. Le dije que no me gustaba que la Matilda se sentara en la manta, por las infecciones. Tomé la perra, la dejé en la terraza y cuando me vuelvo me encuentro con Marcelo de frente gritándome que ésta es su casa y que yo no decido lo que se hace en su casa. Me tomó de los brazos y me sacó a empujones por la puerta de entrada. Mi hijo lloraba. Me di la vuelta por el patio y entré por la terraza. Gonzalo, mi cuñado, estaba sentado en la salita donde vemos televisión y yo le gritaba pidiendo ayuda, pero no hizo nada. No hice denuncia, pero empecé una terapia sicológica.
-¿Con quién se trató y cuál fue el diagnóstico?
Tengo certificados y se adjuntaron en el proceso. En la investigación acompañé un informe de la sicóloga Mónica Farías, con quien estuve en tratamiento desde mayo de 2011 hasta noviembre de ese año. No pude seguir por razones económicas, porque mi marido dejó de ayudarme y estoy desempleada. Acompañé un informe de la siquiatra Rosemarie Fritsch, que diagnosticó “una depresión mayor de larga data, junto con una disfunción grave de pareja con violencia intrafamiliar”. Y entregué un certificado del Centro de la Mujer Santiago del Sernam que dice que desde agosto del año pasado comencé a ser atendida ahí por “violencia intrafamiliar en la relación de pareja”.
-El día de la agresión que investiga la fiscalía, ¿quién llamó a Carabineros, usted o su marido? Marcelo Torres difundió un comunicado en que afirma que él presentó una acción judicial contra usted por agresiones y que son testigos los carabineros que concurrieron a su domicilio esa noche.
Cuando subí al segundo piso a ver a mi hijo, me senté en la cama y Marcelo tiró mi notebook al suelo, lo pateó y lo hizo mil pedazos. Tomé el teléfono fijo de mi velador y cuando él se dio cuenta que estaba llamando a Carabineros, tiró el cable y lo cortó. En ese momento llegó un amigo de él, Gerardo Escalona, quien es apoderado en el mismo colegio de mi hijo, pero del curso de uno de los hijos de mi cuñado Gonzalo. Gerardo es dueño de una empresa que instala pasto sintético en campos deportivos
(N. de la R. Gerardo Escalona Barros es socio de la empresa GEB Chile Ltda, beneficiada en noviembre de 2011 con una licitación de la Municipalidad de Cerro Navia por $ 319 millones para “Habilitación e Implementación de infraestructura Deportiva y Recreacional en Escuela Públicas de la Comuna de Cerro Navia”. De acuerdo con esta versión de Paula Díaz, Escalona visitó la casa del administrador municipal de Cerro Navia sólo cinco días después de que se firmara el contrato entre la Municipalidad de Cerro Navia y su empresa GEB. El contrato se firmó el 2 de noviembre de 2011 y Escalona estuvo el 7 de noviembre en la casa de Torres, cuando ocurrió la agresión denunciada por Díaz).
Este hombre llegó a la casa y delante de él, Marcelo siguió insultándome. Y Gerardo me dijo “yo no puedo meterme”.
-¿Quién llamó a Carabineros y en qué momento llegaron?
Tomé mi celular y me comuniqué con mi mamá. Le pedí que llamara a Carabineros. Cuando llegó Gerardo, al poco rato llegó mi cuñado Gonzalo. Inmediatamente, llegaron dos patrullas de Carabineros, junto con mi mamá y mi hermano. Yo le decía al carabinero que Marcelo me había golpeado. “Ella me golpeó a mí”, les decía Marcelo. “Míreme la cara”, les decía yo, porque tenía las marcas del golpe. Se lo querían llevar detenido y en eso entró su hermano, el concejal Gonzalo Torres. Ahí me enteré, por mi mamá, que Gonzalo había estado hablando afuera con los otros carabineros, con la intención de que se retiraran, explicándoles que yo estaba ebria, que no había violencia y que sólo era un incidente porque Marcelo me había descubierto una infidelidad. Era un lunes en la noche, yo estaba haciendo dormir a mi hijo: ¡cómo iba a estar ebria!
-En el comunicado que Marcelo Torres difundió tras ser formalizado, dijo que el 12 de enero interpuso una demanda contra usted “por divorcio culposo por infidelidad, alcoholismo y violencia reiterada”.
Estoy dispuesta a someterme a todos los exámenes que la justicia determine o peritajes sicológicos y siquiátricos para comprobar que no tengo adicciones al alcohol o drogas. He sido evaluada todo este año por sicólogos y siquiatras. Hace ocho meses, tres meses antes de la agresión que denuncié y que originó la investigación, voy al Sernam a una terapia grupal todos los jueves. De todos los especialistas que me han visto, ninguno ha emitido un informe que indique que sufro un problema siquiátrico, trastorno de personalidad o adicciones. Y sobre su acusación de infidelidad, sólo puedo decir que Marcelo reconoció, en la misma demanda de divorcio que él interpuso, que “tomó la errónea decisión de viajar al extranjero” con una “amiga” y “ex pareja” y que estuvo “a lo menos una semana fuera del hogar común”. Así que él es el único que ha reconocido una conducta de infidelidad.
-Si, tal como usted relata, los carabineros vieron que tenía marcas físicas de una agresión, ¿por qué no detuvieron esa noche a su marido?
Llegó el abogado de Marcelo, Óscar Lantadilla, director jurídico de Cerro Navia, y me dijo “Paula, entiende, Marcelo es concejal, Gonzalo es concejal. Mira las implicancias políticas. Después se van a poner en la buena”. Marcelo exigía que me detuvieran. El abogado y Gonzalo presionaban a Carabineros. Mi hermano quedó afuera, tratando de distraer a mi hijo. En eso llegó el hermano menor de Marcelo, Ignacio Torres. Y como mi hermano no lo saludó, Ignacio le pegó un combo. En medio de todo ese alboroto, yo al final dije “ok, que no se vaya detenido, pero se va ahora mismo de mi casa”. Y Carabineros accedió a que Marcelo se fuera. Él se fue con su amigo Gerardo, con su abogado y con sus dos hermanos. Cuando salieron, se quedaron las dos patrullas y un carabinero me dice que están obligados a llevarme a constatar lesiones y estampar una denuncia. El carabinero de mayor rango me dijo si acaso yo estaba esperando formar parte de los femicidios. Creo que este carabinero que estaba a cargo percibió esta intención de tratar de disuadir invocando su calidad de concejales, para que carabineros simplemente se retirara y el hecho no quedara constatado.
-¿Carabineros la llevó a constatar lesiones?
Me llevaron en la patrulla a la posta de Colina. Ahí me constataron una lesión en la cara y otra en la muñeca. Y mi hermano fue llevado a constatar lesiones por el golpe que le dio mi cuñado.
-¿Tiene copia de esa constancia y el certificado de sus lesiones?
No. Como le digo, no me dejé copias, pero esos documentos están en la investigación. Porque ese hecho del 7 de noviembre dio origen a un proceso y todos estos papeles fueron derivados a la fiscalía de Colina. Y por eso la fiscal Nancy González, el 5 de diciembre de 2011, decretó fijar una primera audiencia de formalización para el 6 de febrero pasado.
-En su declaración pública el concejal Marcelo Torres dice que usted inició este proceso con el ánimo de obtener un pago de $ 300 millones y perjudicar su imagen.
En la fiscalía me informaron que la causa se inició sin mi ratificación, porque ya no se necesita la ratificación de la víctima en investigaciones por violencia intrafamiliar y porque había un antecedente de denuncia y constatación de lesiones dentro del mismo año (en enero de 2011). Dentro de la causa que inició la fiscal, mi abogado presentó una querella, pero este delito es de “acción pública” y, aún sin la querella, la fiscal está obligada a investigar hasta el final. Así que no puedo tener la intención de negociar bienes, porque no depende de mí que la investigación se detenga. Me llamó mi cuñado Gonzalo y el alcalde Luis Plaza (de Cerro Navia) y les expliqué que no depende de mí suspender este procedimiento. Si yo hubiese querido hacer un arreglo, habría escuchado a Luis Plaza. Yo supe que había un proceso en diciembre, cuando se me notificó la fecha para la audiencia del 6 de febrero y en el intertanto no hubo negociación alguna. En esa audiencia Marcelo no se presentó, porque no fue notificado, pero igual la jueza dispuso medidas cautelares prohibiendo que se me acerque.
-Pero el concejal Torres asegura que usted también está bajo medidas cautelares.
Sí. Cuando él se enteró que había una investigación por una denuncia en su contra con una querella nuestra, presentó una denuncia de violencia intrafamiliar en un Juzgado de Familia de Santiago. Lo hizo para equilibrar las cosas. Esa audiencia fue el 24 de febrero, donde él solicitó medidas precautorias para que yo no me pudiera acercar a él, pero eso no tiene sentido porque antes, el 6 de febrero, ya se había decretado a mi favor que él no se me acercara.
-¿Le ha pedido $ 300 millones a su marido?
En respuesta a su demanda de divorcio yo solicité al juez la mitad de la propiedad de Chicureo, que es menos de $ 300 millones. Yo no le he pedido ese dinero a Marcelo. Esto no es una negociación. Se lo pido a la justicia y estoy dispuesta a aceptar lo que el juez determine. Si dice que no tengo derecho, lo acato. Pido la mitad de la propiedad porque Marcelo la compró a su nombre justo cuando me pidió que le firmara la separación de bienes, en abril de 2004. Entonces, es obvio que la compró con dinero de la sociedad conyugal. Además, nunca se hizo la liquidación de la sociedad conyugal y la ley estima que mientras no haya liquidación, los bienes siguen siendo comunes. Tres días después de que lo sacaran los carabineros de esta casa, el 10 de noviembre de 2011, él firmó una dudosa renta vitalicia a favor de su hermano Gonzalo por una suma irrisoria, con el único objeto de extraer de su patrimonio esta casa y transferirla a su hermano. Y este lunes 26, cuando lo formalizaron, me enteré que el auto de uso familiar se lo traspasó a su otro hermano, Ignacio. La justicia tendrá que ver cuál es su patrimonio real, cómo él pagó esta propiedad, de dónde obtiene recursos para mantenerla, para pagar los $ 317 mil pesos mensuales del colegio de nuestro hijo o para pagar nuestros viajes. En 2011 fuimos a Cancún, a Buenos Aires, al Valle del Elqui, a Cuzco y Machu Pichu. Aparte de concejal, él es administrador municipal de Cerro Navia y usted puede ver en la página de transparencia cuánto gana.
(N. de la R. La información publicada por Cerro Navia indica que Marcelo Torres está en el grado 3 de la escala municipal de remuneraciones, correspondiente a un sueldo líquido de $ 1.794.299. En su declaración de intereses informa como única actividad complementaria su cargo de concejal en Maipú, lo que le genera ingresos mensuales por 12 UTM, equivalentes a unos $ 470 mil. En esa declaración, Torres indica que todas las sociedades comerciales en las que figura “corresponden a instituciones sin movimiento comercial o tributario”. En su Declaración de Patrimonio tampoco informa sociedades comerciales o inversiones, sólo anota la casa de Chicureo, que avalúa en $180 millones; un Jeep Cherokee 2005 que valora en $ 9 millones, mobiliario de su domicilio por $5 millones y una deuda de 5.400 UF con ING Créditos Hipotecarios).
-Antes de asumir como concejal y administrador municipal, ¿cómo generaba ingresos su marido para aportar al hogar?
Como le dije, nunca me habló de sus negocios. Él entró como abogado a la Municipalidad de Maipú en 2000, cuando fue elegido alcalde Roberto Sepúlveda. Ahí se convirtió en director jurídico de la municipalidad. Después de que asumió como director jurídico, cuando aún arrendábamos un departamento en Providencia y teníamos sólo un auto, se compró una caja fuerte y comenzó a manejar mucho efectivo. Todo lo pagaba en billetes. Una vez viajamos al norte y llevó una chaqueta en la que encontró $200 mil en billetes y no se acordaba de esa plata. Cuando Sepúlveda perdió la reelección, en 2004, Marcelo salió de la municipalidad y armó varios negocios: un servicio de reparto de correspondencia en moto, un negocio relacionado con restaurantes y una empresa que comercializaba contenedores para basura, de esos que se colocan en la vía pública, en las plazas. Su incursión en el área empresarial no le trajo beneficios, al contrario, le fue muy mal. En ese periodo en que él salió de la Municipalidad de Maipú, nos separamos. Durante el tiempo que estuvimos separados desconozco a qué se dedicó. La pensión que me daba era insignificante y no me la daba con regularidad. Tuvimos un juicio de alimentos y visitas, y él declaró que tenía muchas deudas y que no tenía cómo pagar una pensión. Pero en 2008 se postuló a concejal por Maipú. Desconozco cómo financió la campaña. Volvimos a vivir juntos y él pudo sostener el régimen de vida que llevábamos, porque en 2010 ambos decidimos que yo dejara de trabajar para atender los problemas de nuestro hijo.
-Usted cuenta que su marido incursionó en un negocio de contenedores de basura. Él ha sido cuestionado en ese rubro: votó a favor de la empresa KDM en Maipú, la que obtuvo un contrato de recolección de basura a pesar de que su oferta era más cara. Y como administrador municipal de Cerro Navia también se manifestó a favor de renovar un polémico contrato a KDM.
Yo sé que el tema de la basura siempre ha sido muy importante para Marcelo. Yo conocí a un gerente de la empresa KDM. Y también conozco a los concejales de Maipú que participaron en esa votación que favoreció a KDM, porque se reunían en mi casa. Me llamaba la atención, porque son concejales de partidos distintos al de Marcelo, incluso de la Concertación.
-¿Se reunían en su casa para discutir sobre el contrato municipal de la basura?
Eran conversaciones relativas a esas votaciones. Venían los concejales Carlos Richter (RN), Christian Vittori (DC) y Carlos Jara (PPD). Supe por la prensa que la concejal Carol Bortnick (PPD) también votó por KDM, pero no la vi en esas reuniones. Ellos se juntaban para buscar resquicios legales para favorecer a una determinada empresa.
-¿Se reunían a buscar argumentos que favorecieran a KDM en la licitación de la basura?
Sí. Y Marcelo, como abogado, maneja muy bien el tema administrativo municipal, ha hecho muchas bases de licitación. Era el más preparado para buscar los argumentos legales para favorecer a una empresa. Eran reuniones para ponerse de acuerdo en lo que debían decir en el concejo.
-Usted dice que conoció a un gerente de KDM, ¿él también visitaba su casa?
En una oportunidad, en el Alto Las Condes, Marcelo me presentó a una persona joven, delgada. Me dijo que era un gerente o directivo de KDM y que se llamaba José Miguel Gutiérrez. Y luego esa misma persona vino a mi casa en más de una oportunidad. Y en las últimas visitas se registraba con otro nombre en la conserjería del condominio. Yo a veces respondía el teléfono para autorizar el ingreso. Marcelo me decía: “Va a venir Jesús Garay”. Entonces, cuando llamaban de portería y me decían “viene entrando Jesús Garay”, yo respondía: “ok, déjelo entrar”. Pero cuando llegaba acá me daba cuenta de que era la persona que yo había conocido como José Miguel Gutiérrez.
(N. de la R. José Miguel Gutiérrez Sastre es gerente general de KDM S.A. según informa la web de la matriz de esa empresa: Grupo Urbaser-Danner).
-¿Y no le hacía presente a su marido lo extraño de esta situación?
La verdad es que Marcelo me informaba lo que él quería. Nunca logré que me diera explicaciones más allá de las que quería darme. Para mí era extraño, claramente, pero las razones por las cuales se registraba con otro nombre no las podría explicar. En todo caso, las visitas de los concejales y de “Jesús Garay” deben estar en los libros del registro de ingresos del condominio.
-Usted asegura que sufrió la violencia doméstica por años, ¿por qué una mujer con estudios superiores, un título profesional y una vida laboral activa, aceptó el maltrato durante tanto tiempo?
Una mujer que no ha sufrido violencia, nunca va a saber lo difícil que es salir. Tú te sientes enamorada de una persona que te anula, que disminuye tu autoestima, que te hace sentir que no vales nada y que no podrás salir adelante sola. Eso, en mi caso, fue más marcado porque Marcelo fue mi primer pololo, mi primer amor. La violencia se vive en un círculo que tiene primero una agresión, luego el arrepentimiento, después una etapa de luna de miel y estabilidad, hasta que vuelve la agresión. En ese proceso te ilusionas con que no habrá más violencia. Nosotros veníamos llegando del Cuzco, de un viaje súper lindo, enamorados, cuando ocurrió la última agresión. Eso pasó en noviembre del año pasado, pero esta vez yo estaba en terapia sicológica desde mayo y en agosto había entrado a una terapia grupal del Sernam que es especial para mujeres que sufren violencia en la pareja. Esas terapias, sentirme acompañada, me ayudaron mucho a romper el círculo, a decir “no más”.