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La ambivalencia de EE.UU. ante las “convicciones socialistas” de Bachelet
24.02.2011
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24.02.2011
Michelle Bachelet sólo llevaba 10 días como la primera mujer que ganaba una carrera presidencial en Chile cuando desde la embajada de Estados Unidos (EE.UU.) salió el cable Nº 50.684, un documento confidencial con destino directo a Washington. Para ese 25 de enero de 2006, Bachelet aún no asumía el cargo en La Moneda y en todos los medios se especulaba sobre cómo estaría compuesto su gabinete. Para muchos, esa primera decisión marcaría el rumbo que seguiría su mandato.
Durante su campaña, Bachelet dijo que sería ella –y no los partidos de la Concertación– la que elegiría a sus ministros. También que habría paridad de género, que incluiría tanto a gente con experiencia en el sector público como a caras nuevas y que nadie se repetiría el plato. El cable señala que las primeras apariciones y declaraciones de Bachelet “parecen diseñadas para mostrar su intención de gobernar independientemente, mientras trabaja de cerca con la maquinaria de los partidos de la Concertación”. Y aunque el documento muestra cómo Bachelet intenta reafirmar su independencia, también expone cómo la máquina partidaria ya estaba en funcionamiento.
Esa misma semana, Bachelet se reuniría con los presidentes de los cuatro partidos de la Concertación y se esperaba que le entregaran una lista con una propuesta de nombres para el gabinete. La duda estaba en si sería capaz de imponer su independencia o sucumbiría ante la presión de los partidos.
El 23 de enero, el entonces diputado y senador electo del PPD, Guido Girardi, se reunió en un almuerzo con el embajador de EE.UU., Craig Kelly, y le comentó que no estaba seguro de que Bachelet podría pasar por alto la presión de los partidos. Girardi dijo que “la fuerza de los partidos y el rol que jugaron en asegurar la victoria de Bachelet no debían ser subestimados”. De hecho, según el cable, el parlamentario aseguró al diplomático norteamericano que la Concertación ya había decidido otorgarle a la Democracia Cristiana (DC) “11 de los 18” cargos ministeriales (en realidad eran 20), a pesar de su pobre resultado tras las elecciones parlamentarias de diciembre de 2005.
Lo que vino, en todo caso, fue un fortalecimiento de la imagen independiente de Bachelet. Finalmente, sólo siete democratacristianos formarían parte de su primer gabinete y cuatro meses después, según consta en el cable Nº 63.933, un funcionario de la Cancillería la describiría ante el embajador Kelly como “su propia líder”, que “toma sus propias decisiones” y que no opera dentro de los círculos partidarios. El documento dice que “en términos de estilo, Bachelet es una sintetizadora que prefiere consultar ampliamente y considerar varios puntos de vista antes de tomar una decisión”. Sólo unos meses después, esos aspectos serían vistos negativamente por EE.UU. y serían claves para determinar el miedo de la administración de George W. Bush por sus principios socialistas y su falta de liderazgo, imagen que llevaría a cuestas al menos hasta la mitad de su período presidencial.
A fines de 2006, Bachelet cumplía ocho meses en La Moneda y para ese entonces ya tenía a su haber el primero de sus cuatro cambios de gabinete, la revolución de los estudiantes secundarios, el primer presupuesto público hecho bajo su mandato, la muerte de Pinochet y un crítico informe de la embajada de EE.UU. sobre su gestión y sus bases de izquierda. En el documento etiquetado como confidencial queda clara la desconfianza que tenía Washington sobre los principios que guiaban a la presidenta chilena. Para catalogarla políticamente hacen una analogía con el punto de cocción de un trozo de carne y la califican de bleu*: cocida por fuera pero cruda por dentro. Con ello, querían decir que era una persona moderada pero socialista en el fondo. El cable Nº 91.254 fue despachado el 29 de diciembre y titulado Punto de cocción bleu: Las convicciones socialistas de Michelle Bachelet.
Según el cable firmado y clasificado por el embajador Kelly, a esa altura los principios socialistas de Michelle Bachelet se hacían evidentes. Se refiere al incremento cercano al 11% del gasto público en áreas como educación, salud y vivienda y la excesiva dedicación de capital político que la mandataria había puesto en temas como la disposición gratuita en los consultorios de la píldora del día después para adolescentes sin el consentimiento de sus padres. Además, agrega que debido a que favorece las soluciones colectivas a los problemas, “el país está inundado con comisiones”.
En el ámbito internacional, dice que su inclinación inicial ha sido adoptar una posición de “solidaridad fraterna, incluso con aquellos (países) con tinte ‘anti imperialista’”. El documento asegura que cuando a Bachelet le tocó votar por la inclusión de Venezuela en el Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas (ONU), contra el que Washington hizo un intenso lobby durante siete meses, sólo se abstuvo porque “los tropiezos de (Hugo) Chávez, la fuerte oposición doméstica (desde la oposición y la DC) y la persistente persuasión de los EE.UU.” hicieron insostenible su voto a favor. Según el cable, varias fuentes, incluso “un casi desesperado canciller (Alejandro) Foxley”, le habrían revelado que ella se inclinaba por el apoyo al gobierno de Chávez. Esa opinión se vería reforzada en marzo de 2007, tal como aparece en el cable Nº100.428, luego de una entrevista otorgada a Telesur por el entonces embajador chileno en Venezuela, Claudio Huepe. Allí, el fallecido embajador dijo que si bien Bachelet le había reconocido en una conversación privada que apoyaba la candidatura de Venezuela, se había abstenido solamente por el costo político que significaba votar a favor. Después de eso, Huepe se vio obligado a renunciar.
El embajador norteamericano asegura en su informe que Bachelet simpatiza ideológicamente con mucha de la retórica y algunas políticas de izquierda; y añade que “corriendo el riesgo de ir demasiado lejos en una psicología pop fácil, Bachelet es una niña de los ‘60”. El cable señala que frente a las acusaciones de corrupción bajo su gestión, específicamente por la asignación irregular de fondos públicos detectados en Chiledeportes –que según un informe de Contraloría habría alcanzado los $474 millones–, la siguiente frase reveló “su visión socialista del mundo”:
-No soy de las que piensa que reformar el Estado signifique su debilitamiento. Para reformar el Estado lo primero que hay que hacer es creer en el Estado.
En todo caso, bajo el título Un mal necesario, Kelly agrega en su informe que la habilidad de Bachelet para conectarse con la gente refuerza el concepto de que la centro izquierda chilena es más “cariñosa” y que eso explicaría la alta aprobación en las encuestas. Dice que además de estar “bendecida con carisma, Bachelet tiene un lado pragmático” que le permitiría “abrazar –o al menos aceptar– políticas que normalmente le repugnan a la izquierda”. Y que el crecimiento económico del país durante su primer año en la presidencia “ha sido respetable si no espectacular”.
-En un continente que ha navegado a la deriva hacia la izquierda populista, y con diatribas anti-EE.UU. en aumento, Michelle Bachelet se mantiene comprometida a continuar políticas económicas y sociales moderadas y responsables. A pesar de sus convicciones centrales que normalmente sugieren un alineamiento cercano con Chávez y su clase, Bachelet reconoce que los lazos correctos, respetuosos e incluso cercanos con EE.UU. son parte de los intereses a largo plazo de Chile (…). La gran pregunta es si su anticuada fe en el poder del Estado para resolver todos los males le permitirán moverse lo suficientemente rápido para dirigir los problemas que enfrenta Chile –dice el cable en su parte final.
Cuando el cable Nº 148.287 fue enviado al Departamento de Estado, la CIA y otros diez destinatarios en abril de 2008, hacía poco menos de un mes que Bachelet había cumplido el segundo de sus cuatro años al mando del país. Pero según el documento, poco tenía que celebrar. A diferencia del informe anterior, que cuestionaba los principios ideológicos sobre los que Bachelet se movía, este reporte apuntó directamente a su gestión. A los ojos de EE.UU., era “un hito tal vez convertido en una carga, un aniversario colmado con el peso de expectativas insatisfechas”.
-Bachelet carga con las clásicas marcas del síndrome del pato cojo: constitucionalmente impedida para buscar la reelección, con débiles resultados en las encuestas y, gracias a una pérdida de la mayoría activa en el Congreso, aquejada por la percepción de falta de autoridad (incluso al interior de su dividido sector político) para definir la agenda de Chile –dice el cable.
Según el informe, para Bachelet “la luna de miel fue corta”. Si ya el primer año le había tocado difícil, a esta altura arrastraba además con el peso de varios “eventos que subrayan las dudas sobre su habilidad de liderar efectivamente”. Llevaba tres cambios de gabinete en sólo 20 meses, la caótica implementación del Transantiago y la acusación constitucional –aprobada en el Congreso sólo un día antes del despacho de este cable– contra su ministra de Educación, Yasna Provoste, por las irregularidades detectadas por Contraloría en el pago de subvenciones escolares. Además, el quiebre interno en la Concertación que vino con la salida de Adolfo Zaldívar (gatillado por la discusión sobre el financiamiento del Transantiago) le significó a Bachelet perder la mayoría en el Congreso. De acuerdo al cable, “a diferencia de su predecesor (Lagos), Bachelet ha fallado repetidamente en producir consenso en su coalición, un defecto que ha impactado en la confianza pública en su liderazgo y dificulta su habilidad para implementar su agenda”.
A juicio de la embajada, los resultados legislativos no fueron los esperados y aún en aquellas áreas donde hubo avances -como educación y la reforma previsional- la implementación se había transformado en la pesadilla del gobierno. El cable cita al arzobispo de Santiago Francisco Javier Errázuriz como uno de los críticos, diciendo que «se ha gastado mucho dinero en reformar la educación pero no hay resultados», por lo que no le sorprendería que las protestas de los estudiantes se reiniciaran. En cuanto a la implementación de la reforma previsional, fue el entonces ministro del Trabajo Osvaldo Andrade quien planteó sus dudas a la embajada. Según el cable, los chilenos se preguntaban por qué en un país con superávit fiscal los estándares de vida parecen empeorar.
A pesar de lo duro que resulta la primera parte del documento diplomático, el cable señala que para esa fecha aún “es prematuro ponerle la etiqueta del pato cojo”. Los representantes norteamericanos reconocen que el carisma y la convicción de que sus políticas sociales van por buen camino le juegan a favor a Bachelet. Y también su política exterior. De hecho, la última parte del informe señala claramente el interés y las intenciones de EE.UU. para que lo que le quede a Bachelet en La Moneda sea mejor y continúe alineado con los intereses de Washington.
El cable que analiza la primera mitad del gobierno de Bachelet, culmina señalando que lo que ocurra en lo que le queda del período y con la Concertación en las elecciones de 2009, son temas internos sobre los cuales EE.UU. es neutral. “Dicho eso, y mientras han existido desacuerdos en el camino (como con Venezuela y el voto en el Consejo de Seguridad de la ONU, aun cuando Chile eventualmente vio la luz), el récord de la política exterior de Bachelet ha sido generalmente sólido y en línea con los objetivos de EE.UU.”
En 2007, el gobierno chileno promocionó varias iniciativas acordes a los intereses norteamericanos. El cable señala algunas: Seguridad en la Proliferación, Combate al Terrorismo Nuclear y la Sociedad para un Gobierno Democrático. También agrega que Chile ha participado en la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) “en un momento difícil (Irán)”, que su nombre ya está en carrera para un puesto en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, que ha apoyado fuertemente los tratados comerciales regionales y que ha participado activamente con sus delegaciones militares para mantener la paz en Haití y Bosnia.
Después de alabar la política exterior de Bachelet, el cable anticipa que la preocupación de la mandataria chilena durante el resto de su período será solucionar los temas internos. En todo caso, eso no significa que las relaciones internacionales podrían quedar relegadas por una mayor dedicación de la presidenta a temas locales: el desarrollo de las relaciones seguiría su curso mediante la “agenda positiva” que desarrollaron el canciller Alejandro Foxley y la secretaria de Estado Condoleezza Rice. A pesar de la neutralidad de EE.UU., el cable deja claro que mientras los esfuerzos internacionales vayan alineados con sus intereses, da lo mismo el escenario interno o si las convicciones de la presidenta son marcadamente de izquierda. Si le interesa que el modelo chileno influya en la región, en esa dirección irán los esfuerzos.
-Eso nos da –y a Foxley– flexibilidad amplia para profundizar la cooperación en materias como el Plan Chile-California, el acuerdo de Becas de Igualdad de Oportunidades e iniciativas en diversificación energética e innovación. A pesar del debate político doméstico en Chile, no deberíamos enfrentar obstáculos significativos en seguir llevando adelante e incluso incrementando el liderazgo chileno en la región y promocionando el exitoso modelo económico y político chileno.
*La palabra original utilizada en el cable es “bleu” o azul, término usado para definir un punto de cocción de la carne cuando queda apenas cocinada.