El terremoto electoral que empuja al PS hacia la izquierda
22.12.2009
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22.12.2009
La primera mujer que llegó a La Moneda es militante socialista, dirigió el gobierno concertacionista de tinte más progresista en 20 años y cerrará su mandato con una popularidad superior al 70%. Pero su partido fue incapaz de capitalizar el prestigio de Michelle Bachelet. Por el contrario, el PS se enfrenta a su momento más duro, con un resultado electoral adverso y responsable de la fuga de militantes que dieron origen a dos candidaturas presidenciales que en conjunto sumaron sólo un poco menos que Eduardo Frei. Mientras arrecian las críticas que exigen la salida de su presidente, Camilo Escalona, el PS encara la campaña de segunda vuelta con un ojo puesto en la posibilidad de convertirse en un partido opositor, ubicándose claramente más a la izquierda en el espectro político.
El partido de la Presidenta Michelle Bachelet cierra el año en medio de un terremoto político. Sus magros resultados en las últimas elecciones le costaron al timonel del PS, Camilo Escalona, enfrentar peticiones de renuncia de sus propios correligionarios, quienes lo culpan de una gestión que favoreció la fuga de militantes que dio origen a las dos candidaturas presidenciales que dejaron al borde del desastre total a la Concertación. Por ahora la cabeza de Escalona permanecerá en su sitio, pues sus detractores postergaron el debate sobre su responsabilidad, pero ya se prepara un cambio de rumbo. El partido dará un fuerte giro a la izquierda, el mejor lugar para posicionarse como opositores en un eventual gobierno de Sebastián Piñera, según dicen los socialistas más pragmáticos. Ese diseño también funcionaría en caso de que Eduardo Frei llegue a La Moneda y el PS se libere de la incondicionalidad que ha demostrado con una Presidenta de sus filas.
El balance electoral indica que el PS no sólo perdió dos senadores y cuatro diputados, sino que la colectividad contribuyó de manera clave para que el oficialismo enfrente hoy la posibilidad cierta del desalojo del gobierno. Porque al margen de los propios errores de Frei y su comando, fue de las filas del PS que salieron los dos candidatos -Marco Enríquez Ominami y Jorge Arrate- que causaron estragos en su votación presidencial. Ambos postulantes abandonaron el partido prácticamente empujados por la mesa directiva de Escalona, cuya principal responsabilidad radicaría en no haber abierto válvulas para canalizar sus críticas al gobierno de Bachelet y la Concertación.
En una paradoja que los dirigentes del PS aún intentan explicarse, el partido vive su momento más duro en los precisos instantes en que dirige el país una de sus militantes, la que con seguridad culminará su período con un índice de popularidad histórico, superior al 70%, y que ha hecho el gobierno concertacionista de tinte más progresista en 20 años. En estos días, la pregunta que ronda en cualquier conversación donde se juntan dos o más socialistas es la misma: ¿Por qué el buen desempeño de la mandataria y la positiva evaluación de su gobierno no fue capitalizada por el PS?
– En esta elección todas las candidaturas, incluida la de Piñera, revalorizaron el rol del Estado y reconocieron la importancia de la red de protección social, que son ideas del PS. Y todo el mundo valoró la gestión de la Presidenta Bachelet, que se identifica claramente con las posiciones progresistas del partido. Pero nosotros no fuimos capaces de convertir eso en un capital electoral ni evitar los quiebres que dieron pie a las candidaturas de Arrate y Enríquez Ominami -reconoce el vicepresidente del PS y alcalde de San Miguel, Julio Palestro.
Palestro, al igual que el resto de los dirigentes del partido, prefiere no hacer ahora una evaluación de los errores que le significaron al PS desaprovechar el buen momento de Bachelet: «La revisión que permita establecer las responsabilidades por la conducción del PS en este período deberá hacerse después de la segunda vuelta, porque el objetivo hoy es ganar esa elección y no desgastarse en discusiones». Un criterio que quedó a firme en la reunión de la Comisión Política socialista celebrada en la noche del jueves 17.
La posibilidad de la derrota en segunda vuelta ya se instaló en los análisis que hacen los dirigentes del PS. Por lo mismo, tras las elecciones del domingo 13 algunos sostienen que es necesario trabajar con la premisa de que en marzo pueden convertirse en un partido de oposición. Bajo esa tesis, un miembro de la Comisión Política advierte que la principal debilidad del PS radica en que la colectividad ha perdido parte de sus militantes y simpatizantes:
– Con 20 años en el gobierno, la práctica llevó al partido a hacer política desde el aparato público hacia la ciudadanía y no al revés. Hoy el PS tiene pocos militantes activos que no sean funcionarios públicos o municipales. Y en caso de pasar a la oposición la tarea prioritaria será recomponer esa fuerza, porque habrá que volver a hacer política en las poblaciones, sindicatos y federaciones de estudiantes.
Un ex colaborador de Escalona confiesa que aunque el padrón de militantes del PS llegó a empinarse sobre los cien mil adherentes, en la realidad no son más de tres mil los que participan de manera activa:
-La militancia se redujo a los operadores políticos, salvo en comunas emblemáticas, como San Miguel. En la última elección de la Juventud Socialista, que teóricamente es la cantera del partido, participaron sólo 1.500 militantes. Durante años se instaló la idea de que los militantes que no tenían un empleo público eran como una «segunda división» y no se invirtió en formar cuadros para el sector sindical, poblacional o estudiantil.
La fortaleza de la colectividad, en caso de pasar a la vereda opositora en marzo, radica en que cuenta con un capital de alrededor de US$ 13 millones, producto del proceso de devolución de los bienes que le fueron confiscados en dictadura. Ese dinero -recibido a inicios de esta década- es administrado por una «Comisión de Patrimonio» que sólo rinde cuentas ante el Congreso del partido, por lo que la mesa directiva no puede hacer uso del dinero a su antojo. Así, el PS dispone de más de 20 millones de pesos mensuales producto de sus rentas, con lo que financia la operación del partido y «ahorra» para las campañas electorales sin tocar el capital inicial.
– Con ese dinero habrá que potenciar los centros de estudios afines al partido (como el Instituto Igualdad y la Fundación Clodomiro Almeyda), para que allí se hagan propuestas de políticas públicas, tal como funcionan hoy los institutos Libertad (de RN) o Libertad y Desarrollo (UDI) y la Fundación Jaime Guzmán. Ese sería el insumo para que nuestros alcaldes, concejales, parlamentarios y consejeros regionales, levanten proyectos.
Y aún cuando no se convierta en oposición y sea Frei el que suceda a Bachelet, habrá que acostumbrarse a ver un PS cargado a la izquierda. «El partido debe volver a su nicho y eso se facilita en la medida en que el Presidente de la República no es socialista. Tendremos más libertad para presionar, por ejemplo, por la reforma laboral, la reforma tributaria y la ampliación del royalty a la minería, temas que permiten volver a tejer relaciones con Arrate y el Juntos Podemos», dice un miembro de la mesa directiva socialista. El martes 22, Frei ya avanzaba en la tarea y asumía el compromiso de explorar la reforma tributaria y la ampliación del royalty.
Las resoluciones de la Comisión Política del jueves 17, que analizó el resultado electoral, ya habían transitado por esta vereda. La declaración pública emitida al cierre de esa reunión fue la primera en que un partido oficialista admite que la Concertación por sí sola no da gobernabilidad a Chile y que ya es tiempo de que sea superada por un «amplio arco de fuerzas progresistas». El PS vuelve a vestirse de rojo.
Después de las pifias contra los presidentes de los partidos oficialistas que se escucharon en el acto que el comando de Frei organizó en el Court Central del Estadio Nacional, se esperaba que Escalona asumiera un discreto segundo plano durante la campaña. De hecho, en la Comisión Política del PS se había debatido que en adelante los roles protagónicos de la campaña quedaran en manos de Frei y de los miembros de su comando, lo que se interpretó como un elegante intento de relegar a Escalona. No obstante, el presidente socialista volvió a la palestra al concurrir al Comité Central del PC el sábado 17, en el marco de las conversaciones para que ese partido apoye a Frei.
– Fue el PC el que pidió que Camilo asistiera personalmente. Los comunistas son muy cuidadosos en estos temas formales y era importante para ellos que por primera vez en 36 años un presidente del PS hablara en su Comité Central -explicó una fuente del PS.
No obstante, Escalona volvió al ruedo público el martes 22, cuando salió al paso de los rumores acerca de que la voz de los presidentes de partidos ya no pesaría en el comando oficialista: «Privar a la campaña de Frei de los partidos políticos sería privarla de los pies sobre la cual la candidatura camina, lo cual sería una cuestión suicida», dijo.
Aunque la Comisión Política resolvió que la evaluación de responsabilidades por el bajo rendimiento electoral del partido se haría tras la segunda vuelta, lo que ha permitido a Escalona sortear las críticas que exigían su renuncia, bajo cuerda abundan los cuestionamientos. Un miembro de la misma Comisión Política estima que en el estilo de Escalona radica la clave para comprender por qué el partido no capitalizó la buena gestión de Bachelet:
– Los gobiernos de la Concertación navegan en dos aguas. Se gobierna con símbolos de centroizquierda y se maneja la economía con ideas liberales. Muchos compañeros creyeron que con Bachelet se podía ir más lejos que la instalación de una red de asistencia social, en aspectos como reforma tributaria, reforma laboral y cambio del sistema electoral binominal. Pero Camilo consideró una deslealtad al gobierno todas las críticas y arrinconó a los disidentes. Al final, terminaron yéndose del partido, primero Alejandro Navarro, luego Arrate y Enríquez Ominami. Se llegó a la locura de que hubo un momento en que había cinco candidatos presidenciales de cuño PS: José Miguel Insulza, Ricardo Lagos, Navarro, Arrate y Enríquez Ominami.
La primera alerta ocurrió en el congreso partidario celebrado en Panimávida, en marzo de 2008. «Ahí ya había un ambiente tenso porque muchos pensaban que Camilo había privilegiando en los puestos claves del gobierno a gente de su línea y que era más papista que el Papa con las críticas al gobierno. Navarro hizo sus críticas y salió decidido a fundar el MAS (Movimiento Amplio Social)», cuenta un miembro de la mesa directiva del PS.
El 6 de noviembre del año pasado, 136 militantes, encabezados por el senador Navarro, se retiraron del partido y constituyeron el MAS. Al anunciar su decisión, Navarro fue claro:
– Dijimos que el partido debía ponerse al lado de los trabajadores y que había que separar la función de ser partido de gobierno del ser gobierno. Lamentablemente, la dirección de este Partido Socialista, encabezada por Camilo Escalona, confundió el ser partido con el ser gobierno.
Si bien el MAS no logró levantar «rostros» del PS, su cercanía con la revolución bolivariana de Hugo Chávez y su proceso de recolección de firmas para constituirse como partido en distintas regiones, abrió un fuerte debate en las bases del PS: «Ellos no se llevaron a personas de la primera línea directiva, pero sí a muchos operadores territoriales, dirigentes intermedios, gente que hacía las campañas electorales. En un primer momento se despreció su salida, pero ahora, con este resultado electoral, se evalúa que hicieron falta», admite un integrante de la mesa del PS.
El 14 de enero de este año, se produjo la segunda escisión. Esa vez fue Jorge Arrate el que envió su carta de renuncia a Escalona con una profunda crítica al presidente socialista:
-Cuando se es presidente del PS no se puede ser jefe de una corriente o de un lote interno (…). El balance del periodo en que prácticamente Escalona y Ricardo Núñez se han traspasado uno a otro la dirección del partido, no es bueno. Creo que era el momento para que el PS hiciera un llamado a reconstruir un referente popular y democrático -señaló Arrate a La Segunda.
Arrate quería convertir la primera vuelta presidencial en una suerte de primaria a la que se presentara un candidato DC y otro del PS. Este último con un programa más progresista que lo permitido por los cánones de la Concertación, para captar el voto de la izquierda extraparlamentaria. En ese diseño el que pasaba a segunda vuelta debía ser apoyado por el perdedor, como sucedió en la definición derechista de 2005 entre Piñera y Joaquín Lavín.
-El problema de Arrate -cuenta un integrante de la Comisión Política- fue que Escalona ya estaba en otra frecuencia. En esos días se discutía si el candidato del PS sería Lagos o Insulza, que se resistían a las primarias, o mejor reconocer el derecho de la DC, después de dos gobiernos con Presidente socialista, y reclamar después el derecho de un PS en 2014.
Escalona, dice la misma fuente, se inclinó por la última tesis, pensando en llevar nuevamente a Bachelet en 2014, pues las encuestas ya indicaban que cerraría su gobierno con una alta popularidad. Muchos consideran que la jugada del timonel fue poco fina y que terminó desahuciando primero a Lagos y luego a Insulza. Aunque Escalona había sido el primero en proponer al secretario general de la OEA cuando Bachelet aún no cumplía un año en La Moneda -lo que se interpretó como una movida para cerrarle el paso a Lagos-, lo dejó caer en los primeros días de enero de 2009.
Ya en octubre, Escalona le había mostrado los dientes a Lagos, al señalar que si el ex Presidente no se sometía a primarias «tiene que salir definitivamente del escenario para permitir crecer a otros nombres».
El 6 de enero de este año Insulza se bajó de la competencia. Aunque jamás resolvió el problema de su «doble militancia» como funcionario de la OEA y candidato presidencial, ya era un hecho que la mesa encabezada por Escalona no le había dado piso a su postulación. Sobre las posibilidades del ex ministro, Escalona dijo en público que «iniciamos este esfuerzo con retraso». Sólo 48 horas después, Escalona inició los contactos con Frei.
Cuando la mesa de Escalona pensaba que ya todo estaba bajo control y que Frei sería el paraguas bajo el que se aglutinaría la centroizquierda, aparecieron dos nubarrones. El primero, y a la postre el más caro, fue la decisión de MEO, adoptada en marzo, de competir por fuera de la Concertación en protesta por el bloqueo a su aspiración de representar en primarias al PS. El diputado culpó directamente a Escalona, denunciando la actitud antidemocrática de las cúpulas oficialistas, y no se cansó de repetirlo durante toda la campaña, lo que le aseguró de manera permanente un lugar en las páginas de la prensa y le reportó un brío impensado a su candidatura.
El segundo fue la perseverancia del precandidato radical, José Antonio Gómez, que insistió en ir a primarias con Frei. El balance de esa elección fue letal para el oficialismo. El diseño de las primarias fue ostensiblemente favorable a Frei y el proceso culminó el 5 de abril de 2009 con el bochornoso incidente en que Escalona insultó a Gómez en el mismo escenario en que Frei era proclamado.
-La protesta de Marco por no dejarlo competir y el forcejeo en las primarias son dos fotos que crearon una imagen pública de Camilo muy negativa. En él se ha querido personalizar todo lo malo de las prácticas políticas. Ha sido una verdadera campaña en la que su nombre se convirtió en sinónimo de acuerdos cupulares. Pero él también ayudó a crear esa imagen odiosa, con su desprecio a Marco, llamándolo «Marquito» -dice un ex colaborador de Escalona.
Una vez conocidos los resultados de la elección del domingo 13, las críticas a la mesa de Escalona arreciaron. El partido sólo perdió un 0,15% de su electorado, pero debido a la plantilla parlamentaria que negoció, el rendimiento de su votación fue muy bajo y cedió dos escaños en el Senado y cuatro en la Cámara.
En la misma noche de la jornada electoral, MEO puso presión al exigir la renuncia de los presidentes de la Concertación. Y aunque el timonel del PPD, Pepe Auth, y los vicepresidentes del PS, Marcelo Schilling y Juan Pablo Letelier, se mostraron dispuestos a barajar sus renuncias si eso posibilitaba un acuerdo con el “meísmo”, Escalona se rehusó a poner su cabeza en una bandeja.
El primero en disparar sobre Escalona fue el diputado socialista Fidel Espinoza, quien obtuvo la primera mayoría nacional en las elecciones de la Cámara. Espinoza se cuadró públicamente con la idea de que el timonel socialista debía dar un paso al costado. Lo propio hizo, aunque más tibiamente, el diputado Marcelo Díaz. Pero el oficio de los viejos dirigentes socialistas evitó que la sangre llegara al río: la mesa directiva del PS se reunió el lunes 14 y de inmediato pospuso hasta el jueves 17 la cita de la Comisión Política donde se evaluaría el desempeño electoral. En esos tres días los operadores políticos hicieron lo suyo y apaciguaron los ánimos.
-Las críticas hay que tomarlas en su justa medida. Fidel Espinoza es de un distrito por donde Escalona también es senador y quizás está pensando en ocupar esa senaturía en el futuro. Y Marcelo Díaz no es secreto que quiere ser presidente del PS -asegura un dirigente socialista que participó en la cita del jueves 17.
Uno de los que critica el manejo del partido en las elecciones es el diputado y senador electo Fulvio Rossi:
– El apoyo a las campañas por parte de la dirección fue muy artesanal. Las tendencias de las campañas pueden cambiar de una semana a otra y no se hizo un seguimiento. Andaban más perdidos que el teniente Bello. Nos dijeron que Jaime Gazmuri ganaba seguro, igual que Jaime Naranjo, y que Isabel Allende estaba a punto de perder. Gastaron mucha plata en algunos candidatos y no sé con qué criterios. Fue una campaña poco profesional. La franja electoral fue pésima, porque en ella los parlamentarios estuvieron ausentes.
El secretario general del PS y diputado reelecto, Marcelo Schilling, cree que un factor que afectó el rendimiento electoral de su partido fue la confección de una plantilla que obligó a competir en varios distritos a candidatos del PS con los del PPD y en otros a privilegiar al Juntos Podemos. «Sin lugar a dudas también nuestro problema surgió de la existencia de candidatos que son ex socialistas que iban al margen de la Concertación», agregó.
El diputado Marcelo Díaz hace su propio diagnóstico:
-El diseño de la campaña no fue inteligente. No existió de parte del comité electoral una evaluación constante de la evolución de los candidatos. Y la asignación de recursos no estuvo siempre justificada (…). Se rompió el eje PS-PPD y eso permitió que existiera una disolución de la base histórica del partido.
Las críticas apuntan también a que la franja de TV del PS y la campaña «corazón socialista» fueron más funcionales a Frei que a los candidatos del partido, cuyos rostros y nombres prácticamente no aparecieron en pantalla. La responsabilidad de la franja, en todo caso, no era de Escalona, aunque su mesa la visó, sino del vicepresidente del PS y miembro del comando de Frei, Ricardo Solari.
Diversas figuras del partido aún se preguntan por qué la mesa de Escalona aprobó presupuestos extras para algunas candidaturas en desmedro de otras. «Camilo se jugó por darle más recursos a Arturo Barrios porque se obsesionó con que el PS se quedara con el distrito de Marco, pero Barrios no pasó del 10% (marcó 9,4%). Y se jugó por darle más a Isabel Allende, aunque ganó holgadamente (28,1%), y eso se presta para suspicacias porque ella ha criticado su gestión. Y no se entiende, por ejemplo, que no le hayan puesto más plata a Naranjo o Gazmuri, que al final perdieron por poco», señala un miembro de la Comisión Política.
Aunque Escalona no renuncie ahora, la renovación de la mesa del PS se hará sin su nombre en las plantillas. Por estatutos, los miembros de la mesa no pueden participar en la directiva por más de dos periodos, los que el timonel socialista ya cumplió. El «delfín» de Escalona sería el actual ministro de Salud, Álvaro Erazo, o en su defecto, Osvaldo Andrade. En el partido apuestan a que también Marcelo Díaz e Isabel Allende intentarán competir por la testera.
Aunque después de la Comisión Política del jueves 17 pareciera que el PS ha vuelto a navegar sin sobresaltos, la procesión va por dentro. En otro escenario el octanaje de las críticas habría bajado conforme pasa el tiempo y se enfrían los ánimos. Pero no será el caso. Reservadamente, diversos dirigentes confirman que es casi imposible que Frei remonte la ventaja que le lleva Piñera y consideran que es prácticamente un hecho que deberán pasar por el doloroso trance de abandonar el poder político del país. Y eso augura un debate interno intenso.
– Las cuentas indican que es necesario conquistar tres de cada cuatro votantes de Enríquez Ominami y el 90% de la votación de Arrate. Para cualquier experto electoral, eso es como pedir que se abra el Mar Rojo. Siempre queda la posibilidad de que Piñera sufra un traspié monumental o que Frei haga una jugada magistral, pero en una campaña tan cerrada los márgenes son escasos -explica un dirigente histórico del grupo tercerista del PS.
La apuesta por el milagro comenzó a diluirse el viernes 18, cuando se conoció la primera encuesta electoral con miras a la segunda vuelta y cuyas proyecciones dan 52,7% a Piñera y un 47,3% para Frei. Aunque un 17% de los encuestados manifestó que podría cambiar su voto, el verdadero problema para el oficialismo es que sólo un 9% de los encuestados no manifestó preferencia, por lo que el bolsón de sufragios en disputa es muy pequeño y desde el punto de vista estadístico es altamente probable que se distribuya en los mismos porcentajes que el resto de la población.
En este escenario adverso, el PS ha puesto todo su empeño en hacer un diseño cuidadoso de la campaña en terreno y se instaló en el comando de Frei su más reputado experto electoral: Mahmud Aleuy, quien hasta la semana pasada era el subsecretario de Desarrollo Regional. Para las pretensiones de Frei, la tarea de Aleuy es tan necesaria como el oxígeno. El ex subsecretario revisa minuciosamente los escrutinios para detectar las mesas en que hubo una alta votación de MEO y de candidatos a parlamentarios de la Concertación y el Juntos Podemos. Una vez identificados los distritos donde se da ese cruce -una votación de MEO con perfil izquierdista-, los operadores del PS intentarán sumar a los jefes territoriales de la campaña de Enríquez Ominami en esas zonas.
En esta línea, el apoyo que brindó este lunes 21 el senador Navarro a Frei fue recibido con entusiasmo en el PS. Navarro es la primera figura política del comando de MEO que se suma a la campaña oficialista e implica que los operadores territoriales del MAS se integrarán al trabajo electoral. Además, anunciaron su respaldo a Frei los socialistas que apoyaron a MEO, encabezados por Cecilia Suárez, Osvaldo Torres y Lincoyán Zepeda. Y el grupo de socialistas allendistas que lidera Jorge Arrate también se apuntó en la nómina de adherentes al candidato oficialista. Habrá que ver si la suma alcanza para detener a la derecha.