La primera piedra del ambicioso proyecto de MEO
06.01.2010
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06.01.2010
«Lo de este jueves será como poner la primera piedra «, describe el ex jefe del comando de Marco Enríquez-Ominami, Max Marambio, al confirmar que este 7 de enero el «meísmo» anunciará formalmente la creación de un partido político encabezado por el abanderado presidencial derrotado el 13 de diciembre. Es la primera jugada de alto octanaje que hará MEO tras las elecciones y forma parte de una ambiciosa estrategia que incluye la formación de una federación y una fundación que permitan evitar la dispersión del 20% de electores que lo apoyó en diciembre pasado. El cálculo de su círculo próximo -donde la voz de Marambio marca los ritmos- es que MEO dé una fuerte señal de que sigue con una agenda propia, autónoma de los candidatos que continúan en carrera y significativa para los intereses de los electores que lo respaldaron.
– A partir del 17 de enero lo único que va a importar son las acciones. El tiempo de las declaraciones de campaña habrá pasado. Y esta convocatoria será la acción más potente para provocar un cambio en la forma de hacer política. La creación, inscripción e instalación del partido estará en la agenda varios meses -agrega el ex generalísimo de MEO.
Uno de los objetivos que se busca al abrir el proceso de inscripción del partido será mantener en la calle a los equipos que trabajaron en la campaña, ahora recolectando las firmas necesarias para registrar legalmente a la naciente colectividad. «Queremos mostrar gente común y corriente entusiasmada con un objetivo político. Algo que no se veía hace muchos años, por el desprestigio de las formas de hacer política de la derecha y de la Concertación», señala un dirigente meísta que prefiere la reserva de su nombre porque no está autorizado a adelantar detalles.
En sintonía con lo anterior, Marambio explica que el proceso se hará en dos tandas:
-Esto es el anuncio de la creación del partido. El acto fundacional se hará más adelante, con unos 300 «NN», personas desconocidas en la política, verdaderos rostros nuevos, que son los que trabajaron en la campaña. El número 300 es una cifra simbólica, como los espartanos que no aceptaron someterse al poder imperial.
En esta primera etapa, dice Marambio, los mismos que hicieron la campaña van a trabajar apoyados en el padrón de firmas que se recolectaron para inscribir la candidatura, identificando ahora a las personas que acepten fichar por el partido. «Una vez que inscribes el partido en el Servicio Electoral, la ley te da sólo 260 días para recolectar las firmas y queremos tener trabajo avanzado para evitar problemas en el camino, porque el proceso es complejo», aclara.
En el núcleo cercano a MEO aseguran que aquellos que respaldaron su postulación en la primera vuelta y que ahora trabajan por Frei para la ronda definitiva -como los ex socialistas liderados por Lincoyán Zepeda y Osvaldo Torres-, serán bienvenidos si quieren integrarse al nuevo partido.
Para el anuncio de este jueves estaba previsto que MEO apareciera acompañado por rostros que apoyaron su campaña: los diputados Álvaro Escobar y Esteban Valenzuela, el ex intendente metropolitano Marcelo Trivelli y el propio Marambio. La atención de la prensa probablemente se centrará en si votará o no por Frei y sus cercanos aseguran que no saben cuál será su respuesta, aunque consideran poco probable que «contamine» la noticia de su naciente partido con una definición de ese tipo. «Pero con Marco… nunca se sabe», dice uno de ellos.
En paralelo a la instalación de la colectividad, se trabajará en otros dos frentes. El primero es crear una federación o movimiento de partidos, que cobije a la nueva colectividad y a otras que ya aportaron a la campaña de MEO, como el Partido Humanista, el Partido Ecologista y el Movimiento Amplio Social (MAS). En términos más ambiciosos, esta federación también podría ser el vehículo para estrechar relaciones con otros referentes dispuestos a suscribir proyectos «progresistas», como el PPD, el PRSD y el Juntos Podemos. Sin parlamentarios propios, el “meísmo” necesita institucionalizarse y generar redes con otras entidades capaces de influir.
El segundo frente es la puesta en marcha de una fundación, aunque está claro que demorará más debido a los tiempos legales más reposados que requiere la tramitación de la personalidad jurídica de una entidad sin fines de lucro. El objetivo es que la fundación haga investigaciones académicas y legislativas, que genere debate y abra puertas a la colaboración con entidades internacionales, apuntando a que provea insumos para los proyectos de políticas públicas que impulse el meísmo. Este «think tank», explica Marambio, también jugaría un rol para allegar recursos:
– La idea es conseguir fuentes de financiamiento que aporten para desarrollar investigaciones. Te pongo un ejemplo: si se aprueba ahora el voto voluntario y la inscripción automática, que fue una de nuestras propuestas, quizás haya que hacer la sociología, el perfil de quienes en estos años han rechazado inscribirse. Esa es una investigación académica con impacto en lo legislativo y lo político, que la puede financiar una fuente internacional.
En cuanto a los recursos para poner en marcha el partido, Marambio señala que por ahora sólo cuentan con los aportes que puedan hacer los futuros adherentes: «Todo puede funcionar a partir de la simple decisión de que funcione», es la premisa del ex generalísimo. No obstante, otros dirigentes cercanos a MEO indican que se iniciará una ronda de acercamiento a empresarios que aportaron a la candidatura y que a futuro esperan concretar relaciones con organismos de la socialdemocracia europea -una meta en la que el senador Carlos Ominami jugaría un rol de peso- y con otras fuerzas similares de América Latina.
La situación de Ominami es particular, pues hasta ahora tiene sus cuarteles en un proyecto ya consolidado que fue impulsado por Ricardo Lagos: la fundación Chile 21. Ambos son presidentes honorarios y tras su derrota en la repostulación senatorial, Ominami tiene en Chile 21 una plataforma para seguir relacionándose con las ligas mayores concertacionistas y habrá que ver -luego del resultado que consiga el oficialismo en la segunda vuelta- si será viable que mantenga una doble militancia en esta fundación y en la que piensa crear su hijo.
Respecto de volver a seducir a los empresarios que donaron a la candidatura presidencial, el meísmo cuenta con un activo no menor: la campaña cerró con las cuentas ordenadas. Aunque falta la revisión del Servicio Electoral, ex dirigentes del comando adelantan que tienen pendiente el pago de créditos bancarios por más de $600 millones y de algunos proveedores que aceptaron postergar sus cobros hasta cuando reciban el reembolso por los votos que obtuvo MEO (fijado por ley en 628 pesos por sufragio, equivalentes a 0,03 UF). «Esperamos recibir sobre 700 millones del Servicio Electoral, con lo que se pagarán los préstamos y los proveedores que faltan. Cerraremos en azul, empatados con los gastos, como estaba previsto», señala un personero que conoce las cuentas.
La definición más importante a que ha arribado el núcleo cercano a MEO en este periodo de instalación de la colectividad, es que el partido será programático y no ideológico:
– Si, por ejemplo, estamos de acuerdo en que tal o cual política es la mejor para fortalecer la educación pública, dará lo mismo que los militantes hayan llegado a esa conclusión por un análisis marxista, socialcristiano o derechamente neoliberal -explica un dirigente que trabajó en el despliegue territorial de la campaña y que ha dialogado con MEO sobre los lineamientos de la nueva colectividad.
El perfil programático del partido puede ser una espada de doble filo, según reconocen algunos dirigentes meístas, toda vez que en la campaña participaron grupos con un amplio historial de fraccionamientos y quiebres políticos: antiguos miristas, ecologistas, ex socialistas, humanistas que se fueron de la Concertación y del Juntos Podemos. «La idea de formar un movimiento donde participen estos grupos, precisamente protege al partido de posibles quiebres», dice un ex operador de la candidatura de MEO. Un antecedente de este riesgo es que durante la campaña ya circularon correos electrónicos internos en que algunos dirigentes de estos grupos criticaron el «autoritarismo» de Marambio y «resabios neoliberales» en el programa. «No estamos formando el partido para estos grupos, sino para convocar al 20% que apoyó a Marco y que son personas mucho menos politizadas», agrega la misma fuente.
Otra forma de protegerse de la cultura fragmentaria y outsider de algunos referentes que apoyan a MEO es dotar al partido de fórmulas de debate y votación con un alto nivel de transparencia. Así, si una fracción decide partir lo haría sólo porque no estuvo de acuerdo con la mayoría y tendría escaso margen para acusar «maniobras cupulares». Una idea que ha tomado vuelo es que Internet sea la plataforma privilegiada de participación directa. A través de esta red cualquier ciudadano tendría acceso a las posturas en debate dentro del partido y los militantes -con una clave- podrían votar por ellas. Incluso, se ha planteado que el soporte tecnológico podría entregarse a una empresa externa que dé garantías de un manejo neutral del sistema.
Argumentando que hay países donde los electores votan leyes y reformas por Internet, el equipo que llevó la campaña de MEO en la Región Metropolitana postula que la colectividad resuelva sus principales debates mediante esta red: «Un partido con menos representantes de los militantes y más votaciones directas», es su apuesta, enfocada a que las resoluciones no queden entregadas al criterio de consejeros nacionales encerrados en un hotel, campo fértil para el típico «macuqueo» político.
Pero también hay quienes llaman a tomar resguardos para no caer en una suerte de «estado de asamblea permanente», que inmovilice a la colectividad porque habría que plebiscitarlo todo. Marambio reconoce que estas ideas han estado circulando:
-Vamos a organizar el partido más democrático que se haya visto jamás en Chile -afirma, en un tono que pretende contagiar entusiasmo.
Pero de inmediato el ex generalísimo pone los pies en la tierra y advierte que los partidos políticos funcionan con la «camisa de fuerza» que les impone la ley:
– En primer lugar hay que decir que no nos gusta esa ley, que vamos a tratar de cambiarla. Luego, decimos que vamos a buscar las mejores fórmulas de participación dentro de lo que permita el marco legal. Las posibilidades que da Internet son muy atractivas. Pero nos vamos a asesorar con abogados y especialistas en la ley de partidos que han trabajado en la campaña, para ver hasta dónde podemos llevar los mecanismos de participación.
El partido de MEO hasta el miércoles 6 aún no tenía nombre. Tampoco el movimiento y menos la fundación. En su cuenta de Facebook, el diputado posteó esta semana distintas alternativas para bautizar la colectividad: Nueva Fuerza Progresista, Nueva Fuerza por el Cambio, Partido Progresista Popular y Partido Para Todos. Recibió 650 comentarios de sus seguidores. Incluso, en otro alarde de creatividad democrática, un integrante de su ex comando propuso llamar a concurso entre los casi 65 mil adherentes que pusieron sus firmas para inscribir la candidatura presidencial.