UDI protesta por marginación política de gabinete de Piñera y Longueira presiona por subsecretarías
11.02.2010
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11.02.2010
Aunque el Presidente electo ignoró la más importante demanda de la UDI –incluir a uno de sus hombres “históricos” en el comité político del flamante gabinete–, el gremialismo optó por apoyarlo en público y aceptar como propios ministros que tachaba de “ajenos” hasta hace pocos días: Larroulet y Von Baer. Todo, con tal de silenciar el extendido malestar en la tienda ante la “aplanadora” que con razón temían hace semanas, y que amenaza con desbancar a su timonel Juan Antonio Coloma a manos de un indignado Pablo Longueira, quien ahora intenta negociar con Piñera las subsecretarías. Ni siquiera la fórmula de sumar a parlamentarios y dirigentes a las futuras sesiones ministeriales fue aceptada por el ala más dura de la tienda, que en privado la calificó de “espúrea”. ¿Los 40 diputados? El nuevo mandatario tiene en mente un gobierno de más gestión y decretos que de reformas y luchas legislativas.
En una nueva demostración de estoicismo político –que para algunos de sus dirigentes ya mutó en resignación– la UDI olvidó en público los temores y aprensiones que guardaba hacia el gabinete anunciado esta semana y lo celebró, pero a contrapelo del amplio malestar que cruza al ala más dura de la tienda, pasando por no pocos parlamentarios y dirigentes que a duras penas han guardado silencio durante sus vacaciones. Esto, luego de que ese sector gremialista viera en el nuevo equipo la confirmación de un ya anunciado temor: que Piñera no sólo nombrara a pocos ministros de ese partido (4 de 22) sino que además dejara al tronco histórico de la tienda fuera del comité político que lo acompañará a partir de marzo.
Así lo confirmaron a CIPER legisladores y rostros del partido -en privado, como han sido habituales los reclamos internos en la UDI– tras reconocer que el Presidente electo no acogió las principales demandas que se le habían presentado por distintos canales: el oficial, a través de la directiva liderada por Juan Antonio Coloma, y uno más discreto, que corrió por cuenta del senador Jovino Novoa. “Al final, Piñera no cumplió, o más bien hizo lo que quiso. Lo veíamos venir”, resumió un hombre del ala dura de la tienda.
La petición central apuntaba a que el entonces candidato aceptara nombrar en su comité político –la tríada de ministros de La Moneda– al menos a un hombre de esas filas, conocidas como el sector “químicamente puro” del partido. A eso se agregaban por lo bajo unas cuatro carteras, de preferencia de “corte social”. Para eso, en la UDI confiaban con poner sobre la mesa los 40 diputados que había elegido en diciembre, presión que varios dirigentes, como el secretario general Víctor Pérez, pidieron aplicar tras constatar el adverso escenario en la recta final de la campaña.
Como es de sobra conocido, el gremialismo duro fue marginado de la foto de segunda vuelta –fase en la que Piñera se concentró en capturar los votos de MEO–, y antes del balotaje ya había sido notificado que su rol en el gabinete sería muy menor. “A lo más 5 ó 6 cargos” se decía. Hubo severos reclamos internos cuando el propio Piñera, respaldado por el ahora nuevo ministro del Interior, Rodrigo Hinzpeter, proclamó que los ex funcionarios de la dictadura estaban vetados de su gobierno. Días después debió suavizar dicha postura.
Considerando lo anterior, personeros del ala histórica que comentaron esta semana el impacto del gabinete con CIPER reaccionaron con burla e indignación al enterarse de que la mesa de la tienda, capitaneada por Coloma y su secretario general, Víctor Pérez, ahora celebraba tener dos ministros en el comité político: Cristián Larroulet (Segpres) y Ena von Baer (Vocería de Gobierno).
“¡Pero si esos no son ministros UDI! Son del partido Libertad y Desarrollo (LyD), que tiene más poder que nosotros”, resumió irónicamente un dirigente. La rabia se explica porque desde hace semanas que el gremialismo no estaba dispuesto a conformarse con dichos nombres, los que declaraba completamente ajenos (aún pese a que el piñerismo creía que era una táctica de tejo pasado). Mientras a Larroulet, que no es militante, se le criticaba por no involucrarse ni para las campañas y “por haberse convertido demasiado rápido al piñerismo”, a Ena Von Baer tampoco se le consideraba propia.
De hecho, horas antes del anuncio del gabinete desde la directiva se precisó que la nueva vocera de Gobierno había firmado como militante sólo después de la victoria de enero pasado. Y el propio Coloma había relatado en diciembre último que, en plena campaña, él y un grupo de dirigentes habían acompañado a Von Baer –poco antes de medianoche–, a conocer la tumba de Jaime Guzmán al Cementerio General (detalle y audio acá).
Como ha ocurrido tantas otras veces, la molestia pública se ha contenido en el partido, esta vez a la espera del inminente nombramiento de los subsecretarios –que ocurriría a comienzos de la semana entrante–, con la esperanza de que “ahora sí llamen a políticos y no a puros técnicos”, como grafica un dirigente UDI. Aunque para los más molestos la nómina de ministros ya marcó “el límite de lo aceptable”, varios se inclinan por esperar la nueva lista antes de decantar una reacción, mientras que otros fijan la última frontera de la tolerancia en las intendencias. Tiene lógica: algunos de los que lamentaron no ser convocados esta semana aún guardan esperanzas de ser llamados para otros de los muchos cargos que quedan por llenar.
CIPER le consultó este punto a uno de los asesores más cercanos de Piñera. Bajo anonimato, éste contestó que el perfil técnico también se extenderá, salvo contadas excepciones que se detallan más abajo, para la mayoría de las subsecretarías, “que ya están bastante avanzadas, porque salen de la misma lista que se tenía para el gabinete”. Y que de momento se piensa aplicar una tónica similar para las intendencias. “Los gobernadores ya tendrían que ser políticos-políticos”, remató la misma fuente.
La última esperanza de la UDI para dar vuelta el tablero es la súbita y enérgica intervención del senador Pablo Longueira ante el mismo Piñera.
La nómina de ministros-militantes (que no hayan firmado a última hora, claro) tampoco dejó contenta a la UDI clásica, tal vez con la excepción de Joaquín Lavín –aunque ha sido duramente criticado en la tienda antes y después de su derrota senatorial-, cuya sorpresiva llegada a Educación lo pone en una apuesta de todo o nada. O sucumbe ante un sector adverso para la derecha, o sale airoso y “resucita” como presidenciable, ahogando de paso cualquier otro candidato gremialista para el 2014.
La otra militante de la UDI en el gabinete, María Ignacia Benítez, es casi desconocida –salvo su paso por el Core metropolitano– y la cartera que le tocó (Medio Ambiente) es una de las menores del elenco. Y la llegada de Magdalena Matte Lecaros a Vivienda, más que beneficiar al partido, terminó ungiendo a su marido, el senador Hernán Larraín, como uno de los pocos y grandes ganadores de la tienda. Además de su esposa en el gabinete, su hijo homónimo integrará la Secretaría de Comunicaciones (Secom) de Piñera.
Los que tienen buena memoria para recordar las pugnas internas de la UDI anotan jocosamente que a la gruesa cuenta que se le piensa pasar a Coloma por el pobre resultado debería sumarse “que, para más remate, ahora tenga a un Kast y a la esposa de Hernán en el gabinete”, subrayando las históricas pugnas entre ambos senadores. Larraín, comentaron más de alguna vez sus conocidos, resintió que el presidente gremialista ignorara que había sacado la primera mayoría nacional en senadores en diciembre (lo superó por escaso margen a él mismo) y que ni siquiera se apurara en felicitarlo.
Como si fuera poco, aunque Matte es antigua militante de la UDI, su padre –Arturo Matte– fue socialista e íntimo del círculo más cercano a Salvador Allende. Ella misma ha comentado, se recordó esta semana, que en su casa solía ver al fallecido mandatario, a Carlos Altamirano, Clodomiro Almeyda y Víctor Pey. En la UDI es conocida la “transversalidad” política que cruza a la familia Larraín-Matte (al menos su hijo Pablo, el cineasta, detesta sinceramente a ese partido), acaso una de las razones más profundas por las que el ala más dura nunca lo ha considerado un UDI 100% puro.
Aunque Felipe Kast no es militante (también Made In LyD), su fichaje en Mideplan sí podría calificarse de gesto simbólico al gremialismo histórico al tratarse del hijo del mítico Miguel Kast, que bajo Pinochet precisamente lideró el mismo ministerio, entonces Odeplan. Claro que su nominación también favorece de pasada a su tío, el diputado José Antonio Kast, uno de los más críticos de la gestión de Coloma y hasta hace algunas semanas seguro competidor suyo en las próximas internas.
Así las cosas, reparan en el gremialismo, da lo mismo que en el papel Piñera cumpliera con entregarle a militantes UDI los codiciados ministerios “sociales” de Mideplan y Vivienda, si sus futuros ocupantes no los representan ni garantizan el objetivo trazado por la colectividad: potenciar su vocación popular –de paso, salvarle la cara a su proyecto político– e instalar desde ya a competidores “nuevos” para las presidenciales del 2014.
A decir de los parlamentarios UDI más sinceros, el gabinete ni siquiera cumple con un equilibrio mínimo con RN, por mucho que se intente mostrar que cada partido tiene cuatro ministros-militantes. “Sólo al pasar, me fijo que allí hay por lo menos 3 ex vicepresidentes de RN, Hinzpeter, Galilea y Parot. ¿Nosotros? Sólo está Lavín”, resume un legislador de Suecia 286.
Las pocas esperanzas en que las subsecretarías compensen el amargo sabor de boca en el gremialismo dependen de casos puntuales. En el equipo de Piñera precisaron a CIPER que el complejo cuadro en torno a la Subsecretaría de Desarrollo Regional (Subdere, famosa por sus anchas arcas que inclinan cualquier balanza electoral) ha hecho reconsiderar la idea original de dejarla en “tierra de nadie”, para evitar protestas de cualquiera de los dos partidos que no la tenga. “Va a quedar en manos de uno de ambos, y el otro tendrá la de Interior. En la Subdere se necesita alguien con muñeca política”, subraya uno de los tres futuros ocupantes de La Moneda más cercanos al Presidente electo.
Aunque la misma fuente no precisa quién se llevará el trofeo –que tiene en ascuas a los parlamentarios y alcaldes– sí aclara que la balanza podría inclinarse a favor de RN y que casi todos los nombres que han circulado están fuera de carrera. El principal es la carta que la UDI quería para ese cargo, el director de la Fundación Jaime Guzmán (FJG), Miguel Flores Vargas. Aunque éste forma parte del “equipo de instalación” junto a Larroulet y María Luisa Brahm (Instituto Libertad), su rol se ha visto disminuido en las últimas semanas. No sólo quedó fuera de los simbólicos contactos iniciales entre Hinzpeter y Larroulet con el ministro Pérez Yoma, sino que además el piñerismo duro evaluó que no era la carta ideal para la Subdere. Partiendo por señales como el mutismo que mantuvo en algunas reuniones con Piñera después del 17 de enero.
En todo caso, el mismo Flores –cuyo aporte, pese al perfil conservador de la FJG, sí se reconoce en el piñerismo– ya le había confidenciado a algunos miembros de la mesa UDI, hace al menos diez días, que no estaba compitiendo por ese cargo. Al margen de lo anterior, el mismo día del anuncio del gabinete tuvo un frontal encontrón con Coloma, molesto porque Flores había declarado esa mañana a La Segunda que “soy de la UDI, pero no la represento en este equipo”, que es el mismo tipo de mensaje que el grueso del partido le criticó en su momento al senador Andrés Chadwick. Ambos fueron vistos tratando el asunto en el patio del Museo Histórico Nacional esa tarde.
Si la UDI pierde la Subdere, la compensación sería –como ya se dijo– la subsecretaría de Interior y/o la de Seguridad Pública, que se pretende crear. El partido espera colocar en la primera a uno de sus hombres “químicamente puros”: el vicepresidente de AFP Cuprum y miembro de la comisión política, Pablo Wagner. En el equipo de Piñera precisan que su nombre no figura para ese cargo, “pero sí da vuelta en otras posiciones”. Una por otra.
Consciente del fracaso en el gabinete, la directiva UDI se apuró en tratar de bajar los costos. Tanto Coloma como su par RN, Carlos Larraín, conocieron la nómina oficial apenas horas antes del anuncio del martes, luego de que Piñera les suspendiera sobre la marcha una cita fijada para la tarde anterior. No fue sólo para evitar filtraciones: a última hora se había “caído” uno de los ministros, que tuvo que ser reemplazado rápidamente por otro. Considerando la desmedrada situación del gremialismo, la visita se prestó incluso para bromas cuando el timonel UDI llegó a la casa del mandatario en un modesto e inadvertido Toyota Yaris Sport gris plata, a diferencia de los elegantes autos del resto de los convocados.
Al margen de la anécdota, en la cita se zanjó una fórmula que apunta a paliar la “aplanadora” que sufrió el partido, y que la mesa UDI no perdió tiempo en filtrar. La inédita solución pasa por integrar a las directivas y parlamentarios de ambos partidos a las futuras sesiones del comité político, según se traten asuntos políticos o legislativos. En el equipo piñerista confirman que la idea salió del propio Presidente electo, consciente de que debe evitar que la directiva gremialista colapse y sea reemplazada por otra que no le sea “funcional y dócil”, como califican sin rodeos a la actual.
Otra versión apunta a que el gesto de Piñera fue una respuesta a una expresa y privada petición de la directiva UDI, para que les ayudara a “salvar la cara” ante el resto del partido.
Apenas enterados de este nuevo modelo de comité político, en el ala más dura de la tienda la rechazaron tajantemente. “Es una solución espúrea. Eso no es estar en el comité político”, afirma uno de sus dirigentes. “Son migajas”, agregó otro. El propio Jovino Novoa, en el breve lapso de dos semanas que estuvo en Chile entre dos viajes al extranjero, se reunió al menos en dos ocasiones a solas y en privado con Piñera, remarcándole que en el comité político debía estar un UDI histórico. Novoa le dio alternativas pero fue claro: nada de soluciones “sucedáneas”.
Desde entonces, se insistió en colocar allí a nombres como el abogado Gabriel Villarroel en Justicia, o a otros como el experto electoral Andrés Tagle, Domingo Arteaga o Ignacio Astete. Todos del ala dura del partido. En el piñerismo siempre manifestaron que eso no fue nunca una opción: uno de los cercanos al entrante mandatario nunca olvidó que hace cinco años, durante un seminario, le oyó decir a Villarroel –muy cercano a Novoa– que “debemos defender el binominal, porque nos permite ser implacables contra las diferencias”.
Las reservadísimas gestiones de Novoa –que él siempre negó en público– apuntaban medio a medio, comentan en el partido. Si Piñera las ignoraba, como ocurrió, el costo no lo pagaba él, sino que la directiva, que es la negociadora oficial. Peor aún: casi no hay indicios de que la mesa efectivamente haya tratado de presionar al Presidente electo en ese tema. Uno de los pocos fueron los dos encuentros que su secretario general, Víctor Pérez, sostuvo con Piñera durante enero, en las que le subrayó infructuosamente que los 40 diputados eran un arma de negociación. ¿Coloma? Al menos en el piñerismo afirman no tener registro de ninguna presión de su parte.
Lo anterior, sumado al resultado del gabinete, reactivó en pocas horas lo que la mayoría de la UDI ya había advertido: que un fracaso en el reparto sepultaba las aspiraciones de Coloma de ir a la reelección. “Juan Antonio ya cumplió con dos de tres. Dejó a la UDI con 40 diputados y ayudó a sacar a Piñera Presidente. Eso es un éxito por donde se le mire. Pero la evaluación final y decisiva era si íbamos a ser protagonistas o los ‘negritos de Harvard’ en el gabinete, y sin eso el resto da lo mismo”, comentó un dirigente, en la misma línea de lo reiterado por diversos personeros a CIPER.
Con esto, la carrera por el control de la UDI se da por desatada, a pesar de los ingentes esfuerzos de la mesa por evitar un conflicto que apenas había logrado sofocar hace poco más de un mes. Los críticos de la directiva insisten en que Pablo Longueira debe retomar el control del partido, para evitar que Piñera siga pasándolo a llevar. Eso anula a Coloma, con quien ya se enfrentó hace algunos años al negarle su apoyo y favorecer la llegada de Hernán Larraín a la mesa (2006).
El propio Longueira hizo notar su profunda molestia no sólo por haber sido marginado del gabinete –como informó La Tercera – sino que además por el pésimo trato recibido por la UDI en la conformación del mismo. Eso desencadenó en las últimas horas una seguidilla de encuentros en los que la UDI juega sus últimas fichas por tratar de dar vuelta una pelea que muchos ya ven irremediablemente perdida.
Aunque algunos de los amigos de Longueira recalcaron que “Pablo no está por volver a la directiva” y que “su relación con Piñera está mejor que nunca”, otros insisten en lo contrario con datos en la mano. Primero, el Presidente electo, afirman, “jamás habló con Pablo antes de dejarlo fuera del gabinete, al contrario de lo que se había entendido, tomando en cuenta la historia de peleas que ambos tienen”.
Longueira incluso había suspendido el inicio de sus vacaciones en Villarrica el pasado 28 de enero, cuando desde el equipo del mandatario lo invitaron a la ceremonia de ratificación en el Tribunal Calificador de Elecciones (Tricel) al día siguiente. Para él y sus cercanos, era la prueba definitiva de su llegada al gabinete y hasta se lo habría dado a entender a algunos. Pero cuando se enteró, a última hora, de que eso no ocurriría, desechó indignado la invitación al acto de esta semana en el Museo Histórico Nacional. Para entonces estaba atrincherado en el sur.
Longueira ya estaba dolido con el veto de sus pares Hernán Larraín y Jovino Novoa, quien pocos días antes (el domingo 24) se lo había mandado a decir por los diarios: no era buena idea sacar a parlamentarios para llevarlos al gobierno. Gonzalo Cornejo, ex alcalde de Recoleta y viejo amigo de Longueira, no pudo entonces contener la rabia y posteó ese mismo día en su cuenta de Twitter, en una oblicua referencia al Caso Spiniak: “Innecesario e Injusto el ‘mensaje’ de Jovino a Pablo Longueira en entrevista del Mercurio (C4). Siempre hay que tener buena memoria”.
Longueira regresó en la tarde de este miércoles 10 de febrero a Santiago, para acompañar a su hijo Juan Pablo a una operación a la vista en la Clínica Las Condes. Pero en ese centro asistencial se le detectó una infección en la muñeca, por lo que quedó internado por la noche. En cuestión de minutos, Joaquín Lavín se enteró de su presencia en la capital –y de su profunda molestia–- y personalmente se comunicó con Piñera para advertirle del complejo cuadro que se avecinaba si Longueira nuevamente se colocaba pintura de guerra.
Los que conocieron el episodio detallan que un preocupado Piñera llegó hasta la clínica –de la que aún es dueño– después de las 20 horas, y se retiró pasadas las 22.30. Una versión asegura que en la cita ambos habrían acordado que Longueira será en adelante el negociador de la UDI ante el Presidente electo, “sea o no el próximo presidente de la UDI” para el nombramiento de los subsecretarios, a fin de evitar una nueva humillación para el gremialismo. Al día siguiente, jueves 11, Longueira se reunió con Lavín y el ex diputado Cristián Leay, luego de lo cual llegó a las oficinas de Piñera a reunirse con éste, no sin antes soltarle a la prensa apostada en el lugar: “Ustedes saben a lo que vengo”.
“Bueno, Pablo viene a hacer lo que no hizo Coloma: a poner los 40 diputados sobre la mesa y asegurar presencia en las subsecretarías. Si Piñera no quiere echarse a la UDI encima, es la última oportunidad”, afirma un cercano al senador gremialista. Terminada la reunión, Hinzpeter no tuvo otra opción que declarar que Longueira les había dado “opiniones muy valiosas” sobre los futuros nominados.
A la misma hora en que se desarrollaban estos hechos, Coloma se encontraba de regreso en el sur. Lo ocurrido lo deja en una posición muy comprometida, porque aun cuando ya hayan subsecretarios UDI asegurados, si se anuncian se leerá como un triunfo de Longueira, en contraste con la pobre negociación del timonel gremialista por los ministros.
Este “last stand” –última línea de defensa– de la UDI abre una gruesa duda. De momento se ve muy difícil que Piñera ceda a las presiones de ese partido, si hasta ahora no lo ha hecho. Además, la nómina de subsecretarios está prácticamente lista, y una intervención de este tipo pasaría a llevar a los nuevos ministros, que al menos esperan poder decir algo sobre quiénes serán sus futuros colaboradores. Pero el obstáculo más grueso es un arma que el piñerismo hasta ahora se guardaba en secreto.
Hace ya dos semanas que cercanos asesores de Piñera comentaron a CIPER algo que esta semana reiteraron: para contener un Parlamento en que se carece de mayoría, y al mismo tiempo no “amarrarse” a los 40 diputados UDI, ya se decidió que buena parte del programa de gobierno se concentrará en la gestión más que en grandes batalles legislativas. Esto implica que en no pocas materias Piñera recurrirá a decretos de ley antes que a proyectos enviados al Congreso.
La idea no es “gobernar por decreto” –ya que temas como la reforma al binominal y la unión de parejas homosexuales sí tendrían que pasar por el Legislativo– sino que concentrar modificaciones como atribuciones del Ejecutivo y de diversas reparticiones. Se cita, por ejemplo, la potestad reglamentaria que indica el artículo 32 de la Constitución, que consiste en “dictar los reglamentos, decretos e instrucciones que crea convenientes para la ejecución de las leyes”. Además, se recuerda, el Presidente de la República tiene iniciativa legal exclusiva en diversas materias, amén del poder de veto.
Cambios como la transformación de Mideplan en Ministerio de Desarrollo Social, y la reestructuración de la Vocería de Gobierno –que se pretende asimilar al estilo de la Casa Blanca– irían por ese camino. Estas y otras materias ya habían sido analizadas hace mucho tiempo gracias a informes en derecho constitucional que se le habían hecho llegar a Piñera.